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viernes, 18 de agosto de 2023

Antonio Escuin Lois, el nombre y la cara del asesino

 

Antonio Escuin Lois, fuente www.todoslosnombres.org

Han pasado más de ocho décadas, pero la verdad no entiende de tiempo. Hoy sé el nombre de uno de los asesinos de mi abuelo, y quiero gritarlo: Antonio Escuin Lois.

El pasado 18 de julio se cumplió 87 años del alzamiento de una gran parte del ejército español (no todo él) contra el gobierno legítimo presidido por Santiago Casares Quiroga, que a la postre fue un levantamiento contra la II República.

A nivel personal, cada 18 de julio comienza una sucesión de emociones que termina el 23 de agosto, aniversario del asesinato de mi abuelo, Justo José Morterero Felipe, en Écija, por bando de Guerra.

Durante muchas décadas, no supimos nada de los asesinos de ese buen padre, buen esposo, buen maestro en palabras de viuda, mi abuela Isabel del Pino. En casa solo se comentaba que los que dispararon a mi abuelo habían sido alumnos suyos anteriormente, lo que sin duda añadía más horror a la historia.

Sabemos que cada asesinato en la Andalucía ocupada por las tropas rebeldes aplicando el tristemente famoso Bando de Guerra fue ordenado específicamente por el genocida Queipo de Llano. Como recoge José María García Márquez, solo consta un asesinato que no fue ordenado por el felón, y su autor, un falangista, fue duramente castigado. En la Sevilla de agosto del 36, nadie moría violentamente si no era por voluntad del abominable Gonzalo.

Pero construir la cadena de acontecimientos que llevaban al ex militar (fue expulsado del Ejército español ese mismo mes por el Tribunal Supremo) a ordenar cada asesinato, es complejo

Aunque poco a poco, y gracias a ese movimiento memorialístico que tanto horroriza a las derechas españolas, jerarquía católica incluida, vamos descubriendo algunos de esos procedimientos.

En el caso de los asesinatos de Écija, la localización de un expediente judicial gaditano ha permitido saber que existió una junta en la localidad, que proponía las personas que debían ser asesinadas.

El 23 de diciembre de 1939, el entonces comandante Antonio Escuin Lois, compareció ante un juzgado gaditano en relación al asesinato del maestro de la provincia de Córdoba Vicente Alvanez (sic) Pastor.

Escuin, capitán de la Guardia Civil en aquel terrible verano del 36, se hizo famoso en Écija y su comarca por su participación en la sangrienta represión ejercida por las fuerzas rebeldes tras el 18 de julio, como en los asesinatos de El Rubio, Marchena y Puente Genil. Y años después sería sancionado militarmente por un turbio delito de contrabando de tabaco en Sevilla.

En su declaración, Escuin manifestó en 1939

Que para llevar a cabo cualquier ejecución, de individuos peligrosos en los dias críticos que se atravesaba en la España Nacional, se acordaba su ejecución, en reunión de las Autoridades de Ecija, compuesta por el Comandante Militar de la Plaza, un Capitan del Depósito de Recria y Doma, el Policia Señor Angulo y el que declara, y con arreglo a la peligrosidad del individuo, cargos y denuncia que contra él habia, se acordaba o nó su ejecución.

añadiendo que

… igualmente no los recuerda [el nombre] los de los dos Maestros ejecutados y el de que fué expulsado como igualmente la Maestra…

En 1939 Escuín no recordaba el nombre de mi abuelo, al que dio orden de asesinar. Pero nosotros, en pleno siglo XXI, no podremos olvidar su nombre.


sábado, 26 de diciembre de 2020

Buceando en los orígenes de Benajarafe.

Vélez-Málaga según un grabado francés de principios del siglo XVIII

Rastrear el pasado de Benajarafe es harto complicado, y puede parecer, a primera vista, que más allá de la torre Moya (siglo XVI) y la ermita de Nuestra Señora del Rosario (siglo XIX), no hay restos más antiguos que atestigüe su pasado.

De forma intuitiva, podemos imaginar que el origen de Benajarafe hay que buscarlo en la dominación islámica. Cosa que puede parecer cierta, como informa la web municipal de Vélez Málaga, al afirmar que Benajarafe es una “Pedanía costera cuyo origen fue una antigua alquería medieval del territorio de Vélez, de hecho su nombre corresponde a un antropónimo árabe.”

El origen musulmán de Benajarafe siempre ha sido recogido por los distintos autores que han escrito sobre la historia de la Axarquía, como Idelfonso Marzo, quien en su Historia de Málaga y su provincia (1850) incluyó a Benajarafe como una de las 300 localidades árabes existente en la provincia antes de la conquista castellana (el de Benajarafe ó Benajaraf cerca de Macharaviaya, hoy poblado con 55 casas.) encuadrada en la lista de despoblados medievales malagueños.

De la misma opinión era Agustín Moreno y Rodríguez, al afirmar en su Reseña histórico-geográfica de Vélez Málaga y su partido (1865) que Benajarafe era una antigua alquería moruna al S.O.

¿Es esto cierto?

Según los datos obtenidos por prospecciones arqueológicas, tal y como consta en el Catálogo de Bienes Protegidos del Término Municipal de Vélez-Málaga (2018), la alquería nazarí de Benajarafe se situaba en el cortijo Los Balcones, frente a la actual ermita de Nuestra Señora del Rosario.

Pero según el mismo Catálogo, Benajarafe es muy anterior. Porque durante las citadas prospecciones, además de los restos nazaríes de los siglos XIII al XV, en el cortijo Los Balcones se han encontrado vestigios de época Fenicia (Siglos VIII-VI a. C.) y de época Púnico-Romana (Siglos IV-I a. C.)

Se puede concluir que al menos desde el siglo VIII antes de Cristo, se mantuvo una población estable en la zona del cortijo Los Balcones, aunque la alquería de Benajarafe sí tuvo un perfil típicamente musulmán del periodo nazarí.

Alquería, según la segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española, es caserío, conjunto reducido de casas. Por lo tanto, debemos imaginar que el Benajarafe anterior a la conquista castellana como una aldea, más que como un pueblo.

¿Qué pasó con Benajarafe tras la conquista castellana de la Axarquía para que de la alquería nazarí apenas queden actualmente restos arqueológicos?

La política de repartimientos realizada por los Reyes Católicos fue asentando población cristiana en la zona, al punto que en 1510 se erigió en Benajarafe la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Este dato poco conocido, además de poner en valor la importancia del vecindario conquistador, señala la posible existencia de una mezquita musulmana u oratorio que fuese convertido en iglesia cristiana.

Tras la revuelta de las Alpujarras en la Nochebuena de 1568, las autoridades castellanas ordenaron el despoblamiento de gran parte de la costa de la Axarquía, tanto de moriscos, por temor a que sirvieran de cabeza de puente de una invasión turca, como de cristianos, ante la posibilidad de caer presos de las razias berberiscas que periódicamente asolaban las costas.

Las posteriores políticas de repoblación exceptuaron varias alquerías de la costa, como Almayate, Benahalis (en Macharaviaya), Benamayor (cerca de Torrox), etc. las cuales quedaron despobladas.

El principal factor para mantener estas localidades despobladas era por la dificultad de amurallarlas para defenderse de los ataques de los piratas de Berbería y sus razias, que en muchas ocasiones terminaban con el apresamiento de cristianos para su venta como esclavos o el cobro de rescate.

¿Fue este fue el destino de Benajarafe? No parece claro, ya que, para esas fechas, ya no aparece en la relación de localidades de la Axarquía. Tal vez su despoblamiento había ocurrido con anterioridad.

En todo caso, para el segundo tercio del siglo XVI, Benajarafe había perdido su vecindario, vio arruinados sus edificios y eliminada su parroquia de Nuestra Señora de la Concepción.

Esta situación cambió durante el siglo XVIII, cuando en esta parte de la Axarquía se concitaron dos factores que sin duda impulsó la puesta en producción de tierras abandonadas o escasamente trabajadas.

Por un lado, desde la Corona borbónica, se promovió nuevas edificaciones defensivas (como la casa fuerte de Bezmiliana, de los castillos del Marqués y de Torre del Mar, y de las torres almenaras de Chilches) que mejoraron la seguridad de la zona. Por otro, la familia Galvez promovió una activa política de desarrollo desde su localidad de Macharaviaya, con medidas como la modernización de la agricultura en la zona, así como la introducción de nuevos cultivos, como el del aguacate, en su finca de Almayate.

Para conocer ese nuevo Benajarafe del siglo XIX hay que acudir al Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado entre 1845 y 1850, y conocido como Diccionario Madoz, por el nombre de su impulsor, el ministro Pascual Madoz.

