sábado, 1 de febrero de 2020

La epidemia como motor del regionalismo andaluz: el “cantón sanitario sevillano” de 1885



En el inicio de esta década de 2020 la palabra cuarentena vuelve a la actualidad con ocasión de la aparición del coronavirus de Wuhan, una palabra que durante siglos fue la consecuencia del terror que producían las grandes epidemias que provocaban cientos de miles, de millones de muertos.

Aunque no especialmente activa en nuestro país, la llamada “gripe española”, que apareció en la Norteamérica profunda en los años de la primera guerra mundial y que se extendió trágicamente por todo el mundo al finalizar la misma, es sin duda el referente más próximo de estas epidemias.

Pero otra anterior, no excesivamente lejana a aquella, fue la epidemia de cólera morbo asiático que entre 1884 y 1885 se extendió por España a partir del levante español, provocando que en el 25% de los municipios de la nación hubiera vecinos infectados, con 400.000 afectados y alrededor de 120.000 muertes.

Proveniente del delta del Ganges y del Brahmaputra, “entre 1817 y 1923 rebasa esta zona y origina seis pandemias que se extendieron hasta Europa y otros lugares siguiendo las vías comerciales[1].

Si tradicionalmente las vías de llegada de las epidemias eran los puertos, la de 1884-1885 encontró en el ferrocarril una vía de penetración fundamental, de forma que a partir de Alicante (a donde llegó en barco procedente de Orán) se fue irradiando siguiente los caminos de hierros que en aquella década interconectaban ya la mayoría de las capitales del país.

La reacción del gobierno conservador de Cánovas del Castillo frente a esta nueva epidemia de cólera fue la aplicación de los protocolos de cuarentena (que era una de las pocas herramientas de prevención de la que se disponía en esos años junto a las desinfecciones de ropas, viviendas y vías públicas), ya que hasta 1883 el alemán Dr. Koch no se descubrió el bacilo que provocaba la enfermedad y hasta 1885 no se ensayó la exitosa vacuna del catalán Dr. Ferrán.

Al finalizar 1884 con sólo medio millar de fallecidos, los conservadores (tanto políticos como prensa) consideraron que la política cuarentenaria había sido todo un éxito, frente a los liberales que consideraban dicha política aislacionista un error.

Aquel mismo año de 1884, las autoridades municipales sevillanas decidieron utilizar nuevamente el edificio de ex convento de San Jerónimo como lazareto, que ya se había destinado a este fin de forma intermitente desde 1814. Un edificio bastante aislado (en 1888 San Jerónimo sólo contaba con 24 habitantes[2]) que además ofrecía un nuevo aliciente, como era su proximidad a la estación ferroviaria del Empalme, a las espaldas del cementerio municipal de San Fernando, punto en el que se conectaban las líneas férreas de Sevilla-Madrid (dependiente de la compañía ferroviaria MZA) y Sevilla-Cádiz (de la compañía Ferrocarriles Andaluces) donde se instaló un centro de fumigación y control de acceso a Sevilla.

Para su uso como lazareto se instaló en julio de 1884 una “cámara de calor” o estufa para la desinfección de mercancías[3], y para septiembre ya se encontraba “regularmente acondicionado, así por lo que respecta a habitaciones, camas y personal facultativo, como por lo que se refiere a la alimentacion, pues desde ayer se ha instalado allí un cocinero subvencionado por el Ayuntamiento.[4]

Y en ese mismo mes empezaron a funcionar los centros de fumigación instalados en las estaciones del Empalme, Camas, Utrera y Estacion de San Bernardo, es decir, en las estaciones ferroviarias de las líneas que unían Sevilla con Córdoba, Jaén, Madrid, Extremadura, Huelva, y Cádiz y Málaga.

En aquellos días, según el diario La Palma, en el lazareto de San Jerónimo se encontraban “detenidos, a mas del hebreo, una señora con un niño y una criada, sujetas á cinco dias de observacion como sospechosas por haber atravesado un pueblo de la provincia de Valencia próximo a la de Alicante

Tras el parón otoñal e invernal de la epidemia, en la primavera de 1885 reapareció el cólera morbo asiático en la localidad valenciana de Játiva, extendiéndose a las grandes zonas urbanas, sin librarse amplias zonas rurales, como en Jaén.

Ello llevó al ayuntamiento de Sevilla a reactivar el lazareto de San Jerónimo[5] (edificio que había pasado a manos del Estado en marzo de ese año), utilizándose de nuevo la cámara de calor para desinfección de las mercancías[6] y aplicándose una férrea política de cuarentena, con gran aplauso de la población local.

Para ello hubo que adecuar el viejo edificio. Según la prensa[7]

El ruinoso edificio de San Gerónimo ha sufrido una importante reforma colocándose diez camas con cuanto es necesario. También en el gran patio del edificio se han colocado varias tiendas de campaña para alojamiento de aquellos que así deba de hacerse.

y además,

En la estacion del Empalme hay unos treinta empleados para recoger los billetes y examinarlos con la mayor escrupulosidad dirigiendo á unos al lazareto, y á otros al salón de fumigadores á cargo del jóven médico Sr. García Montes, cuyo celo y atenciones con los viajeros, todos alaban.

Poco a poco, el edificio se fue llenando de personas provenientes de las zonas donde la epidemia estaba haciendo estragos. Civiles y militares, trabajadores y burgueses, terminaban ingresados en San Jerónimo, no sin conflictos y fugas.

Como lo sucedido a principios de julio:

-Viageros.- Segun la prensa de Sevilla, muchos de los que llegan á aquella capital procedentes de puntos infestados, se resisten á ser conducidos al lazareto de San Gerónimo teniendo que intervenir las fuerzas de guardia civil y de órden público para hacerles cumplir lo dispuesto. Un soldado licenciado, que llegaba de Valencia, se arrojó del coche antes de parar y partió á todo correr, siendo detenido en la Algaba por la guardia civil, que lo condujo al lazareto.[8]

Otro caso fue el producido en un tren procedente de Valencia.

Antes de ayer, con direccion a Sevilla una familia procedente de Valencia, y al llegar á la estacion de Santa Cruz de Mudela, uno de los individuos que la componían fué atacado del cólera fulminante, falleciendo al poco tiempo.

Este hecho, produjo, como era natural, gran confusión y alboroto entre los pasajeros, á quienes la empresa logró tranquilizar separando del tren el coche donde habia muerto el colérico.

