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sábado, 25 de julio de 2020

El camino viejo de La Algaba, a su paso por San Jerónimo.



Hasta que no se finalizó la carretera que unía Sevilla con la carretera de Lora del Río a Santiponce, a la altura de La Algaba, la capital andaluza se comunicaba con esta última localidad a través de lo que más tarde se llamó camino viejo de la Algaba, una vía de la que ya quedan pocos tramos, y todos con nombres diferentes.

¿Cuál era el recorrido del camino viejo de la Algaba? ¿Qué fincas bordeaban el camino? Este post aclara algunos de estas cuestiones.

A principios del siglo XX, se diseñaron nuevas y modernas carreteras para conectar muchas de las localidades de la provincia de Sevilla unidas hasta entonces por caminos de trazados medievales.

Una de ellas fue la carretera de Lora del Río a Santiponce, que pasaba por La Algaba. Y de igual manera se proyectó una nueva carretera para conectar a Sevilla con dicha vía a la altura de la villa algabeña, trazado que actualmente se le conoce con la nomenclatura A-8006, hasta su cruce con la avenida José Galán Merino, cuando se convierte en la calle Navarra, hasta la glorieta de los Ferroviarios.

 Pero antes de su construcción, la comunicación viaria entre al capital de la provincia y La Algaba se hacía por un camino completamente diferente, que tras la construcción de la A-8006 se conoció como “camino viejo de La Algaba”.

Este camino comenzaba en el cruce de la actual avenida Sánchez Pizjuán con la calle José Díaz, con un ancho tramo que abarcaba desde la actual calle Fedra hasta la avenida paralela que atraviesa la urbanización Macarena Tres Huertas, hasta llegar al actual Colegio de Educación Primaria (CEIP) Pedro Garfías. El camino de La Algaba continuaba atravesando por la parcela de este colegio hasta aproximadamente el cruce de la avenida Concejal Alberto Jiménez Becerril con la calle Venta de los Gatos.  

La actual avenida Concejal Alberto Jiménez Becerril se levantó sobre las vías del ferrocarril que unía Sevilla, desde la estación Plaza de Armas, con Córdoba. El camino viejo de La Algaba cruzaba bajo las vías del ferrocarril en ese punto, y continuaba paralelo al río Guadalquivir por la actual avenida José Galán Merino hasta llegar al cruce con la calle Larache. A partir de ahí, seguía por el actual Parque de San Jerónimo, rozando el Huevo de Colón, y tras la Ronda Supernorte, continuaba por el actual carril rural que lleva hasta el Centro de Formación del Agua de Emasesa. Desde este punto, el camino ha sido ocupado por las fincas agrícolas colindantes por lo que ya no se puede seguir su rastro.

¿Qué fincas bordeaba el camino viejo de la Algaba desde sus inicios en la avenida Sánchez Pizjuan?

Hasta los años sesenta, la mayoría del recorrido del camino viejo de La Algaba trascurría entre fincas agrícolas, ya que incluso en el tramo más cercano al río el camino tenía huertas y sembrados a derecha e izquierda.

A su inicio, al separarse de la actual avenida Sánchez Pizjuán, el camino viejo de La Algaba lindaba a la izquierda con las huertas Escalones (actualmente Macarena Tres Huertas) y La Estrella y a su derecha con las huertas de San Francisco y de La Rana.

Tras cruzar bajo las vías del ferrocarril, el camino bordeaba a la izquierda la huerta Damasquillo, que estaba situada en lo que actualmente es la glorieta Olímpica y los cimientos del puente del Alamillo, y por la derecha las vías del tren.

