No
hay nada nuevo bajo el sol. Y en política posiblemente menos que en ninguna
otra materia.
Por
eso, las estrategias de las nuevas
formaciones políticas españolas no son ninguna novedad, sino la
reactualización, muy inteligentemente eso sí, de las prácticas y las teorías políticas
antiguas que podemos rastrear a lo largo de la historia.
La
máxima divide y vencerás, es una de ellas. Por eso se ha acusado a Pablo
Iglesias de crear divisiones en vez de construir. Y con mucha razón. En
mercadotecnia, lo principal es la creación de un target que sea receptivo a nuestros productos, que un número
suficiente de individuos se sienta diferente a la mayoría y especial por
consumirlo.
Porque se trata de vencer, no de convencer. Y tienen muchas posibilidades de vencer, porque disponen de las herramientas necesarias (medios de comunicación afines, potentes creadores de opinión en las redes, el sentimiento de culpabilidad de decenas de miles de revolucionarios de los setenta y ochenta, que a partir de los noventa se aburguesaron y ahora quieren hacerse perdonar y perdonarse radicalizándose y pidiendo lo que no hicieron cuando pudieron), pero ni convencerán ni les importa hacerlo.
Porque se trata de vencer, no de convencer. Y tienen muchas posibilidades de vencer, porque disponen de las herramientas necesarias (medios de comunicación afines, potentes creadores de opinión en las redes, el sentimiento de culpabilidad de decenas de miles de revolucionarios de los setenta y ochenta, que a partir de los noventa se aburguesaron y ahora quieren hacerse perdonar y perdonarse radicalizándose y pidiendo lo que no hicieron cuando pudieron), pero ni convencerán ni les importa hacerlo.
Y
de eso trata la nueva política
española: primero romper los vínculos emocionales que cohesiona el entramado
social creando el sentimiento de desapego de los de abajo respecto a los de
arriba; luego haciendo lo mismo hacia la dirigencia del país, reactualizando el
término casta, que ha pasado de identificar las partes que se divide la
sociedad (la casta de cristianos, judíos y moros de las que nos hablaba Américo
Castro, o las castas de la India) a designar un segmento social enemigo de la
mayoría.
Una
vez que has creado ese target político,
un número suficiente de ciudadanos que se identifican con los de abajo, y han
roto su vínculo emocional con la dirigencia del país, la casta, solo falta el
paso de eliminar a los que compiten en tu mismo mercado.
Por
eso, tras años donde el objetivo era identificar al PSOE con el PP, las
elecciones ha llevado a los ideólogos del entorno de PODEMOS y sus creadores de
opinión a una nueva estrategia, basada en disparar,
no sobre el PSOE en su conjunto, sino de forma selectiva sobre la dirigencia socialista que podría resistirse a un pacto
con ellos, para promover la división dentro de la masa social del socialismo
español intentando conformar también un arriba y un abajo (la dirigencia y la
militancia) y una casta, algunos de
los dirigentes más importantes del socialismo, para intentar que la base
socialista los identifique como los enemigos aliados con la casta de la derecha,
y por consiguiente que se les identifique a ellos como los aliados de la
militancia socialista.
La
decisión de la dirección del PSOE de dar la última palabra a la militancia en
un pacto de gobernabilidad o gobierno, obligará a redefinir la estrategia de la
formación morada.
Porque
ahora ya no basta con disparar a los y las dirigentes que puedan oponerse a su
estrategia, sino intentar que a la hora de decidir, el militante socialista
tenga que definirse si es uno de los de abajo o de los de arriba, si es parte
de la casta o el enemigo de ella. Por eso en las próximas semanas sin duda
veremos un fuego graneado en las redes sociales y en los discursos públicos de
los líderes de PODEMOS intentando satanizar a aquel militante socialista de
base que no se muestre favorable a las tesis de esa formación política.
Dividir
a la sociedad, dividir al PSOE, dividir a los militantes. En el fondo, la
política neopopular de PODEMOS no es tan diferente a la política neoliberal del
PP. Crispar, dividir, silenciar. Porque, como ha ocurrido en toda la historia
de la humanidad, el fin justifica los medios.
O
no.
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