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miércoles, 5 de agosto de 2020

Tres puntualizaciones sobre la supuesta expatriación de Juan Carlos de Borbón.


Con natural regocijo ha sido celebrada por la izquierda, en la que me identifico, la huida del país del hasta hace poco jefe del Estado, acosado por las filtraciones periodísticas que dibujan un pasado mafioso.

Pero ante este cachondeo general me gustaría hacer tres puntualizaciones que creo importantes.

Primera puntualización.

No nos engañemos. Las noticias que vienen apareciendo en los últimos años sobre el ex jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, tienen un origen muy claro: las cloacas del estado y la prensa de las derechas.

El ex comisario Villarejo y periódicos de ultraderecha y derecha han sido los que han contribuido para que estas informaciones sean de conocimiento público.

Por esto, desde la izquierda no debemos sentirnos nada satisfechos. Si la monarquía cae no será gracias a la pedagogía republicana sino a las miserias del propio régimen.

Segunda puntualización.

Si hoy escuchamos determinadas grabaciones, es porque la jefatura del Estado y el Gobierno de la Nación no han cedido a chantajes. Las grabaciones de Corina Larsen solo puede enmarcarse en el interés de una persona de tener buenas bazas en una futura negociación. Que hoy las escuchemos es prueba que esas bazas no sirvieron para conseguir su objetivo.

Por lo tanto, la audición de las cintas que tanto escandalizan, son la prueba de una de las pocas virtudes de la monarquía de 1975.

Tercera puntualización.

Hay un republicanismo social, emocional, que suele renovarse en estos momentos de crisis de la monarquía. Y eso está bien. Pero el republicanismo solo será útil para nuestro país si adquiere un carácter político, racional.

Construir la III República solo sobre emociones es el camino seguro para su fracaso político.

Coda.

Como republicano, pienso como Manuel Azaña que La República no puede surgir como un mal menor, originado en la podredumbre y corrupción de un régimen, sino como criatura de nuestra energía, fecunda y activa, segura de sí misma.

Si la III República llegara gracias a las grabaciones de Corina Larsen me llevará a exclamar, parafraseando a Ortega y Gasset, ¡No era esto, no era esto!


domingo, 24 de enero de 2016

Gimeno, Bescansa y el feminismo de las nuevas generaciones


Recientemente, Beatriz Gimeno ha publicado un interesante artículo en el magazin on-line Pikara titulado “El bebé de Bescansa, elfeminismo y la nueva política” que aporta un novedoso enfoque sobre un tema que ha hecho correr ríos de tinta (o en la new age, ríos de bit) en el seno del feminismo español.

Un artículo (cuya lectura es muy recomendable), que viene a plantear una hipótesis valiente: la existencia de un nuevo feminismo, más vital, que ha superado el feminismo más vinculado a la tradición de aquellas mujeres de la generación de la propia Gimeno.

Así, afirma que “Las feministas que criticaron el gesto de Bescansa pertenecen a otra tradición feminista que, en parte, está ligada también a otra generación (la mía, por cierto) que ha dado mucho al feminismo pero que si no mira alrededor con curiosidad y ganas de aprender y, sobre todo, de escuchar, corre el riesgo de quedarse completamente al margen”.

Gimeno es un referente de la lucha feminista en nuestro país, y cuya solvencia intelectual y compromiso social por la igualdad llevó al movimiento andaluz de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intergénero (LGTBTI) a concederle el premio Adriano Antinoo en 2012.

Esta es una de las razones por la que para el movimiento LGTBI al que pertenezco, y que se define como feminista, la valiente afirmación es muy importante. Porque efectivamente, si el feminismo no es capaz de trascender sus propios paradigmas para ajustarlos a la realidad social corre el riesgo de terminar como el liberalismo, una teoría venerable secuestrada por los intereses espurios de una minoría que la utiliza para fundamentar sus prejuicios de clase.

Un ejemplo lo tenemos en el rechazo numantino, de ese mismo feminismo generacional al que pertenece Gimeno, de la gestación subrogada. El manifiesto “No somos vasijas” está inspirado en el eje de las críticas feministas hacia Bescansa, que Gimeno cuestiona porque “el feminismo se mueve al ritmo de las vidas de las mujeres”.

En su artículo, Gimeno aclara que “Lo primero que hice antes de ponerme a escribir este artículo fue realizar una mini encuesta en mi trabajo a mis compañeras diputadas y a las trabajadoras del Grupo Parlamentario” sorprendiéndole que “Las jóvenes a las que he preguntado crecieron sabiendo que no tenían que ser madres si no querían, que tenían que estudiar, que formarse, y que tenían que conseguir un trabajo remunerado sin el cual no hay igualdad ni tampoco hipoteca posible. Y con lo que se han encontrado es con lo que de sobra conocemos; que en realidad no pueden ser madres (ni padres) aunque quieran”.

Por eso, invito a Beatriz Gimeno que se cuestione también sus paradigmas en relación a la gestación subrogada. Que salga a la calle y pregunte a mujeres jóvenes que pueden ser madres pero que han crecido sabiendo que no tienen por qué serlo si no quieren, si están dispuestas a realizar el generoso acto de solidaridad en favor de otras mujeres y parejas mediante la gestación subrogada.

