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jueves, 19 de junio de 2014

Tres razones republicanas para rechazar un referéndum sobre la monarquía

Desde una posición firmemente republicana, defiendo que existen tres razones de peso para rechazar la propuesta extemporánea de convocar un referéndum para elegir el modelo de jefatura del Estado, entre república y monarquía.

La primera es de carácter ético. La república, como ya he afirmado en varias ocasiones, se inserta en el plano moral de no ser gobernados por nadie que no hayamos tenido la oportunidad de elegir. Al igual que era absurdo basar el debate de la abolición de la esclavitud en si vivía mejor un esclavo o un hombre libre, lo es plantear que una república nos proveerá de mayores bienes materiales, será un régimen menos corrupto, etc. Se es republicano por dignidad, pero no por interés.

Por ello, promover tal referéndum en estos momentos, aprovechando la angustia de la ciudadanía en una situación de emergencia social, disfrazando el alcance real del debate república/monarquía y bajo falsas promesas de un ubérrimo paraíso terrenal, me parece deleznable.

La segunda es de carácter político. La petición de un referéndum tiene mucho de oportunismo electoral. Su planteamiento en un momento social y económicamente convulso, y con la idea fija de algunas formaciones políticas de establecer dos bandos claramente diferenciados, entre el llamado bipartidismo y la izquierda auto titulada verdadera, ha puesto en marcha una dinámica social perversa que lleva a un callejón sin salida.

La no celebración de un referéndum refuerza la idea de que existe un interés en no permitir que el “pueblo” (ese que es convocado varias veces cada lustro y cuya tercera parte, cuando no más de la mitad, se queda en su casa) se manifieste públicamente. Pero si se celebrara mañana, supondría el desquiciamiento de este, y de cualquier, Estado Constitucional. Si arbitrariamente, es decir, sin un procedimiento reglado, se sometiera a referéndum un tema como este, ¿qué justificación tendríamos mañana para no convocar otro sobre la pena de muerte, por ejemplo? ¿El sólo hecho de que aquel tema me interesa y este otro no?

Y niego la mayor. Soy partidario de introducir constitucionalmente consultas directas mediante referéndum periódicos, pero sabiendo que éste sistema no significa medidas más justas, simplemente significa que son las que más apoyo obtiene de la ciudadanía. No hay que olvidar que gracias a la ausencia de referéndum, en Turquía las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1930, y que en cambio, gracias a los referéndum, las mujeres suizas tuvieron que esperar hasta 1971 para obtenerlo.

En caso que se celebrase y saliera a favor de la monarquía, como parece ser, ¿cuanto tendríamos que esperar para promover una república? ¿Un año, diez, treinta y nueve? ¿Un referéndum cada vez que se produzca una sucesión en el trono? ¿Nos veríamos impedidos a promover un verdadero proceso transformador a través de un cambio reglado de la Constitución?

Y en la remota hipótesis de que fuese favorable a la república, ¿cómo y quien afrontaría este desafío? Al romperse el procedimiento reglado en la Constitución para su modificación, también pactado por las fuerzas políticas y sociales en la transición, se crearía una situación ingobernable. Lo lógico sería la abdicación de Felipe VI, pero entonces le sucedería su hija, la princesa de Asturias, y al ser menor de edad no podría abdicar, y si lo hiciera, aún quedarían Sofía de Borbón, y las hermanas del rey y sus descendientes.

Cualquier otra opción será jurídicamente traumática: dar por derogada la Constitución de 1978, lo que obviamente dejaría, en teoría, suspensos todos los poderes del Estado,  pero que de facto supondría el poder absoluto para el ejecutivo, el gobierno de la Nación (en estos momentos del Partido Popular) el cual contaría, no lo dudemos, con el apoyo del ejército.

El referéndum es parte de una estrategia irresponsable de quienes se saben políticamente irrelevantes y confía en que la sensatez del que tiene opciones de gobierno no nos embarque en un proceso convulso, y que ello les permita seguir consiguiendo políticamente masa crítica.

La tercera es de carácter práctico. Si lo que se pretende es traer la república de forma democrática, hay que conseguir que una mayoría social suficiente se identifique con ella. Insertarla en un debate partidario nos aleja de ese ideal a pasos agigantados. Igual que en 1931 una mayoría social, que iba desde la derecha de Alejandro Lerroux y Niceto Alcalá Zamora hasta la izquierda marxista del PSOE, permitió una mayoría electoralmente suficiente, sólo una mayoría social que abarque desde el centro derecha y la izquierda hace posible la llegada democrática de la III República.

Estoy seguro que a algunas formaciones políticas les ha venido bien el planteamiento de un referéndum: han encontrado un punto no ideológico de unión que les permite no aclarar en demasía sus propuestas en materia económica o territoriales (en ocasiones irreconciliables), refuerzan la estrategia de las dos orillas y potencian las contradicciones del PSOE entre su alma republicana y su obsesión por ser un partido responsable.

Pero todo ello lo estarán consiguiendo sacrificando el alto, digno y meritorio espíritu republicano de millones de españoles asesinados y exiliados en el pasado.

sábado, 14 de junio de 2014

Machos socialistas

Entiéndaseme bien. Es de admirar, con la que está cayendo, que una persona en su sano juicio, y sin un narcisismo patológico, dé el paso al frente y se presente voluntario como candidato a la secretaría general federal del PSOE. Porque en nuestro Partido, como se decía en la mili, voluntario ni para comer lentejas.

Y no ya porque sigamos a pies juntilla la máxima de Pablo Iglesias (el verdadero, no el trucho, dicho con todo cariño) de que nunca hay que elegir al que se ofrece de voluntario para asumir una responsabilidad. Sino porque en las actuales circunstancias, siempre que no sea un temerario, la persona dispuesta a asumir la secretaría general federal de nuestro Partido o es un patriota o un héroe.

