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miércoles, 30 de enero de 2013

La ideología de los números



La profunda investigación del neoliberalismo a partir de los años cincuenta para recuperar el discurso ideológico concluyó en la necesidad de ocultarlo tras la frialdad de los números.
       
Se trataba sin duda de un aprendizaje del marxismo, que superó la antigua escolástica centrando el análisis histórico en las razones económicas inherentes a la lucha de clases. De este modo, el neoliberalismo, de forma camaleónica, consiguió ocultar sus intenciones depredadoras bajo un aparentemente aséptico lenguaje de raíz marxista: el que permitía la frialdad de los números.
       
Así, y como la gota malaya, han taladrado todas nuestras conciencias hasta conseguir que el conjunto de la sociedad analice y justifique cualquier política bajo el signo económico de la rentabilidad y la sostenibilidad. Además de inmoral, este mecanismo dialéctico oculta un hecho evidente: que los datos económicos son aún más manipulables que los principios morales y éticos.
       
Pero pongamos un ejemplo. Si usted tiene dos hijos, y uno es más inteligente que otro, de acuerdo con la dialéctica neoliberal, su comportamiento lógico es centrar todos los recursos económicos y emocionales en el más inteligente, ya que es el que más rentabilidad tendrá en el futuro. Es decir, cualquier inversión en su hijo menos inteligente será considerada en despilfarro insostenible.
   
Cualquier padre o madre descubre rápidamente lo absurdo de este planteamiento, y con toda la razón invertirá más en el niño menos inteligente para asegurarle un futuro similar al del hijo más inteligente: le pondrá más profesores de apoyo, contratará a psicólogos, pedagogos, etc. para reforzar sus capacidades y le dedicará más tiempo y apoyo emocional.
     
El neoliberalismo intenta por todos los medios ocultar su radical darwinismo social cuyo fin último es su política genocida. De vez en cuando podemos atisbarlo en declaraciones como las del ministro japonés que animaba a los ancianos a morirse antes para ser una carga menor al sistema económico.
         
Por eso desde la izquierda, después del formidable avance que supuso el marxismo, no debemos caer en el error en aceptar la dialéctica neoliberal economicista. Más allá de los números, de las cuentas, de las proyecciones económicas, estamos las personas. Mucho o poco, grande o pequeño, nuestro mundo es un patrimonio compartido por sus habitantes. Todo lo que existe en él, debe repartirse de la forma más justa y equitativamente posible.
     
El premio al esfuerzo y a la constancia, la prima al trabajo y la dedicación debe existir, pero nunca de tal forma que el que más tenga supere en varios millones de veces al que menos tiene, ni el que más gane  multiplique por casi 8.000 las veces de lo que gana el que menos, como es la diferencia entre lo que gana Emilio Botín y el Salario Mínimo Interprofesional de España.
        
Y desde luego, ninguna razón económica, presupuestaria o fiscal justifica moralmente que a un individuo o a una población se le apliquen medidas de ajuste que lesionen sus derechos más básicos a la integridad física y a su salud, por cualquier razón de nacionalidad, raza, vecindad o rentabilidad. Y si no hay, se saca de donde haya. Como haría un padre con su hijo, incluso al menos inteligente.

viernes, 18 de enero de 2013

Cuarenta años antes


Recientemente recordé un dicho expresado habitualmente en mi familia que decía que la educación de un niño comienza cuarenta años antes de su nacimiento. Posteriormente he escuchado reducido a la mitad los años en que comienza la formación de una persona, pero me quedo, como suele ser habitual, con la expresión oída en la más tierna infancia. ¿Qué significa que la educación de un niño comience cuatro décadas antes de su nacimiento? Pues sencillamente que su inicio hay que retrotraerlo a la educación de sus abuelos.

Como muchos refranes, éste atesora una intuitiva pero fértil verdad, que se traduce en que los efectos de cualquier política educativa hay que evaluarla mucho después de aplicarse, dos o tres generaciones más tarde. De igual manera, explica los dispares resultados educativos con un esfuerzo inversor similar en distintas familias y territorios.

Si observamos los resultados de estudios que valoran los resultados educativos, podemos observar que generalmente son aquellas Comunidades Autónomas donde desde antiguo la tierra ha estado más repartida, donde existía una clase media campesina, como la denominaba Blas Infante, donde las familias tenía recursos y tiempo para dedicarlos a la educación, al estudio, a la lectura, son las que mejores datos obtienen cien, doscientos, trescientos años después.

Infante, en su discurso ante el Ateneo de Sevilla en 1915, que después se conocería como El Ideal Andaluz, lo describía con sencillez pero con mucha fuerza: Son los que tienen tiempo y recursos para trabajar y recrear su espíritu. Son los granjeros, que después de trabajar, comen, y después de comer, leen.

Es precisamente ese leer, el nivel educativo de las familias, los temas que se tratan en el hogar, la riqueza de vocabulario utilizado por los padres, los libros que leen y a los que tienen acceso los miembros de una familia, los responsables fundamentales de la creación de un fondo cultural que, décadas después, condicionará la educación de los niños.

Por eso son terriblemente injustas las críticas hacia la eficacia de la escuela pública, en las que en el fondo podemos observar un resabio clasista, como la propia existencia de la escuela privada financiada con fondos públicos, ya que dualiza el sistema por la inevitablemente (a pesar de que las leyes educativas intentan evitarlo) concentración, en muchos lugares de nuestra geografía, de los niños de las clases medias en estas escuelas, mientras los hijos de la inmigración y las clases obreras con menores niveles de renta, educación y formación, se terminan concentrando en la escuela pública.

Por ello, soy de la firme opinión que el Estado debe financiar exclusivamente la escuela pública, prohibiendo taxativamente la desgravaciones fiscales para aquellas familias que escolarizan a sus hijos en cualquier escuela privada.

martes, 15 de enero de 2013

No se esfuercen en hacerme chavista


El primer twitter leído esta mañana versaba sobre la invectiva contra EL PAIS por su información sobre el chavismo, afirmando que en comparación, LA RAZÓN parecía de centro moderado. Esta diatriba me ha llevado a reflexionar sobre el efecto Chávez y su auge como referente para una parte significativa de la nueva izquierda patria.
      
Mi primer recuerdo político sobre Chávez se remonta a casi dos décadas atrás, cuando en una reunión con amigos de Málaga, algunos latinoamericanos, debatían sobre lo que Hugo Chávez podría aportar a la liberación a los países australes del subcontinente. Se trata, por lo tanto, de un político al que sigo la pista, sin demasiado interés también es cierto, desde antes que fuese elegido presidente de la República, hoy apellidada Bolivariana, de Venezuela, en 1999. Pero en mi círculo, no precisamente indiferente a la cosa pública, Hugo Chávez pertenecía a ese universo de líderes extranjeros sin interés, que pululan por las páginas de internacional de nuestros diarios.
       
De hecho, ni siquiera en el famoso incidente de la XVII Cumbre Iberoamericana de 2007, cuando el mandatario venezolano interrumpió al presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lo que provocó el famoso por qué no te callas real, Hugo Chavez pasó de ser ese estrambótico personaje vestido de rojo más objeto de chanza que de alabanza.
       
Pero ha sido hundirnos en la crisis económica, y yo diría política, más grave desde la Guerra Civil, para que muchas personas de mi entorno busquen referentes alternativos al neoliberalismo que nos ha dejado hecho unos zorros, encontrando, entre otros, al presidente venezolano. De personaje estrambótico ha pasado de esta forma a ser considerado una referencia política para muchos desde la izquierda.
      
La antigua indiferencia se ha convertido en una insistente tormenta argumental para convencer, urbe et orbi, de las bondades y el liderazgo chavista, anatematizando a cualquiera que se resista a comulgar con dichos principios, con el mayor de los denuestos.
         
Pues no. Reconociendo a Hugo Chávez ciertas virtudes políticas y democráticas, considerando que el presidente venezolano atesora ciertos valores de progreso, admitiendo que las fuerzas neoliberales planetarias no tratarán en ningún caso con simpatía a un personaje que se dedica a meter palitos en la maquinaria política, económica e ideológica de los seguidores de Milton Friedman, no creo que la personificación del chavismo sea ese líder al que debemos mirar para buscar una solución en nuestro mundo.
         
