viernes, 28 de enero de 2011

Malos humos

Para debatir sobre la Ley que limita el consumo de tabaco en espacios públicos y cerrados hay que tener primero en cuenta que viene condicionado por un poderoso lobby, el de las empresas de tabaco. Como afirma Armando Peruga, presidente de la Iniciativa Libre de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud, en una noticia recogida por el diario PÚBLICO, las tabacaleras mantienen a lo largo del mundo las cinco tácticas para debilitar el consenso:
El tabaco no es tan malo: Una de las tácticas que, según Peruga, emplea la industria tabaquera, en muchos casos a través de líderes de opinión, es relativizar los riesgos del tabaco sobre la salud, aunque sin llegar a negarlos, dando a entender que sólo el abuso de esta droga acaba siendo mortal.
La libertad, en peligro: Otra de las estratagemas es plantear la cuestión en términos de libertades individuales, no de salud pública.
Perjuicios económicos: Decir que se generan perjuicios económicos “no probados” sería otra de las estrategias. “Los estudios rigurosos que existen demuestran que no hay ningún impacto negativo”, dice Peruga.
La ley no se cumple: Hacer creer que la ley no se está cumpliendo, elevando a categoría ejemplos puntuales de insumisión, es otra de las argucias.
Recurrir a los tribunales: Aunque aún no ha ocurrido, el experto de la OMS no tiene dudas de que la ley acabará siendo recurrida, como ya se han planteado los hosteleros gallegos.
No hay que olvidar que además FHILIP MORRIS patrocina a la Federación Española de Hostelería (FHER) lo que sin duda las empresas de hostelería, aunque no pierdan dinero por la Ley, tienen un interés económico en promocionar el consumo de tabaco.
Soy también consciente que realizar una aportación original al debate sobre la limitación del consumo de tabaco es prácticamente imposible, como también que si fuese un hombre juicioso callaría si no voy a decir nada nuevo. Pero como en la canción infantil, yo no soy juicioso ni lo quiero ser, y por ello no me resisto de aportar mi granito de argumentos.
En primer lugar, quiero analizar el argumento de los que se manifiestan en contra de la ley que limita el consumo de tabaco en espacios públicos al negar la autoridad del Estado para regular dicho consumo, o directamente tildar de totalitaria la filosofía que soporta esa limitación. Para ello habría que estudiar otras regulaciones del propio Estado limitando el consumo de productos cuyo comercio sea legal. Y rápidamente comprobamos que no solo existen sino que además con gran aplauso de la sociedad general, como en el caso de limitar el consumo de alcohol en vía pública, con el agravante que si un ciudadano consume alcohol en una plaza pública sólo expone su salud, y en cambio el fumador expone además de su salud las de los que están a su alrededor. ¿Cuál es la diferencia sustancial de la crítica feroz de deslegitimación del Estado para regular el consumo de tabaco y no lo hace hacia la regulación de los municipios para prohibir el consumo de alcohol en la vía pública? Fundamentalmente se reduce, además de las campañas incentivadas por las tabacaleras, a una cuestión de edad, de clase y de raza: los consumidores de alcohol en vía pública son jóvenes de clases populares o sin techos, nacionales e inmigrantes, y en cambio los críticos con la limitación del consumo del tabaco son los “wasp” españoles: blancos, adultos y con ingresos regulares.
En segundo lugar quiero plantear la legitimidad moral, que no legal, de un fumador o una fumadora para cuestionar una ley que regula, limita y prohíbe el consumo en determinados espacios públicos de la sustancia de la que depende. Porque las y los fumadores, tal y como han demostrados estudios psiquiátricos, y al igual que alcohólicos, heroinómanos, ludópatas, etc., en su mayoría son personas que no pueden abandonar ese hábito no por falta de voluntad sino por su salud mental o, mejor dicho, por sus trastornos mentales. Por lo tanto, la defensa del consumo de tabaco está condicionada por su dependencia lo que no les hace ser ciudadanos objetivos, ya que hablan a través de su adicción. En este sentido es comparable a la defensa del amor sexual entre adultos y niños que realizan los pederastas: son enfermos que justifican su trastorno.
Por último, hay un discurso que pretende hacer potestativo del trabajador de un establecimiento el soportar o no los humos de los clientes. En este sentido, debemos considerar que el derecho a la salud está por encima del derecho al pacto individual entre empresario/empleado, al igual que ocurre con la compensación económica de las vacaciones legales, prohibida por la Directiva 03/88/CE del Consejo, de 4 de noviembre de2003, relativa a determinados aspectos de la ordenación del tiempo de trabajo, que ha sido ratificado por diferentes sentencias del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, entre otras, S. TJCE 16-03-06, C-131/04 y 257/04, y S. TJCE 6-4-06 C-124/05. Por ello, no depende del trabajador realizar sus tareas en un espacio con humo de tabaco y por lo tanto no es posible fumar en cualquier espacio donde un trabajador por cuenta ajena desarrolle su labor. Es más, ni siquiera se puede fumar en un domicilio privado si en el mismo desarrolla sus tareas laborales personal del servicio doméstico, ya que se vulneraría el derecho de ese trabajador a su salud laboral.
Por todo ello, entiendo que los que en estos momentos defienden y consumen tabaco en espacios prohibidos por la legislación estatal lo hace bien subvencionados por las empresas del sector, bien impulsados por un trastorno mental que les hace reos morales de rebelión a la ley y de agresión a la vida de los trabajadores.

