Mayo de 1914. Europa se
prepara para la guerra, pero Sevilla se levanta espantada por el terrible
degüello de un panadero de La Algaba en el cortijo de “Tercia”.
Hasta
la industrialización de finales del siglo XIX, la amplia vega del Guadalquivir al
norte de Sevilla era un mosaico de huertas y cortijos que sin duda harían las
delicias de muchos y muchas.
Pero de ese ambiente bucólico y pastoril, destaca el pasado turbulento del cortijo de Tercia, un verdadero "cortijo siniestro" de accidentes
y violencias.
La
prensa de la época recogió algunos de esos sucesos, como el accidente del joven
José Cruz Torres, de 18 años, en 1896. El diario La Andalucía, en su edición del 6 de octubre, recogía la siguiente
noticia:
En el cortijo de
«Tercia,» conocida por «Las playas del Espartero,» propiedad de los señores don
Pablo y Diego Benjumea, ha ocurrido una desgracia.
Un individuo llamado
José Cruz Torres, de 18 años de edad, posee en aquellas tierras un mato.
Al ir Cruz á recoger sus
cabras, tropezó en una piedra, siendo esto causa de que cayera al suelo y se le
disparara la escopeta.
Quedó gravemente herido.
Por su padre y su primo, que estaban en el mato, fué conducido al Hospital. El
infeliz se quedó muerto al practicársele la primera cura
No
faltaban tampoco las riñas con armas blancas o los asesinatos.
Como
la agresión que se produjo en el cortijo de Tercia en agosto de 1902. Según El Noticiero Sevillano, en su edición
del 25 de agosto,
Anoche, de madrugada,
marchaba por el camino que conduce al cerrado con las piaras de ganados, la que
cuidaba Chamorro se apartó un tanto de la vereda, reprendiéndole por ello
Fernandez.
Una vez dentro del
cerrado, Chamorro dijo à su compañero: ¿Qué es lo que tú me dijiste antes?,
respondiéndole el otro con tono natural:
—Hombre, á fin de que no
se extraviaría el ganado, te dije que lo ahuyentases de la ladera aquella.
Entonces Chamorro
pronunció frases poco correctas para Fernandez, y haciendo uso del palo que
llevaba, la descargó un terrible golpe en un hombro.
Al verse Fernandez
agredido tan repentinamente, parece trató de utilizar su palo; pero
comprendiéndolo su contrincante, le sujetó por la espalda, golpeándole
nuevamente.
Entonces la lucha que se
entabló entre ambos fué encarnizada; lucha á que dio fin el zagal, que asustado
de la reyerta corrió al cortijo á dar noticia de lo que pasaba.
Cuando de ésta salieron
varios trabajadores, encontraron á Fernandez tendido en el suelo, arrojando
sangre en abundancia por varias heridas que presentaba en la cabeza.
El agresor se había dado
á la fuga.
Aunque
al parecer el fugado fue detenido en la carretera de Sevilla a Huelva por la
Guardia Civil, al presentar algunas heridas. Y después de ser conducido a la
Casa de Socorro de la calle Martínez Montañés de Sevilla, fue conducido a
prisión.
Un
trabajador especialmente conflictivo del Cortijo de Tercia fue Antonio Lora, el
cual en 1923 se enzarzó a navajazos con otro trabajador el cortijo, llamado
Juan Illade. Según La Libertad, en su
edición del 18 de noviembre,
En el cortijo de Tercia,
próximo a Sevilla, promovieron una reyerta los trabajadores del mismo Juan
Illade y Antonio Lora. Este agredió con una navaja a su contrincante y le
produjo una herida en la región gástrica penetrante en la cavidad.
Illade ingresó esta
mañana en el hospital en grave estado y el agresor fue detenido.
Pero
como quien la persigue la consigue, años después Antonio Lora cayó asesinado en
otra riña.