Y no sólo porque muchas de sus propuestas y praxis políticas no me convencen en absoluto, sino además porque siempre he sentido una manifiesta repulsión hacia el culto a la personalidad que parece cultivar con cariño el líder venezolano, tanto hacia Simón Bolívar como hacia él mismo. Soy profundamente reticente a aceptar cualquier ditirambo laudatorio de cualquier persona, con la sola excepción del amor filial, paternal y conyugal. Por ello, las manifestaciones populares de amor al líder, esos lloros fotografiados y emitidos por sus correligionarios, esas muestras de fe tan caras al chavismo, no pueden dejar de producirme un claro rechazo.
         
No me gustan las manifestaciones patrióticas norteamericanas entorno a la bandera y sus héroes, no me gustan los lloros ante las imágenes en Semana Santa, y no me gustan los rezos colectivos por la salud de Hugo. Nunca fui franquista ni felipista; no soy monárquico ni católico; por favor, no se esfuercen en hacerme chavista.
         
Nota aclaratoria: La fotografía la facilita “amablemente” la web http://www.noticias24.com, de clara filiación chavista.

domingo, 13 de enero de 2013

Por qué el PSOE es necesario. Respuesta a Víctor Alonso Rocafort


En un interesante y recomendable artículo del blog Zona Crítica, del diario publico.es, titulado Por qué no nos sirve el PSOE, Víctor Alonso Rocafor (doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense y profesor de Teoría Política en la Universidad de Alicante y en la Universidad Autónoma de Madrid), publicado este fin de semana, afirmaba que El peso del aparato, de la jerarquía, de la cultura política asumida en su seno, de nuestra propia memoria, es tal, que resulta imposible valerse de ese partido para ningún objetivo de la izquierda. Y terminaba diciendo Así que gentes del PSOE, échense a un lado o aproxímense a título individual y sin dobleces, la izquierda real de este país quiere unirse y pide paso.

Pero que recomiende su lectura no signifique que comparta todas y cada una de sus afirmaciones y menos, naturalmente, su conclusión.

Sí comparto su análisis de que, a partir de la Transición, la dirigencia del PSOE asumió una cierta lógica neoliberal. Y yendo más lejos que el señor Alonso, incluso creo que suscribió una suerte de contrato social neoliberal que ahora ha demostrado su falsedad.

Pero describe de forma tan paródica treinta y cinco años de historia, que no puede uno menos que concluir que lo que sobra en pasión le falta en solidez intelectual. Porque al negar, como hace el señor Alonso, avances no solamente socialdemócratas sino verdaderamente socialistas en estas tres décadas resta credibilidad a su análisis.

El señor Alonso parece comenzar la historia de la actual dirigencia del PSOE a partir de 1982, aunque por honestidad intelectual debería retrasarla al menos hasta principios de los años 70. La actual Constitución debe mucho a la izquierda marxista (PSOE y PCE), y con todos sus fallos y limitaciones, supuso una verdadera ruptura con el pasado franquista. Dio a los españoles el derecho a tener derechos.

Y es que, además, fueron los gobiernos de Felipe González, del cual siempre he sido muy crítico, los que por primera vez, desde el 18 de julio de 1936, dieron dignidad a millones de ciudadanos, reconociéndoles, de hecho, derechos como la sanidad, las pensiones, y la educación que les lleva aún hoy a seguir considerándose felipistas. Durante años escuché que el PP lo habría hecho igual. Ahora tenemos la prueba empírica de que no.

A lo largo de su artículo, el señor Alonso parece empeñado en presentar al PSOE de la forma más siniestra con expresiones como fue más duro aún que el PP al abordar la inmigración, o han sido años de miedo a la derecha desde la derecha, al punto que un foráneo podría llegar a la conclusión de que con AP primero, y luego con el PP, nos habría ido mucho mejor a los ciudadanos de este país. Todo ello le lleva a concluir que el PSOE, si alguna vez lo fue, ya no sirve a la izquierda.

En este blog he dejado muestras más que palpables de mi rechazo a muchas de las actuaciones de la dirigencia del PSOE, incluso afirmando que el problema no llega en 2008, ni que la llegada de Rodríguez Zapatero fuese una ruptura sino que se trató de una continuación de la deriva del Partido iniciada en el XXVIII Congreso en 1979.

Asimismo, he afirmado en varias ocasiones, como en el post Qué quiere ser el PSOE de mayor que la actual dirigencia del PSOE, heredera del Congreso Extraordinario de 1979, debe explicar a nuestro electorado un relato coherente de lo sucedido y sin paños calientes. Necesita escuchar claramente que se reconoce que el Partido se ha equivocado, que ha permitido desmanes como los de las cajas de ahorros, la política urbanística y los mercados desregulados. Y que la política de privatizaciones ha traído algunos efectos negativos. Las matizaciones y los juicios históricos deben quedar, aunque sea en ocasiones injusto, para más adelante. Después, reconocer que la dirigencia que se ha equivocado no puede aspirar a seguir dirigiendo el proyecto socialista, aunque sí apoyar los y las nuevas compañeras que asuman la gestión.

Pero lo que se empeña en obviar el señor Alonso es que más allá de la dirigencia del PSOE, más allá de los y las socialistas organizados entorno al partido de Pablo Iglesias, existe un socialismo sociológico real, que siendo profundamente democrático, de izquierdas y crítico, sigue confiando en el PSOE como solución desde la izquierda.

Hace unos meses, el dirigente del IU, Pedro Vaquero, lo explicaba muy bien en su post Votaría cogobierno cuando afirmaba desde IU y desde los movimientos sociales y sindicales se califican las actuaciones de los gobiernos del PSOE como neoliberales o social-liberales, y con razón. Pero pese a eso, tozudamente la sociología del voto sigue demostrándonos que la gente de la calle sigue votando al PSOE porque le considera de izquierdas; moderada, sí, pero izquierdas. ¿Se equivoca la gente? Seguro, al menos desde el punto de vista de la “izquierda real”. Pero incluso a esta “izquierda real” le interesa escuchar a la gente, que se equivocar en la caracterización del PSOE-A, pero no en lo que quiere hacer con su voto.

El PSOE es un partido necesario para la izquierda porque representa una opción real de la izquierda plural de España. Creo sinceramente que si el desapareciera, cosa que a estas alturas del devenir de la historia electoral española no me sorprendería, su electorado no votaría a una opción que hiciera leña del árbol caído del PSOE. Dentro del legítimo debate ideológico, no debemos escandalizarnos el intentar desalojar a fuerza de argumentos al que consideramos nuestro oponente y rival. Pero desde cualquier opción de izquierda con aspiraciones a gobernar es un error querer hacerlo negando la mayor al PSOE, su esencia de izquierda.

O peor que un error. Una estupidez.

sábado, 12 de enero de 2013

Culpables y víctimas



Uno de los primeros post que escribí en este blog, titulado “¿El culpable? ¿O un culpable?”, plasmaba una de las cuestiones que más desasosiego emocional me produce ante un hecho luctuoso: empatizar con el sufrimiento de la víctima hacia el culpable declarado, ya sea por su familia, los medios, la policía o la justicia.
      
Esto me ha pasado siempre, incluso en hechos tan espantosos como la desaparición de la adolescente Marta del Castillo o de los niños Ruth y José Bretón, cuando casi todos muestran una certeza absoluta sobre los autores de los hechos pero en los que las pruebas que se aportan me parecen más circunstanciales que definitorias.

En aquel post de 2009 recordaba el caso de James Bain, condenado por violación, pero que 35 años después se demostró su inocencia gracias al ADN. Hoy traigo a colación el tema por la noticia publicada por elmundo.es sobre el caso de Ismael M.T.

Según la noticia publicada, Ismael “reconoció en el juicio que a las 3.15 horas de la madrugada del 22 de noviembre de 2010 rompió el cristal de un coche detenido en un semáforo de la calle Albañiles de Sevilla y amenazó con un cuchillo de grandes dimensiones a las dos mujeres que lo ocupaban”. Por su parte, las víctimas “reconocieron al condenado, primero mediante fotografías y luego en rueda de identificación, según recuerda el TS.

El caso estaba claro: había habido un delito, se había identificado fuera de toda duda al culpable, y éste incluso había admitido su culpabilidad en el juicio. Estoy seguro que las dos mujeres se sentirían muy tranquilizadas tras la sentencia, y la mayoría de las personas que tuvieron noticias del hecho se sentirían más confiadas sabiendo que Ismael no volvería a delinquir durante una temporada.