sábado, 15 de enero de 2011

Nuestras ignorantes élites


La estulticia de nuestras élites sevillanas no es nueva. De hecho, ya encontramos antecedentes en la actitud del Cabildo Catedral del siglo XVI que en vez de cumplir el mandato testamentario de Hernando de Colón, lo que habría supuesto para Sevilla poseer una de las mejores bibliotecas de todos los tiempos, prefirió hacer el “paripé”, que hoy se llama Biblioteca Colombina, y repartirse los caudales depositados para la compra y conservación de su biblioteca. O también en la actitud de la sevillanía del siglo XVIII durante el proceso de la Santa Inquisición a Pablo de Olavide, antecedente de la persecución judicial a la biblioteca de Zaha Hadid (que la Universidad de Sevilla quiere construir en el Prado de San Sebastián), que consiguió encarcelar, juzgar y condenar al Intendente cuyo pecado fue intentar llevar a nuestra ciudad del antiguo régimen a la modernidad.
Esta variante de idiotez patria, que casi podríamos calificar de congénita, la encontramos desde los años treinta en el campo de la arquitectura. Tras la Exposición Iberoamericana de 1929, el regionalismo arquitectónico pasa, poco a poco, a convertirse en la arquitectura natural de la ciudad, hasta el punto que la doctora María del Valle Gómez de Terreros afirma, en relación a la posguerra, que “Los arquitectos del momento saben perfectamente que no es esa la esencia de nuestro casco histórico, pero son incapaces de evitar el rechazo, a veces también popular, a las nuevas tendencias”.
De esta forma la mejor arquitectura del casco antiguo de Sevilla, la almohade de la Giralda, la gótica-mudéjar de las iglesias fernandinas, la gótica de la catedral y el Real Alcázar, la renacentista de la Casa de los Pinelos, de Riaño en el Ayuntamiento, la barroca de San Telmo, del Divino Salvador y San Luis de los Franceses, la ecléctica de la Casa de las Sirenas y la Casa Rosada, la popular de todos las collaciones, queda directamente subsumida en el historicismo regionalista de Aníbal González.
Aunque parezca increíble, adentrados una década en el siglo XXI, esa imagen congelada de una falsa Sevilla de ladrillo, cerámica y cerrajería, sigue hoy en día condicionando las mentes de nuestras élites. Un ejemplo claro lo encontramos en la falta de cuestionamiento público de todo lo que se construya con esos elementos, como ocurre en el amanerado jardincillo de Cristo de Burgos, el espantoso ordenamiento jardinero de la calle Josefa Reina Puerto (entre La Magdalena y San Eloy) y el absurdo de los Jardines del Prado de San Sebastián, paradigma de ese falsa esencia de la que hablaba la doctora Gómez de Terreros, y por el contrario la inquina cainita contra el proyecto de la “Piel Sensible” en la Alfalfa y alrededores, que tuvo la osadía de usar acero en vez de hierro forjado, granito en vez de cerámica, y madera en vez de ladrillo.
Es cierto que esa “esencia” se reserva para el casco antiguo, ya que todo lo que hay más allá de la muralla almohade debe considerarse en esas mentes deformadas por la sevillanía, como “terra incógnita” inmune al contagio de su esencia. Igualmente, esta actitud no es nueva. Basta recordar la movilización de las élites de la posguerra contra el edificio adscrito al Movimiento Moderno llamado despectivamente “Cabo Persianas” (actual número 2 de la calle San Pablo) con exigencia de demolición incluida, y la tolerancia hacia el Instituto Anatómico Forense, de promoción municipal, diseñado igualmente en esa corriente arquitectónica, pero construido en el arrabal macareno (actual calle Don Fabrique), que consiguió el apoyo público para ser inaugurado por el jefe del Estado, general Franco.
