jueves, 25 de marzo de 2010

Cuando las Víctimas no son de nadie

Tenía la intención de no volver a dedicar un post a las víctimas del terrorismo tras varios de ellos publicados en los últimos meses, cuando este domingo me encontré con un artículo de EL PAIS titulado “Las Otras Víctimas” que versaba sobre los atentados terroristas de grupos paramilitares y de ultraderecha contra ciudadanos relacionados o no con la izquierda nacionalista vasca, en los años ochenta fundamentalmente.
Grupos como Triple A, Batallón Vasco Español, Grupos Armados Españoles y los tristemente famosos GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) se organizaron para hacer la guerra sucia al terrorismo de ETA: terror contra terror, violencia contra violencia.
No hay un terrorismo bueno y otro malo, ni siquiera más o menos justificable. La violencia ejercida de forma consciente, planificada y organizada para conseguir fines políticos es igual de repugnante se ejecute contra la población en general o contra elementos señalados de un poder institucional (militares, policías, etc.) o informal (terroristas).
Cualquier persona bien nacida debe estar en contra de cualquier acto de violencia, reconfortando a las víctimas. Por ello es tan execrable el ostracismo sufrido por las víctimas de ETA en el País Vasco como en el resto del Estado durante décadas.
Pero igualmente repugnante es mirar hacia otro lado con las víctimas, vascas o no, de los grupos paramilitares y ultraderechistas. Víctimas que independientemente de sus antecedentes, algunos sospechosos de pertenecer a ETA y otros simples ciudadanos que estaban en el lugar equivocado, a la hora equivocada, no dejan de serlo porque las consideremos buenas o malas personas.
Porque igual de repugnante es el asesinato de Melitón Manzanas, acusado de torturador y colaborador en su día de la GESTAPO, que los de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, acusados de pertenecer a ETA. Pero mientras que al primero el gobierno de José María Aznar concedió la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo, los otros dos no han recibido ninguna reparación a pesar de que el Tribunal Supremo condenó a 75 años de cárcel al general Rodríguez Galindo por el secuestro y asesinato de ambos. Aún así, la familia de Lasa y Zabala fueron reconfortadas por los suyos, pero aún quedan muchas más que no han obtenido ninguna reparación o al menos una reparación suficiente. Hablamos de víctimas y familiares que no pudieron asistir al juicio de los asesinos porque no se investigó, se investigó deficientemente o no hubo voluntad de juzgarlos.
El PP quiere presentarse a la sociedad como la espada vengadora de las víctimas del terrorismo. Pero hay que reprocharles que sólo de las suyas. Para la derecha sociológica, política y mediática las otras víctimas no merecen ningún respeto, ni sus familias ningún consuelo. Y esto no solo desdora su actitud sino que la hace merecedora del mayor de los reproches morales.
Dado que se ha puesto de moda nombrar a las víctimas del terrorismo para que no se olvide, incluso en Palacio, me sumo a la apuesta informativa de EL PAIS y relaciono a continuación a las otras víctimas del terrorismo en España que como las víctimas de ETA, Al Qaeda, etc. merecen todo nuestra compresión y apoyo emocional a sus familias:
Iñaki Etxabe; Germán Aguirre; Norma Menchaca; José Antonio Cardosa; Josu Muguruza; David Salvador; Agurtzane Arregi; José Ramón Ansa; Antonio Contreras; Concepción Contreras; Anastasio Leal; Jesús María Etxebeste; Pablo Garayalde; Martín Merkelanz; José Ramón Beñarán; Enrique Álvarez; Jon Lopategi; Justo Elizaran; Jesús María Zubicarai; Felipe Sagarna; María José Bravo; José Miguel Etxeberria; Ángel Etxaniz; Miguel María Arbelaiz; Joaquín Antimasbere; Joaquín Etxeberria; Esperanza Arana; José Camio; Jean Pierre Haramendi; José Martín Sagardia; Francisco Javier Ansa; Xabier Aguirre; Tomás Alba; Carlos Saldise; Liborio Arana; María Paz Ariño; Pacífico Fica; Manuel Santacoloma; Ramón Oñaederra; Mikel Goikoetxea; Ángel Gurmindu; Vicente Perurena; Eugenio Gutiérrez; Jean Pierre Leiva; Xabier Pérez de Arenaza; Rafael Goikoetxea; Tomás Pérez Revilla; Christian Olaskoaga ; Santiago Brouard; Benoit Pecastaing; Xabier Galdeano; Emile Weiss; Claude Doer; Santos Blanco; Juan María Otegi; José María Etxaniz; Iñaki Asteazuinzarra; Agustín Irazustabarrena; Sabino Etxaide; Robert Caplane; Christophe Matxikote; Catherine Brion; Juan Carlos García Goena; José Antonio Lasa; y José Ignacio Zabala.

martes, 23 de marzo de 2010

In Memoria: Mª Crisanta Morterero (Justita)

A veces pienso que si algún lector, o lectora, ha tenido la paciencia de seguir los cuarenta post que he publicado en este blog habrá llegado a la conclusión de que soy un ateo comecristianos. Nada más lejos de la realidad. Hace poco comentaba a una amiga que a lo más que llego es a ser anticlerical, un comecuras al estilo decimonónico. Pero las personas que viven sinceramente su fe, aquellas que son coherentes entre lo que dicen creer y lo que viven en su vida cotidiana me merecen un sincero respeto.
Habiendo sido educado entre el catolicismo oficial y el crítico de mi familia, conozco lo suficiente de los grandes preceptos del cristianismo y del catolicismo (que aunque muchas personas no lo tengan claro se trata de dos cosas diferentes) para saber cuando se vive católicamente y cuando sólo se vive folclóricamente una seudofe más cercana a lo panteísmo herético que a la fe de Cristo. Por ello, la actitud de la jerarquía católica no solo no me merece respeto sino que me provocan un profundo desprecio moral.
En cambio, se convierte en sincero respecto y admiración hacia otras muchas personas que con humildad y sin temerarias certezas intentan vivir su fe en un mundo que constantemente les plantean dudas morales irresolubles. Una de esas personas que han vivido su fe de forma cabal fue mi tía y madrina María Crisanta Morterero, más conocida entre la familia y sus conocidos por Justita, recientemente fallecida.
Creo que la conocía todo lo bien que una persona puede conocer a otra, y no negaré que tenía sus defectos que ella misma no ocultaba. De sus labios escuché la historia de su negativa a tomar los hábitos cuando era joven porque no estaba dispuesta a obedecer a nadie, lo que apuntaba ya entonces hacia una flagrante trasgresión de las virtudes de humildad y paciencia. Y puede que la castidad practicada fuese más por no aguantar las órdenes de un marido que por su entrega a Dios.
Pero a lo largo de las seis décadas que vivió rodeada de más de dos docenas de sobrinos dio muestras admirables de compaginar su fe inquebrantable con el cariño hacia nosotros. Matrimonios civiles y homosexuales, divorcios, embarazos no deseados, y un largo etcétera de experiencias vitales de mis primos, hermanos y mía propia que le obligaba a dudar si anteponer sus propias convicciones morales y religiosas reprobando nuestro comportamiento, o darnos su cariño y amor mostrando confianza y respeto hacia nuestras decisiones. Estricta consigo misma y comprensiva con los demás, siempre optó por no juzgarnos según su fe, sino según su corazón.
Murió como vivió, mirando directamente a los ojos, sin evitarse un dolor o una incomodidad si era para dar muestras de su fe. Y sin dejar nunca de mostrar su cariño, su amor y su comprensión hacia los suyos, por muy lejos que sus vidas estuvieran de su fe católica.