En este diccionario, se define a Benajarafe no como una localidad sino como campo poblado en la prov. y dióc. de Málaga […] Se compone de 155 casas diseminadas por el térm.

Es decir, los nuevos pobladores no construyeron una nueva localidad sobre los restos del Benajarafe nazarí (que no eran desconocidos ya que Madoz dejaba constancia que se conservaban restos de una pobl. del tiempo de los moros, conocida por el nombre de BENAXARAF) sino que se desperdigaron por su cambo, creando un diseminado con viviendas que Madoz denomina de regular distribución interior y á propósito para la agricultura, sobresaliendo algunas por sus buenas comodidades, huertos y árboles frutales que las rodean entre las que figuran como más notables, los cortijos Cabrera, y el de la Culebra.

Fue entonces, a finales del siglo XVIII, cuando se hizo necesaria la construcción de un templo católico que atendiera espiritualmente a la creciente población, cosa que se produjo a principios del siglo XIX, cuando se construyó por parte de los vecinos, no de la Iglesia, la ermita de Nuestra Señora del Rosario.

Este Diccionario nos da un dato muy importante, al afirmar que hay una ermita bajo el título de Ntra. Sra. del Rosario aneja de Macharavialla: está sit. en la márg der. del arroyo dicho de las Adelfas en una esplanada que mira al S.: empezó á edificarse á principios de este siglo conservándose en buen estado.


lunes, 14 de diciembre de 2020

Antonio Pardo, el Rubio de Benajarafe, héroe de la Guerra de la Independencia

 

Ejecución mediante garrote vil del padre Gallifa y cinco personas más, acusadas de conspiración por los jueces militares franceses en Cataluña. Grabado de 1816

Siempre me ha sorprendido la amnesia de la sociedad española sobre su propia historia, y el olvido al que somete a muchas de las personas que en su época fueron reconocidos por su capacidad y mérito. Una desmemoria que afecta tanto a hombres como mujeres, a políticos, militares, científicos y literatos.

Así, a lo largo de estos años me he topado con personalidades que no han merecido ni siquiera una monografía cuando destacaron en su época. Militares como José de Vallejo, intelectuales como Mercedes de Velilla, o políticos como Francisco Alejandro Fernel, apenas han dejado rastro en nuestra historiografía.

Igual ocurre con las historias locales. En muchos barrios y pueblos de Andalucía, lo acontecido hace ochenta o cien años parece haber ocurrido en tiempos de moros o godos. ¡Imaginemos cuando hablamos de cientos de años!

Investigando entorno a la localidad de Benajarafe, en la costa de la Axarquía, me he tropezado con un personaje muy atractivo y del que nunca había escuchado hablar. Me refiero a Antonio Pardo González, apodado El Rubio de Benajarafe, guerrillero de la Guerra de la Independencia, asesinado por los franceses en 1812.

Si buscamos por internet, no encontraremos apenas referencias de Pardo, siendo prácticamente su única biografía localizable la de Narciso Díaz de Escovar, en su escrito mecanográfico Antiguallas Curiosas de Málaga y su Provincia, conservado en la Biblioteca Cánovas del Castillo, de Málaga.

Hoy quiero compartirla en mi blog, como homenaje a un buen malagueño y audaz guerrillero, que se perdió por el amor a la hija de una ventera.

El Rubio de Benajarafe1

Desde que las tropas de Napoleón se apoderaron de la ciudad de Málaga, nunca faltaban partidas de leales españoles que hostilizaban a los invasores y los tenían en constante movimiento. La vida de los franceses se hacía difícil. Por un lado, las tropas del general Ballesteros no dejaban de amenazar y se esperaba que el día menos pensado llegasen a las puertas de Málaga, cuya guarnición escasa mal podría resistir a una columna numerosa. Por otro lado, los serranos de Ronda, a diario, ocasionaban grandes pérdidas a las tropas que se atrevían a penetrar en aquellos montes, habiéndose dado el caso de ser derrotados Regimientos enteros por grupos de guerrilleros, conocedores del terreno y audaces hasta la exageración.

En las cercanías de Málaga, en los términos de Vélez Málaga y Torrox, en el Torcal de Antequera y en otros puntos, las partidas se multiplicaban. Esperan en sitios estratégicos al enemigo, les ocasionaban daños y luego desaparecían, siendo inútiles buscarlos.

Esta singular táctica desesperaba al Mariscal Mr. Horacio Sebastiani, Jefe de las fuerzas invasoras en Andalucía.

Entre esos guerrilleros se destacaba un individuo, valiente como pocos y amante decidido de la independencia española. Había nacido en Benamocarra; pero debió criarse y vivir en tierras de Benajarafe, pues era conocido por el apodo del “Rubio de Benajarafe”.

Su nombre era Antonio Pardo González.

Se lanzó al campo a luchar por su patria, apenas resonó en Andalucía, como en toda España, el hermoso grito de ¡Viva la Independencia! Primero estuvo a las órdenes de un capitán malagueño, que pereció en un encuentro con los dragones del Impero, no lejos de Archidona.

Muerto su jefe, al que profesaba un gran cariño, aceptó que se le concediesen el mando de la partida los veinte o treinta lugareños que se salvaron del encuentro, gente toda de escasos conocimientos militares pero decidida.

El Rubio de Benajarafe realizó hechos heroicos desafiando los peligros. Aprovechando la oscuridad de la noche, más de una vez llegó hasta las mismas avanzadas de la ciudad, a las que desarmó.

Hombre de gran corazón, jamás consintió en fusilar a los prisioneros que cogía, contentándose con despojarlos de sus armas y municiones, y enviarlos a la ciudad, más de una vez con mensajes burlescos.

El General Gobernador de Málaga tenía un gran empeño en capturar al Rubio; pero cuando más seguro lo creía, se le escapaba, apareciendo a los dos o tres días en sitio muy distante.

Como no faltaban espías, vendidos al dinero del invasor, uno de aquellos trajo cierta noche la confidencia de que Pardo se hallaba en una venta del camino de los Montes, a la que con frecuencia llegaba atraído por los encantos de la hija de la ventera.

La confidencia era cierta. Un destacamento cercó el edificio. El Rubio se encontraba allí sólo con dos o tres hombre de su partida. Al apercibirse de que la huida era difícil, se defendió cuanto pudo, haciendo fuego desde las ventanas. Sus compañeros se sintieron heridos y él se vio sin municiones.

Sólo en ese momento pudo ser preso y lo trajeron a la cárcel de Málaga, en unión del ventero, la mujer de éste y su hija.

Se le formó Consejo de Guerra y como era de esperar se le condenó a muerte. Hubo discusión sobre si debía ser fusilado o sufrir la pena de garrote. Este criterio tuvo mayoría.

El 23 de mayo de 1812 se levantó el patíbulo y a manos del verdugo dejó de existir aquel defensor de la Independencia Española.

1.      En la transcripción de este texto mecanografiado he corregido las erratas y actualizado con las normas actuales.

 Posdata:

Creo sinceramente que el Ayuntamiento de Vélez Málaga debería dedicarle un espacio (calle, plaza, paseo) o un equipamiento público (biblioteca, parque, centro cívico) a este insigne vecino de Benajarafe.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Origen del cebadero de cerdos de San Jerónimo.


Casi todos los vecinos y vecinas de San Jerónimo saben que, hasta los años 60 del siglo XX, el monasterio fue durante décadas un cebadero de cerdos. Pero ¿cuándo y cómo se convirtió el venerable edificio en una instalación tan prosaica?

Tras la exclaustración de 1835, el convento de San Jerónimo de Buenavista inició un triste camino hacia su destrucción. Primero fue hospicio hasta 1838, luego fue arrendado por Francisco Alejandro Fernel y Fernández para instalar su elitista Colegio Politécnico Sevillano, que no pudo consolidarse y en 1843 lo traspasó a dos mujeres, Petronila de Torres y Clara Elisa Cortés, la esposa y la madre del capitalista belga Enrique Hudson-Cortés, para la instalación de una fábrica de cristales. Hudson-Cortés y su cónyuge vendieron un año después la fábrica al inversor catalán Manuel Safont que terminó cerrando la instalación fabril en 1850.

De 1850 a 1862, el Estado se incautó el edificio por incumplimientos de los arrendadores, periodo durante el cual el edificio fue saqueado por la Administración, vendiendo materiales constructivos del edificio.

