Un estudio
pormenorizado de las fuentes históricas concluye que la conocida como “hermita
de San Onofre” de Sevilla nunca se levantó junto al humilladero de San
Jerónimo, y que por ello la denominación de “Templete de San Onofre” utilizado
por las Administraciones es un error histórico que debería corregirse[1].
Desde
que se descubrió en 1914 el humilladero gótico durante el derribo de la
conocida como venta del Santo, en el camino de Sevilla a La Rinconada, ha
recibido varios nombres. A nivel oficial, templete de San Onofre y de San
Jerónimo; a nivel popular el de santo negro, por la escultura de un Sagrado
Corazón de Jesús de hierro fundido que se instaló en el lugar donde se erguía
originalmente una cruz[2].
Su
descubrimiento fue objeto del interés
público, como documentó muy bien el periódico sevillano “El Liberal”, ya que
sumaba un nuevo humilladero gótico a la ciudad, junto al conocido como “La Cruz
del Campo”, en el antiguo camino que unía Sevilla con Alcalá de Guadaíra.
Pero
que durante la segunda mitad del siglo XIX su uso como parte de la construcción
del ventorrillo hubiera provocado el olvido del mismo, no significa que fuese
una construcción desconocida ya que había dejado un rastro significativo en la
documentación de su época y luego en compiladores e historiadores de la ciudad,
aunque pudiera pensarse que el mismo había sido destruido en algún momento del
siglo anterior, tras la exclaustración de 1835 y la posterior desamortización
de los bienes conventuales.
Una
de las dudas que se suscita es el por qué, desde entonces, ha pasado a
conocerse bajo la advocación del anacoreta egipcio. Y esta es la cuestión que primero
queremos dilucidar.
Si
bien el Decreto 2863, de 27 de agosto, por el que declaran conjuntos y
monumentos históricos-artísticos diversas zonas y edificios en la ciudad de
Sevilla (publicado en el BOE 220, de 12 de septiembre de 1964) lo describe como
“El templete y monasterio de San Jerónimo de Buenavista”, por parte de la Gerencia
de Urbanismo de Sevilla y en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de
Andalucía se le denomina “Templete de San Onofre”.
Una
explicación la encontramos en la reseña que dedicó José Gestoso en sus
“Curiosidades Antiguas Sevillanas”[3],
publicadas apenas cuatro años antes de la aparición del humilladero, cuando
recoge la siguiente información del año 1480:
En 15 de Mayo de
este año presentaron una petición al Cabildo de la ciudad Fr. Alonso de Medina
y fr. Alonso de Sevilla para que se les concediese un pedazo de terreno que
querían aumentar al que les había dado el virtuoso caballero Luís de Monsalve
en el cual iba á ser edificada la ermita de San Onofre «donde está la cruz en
el camino que viene de la Rinconada.»
Aquello,
sin duda, animó a pensar que el proyecto del siglo XV se había llevado a cabo,
y junto al humilladero se había construido realmente la ermita de San Onofre.
Pero por los datos históricos esto no parece ser así.
La
primera referencia que niega tal posibilidad la encontramos en la magistral
obra de Ortiz de Zúñiga[4],
cuando publicó en 1667:
La
Hermita de San Onofre, poco distante del Hospital de San Laçaro, es antigua,
frequentala la deuocion de viudas, que desean segundas bodas, de que lo tienen
por abogado, y bastaua a hazerla notable auer tenido algun tiempo por
Hermitaños a Ambrosio Mariano, y Juan su compañero, que después en la sagrada
descaldez de el Carmen, fueron esclarecidos Fray Ambrosio Mariano de San
Benedicto, y Fray Juan de la Miseria. Refierelo assi el Cronista de su reforma.
Es
un dato sorprendente el que nos aporta el autor sevillano, ya que, si la ermita
de San Onofre hubiera sido levantada junto al humilladero, no tendría sentido
afirmar que estaba a poca distancia del hospital de San Lázaro, ya se encontraría
más allá del monasterio jerónimo de Buenavista (en las huertas septentrionales del
cenobio).
Actualmente,
la distancia entre San Lázaro y el templete es de 2.300 metros, que a pie por
una buena calzada se tarda alrededor de 25 minutos, y que por un camino rural de
aquella época podría suponer más de media hora.