jueves, 18 de marzo de 2010

Perdón

Una de las consecuencias de usar torticeramente las emociones en la política, puesta en boga por la derecha conservadora norteamericana a través de sus think tank, ha sido la perversión moral de las emociones.
Como ya he afirmado en alguna otra ocasión, uno de sus efectos más evidentes en la actualidad social y política española es la extraña, a la vez que perniciosa, promoción de las “víctimas” en el escalafón social. Prueba de ello es el “ascenso” de Juan José Cortés a asesor del Partido Popular en temas de justicia. “En concreto, trabajará con el primer partido de la oposición en la reforma del Código Penal que ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados”. Como cualquier ciudadano en posesión de sus derechos civiles, al Sr. Cortés le es lícito asesorar, colaborar y participar en los proyectos que le dé la gana, donde le dé la gana, cuando le dé la gana. ¡Faltaría más!
Pero, ¿qué lleva a ser noticia el “fichaje” del Sr. Cortés por parte del PP? ¿Sus conocimientos jurídicos? ¿Su experiencia en los tribunales? ¿Acaso su conocimiento en el campo social de la reinserción de los presos? Mucho me temo que no, sino que lo hace en su condición de “víctima”, como si tal fuese una licenciatura o un doctorado. Es más, según EUROPA PRESS, expresó la necesidad de la cadena perpetua revisable, ya que cree que "va a ser muy efectiva para la sociedad española". Es decir, lo que pretende es trasladar su dolor de víctima a un texto legal.
El PP, el partido europeo de derechas que más ha “mamado” el ideario neoconservador de los Estados Unidos de América, pretende “contaminar” la elaboración de una ley con las emociones de un padre que ha sufrido una pérdida traumática. Con ello nos devuelve a la semítica ley del taliónojo por ojo, diente por diente” que creíamos superada tras la transición democrática.
Otro de los efectos perjudiciales que se puede observar en la sociedad por esa práctica de empapar de emocionalidad los razonamientos, lo observamos en la perversión del uso del término “perdón”. La DRAE define “perdonar” como “Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa”. Pero hoy se exige que las personas se disculpen por cualquier nimiedad, sin que exista deuda, ofensa, falta ni delito, simplemente porque ha hecho o dicho algo que ha molestado a un tercero.
Una prueba de hasta donde ha llegado el absurdo la tenemos en las declaraciones de Andrés Palop, guardameta del Sevilla FC, el cual, tras fallar la parada de un gol que supone para su equipo ser descabalgado de la Champion, se ha visto en la obligación moral de pedir perdón. La sorpresa llega hasta el titular de prensa que añade “La disculpa que nadie exigió a Palop” dando por hecho que no parar un gol podría ser causa suficiente en algún momento para exigirle a un guardameta pedir perdón.
Si alguien se siente ofendido porque un futbolista no alcance su objetivo de meter un gol o de evitarlo es señal que tiene alteradas sus percepciones de la realidad. Pero que socialmente se le exija a cualquier persona que pida perdón por expresar libremente su opinión demuestra que se está avanzando hacia un psicosis social grave.
Menos mal que no toda la sociedad está infectada de esta lacra. La Iglesia Católica Apostólica Romana, por el contrario, parece indemne a ella, y no solo no se le ocurre pedir perdón sino que tampoco admitir su responsabilidad por su participación en los hechos más deleznables. Es el caso del cardenal Seán Brady el cual, conociendo en 1975 los abusos sexuales cometido por otro sacerdote, convenció a los niños a que no dijeran nada. Esto sí parece encajar en los supuestos (deuda, ofensa, falta, delito) que requeriría pedir perdón. Pero no, no solo no dimite, si no que se justifica: “Hace 35 años el mundo era muy diferente. No teníamos dirección con que guiarnos, estábamos en territorio inexplorado. Ahora tenemos estándares mucho más altos y desde luego ahora no habría actuado de la misma manera en que lo hice entonces". Finalmente ayer, tras muchas presiones, Seán Brady pidió disculpas por su silencio, pero sin renunciar al cargo.
Absurdo mundo, donde un guardameta pide perdón por no parar un gol, y un cardenal se resiste a ello a pesar de obligar a dos niños a que callaran los abusos a los que les había sometido otro sacerdote católico.

lunes, 15 de marzo de 2010

Consejos para un socialista con aspiraciones

En estos procelosos tiempos es necesario que aquel compañero o aquella compañera socialista que aspire legítimamente a ocupar una responsabilidad en eso que llaman “cosa pública” se pertreche no ya de los grandes principios morales de nuestros mayores, sí al menos de “consejas” que le oriente en este mundo tan tentador.
Decía nuestro llorado Ángel Ganivet, suicidado en las gélidas aguas de Finlandia, que cuando se acaban las certezas hay que pertrecharse de prejuicios. Así, en una sociedad que parece no tener reglas éticas, en la que los discursos valoran más un gobierno de tecnócratas que de políticos y en el que lo público se privatiza y lo privado se publicita, un aspirante socialista debería tener en cuenta algunas de estas reflexiones.
Ni muy caro, ni muy grande, ni muy ostentoso. Cuando se ocupa una responsabilidad pública se debe evitar adquirir, aunque nos lo podamos permitir, nada demasiado caro, ni demasiado grande ni demasiado ostentoso. Porque si lo muy caro es un insulto para nuestros votantes, lo muy grande es un insulto a la inteligencia, y lo muy ostentoso un insulto a nuestro buen gusto. La discreción debe ser la guía del político prudente. Y si no eres prudente, por lo menos no seas cutre.
No pagues con dinero público una comida que no pagarías con tu dinero. Sabemos que es tentador “tirar” de VISA para darse algunos caprichos en la atareada vida de un cargo público. Pero ya sabemos que estas tentaciones solo pueden llevarnos al oprobio o a la cárcel, y lo que es peor, a perder las próximas elecciones. Así que en los almuerzos con dinero público mejor agua que vino, nada de mariscos, y un plato antes que dos.
El ejercicio físico es bueno para la salud, y el coche oficial funesto para los votos. Vida sana, frugal y ejercicio. Tú vales mucho para la causa socialista, así que evita coger el coche oficial, que no solo es un pasaporte para el ictus cerebral y el infarto de miocardio, sino que además puede convertirse en una sangría de votos. Si no lo haces por ti, por lo menos hazlo por nosotros.
A cargo nuevo, no cambies ni de coche, ni de casa ni de legítima. El cargo público es como la crisis de los cincuenta. Cuando llegas a ella tienes la tentación de cambiar a una casa más grande y lujosa, a un coche de gran cilindrada o a legítima (o legítimo) con treinta años menos, más teta o más abdominales. Así que debes resistir la tentación, y mientras dure el cargo, seguir con tu modesta vivienda, tu utilitario de toda la vida y con la madre (o el padre) de tus hijos. Siempre hay vida más allá del cargo para darse estos caprichos.
ATENCIÓN: los nombramientos en el Boletín Oficial no llevan incorporados un kit de inteligencia. Contra la creencia de muchos postulantes, el cargo no vuelve inteligente al torpe y ni brillante al bordeline. Antes bien, solo sirve para ponerlo en evidencia. Así que antes de aceptar una responsabilidad lee las resoluciones del Partido al respecto, intenta tener un par de ideas propias y si no sabes, pregunta. Es preferible mostrar ignorancia que idiotez.
Si tomas en cuenta algunos de estos consejos, seguro que no serás un peligro para tí mismo, ni para los demás.