Tras alcanzar lo que actualmente es la avenida José Galán Merino hasta la calle Larache, el camino transcurría a la izquierda con las huertas (que llegaban hasta el cauce del Guadalquivir en lo que hoy son las zonas parquizadas junto al río) La Asunción (en el tramo entre la glorieta Olímpica y las Naves de la Renfe), del Tejar (entre las Naves de la Renfe y la calle Alcalá del Río) y El Gordal, hasta el Parque de San Jerónimo. Por la derecha, se encontraban las vías del ferrocarril hasta los terrenos de la compañía MZA que en los años 20 dedicó a talleres ferroviarios y que habían ocupado parte de la huerta de La Bachillera, y la huerta del Villar y la Haza del Villar; a continuación, se encontraba la huerta de San Jerónimo (actual urbanización Almer), el monasterio de San Jerónimo y la huerta de Los Ingleses, hasta la calle Larache.

A partir de ahí, el camino atravesaba la huerta de La Florida, cuyas lindes coincidían aproximadamente con el actual Parque de San Jerónimo. Y tras superar la actual Ronda Supernorte atravesaba los terrenos del cortijo de Tercia.

Mucha de esta información se ha conservado gracias al Castrato Topográfico Parcelario en unos trabajos realizados en los años 40 del siglo XX.


lunes, 20 de mayo de 2013

Machismo y Xenofobia en la ciudad



Un reciente twit de la asociación Sevilla Se Mueve mostraba la foto que encabeza este post junto a la siguiente reflexión: En el parking de la Plaza Rafael Salgado de Bami parece que no se ha seguido el mismo patrón "ecologista" que en el caso de la Biblioteca del Prado.

Los tribunales de justicia ya se han pronunciado jurídicamente sobre la cuestión, lo que unido a mis escasos conocimientos jurídicos, me invitan a no meterme en el campo minado de las interpretaciones legales. Pero no quiero dejar de compartir contigo, amable lectora o lector, mi hipótesis sobre lo que pasó realmente con la biblioteca universitaria de El Prado.

Hay que recordar que el Prado de San Sebastián ha sido mutilado a lo largo de la historia hasta dejarlo convertido en un rectángulo encajonado entre edificios históricos (Fábrica de Tabacos, Plaza de España, Estación de Autobuses del Prado)e histéricos (edificios de la calle Diego de Riaño). No hay que olvidar que todas esas construcciones fueron levantadas con el aplauso interesado de la sevillanía, que no encontraron nunca problemas en ocupar un espacio que en los ochenta del siglo XX se había convertido en un erial.

Por eso desentonó el alegato en defensa de unas jacarandas plantadas en los noventas durante el gobierno del PA-PP, sin mayor valor botánico, que primero realizaron los vecinos de la calle Diego de Riaño, y después, en tropel, los francotiradores de la sevillanía instalados en toda clase de púlpitos.

Y desentonaba porque sonaba, y sigue sonando, a excusa para tapar otros intereses más inconfesables: la misoginia, la xenofobia y la intolerancia política. Lo que la sevillanía, transida de lo que he dominado espíritu Romero Murube, no podía soportar es que un gobierno de rojos, instalados democráticamente en el ayuntamiento y en el rectorado de la Hispalense, decidieran construir un edificio diseñado por una mujer, que además era extranjera y musulmana justo al lado de Capitanía General. ¡Demasiado para el cuerpo de un sevillanito de dios!

Ahora tenemos la prueba en el parking de la plaza Rafael Salgado, donde una zona verde se ha convertido en una plaza dura, con desaparición de arbolado, y nadie, y menos que nadie el Tribunal Superior de Justifica de Andalucía, ha movido un dedo.

Claro que la obra seguro que ha sido diseñada por hombres blancos, honrados y católicos, y no por la chusma roja y extranjera.

viernes, 11 de enero de 2013

El palio de la Encarnación


Miguel P., un amigo doble (del mundo real y del ciberespacio) colgó recientemente en su perfil de facebook una fotografía del cartel de la asociación de comerciantes del centro de Sevilla AlCentro, subvencionado por el ayuntamiento de la ciudad, para promover las compras navideñas en esa zona. Cartel que rápidamente provocó la hilaridad y los comentarios mordaces de los que habituales de su muro. Porque, como se puede ver, el cartel tiene su enjundia: las famosas Setas de la Encarnación de Sevilla, llamado en su origen germánico Petropol Parasol, sirviendo de pesebre al niño Jesús.
          