La sorpresa viene cuando el Tribunal Supremo anula la condena, ya que “las pruebas definitivas de ADN demostraron que la sangre hallada en el lugar del robo no pertenecía a Ismael, que ninguna otra persona había sangrado en el coche y además la Policía identificó con dicho ADN a un nuevo imputado, Carlos G.R., contra quien se han abierto nuevas diligencias.”

Es decir, las víctimas había convertido en víctima a un delincuente inocente, mientras el verdadero autor de los hechos seguía delinquiendo libremente. Alguno podría alegar que Ismael era de todas formas un delincuente y que sin duda merecía pasar un tiempo en la cárcel.

Pero el hecho es que si con una identificación del supuesto culpable por parte de las víctimas y el reconocimiento de culpabilidad del supuesto criminal el tribunal falló injustamente, ¿qué certeza moral podemos tener ante casos mucho más complejos, donde no existen pruebas periciales claras y cuya secuencia temporal está llena de dudas razonables?

Las víctimas necesitan consuelo y reparación, de eso no hay duda. Pero ¿es lícito ofrecer como sacrificio a un culpable cualquiera en vez al verdadero culpable?

jueves, 3 de enero de 2013

Eminentemente corruptos

En mis conversaciones sobre la actualidad con amigos y familiares no dejo de percibir, en el fondo del debate, el estupor de descubrir que casi todo lo que creían de España, los españoles y la sociedad que estábamos construyendo se basaba sobre convicciones falsas, al punto que hay conservaciones que terminan con mentira, todo es mentira.
            
Esta crisis, además de nuestros trabajos y nuestros ahorros, se está llevando por delante nuestra certeza sobre lo que somos, sobre lo que era España y sobre todo lo que hemos construido desde la muerte del ex general felón Francisco Franco (en su día expulsado de la carrera militar por el Tribunal Supremo).  Esta zozobra puede ser, a la postre, beneficiosa para España como Nación y para los y las españolas como sociedad, siempre que no nos dejemos paralizar por ella y consigamos extraer algunas enseñanzas.

En reiterada ocasiones, he afirmado que la permisividad social para ciertos avances sociales en la muy católica España de la cruzada (aborto, inseminación, matrimonio igualitario, etc.) respondía no tanto a una aprobación sobre los mismos como por un laissez faire, laissez passer cuyo origen atribuyo a la dictadura franquista. No en balde se cuenta la anécdota (no sé si real o no) de aquel consejo de Franco el genocida, quien a un aspirante a político le recomendó: haga usted como yo, no se meta en política.

El franquismo, como toda dictadura (de izquierdas o de derechas), era esencialmente corrupto. No puede serlo de otra forma un sistema que asesinó y expolió impunemente durante la guerra y la posguerra, tomando el país como un enorme botín. Corrupción que continuó desde el robo de niños hasta el mantenimiento de fosas comunes en las cunetas de miles de carreteras y la imposibilidad de inscribir a los asesinados de 1936 a 1939 por los golpistas ya que los jueces aplicaron  a rajatabla la ley del Registro Civil que exige dos testigos para ello, lo que suponía el absurdo de que fuera dos de los asesinos los que declararan que habían muerto en sus manos.

La Transición, que supuso un esfuerzo para superar una España dividida, llevó, equivocadamente, a no buscar respuestas a muchas preguntas, a no meneallo. Al no extirpar la esencia corrupta de la dictadura, ésta fue  extendiendo su podredumbre moral a las nuevas administraciones, a las empresas, a las organizaciones políticas, sociales, sindicales, a la universidad, etc., contaminando todo lo que se iba construyendo.

Pero sería un error pensar que debemos tirar por la borda lo que tanto esfuerzo ha costado construir en estos treinta y cinco años.  Lo que hay que hacer, a mi entender, es impulsar las Comisiones de la Verdad, no sólo por los crímenes de la guerra del 36/39, sino también en otros campos como la psiquiatría (con el inefable López Ibor y sus lobotomizaciones), la sanidad (con el robo de niños y las esterilizaciones forzadas), los expedientes de incautación de los represaliados, el saqueo económico del franquismo, etc.

Una vez sajada la purulenta herida y extraída toda la pus,  podremos cerrar el medio siglo más siniestro de la historia de España, y afrontar el futuro libre de tan pesada carga. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

Bonobos: enemigos de dios.

Siempre me ha sorprendido la capacidad de algunos para aceptar sin mayor complicación dos argumentos que se contradicen. Mi maestro siempre ha sostenido que es debido a la existencia de departamentos estancos, de redes sinápticas desconectadas entre sí, en los cerebros de dichos individuos.
      
Pero sin duda no puede dejar de sorprender la utilización torticera del término natural que hace la religión cristiana, al calificar como antinatural determinados comportamientos, como la homosexualidad, para a continuación rechazar categóricamente comportarnos como animales, es decir, de forma natural. ¿En qué quedamos?
    
Afortunadamente la ciencia nos ayuda a desmotar muchos de los prejuicios, aunque debemos aceptar con humildad que ni siquiera ella es capaz de derribar las más profundas convicciones de muchos a los que dios les habla (como recientemente ha reconocido el expresidente Aznar, que al parecer dios le habló después del atentado de ETA, lo que, a decir de algunos, más que fe se trata de esquizofrenia)
    
Recientemente, un blog de publico.es, titulado Principia Marsupia, nos hablaba de las investigaciones de la antropóloga Isabel Behncke, de la Universidad de Oxford, la cual ha investigado a los bonobos, una especie que junto al chimpancés, es la evolutivamente más cercana al ser humano.
    
Pues bien, según Behncke, los bonobos conviven en las sociedades más pacíficas observadas entre los mamíferos. ¿Su secreto? El matriarcado y los altos niveles de actividad sexual.
    
Si los seres humanos recurren al poder para resolver sus problemas de sexo, los bonobos recurren al sexo para resolver sus problemas de poder. Además, estos primates constituyen la única especie animal que practica las mismas actividades sexuales que los humanos: besos con lengua, sexo oral y coito macho-hembra, macho-macho y hembra-hembra.
    
Cuando se presenta un conflicto, los bonobos recurren al sexo entre los contrincantes y por eso los niveles de tensión siempre se mantienen muy bajos. Las sociedades bonobas están dominadas por las hembras que, aunque más débiles físicamente, se organizan en alianzas femeninas que las cohesionan fuertemente.
     
Son los bonobos es otra de las especies animales, junto a los humanos, que claramente utilizan el sexo sin un fin reproductivo, lo que echa por tierra a los exégetas monoteístas, empecinados en vincular sexo y reproducción para mayor gloria de dios. Ya me parece escuchar aquello que debemos no comportarnos como animales ni de forma antinatural, que eso sí que es un contra dios.
       
Pero es sin duda en el campo de la ciencia ficción de la que llaman diseño inteligente donde la existencia de los bonobos puede provocar un cataclismo de dimensiones cósmicas.
      
De aceptar esa teoría, seudocientífica, deberíamos también admitir que en su infinita sabiduría, ese dios que ha dirigido de forma inteligente la creación ha apostado también por una especie animal que sin el pecado original disfruta de las relaciones homosexuales y el sexo oral. Es decir, que en el supuesto diseño inteligente de dios, también hay cabida para el placer sexual sin culpa ni pecado.
       
¡Anda que como se entere Rouco le da un patatús!
       
PD: No es por dar ideas, pero ¿alguien podría sugerir a israelíes y palestinos que solucionen sus diferencias al estilo de los bonobos? Y no porque uno de hamás coiteando con un rabino puede tener su aquel, sino porque tal vez así puedan convivir en esa solución habitacional que llaman  próximo oriente.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Genocidas

Ahora que la Fundación Franco va a rendir un homenaje al felón general que violentó su sagrado juramento de fidelidad al gobierno legal de la II República, alentó la masacre del pueblo español a través de una durísima guerra civil de tres años, y mantuvo al país subyugado durante treinta y cinco más, quiero compartir contigo, amable lector o lectora, una reflexión en torno a sus descendientes morales, políticos y sociales.
       
