jueves, 15 de noviembre de 2012

Fábula de los tres náufragos

Los tres hombres de la barca cayeron al mar agitado cuando el bote volcó. La fuerte corriente les alejó de su más seguro salvavidas y quedaron a merced de las olas.
        
El primero no quiso resignarse a su destino y braceó y braceó sin descanso, como intentando agarrarse a una maroma inexistente. Sus movimientos le sumergían una y otra vez en el agua, por lo cual pateaba para salir a la superficie. Tanto esfuerzo le agotó y finalmente no pudo evitar hundirse en las profundidades de la mar, ahogándose.
    
Los otros dos optaron por intentar flotar de espaldas, evitando todo movimiento brusco que les consumiera las fuerzas y les hicieran hundirse. Gracias a ello, después de un buen rato vieron llegar una barca con unos pescadores que desde la orilla habían visto el naufragio.
    
Cuando se encontraban cerca de los náufragos le lanzaron una maroma. Uno de ellos no dejó de intentar flotar de espaldas, esperando que la mar acercara la cuerda para agarrarse a ella. Pero la corriente le alejaba cada vez más hasta que se perdió en la lejanía. En la soledad del mar terminó por agotarse y murió ahogado.
    
El tercer náufrago, que también había flotado de espalda, en cuanto vio la cuerda braceó, agitó sus piernas, intentando llegar hasta a ella. Se agarró fuertemente y esperó que los marineros tiraran fuerte hasta conseguir que le subieran al bote.
    
Moraleja: hay que saber cuando hay que luchar y cuando esperar, so pena de no sobrevivir ante los embates de la vida.

martes, 13 de noviembre de 2012

Zoidotízate

No hay nada más malo que defraudar las expectativas que creas.
      
Esta es una de las razones por las que muchas personas se paralizan y son incapaces de llegar más lejos. Claro que hay excepciones: los osados, los temerarios y los irresponsables suelen ir mucho más lejos de lo que la prudencia y la cordura recomienda. Y, sorprendentemente, muchas veces ven coronada su osadía, su temeridad o su irresponsabilidad con los laureles de la victoria. Claro que hay otra razón con mucho menos lustre. La idiotez. Y a estas alturas de la legislatura no sabemos a qué podemos achacar la carrera alocada de Juan Ignacio Zoido hacia el precipicio.
    
Como persona comprensiva, acepto que era muy difícil para un espíritu apocado el subidón adrenalítico que supuso para nuestro alcalde la marcha triunfal del Corpus de 2011. Posiblemente sus emociones iban en la misma línea que la de Julio César al avanzar victorioso sobre las calles de Roma a su entrada en la capital del Imperio, con el galo Vercingetórix a sus espaldas, cautivo y desarmado.
    
Pero hay “victorias” envenenadas, y desde entonces, la carrera triunfal de Zoido ha sido una maratón que está dejando exhausto hasta el más voluntarioso de sus palmeros.
    
Sin duda, la semana que ha comenzado se está convirtiendo en una de las peores de su vida para el “probre” Juan Ignacio. Si su periódico de cabecera, el ABC, anunciaba el domingo 11 que el ínclito se volvía a poner la cazadora en una especie de pax zoídica por los distritos, los abucheos sufridos en la mañana del lunes 12 en San Jerónimo, le debió sentar como cien mil patadas en la boca del estómago. Sus tournée electorales de otrora se pueden convertir en un suplicio.
    
Pero lo peor estaba por llegar, con la decisión de la Caixa de llevar su 8º CaixaFórum, previsto para las Atarazanas con un proyecto de lujo, el del arquitecto Vázquez Consuegra, hasta el otro lado del río, la Torre Pelli. Si los muñidores intelectuales de “enterremos a Monteseirín” habían pensado que dando largas al proyecto, activado en 2009 durante el mandato de la anterior corporación, iban a impedir seguir dando lustre al anterior alcalde, se han quedado con un palmo de narices, porque finalmente ha migrado ¡a la Torre Pelli!, la segunda bestia parda de la sevillanía tras las Setas de la Encarnación, impulsada por el mismo Monteseirín que había iniciado el proyecto del CaixaFórum.
    