Un caballero delegado de Hacienda que acompañaba á aquel en su viaje logró burlar la vigilancia en la estacion del Empalme para librarse de fumigaciones y detencion en el lazareto, llegando sin novedad á la estacion de la plaza de Armas, donde averiguada su procedencia y demás circunstancias de su viaje, fué conducido inmediatamente al lazareto de San Gerónimo y allí se encuentra en la actualidad purgando la oportuna cuarentena.[9]

Esta férrea política de cuarentena no se limitaba a las clases populares, sino que afectaba por igual a la alta burguesía y la aristocracia, como por ejemplo lo sucedido en julio de 1885, y que fue recogido por el Diario Meridional[10]:

Escándalo.- En Sevilla ha habido un escándalo mayúsculo al regresar en el tren del ferro-carril las familias que habian trasladado su residencia á Puerto-Real durante la estacion del estio.

El Alcalde Sr. Hoyos mandó que el tren siguiera hasta la estacion del empalme y desde alli irian los viageros al lazareto.

Lo que ocurrió luego que los bañistas se enteraron del sitio que les destinaban no es para decirio.

Todos gritaban y amenazaban al señor Hoyos. Pero este con una entereza digno de elgohio dispuso se ejecutara lo mandado y así se hizo, poniéndose el tren en marcha con direccion al Empalme.

Una vez en aquella estacion ocurrió un incidente entre el señor Hoyos y una persona muy conocida marido de una de las viajeras, dando por resultado que el Sr. Hoyos lo entregara á la policia para que lo condujera al gobierno civil en calidad de detenido.

Aquella misma noche fué puesto en libertad.

Todas las familias fueron conducidas al lazareto de San Gerónimo, guardándoseles las consideraciones y atenciones que merecían.

El alto número de ingresos obligó a incorporar al cortijo de Tercia en el proceso de cuarentena, tras el ofrecimiento a título gratuito de los señores Benjumea, a donde se trasladaban las personas que llevaban dos o tres días de observación en San Jerónimo, y separar de forma debida estos casos de los nuevos ingresos[11].

El conservador José María de Hoyos Hurtado, al Alcalde de Sevilla de 1879 a 1880 y de 1882 a 1887, fue el héroe de todo aquel proceso de cuarentena por su firmeza, que le llevaría a enfrentarse al Gobierno de la nación, y liderar lo que la prensa madrileña llamó despectivamente el “cantonalismo sanitario sevillano”.

Y es que la firme defensa de la política cuarentena del gobierno conservador de Cánovas del Castillo, liderada por el ministro Romero Robledo, provocó durante 1884 y 1885 la oposición de liberales y la prensa no gubernamental, no tanto por la estrategia aislacionista, sino por “la brutalidad con que algunas veces se practica el aislamiento total, provocando desabastecimientos de mercados, parálisis de la industria y de la vida económica de la nación, con las consiguientes secuelas de pobreza y hambre, sin conseguir retener a los gérmenes en sus focos de orígenes[12].

También provoco la oposición de las grandes empresas capitalistas del país, especialmente las ferroviarias, por los efectos negativos que cordones sanitarios y lazaretos provocaban en las cuentas de las compañías.

Esta oposición llevó finalmente a la dimisión de Romero Robledo el 12 de junio de 1885, y el nombramiento como ministro a Fernández Villaverde, gobernador civil de Madrid, quien puso fin a una política que había provocado la parálisis del comercio y las enormes pérdidas de las compañías de ferrocarriles[13].

La nueva política del gobierno de Cánovas, del Partido Conservador Liberal, encontró sorprendentemente la oposición de las autoridades locales del mismo partido, como en Sevilla. Si la prensa madrileña apoyó sin fisura la nueva estrategia de levantar los cordones sanitarios y cerrar los lazaretos, la sevillana se opuso frontalmente, por lo que a la disputa política se unió el debate mediático entre ambas posturas.

En Sevilla, el cambio de ministro y política no afectó a la determinación de las autoridades locales, encabezada por el alcalde de Hoyos. Como recogía el Diario de Córdoba en su edición del 30 de julio de 1885, en relación a la decisión de las autoridades de Sevilla de “sujetar á observación facultativa á todo viagero que intente entrar, sea cual fuese su procedencia” que “Todo esto será grave, pero lo mas grave es moririse[14].

A la firme oposición del alcalde Hoyos se unía la de destacados partidarios del Partido Conservador Liberal, gran parte de la burguesía de la ciudad, la del Capitán General de Andalucía, General Polavieja, y la prensa local, especialmente del periódico republicano-federalista La Andalucía, que azuzaba la cruzada contra la política del Gobierno central,

Ante la llegada del nuevo gobernador civil, La Andalucía no dudó en persuadir a los sevillanos para que todos defendiesen el actual sistema cuarentenario, independientemente de sus ideas políticas, no colaborasen con el nuevo gobernador civil y para que hiciesen el boicot a la prensa madrileña[15].

El 27 de julio de 1885 envió el ministro Fernández Villaverde un telegrama al Ayuntamiento sevillano pidiendo que se suprimiese la observación de San Jerónimo y que hubiera libertad de ir y venir entre Sevilla y los puntos apestados, respondiendo la corporación municipal su disposición de dimitir en masa del Ayuntamiento y de la Diputación provincial, la renuncia de sus cargos de los Senadores y Diputados a Cortes, del gobernador civil interino y de las juntas provincial y local de Sanidad, si el ministro persistía en sus intenciones[16].

Pero ni desde el Gobierno, ni desde la prensa madrileña se iba a permitir que Sevilla no acatara las nuevas instrucciones de cerrar el lazareto de San Jerónimo.

El Serpis, en su edición del 2 de agosto de 1885[17], lo recogía así:

La cuestion de los lazaretos y cordones se empeora con las noticias que llegan de Sevilla y Málaga. Ni los ayuntamientos ni el vecindario de ambas capitales, se muestran propicios á ceder en este asunto, que juzgan vital; pero como el gabinete que preside el señor Cánovas tampoco quiere modificar su criterio sanitario, y en este sentido lleva instrucciones el nuevo gobernador de Sevilla, señor Alcazar, resulta que la situacion no puede ser más tirante y que ó esas corporaciones ceden ó dimiten, si es que las cosas no toman un cariz mas grave, como temen algunos, y tenemos motines, asonadas, etc.

Y es que el gobernador Alcázar había sido nombrado con el objetivo de imponer el criterio ministerial a las autoridades locales, para lo cual tuvo que dedicar todas sus dotes de persuasión ante un ayuntamiento y una ciudadanía firmemente convencida de la necesidad del aislamiento que hasta la fecha había conseguido que en Sevilla no se hubiera dado ni un caso de cólera morbo asiático.