Como en marzo de 1858, cuando se publicó en prensa la subasta, por parte del Estado (orden firmada por el gobernador civil, el administrador principal de Hacienda pública y el recaudador), de los siguientes bienes del “extinguido convento de San Gerónimo de esta ciudad”:

Una pila de mármol blanco de odio ojas, de vara de alto con taza y pilastra, apreciada en 1,000 reales.

Una verja de hierro con dos hojas, de á tres varas y media alto, y una y media ancho, con cerrojo y cerraja sin llaves, apreciada en 250 rs.

Un entresuelo que mira al corral de la puerta segunda del edilicio, apreciada en cuatrocientos reales.

Tres ángulos del patio chico apreciada en 4,200 reales.

Una casilla en el mismo corral, apreciada en 320 reales.

(La Andalucía. Miércoles 17 de Marzo de 1858)

El dislate de esta práctica no dejó de provocar airadas respuestas, como la recogida en La Andalucía, publicada a pie seguido de la anterior orden de subasta:

No comprendemos la firma del Sr. Gobernador en esto mandato de otra manera que deslizada entre porcion de documentos, presentados á la rúbrica; porque hacemos la justicia al Sr. Torres Valderrama de creerle contrario al sistema de autorizar subastas de retacerías de construcciones; máxime cuando hallándose el Gobierno encantado de ese magnífico edificio se dá el espectáculo escéntrico de que la gobernación trate da trasladar á él la penitenciaría correccional, y el fisco lo mutile y saque á limitación sus destrozos.—Nosotros á vista de ejemplos como este, sentimos con dolor la verdad de las sátiras con que suelen increparnos los estrangeros; reconocemos que los llamados adelantos en la esfera político administrativa encubren prácticas de que se avergonzaría la infancia de los pueblos; y llegamos á convenir en que á ningún punto del Globo cuadra tan bien como al nuestro el nombre de «el pais de las cosas raras.»

Una práctica que incluso se permitía el conserje del edificio nombrado por el Gobierno Civil, para cobrar su salario, vendiendo material del edificio y alquilando habitaciones para pajar y granero.

Este sistema de destruir el edificio se mantuvo hasta que en 1860 se instaló en el convento de San Jerónimo el presidio de la ciudad, durante los dos años que estuvo en obras el presido del ex convento de San Agustín.

Tras abandonar el presidio el cenobio en 1862, el edificio fue devuelto a Manuel Safont, el cual demandó al Estado para ser indemnizado por los perjuicios sufridos durante la incautación, pretensión que finalmente fue rechazara por sentencia del Tribunal Supremo en 1871.

Con Safont el edificio siguió el proceso de deterioro, dedicándose a labores agrícolas y ganaderas. Por ejemplo, en 1871 encontramos la siguiente noticia en el diario La Andalucía:

En el ex-convento de San Gerónimo se vende estiércol de cerdos, por carros. En el huerto de los Toribios vive el encargado con quien hay que tratar. (La Andalucía. Miércoles, 15 de noviembre de 1871)

En la década de 1870 se vio la necesidad de que el convento de San Jerónimo de Buenavista pasara a manos del Estado para conservarlo. Así, La Correspondencia de España, en su edición de 24 de abril de 1875 anunciaba:

Se vá a adquirir por el Estado el ex convento de San Gerónimo de Sevilla, con objeto de conservar sus bellezas artísticas y arquitectónicas.

Pero dichas gestiones no llegaron a buen puerto, y dos años después, la subasta del edificio fue paralizada a petición de la Real Academia de San Fernando, como publicó el diario El Guadalete, en su edición de 19 de octubre de 1877:

Se ha mandado suspender la subasta del exconvento de San Gerónimo de Buenavista, donde existen magníficos claustros de Herrera, cuya orden ha comunicado la Academia de San Fernando á la comision de monumentos de Sevilla.

Pero el edificio continuó en manos privadas, a pesar de que seguía siendo usado por el ayuntamiento esporádicamente como lazareto, aunque en marzo de 1885 se publicaba que “Se ha dispuesto se haga entrega al Estado, en la forma convenida, del edificio ex convento de San Gerónimo” (La Andalucía. Sábado 14 de marzo de 1885)

Pero dicha disposición no llegó a cumplirse ya que “Este monumental pero ruinoso edificio fue subastado antes de ayer por D. Francisco Gallardo como Alcalde Presidente del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla. La anulación de la subasta estaba pedida antes de realizarse, por el Presidente de la Diputación.” (El Guadalete. 15 de mayo de 1886)

Sorprendentemente, meses después, el cabildo municipal extraordinario aprobó por unanimidad “la adquisición del ex-convento de San Jerónimo” (La Andalucía. 1 de septiembre de 1886). Pero nuevamente fue un brindis al sol.

Y fue durante la década de 1880 cuando un nuevo nombre aparece en la historia del monasterio de San Jerónimo: Aniceto Sáenz y Barrón.

Natural de Villanueva de Cameros (Logroño), Sáenz llegó a Sevilla en torno a 1871, donde primero se dedicó al comercio, y más tarde a la promoción inmobiliaria. Su obra más conocida fue la urbanización en 1884 de la huerta de los Toribios, situada entre las calles Macarena, Torreblanca y Rubio.

Poco después, el empresario promovió un cebadero industrial en el ex monasterio de San Jerónimo para alquilarlo a ganaderos de cabaña porcina. Se trató de una transformación importante, ya que se hicieron obras de fábrica para adaptarlo a dicho uso e incluso reparó a su costa la actual calle Cataluña, que conecta el compás del monasterio con la antigua carretera de Sevilla a Alcalá del Río, actual avenida Medina y Galnares.

A partir de 1889, la prensa sevillana empezó a publicar anuncios como el que transcribimos, recogido por el diario La Andalucía (miércoles, 6 de noviembre de 1889)

COCHINOS

En el ex-convento de San Gerónimo, próximo á la Estación del ferro-carril del Empalme, se acaba de construir un magnífico engordadero de cerdos, con todas cuantas comodidades necesiten los comerciantes en este ramo.

Las abundantes y buenas aguas que tiene este local, están distribuidas por medio de cañerías, grifos en la espaciosa charca y en todos los departamentos de comederos, que estos son de material empotrados en los muros, en la forma de dornajos, los bebederos en canales vedriados y los dormitorios magníficamente solados con sus grandes camas de arenas; estando todo en tan buenas condiciones que una sola persona puede cuidar infinidad de cochinos.

También hay graneros para que cada ganadero tenga los cebos que necesite para su ganado, hay también cuadras para las caballerías y gañanías para los porqueros.

El dueño de este local no ha escaseado ningún gasto que haya creido necesario para montar el mejor establecimiento que se conoce en España para esta clase de comercio; habiendo también arreglado por su cuenta desdé el ex-convento hasta la carretera general; por consiguiente hay en todos tiempos buenas vías de comunicación con el perneo ó matadero de cerdos.

Su dueño, Aniceto Saenz.—Escritorio, calle Daoiz núm. 4, Teléfono 192—Exconvento de San Gerónimo, Teléfono 199.

A lo largo del siglo XX, siguieron funcionando las instalaciones ganaderas, mientras se fueron segregando diferentes parcelas de la superficie original del monasterio, como la franja que lindaba con la calle Marruecos, sobre la que se levantarían diferentes edificios de viviendas, o al sur, la parcela sobre la que se construyó el colegio público rector Mota Salado (actual CEIP Buenavista), hasta reducir a su mínima expresión su superficie.

Finalmente, el cebadero cerró sus puertas en 1966, cuando sus propietarios, Manuel Escudero Rodríguez y Benita Escudero Sanabra, vendieron el edificio a Carmen Iglesias Zubiada, la cual lo convirtió en residencia particular.

miércoles, 29 de julio de 2020

HISTORIA | Crónicas criminales de San Jerónimo*: Una riña en las proximidades del monasterio acaba en dos muertes



Febrero de 1885. El domingo 8, el Diario La Andalucía se hacía eco de un homicidio doble producido en las inmediaciones del monasterio de San Jerónimo el viernes anterior, en el que el guardia del edificio apuñaló a un cazador, y éste respondió con un disparo al primero.

En el verano de 1885 el edificio del ex convento de San Jerónimo de Buenavista adquirió un nuevo protagonismo a nivel nacional, al haberse instalado en 1884 un lazareto para los posibles contagiados del cólera morbo asiático, que aquel año llegó a Alicante procedente de la Argelia francesa alcanzando gran virulencia a mediados del año siguiente, y cuyo cierre fue objetivo del Gobierno de la Nación y de la prensa de Madrid, frente a la resistencia de las autoridades locales y municipales, así como de la prensa local, como lo conté en un anterior post, titulado La epidemia como motor del regionalismo andaluz: el “cantón sanitario sevillano” de 1885.