Sin duda, el impacto emocional le ha llevado a aturullarse hasta pronunciar las más absurdas de las declaraciones, por lo que hemos podido leer en prensa. Así, DIARIO DE SEVILLA recoge que el alcalde ha manifestado que “La Caixa me ha garantizado que va a apostar por Sevilla sin riesgos. O el CaixaFórum se hace aquí en Sevilla o no se hace en ningún sitio” afirmación que podría mostrar firmeza pero sólo muestra idiotez, sobre todo teniendo en cuenta que el de nuestra ciudad sería el octavo CaixaFórum y nada permite aventurar que no haya un nono, un décimo o un quincuagésimo CaixaFórum, aquende o allende los mares.
     
Así que en su atolondrado discurso se podría deducir que lo que decía el presidente del Partido Popular de Andalucía es que Málaga se iba a quedar con un palmo de narices si pensaba orillar “nuestro” CaixaFórum para la ciudad del Guadalmedina. ¡Qué brillantez para el líder de todos los votantes del PP, incluido los malagueños!
       
Otro de los argumentos, “El proyecto original en las Atarazanas ponía en riesgo la declaración de Patrimonio de la Humanidad de Catedral, Alcázar y Archivo de Indias” ralla en lo esperpéntico y muestra la descoordinación mental de nuestra máxima figura municipal. Si la Torre Pelli ponía en riesgo, a entender de algunos, la consideración de Patrimonio de la Humanidad por afectar visualmente, y desde la lejanía, la Giralda, ya que no se incluía en el espacio físico declarado, argumento que la propia UNESCO obvió por estúpido ¿por qué puñetas iba a afectar a tal declaración la obra en las Atarazanas que se encuentran igualmente fuera del perímetro declarado Patrimonio y no era más alto que los edificios de su entorno?
   
A estas alturas seguimos sin tener claro si nuestro insigne alcalde es un osado, un temerario, un irresponsable o un idiota. En todo caso, sólo como hipótesis, consideremos benevolentemente que sufre un ataque transitorio de “zoidotización”. Y es que las marchas triunfales del Corpus son “mu” peligrosas. Y si no, que se lo recuerden a Cristo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Madrid Arena: Educación y Responsabilidad

Habiendo pasado apenas 32 horas de la tragedia en el Madrid Arena, es difícil entrar a culpabilizar a los y las responsables de la misma, más allá de que por lo publicado en prensa y emitido en televisión, parece razonable sospechar que la empresa organizadora del evento no puso el suficiente celo en la organización.
      
Tendrán que pasar meses, puede que años, para llegar a conocer la verdad judicial del caso. Y puede ocurrir, como ocurrió con la catástrofe del vuelo JK 5022 de Spanair, en la que fallecieron más de un centenar y medio de personas, que la sentencia provoque un sabor ceniciento en la boca de las víctimas y sus familias.
   
Pero sí creo que es el momento de señalar de nuevo un aspecto para mí crucial en este tipo de tragedias, sin restar ni un ápice la responsabilidad directa de los que por avaricia o irresponsabilidad anteponen intereses espurios a la salud o la seguridad de clientes, usuarios o ciudadanos: la propia responsabilidad de los participantes y víctimas.
   
El primer mandamiento de cualquier persona es velar por su integridad e intereses. El mejor cuidador de cada uno es uno mismo. Esto debería ser un mantra continuo en el seno de las familias a la hora de educar a los niños y niñas. Reconozco que en mi infancia y adolescencia, incluso en mi juventud y adultez, siempre he criticado la pesadez de mis padres cuando nos aleccionaban contra todo tipo de peligros: desde andar por el bordillo, hasta cruzar una calle cuando el sol deslumbraba al conductor, pasando por cuando nadábamos en la playa, manejábamos el cuchillo o lloviendo pisábamos por la calle una arqueta metálica.
   
Pero observo que muchas personas de todas las edades, no han sido educadas, ni educan a sus hijos, en tan sencillas precauciones. Por eso mismo, por esas constantes y persistentes admoniciones de mis padres durante años, me he librado de algunas situaciones peligrosas y me he podido proteger de otras que sin serlo en el momento, sí podría resultar funestas con un poco de mala suerte.
    