La llegada del sr. Alcázar fue sin duda todo un ejemplo de diplomacia. Primero, al llegar en tren desde Madrid, no sólo se sometió en la estación del Empalme a las medidas impuestas por las autoridades locales, sino que “Inmediatamente que llegó solicitó ser fumigado, asi como su equipaje” manifestando más tarde que “Tachó de insuficientes las fumigaciones del Empalme, afirmando que habia indicado ya al médico que aquella estacion la fórmula para que surtiera buen efecto la fumigacion[18].

Posteriormente realizó unas declaraciones a los periodistas que habían acudido a la estación del Empalme, buscando la complicidad de los mismos como colega de profesión, ya que “si en Murcia habia cumplido con su deber hasta el estremo de merecer los elogios de la prensa de España, que le ha encumbrado y enaltecido, solo le habia inspirado semejante conducta el recuerdo de la prensa periódica, de la que era hijo

Esta declaración consiguió su objetivo, ya que la prensa declaró que “causo grata impresion en los periodistas”.

Otro de sus objetivos era tranquilizar a las autoridades y a la población, opuesta a las instrucciones que llevaba el gobernador de acabar con las medidas aislacionistas:

Respecto á las sospechas que puedieran abrigarse de su venida á esta ciudad, declaró el señor Alcázar que habia visto con agrado las enérgicas medidas adoptadas por las autoridades para prevenir la invasion del cólera, añadiendo que por su parte está dispuesto á secundar esas medidas, centuplicándolas y hasta poniendo en vigor todas aquellas que prescribe la ciencia y las conveniencias locales.

Pero la oposición a las nuevas medidas del Gobierno tenía en Sevilla una curiosa brigada, compuestas por mujeres de lo más granado de la sociedad sevillana:

Al llegar ayer el Sr. Alcázar al gobierno civil se encontró con que le esperaban en el patio de su casa más de ochenta damas de nuestra aristocracia, que le manifestaron la conveniencia para Sevilla de estremar la vigilancia y las precauciones sanitarias, para evitar el contagio del cólera.

El Sr. Alcázar estuvo muy atento y galante con las señoras, asegurándolas que por su parte nada les podia negar y que sus deseos serian cumplidos.

Porque no eran damas cualquieras, ya que el grupo lo integraban, entre otras, las Condesa de Casa-Segovia; Concepcion Medina de Benjumea; Manuela de Medina; Dolores Barreda de Maestre; Carmen Melendez; Marquesa de la Motilla; Carmen Canaleta, viuda de Cämara; Salvadora Meléndez; Dolores de Medina; Marquesa de Marchelina; Trinidad Desmaissieres, viuda de García Pérez: Josefa Bonaplata de Escalera; Cecilia Pereira de Romero Valvidares; Matilde Martin, viuda de Cortés; Marquesa de Torrenueva; Manuela de Vazquez Ternero; Cármen Fuentes, viuda de Jimenez; Esperanza Gallego de Berrozobal; Elisa Segovia de Arcos; Josefa Santa Cruz de Plasencia; Antonia Leon, viuda de Armero, entre otras[19].

Inmediatamente después, se reunión la Junta de Sanidad, en la que “hubo gran debate en el cual el Sr. Hoyos mantenía resueltamente el actual estado de cosas mostrándose dispuesto á todo antes de consentir en que desapareciese la observacion de San Gerónimo”. Cuando las cosas iban agravándose “surgió la idea de una transaccion á lo que se prestó desde luego el gobernador. Para redactar una fórmula nombrándose los Sres. Hoyos, alcalde presidente, Rivera y Ramos, director de la Escuela de Medicina, y á los Doctores Moreno é Infanzon[20].

La fórmula consensuada fue la siguiente:

1.º Que los individuos que procedan de puntos infestados, en cuyo viaje hayan invertido más de un dia y que despues de observados minuciosamente, y teniendo en cuenta de sus antecedentes históricos, no presenten el menor inicio de enfermedad sospechosa, deberán ser sometidos á tres dias de obervacion, tomando luego nota de sus domicilios para que los facultativos que al efecto se designen, los inspeccionen durante dos dias en sus propias casas.

2.º Que aquellos otros individuos que no ofrezcan las garantías de salud apetecidas, á juicio del médico encargado de la inspeccion, deberán sujetarse á una observacion de cinco á siete dias.

3.º Que todos los equipages y todas las mercancías de procedencia infestada ó sospechosa, deben ser sometidos á la cámara de calor.

Pero desde Madrid, la prensa interpretó este acuerdo como parte de la debilidad del Gobierno de Cánovas para imponer en todo el Estado su política anti-aislacionista, ya que “á pesar de, haber ido á Sevilla el señor Alcázar, con instrucciones severas, y á pesar, por último de las ordenes que á cada hora trasmite á sus subordinados el ministro de la Gobernacion, ni han desaparecido los lazaretos de Sevilla y Málaga ni han cesado los cordones de Albacete, Guadalajara, Cadiz, Castellon, Navarra y otra infinidad de provincias, en donde siguen acatando, pero dejando de cumplir, los mandatos del señor Villaverde” denunciando que “En Sevilla, por ejemplo, lo único que se ha conseguido hasta ahora ha sido rebajar el periodo cuarantenario á dos dias, con fumigaciones para los individuos procedentes de puntos no infestados; pero las procedencias sucias irán como antes al ex convento de San Gerónimo, hasta que se limpien[21].

Días después, la prensa madrileña publicaba que “Respecto al lazareto de Sevilla continúan siendo contradictorias las noticias que dan Gobernacion, pues mientras en dicho centro aseguran que la citada medida preventiva ha cesado, los periódicos llegados hoy de aquella capital covenian que, procedentes de puntos infestados, hay ya en la nueva casa de observacion noventa y tantos viajeros. Ciertos oposicionistas decían esta tarde, ocupándose de este mismo asunto, que hasta ahora el derrotado en Sevilla ha sido el señor Villaverde, porque si bien es verdad que ya no existe el lazareto de San Gerónimo, en cambio se ha creado la Casa de observacion, y tanto monta[22].

Pero el precario acuerdo saltó por los aires, cuando el gobernador Alcázar ordenó que se permitiese el acceso a Sevilla de una familia numerosa de Madrid, a los cuales el médico de sanidad de la estación del Empalme había ordenado que fuera trasladada a la “casa de Observación” por presentar síntomas poco satisfactorios[23].

Días después, el 13 de agosto, reunido el pleno municipal, dimitieron treinta y cuatro de los treinta y siete concejales que componían el Ayuntamiento, lo que provocó una gran manifestación espontánea de apoyo al alcalde por parte de la ciudadanía y de rechazo al Gobierno de la nación.