Pero meses antes, en febrero de 1885, la prensa española (tanto la sevillana como la de Madrid y otras provincias) publicaron la noticia del homicidio doble producido el viernes 6 de febrero, entre el guardia del ex convento de San Jerónimo y un cazador, al parecer llamado Feliciano, por culpa de los disparos realizados por el segundo sobre las palomas que vivían en las ruinas del convento.

El diario La Andalucía, en su edición dominical del 8 de febrero, lo recogió así:

De un terrible crimen tenemos que dar cuenta á nuestros lectores.

En las últimas horas de la tarde de anteayer se suscitó una acalorada cuestion entre el guarda del ex-convento de San Gerónimo de Buenavista y un sugeto que, según parece, estaba cazando en las inmediaciones del histórico y derruido monasterio que se levanta en la ribera del Guadalquivir.

La cuestión parece que se originó por haber hecho el cazador algunos disparos a las palomas que existen en el referido edificio.

Los interlocutores pasaron de las palabras á via de hecho, asestando el guarda una terrible puñalada al cazador, el cual disparó su escopeta contra su agresor.

Los dos quedaron mortalmente heridos, y ayer se dijo que habian fallecido de resultas de las heridas.

El cazador parece que se llama Feliciano, y es dueño de un establecimiento de bebidas situado en la calle de la Feria.

Además de en La Andalucía, hemos encontrado recogida la noticia por los diarios La Correspondencia de España (Madrid), El Correo de Cantabria (Santander), y La Paz (Murcia).

* En esta serie de artículos recojo la información publicada por la prensa de la época, que no necesariamente refleja la verdad judicial de los hechos.

 


sábado, 25 de julio de 2020

El camino viejo de La Algaba, a su paso por San Jerónimo.



Hasta que no se finalizó la carretera que unía Sevilla con la carretera de Lora del Río a Santiponce, a la altura de La Algaba, la capital andaluza se comunicaba con esta última localidad a través de lo que más tarde se llamó camino viejo de la Algaba, una vía de la que ya quedan pocos tramos, y todos con nombres diferentes.

¿Cuál era el recorrido del camino viejo de la Algaba? ¿Qué fincas bordeaban el camino? Este post aclara algunos de estas cuestiones.

A principios del siglo XX, se diseñaron nuevas y modernas carreteras para conectar muchas de las localidades de la provincia de Sevilla unidas hasta entonces por caminos de trazados medievales.

Una de ellas fue la carretera de Lora del Río a Santiponce, que pasaba por La Algaba. Y de igual manera se proyectó una nueva carretera para conectar a Sevilla con dicha vía a la altura de la villa algabeña, trazado que actualmente se le conoce con la nomenclatura A-8006, hasta su cruce con la avenida José Galán Merino, cuando se convierte en la calle Navarra, hasta la glorieta de los Ferroviarios.

 Pero antes de su construcción, la comunicación viaria entre al capital de la provincia y La Algaba se hacía por un camino completamente diferente, que tras la construcción de la A-8006 se conoció como “camino viejo de La Algaba”.

Este camino comenzaba en el cruce de la actual avenida Sánchez Pizjuán con la calle José Díaz, con un ancho tramo que abarcaba desde la actual calle Fedra hasta la avenida paralela que atraviesa la urbanización Macarena Tres Huertas, hasta llegar al actual Colegio de Educación Primaria (CEIP) Pedro Garfías. El camino de La Algaba continuaba atravesando por la parcela de este colegio hasta aproximadamente el cruce de la avenida Concejal Alberto Jiménez Becerril con la calle Venta de los Gatos.  

La actual avenida Concejal Alberto Jiménez Becerril se levantó sobre las vías del ferrocarril que unía Sevilla, desde la estación Plaza de Armas, con Córdoba. El camino viejo de La Algaba cruzaba bajo las vías del ferrocarril en ese punto, y continuaba paralelo al río Guadalquivir por la actual avenida José Galán Merino hasta llegar al cruce con la calle Larache. A partir de ahí, seguía por el actual Parque de San Jerónimo, rozando el Huevo de Colón, y tras la Ronda Supernorte, continuaba por el actual carril rural que lleva hasta el Centro de Formación del Agua de Emasesa. Desde este punto, el camino ha sido ocupado por las fincas agrícolas colindantes por lo que ya no se puede seguir su rastro.

¿Qué fincas bordeaba el camino viejo de la Algaba desde sus inicios en la avenida Sánchez Pizjuan?

Hasta los años sesenta, la mayoría del recorrido del camino viejo de La Algaba trascurría entre fincas agrícolas, ya que incluso en el tramo más cercano al río el camino tenía huertas y sembrados a derecha e izquierda.

A su inicio, al separarse de la actual avenida Sánchez Pizjuán, el camino viejo de La Algaba lindaba a la izquierda con las huertas Escalones (actualmente Macarena Tres Huertas) y La Estrella y a su derecha con las huertas de San Francisco y de La Rana.

Tras cruzar bajo las vías del ferrocarril, el camino bordeaba a la izquierda la huerta Damasquillo, que estaba situada en lo que actualmente es la glorieta Olímpica y los cimientos del puente del Alamillo, y por la derecha las vías del tren.

Tras alcanzar lo que actualmente es la avenida José Galán Merino hasta la calle Larache, el camino transcurría a la izquierda con las huertas (que llegaban hasta el cauce del Guadalquivir en lo que hoy son las zonas parquizadas junto al río) La Asunción (en el tramo entre la glorieta Olímpica y las Naves de la Renfe), del Tejar (entre las Naves de la Renfe y la calle Alcalá del Río) y El Gordal, hasta el Parque de San Jerónimo. Por la derecha, se encontraban las vías del ferrocarril hasta los terrenos de la compañía MZA que en los años 20 dedicó a talleres ferroviarios y que habían ocupado parte de la huerta de La Bachillera, y la huerta del Villar y la Haza del Villar; a continuación, se encontraba la huerta de San Jerónimo (actual urbanización Almer), el monasterio de San Jerónimo y la huerta de Los Ingleses, hasta la calle Larache.

A partir de ahí, el camino atravesaba la huerta de La Florida, cuyas lindes coincidían aproximadamente con el actual Parque de San Jerónimo. Y tras superar la actual Ronda Supernorte atravesaba los terrenos del cortijo de Tercia.

Mucha de esta información se ha conservado gracias al Castrato Topográfico Parcelario en unos trabajos realizados en los años 40 del siglo XX.


sábado, 18 de julio de 2020

Antecedentes del barrio de San Jerónimo: el cortijo de Chirinos



En un post anterior (que puedes leer clikeando aquí) señalé que el actual barrio sevillano de San Jerónimo nació a principios del siglo XX. Pero ¿cómo era antiguamente la zona que hoy ocupa la parte más antigua del barrio?

Hoy comparto el mapa más antiguo de San Jerónimo que he encontrado. Me refiero al croquis (que no plano por carecer de escala) de 1611, correspondiente al cortijo de Chirinos, que se conserva en la Institución Colombina dentro de los fondos del Archivo de la Catedral de Sevilla.  

Como se puede ver, el croquis tiene una orientación oeste (la parte superior) / este (en la parte inferior). Arriba se ve el perfil rectangular del convento de San Jerónimo (en el que esboza una especie de torre). A su izquierda se encontraba la huerta de San Jerónimo (espacio que actualmente ocupa la Urbanización de Almer y en entonces era un espacio cerrado con un sólido muro al estilo del que cierra las huertas del monasterio de la Cartuja) pero que no se señala en el croquis.

El cortijo de Chirinos ocupaba el espacio situado entre las actuales calles Marruecos, avda de Medina y Galnares, a la altura del monasterio de San Jerónimo, llegando al sur hasta un “carril” sin nombre, que podría corresponder a la actual calle Salvador Allende, y al norte hasta los terrenos del cortijo de Tercia, ocupados por los edificios del Patronato.

En el croquis a la calle Marruecos se le denomina “camino que va a san jerónimo” y la avda de Medina y Galnares, “camino de la plata”, ya que en aquella época era la vía que conectaba Sevilla con Extremadura. La actual calle Cataluña se señala como "carril", y comunicaba el camino de Extremadura y el compás de monasterio.

El cortijo de Chirinos aparece dividido en varias parcelas, unas, propiedad de la Catedral de Sevilla (que aparecen nombradas como “yglesia mayor”, y otras, del propio convento de San Jerónimo (señaladas como "s. geronimo" o "s. germo”).

martes, 7 de julio de 2020

¿Cuándo nació el barrio de San Jerónimo?