Para los que no tienen la dicha ni el placer de vivir en tierra de María Santísima, hay que recordar que el proyecto del alemán Jünger Mayer H fue elegido en 2004 tras un concurso internacional de ideas, cuyo tribunal estuvo compuesto por un jurado de lujo [integrado por los rectores de las universidades de Sevilla y Pablo Olavide, Miguel Florencio y Agustín Madrid, Alejandro Zaera, autor de la terminal del puerto de Yokohama, en representación del Colegio de Arquitectos, el estudio suizo Herzog & De Meuron y el japonés Toyo Ito, ganador del premio Pritzker], y dos jornadas de conferencias abiertas al público de la ciudad, una el 19 de abril y la otra el 11 de junio de aquel año, organizadas por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla en la Fundación El Monte, sin olvidar la Exposición de todas las propuestas presentadas que tuvo lugar previamente en la logia del Ayuntamiento.
    
A pesar de lo ejemplar del proceso (abierto a la participación y contando con un jurado que aunaba capacidad intelectual y prestigio internacional), en cuanto el artefacto arquitectónico comenzó a cobrar cuerpo, la sevillanía comenzó su campaña de acoso y derribo que posiblemente le costó las elecciones al PSOE en 2011. Durante estos años, hemos tenido que leer y escuchar los anatemas más incendiarios contra el proyecto, tanto de labios de las más señeras élites ciudadanas abonadas al síndrome Romero Murube y como de muchos de los y las vecinas adoctrinadas en una imagen inmovilista de la ciudad. Al punto que temí por la integridad del edificio, parcialmente construido con madera, especialmente en los momentos en que los y las sevillanas se entregan con fruición a divertimentos ardientes, como en Semana Santa y las festividades futboleras del SCF y el RBB.
    
Pero una vez concluido e inaugurado el edificio, una vez tranquilizada la caverna con la épica victoria de Juan Ignacio Zoido en las elecciones municipales de 2011, y transcurriendo un tiempo prudencial, la antigua ira ante lo nuevo se está convirtiendo en sosiego costumbrista de lo de toda la vida de dios, y las Setas van convirtiéndose en el icono que se pretendía. Y el cartel de marras es parte de esa normalización del hecho setero en el espíritu de la ciudad que tanto defendió Romero Murube.
            
Por eso la afirmación, en ese intercambio jocoso de comentarios sobre el cartel, de Antonio A. (un cosmopolita como solo puede serlo un jerezano apátrida, amigo común y residente a muchos cientos de kilómetros de la capital andaluza, pero experto en la sevillanía por haberla vivido durante su etapa universitaria), de que antes que después, la Setas serían llamadas en la ciudad el Palio de la Encarnación, me pareció genial.
       
E incluso me atrevo a aventurar que las generaciones venideras de la sevillanía afirmarán que el proyecto fue cosa de la alcaldesa Soledad Becerril (PP) y terminado por Juan Ignacio Zoido (PP). Y si no, al tiempo.

martes, 13 de noviembre de 2012

Zoidotízate

No hay nada más malo que defraudar las expectativas que creas.
      
Esta es una de las razones por las que muchas personas se paralizan y son incapaces de llegar más lejos. Claro que hay excepciones: los osados, los temerarios y los irresponsables suelen ir mucho más lejos de lo que la prudencia y la cordura recomienda. Y, sorprendentemente, muchas veces ven coronada su osadía, su temeridad o su irresponsabilidad con los laureles de la victoria. Claro que hay otra razón con mucho menos lustre. La idiotez. Y a estas alturas de la legislatura no sabemos a qué podemos achacar la carrera alocada de Juan Ignacio Zoido hacia el precipicio.
    
Como persona comprensiva, acepto que era muy difícil para un espíritu apocado el subidón adrenalítico que supuso para nuestro alcalde la marcha triunfal del Corpus de 2011. Posiblemente sus emociones iban en la misma línea que la de Julio César al avanzar victorioso sobre las calles de Roma a su entrada en la capital del Imperio, con el galo Vercingetórix a sus espaldas, cautivo y desarmado.
    