En los días siguientes dimitieron los miembros de la Diputación Provincial, las Junta Municipal y Provincial de Sanidad, los alcalde de los barrios de Sevilla, e incluso las Juntas parroquiales de beneficencia[24].

La situación política y social no mejoró a lo largo del mes de agosto, manteniéndose el rechazo frontal contra las medidas del Gobierno central, lo que, unido a la presión de La Andalucía, llevó finalmente a la dimisión del gobernador Alcázar el 18 de septiembre de 1885.

A partir de agosto, la epidemia fue remitiendo, y con ella las medidas se fueron flexibilizando en los meses siguientes, pero sin desaparecer, ya que en el otoño de 1885 aún se procedían a desinfectar a los viajeros procediendo de las zonas afectadas por el cólera morbo asiático. Así lo describió el diario Crónica Meridional en su edición del 6 de octubre de 1885[25]:

El viajero que procede de punto infestado, despues de una fumigacion es conducido al ex – convento de San Jerónimo, en cuyo extenso patio hay instaladas una porcion de barracas, con una ó dos camas cada una.

Casa pasajero, sin distincion de sexo, es conducido á su respectiva celda y alli obligan á ponerse en …. traje de baño, pero sin trusa ni peinador, despues de lo cual se mete en la cama, previamente fumigada esperando hasta que le devuelven la ropa que, con exclusion del sombrero y los zapatos, se llevada á la cámara de caleccion, donde la dejan por espacio de media hora.

Despues de este un profesor facultativo inspecciona detenidamente á los viajeros, y éstos, reaccionados ya, por virtud del calor dado á la ropa, del frio que pasaran al desnudarse, quedan en libertad de entrar en Sevilla.

La epidemia de cólera morbo asiático de 1884 y 1885 tuvo políticamente una consecuencia imprevista, la de forjar un frente anti-centralista desde el campo conservador. Esta división de los conservadores liberales de Cánovas, entre Madrid, pendiente de los intereses de las grandes empresas, especialmente ferroviarias de capital nacional e internacional, y locales, vinculados a los intereses provinciales, fue aprovechada por el periódico republicano-federalista La Andalucía, para fortalecer un nuevo cantonalismo sevillano y fomentar la unión con el cantonalismo malagueño, también fuertemente anclado en el frente antigubernamental[26].

Si el cantón sevillano de 1873 había nacido dentro del movimiento republicano-federalista, el cantón sanitario sevillano de 1885 nació en el campo conservador liberal, lo que podría haber derivado en un movimiento regionalista conservador, al estilo del regionalismo catalán. Pero la realidad política, social y económica de Andalucía se impuso, y hubo que esperar treinta años para que Blas Infante pronunciara en el Ateneo Sevillano su memorable discurso titulad “El Ideal Andaluz” y se iniciara un nuevo ciclo regionalista en Andalucía.




[1] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral.
[2] Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España en 1º de enero de 1888 [Texto impreso] / formado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Instituto Geográfico y Estadístico (España)
[3] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXV Número 10352 - 1884 julio 30
[4] La Palma: Diario de avisos, mercantil, industrial, agrícola y literario: Número 10410 - 1884 septiembre 11
[5] Ante los temores del cólera, el ayuntamiento de esta ciudad ha resuelto establecer nuevamente el lazareto en el ex convenio de San Gerónimo. Tenemos entendido que en el edificio de Capuchinos se habilitará un local para los médicos procedentes de puntos infestados, que lleguen á esta capital. El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8961 - 1885 junio 12
[6] --- Cámaras del calor.—Ya se están usando estas para desinfectar las materias contumaces en el ex convento de San Gerónimo de Sevilla. Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10665 - 26 Junio 1885
[7] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8978 - 1885 julio 3
[8] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10675 - 07 Julio 1885
[9] La Verdad: diario de la mañana: Año III Número 737 - 1885 julio 10
[10] Crónica Meridional: diario liberal independiente y de intereses generales: Año XXVI Número 7603 - 1885 julio 25
[11] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8996 - 1885 julio 24
[12] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 394.
[13] Se calculó que las compañías ferroviarias habían ingresado durante el mes de agosto de 1885, cinco millones de pesetas menos que en agosto de 1884. Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10759 - 02 Octubre 1885. Pág. 3.
[14] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10697 - 30 Julio 1885
[15] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 433.
[16] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 430.
[17] El Serpis: periódico de la mañana: Año VIII Número 2246 - 1885 agosto 2
[18] La Correspondencia de España: diario universal de noticias: Año XXXVI Número 9995 - 1885 agosto 3. Pág. 2.
[19] Esta relación corresponde a las firmas recogidas para el envío de un telegrama a la Reina María Cristina pidiendo el favor real para el mantenimiento de las medidas aislacionistas y que no llegó a mandarse, “en virtud de las seguridades dadas por el Sr. Alcázar, de no alterar las medidas sanitarias establecidas en la poblacion y velar en cuento le sea posible por su más rigurosa observancia”. La Correspondencia de España: diario universal de noticias: Año XXXVI Número 9995 - 1885 agosto 3. Pág. 2
[20] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 9005 - 1885 agosto 4. Pág. 1.
[21] El liberal: órgano democrático de la isla de Menorca: Año 5 Número 1231 Edición - 1885 agosto 6. Pág. 2.
[22] El Serpis: periódico de la mañana: Año VIII Número 2250 - 1885 agosto 7. Pág. 7.
[23] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 436.
[24] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 438.
[25] Crónica Meridional: diario liberal independiente y de intereses generales: Año XXVI Número 7662 - 1885 octubre 6. Pág. 3.
[26] Esta es una de las conclusiones de Manuel Ángel Calvo Calvo en su tesis doctoral El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885.


viernes, 27 de diciembre de 2019

¿Y por qué no apagamos esa farola?



En mayo de este año 2019, Diario de Sevilla, publicaba una noticia con el siguiente titular: “Sevilla es la tercera ciudad española con mayor potencia en iluminación[1] En este artículo se señalaba que “la capital andaluza sigue presentando déficits importantes en el ahorro energético. Así lo demuestra el ranking de la contaminación lumínica en España, publicado por el repositorio científico europeo Zenodo”.  Asimismo, el autor del artículo señalaba:

A ello ha de sumarse la bajada de la potencia, asignatura pendiente en Sevilla. "Estos dos factores cuando se cambian, por regla general, crean una sensación de inseguridad en lugares que antes han estado demasiado iluminados, de ahí que los gobiernos locales sean reacios a modificarlos", añade el investigador, quien abunda en que "para andar por las calles sólo hace falta que esté alumbrado el suelo". 