El
diario La Voz, en su edición del 17
de enero de 1927, lo recogió así:
Trágica reyerta.-Un
muerto y un herido
Sevilla 17.-En el
cortijo de “Tercia”, próximo a esta capital, se ha registrado un sangriento
suceso.
Los gañanes de dicha
finca Antonio Lora y José Garrido Rodríguez, entre quienes se suscitaban frecuentes
disputas por antiguos resentimientos, vinieron a las manos, agrediéndose
mutuamente.
Antonio, esgrimiendo una
horquilla, asestó varios golpes a su contrincante, hiriéndole en la cabeza.
Garrido, que esgrimía
una navaja, dio varias puñaladas a su adversario, hasta dejarlo muerto.
Cuando los operarios de
la finca advirtieron el suceso, dieron cuenta a la guardia civil, que se
presentó en el cortijo, practicando la detención del agresor, convicto y
confeso de su delito.
Entiende en el asunto el
juzgado del distrito de San Román.
El Caso del asesinato
del panadero de La Algaba
Pero
sin duda, el crimen que más repercusión tuvo en prensa, fue el asesinato del
panadero de La Algaba cuando iba camino Sevilla a vender el pan el 10 de mayo
de 1914. Un caso que apareció en las páginas de El Noticiario Sevillano hasta mediados de 1915.
Las
primeras noticias que tuvieron los habitantes de la capital fue por la noticia
publicada por El Noticiario Sevillano,
del 11 de mayo de 1914, la cual decía:
Un crimen
En los vallados de la
huerta de «Tercia», perteneciente a los señores Vázquez, apareció esta mañana
horriblemente degollado el cadáver de un panadero de la Algaba, conocido por
«Antoñito», que venía con dirección a Sevilla.
Según las noticias que
se tienen hasta ahora de este suceso, el infeliz panadero, que diariamente
venía con una carga de pan a nuestra ciudad, debió ser sorprendido por algunos
criminales que le esperaban para robarle.
Parece ser que la
víctima se resistió a entregar siete duros que llevaba a los bandidos, que no
vacilaron en perpetrar el crimen.
De la fábrica de La
Lucilina del Empalme vino esta mañana al cuartal de la Puerta de Osario un
jornalero que dió cuenta de lo que ocurría.
Inmediatamente se dió
aviso al juzgado de guardia, que se trasladó al lugar del suceso acompañado de
una pareja de la benemérita de aquel puesto, instruyendo las diligencias
propias del caso.
A última hora de la
tarde se trasladó el cadáver del infeliz panadero al departamento anatómico.
Hasta ahora se ignora
quienes sean los autores de este horrendo crimen, practicándose activas
diligencias para su descubrimiento.
El suceso ha causado
gran sensación en la Algaba y en aquellos contornos, donde el desdichado
panadero gozaba de gran estimación por sus buenas condiciones morales.
El Noticiario Sevillano fue uno de los diarios
más importantes de su tiempo, con ediciones matutinas y vespertinas, dirigido
por su propietario, Francisco Peris Mencheta, y mostró un gran interés por este
truculento asesinato.
Por
eso no es de extrañar que días después El
Noticiario, en su edición de 16 de mayo de 1914, publicara las
declaraciones de la viuda de Antonio Calvo, Salvadora Cano Carranza, y su hijo
Salvador Calvo Cano.
El juez señor Alvarez
Feria interrogó a Salvadora sobre ciertos antecedentes relacionados con la vida
que seguía su marido y sobre sus relaciones en general con los vecinos de la
Algaba y con los parroquianos que tenía por su negocio.
La declarante manifestó
que su marido gozaba de la estimación general por la afabilidad de su carácter,
por lo que ni en el pueblo ni en las fincas que diariamente recorría tenía
enemigos.
Respecto al dinero que
pudiera llevar consigo el día de autos dijo que no podía precisarlo por no
estar enterada, pero que de ello podría darle exactos pormenores su hijo mayor.