En el debate social de hoy nos encontramos en una situación similar. El proyecto “Metrosol Parasol” ha concitado la misma inquina de nuestras élites, llamadas por su formación y capacidad a liderar la ciudad. Leyendo la prensa local podemos encontrar a muchos intelectuales de nuestras élites, poseídos por el síndrome que llamo de “Romero Murube”, que les lleva a despotricar contra las “Setas de la Encarnación” con descalificaciones más próximas al paroxismo trastornado que a un debate de altura que se les presupone. Calificar de “chorrada” (Antonio Burgos) o “carnicería arquitectónica” (Carlos Colón) a las Setas, nos recuerda a la denuncia de José Pemartín ante la Dirección General de Bellas Artes contra el edificio “Cabo Persianas”, por los daños que producía a la ciudad su existencia, y de Romero Murube pidiendo la demolición del mismo. En aquellos años la cordura la impuso el arquitecto Juan Talavera y Heredia, al que se le pidió un informe sobre dicho edificio. En el mismo consideró que el estilo arquitectónico del edificio “es hoy generalmente admitido en todas las ciudades españolas”, “con harto desagrado de muchos pero también con altos elogios de otros”. Y hoy, ¿quién pone cordura en el debate?, ¿qué caso debemos hacer a nuestros “romeromurubistas” de hoy? Ninguno, como en el pasado.
Para ello quiero analizar uno de los movimientos organizados de este síndrome, la Asociación Ben Baso, que con un patriotismo de mejor causa publicó el pasado 1 de junio de 2010 un Comunicado sobre su posición sobres las Setas, y que recomiendo leer con detalle. Excepto en lo referente a la afectación del patrimonio arqueológico, que según sus redactores ha quedado eliminado por los cimientos de los pilares de las Setas, hecho que desconozco, el resto de argumentos están transidos del síndrome "Romero Murube”.
Así, en relación al patrimonio histórico y urbano, califican de “falta total de respecto al entorno”. ¿Pero, santo dios, que patrimonio? La Iglesia de la Anunciación señalan, y añaden: "entre otros". Claro, es que no hay más. Pero es que la Anunciación, espléndida iglesia, lo es tan sólo en su interior, ya que su exterior es de lo más anodina y discreta, con la excepción de su sobria portada que da a la calle Laraña. Y por ello precisamente las Setas se han alejado lo suficiente para no obstaculizar ni la visión de la portada ni del edifico en su conjunto. ¿A qué otro patrimonio se refiriere la asociación Ben Baso? Los edificios que dan a la plaza de la Encarnación van de finales del siglo XIX a la década de los ochenta del siglo XX, ninguno de valor, muchos de ellos realmente espantosos en cuanto al gusto y anodinos en cuanto a sus trazas arquitectónicas. ¿O tal vez se refieran a los edificios de la calle Imagen? ¿O a la obra de la Facultad de Bellas Artes, un trasnochado edificio “historicista” de los años setenta bastante burdo?
Con respecto a la ciudad, Ben Baso afirma que “ha roto con el perfil y el modelo urbano tradicional de Sevilla”. ¡Ay, "pare", que ya ha aparecido el síndrome! Romper no ha roto nada, ya que el “skyline” no se ha tocado, como se puede comprobar tanto desde cualquier azotea del casco histórico como desde las calles Regina, José Gestoso y Puente y Pellón. Y el modelo urbano tradicional, a la vista de los doctos profesores para la difusión y protección del patrimonio histórico, me temo que se trata del hierro forjado, la cerámica y el ladrillo visto. En Sevilla no existe un modelo urbano tradicional, y la misma plaza de la Encarnación es la prueba de ello: un solar producto del derribo de un convento, al que se accede por dos calles, Imagen y Laraña, producto de políticas de ensanche y ornato público que destruyeron el caserío tradicional. Por eso, cuando Ben Baso escribe “modelo urbano tradicional” se refiere al modelo regionalista que se convirtió contra todo pronóstico y absurdamente en el cliché mental que las élites tienen del casco histórico.
La afirmación de Ben Baso sobre que “el aspecto del casco histórico hasta ese momento y en esa zona era coherente en cuanto a su morfología, el viario y la textura de los edificios”, raya lo ridículo. Ni la morfología de la plaza era coherente con su entorno (un entramado medieval violentado por un brutal derribo en el siglo XIX), ni el viario es el tradicional sino que es producto de la destrucción del siglo XX para abrir paso a las calles Laraña (Plan de "Reformas de Sevilla y de obras conexas al certamen" de 1927) e Imagen (Plan General de 1946) ni la textura de los edificios era coherente. ¿Qué tendrá que ver la Anunciación con el edificio frontero (número 2 de la calle Laraña), ni los dos edificios que dan paso a la calle Puente y Pellón (uno de los años 20 y el municipal de los años setenta), por no hablar de los números 1 y 2 de la calle Imagen con el resto de la plaza? Recomiendo la función Street View de Google Earth , la lectura del post que le dedica el blog "Cultura de Sevilla" al análisis del impacto del proyecto, o incluso mejor, el paseo por la plaza de la Encarnación para comprobar la veracidad de lo escrito.
En relación a la actividad económica, las Setas nacen como un revulsivo cuyos efectos veremos a medio plazo. Pero la rehabilitación privada y pública de viviendas en la zona, que si bien no ha evitado al menos ha limitado los efectos de gentrificación de las collaciones al norte de la Encarnación, aseguran la demanda y el mantenimiento de un comercio tradicional y de proximidad, tanto en el propio mercado como en las calles de los alrededores, José Gestoso, Regina, etc.
Y lo que no dice Ben Baso es que, a diferencia de los proyectos que destruyeron infinidad de edificios de valor artístico por todo el casco antiguo de Sevilla con el silencio o el aplauso de sus élites (Plaza Nueva, Avenida de la Constitución, Plaza de la Virgen de los Reyes, Puerta de Jerez, Plaza de la Gavidia, El Corte Inglés, Galerías Preciados, Ocaso, Burguer King, etc. en la mayoría de los casos para ser sustituidos por espacios públicos o edificios arquitectónicamente mediocres), la decisión política para levantar las Setas no estuvo acompañado del derribo de ninguno.
La oposición frontal a las Setas de la Encarnación podría suponer que Sevilla dispone de un músculo intelectual de élites dispuestas a defender la cultura con mayúsculas. Lamentablemente no es así. La batalla de las Setas es tan solo uno de los síntomas del síndrome “Romero Murube” (la batalla de la biblioteca del Prado sería otro) y no la señal de unas élites cultas y formadas que abanderan la ciudad.
Y para ello señalaré un sencillo pero bochornoso ejemplo. Para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, en 1916 (hace casi cien años) el Ayuntamiento mandó colocar una serie de azulejos en edificios, calles y plazas incluidos por el genio en sus libros, especialmente en sus Novelas Ejemplares.
En la calle Huelva, esquina con la calle Jesús de las Tres Caídas, se colocó la siguiente placa, que aún hoy se puede leer in situ: “EL PRINCIPE DE LOS INGENIOS ESPAÑOLES / MIGVEL DE CERVANTES SAAVEDRA / MENCIONA ESTA CALLE NOMBRADA VN TIEMPO DE LA CAZA / ANTES DE LA GALLINERIA COMO VNA DE LAS TRES COSAS / QVE EL REY TENIA POR GANAR EN SEVILLA / EN LA NOVELA EJEMPLAR / RINCONETE Y CORTADILLO”.
Durante casi cien años, autoridades, intelectuales, ciudadanos de toda clase y condición han leído dicha placa, que contiene un error garrafal, monumental, bochornoso: las tres cosas que tenía el rey por ganar en Sevilla, la calle de la Caza, la Costanilla y el matadero, lo escuchó Berganza de un hombre discreto, en la novela “Coloquio de los Perros” y no en “Rinconete y Cortadillo”.
¡Qué horror, qué vergüenza! El príncipe de la República de las Letras Castellanas honrado con una placa que deja desnuda las vergüenzas de nuestras élites. Ni Carlos Colón, ni Antonio Burgos, ni la Asociación de Profesores para la Difusión y Protección del Patrimonio Histórico Ben Baso, ni la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, ni la Facultad de Filosofía y Letras de la vetusta Universidad de Sevilla, ni el Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados de Filosofía y Letras de Sevilla, ni siquiera Romero Murube, ese defensor a ultranza del “espíritu” de la ciudad, se percataron del error mayúsculo, que durante décadas ha llenado de oprobio y vergüenza a cualquier amante de la ciudad y de las letras castellanas. Pero al menos Romero Murube tenía sin duda una buena justificación: el gazapo está escrito sobre cerámica. La buena cerámica del espíritu de la ciudad.

miércoles, 5 de enero de 2011

La solidaridad de los inmigrantes

Cuando alguien de mi entorno me comenta como puede la sociedad española ser xenófoba cuando durante más de un siglo ha sido un país de emigrantes, suelo responderle que precisamente son los descendientes de los que decidieron no emigrar los que rechazan la inmigración, ya que la mayoría de los y las españolas que se fueron desde los años setenta del siglo XIX nunca regresaron. En España se quedaron los más pudientes y los más pusilánimes, los que no tuvieron reaños de enfrentarse al dolor de la emigración.
Como hijo de la emigración y como descendiente de familias que durante más de un siglo se han desplazado por todo el país en búsqueda de oportunidades para sobrevivir, conozco eso dolor de no ser de aquí ni de allá, de tener tantos muertos enterrados en tantos lugares que al final te sientes de todas partes y de ninguna.
Ser inmigrante y emigrante (dolor en donde llegas, incomprensión de donde te fuiste) es un proceso complejo que a falta de referencias intentas solucionarlo como puedes. Los hay que en la segunda o tercera generación se vuelven más papistas que el papa y se convierten en ultra del país que los acogió (como los hijos de andaluces en el País Vasco convertidos en abertzale), los hay que intenta recuperar un origen falsificando su pasado y su presente (como las y los jóvenes andaluces en Cataluña que aprenden sevillanas aun cuando sus padres o sus abuelos eran de Almería donde nunca se bailó tal cosa o como los jóvenes musulmanes de Europa que abrazan un integrismo islámico que espanta a sus padres y abuelos). Aunque la mayoría lo resuelven intentando integrarse lo mejor posible en la sociedad que los acoge. Si los dejan, claro.
En la edición digital de EL MUNDO aparece hoy una noticia que debería alegrar a todos y todas las andaluzas: Andalucía supera a Estados Unidos en supervivencia de trasplantados renales. No en número, que por la falta de sanidad pública en la gran república norteamericana es muy inferior a la española, sino en calidad de los que se practican.
Pero lo que más me ha sorprendido ha sido el final de la noticia, que afirma: “En cuanto a los inmigrantes, que proceden de países donde se es más reacio a la donación que en España, el porcentaje de donación de órganos es idéntico al de la población andaluza, ya que en 2010 hubo 25 donantes inmigrantes.” A todos esos descerebrados, mutilados emocionales que argumentan que los inmigrantes vienen a abusar de nuestro sistema social y sanitario, y olvidan que la falta de recursos es producto de una mala gestión política y no por culpa de los usuarios, les leería este párrafo para recordarles que también nuestros familiares y amigos se han beneficiado de la inmigración con el regalo más importante que pueda recibir una familia: corazones, riñones y pulmones.

