Un reciente twit de la asociación Sevilla Se Mueve mostraba
la foto que encabeza este post junto a la siguiente reflexión:
Por eso desentonó
el alegato en defensa de unas jacarandas plantadas en los noventas durante el
gobierno del PA-PP, sin mayor valor botánico, que primero realizaron los
vecinos de la calle Diego de Riaño, y después, en tropel, los francotiradores
de la sevillanía instalados en toda clase de púlpitos.
Y desentonaba
porque sonaba, y sigue sonando, a excusa para tapar otros intereses más
inconfesables: la misoginia, la xenofobia y la intolerancia política. Lo que la
sevillanía, transida de lo que he dominado espíritu Romero Murube, no podía
soportar es que un gobierno de rojos, instalados democráticamente en el
ayuntamiento y en el rectorado de la Hispalense, decidieran construir un
edificio diseñado por una mujer, que además era extranjera y musulmana justo al lado de Capitanía General.
¡Demasiado para el cuerpo de un sevillanito de dios!
Ahora tenemos la
prueba en el parking de la plaza Rafael Salgado, donde una zona verde se ha
convertido en una plaza dura, con desaparición de arbolado, y nadie, y menos
que nadie el Tribunal Superior de Justifica de Andalucía, ha movido un dedo.
Claro que la obra
seguro que ha sido diseñada por hombres blancos, honrados y católicos, y no por la chusma
roja y extranjera.
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