Terminó diciendo que el
dia del suceso salió de su casa a la hora acostumbrada, no recelando que
pudiera ocurrirle ninguna desgracia, porque el interfecto no le habia
manifestado nunca temores de ningún género, ignorando si la persecución de que
se ha dicho era objeto su marido con anterioridad al crimen era o no cierta,
que no sospechaba de nadie y que se inclinaba a creer que el autor del crimen
fuese (ilegible)
Por
su parte, el hijo mayor declaró que
por su oficio de carretero
se hallaba de viaje en Aznalcóllar, no teniendo noticias del crimen hasta el
dia siguiente de haber ocurrido.
A preguntas del juez
sobre la cantidad que pudiera llevar consigo su padre manifestó que de su casa
habia sacado unos 25 duros, a los que habia que agregar las pequeñas cantidades
que hubiera cobrado a los parroquianos de las huertas que recorrió aquella
mañana.
Según
lo publicado por El Noticiario ese
día,
Seguidamente
comparecieron a la presencia judicial los guardas del cortijo de Tercia Antonio
Pacheco Mayor y Diego Bonilla Perez, quienes se limitaron a manifestar que
tuvieron noticias del crimen por el aperador del cortijo de Tercia y que tan
pronto como lo supieron se dedicaron a la busca del criminal, perdiendo el
rastro de sus pasos en la huerta de la Florida.
La
huerta de La Florida ocupaba el
espacio sobre el que hoy se levanta el parque de San Jerónimo.
También
compareció acto seguido Antonio Macia
Marquez, trabajador de una casilla próxima, quien dijo que estando dedicado a
sus faenas, vió pasar corriendo a un hombre, a quien no pudo distinguir por la
gran distancia que del mismo le separaba.
El
Noticiario Sevilla, en su edición del 28 de mayo, volvía a hacerse eco de la investigación de crimen bajo el título “El
panadero degollado”:
Ayer tarde compareció en
el juzgado de la Magdalena el capataz del melonar del cortijo de “Tercia”, Antonio
Macías.
Este testigo, que fue el
primero que descubrió el cadáver del panadero, nos manifestó que, impresionado
por aquel cuadro de horror, marchó apresuradamente al cortijo, donde dio cuenta
del suceso al aperador.
Este dispuso que
salieran inmediatamente para el sitio indicado varios operarios por si se
trataba de un hombre herido a quien pudieran ser útiles los auxilios.
Los trabajadores del
melonar recordaron que próximo al sitio donde se hallaba el cadáver habian
visto a la distancia de unos doscientos pasos saltar del vallado a un hombre de
bastante estatura, de recia complexión, al parecer del campo, que representaba
unos 45 años y que vestía chaqueta larga y blusa y sombrero del mismo color.
Aquel hombre, al saltar
del vallado, se tiró de bruces sobre la gavilla, pretendiendo ocultarse en la
profundidad de aquella y atravesó corriendo por el melonar, volviendo de vez en
cuando la cabeza atrás, creyendo que alguien le seguía.
El fugitivo continuó
corriendo por la huerta de la Florida, con dirección a la carretera de la
Algaba, en cuyo punto lo perdieron de vista.
El testigo terminó
diciéndonos que el infeliz asesinado era un hombre de buen carácter y de
excelente humor, a quien todos estimaban.
Con lo manifestado por
este testigo queda, pues, en pie la afirmación de que el criminal debe ser un
hombre campesino.
Luego
la prensa dejó de hablar del caso del panadero degollado, hasta que el 4 de
agosto, volvió a colarse en las páginas del El
Noticiario Sevillano, para informar de las últimas novedades del caso:
Nuevamente vuelve a
tener actualidad el horroroso crimen cometido en el cortijo de “Tercia” el día
10 de mayo pasado, del que resultó victima el panadero de la Algaba Antonio
Calvo.
Las circunstancias que
concurrieron en este delito hacen muy interesante el esclarecimiento del mismo,
a cuyo fin, tanto la guardia civil como la policía no han cesado de realizar
investigaciones.