Así que vaya por delante mi reconocimiento a todos aquellos compañeros que han dado un paso al frente para reunir los suficientes avales que les permitan competir por la secretaría general.

Pero no deja de sorprenderme esa relación de voluntarios aspirante a reunir casi 10.000 avales esté compuesta en estos momentos exclusivamente de hombres:  Antonio Gutiérrez, Manuel Pérez García, José Antonio Pérez Tapias, Aurelio Belando Martínez, Alberto Sotillos Villalobos, Pedro Sánchez Pérez-Castejón y Eduardo Madina Muñoz,

Dado que el proceso se encuentra en estos momentos en el inicio, donde para postularse tan sólo se requiere ser militante del PSOE, sorprende que no haya ninguna mujer que dando un paso al frente, manifieste su interés en competir por la secretaría general federal. Por lo tanto, parece lógico atribuir a la falta de interés, coraje, temeridad o compromiso el que ninguna haya dado el paso adelante.

Pero en mi opinión, nada más lejos de la realidad.

Cuando un hecho aparentemente casual se repite incesantemente, trascendiendo en el tiempo y en espacio; cuando un comportamiento se reitera una vez tras otra en situaciones de lo más diversas; cuando personas instruidas y con fuerte moral dejan de ocupar los espacios que por naturaleza copan otras personas de igual instrucción y moral; si todo ello se repite, no puede achacarse a un comportamiento individual, aislado.

La única explicación racional es que es el propio sistema quien por leyes ciertas, aunque muchas veces insospechadas y ocultas, impide a esas personas la naturaleza que otras sí desarrollan. Y para que esas leyes mantengan su vigor se hace necesaria la colaboración de todos los individuos que componen el sistema.

Si al inicio de un proceso como el que está viviendo nuestro Partido, sólo se han presentado siete hombres y ninguna mujer, no es porque no haya mujeres militantes con capacidad y mérito para optar a la responsabilidad, sino porque el sistema construido en estos 135 años sigue manteniendo sus códigos y sus leyes inmutables que como dogal de acero impide tal hecho.

Por eso, tras la celebración del Congreso Extraordinario de julio, el Partido, sus militantes y sus dirigentes de ambos sexos, pero especialmente los varones, deberían reflexionar intensamente sobre que hemos hecho mal o que hemos dejado de hacer, y cuales son esos mecanismos que ocultos, inmutables, no hemos tocado y siguen, de facto, asegurando al hombre, al macho socialista, la preeminencia y el monopolio del derecho a optar a la más alta responsabilidad de nuestro Partido.

miércoles, 11 de junio de 2014

Siameses Socialistas

Sería imposible comprender la historia la lucha de la izquierda española a lo largo de todo el siglo XX sin entender las bases sobre las que Pablo Iglesias (el de verdad, no el trucho, dicho con todo el cariño) estableció el proyecto de socialismo marxista: dos pilares sobre los que descansaba su proyecto revolucionario. Por una parte, el Sindicato Obrero de la UGT, como organización de masas, y por otra el Partido Socialista Obrero Español, como la inteligencia que estaba llamada a ejecutar la lucha de clases y el fin de las mismas.

Siempre se trató de una unión no sólo fraterna, sino casi biológica. La doble militancia (la obligación de los militantes del PSOE a militar sindicalmente en la UGT, aunque no lo contrario), el vivero ideológico y de formación que suponía el Sindicato para la formación de cuatros del Partido, y la férrea voluntad y la inteligencia de una dirigencia consciente de que el distanciamiento entre ambas sólo podía provocar la desorientación más absoluta, la pérdida de protagonismo social y, en definitiva, el crisis del proyecto socialista, impidió que, a pesar de las tensiones, ambas organizaciones socialistas rompieran sus vínculos natales.

La comprensible aspiración de los jóvenes socialistas del interior, que tanto dolor como resignación provocó en Luis Gómez Llorente a partir de los años 80, de trabajar para que el Partido fuese un partido de mayorías parlamentarias (o como ha dicho recientemente Felipe González, con hambre de mayorías), obligó a la conversión del PSOE en un partido interclasista, buscando recabar el apoyo de ciudadanos de muy diversos orígenes ideológicos.

Naturalmente, y así lo entendió Gómez Llorente (y por eso se refugió políticamente en la FETE en los últimos años de su vida política), esta apuesta llevó inexorablemente a la ruptura de esos lazos biológicos entre el PSOE y la UGT a partir del segundo gobierno de Felipe González, y que culminó con la Huelga General del 14-D.

Pero es un error pensar que a partir de tan mítica fecha en el imaginario socialista español (que tanto sufrimiento produjo, tantas rupturas emocionales y el fin del proyecto socialista que Pablo Iglesias inició a finales del siglo XIX), la realidad de ambas organizaciones han mutado de forma que hoy se parezcan lo que un huevo a una castaña.

En absoluto. A pesar de no exigirse la doble militancia, muchos de sus militantes y dirigentes comparten carné. A pesar de las discrepancias, a veces insalvables, entre sus proyectos políticos y económicos, la base social de UGT sigue viendo al PSOE como el Partido que es o debiera ser su referente electoral, y la base social del PSOE sigue percibiendo a la UGT como su referente sindical.

Por ello, los debates que se producen en el seno de cualquiera de las dos organizaciones, antes que después, tendrá su eco en la otra. Aunque no miméticamente.

Uno de esos temas es la elección directa del secretario general del PSOE por parte de sus militantes. Si desde hace varios años algún que otro dirigente regional de las federaciones de UGT Andalucía han planteado la conveniencia de que los secretarios generales fuesen elegidos directamente por parte de la militancia, con el contundente argumento que “más legitimidad tienes si te votan 10.000 que 400, su aprobación en el PSOE (aunque sea mediante el atajo gallego utilizado por la Comisión Ejecutiva Federal) para que el Partido elija el 13 de julio su secretario o secretaria general por elección directa de la militancia, obligará a la dirigencia sindical a planteárselo.