domingo, 2 de enero de 2011

Demetrio, o el mérito de la estulticia católica

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba y uno de los “niños” mimados del radicalismo católico español, ya nos prometía momentos de hilarante diversión cuando propuso, no hace mucho, eliminar el término de “mezquita” del mobiliario urbano y en los carteles de información y promoción turística del complejo catedralicio de su ciudad, con el argumento de que "llamarla simplemente Mezquita siembra por lo menos confusión, en algunos casos intencionada, y se presta a no saber de quién es y para qué sirve hoy".
A pesar del rubor de propios y las carcajadas de extraños, el bueno de Demetrio no proponía más que una actualización de la costumbre católica de eliminar el pasado que no interesa renombrando y eliminando. Porque al fin y al cabo, lo que proponía el obispo cordobés se asemejaba mucho a lo que Stalin hizo durante décadas: eliminar de las fotos todos aquellos personajes que ya no gustaban al dictador.
Y siguiendo al dicho (quien tiene un vicio, si no se mea en la puerta se mea en el quicio) Demetrio nos ha regalado, con ocasión de las fiestas de navidad, una nueva ocasión de reírnos a mandíbula batiente con otras de sus perlas pastorales. Tan surrealista me pareció al leer la noticia en facebook que comprobé que no fuera la típica broma del 28 de diciembre, día de los santos inocentes. Pero no, la web que recogía la homilía pronunciada en la catedral de Córdoba el día 26 de diciembre de 2011, infocatolica.com, era de “fiar”. Luego, periódicos con EL MUNDO han recogido la noticia, lo que asegura que no se trata de una broma.
En un extenso parlamento, el obispo cordobés hace un cántico de argumentos peregrinos insostenibles a la luz de los evangelios reconocidos por la propia Iglesia Católica. Pero estando acostumbrado a estos desatinos, un párrafo del mismo sí que sorprende, escandaliza pero termina provocando la risa. Se trata del que dice: “El “ministro” de la familia en el gobierno del Papa, el cardenal Antonelli, me comentaba hace pocos días en Zaragoza que la Unesco tiene programado para los próximos 20 años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual. Para eso, a través de distintos programas, irá implantando la ideología de género, que ya está presente en nuestras escuelas.
¡Ay!, ¡ay!, ¡que me da un ataque de risa! Si el bueno de Demetrio se ha inventado tan terrible bulo, demostraría que se trata de un perfecto imbécil. Pero si ha sido el cardenal Antonelli, lo que demuestra es que el imbécil es el jefe vaticano que lo ha nombrado. Si la ciencia ha demostrado la inutilidad (además del enorme sufrimiento) de técnicas psiquiátricas y quirúrgicas para convertir en heterosexuales a los homosexuales, ¿con unas “charlitas” van a conseguir lo contrario? Llevado a sus último estadios, el argumento de Demetrio nos llevaría al absurdo de aceptar que el estado “natural” de los seres humanos es la homosexualidad (ya que cualquier heterosexual se convertiría con unas cuantas charlitas) y la “contra natura” la heterosexualidad (ya que es imposible convertir en heterosexual al homosexual aunque se le lobotomice).
Si fuera factible convertir en homosexual a la mitad de la población mundial (¡2.500 millones de seres humanos!), a la Iglesia Católica debería serle mucho más fácil heterosexualizar a sus muchos sacerdotes gays, como, por ejemplo, al teólogo alemán ultraconservador, exprofesor de la Academia Pontifica de Santo Tomás de Aquino, que reciente declaró a EL PAIS que “Me fascinaba el mundo masculino de las antiguas liturgias tridentinas. Fueron para mí la droga de iniciación. Luego entre los teólogos conservadores siempre encontré tantos homosexuales que pensé que las dos cosas podían coexistir", explica.
Pero más allá de la “boutade” del supuesto programa de la UNESCO, que cualquier persona con su capacidad intelectual intacta sería incapaz de inventar o repetir, Demetrio sigue la estela de los radicales católicos españoles de confundir intencionadamente identidad de género con orientación sexual, de manipular intencionadamente igualdad de género llamándola ideología de género.
En su homilía (texto digno de ser editado por la colección "Al Monigote de Papel") Demetrio afirma “según la ideología de género, uno no nacería varón o mujer, sino que lo elige según su capricho, y podrá cambiar de sexo cuando quiera según su antojo. He aquí el último “logro” de una cultura que quiere romper totalmente con Dios, con Dios creador, que ha fijado en nuestra naturaleza la distinción del varón y de la mujer.
Puesto que la Iglesia Católica ha inventado la “ideología de género” corresponde a ella llenarla de contenido. Pero lo que afirman corrientes intelectuales como la Teoría Queer es que la identidad de género es en gran medida un constructo social, que la forma en la que nos socializamos como hombres y mujeres depende de la sociedad en la que creemos, que nada tiene que ver que luego te sientas atraído o atraída por una persona de sexo biológico distinto o igual al tuyo.
Pero lo más penoso es que “Educación para la ciudadanía”, bestia parda para “intelectuales” de la talla de Demetrio o Antonelli ni siquiera se acerca a corrientes como la Teoría Queer y se limita a llevar a cabo la igualdad social que jurídicamente consagra la Constitución Española de 1978.
Aunque hay que reconocer que, en el fondo, nuestro texto constitucional es el enemigo a batir por los radicales católicos.
PD: Para los cansinos que me vendrán con que el islám para allá y el islám para acá, les adelanto que en mi opinión las tres religiones monoteistas comparten ADN, y la crítica hacia el catolicismo se puede extrapolar al Islám y al Judaismo.