El rechazo frontal hacia una técnica reproductiva como la gestación subrogada no sólo niega el derecho subjetivo de mujeres y hombres a ser madres y padres, sino que también el derecho objetivo a la autonomía de las mujeres para decidir sobre su cuerpo en relación a un acto de generosidad, como la donación de óvulos, órganos y sangre.

Es comprensible la prevención del feminismo generacional de Gimeno hacia una técnica reproductiva que rompe los esquemas preconcebidos. Un sólido análisis elaborado durante décadas lleva a la convicción de que, como en el caso de la selva, haga el hombre el amor o la guerra, siempre terminan perdiendo las mujeres.

Pero como ha escrito Gimeno, si ese feminismo no "mira alrededor con curiosidad y ganas de aprender y, sobre todo, de escuchar, corre el riesgo de quedarse completamente al margen".Y estoy convencido que ese camino ya se está recorriendo con el rechazo visceral hacia la gestación subrogada.

domingo, 26 de abril de 2015

Rodrigo Rato, o el paradigma español de la degradación del mito



Lo de Rodrigo Rato se veía venir. Bueno, si hay que ser sincero, lo que se veía venir era que la dirigencia del PP, al recuperar el control de las instituciones, lo ejercería como ha estado acostumbrada.

Y es que la actual dirigencia del partido del gobierno son los descendientes o allegados de esa clase plutocrática que a lo largo de los últimos doscientos años, tras la caída del absolutismo y su aristocracia y la emergencia del liberalismo y su burguesía, ha ido colonizando el poder en España gracias al comercio de esclavos, el contrabando, el uso interesado de los monopolios y la rapiña durante la Desamortización, Es decir, en términos generales, la burguesía española se ha convertido en estos dos siglos en una clase parasitaria sin ningunos de los valores de la burguesía de otros países (emprendimiento, asunción de riesgo, innovación)

Y de esta clase parasitaria se nutrió los altos funcionarios del Estado. Porque al contrario de cierta ensoñación interesada (que describen un pasado no demasiado lejano donde la alta administración del Estado, gracias al funcionariado, estaba regida por hombres capaces y honrados), históricamente la Administración española ha estado ocupada por los más mediocres de la burguesía, que conseguían sus plazas en propiedad por un sistema clientelar y corrupto que les aseguraba verdaderas regalías a las que por su intelecto y capacidad nunca podrían alcanzar.

Pero si a mí personalmente no me sorprende que el PP atesore entre sus cuadros a verdaderas bandas de saqueadores (que tanto recuerda el comportamiento de los vencedores de la Guerra Civil española) sí me fascina en cambio la reacción popular hacia aquellos que, contra cualquier sentido racional, habían sido encumbrados a las más altas esferas de la mitología patria.

Rodrigo Rato siempre ha sido un mediocre: como empresario (se afirma que arruinó las empresas familiares) y como político. Por eso, desde sus primeros panegíricos, me extrañó la fama alcanzada, y que muchos afirmaban que era debida a haber salvado a España con Aznar, y ser el artífice del milagro de aquellos años. Y la culminación de esta extrañeza llegó cuando fue investido Doctor Honoris Causa (¿qué causa? ¿en base a qué honor?) por la Universidad Rey Juan Carlos, el centro académico de cabecera del PP madrileño, usado y abusado sin rubor por las élites conservadoras.

Claro que en un comportamiento público típicamente español, ahora andan como locos recogiendo firmas para quitarle a Rodrigo su doctorado.

En otros post de este blog, creo que a propósito de Juan Ignacio Zoido (otro ídolo que está a punto de ser arrastrado por el fango del odio popular sevillano), he recordado la anécdota (posiblemente falsa) sobre Alfonso XII a su entrada en la capital tras el exilio. La web Segunda República la refiere así: Viendo Alfonso a unas mozas muy bullangueras, que se ganaban la vida en el mercado de la Plaza de la Cebada, cedió a su instinto político y se acercó caracoleando para agradecerles sus vítores. «¡Más gritábamos cuando echamos a la puta de tu madre!», le explicó una moza enardecida.

En España pasamos de encumbrar a nuestros mitos tan rápidamente como los destruimos y enfangamos. Porque la degradación pública de Rato, ese deseo de ver arrastrado por el lodo de la historia a quien no hace mucho andaba encumbrado por las multitudes, es una constante de la historia española. Cada época tiene sus ídolos y sus mártires, sus prohombres y sus héroes, y en una muestra del hecho diferencial español, a veces aparecen y desaparecen como el Guadiana. Desde luego ese encumbrar y derribar es tan agotador como desagradable.

Un caso realmente curioso lo tenemos en Sevilla, a propósito del pobre José de Letamendi Manjarrés, conocido popularmente como Doctor Letamendi. Este catedrático catalán, que lo fue de la Universidad de Barcelona y Central de Madrid (rebautizada durante el franquismo como Complutense), murió en 1897. Sevilla, siempre un poco retardada en esto de la modernidad, le dedicó en 1916, con los máximos honores, una calle, la antigua Correduría, con un vistoso acto y la colocación de una hermosa plana en el número 9 de dicha vía urbana, como nos recuerda la web Sevilla Desaparecida.