Es habitual que la única respuesta de la derecha reaccionaria, caciquil y resabiada española, esa que encarna tan bien el PP, medios como Intereconomía, La Gaceta, La sin-Razón, y voceros como Jiménez Losantos, César Vidal, etc. utilizar el famoso “y tú más” para intentar silenciar la crítica hacia sus postulados violentos.
   
Un caso paradigmático al que ya dediqué un post es Paracuellos, un caso trágico y repugnante, que intentan reiteradamente utilizar como escudo para defenderse de otros semejantes donde los suyos no fueron las víctimas sino los verdugos: Málaga, Badajoz, etc.
    
Así, ante la crítica al genocida Franco saltan con el genocida Stalin; ante la crítica a Fraga utilizan a Carrillo; ante el asesinato de Miguel Hernández se defienden con el de José Antonio Primo de Rivera.
   
Pero como todo argumento falaz, es fácilmente rebatible, porque en el fondo estamos de acuerdo: Francisco Franco y Josef Stalin eran unos genocidas terribles, cuyas vidas deberían servir de ejemplo, en escuelas e institutos de todo el mundo, de la maldad, la crueldad y la inmoralidad del ser humano.
    
Paracuellos, como Málaga, Gernika y Badajoz son ejemplos de la saña del ser humano hacia el ser humano, y sus autores, ya fuesen milicianos, militares de carrera o civiles, merecen toda nuestra indignación y nuestro desprecio moral.
   
Si Carrillo tuvo alguna responsabilidad en Paracuellos merece nuestro más absoluto desprecio como el que nos merece Manuel Fragra por los asesinatos de presos políticos durante el régimen genocida de Franco.
    
La diferencia fundamental es que mientras yo sí tengo la dignidad humana de rechazar categóricamente todo tipo de genocidios y hechos violentos, vengan de la derecha o de la izquierda, ellos, los herederos económicos, políticos y sociales del franquismo, muestran su maldad y miseria moral al defender los que hicieron los suyos: sus padres, sus abuelos, sus líderes.

martes, 13 de noviembre de 2012

Zoidotízate

No hay nada más malo que defraudar las expectativas que creas.
      
Esta es una de las razones por las que muchas personas se paralizan y son incapaces de llegar más lejos. Claro que hay excepciones: los osados, los temerarios y los irresponsables suelen ir mucho más lejos de lo que la prudencia y la cordura recomienda. Y, sorprendentemente, muchas veces ven coronada su osadía, su temeridad o su irresponsabilidad con los laureles de la victoria. Claro que hay otra razón con mucho menos lustre. La idiotez. Y a estas alturas de la legislatura no sabemos a qué podemos achacar la carrera alocada de Juan Ignacio Zoido hacia el precipicio.
    
Como persona comprensiva, acepto que era muy difícil para un espíritu apocado el subidón adrenalítico que supuso para nuestro alcalde la marcha triunfal del Corpus de 2011. Posiblemente sus emociones iban en la misma línea que la de Julio César al avanzar victorioso sobre las calles de Roma a su entrada en la capital del Imperio, con el galo Vercingetórix a sus espaldas, cautivo y desarmado.
    
Pero hay “victorias” envenenadas, y desde entonces, la carrera triunfal de Zoido ha sido una maratón que está dejando exhausto hasta el más voluntarioso de sus palmeros.
    
Sin duda, la semana que ha comenzado se está convirtiendo en una de las peores de su vida para el “probre” Juan Ignacio. Si su periódico de cabecera, el ABC, anunciaba el domingo 11 que el ínclito se volvía a poner la cazadora en una especie de pax zoídica por los distritos, los abucheos sufridos en la mañana del lunes 12 en San Jerónimo, le debió sentar como cien mil patadas en la boca del estómago. Sus tournée electorales de otrora se pueden convertir en un suplicio.
    
Pero lo peor estaba por llegar, con la decisión de la Caixa de llevar su 8º CaixaFórum, previsto para las Atarazanas con un proyecto de lujo, el del arquitecto Vázquez Consuegra, hasta el otro lado del río, la Torre Pelli. Si los muñidores intelectuales de “enterremos a Monteseirín” habían pensado que dando largas al proyecto, activado en 2009 durante el mandato de la anterior corporación, iban a impedir seguir dando lustre al anterior alcalde, se han quedado con un palmo de narices, porque finalmente ha migrado ¡a la Torre Pelli!, la segunda bestia parda de la sevillanía tras las Setas de la Encarnación, impulsada por el mismo Monteseirín que había iniciado el proyecto del CaixaFórum.
    
Sin duda, el impacto emocional le ha llevado a aturullarse hasta pronunciar las más absurdas de las declaraciones, por lo que hemos podido leer en prensa. Así, DIARIO DE SEVILLA recoge que el alcalde ha manifestado que “La Caixa me ha garantizado que va a apostar por Sevilla sin riesgos. O el CaixaFórum se hace aquí en Sevilla o no se hace en ningún sitio” afirmación que podría mostrar firmeza pero sólo muestra idiotez, sobre todo teniendo en cuenta que el de nuestra ciudad sería el octavo CaixaFórum y nada permite aventurar que no haya un nono, un décimo o un quincuagésimo CaixaFórum, aquende o allende los mares.
     
Así que en su atolondrado discurso se podría deducir que lo que decía el presidente del Partido Popular de Andalucía es que Málaga se iba a quedar con un palmo de narices si pensaba orillar “nuestro” CaixaFórum para la ciudad del Guadalmedina. ¡Qué brillantez para el líder de todos los votantes del PP, incluido los malagueños!
       
Otro de los argumentos, “El proyecto original en las Atarazanas ponía en riesgo la declaración de Patrimonio de la Humanidad de Catedral, Alcázar y Archivo de Indias” ralla en lo esperpéntico y muestra la descoordinación mental de nuestra máxima figura municipal. Si la Torre Pelli ponía en riesgo, a entender de algunos, la consideración de Patrimonio de la Humanidad por afectar visualmente, y desde la lejanía, la Giralda, ya que no se incluía en el espacio físico declarado, argumento que la propia UNESCO obvió por estúpido ¿por qué puñetas iba a afectar a tal declaración la obra en las Atarazanas que se encuentran igualmente fuera del perímetro declarado Patrimonio y no era más alto que los edificios de su entorno?
   
A estas alturas seguimos sin tener claro si nuestro insigne alcalde es un osado, un temerario, un irresponsable o un idiota. En todo caso, sólo como hipótesis, consideremos benevolentemente que sufre un ataque transitorio de “zoidotización”. Y es que las marchas triunfales del Corpus son “mu” peligrosas. Y si no, que se lo recuerden a Cristo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Madrid Arena: Educación y Responsabilidad

Habiendo pasado apenas 32 horas de la tragedia en el Madrid Arena, es difícil entrar a culpabilizar a los y las responsables de la misma, más allá de que por lo publicado en prensa y emitido en televisión, parece razonable sospechar que la empresa organizadora del evento no puso el suficiente celo en la organización.
      
Tendrán que pasar meses, puede que años, para llegar a conocer la verdad judicial del caso. Y puede ocurrir, como ocurrió con la catástrofe del vuelo JK 5022 de Spanair, en la que fallecieron más de un centenar y medio de personas, que la sentencia provoque un sabor ceniciento en la boca de las víctimas y sus familias.
   
Pero sí creo que es el momento de señalar de nuevo un aspecto para mí crucial en este tipo de tragedias, sin restar ni un ápice la responsabilidad directa de los que por avaricia o irresponsabilidad anteponen intereses espurios a la salud o la seguridad de clientes, usuarios o ciudadanos: la propia responsabilidad de los participantes y víctimas.
   
El primer mandamiento de cualquier persona es velar por su integridad e intereses. El mejor cuidador de cada uno es uno mismo. Esto debería ser un mantra continuo en el seno de las familias a la hora de educar a los niños y niñas. Reconozco que en mi infancia y adolescencia, incluso en mi juventud y adultez, siempre he criticado la pesadez de mis padres cuando nos aleccionaban contra todo tipo de peligros: desde andar por el bordillo, hasta cruzar una calle cuando el sol deslumbraba al conductor, pasando por cuando nadábamos en la playa, manejábamos el cuchillo o lloviendo pisábamos por la calle una arqueta metálica.
   