Pero hay “victorias” envenenadas, y desde entonces, la carrera triunfal de Zoido ha sido una maratón que está dejando exhausto hasta el más voluntarioso de sus palmeros.
    
Sin duda, la semana que ha comenzado se está convirtiendo en una de las peores de su vida para el “probre” Juan Ignacio. Si su periódico de cabecera, el ABC, anunciaba el domingo 11 que el ínclito se volvía a poner la cazadora en una especie de pax zoídica por los distritos, los abucheos sufridos en la mañana del lunes 12 en San Jerónimo, le debió sentar como cien mil patadas en la boca del estómago. Sus tournée electorales de otrora se pueden convertir en un suplicio.
    
Pero lo peor estaba por llegar, con la decisión de la Caixa de llevar su 8º CaixaFórum, previsto para las Atarazanas con un proyecto de lujo, el del arquitecto Vázquez Consuegra, hasta el otro lado del río, la Torre Pelli. Si los muñidores intelectuales de “enterremos a Monteseirín” habían pensado que dando largas al proyecto, activado en 2009 durante el mandato de la anterior corporación, iban a impedir seguir dando lustre al anterior alcalde, se han quedado con un palmo de narices, porque finalmente ha migrado ¡a la Torre Pelli!, la segunda bestia parda de la sevillanía tras las Setas de la Encarnación, impulsada por el mismo Monteseirín que había iniciado el proyecto del CaixaFórum.
    
Sin duda, el impacto emocional le ha llevado a aturullarse hasta pronunciar las más absurdas de las declaraciones, por lo que hemos podido leer en prensa. Así, DIARIO DE SEVILLA recoge que el alcalde ha manifestado que “La Caixa me ha garantizado que va a apostar por Sevilla sin riesgos. O el CaixaFórum se hace aquí en Sevilla o no se hace en ningún sitio” afirmación que podría mostrar firmeza pero sólo muestra idiotez, sobre todo teniendo en cuenta que el de nuestra ciudad sería el octavo CaixaFórum y nada permite aventurar que no haya un nono, un décimo o un quincuagésimo CaixaFórum, aquende o allende los mares.
     
Así que en su atolondrado discurso se podría deducir que lo que decía el presidente del Partido Popular de Andalucía es que Málaga se iba a quedar con un palmo de narices si pensaba orillar “nuestro” CaixaFórum para la ciudad del Guadalmedina. ¡Qué brillantez para el líder de todos los votantes del PP, incluido los malagueños!
       
Otro de los argumentos, “El proyecto original en las Atarazanas ponía en riesgo la declaración de Patrimonio de la Humanidad de Catedral, Alcázar y Archivo de Indias” ralla en lo esperpéntico y muestra la descoordinación mental de nuestra máxima figura municipal. Si la Torre Pelli ponía en riesgo, a entender de algunos, la consideración de Patrimonio de la Humanidad por afectar visualmente, y desde la lejanía, la Giralda, ya que no se incluía en el espacio físico declarado, argumento que la propia UNESCO obvió por estúpido ¿por qué puñetas iba a afectar a tal declaración la obra en las Atarazanas que se encuentran igualmente fuera del perímetro declarado Patrimonio y no era más alto que los edificios de su entorno?
   
A estas alturas seguimos sin tener claro si nuestro insigne alcalde es un osado, un temerario, un irresponsable o un idiota. En todo caso, sólo como hipótesis, consideremos benevolentemente que sufre un ataque transitorio de “zoidotización”. Y es que las marchas triunfales del Corpus son “mu” peligrosas. Y si no, que se lo recuerden a Cristo.

jueves, 31 de mayo de 2012

Non tembles, terra

Durante mi infancia se sucedieron varios terremotos en mi Tánger natal, y recuerdo que este tema salía habitualmente en las conversaciones de mis hermanos, recordando la noche que pasamos, siendo yo un bebe, en el coche debido a los temblores, o la bolsa que mi madre tuvo preparada, durante meses, con lo esencial para ocho personas por si había que salir corriendo de nuevo. Otras de mis anécdotas infantiles “sísmicas” son las reiteradas advertencias de mi padre, cuando estábamos en las playas del Bosque Diplomático, de huir tierra adentro si el mar se retiraba por sorpresa, o la expresión que se achacaba a los portugueses tras el terremoto de Lisboa, “non tembles, terra, que non te fago nada”.

Esta “educación” me hizo muy sensible a los riegos sísmicos (aún recuerdo cuando mi madre me explicaba qué era la “escala de Richter”) y con el correr de los años he ido comprendiendo que más que rogar a la tierra que no tiemble, lo que hay que hacer es prevenirse de unos temblores que, antes o después, llegan a todas las comarcas, incluso a aquellas como la Emilia-Romagna italiana que no temblaba desde hacía más de trescientos años.

Esta noticia, y la sospecha de que muchos de los edificios que se han derrumbado en el norte de Italia no cumplían con la normativa de construcción, me llevan a compartir contigo, amable lector o lectora, una convicción que albergo desde hace años: que de producirse un terremoto en la zona costera de Málaga y Granada, históricamente de gran sismicidad, y tras el boom constructivo de los últimos 20 años, el número de edificios dañados y el número de muertos serán altísimos.

Basta con saber que por prevención sísmica se desaconseja construir en laderas, y observar el número infinito de urbanizaciones que trampean por las colinas marítimas del Rincón de la Victoria, Nerja, Almuñecar, etc., zonas muy próximas al último gran terremoto que se produjo en la Andalucía oriental, el de 1884, conocido como el terremoto de Alhama de Granada, que destruyó pueblos enteros como el de Periana y Maro, produciendo no menos de 800 víctimas mortales y la destrucción de más de 4.000 casas y daños en otras 13.000.

Además, la mala construcción de las nuevas viviendas, la más que sospechosa laxitud en el cumplimiento de las normas antisísmicas, me llevan a temer una verdadera tragedia en la zona si, como es de esperar, antes que después, vuelve a temblar.

Me gustaría equivocarme, pero si mi hipótesis es cierta, se producirá una catástrofe de terribles consecuencias. Entonces se alzarán millones de voces aterrorizadas preguntándose como pudo ocurrir. Muchos afirmarán que nunca hubieran imaginado posible que sistemáticamente se violentaran las normas constructivas antisísmicas, clamarán contras las administraciones correspondientes (ayuntamientos y Junta de Andalucía) y volverán a anatematizar a la clase política.

Pero lo cierto y verdad es que hoy muchos lo saben, muchos más lo sospechamos, y la gran mayoría de la población muestra indiferencia al peligro. En el fondo, como los portugueses del siglo XVIII prefieren aquello de “non tembles, terra…”