Menos de un siglo después, el ayuntamiento de la ciudad decidió que ya había gozado de la suficiente fama durante demasiado tiempo, así que procedió a eliminar su nombre de dicha calle a la que volvió a rotular con su anterior nombre de Correduría. Pero al tratarse de una corporación de las izquierdas, menos cainitas que las derechas, decidió que el doctor Letamendi al menos merecía el honor de un callejón frente al Instituto Anatómico Forense (vía en la que el único hecho reseñable es la de contar con una salida lateral del supermercado Mercadona de la calle Don Fadrique). Parece que los años han empalidecido, pero no hecho desaparecer, su fama de médico humanista, a la par que poeta, músico, sociólogo, político, economista, literato, etc.

Decía que el caso de la calle Doctor Letamendi de Sevilla era curioso, pero no único ni el más sangrante. La calle Larios de Málaga, por ejemplo, ha pasado sus pocos más de cien años de existencia, cambiando de nombre como quien cambia de traje (de Larios a Pablo Iglesias, para luego mutar en José Antonio y recuperar finalmente su nombre inicial), o la plaza de San Francisco de Sevilla, que en los últimos dos siglos ha disfrutado de los nombres de Plaza de la Constitución, Real de Fernando VII, del Rey, de Isabel II, de la Libertad y de la Falange Española.

Hace años comprendí este carácter tan español, cuando el autor de mis días me advirtió de lo vano del deseo de pasar a la posteridad. Mientras me hablaba de ello paseando por los alrededores de la antigua estación ferroviaria de Málaga, me señaló la hermosa placa de mármol, llena de mugre por la contaminación y el abandono, que mostraba el rótulo de la calle Héroe de Sostoa sobre una fachada de ladrillo, igualmente sucia, del asilo de las Hermanitas de la Caridad. Esto es lo que puede esperarse en el mejor de los casos: una placa llena de mugre.

Mucho después, leí en el Diario Sur que nadie tenía claro el beneficiario de tal honor, ya que se ignoraba si se trataba de un héroe llamado Sostoa, o unos héroes de la batalla de Sostoa. Parece ser que finalmente se dedicó a tal Tomás Sostoa Achúcarro, nacido en Uruguay y fallecido en Málaga, a propuesta del consulado de dicho país sin que quede constancia histórica sobre su supuesta heroicidad, aparentemente alcanzada durante la Guerra de la Independencia americana.

Desde entonces ha ido creciendo en mí la prevención hacia el reconocimiento de mis paisanos. Y por si algún día hago algo, dios no lo quiera, que me haga merecedor de pasar a los libros de historia, bajo ningún concepto aceptaré un doctorado honoris causa ni una calle. En todo caso, solo aceptaré una buena mariscada.
             
Y que luego me quiten lo bailao.

domingo, 19 de abril de 2015

Andalucía, ahora ¿qué?



Cuando escucho, o pienso, plantear hipótesis sobre lo que va o ocurrir en el futuro, especialmente en cuestiones políticas, siempre me acuerdo de la infeliz pitonisa parisina, de gran éxito entre la alta burguesía de la Belle Epoque,  de la que nos habla Guy Bechtel en su libro  Los Grandes libros misteriosos (Plaza y Janés, 1977). Este autor, a la hora de analizar los libros proféticos, recordaba el pronóstico de la adivinadora publicado por un periódico de la capital francesa en los primeros días de la Gran Guerra, en el que afirmaba que la misma duraría apenas unos meses y terminaría con la entrada triunfal de las tropas galas en un Berlín derrotado y humillado. Bechtel nos advierte que la mayoría de las proyecciones o adivinaciones, son más útiles para saber lo que piensa la persona que las emite que para conocer el futuro.

Por eso siento mucho pudor de aventurar escenarios, especialmente los políticos. Pero una mezcla de narcisismo (por aquello de poder decir “ya lo dije”) como necesidad de ordenar ideas, me ha animado a escribir este post sobre lo que puede ocurrir políticamente en Andalucía en los próximos meses tras las elecciones autonómicas del 22 de marzo, en el que intentaré separar mi análisis de lo que creo que sería la estrategia oportuna de los distintos partidos y de lo que me gustaría que pasara.

El mantenimiento de parlamentarios por parte del PSOE respecto a 2012, que no de votos, y el pinchazo de las expectativas de PP y PODEMOS, noqueó a los que esperaban un descalabro de los socialistas y la euforia de quienes lo temían. Pero pasadas algunas semanas, la realidad se impone, y el panorama se antoja mucho más complejo de lo muchos pensaron la misma noche de las elecciones.

La primera pregunta a responder sería si Susana Díaz acertó o no en disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, habida cuenta que disponía de una mayoría más o menos estable y un presupuesto para el año 2015. Soy de la opinión que la convocatoria fue un coctel en el que se mezclaban muchos factores, de interés general y particular, de cálculo electoral pero también de estabilidad.

El discurso que cuestionaba la legitimidad de la presidenta, al no ser el PSOE la fuerza más votada en 2012 y haber recibido la responsabilidad tras la dimisión de José Antonio Griñán, había calado no sólo entre gran parte del electorado socialista sino que percibo también había llegado a San Telmo. Además, la instrumentalización de la corrupción hacía necesaria visualizar la mayor ruptura, dentro de lo posible, con los gobiernos anteriores, ya que la gestión política diaria, y cualquier éxito de la misma, estaba lastrada por el pasado.