Pero observo que muchas personas de todas las edades, no han sido educadas, ni educan a sus hijos, en tan sencillas precauciones. Por eso mismo, por esas constantes y persistentes admoniciones de mis padres durante años, me he librado de algunas situaciones peligrosas y me he podido proteger de otras que sin serlo en el momento, sí podría resultar funestas con un poco de mala suerte.
    
Un ejemplo que es posible encontrar en este mismo blog fue nuestra experiencia origen del post Lord Quintero y el bufón Jodorowsky. Escándalo en el Teatro. Resumiendo, el 18 de marzo de 2011 asistíamos a una obra de teatro en el Teatro Quintero de la ciudad de Sevilla, titulada Padres, Madres, Hijos, Hijas de Cristóbal Jodorowsky, cuando observamos que en la sala seguían entrando espectadores tras haber rebasado el aforo de la sala, llenándose los pasillos de personas sentadas en sillas plegables e incluso en los escalones.
    
Algunos espectadores, muy pocos, mostramos en público nuestro enfado y salimos de la sala, al entender que la dirección del teatro ponía en riesgo nuestra integridad física al no cumplirse las normas de seguridad. Pero si sorprendentemente la mayoría de los espectadores permanecieron en la sala sin mostrar preocupación por su seguridad, más me sorprendió cuando en respuesta al post antes citado, algunos internautas despreciaron nuestras más elementales preocupaciones.
      
Así uno afirmó: Yo estuve en el teatro y no considero que mi vida haya estado en peligro en ningún momento. Otro dejó escrito: Cristobal [Jodorowky],apurado, nos dijo que se sentaran en las escaleras. Y eso fue todo. Incluso una internauta identificada como Maribel, al transcribir la petición de Cristóbal Jorodowsky (así que os pediría por favor que a pesar de que cada uno tiene el derecho de su butaca, podamos flexibilizar ésta situación para que todo llegue a buen puerto.) remataba: Todo el público sonrie, lo entiende y ayuda a los que no tienen asiento a disfrutar de la obra junto a él.
    
Para todos estos internautas que tuvieron la amabilidad de compartir en mi blog sus opiniones, e imagino que para casi todos los que se quedaron en la sala, nuestra actitud tenía mucho de infantil o de prepotencia, cuando se trataba simplemente de la más de las elementales medidas para protegernos del desastre.
     
Este es un pequeño ejemplo de porqué muchas personas, y no especialmente adolescente o jóvenes, no advierten el peligro en muchos momentos de sus vidas, generalmente durante las grandes aglomeraciones, y ponen en riesgo su integridad a pesar de ser obvio que las mismas suponen un riesgo demasiado grande para sus vidas.
    
Soy consciente que en la mayoría de las veces no pasa nada, como nada ocurrió en el Teatro Quintero la noche de Padres, Madres, Hijos, Hijas. Pero de vez en cuando sí ocurren las tragedias, y medidas de autoprotección como no entrar donde se ve que se supera el aforo, puede ser fundamental para seguir estando vivos.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Juicio a la abstención

Uno de los imprevistos debates surgidos en los prolegómenos de las elecciones municipales de 2012 fue cuando, de forma viral, se promovió la abstención como posicionamiento político activo. Se trató de la primera vez que el debate sobrepasaba los siempre estrechos límites del anarquismo y se convertía en una opción más para una parte importante del cuerpo electoral de izquierda de nuestro país.
        
Cierto es que visto los resultados tan nefasto que la opción abstencionista provocó en los resultados del 22-M, en los siguientes procesos electorales desapareció de las redes sociales como una opción más. Pero no es menos cierto que aquella campaña proabstencionista incentivó una deriva propia de las democracias capitalistas de los últimos años: un creciente abstencionismo crónico o estructural.
    
Aún podemos escuchar de labios de algunos de sus apologéticos, que la abstención sirve como llamada de atención a la dirigencia política sobre la frustración de amplias capas sociales, y su desapego al actual sistema democrático, que se plasmó en el consenso constitucional de 1978. Además, creo que ese abstencionista “activo” lo percibe como la fórmula de inhibirse del propio sistema y sus defectos.
   
Pero ambos extremos son, a mi parecer, incorrectos.
   
Las llamadas democracias liberales avanzadas, encabezadas por los Estados Unidos de América y el Reino Unido, las tasas de abstencionismo son altísimas, en ocasiones el doble que en nuestro país. Y ello no lleva en absoluto a las élites políticas a cuestionarse el propio sistema. Al contrario, es esa bajísima participación la que asegura una cómoda certeza y estabilidad de los procesos electorales. En España, el problema principal de dicha argumentación es que con un sistema universal de votación, donde para votar basta con el empadronamiento sin necesidad de inscribirse en censos específicos de votos; con una amplia capacidad para concurrir a unas elecciones, bien como partidos, bien como agrupaciones de electores; y con un sistema muy riguroso en el secreto del voto y la transparencia del escrutinio, que bien sabemos los que participamos como interventores o apoderados en los mismos, todos los votantes disponen de una amplia lista de opciones electorales, cosa que no ocurría, por ejemplo, durante la Restauración, donde la limitación de la oferta electoral, los pucherazos y los sistemas caciquiles, impedían de hecho el pronunciamiento libre del cuerpo electoral.
     
Sobre la posición moral del abstencionista de no ser cómplice de un sistema injusto, debo recordar las palabras del sevillano profesor López Yáñez, quien en su obra La Ecología Social de la Organización afirmaba: El papel relevante que le damos a las expectativas nos lleva a que ninguno de los participantes en un sistema social puede eludir su responsabilidad –en un sentido profundo- en la determinación del proceso de comunicación, incluso si permanece en un rincón, apartado de todos los demás.
   
Es decir, que la corresponsabilidad, en la medida que corresponda, no se libera por el simple hecho de quedarse en casa, puesto que en cualquier sistema social, y el sistema democrático lo es en el entorno de la sociedad, la inacción y el silencio también lo estructura.
   
Por todo ello, debemos aceptar el carácter político del abstencionismo, en línea con la doctrina anarquista, pero de tan débil carácter que más funciona como fortalecedor del sistema político que como agente activo de cambio.

martes, 30 de octubre de 2012

Los felices años 20, versión española

En mis textos de EGB, al hablar de la crisis del 29, nos recordaban el estado de euforia de la sociedad norteamericana en los locos años veinte, aquella década en la que los norteamericanos no pensaba utilizar paraguas porque iban a vivir bajo un perpetuo y reluciente sol. Muchas veces, durante los primeros años del siglo XXI, recordaba, y compartía con amigos, aquella efervescencia social y la comparaba con la que observaba a mí alrededor.
      
Era la época en la que buscaba un piso para comprar y leía como por uno de 100 metros cuadrados en el palacio rehabilitado de calle Águilas, en Sevilla, pedían un millón de euros, u otro en el edificio rehabilitado de “7 puertas” de calle Puente y Pellón, subía a la friolera de 600.000 euros, por menos de 100 metros cuadrados. También era la época en la que observaba como a mí alrededor se rehipotecaban las viviendas para cambiar coches, financiar viajes, etc.
   
Cuando veía sobreendeudarse a muchas personas de mí alrededor, pensaba entonces, y me reafirmo ahora, que si se hacía para adquirir bienes y servicios útiles, podía darse por bien empleado. Es decir, si se endeudaba para dar formación a los hijos, o adquirir nuevas experiencias en el extranjero o comprar bienes tecnológicos, por ejemplo, realmente era una inversión y no un gasto, sin dejar de ser conscientes que los excesos de hoy hay que pagarlo mañana. En cambio, endeudarse para ir a la feria por todo lo grande, celebrar la primera comunión de la niña como si fuese una boda, o competir con el cuñado para ver quien adquiría el vehículo más grande y lujoso, era una solemne imbecilidad.
   
A pesar de lo que en este momento podemos pensar, durante estos diez años España se ha dotado de un altísimo nivel de infraestructura, centros de investigación de primer orden, introducido plenamente las nuevas tecnologías, se ha abierto al mundo, pero sobre todo la sociedad española se ha resintonizado con Europa (viajes particulares, becas Erasmus, intercambios, uso intensivo de las nuevas tecnologías, etc.) de un modo impensable hace cuarenta años. Todo eso forma un capital intangible que movilizado puede hacer impulsar de nuevo a nuestras sociedades.
   