A finales de este mismo año, el diario digital publico.es, publica un artículo en el que afirma que “el gasto por habitante se sitúa en 114 kilovatios por año, casi el triple que Alemania (48-43) y muy por encima de Francia (90-77), según datos facilitados por el profesor Juan Manuel Blanco en una ponencia dictada en los cursos de verano de la Universidad de la Rioja en 2018[2].

Es decir, que las ciudades españolas en general, y Sevilla entre las capitales en particular, están excesivamente iluminadas, con el consiguiente gasto económico, que además provoca una enorme huella de carbono así como contaminación lumínica.

Una de las soluciones sería reducir el número de farolas que iluminan nuestras calles, un tercio aproximadamente para parecernos a Alemania.

Pero, como recogía Diario de Sevilla, sin duda se produciría una sensación de inseguridad, que  provocaría un levantamiento popular contra dicha reducción, a la que se le acusaría todos y cada unos de los delitos y accidentes que se produjeran en la ciudad.

Por ello, los políticos, gobernantes de lo público en nombre del pueblo, hacen por lo tanto bien en no tomar medidas para reducir el número de farolas.

Posiblemente, en poco tiempo, la opinión pública irá cambiando de opinión, y creo sinceramente que dentro de no muchos años, el rechazo a la reducción de farolas se transformará en exigencia de reducir su número para emitir menos carbono y producir menos contaminación lumínica.

Y el discurso social también es previsible: se acusará a los gobernantes de no haber reducido las farolas por sus relaciones con las compañías eléctricas, sacarán de nuevo a Felipe González de su “armario” de la historia, y se mostrarán indignados: todos son iguales.

Por eso, dado que hagan lo que hagan (tanto lo que quieran los ciudadanos o contra la opinión de los ciudadanos) los gobernantes serán acusados de desalmados y corruptos, ¿por qué no animamos a que nuestro ayuntamiento reduzca un tercio las farolas públicas de la ciudad?.

Por lo menos, ayudaremos a paliar al cambio climático, que no al cambio de la mentalidad popular. Que está visto que es imposible.


sábado, 12 de octubre de 2019

En busca de la ermita de San Onofre de San Jerónimo



Un estudio pormenorizado de las fuentes históricas concluye que la conocida como “hermita de San Onofre” de Sevilla nunca se levantó junto al humilladero de San Jerónimo, y que por ello la denominación de “Templete de San Onofre” utilizado por las Administraciones es un error histórico que debería corregirse[1].
 
Desde que se descubrió en 1914 el humilladero gótico durante el derribo de la conocida como venta del Santo, en el camino de Sevilla a La Rinconada, ha recibido varios nombres. A nivel oficial, templete de San Onofre y de San Jerónimo; a nivel popular el de santo negro, por la escultura de un Sagrado Corazón de Jesús de hierro fundido que se instaló en el lugar donde se erguía originalmente una cruz[2].

Su descubrimiento fue objeto del interés público, como documentó muy bien el periódico sevillano “El Liberal”, ya que sumaba un nuevo humilladero gótico a la ciudad, junto al conocido como “La Cruz del Campo”, en el antiguo camino que unía Sevilla con Alcalá de Guadaíra.

Pero que durante la segunda mitad del siglo XIX su uso como parte de la construcción del ventorrillo hubiera provocado el olvido del mismo, no significa que fuese una construcción desconocida ya que había dejado un rastro significativo en la documentación de su época y luego en compiladores e historiadores de la ciudad, aunque pudiera pensarse que el mismo había sido destruido en algún momento del siglo anterior, tras la exclaustración de 1835 y la posterior desamortización de los bienes conventuales.

Una de las dudas que se suscita es el por qué, desde entonces, ha pasado a conocerse bajo la advocación del anacoreta egipcio. Y esta es la cuestión que primero queremos dilucidar.

Si bien el Decreto 2863, de 27 de agosto, por el que declaran conjuntos y monumentos históricos-artísticos diversas zonas y edificios en la ciudad de Sevilla (publicado en el BOE 220, de 12 de septiembre de 1964) lo describe como “El templete y monasterio de San Jerónimo de Buenavista”, por parte de la Gerencia de Urbanismo de Sevilla y en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía se le denomina “Templete de San Onofre”.

Una explicación la encontramos en la reseña que dedicó José Gestoso en sus “Curiosidades Antiguas Sevillanas”[3], publicadas apenas cuatro años antes de la aparición del humilladero, cuando recoge la siguiente información del año 1480:

En 15 de Mayo de este año presentaron una petición al Cabildo de la ciudad Fr. Alonso de Medina y fr. Alonso de Sevilla para que se les concediese un pedazo de terreno que querían aumentar al que les había dado el virtuoso caballero Luís de Monsalve en el cual iba á ser edificada la ermita de San Onofre «donde está la cruz en el camino que viene de la Rinconada.»

Aquello, sin duda, animó a pensar que el proyecto del siglo XV se había llevado a cabo, y junto al humilladero se había construido realmente la ermita de San Onofre. Pero por los datos históricos esto no parece ser así.

La primera referencia que niega tal posibilidad la encontramos en la magistral obra de Ortiz de Zúñiga[4], cuando publicó en 1667:

La Hermita de San Onofre, poco distante del Hospital de San Laçaro, es antigua, frequentala la deuocion de viudas, que desean segundas bodas, de que lo tienen por abogado, y bastaua a hazerla notable auer tenido algun tiempo por Hermitaños a Ambrosio Mariano, y Juan su compañero, que después en la sagrada descaldez de el Carmen, fueron esclarecidos Fray Ambrosio Mariano de San Benedicto, y Fray Juan de la Miseria. Refierelo assi el Cronista de su reforma.

Es un dato sorprendente el que nos aporta el autor sevillano, ya que, si la ermita de San Onofre hubiera sido levantada junto al humilladero, no tendría sentido afirmar que estaba a poca distancia del hospital de San Lázaro, ya se encontraría más allá del monasterio jerónimo de Buenavista (en las huertas septentrionales del cenobio).

Actualmente, la distancia entre San Lázaro y el templete es de 2.300 metros, que a pie por una buena calzada se tarda alrededor de 25 minutos, y que por un camino rural de aquella época podría suponer más de media hora.

Estos primeros datos nos hacen sospechar que la ermita de San Onofre que era conocida desde el siglo XVI no era la que se había proyectado en el siglo XV.

Otra información más que refuerza la idea que la ermita estaba mucho más cerca de San Lázaro la encontramos en otra fuente importante de la historiografía sevillana. Nos referimos a Félix González de León, quien en sus “Noticias Históricas[5], publicadas en 1839, afirma:

Saliendo de este convento por la puerta del compaz que mira á levante, y sale el camino de herradora de Estremadura y volviendo por él hacia la ciudad, casi en frente de este convento esta la hermita de san Onofre, antigua á par de la que mas lo sea, y en otros tiempos muy frecuentada de las viudas que aspiraban á segundas bodas de que tenia el santo por abogado.