A raíz del suceso todas
las sospechas cayeron en Pedro Herrera Carranza (a) Narices, quien comparecido
a la presencia judicial negó su participación en el expresado delito,
justificado hasta la saciedad los sitios que frecuentó la mañana en que ocurrió
el sangriento suceso.
El señor Alvarez Feria,
no hallando cargo alguno contra el Narice, lo puso en ilbertad(sic).
Por aquella época se
practicó por la benemérita de la Macarena una diligencia de reconocimiento del
Pedro Herrera, que no dio resultado.
La opinión pública, a
pesar de ello, siguió señalando al Narices como presunto autor del crimen
cometido en el cortijo de “Tercia”.
Posteriormente,
Francisco Vara Vazquez, obrero que trabajaba por la época del suceso en la
Huerta de la Coja, manifestó en la “Venta de la Lata”, sita en la carretera del
Rio, que habia reconocido en el “Narices” al sujeto que el 8 de Mayo pasó por
la expresada huerta, en donde se hallaba segando yerba el infeliz Antonio
Calvo.
Con relación al Pedro
Herrera, el panadero parece que dijo a Francisco Vara: “Ese meviene siguiendo
hace unos dias, pero yo no le tengo miedo y si se acerca daré cuenta de él con
esta hoz.”
Estas manifestaciones
hechas en distintos sitios por el testigo mencionado fueron recogidas por la
guardia civil de la Macarena, que ayer
procedió a la detencion del Pedro Herrera Carranza.
DILIGENCIAS DE
RECONOCIMIENTO
El cabo Recuerda, una
vez detenido el Narices, llamó al cuartel a Francisco Vara Vazquez, quien
afirmó ser ciertas las manifestaciones hechas en la “Venta de la Lata”.
Agregó que la primera vez que fue citado para esta diligencia no se atrevió a
decir que había reconocido al Narices, por temor a venganzas de familia.
Obtenida esta
declaración se celebró un careo entre el declarante y el detenido, afirmando el
primero ser el Narices el sujeto que pasó el 8 de Mayo por la “Huerta de la
Coja”, afirmación que negó rotundamente el Herrera Carranza.
OTRAS DILIGENCIAS
… de esta acusación con
otras muchas que se susurran, decidió a la benemérita a practicar con el
detenido una diligencia en el lugar del suceso.
Una vez trasladados al
sitio de la ocurrencia se reconstituyó la escena del crimen, haciéndose correr
al Narices para que a la distancia que consta en el sumario fue visto por
Manuel Sanchez y Francisco Tirado, trabajadores del melonar del “Cortijo de
Tercia”, manifestasen si reconocían en el Narices al sujeto que a doscientos
metros del tajo vieron correr por aquellos lugares momentos después de cometido
el crimen.
Los citados trabajadores
se ratificaron en las declaraciones que sobre este suceso tienen presentadas,
añadiendo que coincidían su estatura y demás circunstancias con el sujeto a
quien vieron cruzar corriendo por los terrenos del melonar el dia de la
ocurrencia del crimen.
DICE EL DETENIDO
El detenido ha negado
con firmeza su participación en el delito que se le atribuye, insistiendo en
cuanto sobre este asunto tiene manifestado, y añadiendo que ni el ocho de Mayo
ni muchos días antes ni algunos después del dia de autos habia ido a la Algaba.
Se tienen noticias de
que el expresado dia estuvo el Narices en la Algaba, conversando con un hermano
que allí tiene.
También se dice que fue
visto por otras personas, a quienes intimidó con amenazas para que guardasen
silencio.
El suceso, en suma,
aparece tan embrollado como al principio, no existiendo hasta ahora otros
inicios que el cargo hecho por el testigo Francisco Vara Vazques.
El detenido pasó esta
tarde a la cárcel.
A última hora de la
tarde recibió el juez señor Alvarez Feria el atestado instruido por la guardia
civil, proponiéndose dedicar a este asunto preferente atnción.
