De izquierda a derecha, María Felipe y Pajares; su sobrino, Justo Morterero y Felipe; y su hermana, Teresa Felipe y Pajares
Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista Anales Complutenses (Volumen XXVII - 2015; pág. 259-279; ISBN 0214-2473)
La siempre escasa historiografía de
género no sólo es debida a la propia situación histórica, en muchos casos, de
marginalidad de la mujer, recluida a espacios domésticos y apartada de los
grandes hechos sociales y políticos, sino también al escaso interés que
tradicionalmente ha despertado su contribución a la realidad histórica de cada
periodo.
Afortunadamente día a día se van
incorporando nuevos estudios, generales o monográficos, y no sólo desde la
esfera del feminismo, ya que el interés despertado por este ha arrastrado a
muchos otros a poner su atención en personajes y circunstancias hasta ahora
invisibilizada en la historiografía tradicional.
El presente artículo pretende, en este
sentido, rescatar la figura de Dª María Felipe y Pajares, una maestra alcarreña
que desarrolló en la ciudad de Alcalá de Henares menos de la mitad de su
carrera profesional pero sin duda la más interesante.
Maestra de la escuela de la Casa Galera,
directora fundadora de las Escuelas Dominicales de Alcalá de Henares y
propietaria de una escuela de señoritas situada en su plaza Mayor, María Felipe
entró en contacto, desde una óptica fundamentalmente católica pero igualmente
comprometida con su entorno social de la ciudad alcalaína, con las iniciativas
progresistas en torno a la educación popular y de las clases más vulnerables.
FORMACIÓN
Y PRIMERAS EXPERIENCIAS PROFESIONALES
María Patricia Felipe y Pajares nació
en Trijueque, provincia de Guadalajara, el 21 de mayo de 1848. Era hija del matrimonio
integrado por José María Felipe y Justa Pajares. Sus abuelos paternos eran
Antonio Justo Felipe y Petronila Arroyo. Sus abuelos maternos, Elías Pajares y
Bernabela Atienza. Su madrina, su tía Patricia Pajares, soltera[1].
Sus hermanos fueron José Pelegrín, fallecido en la adolescencia mientras
estudiaba en Alcalá de Henares, Teresa, Genara y Crisanta.
Su abuelo
paterno, Antonio Justo, había sido escribano público de la localidad, y tenemos
constancia que su padre, propietario, votó en las elecciones a cortes de 1854-1855[2],
de carácter censitario[3],
por lo que podemos concluir que su familia pertenecía a la burguesía local.
Al cerrarse en 1861 la Escuela Normal
de Maestra de Guadalajara, estudió las materias objeto de examen
particularmente, y tras realizar los dos años de prácticas en la escuela
pública de niñas de la ciudad de Guadalajara, considerada como modélica a
efectos legales, fue examinada por el establecimiento normalista masculino, a
pesar de lo establecido por el Real Decreto de 15 de junio de 1864 (Pozo, 1986:
91). Reválida de maestra de primera enseñanza elemental que aprobó en 1867 y un
año después, en 1868, la reválida de maestra de primera enseñanza superior.
Para ello tuvo que solicitar una autorización especial ya que en el momento de
su examen no había alcanzado los 20 años establecidos como edad mínima para
dicho examen.
Por concurso, consigue la plaza de
maestra de la escuela elemental de niñas de Ledanca (Guadalajara), donde
ejercería su magisterio del 6 de septiembre de 1870 al 26 de febrero de 1871.
Posteriormente consigue con el número 1 ganar su plaza en las oposiciones de
maestra de la escuela elemental de niñas de Marchamalo (Guadalajara),
desarrollando su labor pedagógica en la misma del 28 de febrero de 1871 al 8 de
octubre de 1875.
Su formación y
primera etapa profesional nos dibujan a una mujer de gran capacidad y carácter
que se plasma en la controversia mantenida con el ayuntamiento de Marchamalo.
Durante su estancia en esta localidad,
y con solo 25 años, se produjo un conflicto con el ayuntamiento que provocó que
éste elevara una denuncia a la Junta Provincial de 1ª Enseñanza, la cual, en
reunión celebrada el día 10 de enero de 1873, acordó que “Del informe emitido por la Junta de primera enseñanza de Marchamalo en
el expediente promovido por el Ayuntamiento contra la Maestra Dª María Felipe y
Pajares, acordando pase a informe del Sr. Inspector del ramo con arreglo á la
ley”[4].
Pero el conflicto no había hecho más
que empezar, ya que días después, sería la propia Maestra Felipe quien elevara
una queja a la Diputación Provincial reclamando los haberes que le adeudaba la
corporación local, lo que provocó que la Comisión Permanente de la Diputación
Provincial dictara el 27 de febrero de 1873 el siguiente acuerdo[5]:
Marchamalo.- Acordó prevenir
terminantemente al Ayuntamiento de Marchamalo, que si en el término de quinto
día no remite el oportuno documento que acredite el pago de todo cuanto se
adeude á la Maestra de Instrucción primaria Dª María Felipe Pajares, se le
impondrá por su desobediencia la multa de 25 pesetas en el papel
correspondiente.