La estabilidad gubernamental dependía de una fuerza muy inestable, Izquierda Unida, cuya dirección en Andalucía estaba cuestionada constantemente en lo interno por la posición de la CUT y muchos militantes que había aceptado a las trágalas el referendo interno celebrado en su día, y las cada vez más evidentes maniobras de la dirección federal de IU, o una parte de ella, incómoda con el bipartito andaluz, que a tenor de lo expresado por la fuerza emergente PODEMOS, dificultaba cualquier confluencia con el PCE y sus socios.

A la postre se ha demostrado que este argumento era sólo parte de la estrategia de los de Iglesias y los suyos para socavar una de las fortalezas de IU (como se ha demostrado en los movimientos de confluencia para las municipales donde PODEMOS ha demostrado que su único interés es arrebatar espacio electoral y cuadros a IU, hecho que ha sido denunciado en los últimos días con gran enfado por Cayo Lara) pero que hasta marzo había calado en la federación de izquierdas, especialmente entre los más próximos a Alberto Gazón. Contra lo que sostienen muchos, especialmente desde IU, la consulta a las bases en verano sobre la continuidad del pacto, que tengo la convicción de que era una patada hacia delante de la dirección andaluza de IU que no reflejaba ninguna intención real de provocar la ruptura con el PSOE, colocaba a Susana Díaz es una de las posiciones políticas que menos le gusta: estar a merced de acontecimientos sobre los que no puede ejercer ninguna influencia.

El cálculo político de los beneficios y perjuicios de ser la primera o la última en enfrentarse a PODEMOS también creo que influyó en el ánimo de Susana Díaz a la hora de tomar una decisión.

Por último, también creo que pesó su intención de reforzar su papel dentro del PSOE (con su postulación o no a las primarias que se convocará en verano para elegir al candidato socialista), ya que su previsible victoria adquiriría mayor relevancia antes de una posible victoria de Pedro Sánchez que después. En estos momentos, el liderazgo electoral del PSOE es Susana Díaz, pero si se hubieran celebrado las elecciones en 2016 con Pedro Sánchez en la presidencia del gobierno, los mismos resultados, o incluso mejores, no tendrían la misma virtud en el corazón de la mayoría de los y las socialistas.

Estoy seguro que influyeron muchos más factores, algunos de los cuales nos iremos enterando en los próximos meses y años, y algunos de los cuales no nos enteraremos nunca. Pero el resultado de todo ello ha sido que los resultados del 22 de marzo han provocado una foto fija política, muy alejada de las expectativas de las fuerzas que concurrieron, por defecto en la mayoría de los casos, pero también por exceso en el caso de CIUDADANOS.

El PSOE ganó las elecciones, y repetir escaños, con la que está cayendo, ha sido todo un éxito, pero parece insatisfactorio si lo que se pretendía era rozar la mayoría absoluta. ¿Tenía la convicción Susana Díaz que podía rozar o superar los 50 escaños? No tengo información cierta, pero tengo la impresión de que sí podría creer que lo rozaría (¿49 era la cifra mágica?) pero que no lo superaría. Por lo tanto, su satisfacción el día de la noche electoral vendría más por saber el descalabro del anterior ganador, el PP y lo alejado que quedaba el PSOE del resto de fuerzas, que por haber alcanzado su objetivo.

El PP, PODEMOS e IU fueron los grandes perdedores, y eso suele llevar a dos estados emocionales, muchas veces no excluyentes: el decaimiento o la necesidad de venganza. Y en ello andan. El PP andaluz y su electorado se siente víctima de todos, de la dirección del Partido, del presidente del gobierno de la Nación, de una aviesa Susana Díaz, y de su propio candidato. PODEMOS, pero sobre todo parte de su militancia, habían caído en las fantasías de sus propios orgasmos demoscópicos aderezados convenientemente por las redes y ciertos medios de comunicación, que les llevó a soñar, más allá de cualquier elemento racional, en el sorpasso, quedando el partido de Teresa Rodríguez por delante del de Susana Díaz. Por ello, el magnífico resultado obtenido ha sabido a ceniza en el paladar de muchos de los suyos.

IU, por su parte, ha sido realmente la que más ha perdido en estas elecciones. Ni los favorables al pacto con el PSOE han salido satisfechos con la experiencia, ni los de la CUT, que apostaron desde el principio por  no suscribirlo y que antes de las elecciones habían abandonado IU, por más que posteriormente Sánchez Gordillo, tras ser menospreciado por los de PODEMOS, haya afirmado que se siente primo (esperemos que sea en el sentido familiar) de la federación de izquierdas. Y los 5 escaños alcanzados se antoja una verdadera tragedia a una formación que aspiraba a ser determinante en la nueva legislatura y que queda reducida a la nada porque ni siquiera Susana Díaz los necesita para convertirse en la primera presidenta electa andaluza.

Para mí, el único vencedor de las elecciones ha sido una fórmula exógena como CIUDADANOS, que con un candidato desconocido, un presidente impresentable como Albert Rivera, y un programa electoral claramente anti-autonomista, han conseguido 9 escaños. Tengo la convicción que en Andalucía la buena racha de este partido alcanzará su clímax en las elecciones municipales de mayo, pero que para las generales de noviembre ya se verá su declive.