El compás del monasterio estaba situado al norte de la iglesia conventual, y su puerta de levante se corresponde con el arco situado en la calle Marruecos. El camino lógico de salida del complejo monacal para conectar de forma perpendicular con el camino de Extremadura (el que unía Sevilla con La Rinconada) y que corresponde a las actuales avenidas de Doctor Fedriani (entre San Lázaro y la glorieta de los Ferroviarios) y Medina y Galnares (entre esta última y el puente sobre a la Ronda Supernorte), es la actual calle Cataluña hasta la glorieta del Club de Rugby, donde se encuentra la conocida como “iglesia vieja” o parroquial de San Jerónimo.

Siguiendo a González de León, una vez recorrida la calle Cataluña y llegando a la glorieta del Club de Rugby deberíamos girar a la derecha en dirección a Sevilla. Pero el humilladero se encuentra justamente en sentido contrario, a la izquierda, camino de La Rinconada, y además bastante alejado de este punto.

Es decir, que, según este autor, la ermita habría que ubicarla en un punto indeterminado entre San Lázaro y la glorieta del Club de Rugby, aunque lo bastante cerca de esta última para considerarla casi en frente del monasterio de Buenavista.

Por otra parte, Madrazo, un autor del siglo XIX de cuando la ermita de San Onofre seguía en funcionamiento, confirma esta ubicación en su obra “Recuerdos y bellezas de España. Sevilla y Cádiz[6] al escribir:

Ermita de San Onofre, en la misma parroquia que la anterior, entre la puerta de Macarena y el convento de Buenavista.

Pero finalmente, los datos que nos permiten ubicar de forma certera la ubicación de la ermita de San Onofre en San Jerónimo nos lo ofrece Martín García en su artículo “Ferrocarril y Red de Comunicación Agropecuaria. 1850-1900[7], cuando afirma al describir el camino rural que entonces comunicaba Sevilla con La Rinconada:

Empieza en San Lázaro. Pasajes por donde pasa: Cruce ffcc de Córdoba en el Cementerio de San Fernando e izquierda Hermita de San Onofre se dirige a la Rinconada.

La línea ferroviaria Sevilla-Córdoba, hasta la gran reforma de 1992, procedía de San José de la Rinconada en dirección a la estación de Plaza de Armas, y pasaba por la actual avenida de San Jerónimo, que une la glorieta Olímpica y la ronda Supernorte. El punto donde ambos se cruzaban (el camino de hierro y el camino rural) es la actual glorieta de los Ferroviarios, a la espalda del cementerio de San Fernando. Por lo tanto, la ermita se encontraría al oeste (a la izquierda según se va hacia La Rinconada) en las inmediaciones de la glorieta de los Ferroviarios, que corresponde aproximadamente al viario y a los primeros números impares de los primeros números impares de la avenida Medina y Galnares.

Esta ubicación se encuentra a 850 metros de San Lázaro (menos de 10 minutos a pie), lo que es coherente con las fuentes que afirmaban que entre ambos edificios había poca distancia.

Otra fuente que confirma que la ermita de San Onofre de San Jerónimo estaba junto a la línea ferroviaria de Sevilla a Córdoba, gestionada durante décadas por la compañía de ferrocarriles MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), lo encontramos en el proyecto de la línea Mérida-Sevilla diseñado por el ingeniero Víctor Rapín y aprobado por Reales órdenes de, 9 de setiembre de 1862 y 12 de enero de 1863. Este proyecto, que no llegó a ejecutarse, fijaba el enlace de las líneas de Sevilla a Córdoba y de Sevilla a Mérida no en Los Rosales (como finalmente ocurrió) sino que tras pasar “por Cantillana, Villaverde y Alcalá del Rio (donde pasa el Guadalquivir) y por la Rinconada llega á Sevilla en las inmediaciones de la ermita de San Onofre.”[8].

De haberse ejecutado este proyecto, la línea habría unido San Jerónimo con La Rinconada, y convertido al barrio en un nudo ferroviario más importante, ya que en vez de dos líneas ferroviarias se habría convertido en el empalme de tres, aunque a costa de haber visto la actual avenida Medina y Galnares cruzada por una línea ferroviaria.

Descripción física de la ermita de San Onofre

Pocas son las fuentes que hemos encontrado que contengan descripciones del edificio de la ermita de San Onofre y sus enseres, pero existen algunas que nos permiten hacernos una idea sobre la misma.

Sabemos que la ermita se construyó a finales del siglo XV, pero que en todo caso para el siglo XVI ya estaba completamente operativa. Eso significa que su sencillo estilo tenía que incluir elementos gótico-mudéjar propios de las construcciones de aquellos días.

Arana de Varflora[9], autor sevillano del siglo XVIII, incluyó a nuestra ermita en la relación de

Algunos de los antiguos hospitales han quedado reducidos á Hermitas ó Capillas, y deben tener lugar en la narracion de estas, que es la siguiente.

[…]

San Onofre extramuros de la Ciudad no lexos de S. Lazaro, perteneció á los texedores de Sedas.

En 1588 llegaron a ser tan numerosos los hospitales en la ciudad de Sevilla, “que fue preciso de reducirlos á pocos, y asi se efectuó […] quedando reducidos a dos, que fueron el del Amor de Dios, en la collacion de San Andres, y el de Santa Catalina de los Desemparados[10].

Ello significa que por lo tanto San Onofre no era solo un templo aislado, sino que formaba parte de un edificio más amplio, con dormitorios y dependencias como cocinas y almacenes, lo suficientemente amplio como para acoger enfermos.

Además, se trataba de un eremitorio que acogió al menos a los citados Ambrosio Mariano de San Benedicto y Fray Juan de la Miseria, lo que refuerza la idea de que San Onofre se asemejaba más a un pequeño cenobio que a una capillita rural.

Hacia 1844, el aspecto de la ermita era, en palabras de Félix González de León,

no es mas que una sala junto á una venta con un pobre altar, en que se venera al Santo anacoreta[11]

González de León nos ofrece además de una descripción de la propia ermita un dato muy significativo, y es que el antiguo edificio del hospital había trasmutado en venta del camino de La Rinconada, que existió al menos hasta finales del siglo XIX[12].

De hecho, durante la epidemia de 1860 el ayuntamiento utilizó el edificio de la ermita de San Onofre para la cuarentena de vecinos de la ciudad[13].