jueves, 11 de marzo de 2010

Victimización de la Sociedad

La victimizanción es definida por el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) como la acción de victimizar, siendo ésta “convertir en víctimas a personas o animales”. Por lo tanto, los terroristas convierten en víctimas a las personas que sufren sus atentados, pero también las convierten o las mantienen en tal condición aquellas personas que no les permiten superar tan traumática experiencia.
Decía Schiller, en su opúsculo “Sobre lo Sublime”, que “Nada es tan indigno del hombre, pues, como sufrir violencia: la actitud violenta lo aniquila. El que la ejerce nos disputa nada menos que la humanidad”. El poeta, dramaturgo y filósofo alemán, añadía: “El que la sufre cobardemente se despoja de su humanidad”. Por ello, el ejercicio de la violencia debería considerarse el mayor de los delitos sociales, y sufrirla cobardemente la mayor traición.
El terrorismo designa una especial forma de ejerce violencia, puede que no la peor pero sí la que impide a la persona no sufrirla cobardemente. Ante un atraco a mano armada puedes reaccionar defendiéndote o defendiendo a tus seres amados. Ante una agresión sexual puedes patalear y chillar, en definitiva no sufrirla de forma cobarde. Pero de una bomba que estalla sin avisar, de un veneno que disuelto en el aire o en el agua ataca en silencio, de un misil volante que cae sobre nuestras cabezas sin anunciarse, ¿cómo se puede uno defender?
Pero si sufrir la violencia física o emocional de un atentado, producto del odio, nos disputa nuestra humanidad, no menos cierto es que la presión social que nos obliga a mantenernos permanentemente en nuestra condición de víctima, producto del amor, nos deshumaniza de una forma aún más atroz.
Hay una maldad intrínseca en mantener a la víctima en su estado eternamente, haciéndole revivir una y otra vez su desgracia, impidiéndole avanzar. Lucio Anneo Séneca ya advertía a Marcia “si el destino se vence con lágrimas, derramémosla” pero “si los difuntos no vuelven gracias al llanto” entonces “cese el dolor que muere”.
Adjetivar a una persona como víctima es infligir un nuevo golpe al que sufre. Es obligarle a no vivir en la vida sino en la muerte, en el dolor, en el sufrimiento.
Y como un tumor maligno se extiende por toda la sociedad. Cuando a la persona que sufre un brutal golpe del destino en manos de un perverso terrorista se le impide salir de su sufrimiento se le obliga a vivir una existencia de víctima. Cuando se idealiza a la víctima con constantes honores, preeminencias y regalías, la condición de víctima se convierte en algo deseable. ¿Y quién es el juez que decide que víctima será merecedora de ser ensalzada y cual condenada al ostracismo? Primero las víctimas de terrorismo, luego las víctimas de la violencia de género, más tarde las víctimas de tráfico, y así sucesivamente victimizamos a la sociedad, atenazándola en su dolor.
Las personas que sufren violencia son merecedoras de acompañamiento y consuelo, pero sin obligarles que su dolor sea su condición natural a partir de ese momento. Como suplicó Séneca a Marcia “no desees el más despreciable de los honores: el parecer la más desgraciada”.

domingo, 7 de marzo de 2010

¡Viva la Sociedad Civil! Siempre que me convenga, naturalmente….

La crispación que tan buenos resultados le dio al PP de José María Aznar en 1995 y 1996 hizo que la derecha sociológica española, en medio del shock postraumático del 11-M, recuperaran la fórmula para regresar cuanto antes a la Moncloa.
Lo malo fue que si con Felipe González la “estrategia Aznar” obtuvo resultados positivos fue porque entonces y tras 12 años de gobierno, sí existía un claro desgaste de la mayoría parlamentaria.
Pero repetida la misma estrategia en 2004 fue un fracaso. Ni el discurso de la conspiración en el caso del atentado del Al Qaeda (aquello de los lejanos desiertos y las montañas cercanas), ni el “España se rompe” tras el alto el fuego de ETA, ni siquiera “ZP quiere destruir a la familia” tras la reforma de ley que permitió el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, consiguió devolver al gobierno a un PP arrastrado por la derecha radical, el cual volvió a perder las elecciones generales de 2008.
La crisis económica, vaticinada por un agorero PP en 2007 cuando el mundo iba viento en popa, preparó la sementera de lo que llegaría después. El miedo, en economía es el mayor arma de destrucción masiva. Los y las españolas, asustadas por meses de funestas admoniciones, cuando llegó el lobo de la crisis entró en un retroceso de consumo sin parangón en el marco de la OCDE. El hundimiento del consumo llevó al aumento vertiginoso del paro que a su vez presionó aun más al retroceso del consumo.
El PP parecía dar saltos de alegría al conseguir llegar a Eldorado de su estrategia. Ahora sí, por fin, la situación se tornaba peligrosa para el gobierno.
Ya entonces sostenía que, en mi opinión, los que menos satisfechos deberían estar eran los empresarios. Para que los negocios funcione lo peor es el miedo. Pero la estrategia de regreso al poder (su sitio natural, piensan) del PP y su derecha sociológica lo único que genera es desconfianza, miedo al presente y al futuro, a la inmigración y a la emigración, a los de dentro y a los de fuera, a los buenos y a los malos.
Y comprendo que los poderes económicos a los que les gustaría el regreso del PP al gobierno de la Nación pero que se espantan por los estragos que está produciendo su estrategia, hayan dado el paso para cambiar el estado social depresivo al que nos ha metido Mariano y los suyos (¿o sería mejor decir “los suyos y Mariano”?) con la iniciativa estosololoarreglamosentretodos.org ¿Cuál ha sido la respuesta del PP y la derecha sociológica? Acusar a famosos 'afines al PSOE' de tapar los errores a Zapatero.
El PP entra en contradicción con sus discursos, que lamentablemente suele coincidir con casi todos los partidos que gobiernan. Afirmar la necesidad de más sociedad civil cuando piensan que con eso desacreditan al gobierno o lo desgasta, y montar en cólera cuando esa sociedad civil no actúan de acuerdo con sus intereses o deseos.
La apuesta del PP de cuanto peor, mejor, posiblemente le traiga buenos réditos electorales. El problema es que nuestra derecha de toda la vida de dios puede terminar gobernando un país autista, moribundo y atenazado. Un país donde los mejores, ante el panorama desolador salgan corriendo, donde los nacionalismos periféricos refuercen sus deseos de separarse del cadáver viviente, y donde la ciudadanía, a fuerza de depresión, sea pasiva. Y con esos mimbres, mal cesto vamos a poder hacer.
Soy optimista patológico (¿un pesimista bien informado?) y se que a España, pese al PP y la derecha radical autoritaria, tiene mucho futuro por delante. Se que al final de mis días viviré en una España mejor. Así que comparto el Manifiesto de “Esto solo lo arreglamos entre todos” que añado por si te interesa:
Llevamos demasiado tiempo viendo en todas partes lo mal que está todo. Es casi lo único que nos cuentan.
Pero la crisis no solo está ahí fuera, también está en nuestras cabezas. Nos ha hecho perder la confianza, nos ha contagiado el pesimismo, el desánimo.
Esto es lo primero que debemos arreglar, queremos recuperar la confianza.
Tenemos motivos para animarnos. En esta web encontrarás muchos.
Historias de gente como tú y como yo, que se han enfrentado al momento, que demuestran que con ilusión, entrega y compromiso se puede conseguir todo.
Gente que cree en sí misma y lo demuestra a diario desafiando la crisis.
Por ejemplo, ¿sabías que cada mes se crean cinco mil empresas en este país? ¿No te parecen cinco mil poderosas razones para creer?
Queremos que conozcas esas historias, que te inspiren, que te animes, que las compartas, que formen parte de las conversaciones y que consigamos que acaben llegando a los medios de comunicación, a los telediarios, a los editoriales, entre las noticias de lo malo y lo peor.
Tenemos que contagiar la confianza de la misma manera que se ha contagiado el pesimismo.
Porque cuando tú, y tú, y tú, y yo, nos convertimos en nosotros, no hay nada que no podamos arreglar.