He dejado escrito que este tipo de derrotas llevan al decaimiento o la venganza. Y parece que éste es el sentimiento que se ha impuesto en gran parte de las direcciones del PP e IU, menos en la de PODEMOS, pero sí entre su electorado: al enemigo, ni agua, parece ser el leitmotiv entre las bases y una parte significativa de los votantes de las tres formaciones.

Todos parecen coincidir que hasta después de las municipales del 24 de mayo ninguna fuerza se planteará su abstención en el Parlamento para facilitar la elección de presidenta a Susana Díaz.

Entre los favorables a PODEMOS e IU parece cundir la convicción, que sería la profecía auto-cumplida promovida desde sus filas, que la responsabilidad de Estado del PP o el pacto secreto entre PP y PSOE de apoyarse mutuamente en Sevilla y Madrid, llevará a los conservadores-liberales (¡que engendro conceptual!) a abstenerse antes o después, de forma que se evite la repetición de elecciones.

Para los que hayan tenido la preocupación de analizar la trayectoria de Susana Díaz desde sus tiempos de Juventudes Socialistas, la lideresa andaluza del PSOE ha demostrado una gran capacidad de llegar a acuerdos incluso desde posiciones antagónicas, pero sobre todo para ganar en los escenarios más complicados. Como dicen un líder sevillano del PSOE, “se enfrenten quienes se enfrenten, al final siempre gana Susana”.

Pero esta vez creo que Susana Díaz no sólo tiene pocas cosas que ofrecer para llegar al pacto, sino que además puede tener un interés sincero de no llegar a él. Todos parecen dar por hecho que la repetición de las elecciones es un mal escenario para Andalucía pero que es inevitable.

¿Qué gana o pierde el PSOE de Susana Díaz si no consigue que algunas de los grupos relevantes (todos menos IU) se nieguen a abstenerse en las votaciones de investidura y se tiene que convocar elecciones? En el día a día hasta la nueva cita electoral gana más que pierde: con un presupuesto aprobado y la excusa de la ingobernabilidad, puede mantener sus estructuras gubernamentales durante seis meses más (es decir, sus cuadros, asesores, etc.), seguir usando el presupuesto sin control parlamentario y desarrollando políticas sociales en un entorno económico más favorablemente que le permite gastar más en sanidad, educación y servicios sociales, etc. En cuanto al resultado de una nueva cita electoral, la gestión de estos meses y un manejo adecuado del victimismo, puede llevar a muchos votantes que no lo han hecho en marzo, desencantados con PODEMOS y CIUDADANOS, a dar su apoyo al PSOE.

El PP tiene poco que ganar absteniéndose en las votaciones de investidura de Susana Díaz y mucho que perder. La sangría que ha sufrido y que tanto ha beneficiado a CIUDADANOS, ha sido la percepción de que es necesaria la ruptura de un status quo, conformado por dos grandes fuerzas (un bipartidismo imperfecto que no está llamado a ser derrotado sino sustituido por las fuerzas emergentes). Por eso, favorecer la elección de Susana Díaz, aunque sea con la abstención, podría no ser lo más recomendable.

Y no sólo por la necesidad de venganza, que tras la derrota sin paliativos del 22 de marzo es el sentimiento más extendido entre sus cuadros y votantes, sino porque dando por hecho que esos 30 parlamentarios son su suelo electoral a prueba de bombas, unas nuevas elecciones autonómicas en medio de un nuevo ciclo económico expansivo (que tardará en ser percibido pero que lo hará antes que después), la posibilidad de dar a conocer más un candidato tan encantador en lo personal como desconocido y extraño en lo político, y la explosión de la burbuja de CIUDADANOS, puede llevar a recuperar en seis meses algunos de los 17 escaños perdidos respecto a 2013.

Y es que el argumento del gran pacto PP-PSOE difundido interesadamente por algunos desde posiciones de izquierdas o desde la centralidad del tablero, es tan falso como creíble. El PP ya ha demostrado en el pasado que poner en riesgo la estabilidad del Estado es un costo asumible si el premio es el liderazgo y la gobernanza, como confesó José María García respecto a la estrategia desarrollada, en tiempos de Felipe González, por José María Aznar como presidente del PP.

PODEMOS, que puede desarrollar estrategias arriesgadas sin perder la comprensión de los suyos, está atrapado en su propia envolvente antes de las elecciones generales. Sus votantes se distribuyen entre los que odian al PSOE, entres los cuales la frustración por el resultado del 22 de marzo no ha ayudado precisamente a superarlo, y los que esperan que los de Iglesias oxigenen un gobierno de izquierda. Desde la oposición y con un gobierno del PSOE en minoría, el grupo parlamentario de Teresa Rodríguez podría visualizar su estrategia de ruptura desde la izquierda. Y como parecen estar convencidos, según me comentan, que el PP se va a abstener y que Susana Díaz no será capaz de aceptar sus cuatro líneas rojas, tienen la convicción de que lo más correcto para sus intereses electorales de las próximas generales es permanecer en sus treces.

