Curiosamente, a la vez que la izquierda abandonaba el marxismo como dialéctica y como praxis política, el neoliberalismo fue asumiéndolo en sus dos vertientes, aceptando por una parte que la historia humana se basa en un enfrentamiento entre clases sociales, y por otra que la batalla actual también se libra entre clases sociales.
Así de sencillo lo manifestaba Warren Buffett en sus memorias: “Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra. Y la estamos ganando”. Hay que recordar que Buffett es la tercera fortuna del mundo, y dueño de Berkshire Hathaway, la octava más grande del planeta, propietaria del 12,6% de American Express, el 8,6% de Coca Cola o el 12,5% de la temida Moody's, entre muchas otras empresas.
Por ello no es extraño el empeño del neoliberalismo de erradicar de las universidades cualquier elemento que sugiriera la virtud de la teoría marxista. Tal y como nos comentaba el catedrático José Luis Osuna, experto en evaluación de políticas públicas, una de las medidas fue la eliminación de la planificación económica de las facultades de economía.
Pero sí es paradójico el empeño de la izquierda europea en arrinconar no ya el programa de máximos de la doctrina marxista, sino incluso su dialéctica, su teoría para interpretar la historia.
Besteiro ya nos advertía que “Generalmente, cuando se combate al marxismo se le combate como si fuese un sistema perfecto de verdades eternas, una especie de religión, un sistema dogmático o una concepción moral. Se dice muchas veces: el Socialismo es la religión nueva. ¡La religión nueva! ¡Qué va a ser!, si el espíritu del Socialismo, lejos de ser un sistema de verdades dogmáticas, no es ni siquiera un sistema; el Socialismo es un método, es un modo de acción, es un camino para investigar la verdad en los problemas históricos y sociales y un camino a seguir sólida y reciamente para operar una verdadera transformación social; pero como método, el Socialismo está compuesto de leyes, está compuesto de la enumeración de los hechos, está compuesto de teorías. Las teorías del marxismo, como todas las teorías científicas, no necesitan ser absolutamente verdades, ni pueden desecharse porque se aduzca una instancia contraria. A las leyes y a las teorías científicas les basta con ser relativamente verdaderas. Y precisamente, cuando al aplicarlas se ven los defectos de detalle que puedan tener, entonces es el momento preciso para corregirlas y laborar por su cada vez mayor perfeccionamiento.”
Resultaría irónico, sino fuera por la tragedia que supone, que sea el enemigo objetivo de Carlos Marx, el capitalismo, el que mayor rendimiento le esté sacando a sus trabajos teóricos. Pero nunca es tarde para reconocer el error y recuperar al viejo Marx. Aunque sea por imitar a Buffett y su gente.
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