Un ejemplo que es posible encontrar en este mismo blog fue nuestra experiencia origen del post Lord Quintero y el bufón Jodorowsky. Escándalo en el Teatro. Resumiendo, el 18 de marzo de 2011 asistíamos a una obra de teatro en el Teatro Quintero de la ciudad de Sevilla, titulada Padres, Madres, Hijos, Hijas de Cristóbal Jodorowsky, cuando observamos que en la sala seguían entrando espectadores tras haber rebasado el aforo de la sala, llenándose los pasillos de personas sentadas en sillas plegables e incluso en los escalones.
    
Algunos espectadores, muy pocos, mostramos en público nuestro enfado y salimos de la sala, al entender que la dirección del teatro ponía en riesgo nuestra integridad física al no cumplirse las normas de seguridad. Pero si sorprendentemente la mayoría de los espectadores permanecieron en la sala sin mostrar preocupación por su seguridad, más me sorprendió cuando en respuesta al post antes citado, algunos internautas despreciaron nuestras más elementales preocupaciones.
      
Así uno afirmó: Yo estuve en el teatro y no considero que mi vida haya estado en peligro en ningún momento. Otro dejó escrito: Cristobal [Jodorowky],apurado, nos dijo que se sentaran en las escaleras. Y eso fue todo. Incluso una internauta identificada como Maribel, al transcribir la petición de Cristóbal Jorodowsky (así que os pediría por favor que a pesar de que cada uno tiene el derecho de su butaca, podamos flexibilizar ésta situación para que todo llegue a buen puerto.) remataba: Todo el público sonrie, lo entiende y ayuda a los que no tienen asiento a disfrutar de la obra junto a él.
    
Para todos estos internautas que tuvieron la amabilidad de compartir en mi blog sus opiniones, e imagino que para casi todos los que se quedaron en la sala, nuestra actitud tenía mucho de infantil o de prepotencia, cuando se trataba simplemente de la más de las elementales medidas para protegernos del desastre.
     
Este es un pequeño ejemplo de porqué muchas personas, y no especialmente adolescente o jóvenes, no advierten el peligro en muchos momentos de sus vidas, generalmente durante las grandes aglomeraciones, y ponen en riesgo su integridad a pesar de ser obvio que las mismas suponen un riesgo demasiado grande para sus vidas.
    
Soy consciente que en la mayoría de las veces no pasa nada, como nada ocurrió en el Teatro Quintero la noche de Padres, Madres, Hijos, Hijas. Pero de vez en cuando sí ocurren las tragedias, y medidas de autoprotección como no entrar donde se ve que se supera el aforo, puede ser fundamental para seguir estando vivos.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Juicio a la abstención

Uno de los imprevistos debates surgidos en los prolegómenos de las elecciones municipales de 2012 fue cuando, de forma viral, se promovió la abstención como posicionamiento político activo. Se trató de la primera vez que el debate sobrepasaba los siempre estrechos límites del anarquismo y se convertía en una opción más para una parte importante del cuerpo electoral de izquierda de nuestro país.
        
Cierto es que visto los resultados tan nefasto que la opción abstencionista provocó en los resultados del 22-M, en los siguientes procesos electorales desapareció de las redes sociales como una opción más. Pero no es menos cierto que aquella campaña proabstencionista incentivó una deriva propia de las democracias capitalistas de los últimos años: un creciente abstencionismo crónico o estructural.
    
Aún podemos escuchar de labios de algunos de sus apologéticos, que la abstención sirve como llamada de atención a la dirigencia política sobre la frustración de amplias capas sociales, y su desapego al actual sistema democrático, que se plasmó en el consenso constitucional de 1978. Además, creo que ese abstencionista “activo” lo percibe como la fórmula de inhibirse del propio sistema y sus defectos.
   
Pero ambos extremos son, a mi parecer, incorrectos.
   
