Artículo publicado en la web socialistasdesanjeronimo.blogspot.com
Ahora que la derecha social, mediática y política sevillana anda justificando la incapacidad de gestión de Juan Ignacio Zoido con alusiones a la “herencia” recibida, es el momento de hacer inventario de la misma, no tanto para estudiar la posibilidad de aceptar o no la misma, sino para comprender si dicha justificación tiene base o no.
Una de las fortalezas de la gestión del compañero Alfredo Sánchez Monteseirín fue que todas las actuaciones se hicieron conforme a un proyecto de ciudad que se reflejó en el último Plan de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla. Como nos informó el compañero Emilio Carrillo hace unos años en un seminario sobre urbanismo celebrado en la Agrupación de San Jerónimo, se apostó por una ciudad que no creciera más allá de los setecientos mil habitantes, para potenciar los aspectos más habitables de la misma. En este sentido, de cada cuatro metros cuadrado nuevos contemplados en el actual PGOU, dos iban a zona verde, uno a zona industrial y el metro cuadrado restante a suelo residencial. Ello suponía trabajar para una ciudad a escala humana, lejos del “gigantismo” del urbanismo de derechas, “centrado” exclusivamente en maximizar el beneficio de los operadores inmobiliarios.
En esta línea, durante los últimos doce años socialistas se apostó por acciones de integración que evitara la gentrificación (expulsión de los habitantes de una zona deteriorada y sustituidos por las clases medias) de nuestros barrios. En el centro de la ciudad, la zona más golosa para la especulación urbana, el gobierno socialista promovió viviendas de VPO (tanto en nueva obra como en rehabilitación de edificios antiguos), se subvencionaron la rehabilitación de los edificios de renta antigua que mantuvieran a sus vecinos originales, se construyeron viviendas de alquiler para familias de bajos ingresos, se construyeron viviendas para artesanos, etc.
En San Jerónimo, un barrio especialmente proclive a sufrir un proceso de gentrificación por su magnífica ubicación (cerca del centro pero en medio de la naturaleza) dicho proceso fue “parado” por una activa política de viviendas de VPO que crearon zonas como San Jerónimo-Alamillo.
También el PGOU apostó por un transporte sostenible e integrador, y por ello se construyeron más de cincuenta kilómetros de carriles bicis, se promovieron transportes de baja contaminación (como el metro y el tranvía), y se crearon nuevas líneas de autobuses urbanos.
De igualmente, la política descentralizadora de equipamientos mantuvo una política inclusiva en el conjunto de la ciudad. Un claro ejemplo lo tenemos en la construcción y promoción de nuevos espacios escénicos. Si tradicionalmente la construcción de los teatros se realizaban en las zonas más céntricas de las ciudades, durante el último gobierno socialista se llevaron a cabo en barrios obreros como Pino Montano (TNT), Cerro del Águila (Teatro Salvador Távora y Sala Flig), etc. Así, San Jerónimo vio levantarse en estos años el nuevo centro cívico, el hotel de entidades, la piscina municipal, el nuevo instituto, etc.
La apuesta de nuevo suelo industrial, organozado en "cluster", es decir en zonas donde se concentren diferentes empresas de un mismo sector, dió lugar a las "ciudades" industriales, como la de la imagen, que se está construyendo en El Higuerón (San Jerónimo), y donde se concentrarán desde los medios públicos de RTVA (Canal Sur TV y Radio), productoras de televisión, etc., junto a nuevo equipamieno comercial (con un cine al aire libre) y nuevas zonas verdes.
Por último, la apuesta por las zonas verdes del PGOU (la mitad del nuevo suelo) se tradujo en San Jerónimo en la restauración de la rivera del Guadalquivir, entre el puente del Alamillo y el parque de San Jerónimo, que ha insertado a nuestros barrios en medio de un vergel.
Esta magnífica política urbanística, de equipamiento, movilidad y zonas verdes, podría contar con el hándicap de la deuda asumida. Pues bien, todo lo hecho en Sevilla se ha traducido en que nuestra ciudad tenga la deuda más baja de las grandes ciudades de España, tanto en global como por habitante, mucho más bajas de ciudades similares como Málaga y Valencia, gobernadas por el PP.
Por todo ello, el machaconeo de la derecha mediática, política y social sevillana de justificar lo injustificable en base a la “herencia” recibida es completamente falso. Juan Ignacio Zoido ha recibido una ciudad moderna y bien equipada, con una baja deuda per cápita, y una hoja de ruta fruto de un amplio debate social.
Durante la presentación de su candidatura a la alcaldía, realizada en la Casa del Pueblo de San Jerónimo en 2011, el compañero Juan Espadas aceptaba que esta legislatura no era la de las grandes obras sino la de las pequeñas soluciones, la eficacia y el rigor.
Por eso, a Zoido no se le exige la programación y ejecución de grandes equipamiento, la crisis lo impide, pero sí que gestione con claridad, equidad y eficiencia. Pero la gestión del alcalde y presidente del PP-A está llena de confusión, de discriminaciones entre barrios, de falta de ideas, sólo centrado en contentar a todos aquellos sectores ciudadanos que le hicieron la campaña electoral en los últimos cuatro años: asociaciones de comerciantes, constructores, hermandades, medios de comunicación, etc.
Por eso, los socialistas, con o sin carnet, nos podemos sentir orgullosos de la “herencia” dejada a la ciudad tras doce años de gestión. Y sabemos que al contrario que Zoido, el compañero Juan Espadas sí sabría gestionar tan magnífica “herencia”.
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