martes, 7 de noviembre de 2023

El fin de una historia de 137 años.

 

Justo e Isabel, con sus hijos Justita, Carmenchu, Benito y Manolito, en Écija.

El 23 de agosto de 1886, nacía en Trijueque, una pequeña localidad de Guadalajara, Justo José Morterero Felipe, hijo de Benito Morterero de Agustín y Crisanta María Felipe Pajares, medianos propietarios de la comarca de la Alcarria. Con su natalicio se iniciaba lo que luego sería un feliz matrimonio y una prole numerosa.

Pocos años después, el 12 de junio de 1894, nacía en La Palma del Condado, provincia de Huelva, la niña Isabel del Pino Díaz, hija del entonces sargento de Carabineros (jubilado como segundo teniente) Manuel del Pino Ponce, y de María Díaz López.

Justo e Isabel se conocieron en Ceuta. Justo, después de estudiar magisterio en el Instituto de Guipúzcoa, se había trasladado a la ciudad de las siete colinas para trabajar con su hermano Jesús Morterero, propietario de la Joyería Morterero (que luego compraría Epifanio Hernández, transformándola en la Joyería “La Esmeralda”). Por su parte, Isabel se había trasladado a Ceuta a principios de la década de los años 20, junto con su padre y hermanas, una de ellas Rafaela, casada con Emilio Millán Rivero. La razón fue que Emilio, auxiliar de farmacia ugetista, fue uno de los líderes de la huelga general del comercio de Málaga de 1919, que tras fracasar fue vetado laboralmente en toda la zona, por lo que tuvieron que emigrar, eligiendo como destino la española ciudad norteafricana.

De aquel encuentro entre Justo e Isabel surgiría lo que sus hijos describían como una adoración entre ambos, un rápido matrimonio, en 1921, y el nacimiento de una nueva saga con María Crisanta (que todos conocían como Justa o Justita), Carmen (familiarmente conocida como Carmenchu), Benito, el pequeño Manolito (que tras el asesinato de su padre empezaría a ser llamado Justo) y Marisa, la pequeña que murió y fue enterrada en tierra santa de Rebollosa de Hita.

Pero esa historia, nacida en 1886, tendría un grave suceso, cuando Justo fue asesinado por orden del felón Queipo de Llano en agosto de 1936, a un día antes de cumplir los 50 años, en Écija, donde ejercía de maestro nacional afiliado a la FETE, por el terrible delito de ser un buen padre, un buen esposo y un buen maestro, como escribiría su viuda a su hermana Carmen, y que la censura militar franquista no se atrevió a tachar.

Isabel, Isabelita como le llamaba su marido Justo, fallecería el 1 de septiembre de 1952.

Pero esa historia aún le quedaban muchos frutos. Ya en Ceuta, Carmenchu conocería a Clemente Cerdeira García de la Torre, con quien tendrían seis hijos, Clemente, Maribel, Maricarmen, Justo, Alfonso y Marién. Benito se casaría con Pilar, matrimonio del que nacerían cinco hijos, Lala, Javier, Arancha, Pili e Iñaki. Y Justo se casaría con Carmelita, con quien tuvo siete hijos, Justo, Rafa, Maricarmen, Maribel, el pequeño Jesús que no llegaría a sobrevivir, Pablo y Dani. Justita, por el contrario, sería la tía a la que todos adorarían, y que tuvo tres hijos postizos en sus ahijados, Maribel Cerdeira, Javier Morterero y Pablo Morterero. Como ella decía, a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos.

Luego, la vida fue cumpliendo su destino, y fueron falleciendo Benito, Justita y Carmenchu.

Este domingo 5 de noviembre de 2023 falleció el pequeño Manolito, a la edad de 96 años, en las soleadas tierra del lugar de Benajarafe, villa de Vélez-Málaga, obispado de Málaga y reino de Granada, cerrando esa preciosa historia de amor que nació 137 años antes.

Que la tierra te sea leve, papá.


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