Las llamadas democracias liberales avanzadas, encabezadas por los Estados Unidos de América y el Reino Unido, las tasas de abstencionismo son altísimas, en ocasiones el doble que en nuestro país. Y ello no lleva en absoluto a las élites políticas a cuestionarse el propio sistema. Al contrario, es esa bajísima participación la que asegura una cómoda certeza y estabilidad de los procesos electorales. En España, el problema principal de dicha argumentación es que con un sistema universal de votación, donde para votar basta con el empadronamiento sin necesidad de inscribirse en censos específicos de votos; con una amplia capacidad para concurrir a unas elecciones, bien como partidos, bien como agrupaciones de electores; y con un sistema muy riguroso en el secreto del voto y la transparencia del escrutinio, que bien sabemos los que participamos como interventores o apoderados en los mismos, todos los votantes disponen de una amplia lista de opciones electorales, cosa que no ocurría, por ejemplo, durante la Restauración, donde la limitación de la oferta electoral, los pucherazos y los sistemas caciquiles, impedían de hecho el pronunciamiento libre del cuerpo electoral.
     
Sobre la posición moral del abstencionista de no ser cómplice de un sistema injusto, debo recordar las palabras del sevillano profesor López Yáñez, quien en su obra La Ecología Social de la Organización afirmaba: El papel relevante que le damos a las expectativas nos lleva a que ninguno de los participantes en un sistema social puede eludir su responsabilidad –en un sentido profundo- en la determinación del proceso de comunicación, incluso si permanece en un rincón, apartado de todos los demás.
   
Es decir, que la corresponsabilidad, en la medida que corresponda, no se libera por el simple hecho de quedarse en casa, puesto que en cualquier sistema social, y el sistema democrático lo es en el entorno de la sociedad, la inacción y el silencio también lo estructura.
   
Por todo ello, debemos aceptar el carácter político del abstencionismo, en línea con la doctrina anarquista, pero de tan débil carácter que más funciona como fortalecedor del sistema político que como agente activo de cambio.

martes, 30 de octubre de 2012

Los felices años 20, versión española

En mis textos de EGB, al hablar de la crisis del 29, nos recordaban el estado de euforia de la sociedad norteamericana en los locos años veinte, aquella década en la que los norteamericanos no pensaba utilizar paraguas porque iban a vivir bajo un perpetuo y reluciente sol. Muchas veces, durante los primeros años del siglo XXI, recordaba, y compartía con amigos, aquella efervescencia social y la comparaba con la que observaba a mí alrededor.
      
Era la época en la que buscaba un piso para comprar y leía como por uno de 100 metros cuadrados en el palacio rehabilitado de calle Águilas, en Sevilla, pedían un millón de euros, u otro en el edificio rehabilitado de “7 puertas” de calle Puente y Pellón, subía a la friolera de 600.000 euros, por menos de 100 metros cuadrados. También era la época en la que observaba como a mí alrededor se rehipotecaban las viviendas para cambiar coches, financiar viajes, etc.
   
Cuando veía sobreendeudarse a muchas personas de mí alrededor, pensaba entonces, y me reafirmo ahora, que si se hacía para adquirir bienes y servicios útiles, podía darse por bien empleado. Es decir, si se endeudaba para dar formación a los hijos, o adquirir nuevas experiencias en el extranjero o comprar bienes tecnológicos, por ejemplo, realmente era una inversión y no un gasto, sin dejar de ser conscientes que los excesos de hoy hay que pagarlo mañana. En cambio, endeudarse para ir a la feria por todo lo grande, celebrar la primera comunión de la niña como si fuese una boda, o competir con el cuñado para ver quien adquiría el vehículo más grande y lujoso, era una solemne imbecilidad.
   
A pesar de lo que en este momento podemos pensar, durante estos diez años España se ha dotado de un altísimo nivel de infraestructura, centros de investigación de primer orden, introducido plenamente las nuevas tecnologías, se ha abierto al mundo, pero sobre todo la sociedad española se ha resintonizado con Europa (viajes particulares, becas Erasmus, intercambios, uso intensivo de las nuevas tecnologías, etc.) de un modo impensable hace cuarenta años. Todo eso forma un capital intangible que movilizado puede hacer impulsar de nuevo a nuestras sociedades.
   