La resistencia del ayuntamiento de
Marchamalo a cumplir el acuerdo provincial provocó que éste llevara a efecto
sus amenazas y así, en reunión del 13 de marzo “Acordó imponer al Ayuntamiento de Marchamalo la multa de 25 pesetas con
que fue apercibido por no haber hecho constar el pago de lo que á la Maestra de
Instrucción primaria Dª María Felipe Pajares se le adeuda, y con prevención de
que si no la hace efectiva en el término de diez días, en el papel
correspondiente, se le exigirá el apremio diario de un 5 por 100, en
conformidad á lo dispuesto en el art. 177 de la ley municipal vigente”[6].
Finalmente, la Junta Provincial no vio
motivo para sancionar a nuestra maestra y en la reunión del 17 de mayo de 1873
acordó que “Visto definitivamente el
expediente instruido contra la Maestra de Marchamalo, Dª María Felipe y
Pajares, á instancia del Ayuntamiento de dicho pueblo, y examinados detenidamente
los informes emitidos por la Junta local é Inspector del ramo, esta Corporación
acordó declarar infundado dicho expediente, desestimando la queja del
Ayuntamiento, por carecer de fundamento legal; y hacer a la Maestra las
oportunas prevenciones encaminadas á estrechar las relaciones oficiales que
deben existir entre ella y las autoridades municipales”[7].
Un año después, Marchamalo aún
adeudaba salarios a María Felipe, al punto que en el Boletín Oficial de la
Provincia[8]
de 1 de abril de 1874 recogía la resolución de la Comisión Permanente de la
Diputación en la que se “acordó que se
practique la correspondiente liquidación de la multa y recargo del 5 por 100
impuesto al ayuntamiento de Marchamalo, por falta de pago de la cantidad que
adeuda á la Maestra que fue de primera enseñanza, Dª María Felipe Pajares”.
No contentos con ello, ordenaban que “se
pase al Juez de primera instancia de este partido, para que proceda á su
exacción por la vía de apremio, en conformidad á lo dispuesto en el párrafo 3º
del art. 179 de la ley municipal vigente”.
MAESTRA DE LA CASA GALERA (8 de octubre de 1873 /
1 de julio de 1890)
El gobierno de
la I República creó las escuelas de primera enseñanza de los establecimientos
penales por Decreto de 25 de junio de 1873, que fue desarrollado por el
Reglamento de 17 de julio del mismo año. Y por ello se convocaron las
preceptivas oposiciones en las que participó María Felipe, aún maestra de la
escuela de Marchamalo.
Los exámenes
se verificaron en Madrid, en el mes de septiembre de 1873, quedado finalistas
María Pajares y Dª Concepción Dutil y Chavarro[9],
consiguiendo finalmente la plaza la maestra de Marchamalo, por lo que fue
nombrada por el Ministerio de Gobernación, el 26 del mismo mes, maestra en
propiedad de la escuela primaria del Correccional de Mujeres o Casa Galera de
Alcalá de Henares, con un sueldo de 1.500 pesetas anuales. María Felipe tomaría posesión de dicho cargo
el 8 de octubre de 1874, a la edad de 26 años.
En la década
de los 70 del siglo XIX, la Casa Galera o Correccional de Mujeres de Alcalá era
una institución penal que se inspiraba en los modelos de Casas de Recogida del
Antiguo Régimen. Será en 1605, en las “Constituciones”
del Patronato de la Casa Pía de Santa María Magdalena de la Aprobación de
Valladolid, promovida por Sor Magdalena de San Gerónimo, cuando se use por
primera vez el término de “Galeras” para
designar las Casas de Recogidas “a las
que serán destinadas las mujeres delincuentes bajo patrocinio estatal”
(Alvarado, 2012: 75).
Sor
Magdalena publicará tres años después, en 1608, su tratado “Razón y forma de la Galera y Casa Real, que el rey, nuestro
señor, manda hacer en estos reinos, para castigo de las mujeres vagantes, y
ladronas, alcahuetas, hechiceras, y otras semejantes”, cuya principal propuesta era crear un
régimen penitenciario que igualara la mujer al hombre en lo que respecta a la
imposición del castigo y la forma de cumplirlo. Su
programa obtendrá rápidamente el apoyo de la Corona, y Felipe III ordenaría la
inmediata construcción de dos Casas Galera, en Madrid y Valladolid y
posteriormente en Zaragoza, Salamanca, Barcelona, Valencia y Granada, entre
otras ciudades importantes (Almeda, 2005: 76,78)
El modelo de
Galera de Mujeres se cuestionará en el siglo XVIII por su dureza, semejante al
trato dado a los condenados al remo en las galeras, y provocará la extensión en
todos los centros de la filosofía de la ordenanza que para la Casa Galera de
Valladolid escribiría Luis Marcelino Pereyra en 1778 (Alvarado, 2012: 92).
Porque cada Casa
Galera se regía por sus propias normas hasta que el Decreto de 1º de abril de
1846 centralizó la administración de todas las casas de corrección, bajo cuya
denominación se incluían las Galeras, así como los presidios, en una Dirección
General de Presidios, dependiente del Ministerio de Gobernación (Serrano, 2010:
487).
En 1851 se acuerda el traslado de la Galera de Madrid al
convento alcalaíno de las Carmelitas Descalzas (Gómez, 2033: 360),
encomendándose la tarea al coronel Montesinos[10]
en 1852 (Gómez, 2033: 351), cosa que se cumplió ese mismo año (Ayala/Sastre,
1890: 50). Y en 1869, tras refundirse todas las Casas-Galera del país, adquirió
la condición oficiosa de penal central de mujeres (Gómez, 2003: 353), aunque
para alcanzarla oficialmente tuviera que esperar hasta 1888.
El viejo
edificio del convento sufriría varias reformas en las tres primeras décadas de
existencia de la Casa Galera, ya que si la primera finalizó en 1863, realizada
por los presos del colindante Presidio de Alcalá, en 1866 se aprobó un proyecto
del arquitecto de la Modelo de Madrid, Tomás Aranguren, para instalar un
establecimiento celular para 500 reclusas. Y cuando el proyecto iba adelantado,
se modificó para hacer grandes salas para 2.000 mujeres. (Gómez, 2003: 353).
En 1877,
según el número de marzo de la Revista de Beneficencia, Sanidad y
Establecimientos Penales, la casa-galera de Alcalá de Henares contaba con una
población de 634 corrigendas, siendo en
su mayoría solteras. En cuento a edades, el mayor grupo se encontraba entre las
de 25 y 30 años, aunque había 5 de más de 65 años. El mayor número de presas procedían
de Madrid, seguidas de las oriundas de las provincias de Guadalajara, Cuenca,
Coruña y Segovia. En cuento a formación, 205 sabían leer y 429 eran
analfabetas. Por último, eran útiles para el trabajo 481 e inútiles 153.
La Casa Galera
que se encontrará María Felipe será definida por Concepción Arenal[11]
como aquel lugar “donde en nombre de la
ley se pisaba el derecho, y en nombre de la justicia se escarnería (sic) la
moral”. A lo largo de esa década se sucederán numerosos incidentes que
serán lo suficientemente importantes para que los recoja la prensa de la época.
Así, hubo desórdenes en octubre de 1874 (pretextando que el pan era muy malo), noviembre
de 1877 (también a causa de la deficiente calidad del pan), y junio y octubre
de 1879 (ésta última con gritos ¡muera el médico!). En octubre de 1876, durante
una visita de inspección se descubrieron “abusos
en los suministros que serán inmediatamente y enérgicamente castigados”[12].
Y en agosto de 1879 se produciría un incendio que provocaría la muerte de 3
reclusas y lesiones en varias más, así como la destrucción de las cocinas, el
refectorio y la escuela.
Al mes
siguiente, en septiembre de 1879, y tras una inspección del Director General
Francisco Santa Cruz al Presidio y a la Casa Galera de Alcalá de Henares, se
producirá la destitución fulminante de casi toda la dirección del Correccional
de Mujeres. El diario La Iberia lo recogió así:
La sola visita del señor Santa Cruz á Alcalá ha
producido, no sólo el descubrimiento de los abusos aludidos, sino que también
en la Casa-galera, ó presidio de mujeres, ha hallado el director del ramo
abusos tan graves, que han motivado la suspensión de casi todo el personal,
como lo revela el siguiente suelto de la misma Correspondencia: «A consecuencia
de los sucesos ocurridos recientemente en la casa-galera de Alcalá de Henares,
se ha dispuesto por la dirección general de establecimientos penales, como
medida preventiva, suspender de empleo y sueldo á los empleados de aquel
establecimiento don Julián Busquet, alcaide; doña Asunción Gaye, inspectora;
doña Teresa Ruiz, doña Rosa García y doña María Morato, subinspectoras, y al
portero Pedro Galvez.
Se ha encargado inmediatamente de dicha casa corrección
el ayudante segundo de establecimientos penales don Prudencio Casado, y ha sido
nombrada subinspectora con carácter de interina, doña Pascuala Guevara«.
Qué sucesos son los ocurridos recientemente y de
que habla el colega noticiero, no lo sabemos, ni la prensa ha dicho nada; pero
es bien singular el que ni el presidio de mujeres, cuya organización es
completamente diversa de la de los hombres, se haya podido escapar de esa
epidemia do irregularidades, faltas y escándalos de todo género que parece
existir en las cárceles de hombres[13].
Posteriormente,
se suspenderá por quince días de sueldo al
comandante y al mayor, por ocho días a los ayudantes y furriel, y por cuatro a
los capataces[14].
La estancia de
María Felipe en Alcalá fue determinante para su orientación social dentro de
los movimientos filantrópicos y de caridad católicos, no sólo por su contacto
con la realidad carcelaria sino también por su preocupación por la situación de
la infancia y adolescencia de las clases sociales más vulnerables. Sería en esta
época cuando entró en contacto con mujeres como Concepción Arenal, los miembros
de la Real Asociación de Escuelas Dominicales[15]
o la Asociación Protectora de los Niños de Madrid, que en 1879 crearía un asilo
para los hijos de las penadas de la Casa Galera[16].
Además, su
experiencia en esta prisión de mujeres será fundamental para que María Felipe
se inscriba más tarde en el frente abolicionista de la violencia psíquica y
física en las escuelas. Así, en su intervención durante las Jornadas Pedagógicas
de Guipúzcoa, celebrada celebradas los días 20, 21 y 22 de julio de 1898, titulada
“Medios para sostener la disciplina en
una escuela sin necesidad de castigos corporales”[17]
afirmó:
“Queda
probado, según mi inteligencia me sugiere, lo que al desarrollar el Tema
enunciado me propuse; pero si hay quien entienda que los medios expuestos sólo
sirven para conseguir la disciplina en escuelas poco numerosas, de niños de
cierta edad ó de aquellos que pertenecen á distinguida clase social, dire sé
por experiencia, que ya se trate de escuela muy numerosa (de 250 niñas) y en la
cual fuese la mayor parte de ellas de familias poco acomodadas, ya de un
colegio particular donde acudía la que pudiera llamarse aristocracia de la
población, ya se haya tratado (y creo es lo más que puede tratarse) de las
corrigendas de el único establecimiento penitenciario de España, en Alcalá de
Henares, los medios indicados han respondido para sostener la disciplina, sin
necesidad de castigos corporales. Debiendo decir, en obsequio á la verdad, que
si las primeras y segundas tenían entusiasmo por cumplir con sus deberes,
complaciendo y obedeciendo, las reclusas manifestaban verdadero interés en no
producir el más pequeño disgusto á la profesora á quien respetaban,
consideraban y obedecían ciegamente.[18]”
Si analizamos
la realidad de la Casa Galera de aquellos años, el conflicto fue permanente
entre las reclusas con toda la estructura de la prisión, desde la dirección
hasta el servicio médico. En cambio podemos deducir, por la ausencia de
noticias conflictuales con la maestra de la Casa Galera y a tenor de las
palabras de la propia María, que su relación con las corrigendas fue muy
positiva, ya que casi veinte años después escribirá, como hemos transcrito
anteriormente, que “las reclusas manifestaban
verdadero interés en no producir el más pequeño disgusto á la profesora á quien
respetaban, consideraban y obedecían ciegamente”.
La vinculación
profesional de María Felipe con la Casa Galera de Alcalá de Henares tocaría a
su fin con la firma del convenio suscrito entre el Estado y las Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paul en 1880 (Hernández, 2013: 86), y su pase a
situación de excedente, en la que permanecería hasta el 1 de julio de 1890,
cuando cesó definitivamente por la Ley de Presupuesto de 1890 a 1891.
Pero este
cambio no fue ajeno a la propia María Felipe. Al contrario, su participación
fue fundamental para que el gobierno encargar la gestión de la Casa Galera de
Alcalá de Henares a las Hijas de la Caridad. En este sentido, Concepción
Arenal, defensora de dicha decisión, publicó en uno sus artículos[19]:
En tal estado las cosas, visitaron SSMM la ciudad
de Alcalá[20],
y algunas personas caritativas, en ella residentes, llamaron la atención de la
Reina respecto a los vicios y a las desdichas de aquella prisión, donde en
nombre de la ley se pisaba el derecho, y en nombre de la justicia se escarnería
la moral; y pintaron con vivos colores el daño inmenso, la vergüenza de tal
estado de cosas y la necesidad grande de que se cambiara llevando allí una
comunidad religiosa. (Debe notarse que sobre este punto habíamos convenido
personas que sobre muchos otros opinamos de modo muy diverso.)
Interesóse S.M. por aquellas desdichadas, cuya
culpa agravaba la Administración, cuyo arrepentimiento dificultaba; interesóse
también una ilustre y virtuosa dama que podría influir en el real ánimo, y
debieron interesarse de veras y tener muy presente el asunto, porque las dificultades
que hayan podido presentarse para la realización de la idea se han vencido, y cuando
se impriman estas líneas es posible que las Hermanas de la Caridad estén
instaladas en la Prisión de mujeres de Alcalá. Que Dios las bendiga y las
favorezca, y favorezca y bendiga a todas las personas que han tenido parte en
esta buena obra, a las que enviamos un cordial y respetuoso saludo en nombre de
la justicia desagraviada y de la desgracia, que recibirá consuelo.
El nombre de
una de esas “personas caritativas” se
identificaría años más tarde, cuando el periódico “La Región” publicó en 1902[21]:
Doña
María de Felipe, en ocasión de ejercer su ministerio en Alcalá de Henares,
llevada de un celo y un desinterés digno de todo encomio, hizo la caridad de
suplicar á S.M. se encargarse del gobierno de la Casa-Galera las hermanas de
San Vicente.
Atendida
la súplica, con gran beneplácito de las reclusas y no menor ventaja para el
buen orden de aquel correccional, la única perjudicada fue la peticionaria,
pues el cambio de sistema llevó aparejada, como no podía ser menos, su cese en
el desempeño de tan sagrado ministerio.
Aún así, su
vinculación con las instituciones penitenciarias continuó al punto que en 1890
participó en el homenaje que los profesores de los establecimientos penales
realizaron a Castelar, y que consistió en la entrega de un trabajo caligráfico
sobre pergamino blanco en el que se recogieron las firmas de todos ellos[22].
A pesar de sus
distintas reclamaciones al ministerio de instrucción pública, incluso con la
intercesión de la reina María Cristina[23],
nunca llegó a conseguir la propiedad de una escuela de igual categoría a la del
Correccional de Mujeres de Alcalá, ya que sólo las de la Corte tenían asignado
el mismo salario en 1880.
MAESTRA-DIRECTORA DE LA ESCUELA DOMINICAL DE
ALCALÁ DE HENARES (enero de 1878 / marzo de 1891)
Tras cesar en
1880 como maestra de la escuela primaria de la Casa Galera de Alcalá, María
Felipe continuó residiendo en Alcalá de Henares, ya que hasta tanto no se le
asignara una nueva escuela pública permanecía en la categoría de disposición,
cobrando sólo dos terceras partes de su salario anual, es decir 1.000 pesetas.
En 1886 abrió
un colegio de señoritas y otro de párvulos en la plaza Mayor número 3[24],
a los cuales, según sus palabras incluidas en su disertación de 1898, “acudía la que pudiera llamarse aristocracia
de la población”.
Pero la
inquietud social de María Felipe le llevó a ingresar, durante su estancia en
Alcalá de Henares, en la Real Asociación de Escuelas Dominicales, para atender
una realidad verdaderamente desoladora de centenares de niñas y adolescentes en
una ciudad en plena decadencia.
Por eso, antes
incluso de su cese al frente de la escuela de la Casa Galera, en enero de 1878,
María Felipe colaboró en la constitución, junto a su hermana Teresa Felipe y
Pajares, igualmente maestra, de la primera Escuela Dominical de Sirvientas de
Alcalá de Henares, de la que serían directora y secretaria respectivamente[25],
sin retribución y sólo por caridad, como dejaría constancia en las hojas de
servicios conservadas en su expediente administrativo.
La primera
Escuela Dominical de Sirvientas de España, que más tarde se ampliaría a
diversas clases de obreras sin cualificar, se abrió en Madrid el 12 de
septiembre de 1857, como una iniciativa social de los jesuitas, de mano del
Padre Mariano Cortés, y de la aristócrata Francisca Coello de Portugal y
Ramírez, condesa de Humanes. Tres meses después, durante la visita “sorpresa” del rey[26],
en la escuela instalada en la Escuela Normal Central de Instrucción Primaria ya
estudiaban 300 alumnas[27].
Denominadas
así porque su oferta educativa se realizaba en los domingos por la tarde, único
tiempo de asueto de las empleadas domésticas, las Escuelas Dominicales nacieron
con el objeto de formar intelectual y moralmente a sirvientas y obreras, la
mayoría de ellas analfabetas, dotándolas además de los rudimentos de
conocimientos meramente prácticos, cara el desarrollo de sus profesiones y su
futuro como esposas y madres.
Porque a la
vez que la feminización del servicio doméstico se fue produciendo a lo largo
del siglo XIX, “se multiplicaban las
publicaciones de los moralistas y la actuación de las congregaciones que
luchaban por mantener a las criadas en la fe cristiana, con la doble pretensión
de conseguir sirvientas obedientes y discretas y de proteger a las más jóvenes
de los amos sin escrúpulos, particularmente en cuanto a posibles abusos
sexuales” (Del Amo, 2008: 546)
Como recoge Palacio (1992: 113-117)
citando a Pérez (1877), se trataba de escuelas “donde las jóvenes pobres que han recibido una educación descuidada,
puedan instruirse en todos aquellos conocimientos que le son precisos,
indispensables para vivir honradas en el taller, al servicio doméstico o en el
hogar cuidando de su familia y siendo un modelo de madres y de esposas”.
Por lo tanto, los contenidos y métodos
vendrán en consecuencia referidos a tan específico alumnado: “… hay que dar una instrucción especial, hay
que establecer un método “sui generis”. Nada de enseñanza de adorno ni de
recreo. La música, la gimnasia, el francés, nada de esto hace falta aquí…”
Sí, por el contrario, lectura (“la mujer
que no sabe leer, o que sabiendo leer no lee, le falta la primera cualidad que
debe tener al igual que el hombre: el pensamiento común”); escritura;
aritmética, para saber “cómo compra a
cómo vende, cómo cobra o cómo paga, cuánto vale el dinero que gana y como lo
disipan también esas mujeres del gran mundo que han nacido en la opulencia y
mueren un día sin haber extendido su mano a las honradas hijas del pueblo, a
las hijas del trabajo y de la virtud”; moral, que “no está más que en ser honrada la mujer y en saber cumplir severamente
con los preceptos de la vida”; así como economía doméstica y de la vida del
hogar.
A los seis
meses de la primera Escuela Dominical, el 19 de marzo de 1858 se creaba la Real
Asociación de Escuelas Dominicales, y para noviembre de ese año ya se formaban
más de 2.000 sirvientas y obreras en las cinco escuelas abiertas en Madrid,
según María del Pilar Sinués de Marco[28].
En un artículo publicado en el semanario “El
Fenix”, y recogido por el Boletín del Clero de León[29],
Sinués afirmaba que “jóvenes hay que han
ingresado en las escuelas sin haber visto jamás un libro ni una pluma, y que en
el breve espacio de algunos meses, es decir, de doce a dieciséis lecciones leen
y escriben con toda perfección”.
En 1861 ya se
encontraban matriculadas 6.878 alumnas en las escuelas de Madrid, 405 en las de
Salamanca, 453 en las de Zaragoza, 162 en las de Valladolid, 120 en las de
Granada, 139 en las de Logroño, 134 en las de Ávila, 160 en las de Plasencia,
101 en las de Guipúzcoa, 100 en las de Quinto, 110 en las de Gelsa, y 80 en las
de Fuentes del Ebro, quedando constancia de la existencia de Escuelas
Dominicales, aunque no del número de alumnas, en Sevilla, Triana y Pamplona[30].
Y en abril de
1864, la reina Isabel II aceptaría la presidencia de la Real Asociación de
Escuelas Dominicales, quedando la Junta Directiva integrada además de por la
condesa de Humanes como vicepresidenta, por Elena Palafox como secretaria
general y Rosa Doz y Gordón, marquesa viuda de Santiago como secretaria de las
escuelas de provincias, asumiendo esta última la dirección de la Real
Asociación tras el fallecimiento de la condesa de Humanes en 1865.
El Sexenio
revolucionario (1868-1874) supondría un impulso a la expansión y consolidación
de las Escuelas Dominicales, aunque para algunos autores (Suárez et al, 1982: 697) “en verdad, demasiado inmediato al estallido de septiembre para
considerarlo una mera réplica”.
La Escuela
Dominical de Alcalá, promovida por una Junta de Damas, se instaló primero en Santa María La Rica, un ómnibus
municipal a decir de Liborio Apolinario Acosta de la Torre, y a partir de 1889
en la Escuela de Niñas nº1, no sin reticencias por parte de su maestra Josefa
Martínez[31].
Sobre el
número de alumnas asistentes y edad no hemos encontrado datos en el Archivo
Municipal de Alcalá de Henares, y la referencia contenida en la citada
intervención de María Felipe en San Sebastián sobre que había sido maestra de
una “escuela muy numerosa (de 250 niñas)
y en la cual fuese la mayor parte de ellas de familias poco acomodadas”, nos
hace pensar que se refería a la escuela de Manzanares, donde sería maestra tras
su paso por Alcalá. Pero el número de jóvenes sirvientas alcalareñas
necesitadas de formación sería altísimo, cosa que se reflejaría en el número de
alumnas de la escuela dominical.
Según el censo
de 1877[32],
en Alcalá de Henares había un total 12.317 habitantes, de los cuales había
5.646 “hembras”. En cuanto a su instrucción, se recoge que un total de 3.674
mujeres eran analfabetas, frente a las 218 que sabían leer, y las 1.754 que
sabían leer y escribir. El mismo censo[33]
arroja un total de 1.375 niñas y jóvenes entre los 10 años, edad en el que en
el mejor de los casos abandonaban cualquier tipo de estudios si es que los habían
empezado, y los 23 años, edad en la que se alcanzaba la mayoría de edad legal.
Podemos
imaginar que la situación de analfabetismo que se cebaba especialmente entre
las mujeres de las clases más populares, entre las que se encontraban las niñas
y jóvenes dedicadas al servicio doméstico. Porque el servicio doméstico se
nutría fundamentalmente de niñas y jóvenes “que
pretendían acumular algunos recursos que les sirviese de dote en un matrimonio
que los moralistas recomendaban con individuos de parecida condición social”
(Del Amo, 2008: 546)
Como en el
resto de la Nación, las escuelas dominicales de beneficencia y origen
aristocrático encontraron el apoyo de las administraciones locales, pero,
debido a la falta de recursos de los ayuntamientos, fue en muchas ocasiones más
moral que económico.
En Alcalá
vemos que el ayuntamiento no sólo apoyó a la Escuela Dominical cediéndoles
espacios y apoyándola institucionalmente (como en el conflicto señalado con la
profesora de la escuela de niñas número 1), sino que incluso en 1885 concedió
un Voto de Gracia a la Junta Directiva
de la Asociación fundadora de la Escuela Dominical, que el acta recoge de la
siguiente forma:
Faltaría esta Alcaldía á un ineludible deber de
delicadeza al par que de justicia si no expusiera a esa Junta el juicio que la
ha merecido el examen del personal que concurre a la escuela dominical de su
digna presidencia.
Habiendo tenido el gusto de asistir al expresado
acto obedeciendo á atenta invitación de V. esta Alcaldía ha visto con sumo agrado
el estado de adelantados en que se encuentra la juventud que asiste a recibir
la instrucción que esa caritativa junta prodiga sin otro móvil que el de
proteger e ilustrar a la clase de domésticas logrando que adquieran
conocimientos que en toda casa han de serles últiles y evitando con su natural
asistencia en los días festivos que emprendieran un camino que pudiera
perjudicarlas, por todo lo cual es acreedora con justicia benéfica esa Junta y
V, como digna presidenta y clase examinada del voto de gracias que con toda
sinceridad emito, exhortándolas a que continúen en sus tareas para honra de la
Junta y provecho notorio de la referida clase, ofreciendo al efecto esta
Alcaldía su más decidida cooperación, y el que brillante resultado del acto de
examen que ha tenido lugar, conste en las actas su Excelentísimo Ayuntamiento.
30 octubre 1885.
Sra. Presidenta de la Asociación fundadora de la
Escuela Dominical en esta Ciudad[34].
La Escuela
Dominical de Alcalá también obtuvo el apoyo de la Corona, y en la visita a
Alcalá de los Reyes Don Alfonso XII y Doña María Cristina, el 17 de junio de
1884, la Reina donó 250 pesetas para las mismas (Azaña, 1986: 920).
En 1890, la
Junta Directiva de la Escuela Dominical estaba presidida por Aurora Rodríguez[35],
continuando como directora María Felipe y como secretaria Teresa Felipe[36].
Y su labor pedagógica continuó hasta marzo
1891, cuando María Felipe cesa como directora de la misma por su traslado a
Manzanares para asumir la dirección de la escuela de dicha localidad.
MANZANARES, SAN SEBASTIÁN Y MUERTE
Tras abandonar
Alcalá de Henares, María Felipe pasaría a desarrollar su magisterio en la
escuela de Manzanares hasta el 12 de enero de 1898, cuando asumió la dirección
de la Escuela Peñaflorida de San Sebastián. Esta sería la última institución en
la que desarrollara su magisterio, ya que permaneció en ella como directora
hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1913. En este destino obtendría dos
Votos de Gracia del Ayuntamiento de la ciudad y un Voto de Gracia de la Junta Provincial
de Instrucción de Guipúzcoa por sus méritos como docente.
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Fernández, Luis [et al.] (1982): Historia General de España y América,
Madrid, Ediciones Rialp, S.A.
[1] Para todos los datos personales,
académicos y profesionales utilizaremos su expediente conservado en el Archivo
Central de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares, con la siguiente
signatura: Exp030-Caja31/18026.
[2] Boletín Oficial
de la Provincia de Guadalajara, nº 21 (16 de febrero de 1855).
[3] En aquellas
elecciones, además de los requisitos de edad (más de 25 años) y sexo (sólo
varones) se exigía para disfrutar del sufragio activo pagar anualmente 200
reales de vellón (rs. vn.) por lo menos de contribuciones directas, incluida
las cuota fija; o tener una renta líquida anual que no bajase de 1.500 rs. vn.
procedentes de precios propios rústicos o urbanos… o de cualquier profesión
para cuyo ejercicio se exigieran las leyes estudios y exámenes preliminares; o
pagar en calidad de arrendamiento o aparcero una cantidad de dinero o frutos
que no bajase de 3.000 rs. vn. al año [Urquijo y Goitia, José Ramón de (1984): La Revolución de 1854 en Madrid, Madrid,
CSIC]
[4] Acta de la
sesión ordinaria celebrada por esta Corporación [Junta Provincial de 1º
Enseñanza de Guadalajara] el día 10 de Enero de 1873. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 16 (5 de Febrero de
1873).
[5] Acta de la
sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación
provincial el día 27 de Febrero de 1873. Boletín
Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 32 (14 de marzo de 1873).
[6] Acta de la
sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación
provincial el día 13 de Marzo de 1873. Boletín
Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 37 (26 de marzo de 1873).
[7] Acta de la
sesión ordinaria celebrada por esta Corporación [Junta Provincial de 1ª
Enseñanza de Guadalajara] día 17 de Mayo de 1873. Boletín
Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 70 (11 de junio de 1873).
[8] Acta de la
sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación
provincial, el día 28 de Febrero de 1874. Boletín
Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 39 (1 de abril de 1874)
[9]A Condepción Dutil y Chavarro la encontramos a
partir de finales de los años 70 del siglo XIX como maestra de educación
primaria de las localidades arriacenses de Mazuecos, Arbeteta, Ledanca y Alavilla,
donde se jubiló en 1904.
[10] En esta cita,
Gutmaro Gómez se remite a Rico de Estasen (El coronel Montesinos. Un español de
prestigio europeo. Alcalá de Henares, Talleres Penitenciarios, 1948, pp.
164-181)
[11] Concepción Arenal Ponte
(1820-1893) fue periodista, escritora y activista social de la derecha liberal
católica. Disponible en: http://www.filosofia.org/ave/001/a328.htm
[Consulta: 10/01/2015]
[12] La Correspondencia de España: Diario Universal de
Noticias. Año XXVII. Número 6875 (2 de octubre de 1876)
[13] La Iberia:
Diario Liberal. Año XXVI. Número 7.006. (13 de septiembre de 1879)
[15] La vinculación
de María Felipe con el movimiento de Escuelas Dominicales debemos establecerlo
a partir de su participación en la creación de la Escuela Dominical de Alcalá
en 1878, ya que no aparece en el Catálogo del personal de la Real Asociación de
las Escuelas Dominicales de esta Corte y de sus afiliadas en Provincias por
orden alfabético de 1874, ni en el Catálogo del personal de la Real Asociación
de las Escuelas Dominicales de esta Corte de sus afiliados en Provincias y
ultramar de 1876 (ambos conservados en la Real Biblioteca de Madrid).
[16]“ La Asociación protectora
de los niños de Madrid, de la que es presidente el duque de Veraguas, ha tomado
la acertada resolución de recoger, en un asilo especial, los niños de las
infelices mujeres que extinguen condena en la Casa-galera de Alcalá de Henares;
los cuales acompañan allí á sus madres. Estos niños, que no bajan hoy de
setenta, recibirán así una educación que de modo alguno podrían obtener en la
viciada atmósfera de un establecimiento penal, todavía tan atrasados entre
nosotros.” El amigo. Año
II. Número 47 – 12 de enero de 1879.
[17] Actualmente
sólo está localizable un ejemplar impreso de dicha intervención en la
biblioteca de la KOLDO MITXELENA KULTURENEA (Diputación Foral de Guipúzcoa),
con la signatura CA-18 F-2.
[18] Tal debió ser
el impacto de su intervención en las Jornadas Pedagógicas, que el periódico La
Unión Vascongada, además de ofrecer una reseña en su edición de 22 de julio de
1898, decidió sustituir su folletín “El Pirata” previsto para el número de 25
de julio por “el hermoso discurso que
leyó el 22 del actual en las conferencias pedagógicas de esta capital la
Ilustrada profesora doña María Felipe y Pajares” con el argumento de que “tan interesante, tan notable es y encierra
tan provechosas lecciones para la enseñanza que estamos seguros de que nuestros
lectores nos agradecerán la publicación de dicho trabajo”.
[19] Concepción Arenal.
El Penal de Alcalá de Henares.
Artículo fechado en Gijón el 6 de octubre de 1880 y publicado originalmente en
“La Voz de la Caridad”, recopilado en la edición de sus obras completas
publicada por la Librería de Victoriano Suárez en 1900. Para este artículo
hemos utilizado la edición digital de la Biblioteca de la Universidad de
Alicante. Disponible en
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/articulos-sobre-beneficencia-y-prisiones-volumen-v--0/html/fefb6c74-82b1-11df-acc7-002185ce6064_11.html.