Se engaña la actual dirigencia de la Unión General de Trabajadores si piensa que puede resistirse numantinamente a los aires de apertura que impulsa el proyecto socialista del PSOE. En Madrid no hay playa, pero las olas que asedian Ferraz terminarán por inundar Hortaleza.

domingo, 8 de junio de 2014

Que puedan, por el bien de todos

El Diario, medio digital que remó a favor de IU durante la campaña de las Elecciones Europeas de 2014, ha publicado hoy un artículo titulado Podemos toma forma enAndalucía y que como subtítulo añade: Los círculos celebran su primer encuentro en busca de respuestas desde la base ¿cómo organizarse? ¿cómo comunicar? ¿cómo hacer política?

El llevar en movimientos sociales desde los 17 años, no ser especialmente tonto, y gustarme analizar los sistemas y sus metadiscursos, me lleva a no ver mucha diferencia entre las propuestas que explica la europarlamentaria Teresa Rodríguez, y los que he visto experimentar a otros grupos en el pasado y que siempre se han estrellado contra la realidad social española.

Con esto no quiero decir ni que no esté de acuerdo con muchos de sus planteamientos, ni que considere absurdo volver a intentarlo. Como nos recuerda la web sabiask.com, cuando Thomas Alva Edison inventó la bombilla, no le salió a la primera, sino que realizó más de mil intentos, hasta el punto de que uno de los discípulos que colaboraba con él en el taller le preguntó si no se desanimaba ante tantos fracasos. y Edison respondió: "¿Fracasos? No sé de qué me hablas. En cada descubrimiento me enteré de un motivo por el cual una bombilla no funcionaba. Ahora ya sé mil maneras de no hacer una bombilla".

Creo que ennoblece intentar que la política sea cuestión de todos, y que todos tengamos la cultura cívica de exigir y practicar nuestra responsabilidad como individuos políticos activos.

Pero lo que percibo es que muchos de los y las activistas de PODEMOS parten del error de creer que antes de a ellos a nadie se les había ocurrido una revolución parecida, que no hay nadie que sepa mil formas de como no construir la bombilla.

Esa suficiencia, me parece, les llega a despreciar a aquellos otros que escarmentados en cabeza propia y ajenas, intentamos alcanzar el mismo objetivo por otras vías.

Y lo que me aterra es que es muy fácil pasar del entusiasmo, del enamoramiento a primera vista, a un odio visceral y un descreimiento furibundo si el experimento no sale bien. En vez de aceptar que en el peor de los casos habrán descubierto otra forma de cómo no construir una bombilla, podrán verse embargados por un nihilismo que ha pavimentado los caminos de los totalitarismos.

Por eso, por el bien de todos, confío en que PODEMOS sea capaz de articular una metodología de trabajo eficaz. Si aciertan, seré el primero en proponerlo en mi Partido. Pero en el caso de que no ocurra, tendrán todo mi cariño por haberlo intentado, y haber descubierto otra forma de no construirlo.

Por cierto, Público, el digital que promocionó a PODEMOS no se hace eco de la noticia, por lo que no tendremos la óptica desde dentro del “aparato”. Lamentable.

jueves, 5 de junio de 2014

Socialismo, Monarquía y República. Mi visión como militante del PSOE.

Suelo explicar el pacto constitucional de 1978 como la renuncia de unos y otros a cuestiones importantes, e incluso claves, de los tres grandes grupos políticos que finalmente lo suscribieron. Para alcanzarlo, y una vez claro que todos defendían un modelo democrático de corte europeo, la izquierda debió aceptar la libertad de empresa, la propiedad privada, el derecho a la herencia y la monarquía. Por su parte, la derecha debió aceptar el derecho a huelga, la libertad sindical, la negociación colectiva y la financiación mediante una política fiscal progresiva, con impuestos directos incluidos, de un Estado de Bienestar, casi embrionario en los años 70.

Pero ese pacto, gravemente incumplido por la derecha y por la izquierda al PSOE, unos tratando por la vía de los hechos alterar el espíritu del pacto, otros rechazándolos como si con ellos no fuera la cosa, ha saltado por los aires de forma intencionada y controlada por una derecha neoliberal que consiguió para hacerlo una mayoría absolutísima en 2011.

La eliminación de la ultraactividad de los Convenios Colectivos, un hecho en que la mayoría de los y las ciudadanos no han reparado ni dado la suficiente importancia, ha destruido realmente la negociación colectiva, al convertirla en el paraguas tan solo de pequeños colectivos de trabajadores.

El encarcelamiento de ciudadanos por participar en piquetes informativos, ha sido la contribución combinada de la fiscalía y la derecha judicial a dicha dinamitación que en la práctica reduce fuertemente el derecho a huelga.

Por su parte, la libertad sindical está siendo socavada fuertemente por la derecha mediática y política, aprovechando los escándalos en los que se han visto involucradas algunas organizaciones sindicales de clase.

Y en relación al Estado del Bienestar, la política de ajuste y la bajada de impuesto ha sido la llave maestra para derribar sin pudor el Estado de Bienestar, aderezada con la Reforma Local, la modificación del Código Penal, las multas administrativas, etc.

Por ello, de aquel pacto constitucional sólo va quedando lo defendido por la derecha social-política en 1978: la propiedad privada, la libertad de empresa, la herencia, la monarquía y el Concordato.

De ahí mi convicción de que el PSOE debe sentirse emocionalmente liberado de cualquier compromiso adquirido, y debe volver a poner sobre la mesa sus demandas históricas, tanto las incluidas en nuestra Constitución como aquellas que quedaron fuera por mor del pacto.

Soy consciente que esto es muy complicado, no sólo intelectual sino también emocionalmente, para la dirigencia socialista que pilotó la transición. Sobre todo para compañeros como Felipe González, que demuestra conocer menos la sociedad española de hoy, de lo que demostró conocerla el compañero Rodolfo Llopis en 1970, durante el Congreso de Toulouse.

