Ada Colau
manifestó ayer la necesidad de salir de los espacios de coordinación, y dejarde ser la portavoz estatal de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en una
carta llena de sentido común y con múltiples visos de sinceridad, en la que se
ha sentido obligada a manifestar que no iba a fichar por ningún partido
político.
Esta afirmación
ha provocado una cascada de manifestaciones en distintos ámbitos (redes
sociales, comentarios a noticias en webs de periódicos, etc) en la que ponen en
solfa dicha afirmación, insinuando, o directamente criticando, que próximamente
le veremos en algún partido político.
Aunque respete su
decisión, yo personalmente creo que sería bueno para la democracia que Ada
Colau se replanteara dicha negativa y que si le apetece, aceptase alguna de las
propuestas que al parecer ya le han hecho llegar.
En las listas
electorales deben estar los mejores, y Ada Colau ha demostrado una capacidad de
trabajo y liderazgo que enriquece la democracia y, por lo tanto, su participación favorecería la decencia de
nuestra sociedad.
Pero su decisión
pone en evidencia las de aquellos ciudadanos que sí han optado en entrar en
política, no por su valía, por su trabajo o su liderazgo, sino simplemente por
ser la hermana, la esposa o el hijo de una víctima del terrorismo etarra.
Ciudadanos que
sin otro mérito que ser “víctima de” han llegado al Parlamento Europeo y otras
instancias públicas y son aplaudidos precisamente por aquellos que ahora ponen verde a Colau.
Mis más sinceras
felicitaciones a Ada, por saber llegar, por saber estar, y por saber irse.
Muchos deberían, o deberíamos, tomar nota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario