La sociedad española observa atónita como un nuevo precipicio se abre a sus pies. La Memoria Histórica parece que ha desencadenado un torbellino de pasiones peligrosas, en el cual, como es humano, cada uno intenta arrimar el ascua a su sardina.
Tales dislates estamos leyendo y oyendo en los últimos meses, que me gustaría aportar algunas ideas que te ayuden a clarificar los debates.
Empecemos cronológicamente en el tiempo. En 1931, al abdicar Alfonso XIII, tras las elecciones municipales que dio una amplia mayoría a los partidos que abogaban por la república y por eso llamados republicanos, por motu proprio y en contra de los consejos de algunos de sus leales monárquicos, se abrió paso, de forma pacífica y sin fractura social, a la II República Española. Durante su existencia se sucedieron tres mayorías: la republicano socialista en un primer periodo, en la que se aprobaron la Constitución y las leyes más progresistas; la CEDA, que consistió básicamente en un periodo donde se intentó o produjo la “contrarreforma” de los gobiernos anteriores; y el Frente Popular, que apenas dispuso de unos meses para su desarrollo antes de que una parte de la jerarquía militar y de la alta burguesía, junto con la Iglesia Católica, promovieran un levantamiento militar que tras su fracaso se convertiría en nuestra Guerra Civil (a veces llamada Incivil por sus efectos) y que duró casi tres años (de julio de 1936 a abril de 1939).
A lo largo de esos casi tres años el gobierno constitucional intentó por una parte ganar la guerra y por otra mantener el control de su zona, rápidamente soliviantada por el rechazo social a los militares sublevados y a grupos revolucionarios más o menos organizados. Por su parte, los militares felones, rápidamente liderados por Francisco Franco, desarrollaron una campaña de terror y exterminio en los territorios que fueron ocupados, teniendo como ejemplo a Gonzalo Queipo de Llano y sus proclamas radiofónicas.
En ambos territorios se torturó, se robó, se confiscó, se asesinó. Es decir, en ambas zonas se produjeron miles, centenares de miles de víctimas inocentes.
La diferencia fundamental es que mientras en la zona “republicana” eso ocurrió contra la voluntad de la presidencia, el gobierno y las cortes, en la zona “nacional” fue instigada por las fuerzas militares con el objetivo de eliminar física, emocional y socialmente cualquier resistencia. La expresión más clara de ello la obtenemos de uno de los primeros y principales instigadores del alzamiento militar contra el gobierno constitucional, el general Mola, el cual proclamó el 15 de agosto de 1936 en Radio Castilla: “En resumen: ni rendición, ni abrazo de Vergara, ni pactos de Zanjón […] para los que alentaron a sabiendas una guerra de infamias, crueldades y traiciones, para esos jamás; antes la Justifica de la Historia, la nuestra, la de los patriotas, que ha de ser inmediata y rápida”.
Para los militares felones solo una justicia expedita que eliminara físicamente a los republicanos era aceptable. Y a ello se dedicaron durante y después de la guerra.
Por su parte, la voluntad de la República, expresada por su presidente Manuel Azaña durante su discurso en el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938, fue la contraria: "Es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón.”
La victoria de los militares capitaneados por Franco se tradujo en la inmediata reparación de sus víctimas: empleos, pensiones, subvenciones, honores, etc. Durante años se persiguieron, juzgaron y en muchas ocasiones se ajustificaron a sus autores. Por el contrario, las víctimas de los franquistas y sus familiares siguieron sufriendo la discriminación, la pérdida de empleos, el expolio, la depuración, la prisión, e incluso el asesinato.
En 1975, año de la muerte del dictador, no solo no se habían reparado a las víctimas republicanas de la Guerra Civil sino que se añadieron muchas más a lo largo de los 36 años de gobierno totalitario. Decenas de miles habían sufrido cárcel entre 1940 y 1975, habían sido expedientados, disponían de antecedentes policiales, etc. Por ello, las fuerzas de izquierda exigieron como condición indispensable para cualquier avance la Amnistía. Es decir, la exigencia que a los acusados, perseguidos y condenados por cuestiones políticas durante la dictadura se le extinguiera su responsabilidad penal. Por ello, en 1977 se promulgó la Ley de Amnistía, que contra lo que hoy se pretende, no trataba de amnistiar los delitos producidos por la Guerra Civil, sino los producidos por las leyes franquistas, tanto para los acusados como para los acusadores.
Si leemos con detenimiento el artículo segundo lo podemos comprender: “En todo caso están comprendidos en la amnistía: a) Los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ello, tipificados en el Código de Justicia Militar; b) La objeción de conciencia a la prestación del servicio militar, por motivos éticos o religiosos; c) Los delitos de denegación de auxilio a la justicia por la negativa a revelar hechos de naturaleza política, conocidos en el ejercicio profesional; d) Los actos de expresión de opinión, realizados a través de prensa, imprenta o cualquier otro medio de comunicación; c) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley; d) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.”
Es decir, con la Ley de Amnistía se “perdonaron” los delitos cometidos por las fuerzas de izquierdas (incluidos los terroristas) y de derechas (incluidos los terroristas) así como los perpetrados por funcionarios públicos por cumplimiento o no de las leyes franquistas, como políticos, jueces y policías, entre otros.
Durante los gobiernos de Felipe González se produjeron algunas reparaciones a las víctimas republicanas, como fueron indemnizaciones, reconocimientos del grado a los militares republicanos, etc, pero sin proceder a las terapias de recuerdos de "comisiones de verdad" donde se investigaran todos los crímenes cometidos. En este sentido, la Transición supuso el compromiso colectivo de todos de olvidar, a cambio de asegurar el futuro del país.
¿Quién rompió el pacto de la Transición en España?
Por un lado, la Iglesia Católica, comenzó en 1996 un proceso masivo de beatificación de sacerdotes asesinados entre 1936-1939 durante la Guerra Civil en la zona republicana (los fusilados por los franquistas no han tenido el mismo trato), víctimas y familiares que ya habían sido reparadas tras la Guerra Civil, como durante décadas se podía observar en las lápidas de tapias y descampados con los nombres de los sacerdotes fusilados en las zonas republicanas. La falta de tacto de la Iglesia Católica hacia los asesinados por los franquistas (muchos de ellos ni siquiera descansaban en tierra sagrada y continuaban en cunetas de todo el país), junto a una interesada política de reparación de las víctimas del terrorismo de ETA por parte del PP que sólo a ellas consideró "dignas" de recuerdo y reparación, provocó que muchos de los y las familiares que aceptaron en los setenta “olvidar” a sus muertos, decidieran dar el paso y exigir ahora su recuerdo y reparación.
Ahora el Partido Popular y la jerarquía de la Iglesia Católica no pueden alegar sorpresa. Con su actitud chulesca, prepotente, insensible y desarmada, despreciaron a centenares de miles de víctimas torturadas y asesinadas por instigación de la propia Iglesia Católica, los militares y la Falange, y provocaron la justa indignación de sus familias. Con todo, lo que se ha venido exigiendo era tan solo poder abrir las fosas comunes, identificar a los muertos y enterrarlos decentemente, y hasta esto se ha negado la derecha sociológica y religiosa de nuestro país. La actitud insensible y humillante de la Iglesia y del PP hacia las víctimas del bando franquista ha animando a sus familias ir más allá: no solo pedir recuerdo y reparación, sino también justicia con la identificación de los verdugos y asesinos. Vicente Aleixandre afirmó que “olvidar es morir”. No podemos olvidar, ni el terror de ETA y sus víctimas, ni el terror de la Guerra Civil y sus víctimas, también las torturadas, asesinadas y secuestradas en las zonas controladas por los militares felones y las cometidas después en todo el territorio nacional.
La jerarquía de la Iglesia Católica ha demostrado una vez más un egoísmo perverso y maligno al despreciar a las víctimas que no son suyas aunque sean víctimas de ella. La derecha sociológica española ha demostrado que su único interés es intentar “reescribir” la historia y evitar así la "mancha" del pasado fascista que le aleja de la derecha democrática europea.
Y una vez más, el centro liberal y la izquierda sociológica española deberá asumir la responsabilidad de la historia y sin dejar de honrar y recordar a sus muertos, pero sin odio ni rencor mandar a toda la sociedad un mensaje de paz, de piedad y de perdón.
domingo, 25 de abril de 2010
martes, 13 de abril de 2010
Si yo fuera padre…
Si yo fuera padre y tuviera un hijo en un colegio, católico o no, me preocuparía por saber el protocolo de para la detección y tratamiento en casos de abusos de los menores por parte de otros alumnos o adultos (profesores, personal deportivo, etc.)
Si yo fuera padre y tuviera una hija en catequesis, me preocuparía por conocer cuáles son las medidas preventivas para detectar a los posibles pedófilos que puedan rondar por el grupo.
Si yo fuera padre y tuviera un hijo en un grupo scout, laico o católico, o en un club deportivo estaría ojo avizor para evitar que fuera objeto de abusos sexuales por parte de compañeros, monitores o directivos.
Afortunada o lamentablemente no soy padre. Pero me sorprenden los miles, millones de padres que ante la posibilidad de que en la Iglesia Católica se esté amparando, protegiendo y ocultando pedófilos, lejos de preocuparse de sus hijos, ataquen verbalmente de forma agresiva a los que sí se preocupan.
¿Qué tiene la religión que lleva a un padre o a una madre a renunciar a su mayor vocación y obligación, que es la protección de la integridad física y emocional de su hijo, por defender a una organización que a la vista de todos ha demostrado que no ha sido celosa en la denuncia y la persecución de los pederastas que se han escondido en sus filas?
Los argumentos que vengo escuchando en defensa de la jerarquía católica me parecen peregrinos.
Unos dicen que no todos en la iglesia son pederastas, y que solo representan una pequeña parte. ¡Naturalmente! Si se llegara a pensar que la mayoría de los sacerdotes son pedófilos la única solución sería disolver a la Iglesia Católica.
Otros justifican que en otros ámbitos también hay pedófilos, incluso más. ¡Evidentemente! Debe ser así ya que los sacerdotes es una parte muy pequeña de la sociedad. Pero si se pudiera comparar los porcentajes, posiblemente el tanto por ciento de sacerdotes pederastas es mucho más alto que su tasa en la población en general.
Los hay que invierten la acusación exigiendo que se culpabilice también al colectivo de profesores o de monitores deportivos, por ejemplo. ¿Quién ha escuchado a un consejero o ministro de educación dando órdenes de ocultar casos de pedofilia y proponiendo el traslado del pedófilo a otro centro? En cambio hay pruebas documentales e incluso confesiones de miembros de la jerarquía católica en este sentido.
También los hay que se suman a la declaración Tarcisio Bertone quien ha afirmado que sí existe vinculación entre homosexualidad y pedofilia y no entre ésta y celibato. ¿Y los hombres pedófilos occidentales que acuden a los prostíbulos de niñas en oriente son homosexuales?
La Iglesia Católica ha creado un universo que atrae y promueve los comportamientos sexuales más desordenados. Al demonizar el deseo sexual crea creyentes con grandes complejos y sentimientos de culpa que castran el desarrollo sano de la persona. Al promover el celibato y la castidad, aumenta los sentimientos de culpa de sus miembros ante el deseo sexual natural del ser humano, además de servir de refugio a aquellos hombres que pretenden ocultar su falta de interés hacia las mujeres, bien porque sean homosexuales, bien porque sean pedófilos. Al segregarlos espacialmente, separándolos de su localidad de nacimiento y en centros exclusivos de hombres y de mujeres, dificulta el lógico control social que la familia y los vecinos ejercen en la vida de cualquier ciudadano. Al dedicarse a la educación, se ofrece un trampolín perfecto para los pedófilos.
Todo este sistema atrae a los pervertidos sexuales, fomenta el trastorno afectivo-sexual, y favorece la creación de redes pedófilas de apoyo mutuo dentro de la Iglesia Católica que les permiten burlar la denuncia y el castigo. ¿Y cual es la respuesta de la Iglesia Católica?
Hoy sabemos que desde marzo de 1974, existe una "Instrucción" del entonces secretario de Estado, el cardenal Jean Villot, en la que se establecía que "En determinados asuntos de mayor importancia" entre ellos la pedarstía "se requiere un particular secreto, que viene a ser llamado secreto pontificio y que ha de ser guardado con obligación grave... Quedan cubiertos por el secreto pontificio..." estando obligados a dicho secreto "Los cardenales, los obispos, los prelados superiores, los oficiales mayores y menores, los consultores, los expertos y el personal de rango inferior, los legados de la Santa Sede y sus subalternos".
Es decir, hoy sabemos que si nuestros hijos sufrían abusos sexuales por parte del sacerdote que les educaba no solo no se dispararía un protocolo de detección, sino que se activaría un protocolo de ocultación y silencio. ¿Quienes entre los que han tenido hijos en colegios religiosos, clubes, asociaciones parroquiales, etc. pueden estar seguro que no han sufrido abusos los cuales han sido silenciados por una potentísima maquinaria de ocultación por voluntad de la Santa Sede?
Si yo fuera padre, siempre estaría preocupado por la integridad física y emocional de mi hijo, estaría sobre aviso en la guardería, el colegio, el club o sus amiguitos. Y si tuviera relación con la Iglesia Católica mucho más.
Y lo que me sorprende es que a miles, decenas de miles de padres responsables, no les preocupe en absoluto y sigan tan tranquilo dejando en manos de la Iglesia Católica a sus niños y niñas.
Si yo fuera padre y tuviera una hija en catequesis, me preocuparía por conocer cuáles son las medidas preventivas para detectar a los posibles pedófilos que puedan rondar por el grupo.
Si yo fuera padre y tuviera un hijo en un grupo scout, laico o católico, o en un club deportivo estaría ojo avizor para evitar que fuera objeto de abusos sexuales por parte de compañeros, monitores o directivos.
Afortunada o lamentablemente no soy padre. Pero me sorprenden los miles, millones de padres que ante la posibilidad de que en la Iglesia Católica se esté amparando, protegiendo y ocultando pedófilos, lejos de preocuparse de sus hijos, ataquen verbalmente de forma agresiva a los que sí se preocupan.
¿Qué tiene la religión que lleva a un padre o a una madre a renunciar a su mayor vocación y obligación, que es la protección de la integridad física y emocional de su hijo, por defender a una organización que a la vista de todos ha demostrado que no ha sido celosa en la denuncia y la persecución de los pederastas que se han escondido en sus filas?
Los argumentos que vengo escuchando en defensa de la jerarquía católica me parecen peregrinos.
Unos dicen que no todos en la iglesia son pederastas, y que solo representan una pequeña parte. ¡Naturalmente! Si se llegara a pensar que la mayoría de los sacerdotes son pedófilos la única solución sería disolver a la Iglesia Católica.
Otros justifican que en otros ámbitos también hay pedófilos, incluso más. ¡Evidentemente! Debe ser así ya que los sacerdotes es una parte muy pequeña de la sociedad. Pero si se pudiera comparar los porcentajes, posiblemente el tanto por ciento de sacerdotes pederastas es mucho más alto que su tasa en la población en general.
Los hay que invierten la acusación exigiendo que se culpabilice también al colectivo de profesores o de monitores deportivos, por ejemplo. ¿Quién ha escuchado a un consejero o ministro de educación dando órdenes de ocultar casos de pedofilia y proponiendo el traslado del pedófilo a otro centro? En cambio hay pruebas documentales e incluso confesiones de miembros de la jerarquía católica en este sentido.
También los hay que se suman a la declaración Tarcisio Bertone quien ha afirmado que sí existe vinculación entre homosexualidad y pedofilia y no entre ésta y celibato. ¿Y los hombres pedófilos occidentales que acuden a los prostíbulos de niñas en oriente son homosexuales?
La Iglesia Católica ha creado un universo que atrae y promueve los comportamientos sexuales más desordenados. Al demonizar el deseo sexual crea creyentes con grandes complejos y sentimientos de culpa que castran el desarrollo sano de la persona. Al promover el celibato y la castidad, aumenta los sentimientos de culpa de sus miembros ante el deseo sexual natural del ser humano, además de servir de refugio a aquellos hombres que pretenden ocultar su falta de interés hacia las mujeres, bien porque sean homosexuales, bien porque sean pedófilos. Al segregarlos espacialmente, separándolos de su localidad de nacimiento y en centros exclusivos de hombres y de mujeres, dificulta el lógico control social que la familia y los vecinos ejercen en la vida de cualquier ciudadano. Al dedicarse a la educación, se ofrece un trampolín perfecto para los pedófilos.
Todo este sistema atrae a los pervertidos sexuales, fomenta el trastorno afectivo-sexual, y favorece la creación de redes pedófilas de apoyo mutuo dentro de la Iglesia Católica que les permiten burlar la denuncia y el castigo. ¿Y cual es la respuesta de la Iglesia Católica?
Hoy sabemos que desde marzo de 1974, existe una "Instrucción" del entonces secretario de Estado, el cardenal Jean Villot, en la que se establecía que "En determinados asuntos de mayor importancia" entre ellos la pedarstía "se requiere un particular secreto, que viene a ser llamado secreto pontificio y que ha de ser guardado con obligación grave... Quedan cubiertos por el secreto pontificio..." estando obligados a dicho secreto "Los cardenales, los obispos, los prelados superiores, los oficiales mayores y menores, los consultores, los expertos y el personal de rango inferior, los legados de la Santa Sede y sus subalternos".
Es decir, hoy sabemos que si nuestros hijos sufrían abusos sexuales por parte del sacerdote que les educaba no solo no se dispararía un protocolo de detección, sino que se activaría un protocolo de ocultación y silencio. ¿Quienes entre los que han tenido hijos en colegios religiosos, clubes, asociaciones parroquiales, etc. pueden estar seguro que no han sufrido abusos los cuales han sido silenciados por una potentísima maquinaria de ocultación por voluntad de la Santa Sede?
Si yo fuera padre, siempre estaría preocupado por la integridad física y emocional de mi hijo, estaría sobre aviso en la guardería, el colegio, el club o sus amiguitos. Y si tuviera relación con la Iglesia Católica mucho más.
Y lo que me sorprende es que a miles, decenas de miles de padres responsables, no les preocupe en absoluto y sigan tan tranquilo dejando en manos de la Iglesia Católica a sus niños y niñas.
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domingo, 11 de abril de 2010
La muerte de un cretino
Ya sabemos que es costumbre patria hablar solo bien de los muertos. Parece que la muerte es un salvoconducto hacia la bondad o la puerta a un miedo ascentral a la venganza de los muertos.
Pero en este caso hay que reconocerlo: el presidente polaco Kaczynski era un cretino y con su muerte el mundo es un lugar un poco mejor.
Los adjetivos que me atrevo a utilizar son amplios: homófobo, idiota, imbécil, soberbio, prepotente, reaccionario, tóxico.
Sobre las causas de su muerte, EL MUNDO ofrece un amplio abanico que muestra que el mayor responsable de la tragedia fue la propia estupidez del presidente polaco. "Kaczynski ordenó a su piloto aterrizar en Tiblisi en 2008 pese a los controladores - El presidente polaco fallecido hizo uso de sus facultades como comandante en jefe del Ejército para ordenar el aterrizaje" Este antecedente parece que puediera estar detrás de la insistencia del piloto de realizar cuatro intentos de aterrizaje a pesar de las órdenes de los controladores para que aterrizaran en otro aeropuerto por la mala visibilidad.
"Kech Kaczynski pronunció esta frase: ahora que he visto a un primer ministro ruso lamentar la matanza de Katyn, puedo morir tranquilo" (EL MUNDO – edición papel : 11 de abril de 2010, página 34). La propia formulación de la frase muestra la estulticie del que la emite.
"Pero es que, además, este viaje nunca debió producirse. Porque el miércoles ya tuvo lugar un acto histórico en Katyn de homenaje a las víctimas, presidido por el primer ministro polaco, Donald Tusk, y por Putin, con el que se trataba de iniciar una nueva página en las intrincadas relaciones entre Varsovia y Moscú. Kaczynski se negó a asistir por sus irreconciliables diferencias tanto con Tusk como con el Kremlin. Y decidió organizar una ceremonia alternativa ayer, que incluso le iba a privar de su intención de acudir al Bernabeu para ver el Real Madrid-Barça" (EL MUNDO – Edición papel : 11 de abril de 2010, Editorial página3).
Se demuestra que para el presidente polaco lo principal no eran las víctimas estalinistas sino su propia soberbia. Su inmenso ego albergado en tan pequeño cuerpo no podía aceptar compartir el homenaje con su propio primer ministro y Putin, sino que necesitaba su propia ceremonia acorde con su vanidad, importándole un pepino las víctimas.
Los dos hechos más conocidos en España de su presidencia han sido su boicot a la Constitución de la Unión Europea, aprobada por el pueblo español en su version original, y por las Cortes Generales en su versión reducida; y su empeño en perseguir a los gays y las lesbianas de Polonia.
Hablamos no solo de iniciativas legales para prohibir la promoción de la homosexualidad o cualquier otra desviación de los centros educativos con el despido, multas o el encarcelamiento, sino también de estupideces como la de promover una investigación para conocer si tras los Teletubbies se escondía una campaña de promoción de la homosexualidad.
Bajo su presidencia, miembros del gobierno y la mayoría parlamentaria han pronunciado frases como “No confundamos la propaganda brutal de la homosexualidad con llamamientos a favor de la tolerancia. Se trata de un tipo de locura, y en vista de esto, para ellos, nuestro gobierno será sin duda una noche oscura”, “Si los desviados comienzan a manifestarse, habrá que aporrearlos” o “Las prácticas homosexuales conducen al drama, el vacío y la degeneración”. Muy recomendable es leer la entrada “Homosexualidad en Polonia” que le dedica Wikipedia.
Su homofobia ha causado dolor y sufrimiento en miles, decena de miles de gays y lesbianas polacas. Un dolor causado de forma intencionada, planificada y voluntaria. En definitiva, el presidente polaco era un sádico homófobo, prepotente, paranoico, torturador y estúpido al que pudo más su soberbia que su inteligencia y responsabilidad. Los gays y las lesbianas del mundo estamos de enhorabuena. Con su muerte, las personas de bien debemos alegrarnos de que Polonia y Europa sean lugares un poco mejor.
Pero en este caso hay que reconocerlo: el presidente polaco Kaczynski era un cretino y con su muerte el mundo es un lugar un poco mejor.
Los adjetivos que me atrevo a utilizar son amplios: homófobo, idiota, imbécil, soberbio, prepotente, reaccionario, tóxico.
Sobre las causas de su muerte, EL MUNDO ofrece un amplio abanico que muestra que el mayor responsable de la tragedia fue la propia estupidez del presidente polaco. "Kaczynski ordenó a su piloto aterrizar en Tiblisi en 2008 pese a los controladores - El presidente polaco fallecido hizo uso de sus facultades como comandante en jefe del Ejército para ordenar el aterrizaje" Este antecedente parece que puediera estar detrás de la insistencia del piloto de realizar cuatro intentos de aterrizaje a pesar de las órdenes de los controladores para que aterrizaran en otro aeropuerto por la mala visibilidad.
"Kech Kaczynski pronunció esta frase: ahora que he visto a un primer ministro ruso lamentar la matanza de Katyn, puedo morir tranquilo" (EL MUNDO – edición papel : 11 de abril de 2010, página 34). La propia formulación de la frase muestra la estulticie del que la emite.
"Pero es que, además, este viaje nunca debió producirse. Porque el miércoles ya tuvo lugar un acto histórico en Katyn de homenaje a las víctimas, presidido por el primer ministro polaco, Donald Tusk, y por Putin, con el que se trataba de iniciar una nueva página en las intrincadas relaciones entre Varsovia y Moscú. Kaczynski se negó a asistir por sus irreconciliables diferencias tanto con Tusk como con el Kremlin. Y decidió organizar una ceremonia alternativa ayer, que incluso le iba a privar de su intención de acudir al Bernabeu para ver el Real Madrid-Barça" (EL MUNDO – Edición papel : 11 de abril de 2010, Editorial página3).
Se demuestra que para el presidente polaco lo principal no eran las víctimas estalinistas sino su propia soberbia. Su inmenso ego albergado en tan pequeño cuerpo no podía aceptar compartir el homenaje con su propio primer ministro y Putin, sino que necesitaba su propia ceremonia acorde con su vanidad, importándole un pepino las víctimas.
Los dos hechos más conocidos en España de su presidencia han sido su boicot a la Constitución de la Unión Europea, aprobada por el pueblo español en su version original, y por las Cortes Generales en su versión reducida; y su empeño en perseguir a los gays y las lesbianas de Polonia.
Hablamos no solo de iniciativas legales para prohibir la promoción de la homosexualidad o cualquier otra desviación de los centros educativos con el despido, multas o el encarcelamiento, sino también de estupideces como la de promover una investigación para conocer si tras los Teletubbies se escondía una campaña de promoción de la homosexualidad.
Bajo su presidencia, miembros del gobierno y la mayoría parlamentaria han pronunciado frases como “No confundamos la propaganda brutal de la homosexualidad con llamamientos a favor de la tolerancia. Se trata de un tipo de locura, y en vista de esto, para ellos, nuestro gobierno será sin duda una noche oscura”, “Si los desviados comienzan a manifestarse, habrá que aporrearlos” o “Las prácticas homosexuales conducen al drama, el vacío y la degeneración”. Muy recomendable es leer la entrada “Homosexualidad en Polonia” que le dedica Wikipedia.
Su homofobia ha causado dolor y sufrimiento en miles, decena de miles de gays y lesbianas polacas. Un dolor causado de forma intencionada, planificada y voluntaria. En definitiva, el presidente polaco era un sádico homófobo, prepotente, paranoico, torturador y estúpido al que pudo más su soberbia que su inteligencia y responsabilidad. Los gays y las lesbianas del mundo estamos de enhorabuena. Con su muerte, las personas de bien debemos alegrarnos de que Polonia y Europa sean lugares un poco mejor.
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miércoles, 31 de marzo de 2010
Una eficaz gestión socialista
Cuando la derecha se ve incapacitada para vender su política bajo el paraguas de la distrubución y la justifica social, suele echar mano de una supuesta eficacia y austeridad en la gestión.
Por eso, la publicación en DIARIO DE SEVILLA de una noticia sobre los fondos estructurales de la Unión Europea publicada tras un estudio elaborado por dos profesores de la Universidad de Cantabria llama la atención: “Escaso efecto en el resto de las regiones españolas - Andalucía fue la única región en la que los fondos redujeron las diferencias económicas”. En el mismo sentido, el artículo afirmaba “Una de las conclusiones más sorprendentes del monográfico publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) es que, salvo en Andalucía, los fondos estructurales apenas cumplieron con su función: reducir las diferencias económicas en Europa entre las regiones más pobres.”
Por lo tanto, podemos afirmar a grandes rasgos que la gestión de los fondos europeos por parte de la Junta de Andalucía ha sido no solo eficaz sino además la más eficaz y casi la única eficaz.
Esta noticia me ha recordado otra publicada en EL MUNDO hace un par de semanas titulada “Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid, las más endeudadas” en la que relacionaba el ranking con Cataluña 22.605 millones de euros, Comunidad Valenciana, la del inefable Camps con 14.330 millones y la de Madrid, presidida por la “popular” Esperanza Aguirre con 11.576 millones de euros. Por detrás se encontraba Andalucía, con 9.840 millones, Teniendo en cuenta que eran datos del Banco de España y que de las cuatro las dos más pobladas y con mayores competencias que atender eran Cataluña y Andalucía, en comparación la gestión de el endeudamiento de la Junta de Andalucía ha sido el más eficaz.
En el mismo artículo señalaba los ayuntamientos con más deuda de España que encabezaba el de Madrid, presidido por el “popular” Ruiz Gallardón con 6.762 millones (el 23,5% de toda la deuda de las corporaciones municipales de España); el de Valencia, con la “populosa” Rita, con 835 millones; Barcelona, con el socialista Jordi Hereu, con 753 millones; Zaragoza, con el socialista J.J. Belloch, con 752 millones; Málaga, con el “popular” Francisco de la Torre con 738 millones; cerrando la lista de las ciudades con más 500.000 habitantes, Sevilla, con el socialista Sánchez Monteseirín, con 522 millones.
Teniendo en cuenta la deuda por habitante, los ayuntamientos con mejor gestión de la deuda son los socialistas, y en el caso de Andalucía, con Sevilla con una deuda casi la mitad de Málaga. Eficaz gestión socialista.
Alguien puede alegar que las Comunidads Autónomas más endeudadas lo hacen para prestar mejores servicios a sus ciudadanos. En absoluto. Según el Informe de Evaluación de la Atención Primaria en las Comunidades Autónomas (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública – FADSP- Mayo de 2007) calificaba la andaluza y la catalana como aceptable, y en cambio señalaba como regular la valenciana y con serias deficiencias la de Madrid. Para 2010 el gasto sanitario per cápita en Cataluña será de 1298,84€, en Andalucía de 1180,09€, en la Comunidad Valenciana de 1122,79€, y Madrid de 1108,14€ (fuente FADSP). Madrid roza la mayor renta per cápita de España, baja los impuestos y la inversión en salud, y aumenta su endeudamiento: ¿una gestión eficaz del PP? Comprendo la cara de pena que habitualmente nos muestra Rajoy por televisión, porque de sus feudos (Madrid y Valencia) solo puede mostrar despilfarro, endeudamiento y corrupción.
Con este post no pretendo describir Andalucía como un nuevo Jardín de las Hespérides, y como muestra de ello te recomiendo la lectura del Primer Informe sobre Desigualdades y Salud en Andalucía, con un diagnóstico claro no solo sobre el sistema sanitario andaluz sino sobre la propia sociedad andaluza y sus desigualdades.
Por eso, la publicación en DIARIO DE SEVILLA de una noticia sobre los fondos estructurales de la Unión Europea publicada tras un estudio elaborado por dos profesores de la Universidad de Cantabria llama la atención: “Escaso efecto en el resto de las regiones españolas - Andalucía fue la única región en la que los fondos redujeron las diferencias económicas”. En el mismo sentido, el artículo afirmaba “Una de las conclusiones más sorprendentes del monográfico publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) es que, salvo en Andalucía, los fondos estructurales apenas cumplieron con su función: reducir las diferencias económicas en Europa entre las regiones más pobres.”
Por lo tanto, podemos afirmar a grandes rasgos que la gestión de los fondos europeos por parte de la Junta de Andalucía ha sido no solo eficaz sino además la más eficaz y casi la única eficaz.
Esta noticia me ha recordado otra publicada en EL MUNDO hace un par de semanas titulada “Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid, las más endeudadas” en la que relacionaba el ranking con Cataluña 22.605 millones de euros, Comunidad Valenciana, la del inefable Camps con 14.330 millones y la de Madrid, presidida por la “popular” Esperanza Aguirre con 11.576 millones de euros. Por detrás se encontraba Andalucía, con 9.840 millones, Teniendo en cuenta que eran datos del Banco de España y que de las cuatro las dos más pobladas y con mayores competencias que atender eran Cataluña y Andalucía, en comparación la gestión de el endeudamiento de la Junta de Andalucía ha sido el más eficaz.
En el mismo artículo señalaba los ayuntamientos con más deuda de España que encabezaba el de Madrid, presidido por el “popular” Ruiz Gallardón con 6.762 millones (el 23,5% de toda la deuda de las corporaciones municipales de España); el de Valencia, con la “populosa” Rita, con 835 millones; Barcelona, con el socialista Jordi Hereu, con 753 millones; Zaragoza, con el socialista J.J. Belloch, con 752 millones; Málaga, con el “popular” Francisco de la Torre con 738 millones; cerrando la lista de las ciudades con más 500.000 habitantes, Sevilla, con el socialista Sánchez Monteseirín, con 522 millones.
Teniendo en cuenta la deuda por habitante, los ayuntamientos con mejor gestión de la deuda son los socialistas, y en el caso de Andalucía, con Sevilla con una deuda casi la mitad de Málaga. Eficaz gestión socialista.
Alguien puede alegar que las Comunidads Autónomas más endeudadas lo hacen para prestar mejores servicios a sus ciudadanos. En absoluto. Según el Informe de Evaluación de la Atención Primaria en las Comunidades Autónomas (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública – FADSP- Mayo de 2007) calificaba la andaluza y la catalana como aceptable, y en cambio señalaba como regular la valenciana y con serias deficiencias la de Madrid. Para 2010 el gasto sanitario per cápita en Cataluña será de 1298,84€, en Andalucía de 1180,09€, en la Comunidad Valenciana de 1122,79€, y Madrid de 1108,14€ (fuente FADSP). Madrid roza la mayor renta per cápita de España, baja los impuestos y la inversión en salud, y aumenta su endeudamiento: ¿una gestión eficaz del PP? Comprendo la cara de pena que habitualmente nos muestra Rajoy por televisión, porque de sus feudos (Madrid y Valencia) solo puede mostrar despilfarro, endeudamiento y corrupción.
Con este post no pretendo describir Andalucía como un nuevo Jardín de las Hespérides, y como muestra de ello te recomiendo la lectura del Primer Informe sobre Desigualdades y Salud en Andalucía, con un diagnóstico claro no solo sobre el sistema sanitario andaluz sino sobre la propia sociedad andaluza y sus desigualdades.
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martes, 30 de marzo de 2010
Ser gay no es sinónimo de ser inteligente.
Ni de ser idiota, ni de izquierda, ni de derechas, ni bueno, ni malo, ni santo ni pervertido. El buen dios fue muy democrático y maricones los hay en todas las familias. Recordé esta afirmación que hacía en los Jueves de COLEGA Sevilla, las reuniones semanales de la asociación durante mi etapa de miembro de su Ejecutiva, al ver el grupo de Facebook “Se puede ser gay y de derechas”.
La orientación sexual no se elige, pero sí puede desarrollarse, o no. Ser heterosexual, homosexual o bisexual no es una opción sexual, es una condición natural del individuo. Pero su práctica sí lo es. Tener relaciones heterosexuales, bisexuales u homosexuales es opcional, independientemente de la orientación sexual del individuo.
Los estudios obsesivos tanto de gays para explicar su orientación como de homófobos para detectar, eliminar o curar a homosexuales, han fracasado inevitablemente. Más éxito ha tenido la observación del mundo natural para detectar la existencia de relaciones homosexuales entre animales de diferentes especies. La conclusión es que en el mundo animal el sexo no está exclusivamente unido a la procreación, dándose en mamíferos, ovíparos, insectos, etc. relaciones afectivo-sexuales entre ejemplares del mismo sexo. Según Bruce Bagemihl se han observado este tipo de comportamientos en casi 1500 especies, desde primates hasta parásitos intestinales, y está bien documentado para unas 500 especies. Y, naturalmente, también en los seres humanos.
La heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad han estado presentes en toda la historia de la humanidad. Y se observa que las sociedades que más la han rechazado son las natalistas, es decir, las que priorizan su aumento constante de población como base de su expansión territorial. En cambio, en aquellas sociedades sin una apuesta natalista, la diversidad de orientación sexual ha sido respetada e incluso promovida.
En occidente las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islamismo) han sido muy beligerantes contra la homosexualidad, especialmente la masculina. Odio hacia los homosexuales que heredó las ideologías conservadoras y de izquierda en el siglo XIX. Tan solo el liberalismo, que primaba la libertad del individuo, incluida la sexual, mostraba un mayor respeto hacia gays y lesbianas.
La Inglaterra victoriana, el comunismo (“acabando con los homosexuales acabaremos con el nazismo” afirmaba Máximo Gorki), el nazismo, el franquismo, etc. elaboraron leyes y estrategias para la persecución y la eliminación social de la homosexualidad… con evidente poco éxito pero con unos costes inmensos para millones de personas.
Rodríguez Zapatero tomó en su día una decisión importante, no exenta de controversia dentro del propio Partido Socialista Obrero Español: modificar el Código Civil para obviar el sexo de los contrayentes y así permitir el matrimonio de dos personas del mismo sexo. Con ello, España se convirtió, como afirmó ZP, en un país un poco más decente. Esta decisión pilló con el paso cambiado a la derecha política, mediática y sociológica española. La iglesia católica se asustó por el efecto contagio entre los países católicos mediterráneos e iberoamericanos. Y los y las homosexuales y bisexuales de derechas han tenido que inventar sobre la marcha una autojustificación moral para seguir siendo homosexuales, de derechas y poner a caldo a ZP. Como la que podemos leer en la página del grupo de Facebook: “Si, se puede, porque somos muchos, no todos los gays son de izquierdas, y seamos sinceros, la mayoria que voto a zapatero fue por lo de las bodas gays... La realidad es que con el PP todos viviamos mejor (sic)”. ¿Mejor como ricos o mejor como gays?
Excusatio non petita, accusatio manifesta. ¿Quién afirma que para ser gay hay que ser de izquierdas? Ni un solo documento, ni un solo escrito de los centenares que he leído sobre homosexualidad lo dice. Pero cuando observas que un partido realiza una apuesta fundamental por la igualdad mientras otro esconde su homofobia bajo el paraguas de la tradición y la familia, cualquier gay, lesbiana y bisexual no puede dejar de identificarte más con uno que con el otro. Y esta contradicción es la que lleva al gay de derechas a convertirse en homófobo. Es el mismo principio psicológico que llevó al senador Roy Ashburn, homosexual casado con una mujer y padre de cuatro hijos, a promover políticas homófobas en California. Ser gay no es sinónimo de inteligencia. Pero ser gay y sentirse cómodo en el PP, sí es sinónimo de idiotez.
Como curiosidad, te recomiendo un montaje titulado Hidden History colgado en Youtube con fotografías de parejas gays desde finales del siglo XIX.
La orientación sexual no se elige, pero sí puede desarrollarse, o no. Ser heterosexual, homosexual o bisexual no es una opción sexual, es una condición natural del individuo. Pero su práctica sí lo es. Tener relaciones heterosexuales, bisexuales u homosexuales es opcional, independientemente de la orientación sexual del individuo.
Los estudios obsesivos tanto de gays para explicar su orientación como de homófobos para detectar, eliminar o curar a homosexuales, han fracasado inevitablemente. Más éxito ha tenido la observación del mundo natural para detectar la existencia de relaciones homosexuales entre animales de diferentes especies. La conclusión es que en el mundo animal el sexo no está exclusivamente unido a la procreación, dándose en mamíferos, ovíparos, insectos, etc. relaciones afectivo-sexuales entre ejemplares del mismo sexo. Según Bruce Bagemihl se han observado este tipo de comportamientos en casi 1500 especies, desde primates hasta parásitos intestinales, y está bien documentado para unas 500 especies. Y, naturalmente, también en los seres humanos.
La heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad han estado presentes en toda la historia de la humanidad. Y se observa que las sociedades que más la han rechazado son las natalistas, es decir, las que priorizan su aumento constante de población como base de su expansión territorial. En cambio, en aquellas sociedades sin una apuesta natalista, la diversidad de orientación sexual ha sido respetada e incluso promovida.
En occidente las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islamismo) han sido muy beligerantes contra la homosexualidad, especialmente la masculina. Odio hacia los homosexuales que heredó las ideologías conservadoras y de izquierda en el siglo XIX. Tan solo el liberalismo, que primaba la libertad del individuo, incluida la sexual, mostraba un mayor respeto hacia gays y lesbianas.
La Inglaterra victoriana, el comunismo (“acabando con los homosexuales acabaremos con el nazismo” afirmaba Máximo Gorki), el nazismo, el franquismo, etc. elaboraron leyes y estrategias para la persecución y la eliminación social de la homosexualidad… con evidente poco éxito pero con unos costes inmensos para millones de personas.
Rodríguez Zapatero tomó en su día una decisión importante, no exenta de controversia dentro del propio Partido Socialista Obrero Español: modificar el Código Civil para obviar el sexo de los contrayentes y así permitir el matrimonio de dos personas del mismo sexo. Con ello, España se convirtió, como afirmó ZP, en un país un poco más decente. Esta decisión pilló con el paso cambiado a la derecha política, mediática y sociológica española. La iglesia católica se asustó por el efecto contagio entre los países católicos mediterráneos e iberoamericanos. Y los y las homosexuales y bisexuales de derechas han tenido que inventar sobre la marcha una autojustificación moral para seguir siendo homosexuales, de derechas y poner a caldo a ZP. Como la que podemos leer en la página del grupo de Facebook: “Si, se puede, porque somos muchos, no todos los gays son de izquierdas, y seamos sinceros, la mayoria que voto a zapatero fue por lo de las bodas gays... La realidad es que con el PP todos viviamos mejor (sic)”. ¿Mejor como ricos o mejor como gays?
Excusatio non petita, accusatio manifesta. ¿Quién afirma que para ser gay hay que ser de izquierdas? Ni un solo documento, ni un solo escrito de los centenares que he leído sobre homosexualidad lo dice. Pero cuando observas que un partido realiza una apuesta fundamental por la igualdad mientras otro esconde su homofobia bajo el paraguas de la tradición y la familia, cualquier gay, lesbiana y bisexual no puede dejar de identificarte más con uno que con el otro. Y esta contradicción es la que lleva al gay de derechas a convertirse en homófobo. Es el mismo principio psicológico que llevó al senador Roy Ashburn, homosexual casado con una mujer y padre de cuatro hijos, a promover políticas homófobas en California. Ser gay no es sinónimo de inteligencia. Pero ser gay y sentirse cómodo en el PP, sí es sinónimo de idiotez.
Como curiosidad, te recomiendo un montaje titulado Hidden History colgado en Youtube con fotografías de parejas gays desde finales del siglo XIX.
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lunes, 29 de marzo de 2010
¡Estúpido! La idiotez es bajar los salarios
Tradicionalmente, refranes, fábulas y dichos han sido en la cultura popular una buena herramienta para comprender el mundo. Su olvido es el primer paso para desarmarnos frente a los que no los olvidan.
Un refrán que los y las trabajadoras podemos recordar en estos momentos es aquel que dice que “a río revuelto, ganancias de pescadores”. Porque la crisis económica, lejos de suponer una experiencia terrible para todo el país es una fuente inagotable de oportunidades para los más “listos”, que bien manejada supone pingues beneficios. Los patronos (que no empresarios) lo están teniendo claro, usando la crisis económica para modelar en nuestro país un sistema económico y unas relaciones laborales a su gusto, obviando el pacto constitucional de la Transición (derechos laborales, negociación colectiva y libertad sindical a cambio de libertad de empresa y propiedad privada). A tanto han llegado que hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha tenido que declarar nulos los despidos de siete trabajadores de Muebles Peralta pues la crisis económica que alegó la empresa no puede convertirse en "un simple medio para lograr un incremento del beneficio empresarial".
Pero el patrono Francisco Peralta no está solo. Aprovechando el río revuelto, se están escuchando declaraciones por parte de las organizaciones de patronos sobre la conveniencia de bajar los salarios para salir de la crisis. Hace un par de semanas, el presidente de la Cámara de Comercio de Madrid insistió en este aspecto. Según EUROPA PRESS, “Santos Campano también coincidió con el planteamiento del presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, respecto a la necesidad de una reducción de los salarios en España para fomentar la competitividad y el crecimiento de la economía” Así parece que afirmó: "Yo creo que es algo que se está haciendo en las empresas. Hay muchas empresas de los medios de comunicación que se han bajado los sueldos para poder mantener la empresa y en el momento en que volvamos a recuperar la normalidad, volverán a estar (los sueldos) donde tienen que estar. Por lo tanto me parece una medida muy acertada siempre que vaya a tratar de salvar puestos de trabajo".
¿A quién no le parece razonable hacer sacrificios si es para alcanzar un bien aunque sea futuro? Lo malo es que bajar salarios no es sólo un sacrificio para hoy sino un desastre para mañana.
Los economistas norteamericanos Bowles, Gordon y Weisskopf ya nos advirtieron del fracaso de la política económica de derechas en Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación y los lobby para convencernos de lo contrario. En su libro “Tras la economía del despilfarro. Una economía democrática para el año 2000”, publicado en España por Alianza Universidad en 1992, afirmaban “… sería necesario aumentar significativamente el valor real del salario mínimo, aplicar enérgicamente las medidas de lucha contra la discriminación e igualar los salarios elevando los más bajo”. ¿Qué lógica encierra esta propuesta? “unos elevados salarios contribuyen al crecimiento de la productividad no solo ofreciendo a los trabajadores una zanahoria, sino también obligando a los empresarios a modernizarse o cerrar”
Los argumentos de la CEOE de bajar salarios se enhebra con la baja productividad de la economía española. Pero a esta afirmación podemos responderles con lo escrito por Bowles, Gordon y Weisskopf: “el principal problema de la economía norteamericana no son los trabajadores de baja productividad, sino los puestos de trabajo de baja productividad” y existen y proliferan “porque la abundancia de trabajadores de bajo salarios (a menudo víctimas de la discriminación o incapaces de ejercer sus derechos legales debido a que son inmigrantes) permite a las empresas de baja productividad obtener beneficios” ¿Te suena?
La “revolución” económica de Aznar en los noventa, que Rodríguez Zapatero fue incapaz de corregir a tiempo, lo que llenó España fue de empleos de baja productividad que ofrecían bajos salarios pero que permitía a las empresas beneficios escandalosos.
En estos momentos, bajar salarios en España lo único que serviría sería para mejorar los márgenes de beneficios de las empresas, desincentivando la modernización de nuestro aparato productivo o provocando su cierre para aumentar la inversión donde sí es posible generar empleos de gran productividad. Seguir las recomendaciones de la CEOE significa "premiar" al gestor incompetente frente al empresario responsable, primar a los accionistas avariciosos en contra de los accionistas responsables, y, en definitiva, condenar a nuestro país a un futuro sin futuro.
Un refrán que los y las trabajadoras podemos recordar en estos momentos es aquel que dice que “a río revuelto, ganancias de pescadores”. Porque la crisis económica, lejos de suponer una experiencia terrible para todo el país es una fuente inagotable de oportunidades para los más “listos”, que bien manejada supone pingues beneficios. Los patronos (que no empresarios) lo están teniendo claro, usando la crisis económica para modelar en nuestro país un sistema económico y unas relaciones laborales a su gusto, obviando el pacto constitucional de la Transición (derechos laborales, negociación colectiva y libertad sindical a cambio de libertad de empresa y propiedad privada). A tanto han llegado que hasta el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha tenido que declarar nulos los despidos de siete trabajadores de Muebles Peralta pues la crisis económica que alegó la empresa no puede convertirse en "un simple medio para lograr un incremento del beneficio empresarial".
Pero el patrono Francisco Peralta no está solo. Aprovechando el río revuelto, se están escuchando declaraciones por parte de las organizaciones de patronos sobre la conveniencia de bajar los salarios para salir de la crisis. Hace un par de semanas, el presidente de la Cámara de Comercio de Madrid insistió en este aspecto. Según EUROPA PRESS, “Santos Campano también coincidió con el planteamiento del presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, respecto a la necesidad de una reducción de los salarios en España para fomentar la competitividad y el crecimiento de la economía” Así parece que afirmó: "Yo creo que es algo que se está haciendo en las empresas. Hay muchas empresas de los medios de comunicación que se han bajado los sueldos para poder mantener la empresa y en el momento en que volvamos a recuperar la normalidad, volverán a estar (los sueldos) donde tienen que estar. Por lo tanto me parece una medida muy acertada siempre que vaya a tratar de salvar puestos de trabajo".
¿A quién no le parece razonable hacer sacrificios si es para alcanzar un bien aunque sea futuro? Lo malo es que bajar salarios no es sólo un sacrificio para hoy sino un desastre para mañana.
Los economistas norteamericanos Bowles, Gordon y Weisskopf ya nos advirtieron del fracaso de la política económica de derechas en Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación y los lobby para convencernos de lo contrario. En su libro “Tras la economía del despilfarro. Una economía democrática para el año 2000”, publicado en España por Alianza Universidad en 1992, afirmaban “… sería necesario aumentar significativamente el valor real del salario mínimo, aplicar enérgicamente las medidas de lucha contra la discriminación e igualar los salarios elevando los más bajo”. ¿Qué lógica encierra esta propuesta? “unos elevados salarios contribuyen al crecimiento de la productividad no solo ofreciendo a los trabajadores una zanahoria, sino también obligando a los empresarios a modernizarse o cerrar”
Los argumentos de la CEOE de bajar salarios se enhebra con la baja productividad de la economía española. Pero a esta afirmación podemos responderles con lo escrito por Bowles, Gordon y Weisskopf: “el principal problema de la economía norteamericana no son los trabajadores de baja productividad, sino los puestos de trabajo de baja productividad” y existen y proliferan “porque la abundancia de trabajadores de bajo salarios (a menudo víctimas de la discriminación o incapaces de ejercer sus derechos legales debido a que son inmigrantes) permite a las empresas de baja productividad obtener beneficios” ¿Te suena?
La “revolución” económica de Aznar en los noventa, que Rodríguez Zapatero fue incapaz de corregir a tiempo, lo que llenó España fue de empleos de baja productividad que ofrecían bajos salarios pero que permitía a las empresas beneficios escandalosos.
En estos momentos, bajar salarios en España lo único que serviría sería para mejorar los márgenes de beneficios de las empresas, desincentivando la modernización de nuestro aparato productivo o provocando su cierre para aumentar la inversión donde sí es posible generar empleos de gran productividad. Seguir las recomendaciones de la CEOE significa "premiar" al gestor incompetente frente al empresario responsable, primar a los accionistas avariciosos en contra de los accionistas responsables, y, en definitiva, condenar a nuestro país a un futuro sin futuro.
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viernes, 26 de marzo de 2010
Cuando la crueldad es bella
Una noticia publicada recientemente me ha hecho recordar un relato leído en mi juventud y que podría adscribirse al abstracto campo de la literatura fantástica. En él se describía a un pobre perturbado mental acusado de asesinato que ante el olor de sangre humana entonaba con una voz fantástica las más hermosas arias.
“El Rey define la fiesta de los toros como 'un mundo cultural y artístico fecundo'” titulaba El Mundo la noticia del parlamento del jefe del Estado durante la entrega de los Premios Universitarios y Trofeos Taurinos 2009 que concede la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Si soy sincero, debo reconocer que hasta el momento los alegatos de los defensores y los detractores de la que llamaban “fiesta nacional” me parecen de lo más pueril.
Como en la novela de mi adolescencia, que el resultado artístico de un acto atroz, como es la tortura planificada y consciente de un animal con sistema nervioso central, jamás puede ser un argumento válido para su defensa. El nazismo ya nos advirtió del peligro de cosificar a seres vivos, de transformarlos de tal manera que haga soportable su tortura sin sentir empatía por el que sufre. El toreo convierte al toro en una cosa, como un cuadro, un baile o una música, capaz de emocionar, de deslumbrarnos con su belleza a la vez que nos convence que una vez finaliza su fugaz vida, todo volverá a su lugar sin más daño.
Pero no. Una buena faena puede ser una danza hermosísima, un diálogo sublime de hombre y bestia. Pero finaliza con una muerte dolorosísima de un ser vivo que respira, que siente. Sabemos que el ser humano es capaz de crear belleza en medio de los actos más terroríficos, y muchos creadores se han acercado al personaje que crea arte a través de terribles crímenes con la pregunta ¿es justificable?
Claro que si justificar el arte de la crueldad me parece espantoso, justificar la fiesta de toros por su esencia nacional raya la estulticie más flagrante, que no es achacable ni a la LOGSE. Son tan idiotas nuestros conciudadanos carpetovetónicos que ignoran que las fiestas de toros si bien son plenamente españolas, no son cosa castellana, sino de moros, como bien decía Quevedo: “Gineta y cañas son contagio moro; Restitúyanse justas y torneos, y hagan paces las capas con el toro”. Al menos los tarados xenófobos deberían reconocer esta aportación, una más, del mundo musulmán a la cultura cristiana de occidente.
Claro que el sólo sufrimiento de una bestia, por duro que sea, no justifica una prohibición con tintes expeditivos. Nuestra cultura genera un maltrato constante a los seres vivos que los rodean. La mayoría de los ciudadanos de este país, ante noticias como la tortura de galgos, el abandono de mascotas en las calles y carreteras, la matanza de cobayas en manos de niños encargados de cuidarlos, encoge los hombros. Por lo tanto, prohibir la “fiesta” mientras toleramos tantos actos de barbarie no deja de causarme la impresión que se trata de una justificación moral: no soy malo puesto que me opongo a los toros.
Estoy seguro que nuestro país sería un poco más decente si finalmente las corridas de toros pasaran a ser recuerdo del pasado. No puedo compartir la justificación que provocar dolor conscientemente sea bueno o deseable. Pero no estoy seguro que la aplicación de iniciativas como la presentada en el Parlamento de Cataluña sea útil para que el ser humano sea capaz de convivir en armonía con el mundo que le acoge, le alimenta y le protege. Pero al menos es seguro que traerá más de bueno que de malo, ya que como el honor, como la decencia, no se puede comparar con el dinero.
No quiero dejar de aconsejar la lectura del texto de Mariano José de Larra titulado “Corridas de toros”, que nos muestra que la fiesta de los toros siempre ha sido rechazada por una parte importante de la sociedad española a través de los siglos, y que la Iniciativa Legislativa Popular no es cosa nueva ni de separatistas o antiespañoles. En todo caso, de gente decente, que hoy en día no es poco.
“El Rey define la fiesta de los toros como 'un mundo cultural y artístico fecundo'” titulaba El Mundo la noticia del parlamento del jefe del Estado durante la entrega de los Premios Universitarios y Trofeos Taurinos 2009 que concede la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
Si soy sincero, debo reconocer que hasta el momento los alegatos de los defensores y los detractores de la que llamaban “fiesta nacional” me parecen de lo más pueril.
Como en la novela de mi adolescencia, que el resultado artístico de un acto atroz, como es la tortura planificada y consciente de un animal con sistema nervioso central, jamás puede ser un argumento válido para su defensa. El nazismo ya nos advirtió del peligro de cosificar a seres vivos, de transformarlos de tal manera que haga soportable su tortura sin sentir empatía por el que sufre. El toreo convierte al toro en una cosa, como un cuadro, un baile o una música, capaz de emocionar, de deslumbrarnos con su belleza a la vez que nos convence que una vez finaliza su fugaz vida, todo volverá a su lugar sin más daño.
Pero no. Una buena faena puede ser una danza hermosísima, un diálogo sublime de hombre y bestia. Pero finaliza con una muerte dolorosísima de un ser vivo que respira, que siente. Sabemos que el ser humano es capaz de crear belleza en medio de los actos más terroríficos, y muchos creadores se han acercado al personaje que crea arte a través de terribles crímenes con la pregunta ¿es justificable?
Claro que si justificar el arte de la crueldad me parece espantoso, justificar la fiesta de toros por su esencia nacional raya la estulticie más flagrante, que no es achacable ni a la LOGSE. Son tan idiotas nuestros conciudadanos carpetovetónicos que ignoran que las fiestas de toros si bien son plenamente españolas, no son cosa castellana, sino de moros, como bien decía Quevedo: “Gineta y cañas son contagio moro; Restitúyanse justas y torneos, y hagan paces las capas con el toro”. Al menos los tarados xenófobos deberían reconocer esta aportación, una más, del mundo musulmán a la cultura cristiana de occidente.
Claro que el sólo sufrimiento de una bestia, por duro que sea, no justifica una prohibición con tintes expeditivos. Nuestra cultura genera un maltrato constante a los seres vivos que los rodean. La mayoría de los ciudadanos de este país, ante noticias como la tortura de galgos, el abandono de mascotas en las calles y carreteras, la matanza de cobayas en manos de niños encargados de cuidarlos, encoge los hombros. Por lo tanto, prohibir la “fiesta” mientras toleramos tantos actos de barbarie no deja de causarme la impresión que se trata de una justificación moral: no soy malo puesto que me opongo a los toros.
Estoy seguro que nuestro país sería un poco más decente si finalmente las corridas de toros pasaran a ser recuerdo del pasado. No puedo compartir la justificación que provocar dolor conscientemente sea bueno o deseable. Pero no estoy seguro que la aplicación de iniciativas como la presentada en el Parlamento de Cataluña sea útil para que el ser humano sea capaz de convivir en armonía con el mundo que le acoge, le alimenta y le protege. Pero al menos es seguro que traerá más de bueno que de malo, ya que como el honor, como la decencia, no se puede comparar con el dinero.
No quiero dejar de aconsejar la lectura del texto de Mariano José de Larra titulado “Corridas de toros”, que nos muestra que la fiesta de los toros siempre ha sido rechazada por una parte importante de la sociedad española a través de los siglos, y que la Iniciativa Legislativa Popular no es cosa nueva ni de separatistas o antiespañoles. En todo caso, de gente decente, que hoy en día no es poco.
jueves, 25 de marzo de 2010
Cuando las Víctimas no son de nadie
Tenía la intención de no volver a dedicar un post a las víctimas del terrorismo tras varios de ellos publicados en los últimos meses, cuando este domingo me encontré con un artículo de EL PAIS titulado “Las Otras Víctimas” que versaba sobre los atentados terroristas de grupos paramilitares y de ultraderecha contra ciudadanos relacionados o no con la izquierda nacionalista vasca, en los años ochenta fundamentalmente.
Grupos como Triple A, Batallón Vasco Español, Grupos Armados Españoles y los tristemente famosos GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) se organizaron para hacer la guerra sucia al terrorismo de ETA: terror contra terror, violencia contra violencia.
No hay un terrorismo bueno y otro malo, ni siquiera más o menos justificable. La violencia ejercida de forma consciente, planificada y organizada para conseguir fines políticos es igual de repugnante se ejecute contra la población en general o contra elementos señalados de un poder institucional (militares, policías, etc.) o informal (terroristas).
Cualquier persona bien nacida debe estar en contra de cualquier acto de violencia, reconfortando a las víctimas. Por ello es tan execrable el ostracismo sufrido por las víctimas de ETA en el País Vasco como en el resto del Estado durante décadas.
Pero igualmente repugnante es mirar hacia otro lado con las víctimas, vascas o no, de los grupos paramilitares y ultraderechistas. Víctimas que independientemente de sus antecedentes, algunos sospechosos de pertenecer a ETA y otros simples ciudadanos que estaban en el lugar equivocado, a la hora equivocada, no dejan de serlo porque las consideremos buenas o malas personas.
Porque igual de repugnante es el asesinato de Melitón Manzanas, acusado de torturador y colaborador en su día de la GESTAPO, que los de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, acusados de pertenecer a ETA. Pero mientras que al primero el gobierno de José María Aznar concedió la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo, los otros dos no han recibido ninguna reparación a pesar de que el Tribunal Supremo condenó a 75 años de cárcel al general Rodríguez Galindo por el secuestro y asesinato de ambos. Aún así, la familia de Lasa y Zabala fueron reconfortadas por los suyos, pero aún quedan muchas más que no han obtenido ninguna reparación o al menos una reparación suficiente. Hablamos de víctimas y familiares que no pudieron asistir al juicio de los asesinos porque no se investigó, se investigó deficientemente o no hubo voluntad de juzgarlos.
El PP quiere presentarse a la sociedad como la espada vengadora de las víctimas del terrorismo. Pero hay que reprocharles que sólo de las suyas. Para la derecha sociológica, política y mediática las otras víctimas no merecen ningún respeto, ni sus familias ningún consuelo. Y esto no solo desdora su actitud sino que la hace merecedora del mayor de los reproches morales.
Dado que se ha puesto de moda nombrar a las víctimas del terrorismo para que no se olvide, incluso en Palacio, me sumo a la apuesta informativa de EL PAIS y relaciono a continuación a las otras víctimas del terrorismo en España que como las víctimas de ETA, Al Qaeda, etc. merecen todo nuestra compresión y apoyo emocional a sus familias:
Iñaki Etxabe; Germán Aguirre; Norma Menchaca; José Antonio Cardosa; Josu Muguruza; David Salvador; Agurtzane Arregi; José Ramón Ansa; Antonio Contreras; Concepción Contreras; Anastasio Leal; Jesús María Etxebeste; Pablo Garayalde; Martín Merkelanz; José Ramón Beñarán; Enrique Álvarez; Jon Lopategi; Justo Elizaran; Jesús María Zubicarai; Felipe Sagarna; María José Bravo; José Miguel Etxeberria; Ángel Etxaniz; Miguel María Arbelaiz; Joaquín Antimasbere; Joaquín Etxeberria; Esperanza Arana; José Camio; Jean Pierre Haramendi; José Martín Sagardia; Francisco Javier Ansa; Xabier Aguirre; Tomás Alba; Carlos Saldise; Liborio Arana; María Paz Ariño; Pacífico Fica; Manuel Santacoloma; Ramón Oñaederra; Mikel Goikoetxea; Ángel Gurmindu; Vicente Perurena; Eugenio Gutiérrez; Jean Pierre Leiva; Xabier Pérez de Arenaza; Rafael Goikoetxea; Tomás Pérez Revilla; Christian Olaskoaga ; Santiago Brouard; Benoit Pecastaing; Xabier Galdeano; Emile Weiss; Claude Doer; Santos Blanco; Juan María Otegi; José María Etxaniz; Iñaki Asteazuinzarra; Agustín Irazustabarrena; Sabino Etxaide; Robert Caplane; Christophe Matxikote; Catherine Brion; Juan Carlos García Goena; José Antonio Lasa; y José Ignacio Zabala.
Grupos como Triple A, Batallón Vasco Español, Grupos Armados Españoles y los tristemente famosos GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) se organizaron para hacer la guerra sucia al terrorismo de ETA: terror contra terror, violencia contra violencia.
No hay un terrorismo bueno y otro malo, ni siquiera más o menos justificable. La violencia ejercida de forma consciente, planificada y organizada para conseguir fines políticos es igual de repugnante se ejecute contra la población en general o contra elementos señalados de un poder institucional (militares, policías, etc.) o informal (terroristas).
Cualquier persona bien nacida debe estar en contra de cualquier acto de violencia, reconfortando a las víctimas. Por ello es tan execrable el ostracismo sufrido por las víctimas de ETA en el País Vasco como en el resto del Estado durante décadas.
Pero igualmente repugnante es mirar hacia otro lado con las víctimas, vascas o no, de los grupos paramilitares y ultraderechistas. Víctimas que independientemente de sus antecedentes, algunos sospechosos de pertenecer a ETA y otros simples ciudadanos que estaban en el lugar equivocado, a la hora equivocada, no dejan de serlo porque las consideremos buenas o malas personas.
Porque igual de repugnante es el asesinato de Melitón Manzanas, acusado de torturador y colaborador en su día de la GESTAPO, que los de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, acusados de pertenecer a ETA. Pero mientras que al primero el gobierno de José María Aznar concedió la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo, los otros dos no han recibido ninguna reparación a pesar de que el Tribunal Supremo condenó a 75 años de cárcel al general Rodríguez Galindo por el secuestro y asesinato de ambos. Aún así, la familia de Lasa y Zabala fueron reconfortadas por los suyos, pero aún quedan muchas más que no han obtenido ninguna reparación o al menos una reparación suficiente. Hablamos de víctimas y familiares que no pudieron asistir al juicio de los asesinos porque no se investigó, se investigó deficientemente o no hubo voluntad de juzgarlos.
El PP quiere presentarse a la sociedad como la espada vengadora de las víctimas del terrorismo. Pero hay que reprocharles que sólo de las suyas. Para la derecha sociológica, política y mediática las otras víctimas no merecen ningún respeto, ni sus familias ningún consuelo. Y esto no solo desdora su actitud sino que la hace merecedora del mayor de los reproches morales.
Dado que se ha puesto de moda nombrar a las víctimas del terrorismo para que no se olvide, incluso en Palacio, me sumo a la apuesta informativa de EL PAIS y relaciono a continuación a las otras víctimas del terrorismo en España que como las víctimas de ETA, Al Qaeda, etc. merecen todo nuestra compresión y apoyo emocional a sus familias:
Iñaki Etxabe; Germán Aguirre; Norma Menchaca; José Antonio Cardosa; Josu Muguruza; David Salvador; Agurtzane Arregi; José Ramón Ansa; Antonio Contreras; Concepción Contreras; Anastasio Leal; Jesús María Etxebeste; Pablo Garayalde; Martín Merkelanz; José Ramón Beñarán; Enrique Álvarez; Jon Lopategi; Justo Elizaran; Jesús María Zubicarai; Felipe Sagarna; María José Bravo; José Miguel Etxeberria; Ángel Etxaniz; Miguel María Arbelaiz; Joaquín Antimasbere; Joaquín Etxeberria; Esperanza Arana; José Camio; Jean Pierre Haramendi; José Martín Sagardia; Francisco Javier Ansa; Xabier Aguirre; Tomás Alba; Carlos Saldise; Liborio Arana; María Paz Ariño; Pacífico Fica; Manuel Santacoloma; Ramón Oñaederra; Mikel Goikoetxea; Ángel Gurmindu; Vicente Perurena; Eugenio Gutiérrez; Jean Pierre Leiva; Xabier Pérez de Arenaza; Rafael Goikoetxea; Tomás Pérez Revilla; Christian Olaskoaga ; Santiago Brouard; Benoit Pecastaing; Xabier Galdeano; Emile Weiss; Claude Doer; Santos Blanco; Juan María Otegi; José María Etxaniz; Iñaki Asteazuinzarra; Agustín Irazustabarrena; Sabino Etxaide; Robert Caplane; Christophe Matxikote; Catherine Brion; Juan Carlos García Goena; José Antonio Lasa; y José Ignacio Zabala.
martes, 23 de marzo de 2010
In Memoria: Mª Crisanta Morterero (Justita)
A veces pienso que si algún lector, o lectora, ha tenido la paciencia de seguir los cuarenta post que he publicado en este blog habrá llegado a la conclusión de que soy un ateo comecristianos. Nada más lejos de la realidad. Hace poco comentaba a una amiga que a lo más que llego es a ser anticlerical, un comecuras al estilo decimonónico. Pero las personas que viven sinceramente su fe, aquellas que son coherentes entre lo que dicen creer y lo que viven en su vida cotidiana me merecen un sincero respeto.
Habiendo sido educado entre el catolicismo oficial y el crítico de mi familia, conozco lo suficiente de los grandes preceptos del cristianismo y del catolicismo (que aunque muchas personas no lo tengan claro se trata de dos cosas diferentes) para saber cuando se vive católicamente y cuando sólo se vive folclóricamente una seudofe más cercana a lo panteísmo herético que a la fe de Cristo. Por ello, la actitud de la jerarquía católica no solo no me merece respeto sino que me provocan un profundo desprecio moral.
En cambio, se convierte en sincero respecto y admiración hacia otras muchas personas que con humildad y sin temerarias certezas intentan vivir su fe en un mundo que constantemente les plantean dudas morales irresolubles. Una de esas personas que han vivido su fe de forma cabal fue mi tía y madrina María Crisanta Morterero, más conocida entre la familia y sus conocidos por Justita, recientemente fallecida.
Creo que la conocía todo lo bien que una persona puede conocer a otra, y no negaré que tenía sus defectos que ella misma no ocultaba. De sus labios escuché la historia de su negativa a tomar los hábitos cuando era joven porque no estaba dispuesta a obedecer a nadie, lo que apuntaba ya entonces hacia una flagrante trasgresión de las virtudes de humildad y paciencia. Y puede que la castidad practicada fuese más por no aguantar las órdenes de un marido que por su entrega a Dios.
Pero a lo largo de las seis décadas que vivió rodeada de más de dos docenas de sobrinos dio muestras admirables de compaginar su fe inquebrantable con el cariño hacia nosotros. Matrimonios civiles y homosexuales, divorcios, embarazos no deseados, y un largo etcétera de experiencias vitales de mis primos, hermanos y mía propia que le obligaba a dudar si anteponer sus propias convicciones morales y religiosas reprobando nuestro comportamiento, o darnos su cariño y amor mostrando confianza y respeto hacia nuestras decisiones. Estricta consigo misma y comprensiva con los demás, siempre optó por no juzgarnos según su fe, sino según su corazón.
Murió como vivió, mirando directamente a los ojos, sin evitarse un dolor o una incomodidad si era para dar muestras de su fe. Y sin dejar nunca de mostrar su cariño, su amor y su comprensión hacia los suyos, por muy lejos que sus vidas estuvieran de su fe católica.
Habiendo sido educado entre el catolicismo oficial y el crítico de mi familia, conozco lo suficiente de los grandes preceptos del cristianismo y del catolicismo (que aunque muchas personas no lo tengan claro se trata de dos cosas diferentes) para saber cuando se vive católicamente y cuando sólo se vive folclóricamente una seudofe más cercana a lo panteísmo herético que a la fe de Cristo. Por ello, la actitud de la jerarquía católica no solo no me merece respeto sino que me provocan un profundo desprecio moral.
En cambio, se convierte en sincero respecto y admiración hacia otras muchas personas que con humildad y sin temerarias certezas intentan vivir su fe en un mundo que constantemente les plantean dudas morales irresolubles. Una de esas personas que han vivido su fe de forma cabal fue mi tía y madrina María Crisanta Morterero, más conocida entre la familia y sus conocidos por Justita, recientemente fallecida.
Creo que la conocía todo lo bien que una persona puede conocer a otra, y no negaré que tenía sus defectos que ella misma no ocultaba. De sus labios escuché la historia de su negativa a tomar los hábitos cuando era joven porque no estaba dispuesta a obedecer a nadie, lo que apuntaba ya entonces hacia una flagrante trasgresión de las virtudes de humildad y paciencia. Y puede que la castidad practicada fuese más por no aguantar las órdenes de un marido que por su entrega a Dios.
Pero a lo largo de las seis décadas que vivió rodeada de más de dos docenas de sobrinos dio muestras admirables de compaginar su fe inquebrantable con el cariño hacia nosotros. Matrimonios civiles y homosexuales, divorcios, embarazos no deseados, y un largo etcétera de experiencias vitales de mis primos, hermanos y mía propia que le obligaba a dudar si anteponer sus propias convicciones morales y religiosas reprobando nuestro comportamiento, o darnos su cariño y amor mostrando confianza y respeto hacia nuestras decisiones. Estricta consigo misma y comprensiva con los demás, siempre optó por no juzgarnos según su fe, sino según su corazón.
Murió como vivió, mirando directamente a los ojos, sin evitarse un dolor o una incomodidad si era para dar muestras de su fe. Y sin dejar nunca de mostrar su cariño, su amor y su comprensión hacia los suyos, por muy lejos que sus vidas estuvieran de su fe católica.
jueves, 18 de marzo de 2010
Perdón
Una de las consecuencias de usar torticeramente las emociones en la política, puesta en boga por la derecha conservadora norteamericana a través de sus think tank, ha sido la perversión moral de las emociones.
Como ya he afirmado en alguna otra ocasión, uno de sus efectos más evidentes en la actualidad social y política española es la extraña, a la vez que perniciosa, promoción de las “víctimas” en el escalafón social. Prueba de ello es el “ascenso” de Juan José Cortés a asesor del Partido Popular en temas de justicia. “En concreto, trabajará con el primer partido de la oposición en la reforma del Código Penal que ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados”. Como cualquier ciudadano en posesión de sus derechos civiles, al Sr. Cortés le es lícito asesorar, colaborar y participar en los proyectos que le dé la gana, donde le dé la gana, cuando le dé la gana. ¡Faltaría más!
Pero, ¿qué lleva a ser noticia el “fichaje” del Sr. Cortés por parte del PP? ¿Sus conocimientos jurídicos? ¿Su experiencia en los tribunales? ¿Acaso su conocimiento en el campo social de la reinserción de los presos? Mucho me temo que no, sino que lo hace en su condición de “víctima”, como si tal fuese una licenciatura o un doctorado. Es más, según EUROPA PRESS, expresó la necesidad de la cadena perpetua revisable, ya que cree que "va a ser muy efectiva para la sociedad española". Es decir, lo que pretende es trasladar su dolor de víctima a un texto legal.
El PP, el partido europeo de derechas que más ha “mamado” el ideario neoconservador de los Estados Unidos de América, pretende “contaminar” la elaboración de una ley con las emociones de un padre que ha sufrido una pérdida traumática. Con ello nos devuelve a la semítica ley del talión “ojo por ojo, diente por diente” que creíamos superada tras la transición democrática.
Otro de los efectos perjudiciales que se puede observar en la sociedad por esa práctica de empapar de emocionalidad los razonamientos, lo observamos en la perversión del uso del término “perdón”. La DRAE define “perdonar” como “Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa”. Pero hoy se exige que las personas se disculpen por cualquier nimiedad, sin que exista deuda, ofensa, falta ni delito, simplemente porque ha hecho o dicho algo que ha molestado a un tercero.
Una prueba de hasta donde ha llegado el absurdo la tenemos en las declaraciones de Andrés Palop, guardameta del Sevilla FC, el cual, tras fallar la parada de un gol que supone para su equipo ser descabalgado de la Champion, se ha visto en la obligación moral de pedir perdón. La sorpresa llega hasta el titular de prensa que añade “La disculpa que nadie exigió a Palop” dando por hecho que no parar un gol podría ser causa suficiente en algún momento para exigirle a un guardameta pedir perdón.
Si alguien se siente ofendido porque un futbolista no alcance su objetivo de meter un gol o de evitarlo es señal que tiene alteradas sus percepciones de la realidad. Pero que socialmente se le exija a cualquier persona que pida perdón por expresar libremente su opinión demuestra que se está avanzando hacia un psicosis social grave.
Menos mal que no toda la sociedad está infectada de esta lacra. La Iglesia Católica Apostólica Romana, por el contrario, parece indemne a ella, y no solo no se le ocurre pedir perdón sino que tampoco admitir su responsabilidad por su participación en los hechos más deleznables. Es el caso del cardenal Seán Brady el cual, conociendo en 1975 los abusos sexuales cometido por otro sacerdote, convenció a los niños a que no dijeran nada. Esto sí parece encajar en los supuestos (deuda, ofensa, falta, delito) que requeriría pedir perdón. Pero no, no solo no dimite, si no que se justifica: “Hace 35 años el mundo era muy diferente. No teníamos dirección con que guiarnos, estábamos en territorio inexplorado. Ahora tenemos estándares mucho más altos y desde luego ahora no habría actuado de la misma manera en que lo hice entonces". Finalmente ayer, tras muchas presiones, Seán Brady pidió disculpas por su silencio, pero sin renunciar al cargo.
Absurdo mundo, donde un guardameta pide perdón por no parar un gol, y un cardenal se resiste a ello a pesar de obligar a dos niños a que callaran los abusos a los que les había sometido otro sacerdote católico.
Como ya he afirmado en alguna otra ocasión, uno de sus efectos más evidentes en la actualidad social y política española es la extraña, a la vez que perniciosa, promoción de las “víctimas” en el escalafón social. Prueba de ello es el “ascenso” de Juan José Cortés a asesor del Partido Popular en temas de justicia. “En concreto, trabajará con el primer partido de la oposición en la reforma del Código Penal que ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados”. Como cualquier ciudadano en posesión de sus derechos civiles, al Sr. Cortés le es lícito asesorar, colaborar y participar en los proyectos que le dé la gana, donde le dé la gana, cuando le dé la gana. ¡Faltaría más!
Pero, ¿qué lleva a ser noticia el “fichaje” del Sr. Cortés por parte del PP? ¿Sus conocimientos jurídicos? ¿Su experiencia en los tribunales? ¿Acaso su conocimiento en el campo social de la reinserción de los presos? Mucho me temo que no, sino que lo hace en su condición de “víctima”, como si tal fuese una licenciatura o un doctorado. Es más, según EUROPA PRESS, expresó la necesidad de la cadena perpetua revisable, ya que cree que "va a ser muy efectiva para la sociedad española". Es decir, lo que pretende es trasladar su dolor de víctima a un texto legal.
El PP, el partido europeo de derechas que más ha “mamado” el ideario neoconservador de los Estados Unidos de América, pretende “contaminar” la elaboración de una ley con las emociones de un padre que ha sufrido una pérdida traumática. Con ello nos devuelve a la semítica ley del talión “ojo por ojo, diente por diente” que creíamos superada tras la transición democrática.
Otro de los efectos perjudiciales que se puede observar en la sociedad por esa práctica de empapar de emocionalidad los razonamientos, lo observamos en la perversión del uso del término “perdón”. La DRAE define “perdonar” como “Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa”. Pero hoy se exige que las personas se disculpen por cualquier nimiedad, sin que exista deuda, ofensa, falta ni delito, simplemente porque ha hecho o dicho algo que ha molestado a un tercero.
Una prueba de hasta donde ha llegado el absurdo la tenemos en las declaraciones de Andrés Palop, guardameta del Sevilla FC, el cual, tras fallar la parada de un gol que supone para su equipo ser descabalgado de la Champion, se ha visto en la obligación moral de pedir perdón. La sorpresa llega hasta el titular de prensa que añade “La disculpa que nadie exigió a Palop” dando por hecho que no parar un gol podría ser causa suficiente en algún momento para exigirle a un guardameta pedir perdón.
Si alguien se siente ofendido porque un futbolista no alcance su objetivo de meter un gol o de evitarlo es señal que tiene alteradas sus percepciones de la realidad. Pero que socialmente se le exija a cualquier persona que pida perdón por expresar libremente su opinión demuestra que se está avanzando hacia un psicosis social grave.
Menos mal que no toda la sociedad está infectada de esta lacra. La Iglesia Católica Apostólica Romana, por el contrario, parece indemne a ella, y no solo no se le ocurre pedir perdón sino que tampoco admitir su responsabilidad por su participación en los hechos más deleznables. Es el caso del cardenal Seán Brady el cual, conociendo en 1975 los abusos sexuales cometido por otro sacerdote, convenció a los niños a que no dijeran nada. Esto sí parece encajar en los supuestos (deuda, ofensa, falta, delito) que requeriría pedir perdón. Pero no, no solo no dimite, si no que se justifica: “Hace 35 años el mundo era muy diferente. No teníamos dirección con que guiarnos, estábamos en territorio inexplorado. Ahora tenemos estándares mucho más altos y desde luego ahora no habría actuado de la misma manera en que lo hice entonces". Finalmente ayer, tras muchas presiones, Seán Brady pidió disculpas por su silencio, pero sin renunciar al cargo.
Absurdo mundo, donde un guardameta pide perdón por no parar un gol, y un cardenal se resiste a ello a pesar de obligar a dos niños a que callaran los abusos a los que les había sometido otro sacerdote católico.
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lunes, 15 de marzo de 2010
Consejos para un socialista con aspiraciones
En estos procelosos tiempos es necesario que aquel compañero o aquella compañera socialista que aspire legítimamente a ocupar una responsabilidad en eso que llaman “cosa pública” se pertreche no ya de los grandes principios morales de nuestros mayores, sí al menos de “consejas” que le oriente en este mundo tan tentador.
Decía nuestro llorado Ángel Ganivet, suicidado en las gélidas aguas de Finlandia, que cuando se acaban las certezas hay que pertrecharse de prejuicios. Así, en una sociedad que parece no tener reglas éticas, en la que los discursos valoran más un gobierno de tecnócratas que de políticos y en el que lo público se privatiza y lo privado se publicita, un aspirante socialista debería tener en cuenta algunas de estas reflexiones.
Ni muy caro, ni muy grande, ni muy ostentoso. Cuando se ocupa una responsabilidad pública se debe evitar adquirir, aunque nos lo podamos permitir, nada demasiado caro, ni demasiado grande ni demasiado ostentoso. Porque si lo muy caro es un insulto para nuestros votantes, lo muy grande es un insulto a la inteligencia, y lo muy ostentoso un insulto a nuestro buen gusto. La discreción debe ser la guía del político prudente. Y si no eres prudente, por lo menos no seas cutre.
No pagues con dinero público una comida que no pagarías con tu dinero. Sabemos que es tentador “tirar” de VISA para darse algunos caprichos en la atareada vida de un cargo público. Pero ya sabemos que estas tentaciones solo pueden llevarnos al oprobio o a la cárcel, y lo que es peor, a perder las próximas elecciones. Así que en los almuerzos con dinero público mejor agua que vino, nada de mariscos, y un plato antes que dos.
El ejercicio físico es bueno para la salud, y el coche oficial funesto para los votos. Vida sana, frugal y ejercicio. Tú vales mucho para la causa socialista, así que evita coger el coche oficial, que no solo es un pasaporte para el ictus cerebral y el infarto de miocardio, sino que además puede convertirse en una sangría de votos. Si no lo haces por ti, por lo menos hazlo por nosotros.
A cargo nuevo, no cambies ni de coche, ni de casa ni de legítima. El cargo público es como la crisis de los cincuenta. Cuando llegas a ella tienes la tentación de cambiar a una casa más grande y lujosa, a un coche de gran cilindrada o a legítima (o legítimo) con treinta años menos, más teta o más abdominales. Así que debes resistir la tentación, y mientras dure el cargo, seguir con tu modesta vivienda, tu utilitario de toda la vida y con la madre (o el padre) de tus hijos. Siempre hay vida más allá del cargo para darse estos caprichos.
ATENCIÓN: los nombramientos en el Boletín Oficial no llevan incorporados un kit de inteligencia. Contra la creencia de muchos postulantes, el cargo no vuelve inteligente al torpe y ni brillante al bordeline. Antes bien, solo sirve para ponerlo en evidencia. Así que antes de aceptar una responsabilidad lee las resoluciones del Partido al respecto, intenta tener un par de ideas propias y si no sabes, pregunta. Es preferible mostrar ignorancia que idiotez.
Si tomas en cuenta algunos de estos consejos, seguro que no serás un peligro para tí mismo, ni para los demás.
Decía nuestro llorado Ángel Ganivet, suicidado en las gélidas aguas de Finlandia, que cuando se acaban las certezas hay que pertrecharse de prejuicios. Así, en una sociedad que parece no tener reglas éticas, en la que los discursos valoran más un gobierno de tecnócratas que de políticos y en el que lo público se privatiza y lo privado se publicita, un aspirante socialista debería tener en cuenta algunas de estas reflexiones.
Ni muy caro, ni muy grande, ni muy ostentoso. Cuando se ocupa una responsabilidad pública se debe evitar adquirir, aunque nos lo podamos permitir, nada demasiado caro, ni demasiado grande ni demasiado ostentoso. Porque si lo muy caro es un insulto para nuestros votantes, lo muy grande es un insulto a la inteligencia, y lo muy ostentoso un insulto a nuestro buen gusto. La discreción debe ser la guía del político prudente. Y si no eres prudente, por lo menos no seas cutre.
No pagues con dinero público una comida que no pagarías con tu dinero. Sabemos que es tentador “tirar” de VISA para darse algunos caprichos en la atareada vida de un cargo público. Pero ya sabemos que estas tentaciones solo pueden llevarnos al oprobio o a la cárcel, y lo que es peor, a perder las próximas elecciones. Así que en los almuerzos con dinero público mejor agua que vino, nada de mariscos, y un plato antes que dos.
El ejercicio físico es bueno para la salud, y el coche oficial funesto para los votos. Vida sana, frugal y ejercicio. Tú vales mucho para la causa socialista, así que evita coger el coche oficial, que no solo es un pasaporte para el ictus cerebral y el infarto de miocardio, sino que además puede convertirse en una sangría de votos. Si no lo haces por ti, por lo menos hazlo por nosotros.
A cargo nuevo, no cambies ni de coche, ni de casa ni de legítima. El cargo público es como la crisis de los cincuenta. Cuando llegas a ella tienes la tentación de cambiar a una casa más grande y lujosa, a un coche de gran cilindrada o a legítima (o legítimo) con treinta años menos, más teta o más abdominales. Así que debes resistir la tentación, y mientras dure el cargo, seguir con tu modesta vivienda, tu utilitario de toda la vida y con la madre (o el padre) de tus hijos. Siempre hay vida más allá del cargo para darse estos caprichos.