Plano General Proyecto de Defensa de Sevilla de las inundaciones (1900)

Los datos que he encontrado señalan que lo que hoy conocemos como barrio de San Jerónimo de Sevilla nació en las primeras décadas del siglo XX.
 
En el imaginario popular, el barrio de San Jerónimo parece entroncar con el ex convento de Buenavista (actualmente denominado monasterio), el cenobio jerónimo que nació a finales del siglo XV. Pero la realidad es que el barrio no es tan “anciano” como se lo imaginan sus actuales vecinos, sino que es relativamente joven.

Durante gran parte del siglo XIX, el entorno del conocido en Sevilla como Convento de San Gerónimo era una zona rural de huertas, en la que imponía su presencia la abandonada edificación, a pesar de los primeros intentos de industrialización como la instalación de una fábrica de vidrios (planos y huecos) en el cenobio monacal a finales de la década de los años 40 del siglo XIX, o las ladrilleras instaladas en su entorno.

Una imagen de este ambiente rural lo podemos ver en la bucólica ilustración de 1854 que recogió García-Tapial en su obra El Monasterio de San Jerónimo de Buenavista (Arte Hispalense). El paisaje que se divisa desde la actual glorieta de los Ferroviarios, es una llanura despejada de construcciones, con la línea férrea Sevilla-Córdoba en primer plano y el edificio conventual al fondo.

El aspecto rural de la zona se mantuvo hasta finales de siglo. Por ejemplo, en la “Guía de Sevilla y su provincia”, de 1889, al describir las parroquias de la ciudad, asignaba a la de San Gil las siguientes fincas urbanas y rústicas, a extramuros:

Casillas. De Carabineros, del Ferro-carril de Córdoba, Misericordia.—Cortijos. Francés, Garrido, Higuerón (grande), Higuerón (chico) Palomar, Quijano, Ronquillo, Tercia.—Haciendas. Misericordia, Palancar, -Huertas. Almena, Bachillera, Basurero, Camino, Capuchinos (grande). Capuchinos (chica). Carraca, Cerrero, Coja, Colecita, Cordobesa, Constanza, Damasquillos. Florida, Fontanilla, Galuchena (chica), Gator, Hospital, Imagen, lnhar. Meadero, Moscada, Papachina, Peligro, Portada, Rana, Ratón, Romera, Rosario, San Gerónimo, San Gil, San Jorge ó Nueva Galucha, San Lázaro (Grande), San Lázaro (chica), Sol, Soldado, Solana, Tercia, Torres, Torrejon, Zapote.—Mallo. Bachillera.—Ventas. Buenavista, Escalones, Gatos, San Lázaro, San Onofre.—Otros edificios. Cementerio de San Fernando, Cementerio de la iglesia reformada (ex-convento de San Gerónimo), Ermita de San Onofre, Ex-convento de Capuchinos, Ex-convento de San Gerónimo. Fielato de la Concepción, Hospital Central, Hospital de San Lázaro, Husillo del Blanquillo, Palmas (lavadero de la huerta). Tejar de San Gerónimo.—Resumen numérico. 3 casillas, 8 cortijos, 2 haciendas, 41 huertas, 1 mato, 5 ventas, 2 ex-conventos, 2 hospitales, 2 cementerios, 5 edificios de diversa índole. Total 71 fincas.

Esta situación comenzó a cambiar a partir de 1885, con la instalación de la refinería de petróleos llamada La Lucilina, propiedad de Deutsch y Cía, junto a las vías del ferrocarril de Sevilla a Córdoba, frente a la estación de El Empalme.

Esta fábrica era una de las tres proyectadas en España por la empresa francesa, copropiedad de la rama francesa de los Rothshild y la empresa petrolera francesa de la familia Deutsch. Fue construida por la firma escocesa A. and F. Craig & Co., y adoptó el nombre de la fábrica que los Deutsch tenían en Rouen, Francia.

A partir de 1900 nuevas industrias se unirán a la fábrica de Deutsch y Cía, lo que cambió radicalmente el aspecto agrícola que aún conservaba el entorno del convento de San Jerónimo. Así, se instalaron la fábrica de Colores Nuestra Señora de la Esperanza, la Unión Resinera Española (1907), la Fábrica de Sulfato de Cobre de la Sociedad Anglo-española Cooper (1914/1917), Bartiña, La Vidriera Andaluza, y la Sociedad General de la Industria y el Comercio (una filial de Deutsch y Cía), entre otras, muchas de ellas con apeaderos ferroviarios, que permitían tanto la llegada de materias primas como el envío de los productos manufacturados.

El primer documento que he encontrado contabilizando la población en la zona que actualmente ocupa el barrio de San Jerónimo es el Nomenclator de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España en 1º de enero de 1888 elaborado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico de España.

A partir de los datos de este nomenclátor, podemos concluir que en 1888 no existía el barrio de San Jerónimo, sino una serie de edificaciones de poca importancia (de una sola planta, en su mayoría), dedicadas a tareas de labor, así como un pequeño núcleo entorno a la estación del Empalme. Todas las edificaciones de la zona sumaban un total de 125 habitantes de hecho. Los datos desglosados son los siguientes:

Cortijo de Tercia: Casas de labor; 1 casa de un piso; 1 casa de dos pisos; Población de hecho: 30; Población de derecho: 29

Cortijos del Higuerón: Casas de labor; 1 casa de un piso; 1 casa de dos pisos; Población de hecho: 8; Población de derecho: 8

Estación de El Empalme: Caserío; 15 casas de un piso; Población de hecho: 58; Población de derecho: 49

San Jerónimo: Casas de labor y hortelanos; 1 casa de un piso; 1 casa de dos pisos; Población de hecho: 24; Población de derecho: 24.

San Onofre: Santuario y casa venta; 1 casa de un piso; 1 casa de dos pisos; Población de hecho: 5; Población de derecho: 5.

Sorprende que San Jerónimo (debemos entender que se referían al ex convento) sólo estaba habitado por 24 personas, mientras el cortijo de Tercia albergaba a 30 personas.

En el plano general del proyecto de defensa de Sevilla contra las inundaciones, elaborado por el ingeniero D. Javier Sanz, sólo 12 años después del Nomenclátor, recoge al norte de cementerio de San Fernando, el edificio del ex convento de San Jerónimo, el cortijo de Tercia, la fábrica de La Lucilina junto a las vías de la línea Sevilla-Córdoba, y al otro lado de las vías, la estación de El Empalme. El resto aparece como tierras de labor, cruzadas por distintos caminos como las carreteras de la Algaba y provincial de Alcalá del Río.

Por este documento, podemos concluir que en 1900 seguía sin existir el barrio de San Jerónimo, siendo posiblemente la población en la zona muy similar a la recogida en el Nomenclátor de 1888, y que difícilmente superaría los 200 habitantes.

Una situación que va cambiando con la instalación de las nuevas fábricas, al punto que en 1918 podemos hablar ya de la existencia del barrio de San Jerónimo. Y la prueba la encontramos en la hoja 984 de los mapas militares (a escala 1:50.000) de dicho año, que refleja la existencia de dos núcleos edificatorios en el barrio.

Hoja 984 de los Mapas Militares (1918)

Por un lado, aparece un núcleo de construcciones, de carácter habitacional, en forma de triángulo equilátero invertido y corresponde aproximadamente a la manzana actual delimitada por las calles Navarra, Extremadura y la avenida Medina y Galnares.

Por su parte, se ve claramente otro núcleo de construcciones, este de carácter industrial, construido alrededor de la fábrica de La Lucilina, entre la entonces carretera de Sevilla a Castilblanco y la línea férrea, situándose la estación de El Empalme al otro lado de las vías.

En el plano se ven otras edificaciones diseminadas, la mayoría situada en las proximidades de la línea férrea, destacando la Venta de la Cantera, situada en las inmediaciones de la actual Glorieta de los Ferroviarios. También se ve aislado un edificio a la izquierda de la carretera de Sevilla a Castilblanco, a la altura de la actual glorieta Club de Rugby, denominado “Ventorro”, posiblemente la antigua ermita y venta de San Onofre. Y sorprende que este plano no recoja las ruinas del convento de Buenavista.

Por los datos de este plano podemos calcular que la población del incipiente núcleo urbano de San Jerónimo construido entre las actuales calle Navarra y avenida de Medina y Galnares apenas superaría los 300 habitantes.