El popular Diccionario de Madoz[14] es uno de los pocos que realiza una descripción de la misma:

Ermita de San Onofre: situada extramuros de la c., frente al ex – monast. de San Gerónimo. Es demasiado pobre y reducida: tiene solo un altar en que se venera el santo anacoreta.

Al parecer, junto al Santo Patrón, existió en dicha ermita una talla de la virgen del Consuelo, del siglo XVI, de cierto mérito, según publicó el presbítero Serrano y Ortega, en su obra “Noticia Histórico-Artística de la Sagrada Imagen de Jesús Nazareno[15].

Algunos hechos históricos vinculados a la ermita de San Onofre

Es cierto que el esplendor del monasterio de Buenavista y su riquísima historia empalidece la relevancia de la cercana ermita, que la tuvo, y mucho. No por sus riquezas, sino por la calidad de los eremitas que estuvieron a su sombra y la devoción que entre las viudas casaderas despertaba.

En relación a los primeros, destacan de Fray Ambrosio Mariano de San Benedicto y Fray Juan de la Miseria, referidos por Ortiz de Zúñiga.

Mariano Azzaro de Clementis, que adoptó el nombre de Fray Ambrosio Mariano de San Benito cuando ingresó en la Orden de los Carmelitas Descalzos, había nacido en Bitonto (Italia) en 1510 y murió en Madrid en 1594. Santa Teresa dijo de él: “Era de nación italiana, doctor, y de muy gran ingenio y habilidad[16].

Condiscípulo del que sería el papa Gregorio XIII, era un experto en matemáticas e ingeniería, doctor en Derecho y algunos creen que también en Teología. Estuvo al servicio de los reyes de Polonia y de Felipe II, quien lo mandó a Andalucía para convertir en navegable el Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla.

Estando en Andalucía, conoció en el desierto del Tardón (Córdoba) al célebre ermitaño, Mateo de la Fuente (1524-1575), observando la Regla de San Basilio. Allí conoció a otro italiano, Juan Narduch, que adoptó el nombre de Fray Juan de la Miseria al ingresar igualmente en la Orden de los Carmelitas Descalzos con “la convicción profunda de que era una vil y miserable criatura, indigna de que los demás le tuviesen consideración alguna”.

Juan Narduch[17] nació en Casarciprán, Nápoles, en 1526 y falleció en Madrid en 1616. Calificado de personaje original, inquieto, “de condición errátil”, inocente, era hijo de un cardador, aprendió pintura asistiendo al taller del maestro madrileño Sánchez Coello y llegó a pintar un retrato al natural de Santa Teresa, que se vio tan mal retratada que le dijo “Dios te lo perdone, fray Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa”. El retrato se conserva en las Carmelitas descalzas de Sevilla.

Trasladados ambos a Sevilla, se convirtieron en eremitas en la de San Onofre, pero su estancia en ella no fue muy larga, ya que, al comenzar a acudir gente a la ermita atraídos por la santidad de ambos religiosos, cosa que a Fray Juan de la Miseria no le gustaba nada, un buen día éste decidió abandonar Sevilla y sin decir nada a su compañero ermitaño Fray Ambrosio Mariano de San Benito, volvió a su retiro cerca de Jaén.

Más tarde, Fray Ambrosio Mariano de San Benito abandonó la ermita de San Onofre, llamado por el rey Felipe II a la Corte en Madrid.

Respecto a la devoción de las viudas casaderas, no solo lo refiere Ortiz de Zúñiga en el siglo XVII, sino que la misma continuó hasta el siglo XIX, al punto que según recoge Madrazo, en la obra referida anteriormente, que

El inglés Standish[18] añade como de pública opinion y fama, que ninguna santo lograba en Sevilla mas oraciones que San Onofre.

La ermita de San Onofre fue también protagonista de otro hecho, mucho más trágico, al convertirte en uno de los primeros cementerios extramuros de la ciudad, mucho antes de la fundación del cementerio de San Fernando.

En palabras de Hazaña[19]la epidemia de 1800 que arrebató la vida a más de treinta mil habitantes. Fue este hecho causa de que se prohibieran los enterramientos en las iglesias y se establecieran cementerios provisionales”.  Por su parte, Matute y Gaviria lo cuenta así en su obra “Anales Eclesiásticos y Seculares”[20]:

La repugnancia que siempre han manifestado los sevillanos á los cementerios se adormeció en la presente calamidad; mas no por eso dejaron algunos de solicitar que sus cadáveres fuesen sepultados en las iglesias, lo que conseguían á mucha costa, que se aumentaba por falta de sepultureros, pues habían muerto algunos. Los perjuicios que de esta indiscreta piedad podían temerse eran bien manifiestos; así que el excelentísimo Arzobispo, invitado por la Junta de Sanidad, no sólo prohibió que dentro de la ciudad se hiciesen enterramientos, sino que dió orden para que se estableciesen con la debida ritualidad cementerios generales, como se verificó abriendo uno muy capaz el 11 de Setiembre detrás de la ermita de San Sebastian, y otro el 15, inmediato á la de San Onofre, en la Calzada de la Macarena, á los cuales conducían todos los cadáveres de la ciudad; con cuya providencia se cerró el del Perneo, demasiado cercano á sus murallas para causar recelos. Después se establecieron carros ó chirriones, en que se conducían los muertos desde los puntos que se señalaron fuera de poblado para su depósito.

El de San Onofre dejó de utilizarse tras la finalización de la epidemia, aunque el de San Sebastián continuó en uso hasta la creación del de San Fernando en la década de los años 50 del siglo XIX.

Por lo tanto, podemos deducir que el día que se excave en las inmediaciones de la misma aparecerán dichos enterramientos.

Hipótesis sobre el fin de la ermita de San Onofre

La puesta en servicio de la línea ferroviaria de Sevilla a Córdoba en 1859, supuso un cambio fundamental para el entorno del antiguo monasterio jerónimo de Buenavista. En las numerosas huertas comenzaron a levantarse instalaciones fabriles, aprovechando las facilidades ofrecidas por la línea férrea. El pequeño núcleo que se había ido desarrollando alrededor del antiguo complejo monacal fue extendiéndose, para atender las necesidades de las familias de los obreros de dichas industrias.

No parece ser que la ermita de San Onofre fuese utilizada para atender espiritualmente al nuevo barrio de San Jerónimo, ya que a partir de la década de los años 70 del siglo XIX dejamos de tener noticias suyas.

De hecho, presbítero Manuel Serrano y Ortega incluye a la ermita de San Onofre en una relación de iglesias que para 1893 se encontraban cerradas al culto o destruidas[21].