Por eso es necesaria una intensa regeneración en todos los niveles del Partido, además de un debate sosegado, pero sin líneas rojas, sobre cual debe ser nuestro posicionamiento. Y por supuesto no sobre la base exclusiva de referéndum sobre la monarquía.

Como ya he dicho con anterioridad, la República se inserta en el orden de lo moral, no de lo material: el principio de no ser gobernados por nadie a quien no hayamos tenido la oportunidad de elegir. Si renunciar a dicho principio moral fue útil alguna vez en el plano material (consolidar la democracia, asegurar derechos básicos, el Estado del Bienestar, etc.) hoy se ha convertido en parte de la estrategia para los que quieren arrebatarle a la sociedad todo lo conseguido.

Hay que ir hacia una reforma constitucional profunda, donde la monarquía será sin duda una de las cuestiones más emocionales en el plano moral, pero menos importantes en el plano material.

Lo que en definitiva algunos llaman un proceso constituyente, porque la sociedad española es tan fanática de los nombres como alérgica con las responsabilidades propias, que debe incluir, según mi opinión, la regla de diamante, defendida por la catedrática de derecho constitucional Rosario Valpuesta (que entre otras cosas supone que las conquistas que en el ámbito de los derechos sociales se han alcanzado no pueden ser derogadas o reformadas en términos que impliquen un retroceso, hasta el punto de que una ley que elimine, recorte o limite derechos sociales pueda ser declarada inconstitucional), la opción de la república presidencialista en contra de la tradición española de una república parlamentaria (esto es, si la elección del presidente es directa por parte del pueblo, o por las Cortes por delegación), la necesidad de dos cámaras, una el Congreso de los y las Diputadas y la otra un Consejo Económico y Social con competencias legislativas, la completa federalización de la Nación, la inclusión de cláusulas de incorporación o secesión a la federación española y la elección popular del Consejo General del Poder Judicial, entre otras muchas cuestiones.

Soy consciente que en el arrebato místico que sufren capas importantes de nuestra sociedad, cualquier llamada a la sensatez, la reflexión y la cordura está llamada a fracasar. Aún así, creo como Besteiro que socialismo es inteligencia, no misticismo, y por ello no renuncio a predicar, aunque sea en el desierto.

miércoles, 4 de junio de 2014

La República como tótem mágico

¿Es posible, desde un republicanismo pertinaz, imponer un poco de cordura al sarampión republicano que estos días sacude nuestra Nación?

En un torrente atropellado de argumentos, emociones e instintos, como los que estamos viendo actualmente, muchos ciudadanos han abrazado la causa republicana como si de un bote salvavidas se tratase.

Repúblicas las hay de todos los pelajes: totalitarias, teocráticas, hereditarias y democráticas. Repúblicas que han abrazado la causa neoliberal, también: desde las mediterráneas como Portugal, Italia y Grecia, hasta sudamericanas, como Chile, Brasil o Mexico, pasando por las norteamericanas, coreanas e indonesias.

Me temo que, una vez más, el ideal republicano está siendo secuestrado por un fervor místico, cual tótem mágico, y con cuyo sólo nombre la tierra se convertirá en el paraíso de la humanidad. Pero esto pasó no hace demasiado tiempo, unas cuantas décadas atrás, donde las palabras tótem eran democracia, libertad, amnistía y autonomía.

La República no se inserta en el orden de lo material, sino en el orden de lo moral. Una república no asegura unos bienes tangibles, como más empleo, mayor seguridad, menos desahucios, etc. sino que nos asegura la dignidad de no ser gobernados por nadie al que no hayamos tenido la oportunidad de elegir.

Posiblemente muchos, pero no todos, al pedir república estos días, consideran innecesario explicar que a lo que aspiran es a una tercera República continuista de la segunda. Pero aún así, no todo lo que trajo la II República fue bueno, además de no haber tenido tiempo de mostrar las miserias en las que derivan los sistemas políticos maduros. Habría que rescatar lo mejor de la República asesinada en 1936 y prevenirnos de lo peor que tuvo.

Pero movidos por la pulsión de la crisis, el hartazgo y la indignación, se pretende tomar el atajo del referendum para llegar a un puerto que nadie conoce, en unas condiciones imposibles de prever y con unas consecuencia que ya se advierten complejas, tanto si la opción republicana fuese derrotada como si fuese elegida por la gran mayoría de la Nación.

La República nos advertía en 1930, un año del advenimiento de la segunda, uno de sus padres, Manuel Azaña, no puede surgir como un mal menor, originado en la podredumbre y corrupción de un régimen, sino como criatura de nuestra energía, fecunda y activa, segura de sí misma.

Pero vemos como, lamentablemente, la admonición de Azaña vuelve a caer en saco roto ochenta años después.

domingo, 1 de junio de 2014

Lo que supone, y nadie dice, #1militante1voto


Como compartí en el post anterior, mi Agrupación del PSOE, y yo con ella, lleva años apostando por la elección directa de la secretaría general y las primarias abiertas. Pero el debate que se está produciendo en estos momentos no deja de sorprenderme por su simplicidad. Y no sólo por centrarse exclusivamente en la herramienta, es decir, en el como, que también, sino en la falta de diseño global del modelo de partido que subyace bajo la propuesta #1militante1voto.

Reflexionando y debatiendo con amigos y compañeros, tanto en persona como a través de las redes, he recordado a Descartes y su Método, leído hace ya demasiados años, sobre los peligros de construir sobre viejos muros.

Releyéndolo, he encontrado las citas que me interesaban, cuando dice que “Así vemos que los edificio, que un solo arquitecto ha comenzado y rematado, suelen ser más hermosos y mejor ordenados que aquellos otros, que varios han tratado de componer y arreglar, utilizando antiguos muros, construidos para otros fines” pero añadía “Ante cuyo ejemplo, llegué a persuadirme de que no sería en verdad sensato que un particular se propusiera reformar un Estado cambiándolo todo, desde los cimientos, y derribándolo para enderezarlo […] Estos grandes cuerpos políticos, es muy difícil levantarlos, una vez que han sido derribados, o aún sostenerlos en pie cuando se tambalean, y sus caídas son necesariamente muy duras”.