Pero sin duda fue con la instalación en 1928  de los talleres ferroviarios por parte de la compañía MZA (anteriormente ubicados en la Barqueta), cuando el barrio de San Jerónimo se consolidó definitivamente como núcleo extramuros de Sevilla. Y para la década de los 30 del siglo XX, el barrio ya era una realidad urbana, sumando en 1935 un total de 3.912 habitantes, como recoge Nicolás Salas en su obra Sevilla, Anales del Siglo XX: Prontuario de la Ciudad.


sábado, 1 de febrero de 2020

La epidemia como motor del regionalismo andaluz: el “cantón sanitario sevillano” de 1885



En el inicio de esta década de 2020 la palabra cuarentena vuelve a la actualidad con ocasión de la aparición del coronavirus de Wuhan, una palabra que durante siglos fue la consecuencia del terror que producían las grandes epidemias que provocaban cientos de miles, de millones de muertos.

Aunque no especialmente activa en nuestro país, la llamada “gripe española”, que apareció en la Norteamérica profunda en los años de la primera guerra mundial y que se extendió trágicamente por todo el mundo al finalizar la misma, es sin duda el referente más próximo de estas epidemias.

Pero otra anterior, no excesivamente lejana a aquella, fue la epidemia de cólera morbo asiático que entre 1884 y 1885 se extendió por España a partir del levante español, provocando que en el 25% de los municipios de la nación hubiera vecinos infectados, con 400.000 afectados y alrededor de 120.000 muertes.

Proveniente del delta del Ganges y del Brahmaputra, “entre 1817 y 1923 rebasa esta zona y origina seis pandemias que se extendieron hasta Europa y otros lugares siguiendo las vías comerciales[1].

Si tradicionalmente las vías de llegada de las epidemias eran los puertos, la de 1884-1885 encontró en el ferrocarril una vía de penetración fundamental, de forma que a partir de Alicante (a donde llegó en barco procedente de Orán) se fue irradiando siguiente los caminos de hierros que en aquella década interconectaban ya la mayoría de las capitales del país.

La reacción del gobierno conservador de Cánovas del Castillo frente a esta nueva epidemia de cólera fue la aplicación de los protocolos de cuarentena (que era una de las pocas herramientas de prevención de la que se disponía en esos años junto a las desinfecciones de ropas, viviendas y vías públicas), ya que hasta 1883 el alemán Dr. Koch no se descubrió el bacilo que provocaba la enfermedad y hasta 1885 no se ensayó la exitosa vacuna del catalán Dr. Ferrán.

Al finalizar 1884 con sólo medio millar de fallecidos, los conservadores (tanto políticos como prensa) consideraron que la política cuarentenaria había sido todo un éxito, frente a los liberales que consideraban dicha política aislacionista un error.

Aquel mismo año de 1884, las autoridades municipales sevillanas decidieron utilizar nuevamente el edificio de ex convento de San Jerónimo como lazareto, que ya se había destinado a este fin de forma intermitente desde 1814. Un edificio bastante aislado (en 1888 San Jerónimo sólo contaba con 24 habitantes[2]) que además ofrecía un nuevo aliciente, como era su proximidad a la estación ferroviaria del Empalme, a las espaldas del cementerio municipal de San Fernando, punto en el que se conectaban las líneas férreas de Sevilla-Madrid (dependiente de la compañía ferroviaria MZA) y Sevilla-Cádiz (de la compañía Ferrocarriles Andaluces) donde se instaló un centro de fumigación y control de acceso a Sevilla.

Para su uso como lazareto se instaló en julio de 1884 una “cámara de calor” o estufa para la desinfección de mercancías[3], y para septiembre ya se encontraba “regularmente acondicionado, así por lo que respecta a habitaciones, camas y personal facultativo, como por lo que se refiere a la alimentacion, pues desde ayer se ha instalado allí un cocinero subvencionado por el Ayuntamiento.[4]

Y en ese mismo mes empezaron a funcionar los centros de fumigación instalados en las estaciones del Empalme, Camas, Utrera y Estacion de San Bernardo, es decir, en las estaciones ferroviarias de las líneas que unían Sevilla con Córdoba, Jaén, Madrid, Extremadura, Huelva, y Cádiz y Málaga.

En aquellos días, según el diario La Palma, en el lazareto de San Jerónimo se encontraban “detenidos, a mas del hebreo, una señora con un niño y una criada, sujetas á cinco dias de observacion como sospechosas por haber atravesado un pueblo de la provincia de Valencia próximo a la de Alicante

Tras el parón otoñal e invernal de la epidemia, en la primavera de 1885 reapareció el cólera morbo asiático en la localidad valenciana de Játiva, extendiéndose a las grandes zonas urbanas, sin librarse amplias zonas rurales, como en Jaén.

Ello llevó al ayuntamiento de Sevilla a reactivar el lazareto de San Jerónimo[5] (edificio que había pasado a manos del Estado en marzo de ese año), utilizándose de nuevo la cámara de calor para desinfección de las mercancías[6] y aplicándose una férrea política de cuarentena, con gran aplauso de la población local.

Para ello hubo que adecuar el viejo edificio. Según la prensa[7]

El ruinoso edificio de San Gerónimo ha sufrido una importante reforma colocándose diez camas con cuanto es necesario. También en el gran patio del edificio se han colocado varias tiendas de campaña para alojamiento de aquellos que así deba de hacerse.

y además,

En la estacion del Empalme hay unos treinta empleados para recoger los billetes y examinarlos con la mayor escrupulosidad dirigiendo á unos al lazareto, y á otros al salón de fumigadores á cargo del jóven médico Sr. García Montes, cuyo celo y atenciones con los viajeros, todos alaban.

Poco a poco, el edificio se fue llenando de personas provenientes de las zonas donde la epidemia estaba haciendo estragos. Civiles y militares, trabajadores y burgueses, terminaban ingresados en San Jerónimo, no sin conflictos y fugas.

Como lo sucedido a principios de julio:

-Viageros.- Segun la prensa de Sevilla, muchos de los que llegan á aquella capital procedentes de puntos infestados, se resisten á ser conducidos al lazareto de San Gerónimo teniendo que intervenir las fuerzas de guardia civil y de órden público para hacerles cumplir lo dispuesto. Un soldado licenciado, que llegaba de Valencia, se arrojó del coche antes de parar y partió á todo correr, siendo detenido en la Algaba por la guardia civil, que lo condujo al lazareto.[8]

Otro caso fue el producido en un tren procedente de Valencia.

Antes de ayer, con direccion a Sevilla una familia procedente de Valencia, y al llegar á la estacion de Santa Cruz de Mudela, uno de los individuos que la componían fué atacado del cólera fulminante, falleciendo al poco tiempo.

Este hecho, produjo, como era natural, gran confusión y alboroto entre los pasajeros, á quienes la empresa logró tranquilizar separando del tren el coche donde habia muerto el colérico.

Un caballero delegado de Hacienda que acompañaba á aquel en su viaje logró burlar la vigilancia en la estacion del Empalme para librarse de fumigaciones y detencion en el lazareto, llegando sin novedad á la estacion de la plaza de Armas, donde averiguada su procedencia y demás circunstancias de su viaje, fué conducido inmediatamente al lazareto de San Gerónimo y allí se encuentra en la actualidad purgando la oportuna cuarentena.[9]

Esta férrea política de cuarentena no se limitaba a las clases populares, sino que afectaba por igual a la alta burguesía y la aristocracia, como por ejemplo lo sucedido en julio de 1885, y que fue recogido por el Diario Meridional[10]:

Escándalo.- En Sevilla ha habido un escándalo mayúsculo al regresar en el tren del ferro-carril las familias que habian trasladado su residencia á Puerto-Real durante la estacion del estio.

El Alcalde Sr. Hoyos mandó que el tren siguiera hasta la estacion del empalme y desde alli irian los viageros al lazareto.

Lo que ocurrió luego que los bañistas se enteraron del sitio que les destinaban no es para decirio.

Todos gritaban y amenazaban al señor Hoyos. Pero este con una entereza digno de elgohio dispuso se ejecutara lo mandado y así se hizo, poniéndose el tren en marcha con direccion al Empalme.

Una vez en aquella estacion ocurrió un incidente entre el señor Hoyos y una persona muy conocida marido de una de las viajeras, dando por resultado que el Sr. Hoyos lo entregara á la policia para que lo condujera al gobierno civil en calidad de detenido.

Aquella misma noche fué puesto en libertad.

Todas las familias fueron conducidas al lazareto de San Gerónimo, guardándoseles las consideraciones y atenciones que merecían.

El alto número de ingresos obligó a incorporar al cortijo de Tercia en el proceso de cuarentena, tras el ofrecimiento a título gratuito de los señores Benjumea, a donde se trasladaban las personas que llevaban dos o tres días de observación en San Jerónimo, y separar de forma debida estos casos de los nuevos ingresos[11].