Soy consciente que el impacto emocional de la crisis actual impide ver la salida al túnel. Pero de igual manera que tras el abismo de la crisis del 29, Estados Unidos salió fortalecido (aunque fuese mediante una guerra mundial), si sabemos aprovechar todo ese caudal de experiencia, formación, infraestructura y cultura, podemos no sólo salir de la actual crisis sino además salir fortalecidos.

domingo, 28 de octubre de 2012

Las deshoras de Juan Ignacio Zoido

¡Qué le vamos a hacer! A Juan Ignacio Zoido, la alcaldía de Sevilla le ha venido grande. Tan grande como su frustración, ya que el muchacho ha puesto tanto empeño en la tarea que ahora debe ser terrible que todo el mundo vea sus vergüenzas al aire.
        
Y no porque yo lo diga (ni porque yo lo valga), sino porque voces más autorizadas que la mía empiezan a poner por escrito lo que vengo sosteniendo en los últimos meses: que en menos de un año y medio Zoido ya demostrado que será un pésimo alcalde de Sevilla.
      
Comprendo que los veinte concejales y los aplausos del Corpus le llevara a sentirse flotar a la altura del giraldillo, con toda Sevilla a sus pies. Pero en ese momento debería haber recordado la anécdota, posiblemente falsa pero reiterada desde hace más de cien años, de Alfonso XII a su entrada en Madrid como nuevo rey. Ante el entusiasmo de las masas, el jovencísimo Alfonso exclamó ¡como me aplauden! Dicen que un muchacho que había cerca le respondió: ¡Pues esto no es nada, majestad! ¡Debía habernos escuchado cuando echamos a la puta de su madre! Se trata, sin duda, de esos atávicos sentimientos patrios que aún no hemos podido desterrar, y que nuestras élites sevillanas tienen por esencia: derribar tan rápido como encumbramos.
  
El sueño hispalense de Zoido, (que sin duda se soñó un Trajano, un Adriano), era sintonizar Sevilla con la historia, y de ahí su símil relojero: haré que Sevilla funcione como un reloj suizo.
   
Y lo que son las cosas, habría sido mucho más realista si hubiera exclamado como aquel cabildo catedralicio: ¡Ganemos unas elecciones de tal manera, que las generaciones venideras tomen a los sevillanos por locos!
    
Porque hasta observadores tan sobrios como Carlos Marmol, subdirector de Diario de Sevilla, no cejan de escandalizarse de la incapacidad de Zoido para la alcaldía. ¡Anda que no se habrá quedado a gusto Marmol, cuando ha publicado hoy en su columna La Noria: al gobierno del PP le ocurre lo mismo. Ni es infalible, ni perfecto, ni intocable. Más bien parece un perfecto desastre!

jueves, 25 de octubre de 2012

Socialistas: yo tengo la solución

Estimado lector, el título de este post sólo tiene el objetivo de llamar tu atención y llevarte a leerlo, porque aunque tengo una “solución” a los problemas del PSOE, sería pedante por mi parte tener la certeza de que se trata de la “solución”. Pero sí quiero compartirla e incluso debatirla contigo.
     
En una conversación con un amigo vía facebook, entorno al artículo de opinión de Isaac Rosas en eldiario.es, “El PSOE como puntal de una casa en ruinas”, escribía lo siguiente: “En mi opinión, en el congreso federal celebrado en Sevilla había dos opciones: apretar filas y aguantar (Rubalcaba) o dar el salto y arriesgar (Chacón) pero ambas opciones (yo apostaba por la segunda) adolecían del mismo hándicap: seguían sin reconocer no los últimos errores de ZP, sino algunos muy anteriores, como señala Isaac Rosa. El problema” seguía diciendo “es que al aceptar la lógica neoliberal (o el contrato social neoliberal, como dije en mi penúltimo post) el socialismo del PSOE se condenaba a terminar en esta situación, era cuestión de tiempo. Hay que rebobinar, regresar al "pecado original" y establecer una hoja de ruta, posiblemente no rupturista, pero sí públicamente enfocada a superar el neoliberalismo y establecer un "nuevo contrato social" de orientación socialista.”
  
Y vuelvo a insistir en lo escrito en mi post de este mismo blog titulado “¿Qué quiere ser el PSOE de mayor?”: la solución pasa, primero, por reconocer de nuestros labios (del Comité Federal, por ejemplo) un relato coherente de lo sucedido, sin dejar de reconocer todos los errores desde 1975 (que en mi opinión pasa por asumir que nunca debimos aceptar la lógica neoliberal); en segundo lugar, la renuncia de la dirigencia más significativa del Partido para seguir asumiendo responsabilidades (incluidos casi todos los miembros del Comité Federal); y en tercer lugar, plantear a la sociedad un nuevo “contrato social” basado en postulados socialistas aunque realista y gradualista, en línea por lo defendido por Pablo Iglesias y Julián Besteiro en el pasado.
  
Se trata de una amarga medicina, emocionalmente insoportable para muchos y muchas compañeras, sin duda. Significa poner en cuarentena, aunque sea temporalmente, a muchos de las y los compañeros que han dirigido nuestro Partido en los últimos treinta años. Pero como yo sí considero que son buenos socialistas, estoy seguro que terminarán comprendiendo la necesidad de éste último sacrificio en pos del socialismo y de nuestro venerable y centenario Partido.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Marxismo de Ida y Vuelta

Curiosamente, a la vez que la izquierda abandonaba el marxismo como dialéctica y como praxis política, el neoliberalismo fue asumiéndolo en sus dos vertientes, aceptando por una parte que la historia humana se basa en un enfrentamiento entre clases sociales, y por otra que la batalla actual también se libra entre clases sociales.
     
Así de sencillo lo manifestaba Warren Buffett en sus memorias: “Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra. Y la estamos ganando”. Hay que recordar que Buffett es la tercera fortuna del mundo, y dueño de Berkshire Hathaway, la octava más grande del planeta, propietaria del 12,6% de American Express, el 8,6% de Coca Cola o el 12,5% de la temida Moody's, entre muchas otras empresas.
   
Por ello no es extraño el empeño del neoliberalismo de erradicar de las universidades cualquier elemento que sugiriera la virtud de la teoría marxista. Tal y como nos comentaba el catedrático José Luis Osuna, experto en evaluación de políticas públicas, una de las medidas fue la eliminación de la planificación económica de las facultades de economía.
   
Pero sí es paradójico el empeño de la izquierda europea en arrinconar no ya el programa de máximos de la doctrina marxista, sino incluso su dialéctica, su teoría para interpretar la historia.
  
Besteiro ya nos advertía que “Generalmente, cuando se combate al marxismo se le combate como si fuese un sistema perfecto de verdades eternas, una especie de religión, un sistema dogmático o una concepción moral. Se dice muchas veces: el Socialismo es la religión nueva. ¡La religión nueva! ¡Qué va a ser!, si el espíritu del Socialismo, lejos de ser un sistema de verdades dogmáticas, no es ni siquiera un sistema; el Socialismo es un método, es un modo de acción, es un camino para investigar la verdad en los problemas históricos y sociales y un camino a seguir sólida y reciamente para operar una verdadera transformación social; pero como método, el Socialismo está compuesto de leyes, está compuesto de la enumeración de los hechos, está compuesto de teorías. Las teorías del marxismo, como todas las teorías científicas, no necesitan ser absolutamente verdades, ni pueden desecharse porque se aduzca una instancia contraria. A las leyes y a las teorías científicas les basta con ser relativamente verdaderas. Y precisamente, cuando al aplicarlas se ven los defectos de detalle que puedan tener, entonces es el momento preciso para corregirlas y laborar por su cada vez mayor perfeccionamiento.”
  
Resultaría irónico, sino fuera por la tragedia que supone, que sea el enemigo objetivo de Carlos Marx, el capitalismo, el que mayor rendimiento le esté sacando a sus trabajos teóricos. Pero nunca es tarde para reconocer el error y recuperar al viejo Marx. Aunque sea por imitar a Buffett y su gente.

domingo, 21 de octubre de 2012

El fracaso del “contrato social” neoliberal.

La praxis neoliberal, que aceptó el PSOE desde los años ochenta, propugnaba un nuevo contrato social. Por una parte, Estado y sociedad debían limitar el endeudamiento público, eliminar el incremento salarial por encima de la inflación para mantener la competitividad, y crear marcos regulatorios laxos y órganos de control independientes del poder político estatal. A cambio, los mercados asegurarían lo que se llamaba el “círculo virtuoso”: baja inflación, alto crecimiento económico, creación de empleo. Lo que todo ello nos llevaría al bienestar generalizado para nuestras sociedades.
    