En este sentido, los y las militantes deberían tener en cuenta, desde la base hasta la dirigencia, que si se quiere meter el bisturí a nuestro Partido, necesidad que comparto, hay que hacerlo no sólo con prudencia sino también con una visión de conjunto.

Lo primero es aceptar que si bien la elección directa por parte de los y las militantes de la secretaría general es un paso en la buena dirección, este hecho refuerza el carácter presidencialista de nuestro Partido, ya que difícilmente a la legitimidad del voto mayoritario de la militancia se le podrá contraponer el poder de un congreso o un comité por voto delegado.

Por ello, para limitar ese natural e inevitable presidencialismo, y la deriva totalitaria que lleva aparejada, el carácter del Comité debe transformarse, pasando a ser elegido igualmente por votación directa y secreta de la militancia, tal vez por circunscripción regional.

Asimismo, hay que reforzar el Comité de Garantías, elegido por la misma fórmula, para asegurar un efectivo control estatutario del resto de órganos.

Lo segundo a tener en cuenta, es que las primarias abiertas a simpatizante va a genera liderazgos sobrelegitimados (por la suma del voto de militantes –la legitimidad interna-, y de simpatizantes –la legitimidad social-) que exige proteger al Partido, de forma que el contrapoder al candidato sea un poder orgánico vigoroso.
      
El PSOE, una vez más, está innovando, entrando en aguas ignotas y tal vez procelosas, muy por delante de sus adversarios políticos. Y como siempre, esto lleva aparejada una ventaja y un riesgo: si acierta, puede volver a convertirse en la referencia de la izquierda para varias décadas; si yerra, podrá ser su final tras 135 años de historia.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Ada

Ada Colau manifestó ayer la necesidad de salir de los espacios de coordinación, y dejarde ser la portavoz estatal de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en una carta llena de sentido común y con múltiples visos de sinceridad, en la que se ha sentido obligada a manifestar que no iba a fichar por ningún partido político.

Esta afirmación ha provocado una cascada de manifestaciones en distintos ámbitos (redes sociales, comentarios a noticias en webs de periódicos, etc) en la que ponen en solfa dicha afirmación, insinuando, o directamente criticando, que próximamente le veremos en algún partido político.

Aunque respete su decisión, yo personalmente creo que sería bueno para la democracia que Ada Colau se replanteara dicha negativa y que si le apetece, aceptase alguna de las propuestas que al parecer ya le han hecho llegar.

En las listas electorales deben estar los mejores, y Ada Colau ha demostrado una capacidad de trabajo y liderazgo que enriquece la democracia y, por lo tanto,  su participación favorecería la decencia de nuestra sociedad. 

Pero su decisión pone en evidencia las de aquellos ciudadanos que sí han optado en entrar en política, no por su valía, por su trabajo o su liderazgo, sino simplemente por ser la hermana, la esposa o el hijo de una víctima del terrorismo etarra.

Ciudadanos que sin otro mérito que ser “víctima de” han llegado al Parlamento Europeo y otras instancias públicas y son aplaudidos precisamente por aquellos que ahora ponen verde a Colau.
     
Mis más sinceras felicitaciones a Ada, por saber llegar, por saber estar, y por saber irse. Muchos deberían, o deberíamos, tomar nota.

sábado, 8 de marzo de 2014

Mi Verdad

Pocas cosas hay en la vida que me enerven más que la dichosa expresión mi verdad. Las primeras veces que la escuché fue en programas que llaman del corazón, pero para sorpresa y escándalo mío, he terminado leyéndola y escuchándola por todas partes, incluso en programas informativos.

Cierto que la expresión mi verdad es muy afortunada como estrategia de comunicación, ya que por un lado es tajante y da verosimilitud de una afirmación, y por otra evita la contradicción con cualquier otra versión de los hechos.

Porque realmente, cuando se dice mi verdad de lo que se trata es de una versión de los hechos, tan legítima o ilegítima como cualquier otra. Y que posiblemente unida a otras muchas versiones puedan ayudarnos a tener una idea cabal de la verdad.

Soy consciente que la verdad es inconmensurable, indescriptible. A lo más que podemos aspirar los seres humanos es a obtener una versión más o menos prolija, que aceptemos que se aproxima a una verdad siempre inaprensible, intuida.

Otra de las imbecilidades que se suelen escuchar es que la verdad judicial es la verdad verdadera. Muchos son los casos, y en este mismo blog he podido recoger algunos, que verdades judiciales han sido desmontadas meses, años después, por pruebas que demuestran que las mismas eran realmente una mentira judicial.

Acepto que la verdad judicial nos es fundamental a la hora de sobrevivir en este mundo. Una sentencia judicial que afirma como probados determinados hechos nos pueden ayudar a superar un dolor profundo, especialmente si se trata de la víctima. Pero argumentar que no se puede cuestionar esa verdad judicial es un desatino.

Ahora bien, cuestionar con argumentos una verdad judicial no significa que la verdad esté más cerca de mi versión que la de la propia sentencia. Y por eso hay que ser siempre prudentes en nuestras propias convicciones.

Eso no significa, evidentemente, que se deba renunciar a una convicción profunda por el simple hecho de que la mayoría sostenga otra versión, o porque exista una sentencia judicial que afirma otra cosa. Pero al mismo tiempo hay que tener la prudencia de evitar imponer mi versión, mi verdad, sobre los demás, sobre todo cuando esa convicción se transforma en delirio místico. Como la de los revisionistas sobre el totalitarismo franquista, los defensores del vínculo transatlántico o la existencia del ser humano desde el mismo momento de la fecundación.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

domingo, 3 de noviembre de 2013

Gallardón, la Iglesia y el Matrimonio



A veces la vida tiene un no se qué de justicia poética muy divertida para los que teniendo ojos quieran ver, y teniendo oídos, quieran oír.

