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jueves, 11 de junio de 2009

Lo ¿malo? de ser muy listo

A la gente no le preocupa si Camps o yo somos culpabres”. Carlos Fabra.

Medios de toda solvencia (El MUNDO, PÚBLICO, etc.) se hacían eco de la noticia de la Agencia EFE, según la cual Carlos Fabra. Presidente del PP de Castellón, declaró el pasado lunes 8 de junio que “la gente es muy lista” para a renglón seguido afirmar “a la gente no le preocupa si Camps o yo somos culpables”.

Sin que sirva de precedente, debo afirmar que comparto ambos extremos. La gente, los ciudadanos en general son listos. Posiblemente no individualmente, pero sí colectivamente. Y esto lo hemos comprobado a lo largo de la corta historia democrática de la España actual. Elegir a Adolfo Suarez en las primeras elecciones generales era la decisión más “lista”, elegir a Felipe González en 1982 también. Como sustituirlo en 1996 por José María Aznar. Y, evidentemente, optar por José Luis Rodríguez Zapatero en vez de Mariano Rajoy en 2004 y 2008.

Y, parece evidente, a los y las votantes del PP en general, y a los de Madrid y la Comunidad Valenciana en particular, no les ha preocupado si Camps, Fabra o Aguirre son culpables de cualquier delito. Si bien es cierto que ninguno se presentaba a las elecciones europeas, todos, propios y extraños, han entendido el aumento del voto en ambas comunidades autónomas en favor del PP como una “absolución” popular (y nunca mejor dicho) de las acusaciones que varios juzgados siguen contra dirigentes del Partido Popular. Y parece casi imposible que algún votante que eligiera la papeleta de la gaviota no fuera consciente de ello.

La interpretación de la dirigencia del PP del apoyo obtenico como indulto a sus posibles conductas delictivas, los acerca a los principios morales de Hugo Chavez, Silvio Berlusconi y Vladimir Putin. Y lo que es peor, al “absolver” plebiscitariamente a los imputados judicialmente, el votante del PP ha unido su dignidad moral al destino penal de los mismos. Si finalmente Camps o Fabra son declarados culpables, la condena moral se extenderá a aquellos que los absolvieron con sus votos.

Y como dice Fabra, y yo comparto, son muy listos: no podrán alegar ignorancia o desconocimiento. Y para la moral colectiva española, esto es trágico, tanto como la anuencia del pueblo alemán con el régimen nazi.