domingo, 14 de noviembre de 2010

Altares y Setas

Una de las recompensas emocionales que me produce eso de bichear por las librerías de viejo, o más modernamente por las web iberlibro.com y uniliber.com, es descubrir autores y obras poco conocidas para mí que a lo mejor resultan muy valoradas entre los especialistas.
Así descubrí hace años a Antonio Ponz cuando compré primero el volumen XVIII de su obra “Viage de España” impreso por la viuda del gran Ibarra en 1794 (que luego supe completado por su sobrino por la muerte del autor) y después el segundo volumen de su obra “Viage fuera de España” de 1785. Lo único malo de su magnífica obra fue que, según dicen, sirvió de guía a las tropas napoleónicas para expoliar el mejor arte de nuestro país.
Este autor, cuya obra recomiendo vivamente, bien en alguna de las dos reediciones de su obra (una crítica en la Editorial Aguilar en 1947 y otra facsímil por Editorial Atlas en 1973), bien en Google Books, vivió intensamente la ilustración con una larga estancia en Italia que lo convirtió en uno de los más importantes reformistas españoles del Siglo de las Luces. Una de las cosas que más me sorprendió fue su odio furibundo hacia el barroco, especialmente el que se hizo en Andalucía en general y en Sevilla en particular a lo largo de su siglo.
Buscando por Google Books, he tropezado con un volumen que hacía tiempo quería leer, el noveno, o nono, de su “Viage de España” dedicado a Sevilla, en un ejemplar que se conserva en la biblioteca de la Universidad de Michigan (Library of the University of Michigan) y me he vuelto a encontrar con el mejor Ponz anatema del barroco.
Especial sonrisa me ha provocado la lectura del texto dedicado a la iglesia del Salvador. Este templo, recientemente rehabilitado en medio de una importante movilización del “todo Sevilla” y que muestra de forma orgullosa lo mejor de sí misma, fue claramente despreciada por el abad Ponz con pocos miramientos. Recojo a continuación su opinión:
El segundo lugar después de la Catedral lo tiene la Colegiata, que llaman del Salvador, situada en una de las plazas de Sevilla, donde se venden frutas, y otros comestibles.
Tuvo la desgracia de haberse pensado en su reedificación, quando el buen estilo de la arquitectura habia llegado á su precipicio; y así fue arruinada la antigua fábrica, que mantenia la forma de Mezquita, en 1669, acabándose la nueva en el de 1712. Se venera en esta Iglesia una Imagen de nuestra Señora, que llaman de las Aguas, por haberse conseguido estas mediante su proteccion en años de sequedad. No hay para qué detenernos aquí, ni V. se detendría un instante al ver los costosos, y extravagantes retablos, que poco ha se han hecho: lástima que las personas piadosas, que en ello han gastado su dinero, no se hayan informado bien antes, para emplear con mas acierto por lo tocante al artificio. El de la Comunion es de lo mas ridículo que se puede imaginar, y por el mismo término el mayor, como el de nuestra Señora, donde hay dos estatuas de lo primero que D. Felipe de Castro hizo hallándose muy joven en Sevilla. La sillería sigue el orden de los referidos altares: han embarazado con ella el medio de la Iglesia, y por haberse hecho todo esto poco ha, es mas sensible. En la nave al lado de la Epístola se encuentra un S. Christobal de escultura del Montañés
.”
Comenzado el siglo XXI, el barroco, en su versión andaluza y sevillana, podrá gustar más o menos, pero no se puede poner en duda su mérito y su aportación al Arte. De hecho, los altares de la Colegiata del Divino Salvador, que tanto despreció Ponz, son magníficas obras de talla y dorado, grandiosos monumentos de fe que nos aturullan con su inmensidad y su impacto visual.
¿Se equivocaba, pues, nuestro buen abad? No, en absoluto. En cuestión de arte, como en otras muchas facetas de la vida, lo que hoy gusta, o disgusta, mañana no lo hará. U obra o autores que hoy son muy honrados por su arte, mañana pasarán al olvido, o al contrario.
Suele referirse la anécdota de la Torre Eiffel, de París, cuya construcción provocó el rechazo de numerosos artistas franceses, entre ellos Guy de Maupassant, como antes había provocado el rechazo por parte de los organizadores de la Exposición de Barcelona de 1888 a quien Eiffel había presentado su propuesta, y que tras la celebración de la Exposición para la cual fue construida se convirtió en un emblema de la ciudad, circunstancia por la cual no fue desmantelada como estaba previsto.
También tenemos en Sevilla la experiencia de la Giralda, una torre almohade del siglo XII rematada por un campanario renacentista del siglo XVI, yuxtaposición arquitectónica que hoy sería imposible, no sólo legalmente sino también socialmente.
El libro de Ponz me lleva a pensar en las popularmente llamadas Setas de la Encarnación, el proyecto Metrosol Parasol, que se está construyendo en el antiguo solar del Mercado de la Encarnación de Sevilla.
Como en el París de Eiffel, los argumentos repetitivos para rechazar su construcción son su impacto sobre el skyline de la ciudad y su impacto en el tejido de la ciudad y sus monumentos. Como la crítica del abad Ponz al barroco, se califica el proyecto como “chorrada” o “carnicería arquitectónica”, por poner sólo dos ejemplos. Y posiblemente, dentro de cincuenta años alguien sonreirá al leer estas críticas como yo cuando leía la opinión de nuestro buen abad sobre el retablo de la Virgen de las Aguas de la iglesia del Salvador.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Requien por un Prado

