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domingo, 21 de junio de 2009

Bodas, bautizos y otros ritos de paso.

El pasado día 15 de junio de 2009, en la sección de Cartas del DIARIO DE SEVILLA, se publicó una de Javier Compás (Sevilla), que dice lo siguiente:

Ha tenido bastante eco recientemente en los medios de comunicación la llamada, de manera cursi, ceremonia de acogimiento de nuevo ciudadano (o algo así), una especie de bautizo por lo civil para los recién nacidos. Pero lejos del tono entre jocoso y caricaturesco que algunos comentaristas le han dado al tema, es más serio de lo que parece y, como todo lo que planea la izquierda española (PSOE) no carece de objetivos de mayor calado. Se ofrece a los padres una ceremonia civil y la excusa oportuna para el banquete correspondiente. Ya está, ya no tendrán los padres que bautizar a sus hijos en el seno de la Iglasia católica. Público y notorio es que muchos padres, sin estar casados por la Iglesia, o divorciados o, simplemente, no practicantes o, incluso, no creyentes, siguen bautizando a sus hijos, ahora se les ofrece la forma para dejar de hacerlo. Restemos feligreses a la Iglesia, bajemos las estadísticas que cifran el número de católicos en España, sigamos minando las bases de nuestra tradición cultural y religiosa, perdamos nuestras raíces de identidad. Ahora deben de inventar algo para sustituir la Primera Comunión, les ofrezco ideas: la solemne entrega al niño, tras acabar Primaria y superar los cursos de Educación para la Ciudadanía, de un diploma de ciudadano consciente, o una ceremonia donde el niño, ya graduado en Educación para la Ciudadanía, realice el Primer Juramento Constitucional.

Hay que felicitar al Sr. Compás por la elección del tema de su carta al director, ya que perspicazmente se ha dado cuenta de que se trata de un tema de gran trascendencia social que debemos resolver. Los “ritos de paso” se dan en todas las culturas: el nacimiento, la llegada a la pubertad, el matrimonio o la muerte son estadios de la vida de una persona que, tal y como señaló a principios del siglo XX el francés Van Gennep, suponen un constituyente esencial de la vida social, y no se llevan a cabo de forma individual, sino que se celebran de forma ritual y comunitaria.

A partir del Concilio de Nicea, el cristianismo convertido en religión oficial del Imperio Romano buscó el camino más fácil para su consolidación mediante la conversión de las fiestas paganas en fiestas cristianas. Sin extenderme sobre todas las fiestas y ritos expropiados, señalaré algunos como son el solsticio de verano el 24 de junio (de acuedo con el calendario juliano, el 21 de junio en el calendario gregoriano) que pasó a celebrarse la festividad de San Juan, los Saturnales que los romanos celebraban del 19 al 25 de diciembre con ocasión del solsticio de invierno, siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos, convertidos en la fiesta de Navidad. Naturalmente los ritos de paso también fueron adecuadamente adoptados, fijando el cristianismo en ellos algunos de sus sacramentos: bautizo, comunión y confirmación, matrimonio y extremaunción.¿No les parece curioso que en los países anglosajones donde la religión oficial no se celebra el rito de la primera comunicón tenga lugar la fiesta de los 15 años, donde las jóvenes se visten de princesitas y los jóvenes de caballeros, costumbre inexistente en los países del orbe católico?.

Esta política de la jerarquía cristiana expropió un patrimonio intangible a las sociedades sobre las que se asentó e impidió su libre desarrollo. Es por lo tanto lógico que en aquellas sociedades donde la Iglesia Católica tiene grandes dificultades, legal o culturalmente, para imponer su doctrina renazca la necesidad social de recuperar los ritos de pasos descristianalizándolos.

En un exceso cuasi paranoico, tan caro al Sr. Jiménes Losantos, el Sr. Compás achaca esta demanda social a una estrategia de la izquierda española (PSOE) que me recuerda a los contuvernios del felón Franco. No creo sinceramente que dicha necesidad de desacralizar los ritos de paso sea parte de ninguna estrategia partidaria. Lo que algunas formaciones políticas están intentando, con la mejor intención, es dar respuesta a esa necesidad. Pero, en mi opinión, pasar de ritos de pasos cristianizados a institucionalizados es un error. Laizar lo antes sacralizado, como el hecho que animó al Sr. Compás a escribir su carta, no es el camino correcto. Como tampoco profundizar en la mercantilizanción que alienta la cultura católica, sino promoviendo una reflexión sobre dicha necesidad y permitiendo que cada cual reconstruya desde su libertad los ritos de pasos que desee.

Lo que deben hacer las administraciones públicas es adaptar los procesos y las instalaciones públicas para permitirlo. Es inaceptable que los juzgados ofrezcan una fría ceremonia burocrática a un rito de paso tan importante como el matrimonio. O que en los cementerios y tanatorios sea imposible despedirse del finado de forma digna sin tener por ello que someterse al arbitraje de un sacerdote católico.

Pero también otros agentes sociales deben favorecerlo. Recuerdo con frustración como hace unos años, por encargo de un grupo de compañeros, ordené insertar una esquela del fallecimiento de un amigo común en dos medios de comunicación sevillanos, con la indicación expresa, y por escrito, de no incluir ningún símbolo religioso en la misma. DIARIO DE SEVILLA así lo hizo, mas no ABC que colocó la consabida cruz sobre el texto del mismo. Si se presta atención, todas las esquelas de éste periódico contienen algún elemento religioso, bien una cruz, bien una estrella de David. Esa muestra de intolerancia religiosa sobre los ritos de paso es la que debemos sacudirnos entre todos.

Como colofón, me gustaría señalar que muy acertadamente el Sr. Compás señala en su carta la mayor de las paradojas: ¿como interpretar que un sacramento católico sea celebrado masivamento por descreidos, agnósticos e incluso ateos?. Pero deja la cuestión sin responder. Mi respuesta es que las costuras del catolicismo, una vez privado de la violencia institucional sobre la que asentó sus reales (que comenzó por su espúreo pacto con Constantino y que en España terminó con el general Franco), saltan por donde se comenzó a manipular a la sociedad romana.