Pero a mi entender, esta estrategia adolecería de varias debilidades. Primera es la convicción de que el PP finalmente se abstendrá, cosa que creo que no ocurrirá. La segunda, la certeza de que Susana Díaz no aceptará las líneas rojas. Y es que de las cuatro sólo una no puede aceptar en este momento pero que en los próximos meses, posiblemente antes de junio, estará resuelta. Tengo la convicción que tras el pronunciamiento del Tribunal Supremo los ex presidentes Chaves y Griñán renunciarán a sus actas. Si son imputados, cosa que no creo, porque es el compromiso de Pedro Sánchez y Susana Díaz, es decir, de todo el PSOE. Y si no son imputados, porque ya no hay nada que temer de la jueza Alaya, y seguirán el ejemplo de Alfonso Guerra abandonando la actividad política parlamentaria.

Una vez que ocurra esto, es decir que Chavez y Griñán ya no tengan aforamiento, el resto de exigencias son asumibles para una Susana Díaz curtida en los pactos más extraños y difíciles. La incorporación de funcionarios interinos, va en línea con lo planteado con el PSOE y es posible gracias al cambio de ciclo económico; trabajar con entidades bancarias que no desahucien (es decir, con banca ética) tampoco será un obstáculo para quien prioriza su supervivencia política sobre las ganancias de los accionistas de las entidades bancarias clásicas; y reducir el número de asesores no sólo no es un obstáculo sino que puede ser una oportunidad para Susana Díaz para  “limpiar” la casa sin coste en lo interno, ya que es consciente de las propias limitaciones de sus responsabilidades, tanto al frente del gobierno y del PSOE de Andalucía, para desembarazarse del colesterol orgánico adherido tras 32 años de gobierno.

Por eso, la seguridad de PODEMOS de que su estrategia de líneas rojas le protege de tener que mojarse, se me antoja inocente. Si Susana Díaz acepta el envite, por estrategia de gobierno (esto es, ser elegida presidenta) o electoral (poner contras las cuerdas a PODEMOS antes de unas nuevas elecciones), ¿cuál va a ser la reacción de los 15 parlamentarios del grupo de Teresa Rodríguez? ¿Nuevas líneas rojas? ¿Aceptar la investidura? Sea cual sea, se me antoja un escenario muy alejado de la zona de confort de los seguidores de Pablo Iglesias.

Por su parte, tengo la convicción de que CIUDADANOS vive su particular vía crucis esquizofrénico. Por un lado, la dirección andaluza, representada por Juan Marín, tiene un interés real por entrar en el gobierno andaluz. Por otro, Albert Rivera no. Y es que las diferencias son más profundas de lo que pueda parecer. El catalán Rivera es  profundamente antinacionalista lo que le lleva a ser anti-autonomista. Juan Marín al contrario, como casi la mayoría de los andaluces, es una autonomista al que le gustaría mayores dosis de autogobierno. Este enfrentamiento, que posiblemente aún no es percibido por casi nadie, podría suponer a medio plazo una crisis importante dentro de la formación naranja.

Y a corto plazo, la nueva formación de derechas no tiene ningún aliciente electoral de visualizarse a nivel nacional como el tonto útil socialista para mantener el feudo andaluz, y prefiera mantenerse en la opción de votar en contra. Pero es cierto que la exigencia que plantean los de Marín a Susana Díaz es aceptable: asumir su Código Ético. Pero creo que si bien el PSOE hará esfuerzos en aceptar la propuestas de PODEMOS, con la convicción de que no se llegará al pacto, evitará aceptar las de CIUDADANOS, cada día más visualizado como una fuerza de derechas centralista, que daría la impresión de que prefiere las muletas de la derecha que de la izquierda.

Por su parte IU sigue dando respuestas equivocadas a preguntas erróneas. Parecía en 2013 que habían aprendido las lecciones de 1996, cuando la pinza de Luis Carlos Rejón, plasmación práctica de la teoría de las dos orillas de Anguita, llevó al despeñadero a la formación de izquierdas. Pero no. La lección no se había socializado, y ni por parte de las bases ni por parte de la dirigencia habían aprendido algo. Abrazar al oso, es decir al PSOE, es peligroso. Pero abstenerse de hacerlo o pactar con el cazador aún lo es más. La irrupción de PODEMOS, y una dirigencia y militancia más pendiente de los odios que de las oportunidades, ha impedido rentabilizar en términos electorales ha sido una buena gestión política.

Pero sobre todo, lo que ha quedado claro es que para construir una alternativa eficaz al PSOE en Andalucía hay que aceptar dos hechos: que el 28 de febrero fue un éxito colectivo del pueblo andaluz y que por mucha corrupción que pueda haber, la gestión de 32 años de autogobierno no puede reducirse a cuatro hechos paródicos (corrupción, redes clientelares, mediocridad y atraso). Porque además de ser falso, es un insulto a la inteligencia y/o a la dignidad de quienes durante décadas ha sostenido un gobierno del PSOE. Con esos argumentos no se puede esperar el voto de quienes han vivido los mejores años de la historia de Andalucía. Con esas descalificaciones no puedes esperar los votos a los que acusas de haber permitido un escenario de terror.

¿Cuál es mi opinión sobre lo que deberían hacer los partidos políticos con representación en el Parlamento de Andalucía? Cumplir el mandato del pueblo andaluz. El PSOE gobernar, por mucho que su secretaria general pueda tener la tentación de provocar unas nuevas elecciones. Y al resto de partidos, permitir el gobierno de Susana Díaz mediante la abstención de todos los grupos parlamentarios de la oposición. Esta sería, por lo tanto, mi deseo racional.