viernes, 5 de marzo de 2010

Sepulcros blanqueados

Bajo sospecha de pederastia 94 curas católicos alemanes (07.02.2010) La Legión de Cristo admite que Maciel abusó de sus hijos secretos (05.03.2010) El padre Maciel también habría abusado de dos de sus hijos (04.03.2010) Abusos sexuales en el coro de la catedral de Ratisbona que dirigió el hermano del Papa. Georg Ratzinger asegura que nunca tuvo conocimiento de casos de pederastia en el grupo entre 1964 y 1993 (05.03.2010) La abogada de los jesuitas denuncia el suicidio de algunas víctimas de curas pederastas alemanes (18.02.2010) En la Orden, más casos de pederastia. José Barba, quien encabezó en 1997 una denuncia por pederastia contra el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, asegura que existen muchas más historias de abusos dentro de esa orden religiosa que las dadas a conocer ayer públicamente por dos hombres que se presume son hijos de Maciel (04.03.2010) Un convento alemán entrega a la fiscalía información sobre un miembro sospechoso de pederastia (04.03.2010) El papa Benedicto XVI se prepara para recibir en Roma a una delegación de obispos irlandeses. La cuestión de los abusos a menores ocupará un lugar en la agenda (14.02.2010) Escándalo homosexual en el Vaticano (05.03.2010) Holanda investiga a los salesianos por abusos a menores (01.03.2010)
Y mientras las cofradías de Sevilla preocupadas por la ley del aborto (05.03.2010)
¡Mánda narices!

La dictadura neoliberal

Llevo algún tiempo alertando del incorrecto uso del término “liberal” que vienen haciendo los hijos intelectuales de los think tank republicanos norteamericanos desde finales de los años sesenta. Incorrecto porque “descuartizan” a la criatura para escoger solo una parte de ella: usan la parte y lo nombran como el todo en un ejercicio de claro cinismo. Sabiendo como sabían los conservadores la mala fama que su ideología trasmitía, se retitularon con un adjetivo mucho más amable e incluso decente.
Los conservadores de hoy, la derecha de toda la vida, siempre han despreciado al individuo, han sospechado de él. La persona les ha dado miedo, y por eso se han dotado de herramientas coercitivas que asegurara su control, bien controlando sus emociones y pensamiento con la religión, bien controlando sus actos con el ejército y la policía.
El liberalismo antepone la persona al sistema, los derechos de las personas a los derechos del sistema. Éste y no otro fue el “padre” de los derechos humanos y las libertades cívicas, aunque ahora algunos “iluminados” quieren declarar padre putativo al judeocristianismo. Hoy sabemos que un liberalismo económico llevado a su última expresión puede ser un desastre de proporciones mundiales. En cambio sabemos también que un liberalismo moral llevado a su última expresión es la mayor muestra de dignidad de la humanidad.
Un venerado liberal como Ralf Dahrendorf ya advertía que si el capitalismo se convertía en una dictadura, esto es, una fuerza dominante (DRAE) lucharía contra él con el mismo empeño que luchó contra el comunismo soviético. Si atendemos a los discursos de los supuestos liberales españoles agrupados entorno a partidos como el PP, a medios de comunicación como el Grupo INTERECONOMÍA o LIBERTAD DIGITAL, e “intelectuales” como César Vidal, observamos que rechazan de plano las consecuencias sociales de la democracia y la libertad moral del individuo, y en cambio realizan una encarnizada defensa del mercado, que aunque pudiera pensarse otra cosa, no es un individuo sino un sistema. El mercado es a la economía lo que el partido único a la política: un sistema cerrado y excluyente que asfixia la libertad individual de la persona.
Por ello, cuando desde cualquier tribuna se clama por la identidad cristiana europea, se ataca el derecho de contraer matrimonio a dos personas del mismo sexo o contra el aborto, se señala que no se cree en la libertad del individuo a tomar las mejores decisiones para uno mismo, es decir, contra el concepto liberal de autonomía personal.
Igualmente, cuando desde cualquier tribuna se clama a favor del mercado, sus intereses, sus dinámicas y sus mecanismos, se intenta someter a la persona a un sistema que le es ajeno y que no controla.
Porque aunque nadie lo dice, los “neoliberales” de hoy, lo que defienden realmente es una nueva “dictadura” del pensamiento único. Como Stalin, vamos.

domingo, 28 de febrero de 2010

Cuando la dignidad abandona los altares y se refugia en las cárceles

Hace algo de un mes publiqué un post en este blog titulado Nadie dijo que luchar no fuera peligroso, en el que confrontaba la lucha por la dignidad de Aminatu Haidar y Juan López de Uralde, y la amanerada admonición del portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, cuando amenazó a los políticos que apoyen la nueva ley del aborto que se convertirán en "pecadores públicos" y, por lo tanto, no podrán comulgar.
Dos hechos lamentables me obligan a escribir de nuevo sobre el tema. Uno, la muerte de Orlando Zapata Tamayo tras una huelga de hambre emprendida para que el gobierno cubano le reconociera su condición de “preso de conciencia”; por otro lado, la declaración del ínclito Martínez Camino en el que reitera la excomunión de los y las parlamentarias que votaron a favor de la nueva Ley de Reproducción Asistida y no, en cambio, del Rey que sanciona la Ley.
La lucha de Zapata fue, como la de Haidar, una lucha a muerte por la dignidad. La lucha de Zapata para ser verdadera tenía que ser así. Y si falleció fue porque el gobierno de la República de Cuba fue incapaz de comprender que la verdadera lucha por la dignidad y la libertad no puede confundirse con las luchas partidarias o nacionales. Lo que a duras penas reconoció el Reino de Marruecos a Aminatu, la sinrazón del gobierno cubano privó a Orlando, que contaba con el aval de Amnistía Internacional para su condición de preso de conciencia.
Los derechos humanos, el derecho a la libertad, a la libre conciencia, a la libre expresión, a un trato justo y digno, nunca pueden estar en función del individuo en cuestión. Esto es algo que decenas de gobiernos y tras ellos muchas de sus sociedades, entre los que se encuentran los gobiernos de la República de Cuba y de los Estados Unidos de América, no quieren comprender: que cualquier persona, independientemente de su comportamiento, del delito que haya podido cometer (preso común, político, terrorista, etc.), es un sujeto pleno en sus derechos. La vida de Orlando Zapata, sus supuestos o reales delitos, no le privaban de unos derechos inherentes que la República de Cuba le negó. Por ello, la dignidad de esa República mengua al mismo tiempo que se engrandece la de Orlando Zapata.
Por su parte, la dignidad de la Conferencia Episcopal Española se disuelve en sus propias contradicciones. Tras la aprobación de la Ley mal llamada del aborto, el portavoz Martínez Camino ha recordado que cualquier político católico que vote a favor de la ley queda "fuera de la comunión eclesial" y, por lo tanto, no podrá acercarse a comulgar. Pero la supuesta firmeza ha chocado con una evidencia: que hoy por hoy es imposible excomulgar al Rey de España, porque más allá de las cuestiones teológicas (que para Camino "no es necesaria una exhortación especial") es políticamente imposible que el jefe del Estado Vaticano autorice que a un rey católico se le prive de la comunión.
La iglesia Católica, una vez más, se ha visto embarrada en sus dobles intereses, y vuelve a quedar en evidencia frente a la lucha por la dignidad de personas como Haidar y Zapata. Si la iglesia Católica tuviese aunque solo fuera una centésima parte de la convicción moral de estos apóstoles contemporáneos, no podría mantener ese aparente virtuosismo ético. Claro que pedirle virtud y moral a la iglesia Católica es como pedirle peras al olmo.

domingo, 21 de febrero de 2010

¿Del enemigo el consejo?