El catolicismo patrio se ha quedado con las vergüenzas al aire, por mucho que con su silencio intente tragar una medida del más derechista de los ministros de Rajoy que degrada el matrimonio a su condición natural de pacto privado entre pares.

Sabiamente, el primer ministro británico Míster Cameron afirmó “Yo no apoyo el matrimonio homosexual a pesar de ser conservador. Lo apoyo porque soy conservador". Porque ampliar el matrimonio a las personas del mismo sexo no sólo no debilita la institución matrimonial, sino que la refuerza al convertirse incluso para las parejas gay y lésbicas en la vía natural para su socialización, evitando que se avance hacia la privatización de las relaciones de pareja.

Y curiosamente, el partido que recurrió el matrimonio igualitario al Tribunal Constitucional, tras su aprobación por el socialista Rodríguez Zapatero, ha adoptado una decisión que sí ahonda en la vía de convertir el matrimonio en una cuestión completamente privada: su formulación ante notario, como cualquier otro pacto entre particulares que no requiere la supervisión del Estado.

Pero aún más sorprendente es el silencio de los siempre verborreicamente incontinentes conservadores obispos españoles, que en expresión castiza podríamos decir que “callan como putas”.

Lo más relevante de la decisión de Gallardón no es, por lo tanto, su deriva privatizadora, sino la destrucción de la institución matrimonial como la hemos conocido hasta ahora, reducida a un contrato comercial entre partes, como tomar un seguro, o vender una vaca.

Al final va a resultar que en España el último conservador fue Rodríguez Zapatero.

lunes, 20 de mayo de 2013

Machismo y Xenofobia en la ciudad



Un reciente twit de la asociación Sevilla Se Mueve mostraba la foto que encabeza este post junto a la siguiente reflexión: En el parking de la Plaza Rafael Salgado de Bami parece que no se ha seguido el mismo patrón "ecologista" que en el caso de la Biblioteca del Prado.

Los tribunales de justicia ya se han pronunciado jurídicamente sobre la cuestión, lo que unido a mis escasos conocimientos jurídicos, me invitan a no meterme en el campo minado de las interpretaciones legales. Pero no quiero dejar de compartir contigo, amable lectora o lector, mi hipótesis sobre lo que pasó realmente con la biblioteca universitaria de El Prado.

Hay que recordar que el Prado de San Sebastián ha sido mutilado a lo largo de la historia hasta dejarlo convertido en un rectángulo encajonado entre edificios históricos (Fábrica de Tabacos, Plaza de España, Estación de Autobuses del Prado)e histéricos (edificios de la calle Diego de Riaño). No hay que olvidar que todas esas construcciones fueron levantadas con el aplauso interesado de la sevillanía, que no encontraron nunca problemas en ocupar un espacio que en los ochenta del siglo XX se había convertido en un erial.

Por eso desentonó el alegato en defensa de unas jacarandas plantadas en los noventas durante el gobierno del PA-PP, sin mayor valor botánico, que primero realizaron los vecinos de la calle Diego de Riaño, y después, en tropel, los francotiradores de la sevillanía instalados en toda clase de púlpitos.

Y desentonaba porque sonaba, y sigue sonando, a excusa para tapar otros intereses más inconfesables: la misoginia, la xenofobia y la intolerancia política. Lo que la sevillanía, transida de lo que he dominado espíritu Romero Murube, no podía soportar es que un gobierno de rojos, instalados democráticamente en el ayuntamiento y en el rectorado de la Hispalense, decidieran construir un edificio diseñado por una mujer, que además era extranjera y musulmana justo al lado de Capitanía General. ¡Demasiado para el cuerpo de un sevillanito de dios!

Ahora tenemos la prueba en el parking de la plaza Rafael Salgado, donde una zona verde se ha convertido en una plaza dura, con desaparición de arbolado, y nadie, y menos que nadie el Tribunal Superior de Justifica de Andalucía, ha movido un dedo.

Claro que la obra seguro que ha sido diseñada por hombres blancos, honrados y católicos, y no por la chusma roja y extranjera.

domingo, 21 de abril de 2013

No se meta en política



Es conocida la anécdota, cuya veracidad no he podido contrastar, de la respuesta que dio el ex general Francisco Franco (el felón militar que traicionando el voto sagrado de defensa de la Patria promovió el asesinato de centenares de miles de sus compatriotas), a un neófito que le confesó sus aspiraciones públicas, aquello de joven, haga usted como yo, no se meta en política.

Sostengo desde hace décadas que fue esa vacuna, no se meta Vd. en política, la que permitió durante la Transición y en años posteriores, la puesta en marcha de políticas sociales, económicas y de derechos que cualquier observador imparcial consideraría imposible en un país educado durante cuarenta años en la violencia emocional, el exterminio cultural y la represión social.

De nuevo he recordado esta hipótesis leyendo la noticia que hoy publica EL PAIS sobre el matrimonio gay en Francia, al escribir el periodista: Si en España, el país vecino ex franquista y católico, la ley del matrimonio gay se solventó sin violencia y hoy se aplica en plena normalidad constitucional, la laica y docta Francia no podía ser menos, se pensaba.

La realidad es que en una sociedad movilizada, crítica y con músculo como la francesa, este avance, equiparable al fin de la esclavitud o el derecho al voto de la mujer, no podía pasar sin mayores consecuencias. La falta de respuesta de la sociedad española no es por lo tanto un acuerdo tácito sino resignado en el sentido de mientras a mí no me afecte directamente…

Pero también en España eso está cambiando. Tras treinta y cinco años de democracia, una parte de la sociedad está asumiendo que sí debe meterse en política. Pero curiosamente no ha sido la tradicional izquierda social, sino la siempre militante jerarquía católica quien está movilizando a su electorado en pos de la defensa de sus trasnochados principios éticos.