En España, el Estado, gobernado por el PSOE, y su sociedad, mediatizada por sus organizaciones sociales y sindicales, cumplió su parte del contrato. A lo largo de dos décadas, el Estado redujo su deuda pública a los niveles más bajos de la Unión Europea, los salarios apenas ganaron unas décimas de capacidad de compra, y se relajó el marco regulatorio a la vez que entidades como el Banco de España, alcanzaron un nivel de independencia del poder estatal suficiente para las teorías liberales.
 
En cambio, los mercados y sus representantes políticos, el PP, incumplieron manifiestamente su parte del contrato. Ni los entes regulatorios independientes del poder estatal, como el Banco de España, cumplieron el mandato de “controlar” a las fuerzas del mercado incluido el Estado, ni los mercados asignaron racionalmente los recursos, inflando la burbuja inmobiliaria, ni los gobierno pro-neoliberales en las Comunidades Autónomas redujeron su deuda, bien al contrario la aumentaron exponencialmente, al punto de ser en la actualidad las administraciones públicas gobernadas por los socialistas de 1996 a 2011 las que mantienen las tasas de endeudamiento más bajas (como Andalucía y Sevilla) y las gobernadas por el PP las más altas (Valencia, Comunidad de Madrid, ciudad de Madrid, etc.), además de utilizar sus cajas de ahorros para inflar la burbuja inmobiliaria (no en balde las cajas peor gestionadas han resultado las dependiente de Comunidades gobernadas desde los 90 por el PP y las de la Iglesia Católica).
  
El contrato social pergeñado por el neoliberalismo se ha traducido en un fraude total. Aunque ahora intentar culpabilizar a quien lo cumplió, como el Estado. Porque en la teoría neoliberal, la burbuja inmobiliaria debía haber sido controlada por los entes regulatorios independientes (en España, el banco central) y los mercados, que se suponen asignan de forma eficiente los recursos. Pero se argumenta ahora que debería ser el Estado (fiel cumplidor de su parte del pacto) el que debía haber controlado a los mercados y al Banco de España, para lo cual carecía de competencia debido a su independencia promovida por el propio neoliberalismo, y limitado un Estado de Bienestar que dictaminan insostenible.
  
El fracaso del comunismo soviético fue su incapacidad para cumplir su “contrato social” de ofrecer niveles de bienestar (empleo, salud, educación, servicios sociales, etc.) suficiente a las poblaciones de los territorios en los que operaba, cosa que sí hacía el capitalismo democrático con el “contrato social” del estado del bienestar, allí donde gobernaba.
  
Veinte años después, desde las filas del neoliberalismo nos afirman que el estado del bienestar del capitalismo democrático es inviable por insostenible, lo que al igual que el comunismo soviético determina su fracaso. Es decir, ni el comunismo soviético ni el capitalismo democrático es capaz de ofrecer niveles de bienestar suficiente a sus poblaciones. Pero al contrario que en el caso del comunismo soviético, el neoliberalismo nos prescribe resignación.
  
No. Ante dos modelos fracasados hay que propugnar un modelo alternativo de contrato social que pueda asegurar dichos niveles suficientes de bienestar a sus poblaciones.
  
Y por ello, podría haber llegado la hora del socialismo democrático autogestionario.

domingo, 1 de julio de 2012

Perdón.

En algún post ya he dejado de manifiesto mi opinión sobre la puerilidad enfermiza con la que se utiliza hoy en día la exigencia de pedir, o más bien exigir, perdón. Expresar con educación cualquier opinión puede dar lugar a que algún mameluco lance su anatema que cierra con la expresión “y que pida perdón”.

Esta "corrupción" del perdón no debe significar la banalización del concepto. Solicitar perdón es un acto íntimo y trascendente, que debe ser espontáneo para ser sincero. De igual manera, conceder perdón no quita ni minusvalora el daño causado, sino que puede, sólo puede, ofrece una reparación emocional al que ha sufrido el daño. Porque el agresor y víctima quedan unidos para siempre por el hecho violento, y el perdón no rompe ese vínculo ni exime de responsabilidad de alguna, ni judicial ni divina.

Ayer la prensa publicó que el ex dirigente etarra José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, pidió públicamente perdón a las víctimas del terrorismo “de todo corazón y con toda hondura de reflexión autocrítica”. Al menos uno de los asesinos ha pedido perdón de sus crímenes, afirmando que “Dios es testigo que estoy profunda y sinceramente arrepentido de ello” reconociendo que todo el dolor causado no tiene justificación y que es “plenamente consciente de la responsabilidad moral que ello conlleva con las numerosas víctimas que ha generado ETA a lo largo de su historia”.

Es evidente que esa petición solo consolará a algunas víctimas de ETA. Puede incluso que no consuele a ninguna, pero en sí es un hecho importante, ya que para alguna de las centenares de víctimas etarras, alrededor de ochocientas creo recordar, pueda servirle algún día para superar su dolor. Y a pesar de todo, ¡qué suerte la de las víctimas de ETA! Otras víctimas como mi padre y mis tíos morirán pasados los ochenta años de edad, sin que nadie les haya pedido perdón por el asesinato en 1936 de mi abuelo, un buen padre y esposo, recto católico y responsable profesional, por el espantoso delito de ser maestro nacional y afiliado a FETE.

miércoles, 20 de junio de 2012

El día que Zoido sufrió un brote de homofobia en el ojo

Saben los que me conocen que nunca he sido muy de eso que llamo “patriotismo textil” y musical. Las banderas, cualquiera, no me conmueven ni exaltan mis instintos territoriales. Cierto es que a algunas les tengo más cariño que a otras, pero nada de un amor arrebatado y transido de emociones patrias. Me conmueve más, pero mucho más, un paisaje serrano, un acto de heroica valentía o la Organización Nacional de Transplante, por poner ejemplos varios.
 
Por ello, el hecho de que el ayuntamiento de Sevilla se niegue a que la bandera arco-iris luzca en la fachada neoclásica de las Casas Consistoriales el día 28 de junio (que muchos llaman del “orgullo gay” y que yo prefiero denominar “día de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales”), tampoco lo vivo como una agresión, un insulto o un desaire del presidente de la corporación local, sr. Zoido.

Si me parece, en cambio, un desatino, un desafuero y una estupidez, que la mayoría municipal haya permitido en los últimos años que luzca la bandera de la Inmaculada y del pueblo gitano en la fachada noble de Plaza Nueva, y se niegue ahora, de nuevo, a que flamee la bandera de los seis colores.

Al igual que los caminos del Señor son inescrutables, los de la intolerancia, el totalitarismo y la homofobia sigue su curso como el Guadiana, y me temo que el sr. Zoido ha sufrido de nuevo un espantoso brote de homofobia en el ojo, ese órgano que ciego evita que sienta el corazón.

La lucha por la igualdad, no obstante, no depende de un trapo, sino de un papel, el de los derechos, el de las libertades y el que cada uno de los gays, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales seamos capaces de vivir día a día, cotidianamente.

Una vez alcanzada la plena igualdad jurídica y conseguida una cierta "normalidad" social de la homosexualidad, la bisexualidad y al transexualidad, la población GLBT debemos no enquistarnos en nuestra "diferencia". Hace unos días, un buen amigo, Miguel P.M., escribió en facebook un comentario a vuelapluma y que sin embargo debería grabarse con letras de oro en nuestras almas: Más peligroso que un gay casado, es una mujer libre.

Exigir nuestros derechos, ejercerlos en el día a día, vivirlos con naturalidad a pesar de que algunos de nuestro entorno les cueste trabajo asumirlo, es un noble empeño que dignifica nuestra existencia. Pero no debemos vivir el rechazo de la derecha patria, tosca, cetrina, retorcida, rencorosa, como una afrenta, sólo como otra estupidez más.

El primer ministro británico, sr. Cameron, afirmó recientemente: “Yo no apoyo el matrimonio homosexual a pesar de ser conservador. Lo apoyo porque soy conservador". La derecha inglesa, siempre “avant-la-lettre”, ha llegado a la conclusión lógica que a nuestra derecha carpetovetónica resabiada y vengativa le es incapaz de alcanzar, por el insuperable lastre de la moral católica romana: el matrimonio, como institución conservadora que es, se fortalece cuando se amplia para dos personas del mismo sexo, y no al contrario.