Estos
primeros datos nos hacen sospechar que la ermita de San Onofre que era conocida
desde el siglo XVI no era la que se había proyectado en el siglo XV.
Otra
información más que refuerza la idea que la ermita estaba mucho más cerca de
San Lázaro la encontramos en otra fuente importante de la historiografía
sevillana. Nos referimos a Félix González de León, quien en sus “Noticias Históricas”[5],
publicadas en 1839, afirma:
Saliendo
de este convento por la puerta del compaz que mira á levante, y sale el camino
de herradora de Estremadura y volviendo por él hacia la ciudad, casi en frente
de este convento esta la hermita de san Onofre, antigua á par de la que mas lo
sea, y en otros tiempos muy frecuentada de las viudas que aspiraban á segundas
bodas de que tenia el santo por abogado.
El
compás del monasterio estaba situado al norte de la iglesia conventual, y su
puerta de levante se corresponde con el arco situado en la calle Marruecos. El
camino lógico de salida del complejo monacal para conectar de forma
perpendicular con el camino de Extremadura (el que unía Sevilla con La
Rinconada) y que corresponde a las actuales avenidas de Doctor Fedriani (entre
San Lázaro y la glorieta de los Ferroviarios) y Medina y Galnares (entre esta
última y el puente sobre a la Ronda Supernorte), es la actual calle Cataluña
hasta la glorieta del Club de Rugby, donde se encuentra la conocida como
“iglesia vieja” o parroquial de San Jerónimo.
Siguiendo
a González de León, una vez recorrida la calle Cataluña y llegando a la
glorieta del Club de Rugby deberíamos girar a la derecha en dirección a
Sevilla. Pero el humilladero se encuentra justamente en sentido contrario, a la
izquierda, camino de La Rinconada, y además bastante alejado de este punto.
Es
decir, que, según este autor, la ermita habría que ubicarla en un punto
indeterminado entre San Lázaro y la glorieta del Club de Rugby, aunque lo
bastante cerca de esta última para considerarla casi en frente del monasterio de Buenavista.
Por otra parte, Madrazo, un autor del siglo XIX de cuando la
ermita de San Onofre seguía en funcionamiento, confirma esta ubicación en su
obra “Recuerdos y bellezas de España.
Sevilla y Cádiz”[6]
al escribir:
Ermita de San
Onofre, en la misma parroquia que la anterior, entre la puerta de Macarena y el
convento de Buenavista.
Pero
finalmente, los datos que nos permiten ubicar de forma certera la ubicación de
la ermita de San Onofre en San Jerónimo nos lo ofrece Martín García en su
artículo “Ferrocarril y Red de
Comunicación Agropecuaria. 1850-1900”[7],
cuando afirma al describir el camino rural que entonces comunicaba Sevilla con
La Rinconada:
Empieza en San
Lázaro. Pasajes por donde pasa: Cruce ffcc de Córdoba en el Cementerio de San
Fernando e izquierda Hermita de San Onofre se dirige a la Rinconada.
La
línea ferroviaria Sevilla-Córdoba, hasta la gran reforma de 1992, procedía de
San José de la Rinconada en dirección a la estación de Plaza de Armas, y pasaba
por la actual avenida de San Jerónimo, que une la glorieta Olímpica y la ronda
Supernorte. El punto donde ambos se cruzaban (el camino de hierro y el camino
rural) es la actual glorieta de los Ferroviarios, a la espalda del cementerio
de San Fernando. Por lo tanto, la ermita se encontraría al oeste (a la
izquierda según se va hacia La Rinconada) en las inmediaciones de la glorieta
de los Ferroviarios, que corresponde aproximadamente al viario y a los primeros
números impares de los primeros números impares de la avenida Medina y Galnares.
Esta
ubicación se encuentra a 850 metros de San Lázaro (menos de 10 minutos a pie), lo
que es coherente con las fuentes que afirmaban que entre ambos edificios había
poca distancia.