(consulta: 02/01/2015)
[20] Seguramente se
refiere a la visita realizada por el rey Alfonso XII a Alcalá de Henares el 8
de junio de 1880.
[22] El Guadalete : periódico político y literario Año XXXVI
Nº 10624 (15 de noviembre de 1890)
[23] Con el título
“Reparación Justa” el periódico bisemanal “La Región”, editado en Guadalajara
el 18 de julio de 1902, publicó: “El día del
gran festival infantil en San Sebastián, S.M. la Reina se dignó dirigir varias
preguntas á la profesora Dª María Felipe y Pajares, nuestra distinguida é
ilustrada paisana. Y se dignó tan bien prestar su elevada atención á los
respetuosos ruegos de dicha señorita, para inclinar su Real ánimo a favor de
una pretensión muy justa […]; y ya que se ha publicado un decreto de gracia,
bien haría en estudiar el caso el Sr. Ministro de Instrucción pública, pues
seguros estamos que el Sr. Conde de Romanones se complacerá en reparar la
involuntaria injusticia padecida con Dª María de Felipe”. Y en 1907, el marqués de Aguilar de Campoo, caballerizo
mayor de la reina remitió escrito al ministro de Instrucción Pública y Bellas
Artes interesándose por su caso, tal y como se conserva en su expediente
administrativo.
[24] Leg. 1119/2 del
Archivo Municipal de Alcalá de Henares (=AMAH).
[25] Tal y como lo
recoge a lo largo de toda la década de los 80 del siglo XIX el Anuario
del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración.
[26] Se trataba del
rey Francisco de Asís de Borbón, consorte de la reina Isabel II, que estaba
recién parida: “Despues fueron
presentadas á S.M. todas las señoras profesoras, inspectoras y la secretaria
general y profesor de escritura que tuvieron el honor de besar la real mano, y
luego que el director manifestó á S.M. el honor que recibia la escuela normal
central al verle en su local, y el no menos con que se gloriaba la escuela
dominical en haber recibido su real visita, felicitándose en nombre de ambas
escuelas por el feliz alumbramiento de S.M. la Reina, y nacimiento del augusto
Príncipe de Asturias, á todo lo cual contestó S.M. con sumo agrado;” Diario
de Córdoba de Comercio, Industria y Navegación. Año octavo. Número 2.182. 18 de
diciembre de 1857. pp. 2-3
[27] Diario de
Córdoba de Comercio, Industria y Navegación. Año octavo. Número 2.182. 18 de
diciembre de 1857. pp. 2-3.
[28]Según la web
mcnbiografias.com, María del Pilar Sinues de Marco fue una poetisa, narradora,
ensayista, dramaturga y articulista española, nacida en Zaragoza en 1835 y
fallecida en Madrid en 1895. Autora de numerosos escritos literarios,
ensayísticos y periodísticos que vieron la luz bajo el pseudónimo de “Laura”,
por la riqueza y varidad de su producción creativa está considerada como una de
las escritoras más relevantes de la segunda mitad del siglo XIX. Disponible en
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=sinues-de-marco-maria-del-pilar
(Consulta: 04/01/2015)
[29] Boletín del
Clero del Obispado de León. Año VI. Tomo VI. Número 217. 10 de noviembre de
1858. p.15
[30] Discurso de la
condesa de Humanes, presidenta de la Real Asociación de Escuelas Dominicales
leído en la solemne ocasión de
distribuir los premios a las alumnas de Madrid asistentes a las Escuelas dominicales.
Boletín Eclesiástico del Obispado de Astorga. Año X. Tomo X. Número 482 (9 de
enero de 1862) p.7-8
[31] El 11 de marzo
de 1889, el ayuntamiento eleva escrito ante el Gobernador Civil informando que
tras petición de la Junta de Damas de un local para desarrollar las actividades
de la Escuela Dominical, la Alcaldía designó la primera escuela de niñas “por sus magníficas condiciones, estar
situada en un punto céntrico cual es la calle de la Manta, unida a la casa
consistorial” añadiendo que “nunca se
ha dado parte oficial de que las alumnas de la referida enseñanza hayan causado
desperfectos en los enseres de la escuela” concluyendo que “la queja producida por Dª Josefa Martínez
debe obedecer á otro género de consideraciones á los que la Junta no puede descender
y por ello suplica a V.E. se sirva desestimarla”. Leg. 1129%. AMAH.
[32] Disponible en
http://www.ine.es/inebaseweb/pdfDispacher.do?td=192290&ext=.pdf (Consulta:
08/02/2015)
[33] Disponible en
http://www.ine.es/inebaseweb/pdfDispacher.do?td=192410&ext=.pdf (Consulta:
08/02/2015)
[35] Según consta
en la invitación cursada por la presidenta y Junta Directiva de la Escuela
Dominical al alcalde de la ciudad y miembros de la Junta Local de Instrucción
Primaria el 4 de julio de 1890 para asistir a los exámenes y repartición de
premios previsto para dos días después en los salones del Palacio Arzobispal. Leg.
80/38. AMAH.
[36] Actividad
caritativa que compartía con su magisterio como profesora interina en la
escuela de Morata de Tajuña [Diego Arribas, Juan (1891), Morata de Tajuña. Edición faxcímil de Editorial MAXTOR (2011)]
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