Todas las sociedades necesitan paradigmas que articulan su cosmogonía. Para los liberales era la persona, para los neoliberales el mercado. Para los liberales el mercado deseable era el de competencia perfecta, es decir aquel en donde la existencia de un elevado número de oferentes y demandantes implica que la decisión individual de cada una de estas partes ejercerá escasa influencia sobre el mercado global. Para los neoliberales, el mercado perfecto es aquel no está controlado por ningún poder político (legislativo, ejecutivo o judicial).
En estos días en los que se debate sobre una conspiración contra España o su gobierno, o la capacidad de los mercados para evaluar a los gobiernos en sus políticas públicas, me gustaría compartir contigo algunas reflexiones.
Cuando hoy en día se habla del mercado o de los mercados, a lo que realmente nos estamos refiriendo es a un número bastante reducido de actores que manejan ingentes recursos monetarios, bien de fondos de inversión, bien de fondos de pensiones, bien de créditos bancarios (es decir, nunca propios, siempre ajenos), que intentan obtener los mayores beneficios en el menor tiempo posible, ya que sus propios salarios y bonus están vinculados a estos.
Un reducido número que en el caso de la crisis de la deuda pública griega se reduce a tres actores, los fondos estadounidenses Moore Capital, Fidelity International y Paulson & Co, así como al británico Brevan Howard, el mayor gestor de hedge funds de Europa, que han movido ingentes cantidades de dinero, miles de millones de euros. Aunque bien es cierto que junto a ellos, a la caza especulativa, millones de pequeños y medianos inversores intentan sacar también su parte de tajada cuando detectan un movimiento así.
Este pequeño número de actores son además de perfiles homogéneos, salidos de un reducido número de universidades y escuelas de negocio, con una ideología concreta.
Cuando se habla de mercado, realmente a lo que nos referimos no es a un mercado de competencia perfecta, sino a un mercado monopolístico que gracias a su presión ideológica consiguen no ser controlados por ningún poder político.
Detrás de los nombres de las empresas que opera en el mercado global, cuyo número es reducido, siempre encontramos el mismo perfil: generalmente anglosajón, con alguna presencia nipona, germánica o francesa, hombres, neoconservadores, machistas, clasistas y racistas.
Al no estar sus decisiones sometidas a un mercado de competencia perfecta sino monopolística, sus prejuicios de clase, de raza o de religión tienen una gran importancia.
Cuando un actor de un mercado monopolístico no controlado toma una decisión, debemos aceptar que su percepción es que no requiere justificarse ante nadie. Bueno, ante nadie no. Ante los accionistas de la misma que son otros gestores que como él no son dueños de los recursos que gestiona, y con los que comparte ideología, raza, sexo y prejuicios.
Una de las grandes diferencias del capitalismo de principios del siglo XX con el capitalismo de hoy en día, es que Morgan o Rockefeller eran dueños de sus empresas, y en cambio hoy la propiedad de un banco, por ejemplo, corresponde a un fondo de inversión y pensiones que a su vez es gestionado por el banco. Tú me pones a mí, y yo te pongo a ti. Se ha eliminado el control interno, y han acabado con el control externo de los gobiernos. Por eso pese a perder miles de millones de dólares, los gestor de muchas empresas estadounidenses se han autoasignado escandalosos bonus.
En la aldea global no hay mercados de competencia perfecta ni cuasiperfecta. Son mercados monopolísticos que son incapaces de asignar los recursos de forma correcta, ya que sus decisiones no se toman en base a la decisión de un número significativos de actores (ofertantes y demandantes) sino de sus prejuicios y avaricia.
Cuando desde instancias neoliberales, incluida la mayoría de la prensa de nuestro país, invocan al mercado para justificar la introducción de cambios en nuestro sistema económico no debemos olvidar que esas recomendaciones están preñadas de prejuicios y de interés ajeno. Es como poner al zorro a guardar el gallinero.

sábado, 20 de febrero de 2010

Aznar, el Grande

Sostiene mi docto maestro, que José María Aznar debió sufrir mucho en la escuela. Su baja estatura, su voz aflautada, ese labio paralizado, le convertiría en el aznarreír, digo hazmerreir de los chavales de su colegio. Y su natural carácter no le ayudaría precisamente: osco, callado, rencoroso. No sé si mi docto maestro tiene o no razón. Pero lo cierto es que el Aznar adulto, el que nos gobernó durante ocho años, y el que nos divierte de vez en cuando desde 2004, se proyecta sobre nosotros como le niño Aznar imaginado por mi docto maestro: soberbio pero ridículo, pretencioso pero ignorante, déspota pero emocionalmente débil.
Si el Aznar adulto poco tenía de bueno para el conjunto de la nación, tenía todo lo necesario para sus partidarios. Como Hitler y Franco, es bajito y tiene bigote; como Hitler y Franco, contra todo pronóstico fue capaz de organizar a los suyos en un eficaz aparato político; como Hitler y Franco, no ha sabido irse a tiempo.
Podemos imaginar que José María Aznar se soñó como un Alejandro, como un Julio Cesar. Su gran obra, la llegada democrática, por segunda vez en un siglo, de la derecha española al gobierno de la Nación, se culminaría con un mutis por el foro a lo grande: no volviéndose a presentar a un tercer mandato. Sobre el papel, el gesto era espectacular. Un soberbio que en un acto soberbio despreciaba soberbiamente al poder y cual Carolus Imperator se retiraría a su Yuste particular, la Fundación FAES. Pero, como ya adelantó Shakespeare, somos un triste juguete del destino. Y los hados no habían preparado a José María Aznar la despedida triunfal que esperaba. En vez de trompetas tonantes le despidieron el ruido de las explosiones de Atocha; en vez de una alfombra roja, empañó su despedida la roja sangre inocente de 191 víctimas del terrorismo de Al Qaeda.
Si el destino ha sido injusto con José María Aznar solo se sabrá dentro de cien años, cuando plumas menos implicadas emocionalmente en nuestro presente reescriban los años que nos ha tocado vivir. Pero lo cierto es que el 11-M a José María Aznar, y con él a los diez millones de los votantes del PP, las explosiones de aquel día le produjeron un verdadero trastorno por estrés postraumático (TEPT).
¿Qué significa el TEPT en la vida de una persona? Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, las personas que lo han sufrido pueden padecer, entre otras, incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma, sensación de desapego o enajenación frente a los demás, irritabilidad, sobresaltos y sensación de un futuro desolador, pesimismo. Algunos de estos síntomas lo podemos observar entre el electorado del PP. Leyendo los foros de muchas de sus webs y de periódicos como EL MUNDO o EXPANSION, viéndolos manifestarse por cualquier cosa, aunque sea peregrina, o escuchándoles en sus conversaciones, un número significativo de votantes del Partido Popular muestran una gran irritabilidad, solo exponen los pensamientos más pesimistas (España se rompe, España se hunde), y piensan que los socialistas les odian y quieren acabar con ellos.
José María Aznar comparte muchos de estos síntomas. Rotas por las bombas sus aspiraciones de retiro glorioso, se embarcó en una cruzada contra el mundo. Con un tono muy irritable ataca y descalifica a su sucesor en el gobierno de la Nación. Y cual jinete del Apocalipsis va anunciando el fin del mundo por think tank, universidades y tabloides.
El gesto en la Universidad de Oviedo en una señal más, y sus palabras también. Es cosa de los tiempos, que yo personalmente deploro, que los ciudadanos convertidos en populacho increpen de forma maleducada ya sea a un político, a un detenido o a otro ciudadano que ha tenido la desfachatez de expresar su libre opinión. Pero muchos políticos de nuestro país lo han sufrido (¿ya no recuerdan las agresiones físicas de simpatizantes del PP al señor Bono durante una manifestación?) y todos tuvieron la educación, la prudencia o la astucia de contenerse sin dar una respuesta airada. Pero José María Aznar ya no puede contenerse. Su ira, su irritabilidad, su soberbia se lo impide.
Ya tenemos cuatro ex presidentes del gobierno, esos “jarrones chinos” de los que hablaba uno de ellos, y sólo a José María Aznar le hemos escuchado despotricar cual portera de patio de vecinos, tanto dentro como fuera del país, sobre su sucesor.
Posiblemente Azar se soñó como el Grande. Lamentablemente quedará para la historia como el mezquino resentido que siempre fue.