Soy consciente que el impacto emocional de la crisis actual impide ver la salida al túnel. Pero de igual manera que tras el abismo de la crisis del 29, Estados Unidos salió fortalecido (aunque fuese mediante una guerra mundial), si sabemos aprovechar todo ese caudal de experiencia, formación, infraestructura y cultura, podemos no sólo salir de la actual crisis sino además salir fortalecidos.

lunes, 29 de octubre de 2012

Palabra de troll

Hace un año aproximadamente, hasta enero del presente, sufrí una infección vírica de esas que en Internet llaman troll que nuestra insustituible Wikipedia denomina como una persona que publica mensajes provocativos, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como un foro de discusión, sala de chat o blog, con la principal intención de provocar o molestar, con fines diversos y de divertimento, a los usuarios y lectores en una respuesta emocional o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí.
      
Este blog, que tienes la amabilidad de leer, estaba abierto a toda participación, pero tras la infección trollera debí cambiar de metodología y supervisar la publicación de los mismos. Ello sin duda provocó que los agentes patógenos abandonaran dicha costumbre, despreciándome con su indiferencia.
  
Pero este fin de semana, releyendo los mismos, he pensado que puede ser instructivo, entretenido e incluso divertido, publicar algunos de los que impedí en su momento. No lo haré con aquellos que afectan a terceros imputándolo de faltas y/o delitos, y me limitaré a los que me ponían a bajar de un burro, con la intención de afectarme emocionalmente, cosa que evidentemente quedaba muy lejos de dichos trolleros.
  
Un tal Anónimo me envió uno en relación al post Dos hombres que orinan hablando de golf y se marchan sin lavarse las manos, uno de los de mayor éxito por otra parte, que decía:

Eso de la ejemplaridad pública es para descojonarse. Estos bufones de palacio son extremadamente graciosos,pero entre ellos se llevan a matar porque son arribistas que quieren "blindar" sus empresas,colocar mediante "dedazo" a familiares, es decir estan ahí por cuotas de poder y no para servir al ciudadano, al trabajador, al desempleado. Situación: que hubiera pasado si los señores que orinan en urinarios contiguos saben que eres homosexual -quiero decir, que te gustan las churras-. Respuesta: no las sacan. Así de sencillo; ya que eres defensor acérrimo de la ideología de género, podrías proponer la creación de aseos específicos para la diversidad de colectivo que defiendes. Podrías empezar con tu colega Cerolo experimentando el exquisito barrio de Chueca. Hipersurrealista, esto no se ha visto ni en las alucinaciones oníricas de Fellini
 
Claro que lejos de sentirme insultado, halagó mi vanidad al compararme con Fellini. Honor que no me concedió un tal Marco Tullio Giordana que me remitió el siguiente comentario a mi post De Capitán Trueno a Fascista Basura:
  
Al Sr Pablo Morterero; todos sus discursos, speech y soliloquios autocomplacientes parecen tener un denominador común la prepotencia de un ser abyecto que parece querer escapar del estigma que posiblemente le generó la psiquiatría en otro tiempo (Aquilino Polaino y otros insignes expertos, siguen manteniendo idéntico posicionamiento al respecto) y hace un proselitismo feroz sobre asuntos tan delicados para la convivencia entre los españoles como la memoria histórica. Mire, don Pablo Morterero,existe una gran mayoría de españoles que depositamos nuestra confianza en el primer gobierno de Zapatero y hemos comprobado que los hitos o "conquistas" en las pasadas legislaturas han sido un verdadero fiasco caracterizadas por lo superfluo,lo banal y lo rayano en la frivolidad. Si presume tener conocimientos avanzados en historia de España debería saber que hubo un pacto tácito de todos los que intervinieron en la Transición (Carrillo y González, entre otros) de no tocar la Historia inmediata
 
Ese mismo post provocó un comentario de un tal Alfonso que me escribía:
  
Actualmente, proliferan por estos lares "autodidactas" que hablan como psicólogos porque han leído "psicopatología de la vida cotidiana" de Freud en edición de bolsillo sin entender nada,por cierto; que emulan a algún periodista de prestigio porque la falta de pureza y originalidad les lleva a un desenfrenado don del préstamo-, que ejercen o se autodenominan historiadores, pero yo diría que son escribas, porque “beben” de las hemerotecas…, ¿qué hay en las hemerotecas? Periódicos. Yo no os enviaría a cavar fosas, más bien os entregaría un pico y una pala y os pondría a cavar zanjas en época de canícula.
   