El conservador José María de Hoyos Hurtado, al Alcalde de Sevilla de 1879 a 1880 y de 1882 a 1887, fue el héroe de todo aquel proceso de cuarentena por su firmeza, que le llevaría a enfrentarse al Gobierno de la nación, y liderar lo que la prensa madrileña llamó despectivamente el “cantonalismo sanitario sevillano”.

Y es que la firme defensa de la política cuarentena del gobierno conservador de Cánovas del Castillo, liderada por el ministro Romero Robledo, provocó durante 1884 y 1885 la oposición de liberales y la prensa no gubernamental, no tanto por la estrategia aislacionista, sino por “la brutalidad con que algunas veces se practica el aislamiento total, provocando desabastecimientos de mercados, parálisis de la industria y de la vida económica de la nación, con las consiguientes secuelas de pobreza y hambre, sin conseguir retener a los gérmenes en sus focos de orígenes[12].

También provoco la oposición de las grandes empresas capitalistas del país, especialmente las ferroviarias, por los efectos negativos que cordones sanitarios y lazaretos provocaban en las cuentas de las compañías.

Esta oposición llevó finalmente a la dimisión de Romero Robledo el 12 de junio de 1885, y el nombramiento como ministro a Fernández Villaverde, gobernador civil de Madrid, quien puso fin a una política que había provocado la parálisis del comercio y las enormes pérdidas de las compañías de ferrocarriles[13].

La nueva política del gobierno de Cánovas, del Partido Conservador Liberal, encontró sorprendentemente la oposición de las autoridades locales del mismo partido, como en Sevilla. Si la prensa madrileña apoyó sin fisura la nueva estrategia de levantar los cordones sanitarios y cerrar los lazaretos, la sevillana se opuso frontalmente, por lo que a la disputa política se unió el debate mediático entre ambas posturas.

En Sevilla, el cambio de ministro y política no afectó a la determinación de las autoridades locales, encabezada por el alcalde de Hoyos. Como recogía el Diario de Córdoba en su edición del 30 de julio de 1885, en relación a la decisión de las autoridades de Sevilla de “sujetar á observación facultativa á todo viagero que intente entrar, sea cual fuese su procedencia” que “Todo esto será grave, pero lo mas grave es moririse[14].

A la firme oposición del alcalde Hoyos se unía la de destacados partidarios del Partido Conservador Liberal, gran parte de la burguesía de la ciudad, la del Capitán General de Andalucía, General Polavieja, y la prensa local, especialmente del periódico republicano-federalista La Andalucía, que azuzaba la cruzada contra la política del Gobierno central,

Ante la llegada del nuevo gobernador civil, La Andalucía no dudó en persuadir a los sevillanos para que todos defendiesen el actual sistema cuarentenario, independientemente de sus ideas políticas, no colaborasen con el nuevo gobernador civil y para que hiciesen el boicot a la prensa madrileña[15].

El 27 de julio de 1885 envió el ministro Fernández Villaverde un telegrama al Ayuntamiento sevillano pidiendo que se suprimiese la observación de San Jerónimo y que hubiera libertad de ir y venir entre Sevilla y los puntos apestados, respondiendo la corporación municipal su disposición de dimitir en masa del Ayuntamiento y de la Diputación provincial, la renuncia de sus cargos de los Senadores y Diputados a Cortes, del gobernador civil interino y de las juntas provincial y local de Sanidad, si el ministro persistía en sus intenciones[16].

Pero ni desde el Gobierno, ni desde la prensa madrileña se iba a permitir que Sevilla no acatara las nuevas instrucciones de cerrar el lazareto de San Jerónimo.

El Serpis, en su edición del 2 de agosto de 1885[17], lo recogía así:

La cuestion de los lazaretos y cordones se empeora con las noticias que llegan de Sevilla y Málaga. Ni los ayuntamientos ni el vecindario de ambas capitales, se muestran propicios á ceder en este asunto, que juzgan vital; pero como el gabinete que preside el señor Cánovas tampoco quiere modificar su criterio sanitario, y en este sentido lleva instrucciones el nuevo gobernador de Sevilla, señor Alcazar, resulta que la situacion no puede ser más tirante y que ó esas corporaciones ceden ó dimiten, si es que las cosas no toman un cariz mas grave, como temen algunos, y tenemos motines, asonadas, etc.

Y es que el gobernador Alcázar había sido nombrado con el objetivo de imponer el criterio ministerial a las autoridades locales, para lo cual tuvo que dedicar todas sus dotes de persuasión ante un ayuntamiento y una ciudadanía firmemente convencida de la necesidad del aislamiento que hasta la fecha había conseguido que en Sevilla no se hubiera dado ni un caso de cólera morbo asiático.

La llegada del sr. Alcázar fue sin duda todo un ejemplo de diplomacia. Primero, al llegar en tren desde Madrid, no sólo se sometió en la estación del Empalme a las medidas impuestas por las autoridades locales, sino que “Inmediatamente que llegó solicitó ser fumigado, asi como su equipaje” manifestando más tarde que “Tachó de insuficientes las fumigaciones del Empalme, afirmando que habia indicado ya al médico que aquella estacion la fórmula para que surtiera buen efecto la fumigacion[18].

Posteriormente realizó unas declaraciones a los periodistas que habían acudido a la estación del Empalme, buscando la complicidad de los mismos como colega de profesión, ya que “si en Murcia habia cumplido con su deber hasta el estremo de merecer los elogios de la prensa de España, que le ha encumbrado y enaltecido, solo le habia inspirado semejante conducta el recuerdo de la prensa periódica, de la que era hijo

Esta declaración consiguió su objetivo, ya que la prensa declaró que “causo grata impresion en los periodistas”.

Otro de sus objetivos era tranquilizar a las autoridades y a la población, opuesta a las instrucciones que llevaba el gobernador de acabar con las medidas aislacionistas:

Respecto á las sospechas que puedieran abrigarse de su venida á esta ciudad, declaró el señor Alcázar que habia visto con agrado las enérgicas medidas adoptadas por las autoridades para prevenir la invasion del cólera, añadiendo que por su parte está dispuesto á secundar esas medidas, centuplicándolas y hasta poniendo en vigor todas aquellas que prescribe la ciencia y las conveniencias locales.

Pero la oposición a las nuevas medidas del Gobierno tenía en Sevilla una curiosa brigada, compuestas por mujeres de lo más granado de la sociedad sevillana:

Al llegar ayer el Sr. Alcázar al gobierno civil se encontró con que le esperaban en el patio de su casa más de ochenta damas de nuestra aristocracia, que le manifestaron la conveniencia para Sevilla de estremar la vigilancia y las precauciones sanitarias, para evitar el contagio del cólera.

El Sr. Alcázar estuvo muy atento y galante con las señoras, asegurándolas que por su parte nada les podia negar y que sus deseos serian cumplidos.

Porque no eran damas cualquieras, ya que el grupo lo integraban, entre otras, las Condesa de Casa-Segovia; Concepcion Medina de Benjumea; Manuela de Medina; Dolores Barreda de Maestre; Carmen Melendez; Marquesa de la Motilla; Carmen Canaleta, viuda de Cämara; Salvadora Meléndez; Dolores de Medina; Marquesa de Marchelina; Trinidad Desmaissieres, viuda de García Pérez: Josefa Bonaplata de Escalera; Cecilia Pereira de Romero Valvidares; Matilde Martin, viuda de Cortés; Marquesa de Torrenueva; Manuela de Vazquez Ternero; Cármen Fuentes, viuda de Jimenez; Esperanza Gallego de Berrozobal; Elisa Segovia de Arcos; Josefa Santa Cruz de Plasencia; Antonia Leon, viuda de Armero, entre otras[19].

Inmediatamente después, se reunión la Junta de Sanidad, en la que “hubo gran debate en el cual el Sr. Hoyos mantenía resueltamente el actual estado de cosas mostrándose dispuesto á todo antes de consentir en que desapareciese la observacion de San Gerónimo”. Cuando las cosas iban agravándose “surgió la idea de una transaccion á lo que se prestó desde luego el gobernador. Para redactar una fórmula nombrándose los Sres. Hoyos, alcalde presidente, Rivera y Ramos, director de la Escuela de Medicina, y á los Doctores Moreno é Infanzon[20].

La fórmula consensuada fue la siguiente:

1.º Que los individuos que procedan de puntos infestados, en cuyo viaje hayan invertido más de un dia y que despues de observados minuciosamente, y teniendo en cuenta de sus antecedentes históricos, no presenten el menor inicio de enfermedad sospechosa, deberán ser sometidos á tres dias de obervacion, tomando luego nota de sus domicilios para que los facultativos que al efecto se designen, los inspeccionen durante dos dias en sus propias casas.