En clara decadencia a lo largo ese siglo, su suerte quedaría pareja a la venta aneja de la que pasaría a formar parte, y finalmente el edificio sería absorbido por el núcleo urbano que se estaba expandiendo a partir del ex monasterio jerónimo de Buenavista.



[1] La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla da por buena esta versión y la utiliza en sus documentos oficiales, como en la ficha del Sagrado Corazón de Jesús del Diagnóstico de los Monumentos Públicos de la Ciudad de Sevilla al afirmar: La figura del Sagrado Corazón sustituye una cruz pétrea que se ubicaba en el Templete de San Onofre, una construcción del siglo XV. Fue colocada en 1913 a causa del derribo de la ermita de San Onofre que se localizaba anexa. Durante la Guerra Civil sufrió importantes daños. Más tarde fue expoliada y reencontrada en la iglesia de San Jerónimo.
[2] A pesar de todo lo escrito, originalmente en el humilladero de San Jerónimo no se mostraba ninguna imagen, sino una cruz. Esto queda meridianamente claro de acuerdo con la referencia de José Gestoso de la noticia de 1480, «donde está la cruz en el camino que viene de la Rinconada.» Gestoso y Pérez, José. Curiosidades Antiguas Sevillanas (Serie Segunda). En la oficina del periódico El Correo de Andalucía. Sevilla, 1910. Pág. 294.
[3] Gestoso y Pérez, José. Curiosidades Antiguas Sevillanas (Serie Segunda). En la oficina del periódico El Correo de Andalucía. Sevilla, 1910. Pág. 294.
[4] Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales Eclesiasticos y Secvlares de la Mvy Nombre, y Mvy Leal Civdad de Sevilla, metrópoli de la Andalvzia. Sevilla, 1677.
[5] González de León, Félix. Noticia Historica del origen de los nombres de las calles de esta MNMLYMH ciudad de Sevilla. Sevilla, 1839. Pág. 496-497.
[6] Madrazo, Pedro de. Recuerdos y Bellezas de España. Sevilla y Cádiz. Madrid, 1856. Pág. 463.
[7] Antonio Martín García. Ferrocarril y Red de Comunicación Agropecuaria. Sevilla, 1850-1900. Pág. 8. V Congreso de Historia Ferroviaria. Palma de Mallorca, 14-16 de octubre de 2009.
[8] Proyecto y Memoria descriptiva del ferro-carril de Mérida á Sevilla, por Don Víctor Rapin, ingeniero de la construcción del camino de hierro de Córdoba á Sevilla.— 1851 .—Aprobado por Reales órdenes de, 9 de Setiembre de 1862 y 12 de Enero de 1863. (http://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/2018/09/el-tren-en-guadalcanal-del-siglo-xix-la.html) Consultado el 10/10/2019.
[9] Arana de Varflora, Fermín. Compendio histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla Metropoli de Andalucia. Formabalo Don Fermin Arana de Varflora, natural y vecino de dicha Ciudad. Corregido, y añadido por su Autor. Parte primera. Con licencia: En la Oficina de Vazquez, Hidalgo y Compañía. Sevilla, 1789. Pág. 72.
[10] Arana de Varflora, Fermín. Compendio histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla Metropoli de Andalucia. Formabalo Don Fermin Arana de Varflora, natural y vecino de dicha Ciudad. Corregido, y añadido por su Autor. Parte primera. Con licencia: En la Oficina de Vazquez, Hidalgo y Compañía. Sevilla, 1789. Pág. 65.
[11] González de León, Félix. NOTICIA ARTÍSTICA, Histórica y Curiosa, de todos los edificios públicos, sagrados y  profanos de esta muy Nombre, Muy Leal, Muy Heroica e Invita Ciudad de Sevilla. Tomo I. Imprenta de D. José Hidalgo y Compañía. Sevilla, 1844. Pág. 247.
[12] Manuel Gómez Zarzuela. Guía de Sevilla y su provincia para 1878. Año XIV. Sevilla, 1878. Pág. 260.
[13]93 1860 Memoria de los gastos invertidos ensacar de dos casas de la calle de Torres á veinte personas que se condugeron de cuarentena á S. Lázaro y á la hermita de san Onofre”. Archivo Municipal de Sevilla. Archivo General. Sección 2ª. Archivo de Contaduría. Imprenta y litografía de El Porvenir, calle de las Sierpes, 4 Tercero. Sevilla, 1860.
[14] Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo XIV. Madrid, 1849. Pág. 332.
[15] Buen número de imágenes consérvanse en nuestros templos pertenecientes al siglo XVI, y las que serian ejecutadas indudablemente por los maestros que hemos mencionado de esta centuria. Merecen recordarse […] la del Consuelo, de la ermita de San Onofre...”. Serrano y Ortega, Manuel. Noticia Histórico-Artística de la Sagrada Imagen de Jesús Nazareno que con el título del Gran Poder se venera en su capilla del templo de San Lorenzo de esta ciudad por el presbítero D. Manuel Serrano y Ortega, Ldo. en Derecho Civil y Canónico. Sevilla, 1898. Pág. 56-57.
[16] Todos los datos sobre la vida de Fray Ambrosio Mariano de San Benito (o Benedictino) los hemos extraído de la web de la Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/biografias/19482/mariano-azzaro-de-clementis). Consultado el 10/10/2019.
[17] Todos los datos sobre la vida de Fray Juan de la Miseria los hemos extraído de la web de la Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/biografias/17351/juan-narduch). Consultado el 10/10/2019.
[18] Frank Hall Standish era, en palabras de Álvaro Pastor Torres, un “extravagante inglés, millonario, viajero empedernido, coleccionista de arte y buen bibliófilo” que vivió durante el primer tercio del siglo XIX en la calle Sierpes de Sevilla. Propiedades, rentas y tributos del Monasterio sevillano de San Jerónimo de Buenavista en vísperas de la desamortización”, La orden de San Jerónimo y sus monasterios : actas del simposium (II), 1/5-IX-1999 / coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Vol. 2, 1999, ISBN 84-89942-20-X, pág. 980.
[19] Hazañas y la Rúa, Joaquín. Historia de Sevilla. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Sevilla. Sevilla, 1974. Pág. 193.
[20] Matute y Gaviria, Justino. Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla, Metrópolis de la Andalucía. Imp. de E. Rasco, Bustos Tavera 1°. Sevilla, 1887. Pág. 274.
[21] Serrano y Ortega, Manuel. Glorias Sevillanas. Noticias Histórica de la devoción y culto que la Muy  Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María desde los Tiempos de la antigüedad hasta la presente época por el presbítero don Manuel Serrano y Ortega. Imp. de E. Rasco, Bustos Tavera 1. Sevilla, 1893. Pág. 235