Manuel Muñoz Medina ha intentado justificar su
acción, que sólo puede tacharse de violencia machista, como “broma de mal
gusto”. En algunas noticias se ha llegado a insinuar como
justificación el alto grado de intoxicación etílica que supuestamente embargaba
al empresario y vocal de la Cámara de Comercio de Sevilla en el momento de su
repugnante acción.
Mi primer pensamiento después de la repugnancia
que sentí al leer la noticia, fue que si esto le había ocurrido a una política
de primera fila, feminista y peleona, que sucederá con las trabajadoras de
dicho empresario. Porque cualquiera puede llegar a la conclusión que, para este
empresario, acorralar y violentar a una mujer es algo gracioso, una broma.
Pero luego recordé al infame Queipo de Llano
(maldito sea esté donde esté) y sus discursos radiofónicos, cuando anunciaba a
los cuatro vientos de las ondas que los legionarios enseñarían a las mujeres de
los rojos que era un hombre, “y no castrados milicianos” para finalizar
afirmando que “Dar patadas y berrear no las salvará”. Es decir, que
resistirse a la violación no sería suficiente para evitarla.
Y mucho me temo que en este caso concreto,
además de la naturaleza de violencia machista, el acto repugnante de Manuel
Muñoz Medina oculta un vector ideológico: mostrar a una roja, esposa de un
“miliciano castrado”, el alcalde de Cádiz en este caso, lo que es un hombre de
verdad.
Y es natural que las enseñanzas de Queipo
pervivan socialmente en una sociedad que no tiene la decencia de sacar de la
basílica de la Macarena los restos de un genocida, patrocinador del asesinato
en masa de más de 15.000 personas en la provincia de Sevilla fundamentalmente
pero también de otras partes de Andalucía, autor intelectual de los asesinatos
de García Lorca o Blas Infante.
Y es que no se trata de un hecho aislado, sino
que lo hemos visto recientemente durante la investigación por violación de una
chica madrileña en Pamplona supuestamente por varios jóvenes sevillanos,
algunos miembros del ejército y de los cuerpos de seguridad del Estado.
Muchos aún en Sevilla comparte con Queipo y
Manuel Muñoz Medina un poso social e ideológico, no solo de machismo violento,
sino de desprecio a la dignidad humana.
Dios los cría.....
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