Otra
fuente que confirma que la ermita de San Onofre de San Jerónimo estaba junto a
la línea ferroviaria de Sevilla a Córdoba, gestionada durante décadas por la
compañía de ferrocarriles MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), lo encontramos en el
proyecto de la línea Mérida-Sevilla diseñado por el ingeniero Víctor Rapín y
aprobado por Reales órdenes de, 9 de setiembre de 1862 y 12 de enero de
1863. Este proyecto, que no llegó a ejecutarse, fijaba el enlace de las
líneas de Sevilla a Córdoba y de Sevilla a Mérida no en Los Rosales (como
finalmente ocurrió) sino que tras pasar “por
Cantillana, Villaverde y Alcalá del Rio (donde pasa el Guadalquivir) y por la
Rinconada llega á Sevilla en las inmediaciones de la ermita de San Onofre.”[8].
De
haberse ejecutado este proyecto, la línea habría unido San Jerónimo con La
Rinconada, y convertido al barrio en un nudo ferroviario más importante, ya que
en vez de dos líneas ferroviarias se habría convertido en el empalme de tres,
aunque a costa de haber visto la actual avenida Medina y Galnares cruzada por
una línea ferroviaria.
Descripción física
de la ermita de San Onofre
Pocas
son las fuentes que hemos encontrado que contengan descripciones del edificio
de la ermita de San Onofre y sus enseres, pero existen algunas que nos permiten
hacernos una idea sobre la misma.
Sabemos
que la ermita se construyó a finales del siglo XV, pero que en todo caso para
el siglo XVI ya estaba completamente operativa. Eso significa que su sencillo
estilo tenía que incluir elementos gótico-mudéjar propios de las construcciones
de aquellos días.
Arana
de Varflora[9],
autor sevillano del siglo XVIII, incluyó a nuestra ermita en la relación de
Algunos
de los antiguos hospitales han quedado reducidos á Hermitas ó Capillas, y deben
tener lugar en la narracion de estas, que es la siguiente.
[…]
San
Onofre extramuros de la Ciudad no lexos de S. Lazaro, perteneció á los
texedores de Sedas.
En
1588 llegaron a ser tan numerosos los hospitales en la ciudad de Sevilla, “que fue preciso de reducirlos á pocos, y asi
se efectuó […] quedando reducidos a dos, que fueron el del Amor de Dios, en la
collacion de San Andres, y el de Santa Catalina de los Desemparados”[10].
Ello
significa que por lo tanto San Onofre no era solo un templo aislado, sino que formaba
parte de un edificio más amplio, con dormitorios y dependencias como cocinas y
almacenes, lo suficientemente amplio como para acoger enfermos.
Además,
se trataba de un eremitorio que acogió al menos a los citados Ambrosio Mariano de San Benedicto y Fray Juan de la
Miseria, lo que refuerza la idea de que San Onofre se asemejaba más a un pequeño
cenobio que a una capillita rural.
Hacia 1844, el aspecto de la ermita era, en palabras de Félix
González de León,
no es mas que una
sala junto á una venta con un pobre altar, en que se venera al Santo anacoreta[11]
González de León nos ofrece además de una descripción de la
propia ermita un dato muy significativo, y es que el antiguo edificio del
hospital había trasmutado en venta del camino de La Rinconada, que existió al
menos hasta finales del siglo XIX[12].
De hecho, durante la epidemia de 1860 el ayuntamiento
utilizó el edificio de la ermita de San Onofre para la cuarentena de vecinos de
la ciudad[13].
El
popular Diccionario de Madoz[14]
es uno de los pocos que realiza una descripción de la misma:
Ermita de San
Onofre: situada extramuros de la c., frente al ex – monast. de San Gerónimo. Es
demasiado pobre y reducida: tiene solo un altar en que se venera el santo
anacoreta.
Al
parecer, junto al Santo Patrón, existió en dicha ermita una talla de la virgen
del Consuelo, del siglo XVI, de cierto mérito, según publicó el presbítero
Serrano y Ortega, en su obra “Noticia
Histórico-Artística de la Sagrada Imagen de Jesús Nazareno”[15].
Algunos hechos
históricos vinculados a la ermita de San Onofre
Es
cierto que el esplendor del monasterio de Buenavista y su riquísima historia
empalidece la relevancia de la cercana ermita, que la tuvo, y mucho. No por sus
riquezas, sino por la calidad de los eremitas que estuvieron a su sombra y la
devoción que entre las viudas casaderas despertaba.
En
relación a los primeros, destacan de Fray
Ambrosio Mariano de San Benedicto y Fray Juan de la Miseria, referidos por
Ortiz de Zúñiga.
