Con natural regocijo ha
sido celebrada por la izquierda, en la que me identifico, la huida del país del hasta hace poco jefe
del Estado, acosado por las filtraciones periodísticas que dibujan un pasado
mafioso.
Pero ante este cachondeo general me gustaría hacer tres puntualizaciones que creo importantes.
Primera puntualización.
No nos engañemos. Las noticias que vienen apareciendo en los últimos años sobre el ex jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, tienen un origen muy claro: las cloacas del estado y la prensa de las derechas.
El ex comisario Villarejo y periódicos de ultraderecha y derecha han sido los que han contribuido para que estas informaciones sean de conocimiento público.
Por esto, desde la izquierda no debemos sentirnos nada satisfechos. Si la monarquía cae no será gracias a la pedagogía republicana sino a las miserias del propio régimen.
Segunda puntualización.
Si hoy escuchamos determinadas grabaciones, es porque la jefatura del Estado y el Gobierno de la Nación no han cedido a chantajes. Las grabaciones de Corina Larsen solo puede enmarcarse en el interés de una persona de tener buenas bazas en una futura negociación. Que hoy las escuchemos es prueba que esas bazas no sirvieron para conseguir su objetivo.
Por lo tanto, la audición de las cintas que tanto escandalizan, son la prueba de una de las pocas virtudes de la monarquía de 1975.
Tercera puntualización.
Hay un republicanismo social, emocional, que suele renovarse en estos momentos de crisis de la monarquía. Y eso está bien. Pero el republicanismo solo será útil para nuestro país si adquiere un carácter político, racional.
Construir la III República solo sobre emociones es el camino seguro para su fracaso político.
Coda.
Como republicano, pienso como Manuel Azaña que La República no puede surgir como un mal menor, originado en la podredumbre y corrupción de un régimen, sino como criatura de nuestra energía, fecunda y activa, segura de sí misma.
Si la III República llegara gracias a las grabaciones de Corina Larsen me llevará a exclamar, parafraseando a Ortega y Gasset, ¡No era esto, no era esto!
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