Desde que entré en contacto con la realidad de Sevilla, hace ya casi dos décadas, el Prado de San Sebastián siempre ha sido fuente de conflicto político y social. Los debates constantes sobre el uso de las distintas parcelas que compone el espacio que va desde la estación de autobuses de San Bernardo hasta los Jardines de María Luisa y de la Fábrica de Tabacos a la calle Diego de Riaño han alcanzado tintes surrealistas. Pero lo más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado.

Construir ciudad siempre es conflictivo y romper la norma mucho más. Pero Sevilla se vanagloria de ser la patria de la iniciativa más audaz (Hagamos una iglesia tal que las generaciones venideras nos tomen por locos) por lo que de ser la actual sociedad sevillana herederos de ese atrevimiento sería de esperar mayor audacia en sus apuestas urbanísticas.

A pesar de lo que pudiera pensar un forastero, la historia del Prado de San Sebastián no nace en 1997, cuando se diseña el actual jardín. A principios de los noventa, era un espacio vacío, con apenas unas decenas de árboles en un solar terrizo. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza “dura” enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la “plaza mayor” que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín “ñoño” que podríamos definir (al estilo del nazarí simplificado de Temboury en Málaga) de “neo-regionalismo simplificado”: algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero.

Si se comparan los jardines del Prado con los del Parlamento de Andalucía, “no hay color”. Donde hay diseño y proyecto botánico en los jardines de la Macarena, en el Prado hay “cutrez” y acumulación de plantas. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suele gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, que nada aporta a la jardinería sevillana, y solo sirve para dar sombra.

Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero hay afirmaciones que he leído que son un insulto a la inteligencia.

Trasplantar un par de centenares de árboles de especies muy abundantes en los jardines de Sevilla y de Andalucía que no cuentan con más de doce años, no puede calificarse de “arboricidio”; construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo; el cambio de uso de una parcela cumpliendo la regulación legal urbanística no es una “cacicada”; y, por supuesto, confiar en el buen gusto y la bondad de la clase social (la “Sevilla” eterna) sostenedora de la destrucción del palacio de los Sánchez-Dalp, la construcción de Los Remedios y la calle Imagen, etc. me parece de una inocencia digna de mejor causa.

Como en cualquier debate social, los argumentos de los oponentes y los defensores del proyecto de la nueva biblioteca de la Hispalense responden a múltiples intereses, algunos honestos, otros poco confesables y algunos claramente despreciables.

Y como muestra, un botón de mano, y nunca mejor dicho, del apologético heraldo del “sevillanismo” Antonio Burgos, que se pregunta en ABC: “Y lo que menos me explico de todo: con la de arquitectos que hay en paro en Sevilla, ¿por qué esa biblioteca la está haciendo la arquitecta iraní Zaha Hadid?” No sé si en la misma hay más de racismo y xenofobia que de machismo y clasismo. Aunque, eso sí, todo muy sevillano, mi arma.

POST-POST

Con fecha 10 de septiembre de 2009, el DIARIO DE SEVILLA ha publicado en la sección de "Cartas" el siguiente resumen de este post.

EL PRADO COMO REMEDO DE PARQUE
Los debates constantes sobre el uso del Prado han alcanzado tintes subrealistas, pero lo [que] más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza dura enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la plaza mayor que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín ñoño que podríamos definir como "neoregionalismo simplificado": algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suelo gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad, que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, y nada aporta a la jardinería sevillana, y sólo sirve para dar sombra. Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo.
Pablo Morterero (Sevilla)