ATENCIÓN: los nombramientos en el Boletín Oficial no llevan incorporados un kit de inteligencia. Contra la creencia de muchos postulantes, el cargo no vuelve inteligente al torpe y ni brillante al bordeline. Antes bien, solo sirve para ponerlo en evidencia. Así que antes de aceptar una responsabilidad lee las resoluciones del Partido al respecto, intenta tener un par de ideas propias y si no sabes, pregunta. Es preferible mostrar ignorancia que idiotez.
Si tomas en cuenta algunos de estos consejos, seguro que no serás un peligro para tí mismo, ni para los demás.
jueves, 11 de marzo de 2010
Victimización de la Sociedad
La victimizanción es definida por el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) como la acción de victimizar, siendo ésta “convertir en víctimas a personas o animales”. Por lo tanto, los terroristas convierten en víctimas a las personas que sufren sus atentados, pero también las convierten o las mantienen en tal condición aquellas personas que no les permiten superar tan traumática experiencia.
Decía Schiller, en su opúsculo “Sobre lo Sublime”, que “Nada es tan indigno del hombre, pues, como sufrir violencia: la actitud violenta lo aniquila. El que la ejerce nos disputa nada menos que la humanidad”. El poeta, dramaturgo y filósofo alemán, añadía: “El que la sufre cobardemente se despoja de su humanidad”. Por ello, el ejercicio de la violencia debería considerarse el mayor de los delitos sociales, y sufrirla cobardemente la mayor traición.
El terrorismo designa una especial forma de ejerce violencia, puede que no la peor pero sí la que impide a la persona no sufrirla cobardemente. Ante un atraco a mano armada puedes reaccionar defendiéndote o defendiendo a tus seres amados. Ante una agresión sexual puedes patalear y chillar, en definitiva no sufrirla de forma cobarde. Pero de una bomba que estalla sin avisar, de un veneno que disuelto en el aire o en el agua ataca en silencio, de un misil volante que cae sobre nuestras cabezas sin anunciarse, ¿cómo se puede uno defender?
Pero si sufrir la violencia física o emocional de un atentado, producto del odio, nos disputa nuestra humanidad, no menos cierto es que la presión social que nos obliga a mantenernos permanentemente en nuestra condición de víctima, producto del amor, nos deshumaniza de una forma aún más atroz.
Hay una maldad intrínseca en mantener a la víctima en su estado eternamente, haciéndole revivir una y otra vez su desgracia, impidiéndole avanzar. Lucio Anneo Séneca ya advertía a Marcia “si el destino se vence con lágrimas, derramémosla” pero “si los difuntos no vuelven gracias al llanto” entonces “cese el dolor que muere”.
Adjetivar a una persona como víctima es infligir un nuevo golpe al que sufre. Es obligarle a no vivir en la vida sino en la muerte, en el dolor, en el sufrimiento.
Y como un tumor maligno se extiende por toda la sociedad. Cuando a la persona que sufre un brutal golpe del destino en manos de un perverso terrorista se le impide salir de su sufrimiento se le obliga a vivir una existencia de víctima. Cuando se idealiza a la víctima con constantes honores, preeminencias y regalías, la condición de víctima se convierte en algo deseable. ¿Y quién es el juez que decide que víctima será merecedora de ser ensalzada y cual condenada al ostracismo? Primero las víctimas de terrorismo, luego las víctimas de la violencia de género, más tarde las víctimas de tráfico, y así sucesivamente victimizamos a la sociedad, atenazándola en su dolor.
Las personas que sufren violencia son merecedoras de acompañamiento y consuelo, pero sin obligarles que su dolor sea su condición natural a partir de ese momento. Como suplicó Séneca a Marcia “no desees el más despreciable de los honores: el parecer la más desgraciada”.
Decía Schiller, en su opúsculo “Sobre lo Sublime”, que “Nada es tan indigno del hombre, pues, como sufrir violencia: la actitud violenta lo aniquila. El que la ejerce nos disputa nada menos que la humanidad”. El poeta, dramaturgo y filósofo alemán, añadía: “El que la sufre cobardemente se despoja de su humanidad”. Por ello, el ejercicio de la violencia debería considerarse el mayor de los delitos sociales, y sufrirla cobardemente la mayor traición.
El terrorismo designa una especial forma de ejerce violencia, puede que no la peor pero sí la que impide a la persona no sufrirla cobardemente. Ante un atraco a mano armada puedes reaccionar defendiéndote o defendiendo a tus seres amados. Ante una agresión sexual puedes patalear y chillar, en definitiva no sufrirla de forma cobarde. Pero de una bomba que estalla sin avisar, de un veneno que disuelto en el aire o en el agua ataca en silencio, de un misil volante que cae sobre nuestras cabezas sin anunciarse, ¿cómo se puede uno defender?
Pero si sufrir la violencia física o emocional de un atentado, producto del odio, nos disputa nuestra humanidad, no menos cierto es que la presión social que nos obliga a mantenernos permanentemente en nuestra condición de víctima, producto del amor, nos deshumaniza de una forma aún más atroz.
Hay una maldad intrínseca en mantener a la víctima en su estado eternamente, haciéndole revivir una y otra vez su desgracia, impidiéndole avanzar. Lucio Anneo Séneca ya advertía a Marcia “si el destino se vence con lágrimas, derramémosla” pero “si los difuntos no vuelven gracias al llanto” entonces “cese el dolor que muere”.
Adjetivar a una persona como víctima es infligir un nuevo golpe al que sufre. Es obligarle a no vivir en la vida sino en la muerte, en el dolor, en el sufrimiento.
Y como un tumor maligno se extiende por toda la sociedad. Cuando a la persona que sufre un brutal golpe del destino en manos de un perverso terrorista se le impide salir de su sufrimiento se le obliga a vivir una existencia de víctima. Cuando se idealiza a la víctima con constantes honores, preeminencias y regalías, la condición de víctima se convierte en algo deseable. ¿Y quién es el juez que decide que víctima será merecedora de ser ensalzada y cual condenada al ostracismo? Primero las víctimas de terrorismo, luego las víctimas de la violencia de género, más tarde las víctimas de tráfico, y así sucesivamente victimizamos a la sociedad, atenazándola en su dolor.
Las personas que sufren violencia son merecedoras de acompañamiento y consuelo, pero sin obligarles que su dolor sea su condición natural a partir de ese momento. Como suplicó Séneca a Marcia “no desees el más despreciable de los honores: el parecer la más desgraciada”.
domingo, 7 de marzo de 2010
¡Viva la Sociedad Civil! Siempre que me convenga, naturalmente….
La crispación que tan buenos resultados le dio al PP de José María Aznar en 1995 y 1996 hizo que la derecha sociológica española, en medio del shock postraumático del 11-M, recuperaran la fórmula para regresar cuanto antes a la Moncloa.
Lo malo fue que si con Felipe González la “estrategia Aznar” obtuvo resultados positivos fue porque entonces y tras 12 años de gobierno, sí existía un claro desgaste de la mayoría parlamentaria.
Pero repetida la misma estrategia en 2004 fue un fracaso. Ni el discurso de la conspiración en el caso del atentado del Al Qaeda (aquello de los lejanos desiertos y las montañas cercanas), ni el “España se rompe” tras el alto el fuego de ETA, ni siquiera “ZP quiere destruir a la familia” tras la reforma de ley que permitió el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, consiguió devolver al gobierno a un PP arrastrado por la derecha radical, el cual volvió a perder las elecciones generales de 2008.
La crisis económica, vaticinada por un agorero PP en 2007 cuando el mundo iba viento en popa, preparó la sementera de lo que llegaría después. El miedo, en economía es el mayor arma de destrucción masiva. Los y las españolas, asustadas por meses de funestas admoniciones, cuando llegó el lobo de la crisis entró en un retroceso de consumo sin parangón en el marco de la OCDE. El hundimiento del consumo llevó al aumento vertiginoso del paro que a su vez presionó aun más al retroceso del consumo.
El PP parecía dar saltos de alegría al conseguir llegar a Eldorado de su estrategia. Ahora sí, por fin, la situación se tornaba peligrosa para el gobierno.
Ya entonces sostenía que, en mi opinión, los que menos satisfechos deberían estar eran los empresarios. Para que los negocios funcione lo peor es el miedo. Pero la estrategia de regreso al poder (su sitio natural, piensan) del PP y su derecha sociológica lo único que genera es desconfianza, miedo al presente y al futuro, a la inmigración y a la emigración, a los de dentro y a los de fuera, a los buenos y a los malos.
Y comprendo que los poderes económicos a los que les gustaría el regreso del PP al gobierno de la Nación pero que se espantan por los estragos que está produciendo su estrategia, hayan dado el paso para cambiar el estado social depresivo al que nos ha metido Mariano y los suyos (¿o sería mejor decir “los suyos y Mariano”?) con la iniciativa estosololoarreglamosentretodos.org ¿Cuál ha sido la respuesta del PP y la derecha sociológica? Acusar a famosos 'afines al PSOE' de tapar los errores a Zapatero.
El PP entra en contradicción con sus discursos, que lamentablemente suele coincidir con casi todos los partidos que gobiernan. Afirmar la necesidad de más sociedad civil cuando piensan que con eso desacreditan al gobierno o lo desgasta, y montar en cólera cuando esa sociedad civil no actúan de acuerdo con sus intereses o deseos.
La apuesta del PP de cuanto peor, mejor, posiblemente le traiga buenos réditos electorales. El problema es que nuestra derecha de toda la vida de dios puede terminar gobernando un país autista, moribundo y atenazado. Un país donde los mejores, ante el panorama desolador salgan corriendo, donde los nacionalismos periféricos refuercen sus deseos de separarse del cadáver viviente, y donde la ciudadanía, a fuerza de depresión, sea pasiva. Y con esos mimbres, mal cesto vamos a poder hacer.
Soy optimista patológico (¿un pesimista bien informado?) y se que a España, pese al PP y la derecha radical autoritaria, tiene mucho futuro por delante. Se que al final de mis días viviré en una España mejor. Así que comparto el Manifiesto de “Esto solo lo arreglamos entre todos” que añado por si te interesa:
Llevamos demasiado tiempo viendo en todas partes lo mal que está todo. Es casi lo único que nos cuentan.
Pero la crisis no solo está ahí fuera, también está en nuestras cabezas. Nos ha hecho perder la confianza, nos ha contagiado el pesimismo, el desánimo.
Esto es lo primero que debemos arreglar, queremos recuperar la confianza.
Tenemos motivos para animarnos. En esta web encontrarás muchos.
Historias de gente como tú y como yo, que se han enfrentado al momento, que demuestran que con ilusión, entrega y compromiso se puede conseguir todo.
Gente que cree en sí misma y lo demuestra a diario desafiando la crisis.
Por ejemplo, ¿sabías que cada mes se crean cinco mil empresas en este país? ¿No te parecen cinco mil poderosas razones para creer?
Queremos que conozcas esas historias, que te inspiren, que te animes, que las compartas, que formen parte de las conversaciones y que consigamos que acaben llegando a los medios de comunicación, a los telediarios, a los editoriales, entre las noticias de lo malo y lo peor.
Tenemos que contagiar la confianza de la misma manera que se ha contagiado el pesimismo.
Porque cuando tú, y tú, y tú, y yo, nos convertimos en nosotros, no hay nada que no podamos arreglar.
Lo malo fue que si con Felipe González la “estrategia Aznar” obtuvo resultados positivos fue porque entonces y tras 12 años de gobierno, sí existía un claro desgaste de la mayoría parlamentaria.
Pero repetida la misma estrategia en 2004 fue un fracaso. Ni el discurso de la conspiración en el caso del atentado del Al Qaeda (aquello de los lejanos desiertos y las montañas cercanas), ni el “España se rompe” tras el alto el fuego de ETA, ni siquiera “ZP quiere destruir a la familia” tras la reforma de ley que permitió el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, consiguió devolver al gobierno a un PP arrastrado por la derecha radical, el cual volvió a perder las elecciones generales de 2008.
La crisis económica, vaticinada por un agorero PP en 2007 cuando el mundo iba viento en popa, preparó la sementera de lo que llegaría después. El miedo, en economía es el mayor arma de destrucción masiva. Los y las españolas, asustadas por meses de funestas admoniciones, cuando llegó el lobo de la crisis entró en un retroceso de consumo sin parangón en el marco de la OCDE. El hundimiento del consumo llevó al aumento vertiginoso del paro que a su vez presionó aun más al retroceso del consumo.
El PP parecía dar saltos de alegría al conseguir llegar a Eldorado de su estrategia. Ahora sí, por fin, la situación se tornaba peligrosa para el gobierno.
Ya entonces sostenía que, en mi opinión, los que menos satisfechos deberían estar eran los empresarios. Para que los negocios funcione lo peor es el miedo. Pero la estrategia de regreso al poder (su sitio natural, piensan) del PP y su derecha sociológica lo único que genera es desconfianza, miedo al presente y al futuro, a la inmigración y a la emigración, a los de dentro y a los de fuera, a los buenos y a los malos.
Y comprendo que los poderes económicos a los que les gustaría el regreso del PP al gobierno de la Nación pero que se espantan por los estragos que está produciendo su estrategia, hayan dado el paso para cambiar el estado social depresivo al que nos ha metido Mariano y los suyos (¿o sería mejor decir “los suyos y Mariano”?) con la iniciativa estosololoarreglamosentretodos.org ¿Cuál ha sido la respuesta del PP y la derecha sociológica? Acusar a famosos 'afines al PSOE' de tapar los errores a Zapatero.
El PP entra en contradicción con sus discursos, que lamentablemente suele coincidir con casi todos los partidos que gobiernan. Afirmar la necesidad de más sociedad civil cuando piensan que con eso desacreditan al gobierno o lo desgasta, y montar en cólera cuando esa sociedad civil no actúan de acuerdo con sus intereses o deseos.
La apuesta del PP de cuanto peor, mejor, posiblemente le traiga buenos réditos electorales. El problema es que nuestra derecha de toda la vida de dios puede terminar gobernando un país autista, moribundo y atenazado. Un país donde los mejores, ante el panorama desolador salgan corriendo, donde los nacionalismos periféricos refuercen sus deseos de separarse del cadáver viviente, y donde la ciudadanía, a fuerza de depresión, sea pasiva. Y con esos mimbres, mal cesto vamos a poder hacer.
Soy optimista patológico (¿un pesimista bien informado?) y se que a España, pese al PP y la derecha radical autoritaria, tiene mucho futuro por delante. Se que al final de mis días viviré en una España mejor. Así que comparto el Manifiesto de “Esto solo lo arreglamos entre todos” que añado por si te interesa:
Llevamos demasiado tiempo viendo en todas partes lo mal que está todo. Es casi lo único que nos cuentan.
Pero la crisis no solo está ahí fuera, también está en nuestras cabezas. Nos ha hecho perder la confianza, nos ha contagiado el pesimismo, el desánimo.
Esto es lo primero que debemos arreglar, queremos recuperar la confianza.
Tenemos motivos para animarnos. En esta web encontrarás muchos.
Historias de gente como tú y como yo, que se han enfrentado al momento, que demuestran que con ilusión, entrega y compromiso se puede conseguir todo.
Gente que cree en sí misma y lo demuestra a diario desafiando la crisis.
Por ejemplo, ¿sabías que cada mes se crean cinco mil empresas en este país? ¿No te parecen cinco mil poderosas razones para creer?
Queremos que conozcas esas historias, que te inspiren, que te animes, que las compartas, que formen parte de las conversaciones y que consigamos que acaben llegando a los medios de comunicación, a los telediarios, a los editoriales, entre las noticias de lo malo y lo peor.
Tenemos que contagiar la confianza de la misma manera que se ha contagiado el pesimismo.
Porque cuando tú, y tú, y tú, y yo, nos convertimos en nosotros, no hay nada que no podamos arreglar.
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viernes, 5 de marzo de 2010
Sepulcros blanqueados
Bajo sospecha de pederastia 94 curas católicos alemanes (07.02.2010) La Legión de Cristo admite que Maciel abusó de sus hijos secretos (05.03.2010) El padre Maciel también habría abusado de dos de sus hijos (04.03.2010) Abusos sexuales en el coro de la catedral de Ratisbona que dirigió el hermano del Papa. Georg Ratzinger asegura que nunca tuvo conocimiento de casos de pederastia en el grupo entre 1964 y 1993 (05.03.2010) La abogada de los jesuitas denuncia el suicidio de algunas víctimas de curas pederastas alemanes (18.02.2010) En la Orden, más casos de pederastia. José Barba, quien encabezó en 1997 una denuncia por pederastia contra el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, asegura que existen muchas más historias de abusos dentro de esa orden religiosa que las dadas a conocer ayer públicamente por dos hombres que se presume son hijos de Maciel (04.03.2010) Un convento alemán entrega a la fiscalía información sobre un miembro sospechoso de pederastia (04.03.2010) El papa Benedicto XVI se prepara para recibir en Roma a una delegación de obispos irlandeses. La cuestión de los abusos a menores ocupará un lugar en la agenda (14.02.2010) Escándalo homosexual en el Vaticano (05.03.2010) Holanda investiga a los salesianos por abusos a menores (01.03.2010)
Y mientras las cofradías de Sevilla preocupadas por la ley del aborto (05.03.2010)
¡Mánda narices!
Y mientras las cofradías de Sevilla preocupadas por la ley del aborto (05.03.2010)
¡Mánda narices!
La dictadura neoliberal
Llevo algún tiempo alertando del incorrecto uso del término “liberal” que vienen haciendo los hijos intelectuales de los think tank republicanos norteamericanos desde finales de los años sesenta. Incorrecto porque “descuartizan” a la criatura para escoger solo una parte de ella: usan la parte y lo nombran como el todo en un ejercicio de claro cinismo. Sabiendo como sabían los conservadores la mala fama que su ideología trasmitía, se retitularon con un adjetivo mucho más amable e incluso decente.
Los conservadores de hoy, la derecha de toda la vida, siempre han despreciado al individuo, han sospechado de él. La persona les ha dado miedo, y por eso se han dotado de herramientas coercitivas que asegurara su control, bien controlando sus emociones y pensamiento con la religión, bien controlando sus actos con el ejército y la policía.
El liberalismo antepone la persona al sistema, los derechos de las personas a los derechos del sistema. Éste y no otro fue el “padre” de los derechos humanos y las libertades cívicas, aunque ahora algunos “iluminados” quieren declarar padre putativo al judeocristianismo. Hoy sabemos que un liberalismo económico llevado a su última expresión puede ser un desastre de proporciones mundiales. En cambio sabemos también que un liberalismo moral llevado a su última expresión es la mayor muestra de dignidad de la humanidad.
Un venerado liberal como Ralf Dahrendorf ya advertía que si el capitalismo se convertía en una dictadura, esto es, una fuerza dominante (DRAE) lucharía contra él con el mismo empeño que luchó contra el comunismo soviético. Si atendemos a los discursos de los supuestos liberales españoles agrupados entorno a partidos como el PP, a medios de comunicación como el Grupo INTERECONOMÍA o LIBERTAD DIGITAL, e “intelectuales” como César Vidal, observamos que rechazan de plano las consecuencias sociales de la democracia y la libertad moral del individuo, y en cambio realizan una encarnizada defensa del mercado, que aunque pudiera pensarse otra cosa, no es un individuo sino un sistema. El mercado es a la economía lo que el partido único a la política: un sistema cerrado y excluyente que asfixia la libertad individual de la persona.
Por ello, cuando desde cualquier tribuna se clama por la identidad cristiana europea, se ataca el derecho de contraer matrimonio a dos personas del mismo sexo o contra el aborto, se señala que no se cree en la libertad del individuo a tomar las mejores decisiones para uno mismo, es decir, contra el concepto liberal de autonomía personal.
Igualmente, cuando desde cualquier tribuna se clama a favor del mercado, sus intereses, sus dinámicas y sus mecanismos, se intenta someter a la persona a un sistema que le es ajeno y que no controla.
Porque aunque nadie lo dice, los “neoliberales” de hoy, lo que defienden realmente es una nueva “dictadura” del pensamiento único. Como Stalin, vamos.
Los conservadores de hoy, la derecha de toda la vida, siempre han despreciado al individuo, han sospechado de él. La persona les ha dado miedo, y por eso se han dotado de herramientas coercitivas que asegurara su control, bien controlando sus emociones y pensamiento con la religión, bien controlando sus actos con el ejército y la policía.
El liberalismo antepone la persona al sistema, los derechos de las personas a los derechos del sistema. Éste y no otro fue el “padre” de los derechos humanos y las libertades cívicas, aunque ahora algunos “iluminados” quieren declarar padre putativo al judeocristianismo. Hoy sabemos que un liberalismo económico llevado a su última expresión puede ser un desastre de proporciones mundiales. En cambio sabemos también que un liberalismo moral llevado a su última expresión es la mayor muestra de dignidad de la humanidad.