viernes, 12 de febrero de 2010

Enajenación nicotinera

Javier Marías me gusta tanto como columnista como me deja frío como novelista. Sigo sus entregas semanales de EL PAIS SEMANAL con verdadera fruición. La mayoría de las veces coincido con él, y cuando no lo hago son siempre en sus escritos más flojos. ¡Que voy a decir!.
Pero habitualmente LA ZONA FANTASMA, su sección, es una píldora que ayuda a pensar, como su texto del pasado fín de semana UN EJERCICIO DE COMPRENSIÓN. Marías es poco amigo de las prohibiciones, y salta como un resorte ante muchas de las iniciativas que se ponen en marcha desde las instituciones, ya sea la política sobre tabaco, ya sea las iniciativas parlamentarias contra las corridas de toros. A mí, que ni fumo ni me gusta la supuesta “fiesta nacional”, también me cuesta emocionalmente dar el visto bueno a este tipo de medidas. Pero hay una reflexión que si me gustaría compartir contigo tras la lectura de su último artículo.
Más allá de la ponderación de sus argumento, Marías comparte con muchos fumadores la opinión de que cualquier iniciativa contra el consumo de tabaco, que no su prohibición, es arbitraria ya que de preocuparles realmente a las autoridades el efecto de cualquier sustancia sobre la salud estarían también en contra de la contaminación, por ejemplo. En palabras de Javier Marías “Si nos ponen fotos espantosas en las cajetillas, que las pongan también en todo el resto, incluyendo las de obesos inmovilizados en muchos productos alimenticios. Si no lo hacen, quedarán como hipócritas, además de como fanáticos y supresores de las libertades”.
Ya he dejado dicho en otro post que en España si no defiendes de forma verbalmente agresiva tu posición parece que eres cómplice de algo o de alguien. Pero la respuesta agresiva de Marías y otros muchos fumadores y fumadoras va más allá de una cuestión de estilo.
Mi reflexión va en el sentido que la adicción al tabaco es como a la de cualquier otra droga. El drogodependiente reacciona de forma agresiva no solo a la supresión de la sustancia sino también a la amenaza de quitársela. Como los alcohólicos, los adictos a la nicotina primero niegan su adiccion, luego la justifican y por último se esconden. Como los alcohólicos, esconden la botella, se perfuman el aliento pero de ninguna manera aceptan de forma voluntaria que esa adicción les está destrozando física y emocionalmente.
Los argumentos de cualquier persona emitidos bajo estas circunstancias podrían no ser fruto de un pensamiento racional sino estar secuestrados por su propio deseo de recibir su dosis diaria de droga. Como el personaje de Gollum en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, cualquier acción se justifica a los ojos de un fumador para conseguir su ración de nicotina diaria. Aunque sea para finalmente caer en el magma ardiente que les lleva directamente a la muerte.
De ser cierta mi hipótesis (no es siquiera una opinión) Marías y otros muchos fumadores, deberían reflexionar hasta que punto sus opiniones son objetivas o el resultado de una adicción de la que no pueden escapar.

martes, 9 de febrero de 2010

A perro flaco...

Aunque vaya a hablar, entre otros, del sr. Aznar, con lo de perro no me refiero a él, sino al popular dicho español “a perro flaco todo se le vuelve pulgas”.
En algún otro post ya he comentado mi opinión sobre España en el mundo. Sinceramente no creo que España esté sufriendo un complot internacional, entre otras cosas porque sería suponer a los “internacionales” una inteligencia que discuto. Pero sí es cierto que España tiene un problema, y gravísimo, de imagen. Pero esto no es nuevo. Si podemos aprender algo de las relaciones internacionales españolas desde su configuración como potencia continental, allá por los reyes Fernando e Isabel de Trastamara, son dos cosas: que somos el saco donde sacude todo el que es algo en el mundo, y que la sociedad española lo sirve en bandeja.
Castigada desde el siglo XVII a ser mera comparsa de otras naciones, generalmente de Francia, ocasionalmente de Inglaterra, atenazada por una Iglesia Católica que impedía cualquier avance técnico y científico, y adobada por el gusto popular español del aquí-te-pillo-aquí-te-mato, la nación española aceptó su expulsión de la gobernanza global hasta el punto de ser neutrales en las dos Guerras Mundiales. Por esto, la España democrática y desarrollada ha llegado tarde al reparto del mundo. Y hacerse un sitio supone dar codazos a troche y moche, pisar callos y desalojar a los que están cómodamente sentados en sus sillones.
En este sentido, recuerdo algunos episodios especialmente significativos desde la Transición. Por ejemplo, la Guerra del Fletán durante un gobierno González. Muchos vieron en aquella agresión canadiense una respuesta del mundo anglosajón al soterrado debate español para competir con Canadá su sitio en el G-7 tras superarlo en el PIB. Tras aquel secuestro, no se volvió a plantear la cuestión. O la reacción furibunda de Italia, en un gobierno Aznar, ante cualquier intento de compra de sus empresas por parte de alguna española, bien telecos, bien autopistas, justo cuando España estaba a punto de superar en PIB a Italia, lo que la ponía en entredicho como cuarta economía europea.
Cualquier estrategia para pararnos los pies es buena. Reeditar la leyenda negra para dar la impresión de que en España no es posible asegurar los derechos humanos; seguir insistiendo en nuestro carácter festivo pero poco serio para evitar reconocer que somos una competencia tecnológica en el mundo; calificarnos de cerdos (PIGS) con gran alegría de muchos de nuestros conciudadanos ya que ven en ello gasolina contra el gobierno de la Nación; etc.
España no es China, ni en población ni en territorio, ni Brasil o Indonesia en recursos. España es un pequeño país en el mundo, a penas 500.000 kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, sin recursos naturales atrayentes y con mala prensa desde la “leyenda negra” que nos regaló la Inglaterra anglicana.
Creo firmemente que la política exterior de los gobiernos democráticos españoles ha ido siempre en el sentido de conseguir abrir ese espacio: primero González, con la entrada en la Comunidad Económica Europea y vertebrando la Conferencia Iberoamericana; luego Aznar, con la experiencia amarga de su antecesor ante la falta de apoyos, buscando el tutelaje de Estados Unidos; por último, Rodríguez Zapatero, regresando a la vieja Europa y buscando la complicidad de las naciones en desarrollo con la Alianza de Civilizaciones.
Pero todas se han saldado con el mismo fracaso: cuando hay confrontación, todos prefieren dejar caer a España. Ahora lo estamos viendo con la expeculación de los mercados. Más allá de los hechos objetivos, los prejuicios cuasi raciales e históricos “engrasan” las decisiones en contra de nuestro país.
Por esto, creo que la hay varios desafíos a los que enfrentarse. Primero, que los españoles, incluidos aquellos que no se sientan tal (por que si mal lo llevamos siéndolo peor sería ir por el mundo de catalán, vasco, andaluz o gallego), debemos saber que es realmente España en el mundo (una potencia de tipo mediano, con sus fortalezas y sus debilidades), y aceptar que nadie nos va a regalar nada ni nos va a dejar un hueco de forma graciosa. Cada palmo que conquistemos deberá ser con sangre, sudor y lágrimas.
Segundo, que las críticas que aquende la frontera son necesarias y patrióticas, dichas o difundidas allende la frontera serán utilizadas en contra nuestra y se transformarán en antipatrióticas.
Tercera, que por el mundo hay que ir en grupo como los anglosajones, la francofonía, los BRIC, etc. pero no en los que nos incluyan los demás (como los PIGS). Parece que lo más razonable y fácil es crear un grupo con lo más granado de los hispanoparlantes, un grupo tipo MECCA (Mexico, España, Colombia, Chile y Argentina).
Quiero finalizar este post con una reflexión. ¿Prestarías dinero a un amigo que te lo pidiera si desde meses antes el hermano de tu amigo te hubiera insistido una y otra vez que es un manirroto, un mal pagador, malgastador, etc.? Posiblemente no. Por eso no debe sorprendernos si el “mercado”, es decir, un grupo de gestores de grandes patrimonios (generalmente blancos, racistas, de derechas, anglosajones y protestante) que llevan cinco años escuchando a un expresidente del gobierno de España, despotricar del actual presidente en las Universidades, en los think kanks, etc., llegan a la conclusión que es una mala idea confiar en España y en cambio un buen negocio especular en su contra.
Este es el mejor ejemplo para ilustrar lo que no se debe hacer en política exterior. Claro que antes debería advertir que en cualquier caso el rencor mezquino es el peor de los asesores. Aunque te “revienten” una despedida triunfal.