2.º Que aquellos otros individuos que no ofrezcan las garantías de salud apetecidas, á juicio del médico encargado de la inspeccion, deberán sujetarse á una observacion de cinco á siete dias.

3.º Que todos los equipages y todas las mercancías de procedencia infestada ó sospechosa, deben ser sometidos á la cámara de calor.

Pero desde Madrid, la prensa interpretó este acuerdo como parte de la debilidad del Gobierno de Cánovas para imponer en todo el Estado su política anti-aislacionista, ya que “á pesar de, haber ido á Sevilla el señor Alcázar, con instrucciones severas, y á pesar, por último de las ordenes que á cada hora trasmite á sus subordinados el ministro de la Gobernacion, ni han desaparecido los lazaretos de Sevilla y Málaga ni han cesado los cordones de Albacete, Guadalajara, Cadiz, Castellon, Navarra y otra infinidad de provincias, en donde siguen acatando, pero dejando de cumplir, los mandatos del señor Villaverde” denunciando que “En Sevilla, por ejemplo, lo único que se ha conseguido hasta ahora ha sido rebajar el periodo cuarantenario á dos dias, con fumigaciones para los individuos procedentes de puntos no infestados; pero las procedencias sucias irán como antes al ex convento de San Gerónimo, hasta que se limpien[21].

Días después, la prensa madrileña publicaba que “Respecto al lazareto de Sevilla continúan siendo contradictorias las noticias que dan Gobernacion, pues mientras en dicho centro aseguran que la citada medida preventiva ha cesado, los periódicos llegados hoy de aquella capital covenian que, procedentes de puntos infestados, hay ya en la nueva casa de observacion noventa y tantos viajeros. Ciertos oposicionistas decían esta tarde, ocupándose de este mismo asunto, que hasta ahora el derrotado en Sevilla ha sido el señor Villaverde, porque si bien es verdad que ya no existe el lazareto de San Gerónimo, en cambio se ha creado la Casa de observacion, y tanto monta[22].

Pero el precario acuerdo saltó por los aires, cuando el gobernador Alcázar ordenó que se permitiese el acceso a Sevilla de una familia numerosa de Madrid, a los cuales el médico de sanidad de la estación del Empalme había ordenado que fuera trasladada a la “casa de Observación” por presentar síntomas poco satisfactorios[23].

Días después, el 13 de agosto, reunido el pleno municipal, dimitieron treinta y cuatro de los treinta y siete concejales que componían el Ayuntamiento, lo que provocó una gran manifestación espontánea de apoyo al alcalde por parte de la ciudadanía y de rechazo al Gobierno de la nación.

En los días siguientes dimitieron los miembros de la Diputación Provincial, las Junta Municipal y Provincial de Sanidad, los alcalde de los barrios de Sevilla, e incluso las Juntas parroquiales de beneficencia[24].

La situación política y social no mejoró a lo largo del mes de agosto, manteniéndose el rechazo frontal contra las medidas del Gobierno central, lo que, unido a la presión de La Andalucía, llevó finalmente a la dimisión del gobernador Alcázar el 18 de septiembre de 1885.

A partir de agosto, la epidemia fue remitiendo, y con ella las medidas se fueron flexibilizando en los meses siguientes, pero sin desaparecer, ya que en el otoño de 1885 aún se procedían a desinfectar a los viajeros procediendo de las zonas afectadas por el cólera morbo asiático. Así lo describió el diario Crónica Meridional en su edición del 6 de octubre de 1885[25]:

El viajero que procede de punto infestado, despues de una fumigacion es conducido al ex – convento de San Jerónimo, en cuyo extenso patio hay instaladas una porcion de barracas, con una ó dos camas cada una.

Casa pasajero, sin distincion de sexo, es conducido á su respectiva celda y alli obligan á ponerse en …. traje de baño, pero sin trusa ni peinador, despues de lo cual se mete en la cama, previamente fumigada esperando hasta que le devuelven la ropa que, con exclusion del sombrero y los zapatos, se llevada á la cámara de caleccion, donde la dejan por espacio de media hora.

Despues de este un profesor facultativo inspecciona detenidamente á los viajeros, y éstos, reaccionados ya, por virtud del calor dado á la ropa, del frio que pasaran al desnudarse, quedan en libertad de entrar en Sevilla.

La epidemia de cólera morbo asiático de 1884 y 1885 tuvo políticamente una consecuencia imprevista, la de forjar un frente anti-centralista desde el campo conservador. Esta división de los conservadores liberales de Cánovas, entre Madrid, pendiente de los intereses de las grandes empresas, especialmente ferroviarias de capital nacional e internacional, y locales, vinculados a los intereses provinciales, fue aprovechada por el periódico republicano-federalista La Andalucía, para fortalecer un nuevo cantonalismo sevillano y fomentar la unión con el cantonalismo malagueño, también fuertemente anclado en el frente antigubernamental[26].

Si el cantón sevillano de 1873 había nacido dentro del movimiento republicano-federalista, el cantón sanitario sevillano de 1885 nació en el campo conservador liberal, lo que podría haber derivado en un movimiento regionalista conservador, al estilo del regionalismo catalán. Pero la realidad política, social y económica de Andalucía se impuso, y hubo que esperar treinta años para que Blas Infante pronunciara en el Ateneo Sevillano su memorable discurso titulad “El Ideal Andaluz” y se iniciara un nuevo ciclo regionalista en Andalucía.




[1] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral.
[2] Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España en 1º de enero de 1888 [Texto impreso] / formado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Instituto Geográfico y Estadístico (España)
[3] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXV Número 10352 - 1884 julio 30
[4] La Palma: Diario de avisos, mercantil, industrial, agrícola y literario: Número 10410 - 1884 septiembre 11
[5] Ante los temores del cólera, el ayuntamiento de esta ciudad ha resuelto establecer nuevamente el lazareto en el ex convenio de San Gerónimo. Tenemos entendido que en el edificio de Capuchinos se habilitará un local para los médicos procedentes de puntos infestados, que lleguen á esta capital. El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8961 - 1885 junio 12
[6] --- Cámaras del calor.—Ya se están usando estas para desinfectar las materias contumaces en el ex convento de San Gerónimo de Sevilla. Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10665 - 26 Junio 1885
[7] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8978 - 1885 julio 3
[8] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10675 - 07 Julio 1885
[9] La Verdad: diario de la mañana: Año III Número 737 - 1885 julio 10
[10] Crónica Meridional: diario liberal independiente y de intereses generales: Año XXVI Número 7603 - 1885 julio 25
[11] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 8996 - 1885 julio 24
[12] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 394.
[13] Se calculó que las compañías ferroviarias habían ingresado durante el mes de agosto de 1885, cinco millones de pesetas menos que en agosto de 1884. Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10759 - 02 Octubre 1885. Pág. 3.
[14] Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXVI Número 10697 - 30 Julio 1885
[15] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 433.
[16] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 430.
[17] El Serpis: periódico de la mañana: Año VIII Número 2246 - 1885 agosto 2
[18] La Correspondencia de España: diario universal de noticias: Año XXXVI Número 9995 - 1885 agosto 3. Pág. 2.
[19] Esta relación corresponde a las firmas recogidas para el envío de un telegrama a la Reina María Cristina pidiendo el favor real para el mantenimiento de las medidas aislacionistas y que no llegó a mandarse, “en virtud de las seguridades dadas por el Sr. Alcázar, de no alterar las medidas sanitarias establecidas en la poblacion y velar en cuento le sea posible por su más rigurosa observancia”. La Correspondencia de España: diario universal de noticias: Año XXXVI Número 9995 - 1885 agosto 3. Pág. 2
[20] El Guadalete: periódico político y literario: Año XXXI Número 9005 - 1885 agosto 4. Pág. 1.
[21] El liberal: órgano democrático de la isla de Menorca: Año 5 Número 1231 Edición - 1885 agosto 6. Pág. 2.
[22] El Serpis: periódico de la mañana: Año VIII Número 2250 - 1885 agosto 7. Pág. 7.
[23] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 436.
[24] Manuel Ángel Calvo Calvo. El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885. Tesis Doctoral. Pág. 438.
[25] Crónica Meridional: diario liberal independiente y de intereses generales: Año XXVI Número 7662 - 1885 octubre 6. Pág. 3.
[26] Esta es una de las conclusiones de Manuel Ángel Calvo Calvo en su tesis doctoral El Universal. Diario Político y el cantonalismo sanitario sevillano de 1885.