Mañana comenzarán las diligencias
judiciales.
Ya veremos si los que
hablan donde sus palabras no pueden servir de otra cosa que de distracción,
tienen valor cívico para hacer sus manifestaciones en el juzgado.
Pero
la pista sobre la autoría del “Narices” no llevó a nada, y por eso El Noticiario Sevillano, en su edición
del 24 de octubre, comunicaba a sus lectores que
El juez de instrucción
de la Magdalena ha requerido a la viuda del panadero Antonio Calvo asesinado en
las inmediaciones de la Algaba, para que dentro del plazo señalado por aquel
conteste si se muestra parta en el sumario, pues en caso contrario dará este
por terminado y lo remitirá a la Audiencia.
Dos
meses después, El Noticiero, en su
edición de 8 de diciembre, volvía a incluir información sobre el asesinato de
Antonio Calvo, panadero de la Algaba al publicar que
Los señores Medina
Togores y Espinosa Vargas, abogado y procurador respectivamente, como
representantes de la acusación privada en el sumarlo que se sigue por el
asesinato da Antonio Calvo, panadero de la Algaba, ocurrido hace unos meses en
las proximidades del cortijo de Tercia, han presentado un escrito en el juzgado
de instrucción de la Magdalena solicitando el procesamiento de Pedro Herrera
Carranza.
El juez señor Alvarez
Feria ha denegado la pretensión interesada.
Y
no sería hasta mayo del año siguiente, cuando la información sobre el caso
retomara su presencia en la prensa sevillana.
Así,
El Noticiario Sevillano, en su
edición de 13 de mayo de 1915, publicó en relación al asesinato del panadero de
la Algaba, que
Hace próximamente un año
que, como recordarán nuestros lectores, fue asesinado en las inmediaciones del
cortijo de “Tercia”, del término de La Algaba, el panadero de dicha localidad
Antonio Calvo.
Por aquella época el
juzgado de instrucción de la Magdalena, a quien correspondió conocer del
proceso, adoptó cuantas resoluciones compatibles con la ley le fueron posibles.
La guardia civil y la policía trabajaron también con celo en el esclarecimiento
de este delito.
Cuantas investigaciones
y diligencias se practicaron resultaron infructuosas para dar con el paradero
del asesino.
El proceso, una vez
terminado, se remitió a la Audiencia donde quedó sobreseído.
Esta tarde se decía que
un individuo de La Algaba ha manifestado a varias personas que el autor de
aquel asesinato viaja con frecuencia entre Sevilla y La Algaba, siendo conocido
por muchos vecinos de aquel pueblo.
Nosotros acogemos esta
versión a título de rumor público y por lo que pueda a contribuir a desarrollar
la acción de la justicia.
Por
lo que se lee, El Noticiario Sevillano
tomó partido a favor de la familia de Antonio Calvo, intentando que la justicia
no abandonara el caso. Por eso no extraña que en su edición del día siguiente,
publicara la siguiente información:
El asesinato del
panadero de la Algaba
Según muestra noticias,
el sumario instruido por el asesinato del panadero de la Algaba, continúa
abierto, pudiendo, por tanto, deponer en él cuantos tenga algo que decir para
el esclarecimiento del suceso.
El acusador privado
pidió últimamente al juzgado la detención de cierto individuo, a lo que se negó
el juez.
El referido letrado
apeló de esta providencia y el recurso se encuentra pendiente de resolución.
Se asegura que el
juzgado está practicando diligencias y que la guardia civil ha recibido una
confidencia que podrá arrojar bastante luz en este misterio suceso.
Después
de esta noticia, no volvemos a ver publicada en la prensa sevillana ninguna
referencia sobre este trágico asunto, por lo que entendemos que nunca se llegó
a procesar y juzgar a ningún sospechoso.
* En esta serie de artículos recojo la información publicada
por la prensa de la época, que no necesariamente refleja la verdad judicial de
los hechos.