miércoles, 13 de enero de 2010

¿Prohibiría operar de cáncer a un niño porque es menor de edad?

La noticia de la operación de cambio de sexo de un menor en Barcelona ha provocado de nuevo un aluvión de opiniones en muchos foros de los medios de comunicación de este país. Leyéndolos con detenimiento, mi conclusión es que la ignorancia sobre el hecho transexual es mayoritaria en nuestra sociedad.
Para muchos y muchas, el cambio de sexo queda reducido a un capricho estético que en modo alguno debe ser financiado por la sanidad pública.
Hace algunos meses publiqué un post sobre la transexualidad en este blog, por lo que no me extenderé sobre lo que es la disforia de género. Pero sí me gustaría recordar que ayudar a las personas transexuales a vivir socialmente de acuerdo con el sexo que sienten es la única respuesta terapéutica que hoy por hoy puede ofrecer la ciencia médica. Las personas transexuales no diagnosticadas o no tratadas tienen un alto grado de sufrimiento. Históricamente este sufrimiento les ha llevado a un alto grado de trastornos mentales y su exclusión social. En una sociedad como la nuestra, donde el acceso a la salud es un derecho universal, privar a las personas transexuales de la única terapia conocida además de ilegal sería inmoral.
Una vez diagnosticada la disforia de género la gran pregunta es si someter a la persona transexual a una operación de reasignación, o cambio de sexo. No todas las personas transexuales quieren o pueden operarse. Pero es cierto que cuanto más joven es la persona que se somete a esta operación, mejores son los resultados en su calidad de vida.
Por eso, el debate abierto sobre la edad de la persona que se somete a una operación de reasignación es absurdo. Cuando un médico diagnostica una enfermedad de un paciente mayor de 16 años, éste tiene la última decisión de someterse al tratamiento que le ofrece la ciencia médica. Si es menor de 16, serán los padres quien lo decida.
Si a una persona de menor de edad se le diagnostica un cáncer ¿tiene lógica aplazar una operación quirúrgica necesaria hasta que cumpla los 18 años? Evidentemente no. Incluso existiendo riesgo para la vida del menor, los padres apostarán por ello.
¿Por qué entonces dificultar el acceso a un tratamiento terapéutico cuando está recomendado por el personal médico cualificado? La respuesta es sencilla. Nuestra sociedad aún no se ha librado de 1.700 años de oscurantismo sexual.

viernes, 8 de enero de 2010

Tertsch el Reaccionario

El periodista Hermann Tertsch, empleado en TELEMADRID, afirmó hace algunas semanas en su programa lo siguiente: “Y les aseguro que si yo puediera matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda por liberar a nuestros tres compatriotas lo haría sin la menor duda”. La frase ha quedado oculta tras la polémica suscitada entre el sr. Tertsch y la cadena LA SEXTA por las parodias realizada en el programa EL INTERMEDIO entorno a su afirmación. Pero realmente la frase merece un estudio pormenorizado.
El ámbito en el cual el periodista Hermann Tertsch expresó dicha frase, un medio público de comunicación y durante un programa de noticias, impide considerarlas como una gracieta. Debemos aceptarla como una expresión firme, consciente y premeditada, que se corresponde realmente con su opinión.
En ella, el sr. Tertsch llega a afirmar que de tener ocasión (Y les aseguro que si yo puediera) llegado el caso (por liberar a nuestros tres compatriotas) no dudaría (lo haría sin la menor duda) en convertirse en un asesino (matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda).
A pesar de su indignación por considerar que en el programa EL INTERMEDIO se le acusó cuatro veces de asesino, lo cierto es que el que se define como asesino es el propio Tertsch. La muerte intencionada de una persona en manos de otra, sino es por resolución judicial, es un asesinato. El que ejecuta un asesinato es un asesino. Hermann Tertsch afirmó que si puediera asesinar a quince o veinte personas lo haría, y solo pone una condición, que fuera por liberar a tres compatriotas secuestrados.
Aunque en el fondo debemos considerarlo un exabrupto, ya que viendole la cara nadie es capaz de imaginarse al sr. Tertsch asesinando ni a un mosquito.
¿Pero cual es realmente el pensamiento político del sr. Tertsch? Está claro que un post como éste y un autor como el que escribe, son insuficientes para analizar y produndizar en su pensamiento político, por falta de espacio por un lado, y falta de competencia por otro ya que no soy un compedio de filósofo, politólogo, antropólogo y psiquiatra como requeriría el caso.
Pero en el ABC de hoy tenemos una muestra del mismo, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Citando a Bolz y Broder en un artículo de opinión, clama, entre otras cuestiones, contra el “pensamiento débil” que considera que debemos ser forzados a la igualdad por el bien de una sociedad supuestamente homogénea y sentimentalmente satisfecha con los dogmas de la religión del igualitarismo.
Primero parte de un hipótesis que con buen criterio “científico” considera innecesario comprobar: que la izquierda ha apostado por el igualitarismo como ideología. Luego, dan contenido a esa supuesta ideología, que en este caso es la que “que obliga a sus miembros desde la infancia a adaptarse al nivel del peor”.
“Pensamiento Blandy Bloo” lo llama mi docto maestro. El igualitarismo no es la ideología de la izquierda. El igualitarismo es una estrategia para promover las condiciones sociales necesarias para que todos tengamos realmente las mismas posibilidades. Es cierto que, por ejemplo en la educación, una insuficiente financiación impide a los centros educativos a ofrecer una educación a medida de cada uno de sus miembros. Pero el error no es pretender compensar las carencias del más desfavorecido, sino la falta de recursos en una “dictadura” de la bajada de impuestos.
El sr. Tertsch sigue desnudándose ya que afirma que uno de los mayores males del igualitarismo es “Porque estrangula la formación de elites y así la movilización de la sociedad en el progreso real” ¡Toma, toma, toma!, como diría Borja. Está claro que la apuesta del sr. Tertcsh es por las élites de toda la vida de dios. Por aquello de San Agustín, imagino, que el poder viene siempre de lo alto.
Pero debemos aceptar que el sr. Tertsch es también un humorista genial, ya que en este artículo afirma que “Ni puede equipararse a la cultura democrática occidental, que surge de la idea cristiana de que toda vida humana es un valor supremo” ¡el mismo que está dispuesto a matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda! ¡Ay, señor, pero cuanto sentido del humor tiene este muchacho!
Aunque la afirmación que más me ha sorprendido, divertido, preocupado y aclarado es la siguiente: “Pero ya sabemos que éste [Tocqueville] era un puñetero aristócrata francés que merece estar más olvidado aún que Montesquieu”. ¡Arrea!, si quitamos a Montesquieu y a Tocqueville de en medio lo que nos da es el regreso al Antiguo Régimen. Es decir, el regreso ideológico al Imperio, los Reyes Católicos, el ¡Santiago y cierra España!. ¿Les suena? Hace cien años lo denominaban pensamiento reaccionario. Hace cincuenta, pensamiento fascista.