Claro que toda acción consigue una reacción, que doy por asumido por la jerarquía católica. Y es precisamente ese activismo católico el que puede y debe movilizar a la izquierda social. Claro que ello, como en Francia, está suponiendo mayores tasas de tensiones y conatos de violencia.

Ahora bien, la izquierda social debe estar atenta y no dejarse aleccionar desde la derecha sobre dicha tensión, ya que lo insano es precisamente esa calma aparente e insana de la sociedad española.  Sin violencia física y emocional, la tensión social siempre es un vehículo natural para avanzar. Tal vez habrá que empezar a hacer escraches delante de las parroquias como la derecha católica los hace ante los centros donde se practican interrupciones de embarazos.

sábado, 23 de febrero de 2013

El camino hacia la República.



El auge del republicanismo que actualmente vemos en España, me llena tanto de júbilo como de estupor. Júbilo, porque criado en una familia de larga tradición republicana nunca he sentido ese juancarlismo que se le presupone a la izquierda en la que me alineo. Estupor porque de nuevo llega la inspiración republicana no desde el corazón y la mente, sino desde las tripas.
          
Que si me queda un tiempo razonable de vida veré la III República Española es tan innegable como que mañana amanecerá. Claro que por republicanos nos definimos los que aspiramos a un revival, en lo positivo, de la filosofía de la II República Española, porque muchos parecen olvidar que repúblicas son también la de Guinea Ecuatorial, Irán, Estados Unidos, Corea del Norte y Haití, por poner algunos y dispares ejemplos.
           
Pero a nuestro concepto de republicanismo no se puede llegar desde la desesperación o el desencanto. Es injusto con el espíritu republicano adherirse a su causa por el bochorno de un sistema político colapsado y por una monarquía asesiada por sus propios errores.
               
A la república se debe llegar por el camino de la dignidad humana, de la ética de los derechos fundamentales del hombre y de la mujer: no ser gobernados por quienes no hayamos tenido la oportunidad de elegir.
                
Se trata del mismo principio filosófico que llevó a la revolución norteamericana a no aceptar impuestos de un gobierno que no habían tenido la posibilidad de elegir. Pero también de la misma lucha feminista, condensada en la expresión No taxation without representation que se negaba al pago de impuestos a esa misma República de los Estados Unidos de América, heredera de la revolución norteamericana, mientras no se permitiera votar a las mujeres.
            
Y no se trata que el gobierno de una república sea, per se, mejor que el de una monarquía, ni que sus leyes y sus políticas sean más beneficiosas para el conjunto de la sociedad que el que tenemos ahora en España. Es la imperiosa necesidad de ser gobernados por un primus inter pares, el primero entre iguales. O como escribió Francesc de Vinatea, jurat en cap de Valencia, al rey Pedro el Ceremonioso: cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos.
              
Aunque sea para cambiar a Juan Carlos I, o a Felipe VII, por Aznar o Rajoy, que ya sería mala suerte.

lunes, 18 de febrero de 2013

Vamos a terminar muy mal. Respuesta a Pablo Iglesias.


Estimado tocayo,
      
Esto de dedicarme a lo político-social desde la base desde hace más de veinticinco años me ha permitido ver de cerca la evolución de los movimientos a la izquierda del PSOE. Por eso, cuando saltó el 15-M se me llenó las fosas nasales de la misma naftalina que ya había olido hacía veinte años antes durante mis primeros pasos juventosindicales.
          
Creo que ya he dejado escrito (me da pereza buscar entre mis antiguos post) que el PSOE siempre ha sido un oso al que es muy difícil abrazar sin que te mate. En Andalucía, ese terror llevó a la Izquierda Unida de Luis Carlos Rejón a pactar la pinza con Javier Arenas (que nadie me lo niegue porque el dirigente de IU lo reconoció a menos de 80 cm de mí). El PA optó por el abrazo, pero el resultado no fue mucho mejor. Aquellas experiencias terminaron como terminaron: tener como contrincante electoral al PSOE es tan peligroso como pactar con él.
           
Por ello comprendo ese empeño de cierta izquierda en auto intitularse verdadera, intentando desalojar al PSOE por todos los medios, a fuerza de culazos, del frondoso campo de la izquierda. Como ya he dejado igualmente escrito en este blog los errores que a mi entender ha cometido la dirigencia del PSOE y sus bases, así como las posibles salidas que yo percibo, me ahorraré el recurso dialéctico de intentar demostrar mi desapego al coche oficial y a la tarjeta VISA gubernamental, artículos de lujo que por otra parte en mi vida he tenido ni siquiera cuando ocupé un discreto puesto institucional, que por no tener no tenía ni sueldo ni dietas. Pero lo cierto y verdad es que más allá de las siglas y las dirigencias, existe un socialismo sociológico que tenazmente se aferra al partido de Pablo Iglesias, que aún cuando discrepen de la actual dirigencia (y de las anteriores) sigue viviendo como una agresión los ataques de esa otra izquierda que pretende ser la única verdadera.
              
La crisis ha sacado a la luz toda esta ponzoña moral, y ha dado nuevos bríos a todo ese rencor alimentado durante décadas, pero esta vez con el inestimable concurso de una dirigencia del PSOE errática, colapsada, anquilosada y desquiciada por tantos años de gobierno partidario. Gracias a tiros y troyanos, ese odio (sí, se trata de odio por muy racionalizado que esté) hacia las venerables siglas que fundaran los y las socialistas españolas hace casi siglo y medio, alimentada con el intelecto y la sangre de decenas de miles de las mejores personas que ha dado España desde finales del siglo XIX.
           
Algunos aprendices de demiurgo, conscientes o inconscientemente, se han visto aupados a lo alto de la cresta de esa ola anti-PSOE, en un proceso retroalimentador que acelera aún más ese odio yo diría casi atávico, en el que lamento tener que incluirte, estimado Pablo.
         