Mariano
Azzaro de Clementis, que adoptó el nombre de Fray Ambrosio Mariano de San Benito
cuando ingresó en la Orden de los Carmelitas Descalzos, había nacido en Bitonto
(Italia) en 1510 y murió en Madrid en 1594. Santa Teresa dijo de él: “Era de nación italiana, doctor, y de muy
gran ingenio y habilidad”[16].
Condiscípulo
del que sería el papa Gregorio XIII, era un experto en matemáticas e
ingeniería, doctor en Derecho y algunos creen que también en Teología. Estuvo
al servicio de los reyes de Polonia y de Felipe II, quien lo mandó a Andalucía
para convertir en navegable el Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla.
Estando
en Andalucía, conoció en el desierto del Tardón (Córdoba) al célebre ermitaño,
Mateo de la Fuente (1524-1575), observando la Regla de San Basilio. Allí conoció
a otro italiano, Juan Narduch, que adoptó el nombre de Fray Juan de la Miseria
al ingresar igualmente en la Orden de los Carmelitas Descalzos con “la convicción profunda de que era una vil y
miserable criatura, indigna de que los demás le tuviesen consideración alguna”.
Juan
Narduch[17]
nació en Casarciprán, Nápoles, en 1526 y falleció en Madrid en 1616. Calificado
de personaje original, inquieto, “de condición errátil”, inocente, era hijo de
un cardador, aprendió pintura asistiendo al taller del maestro madrileño
Sánchez Coello y llegó a pintar un retrato al natural de Santa Teresa, que se
vio tan mal retratada que le dijo “Dios
te lo perdone, fray Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa”.
El retrato se conserva en las Carmelitas descalzas de Sevilla.
Trasladados
ambos a Sevilla, se convirtieron en eremitas en la de San Onofre, pero su
estancia en ella no fue muy larga, ya que, al comenzar a acudir gente a la
ermita atraídos por la santidad de ambos religiosos, cosa que a Fray Juan de la
Miseria no le gustaba nada, un buen día éste decidió abandonar Sevilla y sin
decir nada a su compañero ermitaño Fray Ambrosio Mariano de San Benito, volvió
a su retiro cerca de Jaén.
Más
tarde, Fray Ambrosio Mariano de San Benito abandonó la ermita de San Onofre,
llamado por el rey Felipe II a la Corte en Madrid.
Respecto a la devoción de las viudas casaderas, no solo lo
refiere Ortiz de Zúñiga en el siglo XVII, sino que la misma continuó hasta el
siglo XIX, al punto que según recoge Madrazo, en la obra referida
anteriormente, que
El inglés Standish[18]
añade como de pública opinion y fama, que ninguna santo lograba en Sevilla mas
oraciones que San Onofre.
La ermita de San Onofre fue también protagonista de otro
hecho, mucho más trágico, al convertirte en uno de los primeros cementerios
extramuros de la ciudad, mucho antes de la fundación del cementerio de San
Fernando.
En palabras de Hazaña[19]
“la epidemia de 1800 que arrebató la vida
a más de treinta mil habitantes. Fue este hecho causa de que se prohibieran los
enterramientos en las iglesias y se establecieran cementerios provisionales”. Por su parte, Matute y Gaviria lo cuenta así en su obra “Anales Eclesiásticos y
Seculares”[20]:
La repugnancia que
siempre han manifestado los sevillanos á los cementerios se adormeció en la
presente calamidad; mas no por eso dejaron algunos de solicitar que sus
cadáveres fuesen sepultados en las iglesias, lo que conseguían á mucha costa,
que se aumentaba por falta de sepultureros, pues habían muerto algunos. Los
perjuicios que de esta indiscreta piedad podían temerse eran bien manifiestos;
así que el excelentísimo Arzobispo, invitado por la Junta de Sanidad, no sólo
prohibió que dentro de la ciudad se hiciesen enterramientos, sino que dió orden
para que se estableciesen con la debida ritualidad cementerios generales, como
se verificó abriendo uno muy capaz el 11 de Setiembre detrás de la ermita de
San Sebastian, y otro el 15, inmediato á la de San Onofre, en la Calzada de la
Macarena, á los cuales conducían todos los cadáveres de la ciudad; con cuya
providencia se cerró el del Perneo, demasiado cercano á sus murallas para
causar recelos. Después se establecieron carros ó chirriones, en que se
conducían los muertos desde los puntos que se señalaron fuera de poblado para
su depósito.