jueves, 7 de enero de 2010

El reto de la Diversidad

La biodiversidad como estrategia para la sostenibilidad, las políticas para promover estrategias que acaben con los monocultivos en la agricultura, la negativa de los matrimonios consanguíneos, etc, nos señala que en el mundo la diversidad en general se considera un valor positivo. Pero en cambio, en el seno de la sociedad la diversidad humana provoca inseguridad.
Afirmar que nuestras ciudades, pueblos y barrios son cada día más diversos es una obviedad. En nuestras poblaciones se entremezclan ciudadanos y ciudadanas de todo el país, de Europa y del resto de continentes. Es cierto que en España este fenómeno es muy nuevo, al contrario que en ciudades como Paris o Londres en las cuales desde hace más de 100 años la mezcolanza de razas, credos e ideologías las convirtieron en faros de civilización durante todo el siglo XX.
Primero la Inquisición, que eliminó cualquier posibilidad de diversidad religiosa, luego la lacra de nuestras guerras civiles (carlistas y franquistas)que dificultó la diversidad ideológica, y por último nuestra pobreza como nación tras la pérdida del imperio, que hizo poco atractivo nuestro país para generar corrientes inmigratorias, nos convirtió en una “rara avis” en Europa. Hasta nuestra vecina Portugal ha tenido tradicionalmente mayor diversidad étnica que nosotros.
La actual eclosión de diversidad social en España es el producto lógico de nuestro éxito como país. La libertad religiosa y política obtenida tras la transición así como el crecimiento económico de los últimos 25 años, nos ha convertido en una meta para todas aquellas personas que quieren vivir mejor y con mayor libertad. En este sentido, ya no tenemos nada que envidiar a países que otrora eran paradigmas de libertad, bienestar y respeto.
Pero la ciudadanía española no se ha preparado para este logro. Es natural que lo diferente, lo desconocido, provoque miedo, ansiedad, rechazo. Y este natural sentimiento es el que ha sacudido a los y las vecinas del barrio obrero sevillano de San Jerónimo, paradigma histórico por su capacidad de asimilación de la diversidad y la solidaridad entre sus miembros en los largos años oscuros del franquismo y la pobreza.
El desencadenante ha sido la posibilidad, que hoy por hoy parece descartada, de ubicarse en sus suelos una mezquita para atender a la población musulmana de la Macarena. Fijar el debate en mezquita sí, mezquita no, es un error del que solo salen beneficiados los más extremistas. Estoy seguro que todas las manifestaciones y concentraciones realizadas en los últimos meses, a favor o en contra del templo musulmán ha congregado mayoritariamente a buena gente, ciudadanos trabajadores que quieren seguir viviendo en un barrio obrero, tolerante y respetuoso con sus diferencias.
Pero los extremistas de ambos lados están queriendo sacar réditos políticos atizando la fácil hoguera del miedo a la diferencia o a la homogenización. La diversidad es buena para nuestro país. Mejora nuestra compresión del mundo, facilita a nuestros jóvenes experiencias fundamentales para competir en un mundo global, atrae a gente con iniciativa y otras perspectivas, y oxigenan, en definitiva, nuestras sociedades y nuestras mentes.
Claro que ello requiere una apuesta decidida por las políticas públicas, mejorando la red sanitaria y escolar, creando servicios de mediación en conflictos y atemperando los naturales miedos a lo desconocido. Cerrar los ojos a maniobras de los extremistas a la vez que se pide a gritos bajadas de impuestos que harán imposible estos servicios es el mayor de los cinismos.

miércoles, 6 de enero de 2010

Nadie dijo que luchar no fuera peligroso

La vida de Gandhi, a pesar de su lucha no violenta, no fue sencilla. Pasó hambre, destierro, prisión. Cuando una persona toma la decisión de luchar por sus derechos o los derechos de los demás debe asumir que esa lucha puede tener graves consecuencias personales. Aún más, cuanto más riesgo supone su lucha, más valor tiene.
Porque, ¿que mérito tiene acabar con un régimen tiránico, con el tráfico de armas o el hambre en el mundo si se resolviese con un mando a distancia desde el sofá de casa?
Por eso, en los últimos tiempos tenemos dos ejemplos de personas que decidieron luchar asumiendo un importante riesgo personal: la activista saharagui Aminatu Haidar y el ecologista Juan López de Uralde.
El envite tiene sus riesgos. La lucha de Aminatu Haidar, para ser creible, debía ser a vida o muerte. La lucha de los y las activistas de GREENPEACE, para convencer, deben asumir que con sus actos pueden terminar con los huesos en la cárcel.
Afortunadamente para Haidar, el Reino de Marruecos no “aguantó” la presión internacional y tuvo que permitirle regresar a su país, el Sahara Occidental, aunque ahora la mantenga en un ilegal arresto domiciliario. Desafortunadamente para López de Uralde, la otrora democracia envidiada del Reino de Dinamarca ha mostrado una mayor intolerancia que el Reino de Marruecos y lo mantiene en prisión en condiciones de una dureza injustitifcable para un país de los que englobamos como desarrollado.
Y si criticamos al Reino de Dinamarca no es por encarcelar a López de Uralde, sino de aprobar leyes represivas que lo han permitido, ya que el dirigente de GREENPEACE era consciente del riesgo de su acto y sabía que podía terminar en la cárcel tal y como ha ocurrido.
En el otro extremo del compromiso moral de la lucha lo encontramos en una cada vez más desorientada jerarquía católica. Acostumbrados a la luchas de sacristía y de las discusiones absurdamente bizantinas, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, amenazó “a los políticos que apoyen la nueva ley del aborto que se convertirán en "pecadores públicos" y, por lo tanto, no podrán comulgar”. Pero si el envite de Haidar y López de Uralde era sincero, exponiendo ambos su integridad física, la de Martínez ha carecido de autenticidad. La jerarquía católica, sin arriesgar nada en lo personal, es incapaz de llevar hasta el final sus amenazas. Y por eso los diputados, diputadas, senadoras y senadores católicos podrán seguir comulgando a pesar de haber votado a favor de la nueva Ley. Por ello, el colegio episcopal español debería aprender mucho de López de Uralde y Haidar, los verdaderos apóstoles de la dignidad.