Pero no puedo negar que lo que me pide el cuerpo son nuevas elecciones. Nadie está a salvo de sus propias miserias emocionales. Ni la pobre pitonisa de Bechtel ni un servidor.

domingo, 12 de abril de 2015

Ralf Dahrendorf y la necesidad de la socialdemocracia


A finales de los noventa, por motivos que bien valen otro post, terminé reunido con José Manuel Romay Beccaría en su despacho del Ministerio de Sanidad. Y tuvo la gentileza, cosa que no me ha ocurrido nunca, de regalarnos a los asistentes a la reunión un ejemplar de Reflexiones sobre la revolución en Europa de Ralf Dahrendorf.

No tenía, ni tengo, una opinión política formada sobre él, más allá de su militancia en un Partido Político que en nada me siento reflejado. Pero sí me pareció muy atractivo en sus formas y en el detalle poco usual de regalar un libro que no era edición de la administración que dirigía ni que a priori suponía un proselitismo partidario hacia la formación del entonces presidente José María Aznar.

Y leí el libro que me descubrió un pensador muy atractivo, Dahrendorf, por más que en muchas ocasiones no comparta sus opiniones y razonamientos. Pero lo que más me quedó adherido a mis recuerdos de aquel libro fue una afirmación que he utilizado en este blog, cuando afirma que si el capitalismo es un sistema, debe ser combatido con la misma intensidad con que tuvo que ser combatido el comunismo. Y lo he recordado mucho en estos años porque he llegado a la conclusión de que el sistema capitalista que conocemos como neoliberal trabaja incansablemente para convertirse en un sistema en sí mismo, muy alejado de la sociedad abierta que defendía el pensador anglo-alemán.

Por cuestiones del destino, tras la búsqueda de documentación y libros que tengo depositados aquí y allá, en casas de familiares por culpa de una vida algo viajera, recientemente he recuperado aquel ejemplar, y lo he vuelto a leer, con igual o mayor fruición que la primera vez, como quien visita a un viejo amigo y descubre que a pesar de los años pasados sigue sin defraudar.

Y releyéndolo me he encontrado con pasajes e ideas que no recordaba, pero que a los cuales los más de quince años que han pasado desde su primera lectura le han dado un significado que yo no conseguí percibir entonces.

Reflexiones sobre la revolución en Europa tiene como subtítulo Carta pensada para un caballero de Varsovia que, como explica el propio pensador, era un trasunto y guiño al publicado en 1790 con el título Reflexiones sobre la revolución en Francia. Carta enviada a un caballero de París del inglés Edmund Burke. Las reflexiones de Dahrendorf era su análisis de los vertiginosos sucesos acaecidos en Europa tras la caída del muro del Berlín y el desmoronamiento del imperio soviético, a partir de 1989.

Desde su particular visión, recuerda en el texto su anuncio años antes de que “los partidos socialdemócratas de toda Europa no se hallaban en muy buen situación, y que aquellos que mejor estaban, como los de España o quizá de Italia, no era exactamente socialdemócratas” para concluir que “abogar por una sociedad decente ya no bastaba para el electorado de las sociedades avanzadas” y preguntarse “a qué se debía ese cambio de suerte de la fuerza política dominante durante un siglo”. “La respuesta más sencilla es: la victoria” afirmaba Dahrendorf. Una victoria que llevaba a nuestro autor a afirmar que “Entonces, todos éramos socialdemócratas y en muchos aspectos todavía lo somos”.

Y Dahrendorf comienza a describir de forma muy interesante la evolución que llevó a la socialdemocracia a su perdición:

La creación de una amplia mayoría compuestas por quienes podían satisfacer muchas de sus aspiraciones dentro de las condiciones existentes –una clase mayoritaria- transformó a los partidos socialdemócratas o bien en una fuerza protectora, por no decir conservadora, o bien en una fuerza prescindible, o en ambas cosas. El surgimiento de una clase mayoritaria (llamad a veces “clase media”, aunque el concepto se vuelve equívoco ante la ausencia de una clase alta que dé el tono y una cohesionada clase trabajadora) significó, sobre todo, que la tradicional base social de la socialdemocracia se había desvanecido. La clase trabajadora había decepcionado a sus líderes intelectuales; a diferencia de lo que éstos habían supuesto, no era en verdad una fuerza social particularmente progresista, sino una fuerza que buscó tanto la “ley y el orden” como el progreso económico y social, y cuyos miembros estaban, a fin de cuentas, complacidos por alcanzar dichas metas para sí mismos y para sus familias, sin importarles nada los demás. El conflicto de clases se transformó en movilidad social individual. […] A medida que se desarrollaba el proceso, la clase trabajadora no sólo perdió su cohesión, sino que además comenzó a encogerse. Surgió una nueva clase media de empleados de oficina, y aunque su posición en el mercado parecía similar a la de los obreros, ellos nunca se vieron a sí mismos como una parte del proletariado. El paso de la producción de bienes a la prestación de servicios redujo la clase obrera industrial a una minoría cuya condición social ya no pude ser caracterizada como oprimida o desdeñada”.

