Entiéndaseme
bien. Es de admirar, con la que está cayendo, que una persona en su sano juicio,
y sin un narcisismo patológico, dé el paso al frente y se presente voluntario
como candidato a la secretaría general federal del PSOE. Porque en nuestro
Partido, como se decía en la mili, voluntario ni para comer lentejas.
Y no
ya porque sigamos a pies juntilla la máxima de Pablo Iglesias (el verdadero, no
el trucho, dicho con todo cariño) de que nunca hay que elegir al que se ofrece
de voluntario para asumir una responsabilidad. Sino porque en las actuales
circunstancias, siempre que no sea un temerario, la persona dispuesta a asumir
la secretaría general federal de nuestro Partido o es un patriota o un héroe.
Así
que vaya por delante mi reconocimiento a todos aquellos compañeros que han dado
un paso al frente para reunir los suficientes avales que les permitan competir
por la secretaría general.
Pero
no deja de sorprenderme esa relación de voluntarios aspirante a reunir casi
10.000 avales esté compuesta en estos momentos exclusivamente de hombres: Antonio Gutiérrez, Manuel Pérez García, José
Antonio Pérez Tapias, Aurelio Belando Martínez, Alberto Sotillos Villalobos,
Pedro Sánchez Pérez-Castejón y Eduardo Madina Muñoz,
Dado
que el proceso se encuentra en estos momentos en el inicio, donde para
postularse tan sólo se requiere ser militante del PSOE, sorprende que no haya
ninguna mujer que dando un paso al frente, manifieste su interés en competir
por la secretaría general federal. Por lo tanto, parece lógico atribuir a la
falta de interés, coraje, temeridad o compromiso el que ninguna haya dado el
paso adelante.
Pero
en mi opinión, nada más lejos de la realidad.
Cuando
un hecho aparentemente casual se repite incesantemente, trascendiendo en el
tiempo y en espacio; cuando un comportamiento se reitera una vez tras otra en
situaciones de lo más diversas; cuando personas instruidas y con fuerte moral
dejan de ocupar los espacios que por naturaleza copan otras personas de igual
instrucción y moral; si todo ello se repite, no puede achacarse a un
comportamiento individual, aislado.
La
única explicación racional es que es el propio sistema quien por leyes ciertas,
aunque muchas veces insospechadas y ocultas, impide a esas personas la
naturaleza que otras sí desarrollan. Y para que esas leyes mantengan su vigor
se hace necesaria la colaboración de todos los individuos que componen el
sistema.
Si
al inicio de un proceso como el que está viviendo nuestro Partido, sólo se han
presentado siete hombres y ninguna mujer, no es porque no haya mujeres
militantes con capacidad y mérito para optar a la responsabilidad, sino porque
el sistema construido en estos 135 años sigue manteniendo sus códigos y sus
leyes inmutables que como dogal de acero impide tal hecho.
Por eso, tras la celebración del Congreso Extraordinario de julio, el Partido, sus militantes y sus dirigentes de ambos sexos, pero especialmente los varones, deberían reflexionar intensamente sobre que hemos hecho mal o que hemos dejado de hacer, y cuales son esos mecanismos que ocultos, inmutables, no hemos tocado y siguen, de facto, asegurando al hombre, al macho socialista, la preeminencia y el monopolio del derecho a optar a la más alta responsabilidad de nuestro Partido.
Por eso, tras la celebración del Congreso Extraordinario de julio, el Partido, sus militantes y sus dirigentes de ambos sexos, pero especialmente los varones, deberían reflexionar intensamente sobre que hemos hecho mal o que hemos dejado de hacer, y cuales son esos mecanismos que ocultos, inmutables, no hemos tocado y siguen, de facto, asegurando al hombre, al macho socialista, la preeminencia y el monopolio del derecho a optar a la más alta responsabilidad de nuestro Partido.
No se si he puesto el mismo comentario 2 veces... sorry...
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