Siempre me ha sorprendido la capacidad de algunos para aceptar sin mayor complicación dos argumentos que se contradicen. Mi maestro siempre ha sostenido que es debido a la existencia de departamentos estancos, de redes sinápticas desconectadas entre sí, en los cerebros de dichos individuos.
Pero sin duda no puede dejar de sorprender la utilización torticera del término natural que hace la religión cristiana, al calificar como antinatural determinados comportamientos, como la homosexualidad, para a continuación rechazar categóricamente comportarnos como animales, es decir, de forma natural. ¿En qué quedamos?
Afortunadamente la ciencia nos ayuda a desmotar muchos de los prejuicios, aunque debemos aceptar con humildad que ni siquiera ella es capaz de derribar las más profundas convicciones de muchos a los que dios les habla (como recientemente ha reconocido el expresidente Aznar, que al parecer dios le habló después del atentado de ETA, lo que, a decir de algunos, más que fe se trata de esquizofrenia)
Recientemente, un blog de publico.es, titulado Principia Marsupia, nos hablaba de las investigaciones de la antropóloga Isabel Behncke, de la Universidad de Oxford, la cual ha investigado a los bonobos, una especie que junto al chimpancés, es la evolutivamente más cercana al ser humano.
Pues bien, según Behncke, los bonobos conviven en las sociedades más pacíficas observadas entre los mamíferos. ¿Su secreto? El matriarcado y los altos niveles de actividad sexual.
Si los seres humanos recurren al poder para resolver sus problemas de sexo, los bonobos recurren al sexo para resolver sus problemas de poder. Además, estos primates constituyen la única especie animal que practica las mismas actividades sexuales que los humanos: besos con lengua, sexo oral y coito macho-hembra, macho-macho y hembra-hembra.
Cuando se presenta un conflicto, los bonobos recurren al sexo entre los contrincantes y por eso los niveles de tensión siempre se mantienen muy bajos. Las sociedades bonobas están dominadas por las hembras que, aunque más débiles físicamente, se organizan en alianzas femeninas que las cohesionan fuertemente.
Son los bonobos es otra de las especies animales, junto a los humanos, que claramente utilizan el sexo sin un fin reproductivo, lo que echa por tierra a los exégetas monoteístas, empecinados en vincular sexo y reproducción para mayor gloria de dios. Ya me parece escuchar aquello que debemos no comportarnos como animales ni de forma antinatural, que eso sí que es un contra dios.
Pero es sin duda en el campo de la ciencia ficción de la que llaman diseño inteligente donde la existencia de los bonobos puede provocar un cataclismo de dimensiones cósmicas.
De aceptar esa teoría, seudocientífica, deberíamos también admitir que en su infinita sabiduría, ese dios que ha dirigido de forma inteligente la creación ha apostado también por una especie animal que sin el pecado original disfruta de las relaciones homosexuales y el sexo oral. Es decir, que en el supuesto diseño inteligente de dios, también hay cabida para el placer sexual sin culpa ni pecado.
¡Anda que como se entere Rouco le da un patatús!
PD: No es por dar ideas, pero ¿alguien podría sugerir a israelíes y palestinos que solucionen sus diferencias al estilo de los bonobos? Y no porque uno de hamás coiteando con un rabino puede tener su aquel, sino porque tal vez así puedan convivir en esa solución habitacional que llaman próximo oriente.
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