sábado, 27 de octubre de 2012

Fulbright: Quien no te conozca, que te compre

Para la mayoría de españoles, el término Fulbright no le sonará a nada. Para unos cuantos, Fulbright es señal de expediente brillante y profesional prestigioso. Lo que la mayoría ignora es que sus vidas están regidas por un sanedrín de exbecarios Fulbright.
       
Según wikipedia, el Programa Fulbright («Fulbright Program») es un programa de ayudas educacionales —Asociaciones Fulbright («Fulbright Fellowships») y Becas Fulbright («Fulbright Scholarships»— patrocinado por la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales («Bureau of Educational and Cultural Affairs») del Departamento de Estado de los Estados Unidos, los gobiernos de otros países y el sector privado.
   
El Programa nació al finalizar la Segunda Guerra Mundial, por iniciativa del entonces Senador de Arkansas J. William Fulbright, con la esperanza de que al fomentar el intercambio entre estadounidenses y ciudadanos de otras naciones, se eliminarían las bases de futuros conflictos al fomentar la tolerancia y el entendimiento mutuos.
  
Se considera uno de los programas más prestigiosos del mundo y funciona en 144 países. Más alumnos de Fulbright han ganado el Premio Nobel (incluyendo dos Nobel en el año 2002) que el de cualquier otro programa académico. El Programa Fulbright proporciona fondos para estudiantes, eruditos y profesionales para emprender estudio de graduación, investigación avanzada, enseñanza en la universidad y enseñanza en escuelas elementales y secundarias al exterior. El alcance inicial de este programa se centró en Europa, pero hoy el programa funciona en todo el mundo.
   
Para conocer la historia del programa Fulbright y España, podemos confiar en William Chislett, periodista y escritor, corresponsal de The Times, de Londres, en España y posteriormente en Mexico, autor de 20 libros y colaborador habitual del Real Instituto Elcano, uno de los thin tank conservadores más importante de España junto a la aznarista FAES.
   
Pues bien, Chislett, en un artículo titulado “Fulbright: 50 años en España”, escribía que <<Según un informe interno de EE UU, elaborado en 1956, el propósito del Programa era “hacer que los españoles confiaran en la capacidad de Estados Unidos para liderar y defender al mundo de la amenaza comunista, a través de un mayor conocimiento de su historia, cultura, economía y técnicas científicas.”>>
  
El excorresponsal de The Times añadía: “Durante estos 50 años se ha creado una enorme red informal de contactos que ha sido y sigue siendo muy útil para los dos países. Como era de esperar, un número significativo de becarios Fulbright españoles han alcanzado posiciones de liderazgo, tanto en el sector público como en el privado.”
  
¿Quiénes han sido beneficiados por estas becas Fulbright que en palabras de William Chislett ha funcionado para “confiaran en la capacidad de Estados Unidos para liderar y defender al mundo”?
  
Son mucho nombres, más de 2.500 en más de 50 años, pero según este autor, “probablemente, el más distinguido de estos becarios sea Javier Solana, un profesor de Física del estado sólido, quien, en su época universitaria, era muy crítico con la OTAN y años más tarde se convirtió en su Secretario General y luego Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea”.
  
Pero la lista, nunca pública, es mucho más amplia y sorprendente, ya que incluye a lo más granado de la inteligencia de nuestro Partido, como el compañero Josep Borrel, exministro y excandidato socialista a la presidencia del gobierno, el compañero Miguel Sebastián, exministro con el compañero José Luis Rodríguez Zapatero, el compañero Pascual Maragall, exalcalde de Barcelona, o la ministra favorita del cibermundo, Ángeles González-Sinde. Por el bando de la derecha encontramos a Pilar del Castillo, exministra de Aznar. En el mundo de la economía son exbecarios Fulbrigh el director de REPSOL-YPF Luis Alberto Mañas. Y en el mundo de la cultura encontramos el escritor Miguel Delibes, y al director de cine Daniel Sánchez Arévalo, y el historiador Santos Juliá.
   
Naturalmente, disfrutar de una beca Fulbright no significa que automáticamente el beneficiario se convierta en un agente infiltrado norteamericano. Pero sí es cierto que tras regresar de los Estados Unidos, cualquier becario se habrá empapado de un discurso neoliberal que trasladará, incluso inconscientemente, a todos sus análisis y propuestas.

Por eso, si mañana tenemos que elegir a un compañero o compañera, pidámosle su Curriculum Vitae. Y si ha sido becario Fulbright, deberíamos decirle aquello de quien no te conozca, que te compre.

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