El de San Onofre dejó de utilizarse tras la finalización de la
epidemia, aunque el de San Sebastián continuó en uso hasta la creación del de
San Fernando en la década de los años 50 del siglo XIX.
Por lo tanto, podemos deducir que el día que se excave en las
inmediaciones de la misma aparecerán dichos enterramientos.
Hipótesis sobre el
fin de la ermita de San Onofre
La
puesta en servicio de la línea ferroviaria de Sevilla a Córdoba en 1859, supuso
un cambio fundamental para el entorno del antiguo monasterio jerónimo de
Buenavista. En las numerosas huertas comenzaron a levantarse instalaciones
fabriles, aprovechando las facilidades ofrecidas por la línea férrea. El
pequeño núcleo que se había ido desarrollando alrededor del antiguo complejo
monacal fue extendiéndose, para atender las necesidades de las familias de los
obreros de dichas industrias.
No
parece ser que la ermita de San Onofre fuese utilizada para atender
espiritualmente al nuevo barrio de San Jerónimo, ya que a partir de la década
de los años 70 del siglo XIX dejamos de tener noticias suyas.
De
hecho, presbítero Manuel Serrano y Ortega incluye a la ermita de San Onofre en
una relación de iglesias que para 1893 se encontraban cerradas al culto o
destruidas[21].
En
clara decadencia a lo largo ese siglo, su suerte quedaría pareja a la venta
aneja de la que pasaría a formar parte, y finalmente el edificio sería
absorbido por el núcleo urbano que se estaba expandiendo a partir del ex
monasterio jerónimo de Buenavista.
[1] La Gerencia de
Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla da por buena esta versión y la utiliza en
sus documentos oficiales, como en la ficha del Sagrado Corazón de Jesús del
Diagnóstico de los Monumentos Públicos de la Ciudad de Sevilla al afirmar: La
figura del Sagrado Corazón sustituye una cruz pétrea que se ubicaba en el
Templete de San Onofre, una construcción del siglo XV. Fue colocada en 1913 a
causa del derribo de la ermita de San Onofre que se localizaba anexa. Durante
la Guerra Civil sufrió importantes daños. Más tarde fue expoliada y
reencontrada en la iglesia de San Jerónimo.
[2] A pesar de todo lo
escrito, originalmente en el humilladero de San Jerónimo no se mostraba ninguna
imagen, sino una cruz. Esto queda meridianamente claro de acuerdo con la
referencia de José Gestoso de la noticia de 1480, «donde está la cruz en el camino que viene de la Rinconada.» Gestoso
y Pérez, José. Curiosidades Antiguas
Sevillanas (Serie Segunda). En la oficina del periódico El Correo de Andalucía.
Sevilla, 1910. Pág. 294.
[3] Gestoso y Pérez, José. Curiosidades Antiguas Sevillanas (Serie
Segunda). En la oficina del periódico El Correo de Andalucía. Sevilla,
1910. Pág. 294.
[4] Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales Eclesiasticos y Secvlares de la Mvy Nombre, y Mvy
Leal Civdad de Sevilla, metrópoli de la Andalvzia.
Sevilla, 1677.
[5] González de León, Félix. Noticia
Historica del origen de los nombres de las calles de esta MNMLYMH ciudad de
Sevilla. Sevilla, 1839. Pág. 496-497.
[6] Madrazo, Pedro de. Recuerdos y Bellezas de España. Sevilla y
Cádiz. Madrid, 1856. Pág. 463.
[7] Antonio Martín García. Ferrocarril y Red de Comunicación Agropecuaria.
Sevilla, 1850-1900. Pág. 8. V Congreso de Historia Ferroviaria. Palma de
Mallorca, 14-16 de octubre de 2009.
[8] “Proyecto
y Memoria descriptiva del ferro-carril de Mérida á Sevilla, por Don Víctor Rapin,
ingeniero de la construcción del camino de hierro de Córdoba á Sevilla.— 1851
.—Aprobado por Reales órdenes de, 9 de Setiembre de 1862 y 12 de Enero de 1863”. (http://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/2018/09/el-tren-en-guadalcanal-del-siglo-xix-la.html) Consultado
el 10/10/2019.