Aunque no se si es mejor, la amenaza de cavar zanjas, o el sentido de humor de un tal ZP Responde, que al post ZP, te lo ruego. Carta abierta al compañero José Luis Rodríguez Zapatero me escribía:
  
Felices Fiestas republicanas, coleg@ Mortadel@!!! Ya está aqui la derechona, ya llegaron los rancios que se cargaron a mi abuelito: el capitán Lozano. Cuando leo en tu blog la historia de tus antepasados republicanos me hierve la sangre, con lo buena gente que tenía que ser tu abuelo... Cambiando de tema, la partysocial sigue en pie. Pepiño y yo pretendemos que sea el próximo 6 de enero. Por cierto; a la Chacón no la invito porque es una traidora sin talante de ceja. He hablao con mi Sonsoles y mis hijas (una de ellas va de Alice Cooper y la otra Gene Simmons) y hemos pensao conjuntamente y con consenso que, como te va el rollito argentino de el Luppi y la Roth, te podías disfrazar de "Dante" de la peli Martín (Hache). En ese papel hubieras estao mejor que Eusebio Poncela o, mejor aún,de "La Manuela" el travesti gay de Un lugar sin límites. En cualquier, caso tu eliges que pa eso yo he potenciao esta democracia.
   
En fin, o peña muy aburrida o muy trastornada. Y para ese diagnóstico no hace falta DSM mediante.

domingo, 28 de octubre de 2012

Las deshoras de Juan Ignacio Zoido

¡Qué le vamos a hacer! A Juan Ignacio Zoido, la alcaldía de Sevilla le ha venido grande. Tan grande como su frustración, ya que el muchacho ha puesto tanto empeño en la tarea que ahora debe ser terrible que todo el mundo vea sus vergüenzas al aire.
        
Y no porque yo lo diga (ni porque yo lo valga), sino porque voces más autorizadas que la mía empiezan a poner por escrito lo que vengo sosteniendo en los últimos meses: que en menos de un año y medio Zoido ya demostrado que será un pésimo alcalde de Sevilla.
      
Comprendo que los veinte concejales y los aplausos del Corpus le llevara a sentirse flotar a la altura del giraldillo, con toda Sevilla a sus pies. Pero en ese momento debería haber recordado la anécdota, posiblemente falsa pero reiterada desde hace más de cien años, de Alfonso XII a su entrada en Madrid como nuevo rey. Ante el entusiasmo de las masas, el jovencísimo Alfonso exclamó ¡como me aplauden! Dicen que un muchacho que había cerca le respondió: ¡Pues esto no es nada, majestad! ¡Debía habernos escuchado cuando echamos a la puta de su madre! Se trata, sin duda, de esos atávicos sentimientos patrios que aún no hemos podido desterrar, y que nuestras élites sevillanas tienen por esencia: derribar tan rápido como encumbramos.
  
El sueño hispalense de Zoido, (que sin duda se soñó un Trajano, un Adriano), era sintonizar Sevilla con la historia, y de ahí su símil relojero: haré que Sevilla funcione como un reloj suizo.
   
Y lo que son las cosas, habría sido mucho más realista si hubiera exclamado como aquel cabildo catedralicio: ¡Ganemos unas elecciones de tal manera, que las generaciones venideras tomen a los sevillanos por locos!
    
Porque hasta observadores tan sobrios como Carlos Marmol, subdirector de Diario de Sevilla, no cejan de escandalizarse de la incapacidad de Zoido para la alcaldía. ¡Anda que no se habrá quedado a gusto Marmol, cuando ha publicado hoy en su columna La Noria: al gobierno del PP le ocurre lo mismo. Ni es infalible, ni perfecto, ni intocable. Más bien parece un perfecto desastre!