Un venerado liberal como Ralf Dahrendorf ya advertía que si el capitalismo se convertía en una dictadura, esto es, una fuerza dominante (DRAE) lucharía contra él con el mismo empeño que luchó contra el comunismo soviético. Si atendemos a los discursos de los supuestos liberales españoles agrupados entorno a partidos como el PP, a medios de comunicación como el Grupo INTERECONOMÍA o LIBERTAD DIGITAL, e “intelectuales” como César Vidal, observamos que rechazan de plano las consecuencias sociales de la democracia y la libertad moral del individuo, y en cambio realizan una encarnizada defensa del mercado, que aunque pudiera pensarse otra cosa, no es un individuo sino un sistema. El mercado es a la economía lo que el partido único a la política: un sistema cerrado y excluyente que asfixia la libertad individual de la persona.
Por ello, cuando desde cualquier tribuna se clama por la identidad cristiana europea, se ataca el derecho de contraer matrimonio a dos personas del mismo sexo o contra el aborto, se señala que no se cree en la libertad del individuo a tomar las mejores decisiones para uno mismo, es decir, contra el concepto liberal de autonomía personal.
Igualmente, cuando desde cualquier tribuna se clama a favor del mercado, sus intereses, sus dinámicas y sus mecanismos, se intenta someter a la persona a un sistema que le es ajeno y que no controla.
Porque aunque nadie lo dice, los “neoliberales” de hoy, lo que defienden realmente es una nueva “dictadura” del pensamiento único. Como Stalin, vamos.
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domingo, 28 de febrero de 2010
Cuando la dignidad abandona los altares y se refugia en las cárceles
Hace algo de un mes publiqué un post en este blog titulado Nadie dijo que luchar no fuera peligroso, en el que confrontaba la lucha por la dignidad de Aminatu Haidar y Juan López de Uralde, y la amanerada admonición del portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, cuando amenazó a los políticos que apoyen la nueva ley del aborto que se convertirán en "pecadores públicos" y, por lo tanto, no podrán comulgar.
Dos hechos lamentables me obligan a escribir de nuevo sobre el tema. Uno, la muerte de Orlando Zapata Tamayo tras una huelga de hambre emprendida para que el gobierno cubano le reconociera su condición de “preso de conciencia”; por otro lado, la declaración del ínclito Martínez Camino en el que reitera la excomunión de los y las parlamentarias que votaron a favor de la nueva Ley de Reproducción Asistida y no, en cambio, del Rey que sanciona la Ley.
La lucha de Zapata fue, como la de Haidar, una lucha a muerte por la dignidad. La lucha de Zapata para ser verdadera tenía que ser así. Y si falleció fue porque el gobierno de la República de Cuba fue incapaz de comprender que la verdadera lucha por la dignidad y la libertad no puede confundirse con las luchas partidarias o nacionales. Lo que a duras penas reconoció el Reino de Marruecos a Aminatu, la sinrazón del gobierno cubano privó a Orlando, que contaba con el aval de Amnistía Internacional para su condición de preso de conciencia.
Los derechos humanos, el derecho a la libertad, a la libre conciencia, a la libre expresión, a un trato justo y digno, nunca pueden estar en función del individuo en cuestión. Esto es algo que decenas de gobiernos y tras ellos muchas de sus sociedades, entre los que se encuentran los gobiernos de la República de Cuba y de los Estados Unidos de América, no quieren comprender: que cualquier persona, independientemente de su comportamiento, del delito que haya podido cometer (preso común, político, terrorista, etc.), es un sujeto pleno en sus derechos. La vida de Orlando Zapata, sus supuestos o reales delitos, no le privaban de unos derechos inherentes que la República de Cuba le negó. Por ello, la dignidad de esa República mengua al mismo tiempo que se engrandece la de Orlando Zapata.
Por su parte, la dignidad de la Conferencia Episcopal Española se disuelve en sus propias contradicciones. Tras la aprobación de la Ley mal llamada del aborto, el portavoz Martínez Camino ha recordado que cualquier político católico que vote a favor de la ley queda "fuera de la comunión eclesial" y, por lo tanto, no podrá acercarse a comulgar. Pero la supuesta firmeza ha chocado con una evidencia: que hoy por hoy es imposible excomulgar al Rey de España, porque más allá de las cuestiones teológicas (que para Camino "no es necesaria una exhortación especial") es políticamente imposible que el jefe del Estado Vaticano autorice que a un rey católico se le prive de la comunión.
La iglesia Católica, una vez más, se ha visto embarrada en sus dobles intereses, y vuelve a quedar en evidencia frente a la lucha por la dignidad de personas como Haidar y Zapata. Si la iglesia Católica tuviese aunque solo fuera una centésima parte de la convicción moral de estos apóstoles contemporáneos, no podría mantener ese aparente virtuosismo ético. Claro que pedirle virtud y moral a la iglesia Católica es como pedirle peras al olmo.
Dos hechos lamentables me obligan a escribir de nuevo sobre el tema. Uno, la muerte de Orlando Zapata Tamayo tras una huelga de hambre emprendida para que el gobierno cubano le reconociera su condición de “preso de conciencia”; por otro lado, la declaración del ínclito Martínez Camino en el que reitera la excomunión de los y las parlamentarias que votaron a favor de la nueva Ley de Reproducción Asistida y no, en cambio, del Rey que sanciona la Ley.
La lucha de Zapata fue, como la de Haidar, una lucha a muerte por la dignidad. La lucha de Zapata para ser verdadera tenía que ser así. Y si falleció fue porque el gobierno de la República de Cuba fue incapaz de comprender que la verdadera lucha por la dignidad y la libertad no puede confundirse con las luchas partidarias o nacionales. Lo que a duras penas reconoció el Reino de Marruecos a Aminatu, la sinrazón del gobierno cubano privó a Orlando, que contaba con el aval de Amnistía Internacional para su condición de preso de conciencia.
Los derechos humanos, el derecho a la libertad, a la libre conciencia, a la libre expresión, a un trato justo y digno, nunca pueden estar en función del individuo en cuestión. Esto es algo que decenas de gobiernos y tras ellos muchas de sus sociedades, entre los que se encuentran los gobiernos de la República de Cuba y de los Estados Unidos de América, no quieren comprender: que cualquier persona, independientemente de su comportamiento, del delito que haya podido cometer (preso común, político, terrorista, etc.), es un sujeto pleno en sus derechos. La vida de Orlando Zapata, sus supuestos o reales delitos, no le privaban de unos derechos inherentes que la República de Cuba le negó. Por ello, la dignidad de esa República mengua al mismo tiempo que se engrandece la de Orlando Zapata.
Por su parte, la dignidad de la Conferencia Episcopal Española se disuelve en sus propias contradicciones. Tras la aprobación de la Ley mal llamada del aborto, el portavoz Martínez Camino ha recordado que cualquier político católico que vote a favor de la ley queda "fuera de la comunión eclesial" y, por lo tanto, no podrá acercarse a comulgar. Pero la supuesta firmeza ha chocado con una evidencia: que hoy por hoy es imposible excomulgar al Rey de España, porque más allá de las cuestiones teológicas (que para Camino "no es necesaria una exhortación especial") es políticamente imposible que el jefe del Estado Vaticano autorice que a un rey católico se le prive de la comunión.
La iglesia Católica, una vez más, se ha visto embarrada en sus dobles intereses, y vuelve a quedar en evidencia frente a la lucha por la dignidad de personas como Haidar y Zapata. Si la iglesia Católica tuviese aunque solo fuera una centésima parte de la convicción moral de estos apóstoles contemporáneos, no podría mantener ese aparente virtuosismo ético. Claro que pedirle virtud y moral a la iglesia Católica es como pedirle peras al olmo.
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domingo, 21 de febrero de 2010
¿Del enemigo el consejo?
Todas las sociedades necesitan paradigmas que articulan su cosmogonía. Para los liberales era la persona, para los neoliberales el mercado. Para los liberales el mercado deseable era el de competencia perfecta, es decir aquel en donde la existencia de un elevado número de oferentes y demandantes implica que la decisión individual de cada una de estas partes ejercerá escasa influencia sobre el mercado global. Para los neoliberales, el mercado perfecto es aquel no está controlado por ningún poder político (legislativo, ejecutivo o judicial).
En estos días en los que se debate sobre una conspiración contra España o su gobierno, o la capacidad de los mercados para evaluar a los gobiernos en sus políticas públicas, me gustaría compartir contigo algunas reflexiones.
Cuando hoy en día se habla del mercado o de los mercados, a lo que realmente nos estamos refiriendo es a un número bastante reducido de actores que manejan ingentes recursos monetarios, bien de fondos de inversión, bien de fondos de pensiones, bien de créditos bancarios (es decir, nunca propios, siempre ajenos), que intentan obtener los mayores beneficios en el menor tiempo posible, ya que sus propios salarios y bonus están vinculados a estos.
Un reducido número que en el caso de la crisis de la deuda pública griega se reduce a tres actores, los fondos estadounidenses Moore Capital, Fidelity International y Paulson & Co, así como al británico Brevan Howard, el mayor gestor de hedge funds de Europa, que han movido ingentes cantidades de dinero, miles de millones de euros. Aunque bien es cierto que junto a ellos, a la caza especulativa, millones de pequeños y medianos inversores intentan sacar también su parte de tajada cuando detectan un movimiento así.
Este pequeño número de actores son además de perfiles homogéneos, salidos de un reducido número de universidades y escuelas de negocio, con una ideología concreta.
Cuando se habla de mercado, realmente a lo que nos referimos no es a un mercado de competencia perfecta, sino a un mercado monopolístico que gracias a su presión ideológica consiguen no ser controlados por ningún poder político.
Detrás de los nombres de las empresas que opera en el mercado global, cuyo número es reducido, siempre encontramos el mismo perfil: generalmente anglosajón, con alguna presencia nipona, germánica o francesa, hombres, neoconservadores, machistas, clasistas y racistas.
Al no estar sus decisiones sometidas a un mercado de competencia perfecta sino monopolística, sus prejuicios de clase, de raza o de religión tienen una gran importancia.
Cuando un actor de un mercado monopolístico no controlado toma una decisión, debemos aceptar que su percepción es que no requiere justificarse ante nadie. Bueno, ante nadie no. Ante los accionistas de la misma que son otros gestores que como él no son dueños de los recursos que gestiona, y con los que comparte ideología, raza, sexo y prejuicios.
Una de las grandes diferencias del capitalismo de principios del siglo XX con el capitalismo de hoy en día, es que Morgan o Rockefeller eran dueños de sus empresas, y en cambio hoy la propiedad de un banco, por ejemplo, corresponde a un fondo de inversión y pensiones que a su vez es gestionado por el banco. Tú me pones a mí, y yo te pongo a ti. Se ha eliminado el control interno, y han acabado con el control externo de los gobiernos. Por eso pese a perder miles de millones de dólares, los gestor de muchas empresas estadounidenses se han autoasignado escandalosos bonus.
En la aldea global no hay mercados de competencia perfecta ni cuasiperfecta. Son mercados monopolísticos que son incapaces de asignar los recursos de forma correcta, ya que sus decisiones no se toman en base a la decisión de un número significativos de actores (ofertantes y demandantes) sino de sus prejuicios y avaricia.
Cuando desde instancias neoliberales, incluida la mayoría de la prensa de nuestro país, invocan al mercado para justificar la introducción de cambios en nuestro sistema económico no debemos olvidar que esas recomendaciones están preñadas de prejuicios y de interés ajeno. Es como poner al zorro a guardar el gallinero.
En estos días en los que se debate sobre una conspiración contra España o su gobierno, o la capacidad de los mercados para evaluar a los gobiernos en sus políticas públicas, me gustaría compartir contigo algunas reflexiones.
Cuando hoy en día se habla del mercado o de los mercados, a lo que realmente nos estamos refiriendo es a un número bastante reducido de actores que manejan ingentes recursos monetarios, bien de fondos de inversión, bien de fondos de pensiones, bien de créditos bancarios (es decir, nunca propios, siempre ajenos), que intentan obtener los mayores beneficios en el menor tiempo posible, ya que sus propios salarios y bonus están vinculados a estos.
Un reducido número que en el caso de la crisis de la deuda pública griega se reduce a tres actores, los fondos estadounidenses Moore Capital, Fidelity International y Paulson & Co, así como al británico Brevan Howard, el mayor gestor de hedge funds de Europa, que han movido ingentes cantidades de dinero, miles de millones de euros. Aunque bien es cierto que junto a ellos, a la caza especulativa, millones de pequeños y medianos inversores intentan sacar también su parte de tajada cuando detectan un movimiento así.
Este pequeño número de actores son además de perfiles homogéneos, salidos de un reducido número de universidades y escuelas de negocio, con una ideología concreta.
Cuando se habla de mercado, realmente a lo que nos referimos no es a un mercado de competencia perfecta, sino a un mercado monopolístico que gracias a su presión ideológica consiguen no ser controlados por ningún poder político.
Detrás de los nombres de las empresas que opera en el mercado global, cuyo número es reducido, siempre encontramos el mismo perfil: generalmente anglosajón, con alguna presencia nipona, germánica o francesa, hombres, neoconservadores, machistas, clasistas y racistas.
Al no estar sus decisiones sometidas a un mercado de competencia perfecta sino monopolística, sus prejuicios de clase, de raza o de religión tienen una gran importancia.
Cuando un actor de un mercado monopolístico no controlado toma una decisión, debemos aceptar que su percepción es que no requiere justificarse ante nadie. Bueno, ante nadie no. Ante los accionistas de la misma que son otros gestores que como él no son dueños de los recursos que gestiona, y con los que comparte ideología, raza, sexo y prejuicios.
Una de las grandes diferencias del capitalismo de principios del siglo XX con el capitalismo de hoy en día, es que Morgan o Rockefeller eran dueños de sus empresas, y en cambio hoy la propiedad de un banco, por ejemplo, corresponde a un fondo de inversión y pensiones que a su vez es gestionado por el banco. Tú me pones a mí, y yo te pongo a ti. Se ha eliminado el control interno, y han acabado con el control externo de los gobiernos. Por eso pese a perder miles de millones de dólares, los gestor de muchas empresas estadounidenses se han autoasignado escandalosos bonus.
En la aldea global no hay mercados de competencia perfecta ni cuasiperfecta. Son mercados monopolísticos que son incapaces de asignar los recursos de forma correcta, ya que sus decisiones no se toman en base a la decisión de un número significativos de actores (ofertantes y demandantes) sino de sus prejuicios y avaricia.
Cuando desde instancias neoliberales, incluida la mayoría de la prensa de nuestro país, invocan al mercado para justificar la introducción de cambios en nuestro sistema económico no debemos olvidar que esas recomendaciones están preñadas de prejuicios y de interés ajeno. Es como poner al zorro a guardar el gallinero.
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sábado, 20 de febrero de 2010
Aznar, el Grande
Sostiene mi docto maestro, que José María Aznar debió sufrir mucho en la escuela. Su baja estatura, su voz aflautada, ese labio paralizado, le convertiría en el aznarreír, digo hazmerreir de los chavales de su colegio. Y su natural carácter no le ayudaría precisamente: osco, callado, rencoroso. No sé si mi docto maestro tiene o no razón. Pero lo cierto es que el Aznar adulto, el que nos gobernó durante ocho años, y el que nos divierte de vez en cuando desde 2004, se proyecta sobre nosotros como le niño Aznar imaginado por mi docto maestro: soberbio pero ridículo, pretencioso pero ignorante, déspota pero emocionalmente débil.
Si el Aznar adulto poco tenía de bueno para el conjunto de la nación, tenía todo lo necesario para sus partidarios. Como Hitler y Franco, es bajito y tiene bigote; como Hitler y Franco, contra todo pronóstico fue capaz de organizar a los suyos en un eficaz aparato político; como Hitler y Franco, no ha sabido irse a tiempo.
Podemos imaginar que José María Aznar se soñó como un Alejandro, como un Julio Cesar. Su gran obra, la llegada democrática, por segunda vez en un siglo, de la derecha española al gobierno de la Nación, se culminaría con un mutis por el foro a lo grande: no volviéndose a presentar a un tercer mandato. Sobre el papel, el gesto era espectacular. Un soberbio que en un acto soberbio despreciaba soberbiamente al poder y cual Carolus Imperator se retiraría a su Yuste particular, la Fundación FAES. Pero, como ya adelantó Shakespeare, somos un triste juguete del destino. Y los hados no habían preparado a José María Aznar la despedida triunfal que esperaba. En vez de trompetas tonantes le despidieron el ruido de las explosiones de Atocha; en vez de una alfombra roja, empañó su despedida la roja sangre inocente de 191 víctimas del terrorismo de Al Qaeda.
Si el destino ha sido injusto con José María Aznar solo se sabrá dentro de cien años, cuando plumas menos implicadas emocionalmente en nuestro presente reescriban los años que nos ha tocado vivir. Pero lo cierto es que el 11-M a José María Aznar, y con él a los diez millones de los votantes del PP, las explosiones de aquel día le produjeron un verdadero trastorno por estrés postraumático (TEPT).
¿Qué significa el TEPT en la vida de una persona? Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, las personas que lo han sufrido pueden padecer, entre otras, incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma, sensación de desapego o enajenación frente a los demás, irritabilidad, sobresaltos y sensación de un futuro desolador, pesimismo. Algunos de estos síntomas lo podemos observar entre el electorado del PP. Leyendo los foros de muchas de sus webs y de periódicos como EL MUNDO o EXPANSION, viéndolos manifestarse por cualquier cosa, aunque sea peregrina, o escuchándoles en sus conversaciones, un número significativo de votantes del Partido Popular muestran una gran irritabilidad, solo exponen los pensamientos más pesimistas (España se rompe, España se hunde), y piensan que los socialistas les odian y quieren acabar con ellos.
José María Aznar comparte muchos de estos síntomas. Rotas por las bombas sus aspiraciones de retiro glorioso, se embarcó en una cruzada contra el mundo. Con un tono muy irritable ataca y descalifica a su sucesor en el gobierno de la Nación. Y cual jinete del Apocalipsis va anunciando el fin del mundo por think tank, universidades y tabloides.
El gesto en la Universidad de Oviedo en una señal más, y sus palabras también. Es cosa de los tiempos, que yo personalmente deploro, que los ciudadanos convertidos en populacho increpen de forma maleducada ya sea a un político, a un detenido o a otro ciudadano que ha tenido la desfachatez de expresar su libre opinión. Pero muchos políticos de nuestro país lo han sufrido (¿ya no recuerdan las agresiones físicas de simpatizantes del PP al señor Bono durante una manifestación?) y todos tuvieron la educación, la prudencia o la astucia de contenerse sin dar una respuesta airada. Pero José María Aznar ya no puede contenerse. Su ira, su irritabilidad, su soberbia se lo impide.
Ya tenemos cuatro ex presidentes del gobierno, esos “jarrones chinos” de los que hablaba uno de ellos, y sólo a José María Aznar le hemos escuchado despotricar cual portera de patio de vecinos, tanto dentro como fuera del país, sobre su sucesor.
Posiblemente Azar se soñó como el Grande. Lamentablemente quedará para la historia como el mezquino resentido que siempre fue.
Si el Aznar adulto poco tenía de bueno para el conjunto de la nación, tenía todo lo necesario para sus partidarios. Como Hitler y Franco, es bajito y tiene bigote; como Hitler y Franco, contra todo pronóstico fue capaz de organizar a los suyos en un eficaz aparato político; como Hitler y Franco, no ha sabido irse a tiempo.
Podemos imaginar que José María Aznar se soñó como un Alejandro, como un Julio Cesar. Su gran obra, la llegada democrática, por segunda vez en un siglo, de la derecha española al gobierno de la Nación, se culminaría con un mutis por el foro a lo grande: no volviéndose a presentar a un tercer mandato. Sobre el papel, el gesto era espectacular. Un soberbio que en un acto soberbio despreciaba soberbiamente al poder y cual Carolus Imperator se retiraría a su Yuste particular, la Fundación FAES. Pero, como ya adelantó Shakespeare, somos un triste juguete del destino. Y los hados no habían preparado a José María Aznar la despedida triunfal que esperaba. En vez de trompetas tonantes le despidieron el ruido de las explosiones de Atocha; en vez de una alfombra roja, empañó su despedida la roja sangre inocente de 191 víctimas del terrorismo de Al Qaeda.
Si el destino ha sido injusto con José María Aznar solo se sabrá dentro de cien años, cuando plumas menos implicadas emocionalmente en nuestro presente reescriban los años que nos ha tocado vivir. Pero lo cierto es que el 11-M a José María Aznar, y con él a los diez millones de los votantes del PP, las explosiones de aquel día le produjeron un verdadero trastorno por estrés postraumático (TEPT).
¿Qué significa el TEPT en la vida de una persona? Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, las personas que lo han sufrido pueden padecer, entre otras, incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma, sensación de desapego o enajenación frente a los demás, irritabilidad, sobresaltos y sensación de un futuro desolador, pesimismo. Algunos de estos síntomas lo podemos observar entre el electorado del PP. Leyendo los foros de muchas de sus webs y de periódicos como EL MUNDO o EXPANSION, viéndolos manifestarse por cualquier cosa, aunque sea peregrina, o escuchándoles en sus conversaciones, un número significativo de votantes del Partido Popular muestran una gran irritabilidad, solo exponen los pensamientos más pesimistas (España se rompe, España se hunde), y piensan que los socialistas les odian y quieren acabar con ellos.