En estas, Beatriz Talegón pronunció unas palabras ante una reunión de la Internacional Socialista que provocó un pequeño maremoto patrio. Para una parte de la izquierda española, supuso un aire fresco, un desafío a las estructuras del socialismo institucionalizado, y la prueba de que en el seno del PSOE se podían cambiar las cosas.
          
Pero desde otra izquierda, se ha visto este mensaje de Talegón como una amenaza para el discurso penosamente construido de deslegitimización del PSOE, y rápidamente se orquestó en las redes sociales una teoría conspirativa, foto con beso incluida.
           
Ayer publicaste un post en tu blog de publico.es Otra vuelta de tuerka, titulado Beatriz Talegón y el efecto boomerang tan brillante como otros muchos que te he leído, aunque esta vez me gustó más por coincidir con mis propios pensamientos. ¡Qué quieres que te diga! Incluso yo soy humano.
        
Pero como no suelo quedarme en los textos de las plumas a las que sigo sino que no dejo de leer los comentarios que sus post y artículos generan, he visto que de forma mayoritariamente te tachan de iluso, patético y ¡hasta de revisionista!. Y no creas que me alegro (imagino que a ti personalmente te dará igual mis sentimientos) pero creo que puede servir de paradigma de mi posición.
          
Entre todos hemos activado un monstruo en la izquierda que devora lo que se opone a él (cuyos zarpazos hoy te han rozado), y me temo que, por aquello del karma, generará en el campo de la izquierda otro monstruo de igual intensidad pero en sentido contrario.
      
Viendo las imágenes con el abucheo de Beatriz Talegón, leyéndote y viendo los comentarios de tus seguidores al referido post, no he podido dejar de recordar las palabras de Julián Besteiro en 1933, que casi podemos calificar de testamento político.
        
Besteiro, que se enfrentaba a una situación que tenía algunos puntos en común con la actual, decía: Hay en el origen de todas las actitudes de rebeldía, cuanto más meditadas y profundas, mejor, un sentimiento de repugnancia hacia las injusticias y desigualdades, y una aspiración a que éstas sean suprimidas y reparadas; pero mientras el Socialismo no es más que eso, es estéril y muchas veces absolutamente contraproducente.
           
Por eso yo, añadía el venerable profesor, cuando aparece en nuestras filas, o fuera de ellas, un hombre que habla de Socialismo con un énfasis místico, como si a cada una de sus palabras le precediese el brillo de las zarzas que ardían en el Sinaí, e invoca en cada momento los estados íntimos de la conciencia moral y los refinamientos de la sensibilidad, yo desconfío; desconfío porque para ser socialista eso no vale, eso queda oculto como un sentimiento interno e inicial de las actuaciones.
         
Y aclaraba: Por entusiasmo místico y sentimental se puede llegar a una posición de superioridad protectora, adoptando la actitud de derramar los beneficios de la sabiduría y de la bondad sobre las masas, cuando éstas son los que tienen que emanciparse por sí mismas, según las palabras de MARX. O se puede, en un impulso de sentimentalidad, adoptar actitudes que tienen una apariencia radical; pero que en el fondo no valen absolutamente para nada. Y tenemos que convencernos, compañeros, que aunque el marxismo, el Socialismo científico, el Socialismo que verdaderamente está cada vez más en el fondo del espíritu de la masa proletaria, aunque ese Socialismo tenga un origen en sentimientos de justicia, en deseos de mejorar, en afectos, en estímulos morales, si queréis, el Socialismo es ante todo inteligencia, es comprensión.
             
En estos momentos creo que hay miles, decenas de miles de febriles izquierdosos con el brillo de las zarzas ardientes en sus ojos. Me temo que por el camino emprendido, el victorioso sea de nuevo el sistema neoliberal que aprovechará el empeño de la izquierda de repartir carnés de autenticidad para cambiar todo sin que cambie nada. La historia de Julián Besteiro la conocemos: después de quedar relegado en el PSOE murió en prisión por querer compartir su destino con el de sus conciudadanos de Madrid.
             
Visto lo visto, no creo que nosotros terminemos mejor.

domingo, 17 de febrero de 2013

Santa Intransigencia



Hoy es uno de esos días en que a uno le gustaría buscar una piedra llorosa como el alcalde de Sevilla García de Vinuessa y llorar amargamente. O entonar el grito de Ortega y Gasset no es eso, no es eso.

Y no sólo por los abucheos de algunos en la manifestación de anoche en Madrid contra los desahucios contra algunos dirigentes del PSOE, que siempre los encuadro, venga de donde vengan, como una forma más de libertad de expresión, sino también por los comentarios que sobre tal hecho voy leyendo en la prensa digital por algunos lectores.

Sobre manifestaciones, pocas personas en España pueden darme lecciones: desde las manifestaciones estudiantiles de 1987, hasta ayer contra el cierre de la factoría de Cargill en San Jerónimo, he participado en centenares de ellas, contra todos los gobiernos de la Nación (Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), por la paz, contra la guerra, contra los abusos empresariales, contra los desahucios, contra las violaciones, contra la discriminación hacia las mujeres, por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, por el empleo de los trabajadores del campo, etc.

Y nunca me he considerado con autoridad moral para decidir quien debía estar en ella y quien no. Posiblemente, algunos de los que ahora andan indignados por el mundo, hasta que la crisis no les tocó eran los que miraban desde la acera con desprecio a los que andábamos por la calzada. Y ahora esos mismos se creen con derecho a convertirse en jueces y verdugos, repartiendo urbi et orbi carné de manifestante.

Porque en el fondo, esos mismos que van de izquierdosos han interiorizado la santa intransigencia católica, rechazan la razón y aplauden la simplificación más radical. Para mí, en estos momentos, esos que descuartizan al PSOE en su conjunto no tienen más autoridad moral que Millán Astray y su viva la muerte, abajo la inteligencia. Dios los cría y la sangre española los une.