El hecho revolucionario, rupturistas, trasgresor, es que las mujeres, todas las mujeres, se igualen en derechos y obligaciones a los hombres, a todos los hombres, en cualquier ámbito, también en el de la pareja, la casa y la familia.
 
La idiota negativa del sr. Zoido es un simple brote de homofobia en el ojo. La mafia machista sevillana que extiende sus raíces por toda la sociedad, cohesionando en su acción reaccionaria al mundo jurídico, de hermandades, político, etc. para machacar a las mujeres, sí es el cáncer que nos debería preocupar extirpar.

domingo, 17 de junio de 2012

¿Qué quiere ser el PSOE de mayor?

Parto de una convicción que en estos momentos no pasa de ser una hipótesis: que la ola “neoliberal” ha alcanzado ya su máximo y ha empezado su reflujo. Las políticas sustentadas en los dogmas neoliberales no sólo han fracaso en Europa, sino que están llevando a una acusada desaceleración a los países que se suponían indemnes a la crisis, como China, India o Brasil. Y en contrapartida, el exceso de capitales no sólo ha inundado los paraísos fiscales sino que además ya supone un problema a los grandes fondos que no saben donde colocar tanto dinero. Las sociedades ya son conscientes que el “paraíso” neoliberal no existe y se debaten entre conservar algo de lo que han alcanzado o buscar alternativas.

En este escenario, las opciones de la derecha (conservadoras, neoliberales, liberales) capitalizan el sentimiento del electorado que piensa que con más neoliberalismo pueden salvar los muebles. Y los que rechazan de raíz dichas políticas no encuentran dentro de los partidos tradicionales de la izquierda un discurso que refleje sus aspiraciones de cambio.

En Europa encontramos dos ejemplos paradigmáticos de partidos de izquierdas que a pesar de muchos otros factores, representan lo que quiero exponer. El partido socialista griego, el PASOK, se vio superado por la crisis en el gobierno. Su dirigencia no ha sido capaz de asumir la nueva realidad, y anclado en una realidad que ya no existe, ha sido barrido por un nuevo partido, Syriza, que ha abanderado las aspiraciones del electorado de izquierda.

El otro ejemplo lo encontramos en el partido socialista francés, el PS. Posiblemente por haber vivido la crisis fuera del gobierno, su dirigencia ha dispuesto de la perspectiva necesaria para acertar, aunque sea parcialmente, con el diagnóstico y ofrecer al electorado de izquierda un proyecto que en espíritu se asemeja al de Syriza: el neoliberalismo es el problema, y la izquierda la solución.

Para mí la conclusión es relativamente sencilla: los partidos de izquierda que sepan conectar en estos momentos con su electorado no sólo sobrevivirán sino que además será los hegemónicos en las próximas décadas. En cambio, los partidos de izquierda que se atrincheren en sus códigos tradicionales serán superados e incluso desaparecerán.

El punto de partida de nuestro partido socialista, el PSOE, es mucho más parecido al PASOK que al PS. Partido gobernante cuando saltó la crisis, su dirigencia parece no poder asumir que la realidad ha cambiado y que los paradigmas asumidos a lo largo de las últimas cuatro décadas ya no sirven.

Entre el electorado de izquierda ha calado la idea, nada descabellada por otra parte, que en estos treinta años de competencia electoral y gobernanza, el PSOE ha asumido las maneras de la dirigencia conservadora y neoliberal, no sólo en el discurso sino, lo que es peor, también en las formas.

Estar gobernando cuando saltó la crisis hace sin duda más complicado el esfuerzo del PSOE para resintonizar con su electorado tradicional y otros votantes de izquierda. La opción Hollande es en España insuficiente. Aquí no vale DAFO alguno, sino el más tradicional de examen de conciencia, reconocimiento de culpa y promesa de enmienda.
 
El electorado necesita primero escuchar de labios de nuestra dirigencia un relato coherente de lo sucedido y sin paños calientes. Necesita escuchar claramente que se reconoce que el Partido se ha equivocado, que ha permitido desmanes como los de las cajas de ahorros, la política urbanística y los mercados desregulados. Y que la política de privatizaciones ha traído algunos efectos negativos. Las matizaciones y los juicios históricos deben quedar, aunque sea en ocasiones injusto, para más adelante.

Después, reconocer que la dirigencia que se ha equivocado no puede aspirar a seguir dirigiendo el proyecto socialista, aunque sí apoyar los y las nuevas compañeras que asuman la gestión. La actual dirigencia, que es la misma que ha dirigido el Partido en los últimos cuarenta años, tiene servidumbres emocionales que lastran y que pueden llegar a hundir al partido definitivamente.

Y por último, asumir un proyecto político sin servidumbres del pasado. La acción política del PSOE que aspira a gobernar no puede estar cautivo de las decisiones tomadas en los años de gobierno, asumiendo sin complejos aquellas políticas que se consideren necesarias a pesar de que puedan ser las contrarias a las defendidas hace cinco, diez, o veinte años.

El PSOE ha contado desde 1977 con un electorado sólido, comprometido y comprensible. Pero creo que algunos dirigentes socialistas han llegado a la conclusión de que el electorado socialista es esencialmente sumiso y acrítico. Y nada más lejos de la realidad. Ese electorado ha seguido confiando en nuestro Partido a costa de consumir un caudal de credibilidad atesorado durante más de 100 años, y que ya se está acabando. Porque no ha sido inmune a la convicción de que en el reino de España hay muchas cosas que huele a podrido.

Ahora está en manos de la dirigencia optar por el modelo PASOK o PS. Porque si se deja la decisión en manos de los y las militantes y votantes puede que el PSOE no llegue a cumplir los 150 años.

viernes, 1 de junio de 2012

Terrorífico… ¿o terrorista?

Hoy se ha publicado una noticia trascendental con las palabras de la diputada canaria, Ana Oramas, la cual ha afirmado que Cristóbal Montoro, actual ministro de Economía, ante la petición del anterior presidente del gobierno de la Nación, José Luis Rodríguez Zapatero, de apoyo para evitar la intervención en 2010, le dijo: “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”.
 
Esta revelación, que sobre todo es una confirmación de lo que muchos pensábamos, adquiere mayor relevancia al pronunciarse en el púlpito de la Soberanía Nacional (ese mismo del que rehúye el actual presidente de la Nación Española, Mariano Rajoy) la confirmación gestual del diputado catalán de CiU, Josep Sánche Llibre, y el silencio culpable de los y las diputadas del Partido Popular.
  
Esta actitud no es nueva. Baste con recordar las palabras de Ansón, cuando admitió que durante los últimos años de los gobiernos de Felipe González, pusieron en peligro la estabilidad del Estado con tal de desalojar al dirigente socialista de la presidencia. Pero no por usada y sospechada, me parece menos repugnante.
  
Los corifeos del patriotismo musical y textil, el partido al que se le llena la boca con la palabra España, es la misma derecha mezquita, resentida y miserable de siempre, la que fusilaba, robaba y exiliaba. Una neoderecha que sigue viendo la dignidad del pueblo soberano, su integridad y su supervivencia como sacrificables a sus intereses, víctimas colaterales de sus ansias de poder en el mejor de los casos.
  
Cuando el PP decidió provocar la caída del gobierno de Rodríguez Zapatero presionando a Coalición Canaria y a CIU, y con ello arriesgar a la Nación a la intervención, miraba sus intereses más espurios, traicionando la lealtad constitucional al propio pueblo soberano y la confianza de sus votantes. Pero además demostraba la estulticia de la dirigencia del Partido Popular, su enorme soberbia, su ignorancia supina y su desprecio por la democracia y el pueblo.
  
Oponerse a las medidas del presidente del gobierno de la Nación en 2010 podían justificarse honestamente, pero sus miserables palabras, “que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, les aleja de cualquier representación legítima en democracia.
  
En estos días vemos como su pretendida capacidad para “levantar” España era tan falsa como su patriotismo. Son un atajo de talibanes, unidos por una enfermiza ansia de poder, agrupados bajo la férula de un resentido emocional como José María Aznar, y dirigidos por los Think Tank neoliberales.
   
Terrorífico…. ¿o terrorismo?