José María Aznar comparte muchos de estos síntomas. Rotas por las bombas sus aspiraciones de retiro glorioso, se embarcó en una cruzada contra el mundo. Con un tono muy irritable ataca y descalifica a su sucesor en el gobierno de la Nación. Y cual jinete del Apocalipsis va anunciando el fin del mundo por think tank, universidades y tabloides.
El gesto en la Universidad de Oviedo en una señal más, y sus palabras también. Es cosa de los tiempos, que yo personalmente deploro, que los ciudadanos convertidos en populacho increpen de forma maleducada ya sea a un político, a un detenido o a otro ciudadano que ha tenido la desfachatez de expresar su libre opinión. Pero muchos políticos de nuestro país lo han sufrido (¿ya no recuerdan las agresiones físicas de simpatizantes del PP al señor Bono durante una manifestación?) y todos tuvieron la educación, la prudencia o la astucia de contenerse sin dar una respuesta airada. Pero José María Aznar ya no puede contenerse. Su ira, su irritabilidad, su soberbia se lo impide.
Ya tenemos cuatro ex presidentes del gobierno, esos “jarrones chinos” de los que hablaba uno de ellos, y sólo a José María Aznar le hemos escuchado despotricar cual portera de patio de vecinos, tanto dentro como fuera del país, sobre su sucesor.
Posiblemente Azar se soñó como el Grande. Lamentablemente quedará para la historia como el mezquino resentido que siempre fue.
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viernes, 12 de febrero de 2010
Enajenación nicotinera
Javier Marías me gusta tanto como columnista como me deja frío como novelista. Sigo sus entregas semanales de EL PAIS SEMANAL con verdadera fruición. La mayoría de las veces coincido con él, y cuando no lo hago son siempre en sus escritos más flojos. ¡Que voy a decir!.
Pero habitualmente LA ZONA FANTASMA, su sección, es una píldora que ayuda a pensar, como su texto del pasado fín de semana UN EJERCICIO DE COMPRENSIÓN. Marías es poco amigo de las prohibiciones, y salta como un resorte ante muchas de las iniciativas que se ponen en marcha desde las instituciones, ya sea la política sobre tabaco, ya sea las iniciativas parlamentarias contra las corridas de toros. A mí, que ni fumo ni me gusta la supuesta “fiesta nacional”, también me cuesta emocionalmente dar el visto bueno a este tipo de medidas. Pero hay una reflexión que si me gustaría compartir contigo tras la lectura de su último artículo.
Más allá de la ponderación de sus argumento, Marías comparte con muchos fumadores la opinión de que cualquier iniciativa contra el consumo de tabaco, que no su prohibición, es arbitraria ya que de preocuparles realmente a las autoridades el efecto de cualquier sustancia sobre la salud estarían también en contra de la contaminación, por ejemplo. En palabras de Javier Marías “Si nos ponen fotos espantosas en las cajetillas, que las pongan también en todo el resto, incluyendo las de obesos inmovilizados en muchos productos alimenticios. Si no lo hacen, quedarán como hipócritas, además de como fanáticos y supresores de las libertades”.
Ya he dejado dicho en otro post que en España si no defiendes de forma verbalmente agresiva tu posición parece que eres cómplice de algo o de alguien. Pero la respuesta agresiva de Marías y otros muchos fumadores y fumadoras va más allá de una cuestión de estilo.
Mi reflexión va en el sentido que la adicción al tabaco es como a la de cualquier otra droga. El drogodependiente reacciona de forma agresiva no solo a la supresión de la sustancia sino también a la amenaza de quitársela. Como los alcohólicos, los adictos a la nicotina primero niegan su adiccion, luego la justifican y por último se esconden. Como los alcohólicos, esconden la botella, se perfuman el aliento pero de ninguna manera aceptan de forma voluntaria que esa adicción les está destrozando física y emocionalmente.
Los argumentos de cualquier persona emitidos bajo estas circunstancias podrían no ser fruto de un pensamiento racional sino estar secuestrados por su propio deseo de recibir su dosis diaria de droga. Como el personaje de Gollum en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, cualquier acción se justifica a los ojos de un fumador para conseguir su ración de nicotina diaria. Aunque sea para finalmente caer en el magma ardiente que les lleva directamente a la muerte.
De ser cierta mi hipótesis (no es siquiera una opinión) Marías y otros muchos fumadores, deberían reflexionar hasta que punto sus opiniones son objetivas o el resultado de una adicción de la que no pueden escapar.
Pero habitualmente LA ZONA FANTASMA, su sección, es una píldora que ayuda a pensar, como su texto del pasado fín de semana UN EJERCICIO DE COMPRENSIÓN. Marías es poco amigo de las prohibiciones, y salta como un resorte ante muchas de las iniciativas que se ponen en marcha desde las instituciones, ya sea la política sobre tabaco, ya sea las iniciativas parlamentarias contra las corridas de toros. A mí, que ni fumo ni me gusta la supuesta “fiesta nacional”, también me cuesta emocionalmente dar el visto bueno a este tipo de medidas. Pero hay una reflexión que si me gustaría compartir contigo tras la lectura de su último artículo.
Más allá de la ponderación de sus argumento, Marías comparte con muchos fumadores la opinión de que cualquier iniciativa contra el consumo de tabaco, que no su prohibición, es arbitraria ya que de preocuparles realmente a las autoridades el efecto de cualquier sustancia sobre la salud estarían también en contra de la contaminación, por ejemplo. En palabras de Javier Marías “Si nos ponen fotos espantosas en las cajetillas, que las pongan también en todo el resto, incluyendo las de obesos inmovilizados en muchos productos alimenticios. Si no lo hacen, quedarán como hipócritas, además de como fanáticos y supresores de las libertades”.
Ya he dejado dicho en otro post que en España si no defiendes de forma verbalmente agresiva tu posición parece que eres cómplice de algo o de alguien. Pero la respuesta agresiva de Marías y otros muchos fumadores y fumadoras va más allá de una cuestión de estilo.
Mi reflexión va en el sentido que la adicción al tabaco es como a la de cualquier otra droga. El drogodependiente reacciona de forma agresiva no solo a la supresión de la sustancia sino también a la amenaza de quitársela. Como los alcohólicos, los adictos a la nicotina primero niegan su adiccion, luego la justifican y por último se esconden. Como los alcohólicos, esconden la botella, se perfuman el aliento pero de ninguna manera aceptan de forma voluntaria que esa adicción les está destrozando física y emocionalmente.
Los argumentos de cualquier persona emitidos bajo estas circunstancias podrían no ser fruto de un pensamiento racional sino estar secuestrados por su propio deseo de recibir su dosis diaria de droga. Como el personaje de Gollum en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, cualquier acción se justifica a los ojos de un fumador para conseguir su ración de nicotina diaria. Aunque sea para finalmente caer en el magma ardiente que les lleva directamente a la muerte.
De ser cierta mi hipótesis (no es siquiera una opinión) Marías y otros muchos fumadores, deberían reflexionar hasta que punto sus opiniones son objetivas o el resultado de una adicción de la que no pueden escapar.
martes, 9 de febrero de 2010
A perro flaco...
Aunque vaya a hablar, entre otros, del sr. Aznar, con lo de perro no me refiero a él, sino al popular dicho español “a perro flaco todo se le vuelve pulgas”.
En algún otro post ya he comentado mi opinión sobre España en el mundo. Sinceramente no creo que España esté sufriendo un complot internacional, entre otras cosas porque sería suponer a los “internacionales” una inteligencia que discuto. Pero sí es cierto que España tiene un problema, y gravísimo, de imagen. Pero esto no es nuevo. Si podemos aprender algo de las relaciones internacionales españolas desde su configuración como potencia continental, allá por los reyes Fernando e Isabel de Trastamara, son dos cosas: que somos el saco donde sacude todo el que es algo en el mundo, y que la sociedad española lo sirve en bandeja.
Castigada desde el siglo XVII a ser mera comparsa de otras naciones, generalmente de Francia, ocasionalmente de Inglaterra, atenazada por una Iglesia Católica que impedía cualquier avance técnico y científico, y adobada por el gusto popular español del aquí-te-pillo-aquí-te-mato, la nación española aceptó su expulsión de la gobernanza global hasta el punto de ser neutrales en las dos Guerras Mundiales. Por esto, la España democrática y desarrollada ha llegado tarde al reparto del mundo. Y hacerse un sitio supone dar codazos a troche y moche, pisar callos y desalojar a los que están cómodamente sentados en sus sillones.
En este sentido, recuerdo algunos episodios especialmente significativos desde la Transición. Por ejemplo, la Guerra del Fletán durante un gobierno González. Muchos vieron en aquella agresión canadiense una respuesta del mundo anglosajón al soterrado debate español para competir con Canadá su sitio en el G-7 tras superarlo en el PIB. Tras aquel secuestro, no se volvió a plantear la cuestión. O la reacción furibunda de Italia, en un gobierno Aznar, ante cualquier intento de compra de sus empresas por parte de alguna española, bien telecos, bien autopistas, justo cuando España estaba a punto de superar en PIB a Italia, lo que la ponía en entredicho como cuarta economía europea.
Cualquier estrategia para pararnos los pies es buena. Reeditar la leyenda negra para dar la impresión de que en España no es posible asegurar los derechos humanos; seguir insistiendo en nuestro carácter festivo pero poco serio para evitar reconocer que somos una competencia tecnológica en el mundo; calificarnos de cerdos (PIGS) con gran alegría de muchos de nuestros conciudadanos ya que ven en ello gasolina contra el gobierno de la Nación; etc.
España no es China, ni en población ni en territorio, ni Brasil o Indonesia en recursos. España es un pequeño país en el mundo, a penas 500.000 kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, sin recursos naturales atrayentes y con mala prensa desde la “leyenda negra” que nos regaló la Inglaterra anglicana.
Creo firmemente que la política exterior de los gobiernos democráticos españoles ha ido siempre en el sentido de conseguir abrir ese espacio: primero González, con la entrada en la Comunidad Económica Europea y vertebrando la Conferencia Iberoamericana; luego Aznar, con la experiencia amarga de su antecesor ante la falta de apoyos, buscando el tutelaje de Estados Unidos; por último, Rodríguez Zapatero, regresando a la vieja Europa y buscando la complicidad de las naciones en desarrollo con la Alianza de Civilizaciones.
Pero todas se han saldado con el mismo fracaso: cuando hay confrontación, todos prefieren dejar caer a España. Ahora lo estamos viendo con la expeculación de los mercados. Más allá de los hechos objetivos, los prejuicios cuasi raciales e históricos “engrasan” las decisiones en contra de nuestro país.
Por esto, creo que la hay varios desafíos a los que enfrentarse. Primero, que los españoles, incluidos aquellos que no se sientan tal (por que si mal lo llevamos siéndolo peor sería ir por el mundo de catalán, vasco, andaluz o gallego), debemos saber que es realmente España en el mundo (una potencia de tipo mediano, con sus fortalezas y sus debilidades), y aceptar que nadie nos va a regalar nada ni nos va a dejar un hueco de forma graciosa. Cada palmo que conquistemos deberá ser con sangre, sudor y lágrimas.
Segundo, que las críticas que aquende la frontera son necesarias y patrióticas, dichas o difundidas allende la frontera serán utilizadas en contra nuestra y se transformarán en antipatrióticas.
Tercera, que por el mundo hay que ir en grupo como los anglosajones, la francofonía, los BRIC, etc. pero no en los que nos incluyan los demás (como los PIGS). Parece que lo más razonable y fácil es crear un grupo con lo más granado de los hispanoparlantes, un grupo tipo MECCA (Mexico, España, Colombia, Chile y Argentina).
Quiero finalizar este post con una reflexión. ¿Prestarías dinero a un amigo que te lo pidiera si desde meses antes el hermano de tu amigo te hubiera insistido una y otra vez que es un manirroto, un mal pagador, malgastador, etc.? Posiblemente no. Por eso no debe sorprendernos si el “mercado”, es decir, un grupo de gestores de grandes patrimonios (generalmente blancos, racistas, de derechas, anglosajones y protestante) que llevan cinco años escuchando a un expresidente del gobierno de España, despotricar del actual presidente en las Universidades, en los think kanks, etc., llegan a la conclusión que es una mala idea confiar en España y en cambio un buen negocio especular en su contra.
Este es el mejor ejemplo para ilustrar lo que no se debe hacer en política exterior. Claro que antes debería advertir que en cualquier caso el rencor mezquino es el peor de los asesores. Aunque te “revienten” una despedida triunfal.
En algún otro post ya he comentado mi opinión sobre España en el mundo. Sinceramente no creo que España esté sufriendo un complot internacional, entre otras cosas porque sería suponer a los “internacionales” una inteligencia que discuto. Pero sí es cierto que España tiene un problema, y gravísimo, de imagen. Pero esto no es nuevo. Si podemos aprender algo de las relaciones internacionales españolas desde su configuración como potencia continental, allá por los reyes Fernando e Isabel de Trastamara, son dos cosas: que somos el saco donde sacude todo el que es algo en el mundo, y que la sociedad española lo sirve en bandeja.
Castigada desde el siglo XVII a ser mera comparsa de otras naciones, generalmente de Francia, ocasionalmente de Inglaterra, atenazada por una Iglesia Católica que impedía cualquier avance técnico y científico, y adobada por el gusto popular español del aquí-te-pillo-aquí-te-mato, la nación española aceptó su expulsión de la gobernanza global hasta el punto de ser neutrales en las dos Guerras Mundiales. Por esto, la España democrática y desarrollada ha llegado tarde al reparto del mundo. Y hacerse un sitio supone dar codazos a troche y moche, pisar callos y desalojar a los que están cómodamente sentados en sus sillones.
En este sentido, recuerdo algunos episodios especialmente significativos desde la Transición. Por ejemplo, la Guerra del Fletán durante un gobierno González. Muchos vieron en aquella agresión canadiense una respuesta del mundo anglosajón al soterrado debate español para competir con Canadá su sitio en el G-7 tras superarlo en el PIB. Tras aquel secuestro, no se volvió a plantear la cuestión. O la reacción furibunda de Italia, en un gobierno Aznar, ante cualquier intento de compra de sus empresas por parte de alguna española, bien telecos, bien autopistas, justo cuando España estaba a punto de superar en PIB a Italia, lo que la ponía en entredicho como cuarta economía europea.
Cualquier estrategia para pararnos los pies es buena. Reeditar la leyenda negra para dar la impresión de que en España no es posible asegurar los derechos humanos; seguir insistiendo en nuestro carácter festivo pero poco serio para evitar reconocer que somos una competencia tecnológica en el mundo; calificarnos de cerdos (PIGS) con gran alegría de muchos de nuestros conciudadanos ya que ven en ello gasolina contra el gobierno de la Nación; etc.
España no es China, ni en población ni en territorio, ni Brasil o Indonesia en recursos. España es un pequeño país en el mundo, a penas 500.000 kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, sin recursos naturales atrayentes y con mala prensa desde la “leyenda negra” que nos regaló la Inglaterra anglicana.
Creo firmemente que la política exterior de los gobiernos democráticos españoles ha ido siempre en el sentido de conseguir abrir ese espacio: primero González, con la entrada en la Comunidad Económica Europea y vertebrando la Conferencia Iberoamericana; luego Aznar, con la experiencia amarga de su antecesor ante la falta de apoyos, buscando el tutelaje de Estados Unidos; por último, Rodríguez Zapatero, regresando a la vieja Europa y buscando la complicidad de las naciones en desarrollo con la Alianza de Civilizaciones.
Pero todas se han saldado con el mismo fracaso: cuando hay confrontación, todos prefieren dejar caer a España. Ahora lo estamos viendo con la expeculación de los mercados. Más allá de los hechos objetivos, los prejuicios cuasi raciales e históricos “engrasan” las decisiones en contra de nuestro país.
Por esto, creo que la hay varios desafíos a los que enfrentarse. Primero, que los españoles, incluidos aquellos que no se sientan tal (por que si mal lo llevamos siéndolo peor sería ir por el mundo de catalán, vasco, andaluz o gallego), debemos saber que es realmente España en el mundo (una potencia de tipo mediano, con sus fortalezas y sus debilidades), y aceptar que nadie nos va a regalar nada ni nos va a dejar un hueco de forma graciosa. Cada palmo que conquistemos deberá ser con sangre, sudor y lágrimas.
Segundo, que las críticas que aquende la frontera son necesarias y patrióticas, dichas o difundidas allende la frontera serán utilizadas en contra nuestra y se transformarán en antipatrióticas.
Tercera, que por el mundo hay que ir en grupo como los anglosajones, la francofonía, los BRIC, etc. pero no en los que nos incluyan los demás (como los PIGS). Parece que lo más razonable y fácil es crear un grupo con lo más granado de los hispanoparlantes, un grupo tipo MECCA (Mexico, España, Colombia, Chile y Argentina).
Quiero finalizar este post con una reflexión. ¿Prestarías dinero a un amigo que te lo pidiera si desde meses antes el hermano de tu amigo te hubiera insistido una y otra vez que es un manirroto, un mal pagador, malgastador, etc.? Posiblemente no. Por eso no debe sorprendernos si el “mercado”, es decir, un grupo de gestores de grandes patrimonios (generalmente blancos, racistas, de derechas, anglosajones y protestante) que llevan cinco años escuchando a un expresidente del gobierno de España, despotricar del actual presidente en las Universidades, en los think kanks, etc., llegan a la conclusión que es una mala idea confiar en España y en cambio un buen negocio especular en su contra.
Este es el mejor ejemplo para ilustrar lo que no se debe hacer en política exterior. Claro que antes debería advertir que en cualquier caso el rencor mezquino es el peor de los asesores. Aunque te “revienten” una despedida triunfal.
miércoles, 13 de enero de 2010
¿Prohibiría operar de cáncer a un niño porque es menor de edad?
La noticia de la operación de cambio de sexo de un menor en Barcelona ha provocado de nuevo un aluvión de opiniones en muchos foros de los medios de comunicación de este país. Leyéndolos con detenimiento, mi conclusión es que la ignorancia sobre el hecho transexual es mayoritaria en nuestra sociedad.
Para muchos y muchas, el cambio de sexo queda reducido a un capricho estético que en modo alguno debe ser financiado por la sanidad pública.
Hace algunos meses publiqué un post sobre la transexualidad en este blog, por lo que no me extenderé sobre lo que es la disforia de género. Pero sí me gustaría recordar que ayudar a las personas transexuales a vivir socialmente de acuerdo con el sexo que sienten es la única respuesta terapéutica que hoy por hoy puede ofrecer la ciencia médica. Las personas transexuales no diagnosticadas o no tratadas tienen un alto grado de sufrimiento. Históricamente este sufrimiento les ha llevado a un alto grado de trastornos mentales y su exclusión social. En una sociedad como la nuestra, donde el acceso a la salud es un derecho universal, privar a las personas transexuales de la única terapia conocida además de ilegal sería inmoral.
Una vez diagnosticada la disforia de género la gran pregunta es si someter a la persona transexual a una operación de reasignación, o cambio de sexo. No todas las personas transexuales quieren o pueden operarse. Pero es cierto que cuanto más joven es la persona que se somete a esta operación, mejores son los resultados en su calidad de vida.
Por eso, el debate abierto sobre la edad de la persona que se somete a una operación de reasignación es absurdo. Cuando un médico diagnostica una enfermedad de un paciente mayor de 16 años, éste tiene la última decisión de someterse al tratamiento que le ofrece la ciencia médica. Si es menor de 16, serán los padres quien lo decida.
Si a una persona de menor de edad se le diagnostica un cáncer ¿tiene lógica aplazar una operación quirúrgica necesaria hasta que cumpla los 18 años? Evidentemente no. Incluso existiendo riesgo para la vida del menor, los padres apostarán por ello.
¿Por qué entonces dificultar el acceso a un tratamiento terapéutico cuando está recomendado por el personal médico cualificado? La respuesta es sencilla. Nuestra sociedad aún no se ha librado de 1.700 años de oscurantismo sexual.
Para muchos y muchas, el cambio de sexo queda reducido a un capricho estético que en modo alguno debe ser financiado por la sanidad pública.
Hace algunos meses publiqué un post sobre la transexualidad en este blog, por lo que no me extenderé sobre lo que es la disforia de género. Pero sí me gustaría recordar que ayudar a las personas transexuales a vivir socialmente de acuerdo con el sexo que sienten es la única respuesta terapéutica que hoy por hoy puede ofrecer la ciencia médica. Las personas transexuales no diagnosticadas o no tratadas tienen un alto grado de sufrimiento. Históricamente este sufrimiento les ha llevado a un alto grado de trastornos mentales y su exclusión social. En una sociedad como la nuestra, donde el acceso a la salud es un derecho universal, privar a las personas transexuales de la única terapia conocida además de ilegal sería inmoral.