[9] Arana de Varflora, Fermín. Compendio
histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla Metropoli de
Andalucia. Formabalo Don Fermin Arana de Varflora, natural y vecino de dicha
Ciudad. Corregido, y añadido por su Autor. Parte primera. Con licencia: En la
Oficina de Vazquez, Hidalgo y Compañía.
Sevilla, 1789. Pág. 72.
[10] Arana de Varflora,
Fermín. Compendio
histórico descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla Metropoli de
Andalucia. Formabalo Don Fermin Arana de Varflora, natural y vecino de dicha
Ciudad. Corregido, y añadido por su Autor. Parte primera. Con licencia: En la
Oficina de Vazquez, Hidalgo y Compañía.
Sevilla, 1789. Pág. 65.
[11]
González de
León, Félix. NOTICIA ARTÍSTICA, Histórica y Curiosa, de todos los edificios públicos,
sagrados y profanos de esta muy Nombre,
Muy Leal, Muy Heroica e Invita Ciudad de Sevilla. Tomo I. Imprenta de D. José Hidalgo y Compañía.
Sevilla, 1844. Pág. 247.
[12] Manuel Gómez Zarzuela. Guía de Sevilla y su provincia para 1878.
Año XIV. Sevilla, 1878. Pág. 260.
[13] “93
1860 Memoria de los gastos invertidos ensacar de dos casas de la calle de
Torres á veinte personas que se condugeron de cuarentena á S. Lázaro y á la
hermita de san Onofre”.
Archivo Municipal de Sevilla. Archivo General. Sección 2ª. Archivo de
Contaduría. Imprenta y litografía de El Porvenir, calle de las Sierpes, 4
Tercero. Sevilla, 1860.
[14] Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo XIV. Madrid,
1849. Pág. 332.
[15] “Buen número de imágenes consérvanse en nuestros templos pertenecientes
al siglo XVI, y las que serian ejecutadas indudablemente por los maestros que
hemos mencionado de esta centuria. Merecen recordarse […] la del Consuelo, de
la ermita de San Onofre...”. Serrano y Ortega, Manuel. Noticia
Histórico-Artística de la Sagrada Imagen de Jesús Nazareno que con el título
del Gran Poder se venera en su capilla del templo de San Lorenzo de esta ciudad
por el presbítero D. Manuel Serrano y Ortega, Ldo. en Derecho Civil y Canónico. Sevilla, 1898.
Pág. 56-57.
[16] Todos los datos sobre
la vida de Fray Ambrosio Mariano de San Benito (o Benedictino) los hemos
extraído de la web de la Real Academia de la Historia (http://dbe.rah.es/biografias/19482/mariano-azzaro-de-clementis).
Consultado el 10/10/2019.
[17] Todos los datos sobre la vida de
Fray Juan de la Miseria los hemos extraído de la web de la Real Academia de la
Historia (http://dbe.rah.es/biografias/17351/juan-narduch).
Consultado el 10/10/2019.
[18] Frank Hall Standish era, en palabras
de Álvaro
Pastor Torres, un “extravagante inglés, millonario, viajero empedernido,
coleccionista de arte y buen bibliófilo” que vivió durante el primer
tercio del siglo XIX en la calle Sierpes de Sevilla. “Propiedades,
rentas y tributos del Monasterio sevillano de San Jerónimo de Buenavista en
vísperas de la desamortización”, La orden de
San Jerónimo y sus monasterios : actas del simposium (II), 1/5-IX-1999 / coord. por Francisco Javier Campos y
Fernández de Sevilla, Vol. 2, 1999, ISBN 84-89942-20-X, pág. 980.
[19] Hazañas y la Rúa, Joaquín. Historia
de Sevilla. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Sevilla.
Sevilla, 1974. Pág. 193.
[20] Matute y Gaviria, Justino. Anales eclesiásticos y seculares de la Muy
Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla, Metrópolis de la Andalucía. Imp. de E.
Rasco, Bustos Tavera 1°. Sevilla, 1887. Pág. 274.
[21] Serrano y Ortega, Manuel. Glorias Sevillanas. Noticias Histórica de la devoción y culto
que la Muy Noble y Muy Leal ciudad de
Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María desde los
Tiempos de la antigüedad hasta la presente época por el presbítero don Manuel
Serrano y Ortega. Imp. de E. Rasco, Bustos Tavera 1. Sevilla, 1893. Pág.
235
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