Una vez diagnosticada la disforia de género la gran pregunta es si someter a la persona transexual a una operación de reasignación, o cambio de sexo. No todas las personas transexuales quieren o pueden operarse. Pero es cierto que cuanto más joven es la persona que se somete a esta operación, mejores son los resultados en su calidad de vida.
Por eso, el debate abierto sobre la edad de la persona que se somete a una operación de reasignación es absurdo. Cuando un médico diagnostica una enfermedad de un paciente mayor de 16 años, éste tiene la última decisión de someterse al tratamiento que le ofrece la ciencia médica. Si es menor de 16, serán los padres quien lo decida.
Si a una persona de menor de edad se le diagnostica un cáncer ¿tiene lógica aplazar una operación quirúrgica necesaria hasta que cumpla los 18 años? Evidentemente no. Incluso existiendo riesgo para la vida del menor, los padres apostarán por ello.
¿Por qué entonces dificultar el acceso a un tratamiento terapéutico cuando está recomendado por el personal médico cualificado? La respuesta es sencilla. Nuestra sociedad aún no se ha librado de 1.700 años de oscurantismo sexual.
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viernes, 8 de enero de 2010
Tertsch el Reaccionario
El periodista Hermann Tertsch, empleado en TELEMADRID, afirmó hace algunas semanas en su programa lo siguiente: “Y les aseguro que si yo puediera matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda por liberar a nuestros tres compatriotas lo haría sin la menor duda”. La frase ha quedado oculta tras la polémica suscitada entre el sr. Tertsch y la cadena LA SEXTA por las parodias realizada en el programa EL INTERMEDIO entorno a su afirmación. Pero realmente la frase merece un estudio pormenorizado.
El ámbito en el cual el periodista Hermann Tertsch expresó dicha frase, un medio público de comunicación y durante un programa de noticias, impide considerarlas como una gracieta. Debemos aceptarla como una expresión firme, consciente y premeditada, que se corresponde realmente con su opinión.
En ella, el sr. Tertsch llega a afirmar que de tener ocasión (Y les aseguro que si yo puediera) llegado el caso (por liberar a nuestros tres compatriotas) no dudaría (lo haría sin la menor duda) en convertirse en un asesino (matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda).
A pesar de su indignación por considerar que en el programa EL INTERMEDIO se le acusó cuatro veces de asesino, lo cierto es que el que se define como asesino es el propio Tertsch. La muerte intencionada de una persona en manos de otra, sino es por resolución judicial, es un asesinato. El que ejecuta un asesinato es un asesino. Hermann Tertsch afirmó que si puediera asesinar a quince o veinte personas lo haría, y solo pone una condición, que fuera por liberar a tres compatriotas secuestrados.
Aunque en el fondo debemos considerarlo un exabrupto, ya que viendole la cara nadie es capaz de imaginarse al sr. Tertsch asesinando ni a un mosquito.
¿Pero cual es realmente el pensamiento político del sr. Tertsch? Está claro que un post como éste y un autor como el que escribe, son insuficientes para analizar y produndizar en su pensamiento político, por falta de espacio por un lado, y falta de competencia por otro ya que no soy un compedio de filósofo, politólogo, antropólogo y psiquiatra como requeriría el caso.
Pero en el ABC de hoy tenemos una muestra del mismo, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Citando a Bolz y Broder en un artículo de opinión, clama, entre otras cuestiones, contra el “pensamiento débil” que considera que debemos ser forzados a la igualdad por el bien de una sociedad supuestamente homogénea y sentimentalmente satisfecha con los dogmas de la religión del igualitarismo.
Primero parte de un hipótesis que con buen criterio “científico” considera innecesario comprobar: que la izquierda ha apostado por el igualitarismo como ideología. Luego, dan contenido a esa supuesta ideología, que en este caso es la que “que obliga a sus miembros desde la infancia a adaptarse al nivel del peor”.
“Pensamiento Blandy Bloo” lo llama mi docto maestro. El igualitarismo no es la ideología de la izquierda. El igualitarismo es una estrategia para promover las condiciones sociales necesarias para que todos tengamos realmente las mismas posibilidades. Es cierto que, por ejemplo en la educación, una insuficiente financiación impide a los centros educativos a ofrecer una educación a medida de cada uno de sus miembros. Pero el error no es pretender compensar las carencias del más desfavorecido, sino la falta de recursos en una “dictadura” de la bajada de impuestos.
El sr. Tertsch sigue desnudándose ya que afirma que uno de los mayores males del igualitarismo es “Porque estrangula la formación de elites y así la movilización de la sociedad en el progreso real” ¡Toma, toma, toma!, como diría Borja. Está claro que la apuesta del sr. Tertcsh es por las élites de toda la vida de dios. Por aquello de San Agustín, imagino, que el poder viene siempre de lo alto.
Pero debemos aceptar que el sr. Tertsch es también un humorista genial, ya que en este artículo afirma que “Ni puede equipararse a la cultura democrática occidental, que surge de la idea cristiana de que toda vida humana es un valor supremo” ¡el mismo que está dispuesto a matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda! ¡Ay, señor, pero cuanto sentido del humor tiene este muchacho!
Aunque la afirmación que más me ha sorprendido, divertido, preocupado y aclarado es la siguiente: “Pero ya sabemos que éste [Tocqueville] era un puñetero aristócrata francés que merece estar más olvidado aún que Montesquieu”. ¡Arrea!, si quitamos a Montesquieu y a Tocqueville de en medio lo que nos da es el regreso al Antiguo Régimen. Es decir, el regreso ideológico al Imperio, los Reyes Católicos, el ¡Santiago y cierra España!. ¿Les suena? Hace cien años lo denominaban pensamiento reaccionario. Hace cincuenta, pensamiento fascista.
El ámbito en el cual el periodista Hermann Tertsch expresó dicha frase, un medio público de comunicación y durante un programa de noticias, impide considerarlas como una gracieta. Debemos aceptarla como una expresión firme, consciente y premeditada, que se corresponde realmente con su opinión.
En ella, el sr. Tertsch llega a afirmar que de tener ocasión (Y les aseguro que si yo puediera) llegado el caso (por liberar a nuestros tres compatriotas) no dudaría (lo haría sin la menor duda) en convertirse en un asesino (matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda).
A pesar de su indignación por considerar que en el programa EL INTERMEDIO se le acusó cuatro veces de asesino, lo cierto es que el que se define como asesino es el propio Tertsch. La muerte intencionada de una persona en manos de otra, sino es por resolución judicial, es un asesinato. El que ejecuta un asesinato es un asesino. Hermann Tertsch afirmó que si puediera asesinar a quince o veinte personas lo haría, y solo pone una condición, que fuera por liberar a tres compatriotas secuestrados.
Aunque en el fondo debemos considerarlo un exabrupto, ya que viendole la cara nadie es capaz de imaginarse al sr. Tertsch asesinando ni a un mosquito.
¿Pero cual es realmente el pensamiento político del sr. Tertsch? Está claro que un post como éste y un autor como el que escribe, son insuficientes para analizar y produndizar en su pensamiento político, por falta de espacio por un lado, y falta de competencia por otro ya que no soy un compedio de filósofo, politólogo, antropólogo y psiquiatra como requeriría el caso.
Pero en el ABC de hoy tenemos una muestra del mismo, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Citando a Bolz y Broder en un artículo de opinión, clama, entre otras cuestiones, contra el “pensamiento débil” que considera que debemos ser forzados a la igualdad por el bien de una sociedad supuestamente homogénea y sentimentalmente satisfecha con los dogmas de la religión del igualitarismo.
Primero parte de un hipótesis que con buen criterio “científico” considera innecesario comprobar: que la izquierda ha apostado por el igualitarismo como ideología. Luego, dan contenido a esa supuesta ideología, que en este caso es la que “que obliga a sus miembros desde la infancia a adaptarse al nivel del peor”.
“Pensamiento Blandy Bloo” lo llama mi docto maestro. El igualitarismo no es la ideología de la izquierda. El igualitarismo es una estrategia para promover las condiciones sociales necesarias para que todos tengamos realmente las mismas posibilidades. Es cierto que, por ejemplo en la educación, una insuficiente financiación impide a los centros educativos a ofrecer una educación a medida de cada uno de sus miembros. Pero el error no es pretender compensar las carencias del más desfavorecido, sino la falta de recursos en una “dictadura” de la bajada de impuestos.
El sr. Tertsch sigue desnudándose ya que afirma que uno de los mayores males del igualitarismo es “Porque estrangula la formación de elites y así la movilización de la sociedad en el progreso real” ¡Toma, toma, toma!, como diría Borja. Está claro que la apuesta del sr. Tertcsh es por las élites de toda la vida de dios. Por aquello de San Agustín, imagino, que el poder viene siempre de lo alto.
Pero debemos aceptar que el sr. Tertsch es también un humorista genial, ya que en este artículo afirma que “Ni puede equipararse a la cultura democrática occidental, que surge de la idea cristiana de que toda vida humana es un valor supremo” ¡el mismo que está dispuesto a matar a quince o veinte miembros de Al Qaeda! ¡Ay, señor, pero cuanto sentido del humor tiene este muchacho!
Aunque la afirmación que más me ha sorprendido, divertido, preocupado y aclarado es la siguiente: “Pero ya sabemos que éste [Tocqueville] era un puñetero aristócrata francés que merece estar más olvidado aún que Montesquieu”. ¡Arrea!, si quitamos a Montesquieu y a Tocqueville de en medio lo que nos da es el regreso al Antiguo Régimen. Es decir, el regreso ideológico al Imperio, los Reyes Católicos, el ¡Santiago y cierra España!. ¿Les suena? Hace cien años lo denominaban pensamiento reaccionario. Hace cincuenta, pensamiento fascista.
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jueves, 7 de enero de 2010
El reto de la Diversidad
La biodiversidad como estrategia para la sostenibilidad, las políticas para promover estrategias que acaben con los monocultivos en la agricultura, la negativa de los matrimonios consanguíneos, etc, nos señala que en el mundo la diversidad en general se considera un valor positivo. Pero en cambio, en el seno de la sociedad la diversidad humana provoca inseguridad.
Afirmar que nuestras ciudades, pueblos y barrios son cada día más diversos es una obviedad. En nuestras poblaciones se entremezclan ciudadanos y ciudadanas de todo el país, de Europa y del resto de continentes. Es cierto que en España este fenómeno es muy nuevo, al contrario que en ciudades como Paris o Londres en las cuales desde hace más de 100 años la mezcolanza de razas, credos e ideologías las convirtieron en faros de civilización durante todo el siglo XX.
Primero la Inquisición, que eliminó cualquier posibilidad de diversidad religiosa, luego la lacra de nuestras guerras civiles (carlistas y franquistas)que dificultó la diversidad ideológica, y por último nuestra pobreza como nación tras la pérdida del imperio, que hizo poco atractivo nuestro país para generar corrientes inmigratorias, nos convirtió en una “rara avis” en Europa. Hasta nuestra vecina Portugal ha tenido tradicionalmente mayor diversidad étnica que nosotros.
La actual eclosión de diversidad social en España es el producto lógico de nuestro éxito como país. La libertad religiosa y política obtenida tras la transición así como el crecimiento económico de los últimos 25 años, nos ha convertido en una meta para todas aquellas personas que quieren vivir mejor y con mayor libertad. En este sentido, ya no tenemos nada que envidiar a países que otrora eran paradigmas de libertad, bienestar y respeto.
Pero la ciudadanía española no se ha preparado para este logro. Es natural que lo diferente, lo desconocido, provoque miedo, ansiedad, rechazo. Y este natural sentimiento es el que ha sacudido a los y las vecinas del barrio obrero sevillano de San Jerónimo, paradigma histórico por su capacidad de asimilación de la diversidad y la solidaridad entre sus miembros en los largos años oscuros del franquismo y la pobreza.
El desencadenante ha sido la posibilidad, que hoy por hoy parece descartada, de ubicarse en sus suelos una mezquita para atender a la población musulmana de la Macarena. Fijar el debate en mezquita sí, mezquita no, es un error del que solo salen beneficiados los más extremistas. Estoy seguro que todas las manifestaciones y concentraciones realizadas en los últimos meses, a favor o en contra del templo musulmán ha congregado mayoritariamente a buena gente, ciudadanos trabajadores que quieren seguir viviendo en un barrio obrero, tolerante y respetuoso con sus diferencias.
Pero los extremistas de ambos lados están queriendo sacar réditos políticos atizando la fácil hoguera del miedo a la diferencia o a la homogenización. La diversidad es buena para nuestro país. Mejora nuestra compresión del mundo, facilita a nuestros jóvenes experiencias fundamentales para competir en un mundo global, atrae a gente con iniciativa y otras perspectivas, y oxigenan, en definitiva, nuestras sociedades y nuestras mentes.
Claro que ello requiere una apuesta decidida por las políticas públicas, mejorando la red sanitaria y escolar, creando servicios de mediación en conflictos y atemperando los naturales miedos a lo desconocido. Cerrar los ojos a maniobras de los extremistas a la vez que se pide a gritos bajadas de impuestos que harán imposible estos servicios es el mayor de los cinismos.
Afirmar que nuestras ciudades, pueblos y barrios son cada día más diversos es una obviedad. En nuestras poblaciones se entremezclan ciudadanos y ciudadanas de todo el país, de Europa y del resto de continentes. Es cierto que en España este fenómeno es muy nuevo, al contrario que en ciudades como Paris o Londres en las cuales desde hace más de 100 años la mezcolanza de razas, credos e ideologías las convirtieron en faros de civilización durante todo el siglo XX.
Primero la Inquisición, que eliminó cualquier posibilidad de diversidad religiosa, luego la lacra de nuestras guerras civiles (carlistas y franquistas)que dificultó la diversidad ideológica, y por último nuestra pobreza como nación tras la pérdida del imperio, que hizo poco atractivo nuestro país para generar corrientes inmigratorias, nos convirtió en una “rara avis” en Europa. Hasta nuestra vecina Portugal ha tenido tradicionalmente mayor diversidad étnica que nosotros.
La actual eclosión de diversidad social en España es el producto lógico de nuestro éxito como país. La libertad religiosa y política obtenida tras la transición así como el crecimiento económico de los últimos 25 años, nos ha convertido en una meta para todas aquellas personas que quieren vivir mejor y con mayor libertad. En este sentido, ya no tenemos nada que envidiar a países que otrora eran paradigmas de libertad, bienestar y respeto.
Pero la ciudadanía española no se ha preparado para este logro. Es natural que lo diferente, lo desconocido, provoque miedo, ansiedad, rechazo. Y este natural sentimiento es el que ha sacudido a los y las vecinas del barrio obrero sevillano de San Jerónimo, paradigma histórico por su capacidad de asimilación de la diversidad y la solidaridad entre sus miembros en los largos años oscuros del franquismo y la pobreza.
El desencadenante ha sido la posibilidad, que hoy por hoy parece descartada, de ubicarse en sus suelos una mezquita para atender a la población musulmana de la Macarena. Fijar el debate en mezquita sí, mezquita no, es un error del que solo salen beneficiados los más extremistas. Estoy seguro que todas las manifestaciones y concentraciones realizadas en los últimos meses, a favor o en contra del templo musulmán ha congregado mayoritariamente a buena gente, ciudadanos trabajadores que quieren seguir viviendo en un barrio obrero, tolerante y respetuoso con sus diferencias.
Pero los extremistas de ambos lados están queriendo sacar réditos políticos atizando la fácil hoguera del miedo a la diferencia o a la homogenización. La diversidad es buena para nuestro país. Mejora nuestra compresión del mundo, facilita a nuestros jóvenes experiencias fundamentales para competir en un mundo global, atrae a gente con iniciativa y otras perspectivas, y oxigenan, en definitiva, nuestras sociedades y nuestras mentes.
Claro que ello requiere una apuesta decidida por las políticas públicas, mejorando la red sanitaria y escolar, creando servicios de mediación en conflictos y atemperando los naturales miedos a lo desconocido. Cerrar los ojos a maniobras de los extremistas a la vez que se pide a gritos bajadas de impuestos que harán imposible estos servicios es el mayor de los cinismos.
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miércoles, 6 de enero de 2010
Nadie dijo que luchar no fuera peligroso
La vida de Gandhi, a pesar de su lucha no violenta, no fue sencilla. Pasó hambre, destierro, prisión. Cuando una persona toma la decisión de luchar por sus derechos o los derechos de los demás debe asumir que esa lucha puede tener graves consecuencias personales. Aún más, cuanto más riesgo supone su lucha, más valor tiene.
Porque, ¿que mérito tiene acabar con un régimen tiránico, con el tráfico de armas o el hambre en el mundo si se resolviese con un mando a distancia desde el sofá de casa?
Por eso, en los últimos tiempos tenemos dos ejemplos de personas que decidieron luchar asumiendo un importante riesgo personal: la activista saharagui Aminatu Haidar y el ecologista Juan López de Uralde.
El envite tiene sus riesgos. La lucha de Aminatu Haidar, para ser creible, debía ser a vida o muerte. La lucha de los y las activistas de GREENPEACE, para convencer, deben asumir que con sus actos pueden terminar con los huesos en la cárcel.
Afortunadamente para Haidar, el Reino de Marruecos no “aguantó” la presión internacional y tuvo que permitirle regresar a su país, el Sahara Occidental, aunque ahora la mantenga en un ilegal arresto domiciliario. Desafortunadamente para López de Uralde, la otrora democracia envidiada del Reino de Dinamarca ha mostrado una mayor intolerancia que el Reino de Marruecos y lo mantiene en prisión en condiciones de una dureza injustitifcable para un país de los que englobamos como desarrollado.
Y si criticamos al Reino de Dinamarca no es por encarcelar a López de Uralde, sino de aprobar leyes represivas que lo han permitido, ya que el dirigente de GREENPEACE era consciente del riesgo de su acto y sabía que podía terminar en la cárcel tal y como ha ocurrido.
En el otro extremo del compromiso moral de la lucha lo encontramos en una cada vez más desorientada jerarquía católica. Acostumbrados a la luchas de sacristía y de las discusiones absurdamente bizantinas, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, amenazó “a los políticos que apoyen la nueva ley del aborto que se convertirán en "pecadores públicos" y, por lo tanto, no podrán comulgar”. Pero si el envite de Haidar y López de Uralde era sincero, exponiendo ambos su integridad física, la de Martínez ha carecido de autenticidad. La jerarquía católica, sin arriesgar nada en lo personal, es incapaz de llevar hasta el final sus amenazas. Y por eso los diputados, diputadas, senadoras y senadores católicos podrán seguir comulgando a pesar de haber votado a favor de la nueva Ley. Por ello, el colegio episcopal español debería aprender mucho de López de Uralde y Haidar, los verdaderos apóstoles de la dignidad.
Porque, ¿que mérito tiene acabar con un régimen tiránico, con el tráfico de armas o el hambre en el mundo si se resolviese con un mando a distancia desde el sofá de casa?
Por eso, en los últimos tiempos tenemos dos ejemplos de personas que decidieron luchar asumiendo un importante riesgo personal: la activista saharagui Aminatu Haidar y el ecologista Juan López de Uralde.
El envite tiene sus riesgos. La lucha de Aminatu Haidar, para ser creible, debía ser a vida o muerte. La lucha de los y las activistas de GREENPEACE, para convencer, deben asumir que con sus actos pueden terminar con los huesos en la cárcel.
Afortunadamente para Haidar, el Reino de Marruecos no “aguantó” la presión internacional y tuvo que permitirle regresar a su país, el Sahara Occidental, aunque ahora la mantenga en un ilegal arresto domiciliario. Desafortunadamente para López de Uralde, la otrora democracia envidiada del Reino de Dinamarca ha mostrado una mayor intolerancia que el Reino de Marruecos y lo mantiene en prisión en condiciones de una dureza injustitifcable para un país de los que englobamos como desarrollado.
Y si criticamos al Reino de Dinamarca no es por encarcelar a López de Uralde, sino de aprobar leyes represivas que lo han permitido, ya que el dirigente de GREENPEACE era consciente del riesgo de su acto y sabía que podía terminar en la cárcel tal y como ha ocurrido.
En el otro extremo del compromiso moral de la lucha lo encontramos en una cada vez más desorientada jerarquía católica. Acostumbrados a la luchas de sacristía y de las discusiones absurdamente bizantinas, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Martínez Camino, amenazó “a los políticos que apoyen la nueva ley del aborto que se convertirán en "pecadores públicos" y, por lo tanto, no podrán comulgar”. Pero si el envite de Haidar y López de Uralde era sincero, exponiendo ambos su integridad física, la de Martínez ha carecido de autenticidad. La jerarquía católica, sin arriesgar nada en lo personal, es incapaz de llevar hasta el final sus amenazas. Y por eso los diputados, diputadas, senadoras y senadores católicos podrán seguir comulgando a pesar de haber votado a favor de la nueva Ley. Por ello, el colegio episcopal español debería aprender mucho de López de Uralde y Haidar, los verdaderos apóstoles de la dignidad.
Etiquetas:
Derechos Humanos,
Ejemplaridad Pública,
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