Si la victoria de la socialdemocracia dejó a la misma sin la clase social que había justificado su nacimiento (y por lo tanto su propia legitimidad), y abrió las puertas de par en par al neoliberalismo (que se ha convertido en la ideología y la praxis económica-política de éxito desde los años 80 del siglo XX), debemos aceptar la posición inversa.

Con el neoliberalismo, que ha dinamitado en gran medida todo el andamiaje político, social y económico de la socialdemocracia que había permitido la disolución de la clase trabajadora, han regresado las condiciones que permitieron el nacimiento de esta última. La victoria del neoliberalismo devuelve a la socialdemocracia su valor como ideología que, como afirmaba Dahrendorf, combina “democracia y planificación”, “libertad económica y control de la demanda”, “elección individual y redistribución”, en definitiva “libertad y justicia”.
          
Y ello porque al contrario que Marx y Engels, la socialdemocracia comprendió que el Estado lejos de ser el “cuerpo que administra los intereses comunes de la clase burguesa”, tenía que ser el instrumento que tiene la ciudadanía para reparar las injusticias del capitalismo. Por eso, frente al Estado mínimo del neoliberalismo y el no Estado del anarquismo, hay que recuperar el Estado al servicio del conjunto de la sociedad que propugna la socialdemocracia.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El inquilino de la Casa Blanca no nos quiere

Como ya he comentado en algún otro post, como en El vínculo que llegó del frío, es escandalosa la impostura del neoliberalismo español cuando intenta engancharse a la lucha de Estados Unidos y Europa Occidental en la II Guerra Mundial contra los totalitarismos, para así obviar la convivencia de nuestras élites económicas, políticas y culturales con el régimen fascista más longevo del mundo, el protagonizado por el felón ex general Francisco Franco.

De ahí que cuando la derecha neoliberal española parece orgasmar cuando hablan del vínculo transatlántico, y cualquier ataque al mismo se vive como si se les hubiera mentado a sus muertos.

En mi opinión, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero se ganó el odio furibundo cainita, como sólo pueden sentirlo los españoles, cuando durante un desfile militar, el entonces secretario general del PSOE permaneció sentado al paso de la bandera de franjas y brillantes estrellas.

Para nuestros neocon, agrupados aquí y allá en think tank como Real Instituto Elcano, medios como El Mundo, ABC o Libertad Digital, y organizaciones empresariales como Amcham Spain, y toda la pléyade de los generosamente pagados ex becarios Fulbright el gesto fue como pegarle una patada en las santas partes de su fantasía, y por eso, al alcanzar la presidencia el secretario general de los y las socialistas españolas, se movilizaron en conseguir que la administración de Bush hijo ninguneara a ZP.

De ahí el indisimulado gozo manifestado por la derecha mediática española por la frialdad del mandatario norteamericano, cuando 25 de septiembre de 2007, tras tres años evitando invitarle a la Casa Blanca, Bush saluda a Zapatero con un rápido "hola ¿cómo está?" durante la cena de la ONU.

Pero lo que son las cosas, siete años después, otro inquilino de la Casa Blanca ha ninguneado al presidente Rajoy, hecho que naturalmente ningún medio de la derecha neoliberal ha recogido pero que sí lo ha hecho la prensa más alejada de él.

Me refiero al robo saludil del gallego, que PUBLICO ha titulado como Rajoy le sablea un saludo forzado a Obama en el G-20 con el mismo indisimulado alborozo que exhibió LIBERTAD DIGITAL en 2007.

Pero lo que estos análisis obvian es lo que para mí resulta más importante: España no es querida ni respetada por el gigante americano. Toda nuestra política exterior se basa en la impostura de que es posible el cariño de las élites norteamericanas, y nada más lejos de la realidad. Somos demasiados latinos para tenernos como socios privilegiados en Europa, y estamos demasiado lejos de su patio trasero para tener algún interés en contar con nosotros. Somos un país periférico, poco poblado, sin grandes recursos, con una economía estadísticamente menguante frente a los gigantes asiáticos, con poco peso en Europa, un cada vez menor peso en la comunidad iberoamericana y unas élites completamente idiotizadas. ¿A quien queremos engañar, si hasta muchos de los nuestros quieren abandonar el barco?

No. Los inquilinos de la Casa Blanca no nos quieren. Nunca nos han querido. Han oscilado entre el desprecio y la indiferencia, con los justos gestos de cariño para asegurarse el negocio de sus compañías, suelo para sus instalaciones, e inmunidad para sus desmanes planetarios contra los comunistas primero y contra los islamistas después.
      
Y como español, ni la frialdad de Bush ni el ridículo de Rajoy me hacen gracia. Ni maldita la gracia.

sábado, 15 de noviembre de 2014

¡Vivan las cadenas!

Hoy se ha conocido el resultado final de las votaciones en el seno de la nueva formación PODEMOS para elegir a sus órganos políticos, habiendo recibido la candidatura de Pablo Iglesias 95.311 votos, el 88,6%, lo que ha supuesto su proclamación como primer secretario general del partido y culmina un proceso congresual bastante atípico dentro del panorama político español. Y me gustaría compartir contigo, amable lector o lectora, algunas reflexiones sobre este proceso.

A principios de junio de este año publiqué un post titulado Que puedan, por el bien de todos, en que manifestaba mi deseo de que la naciente formación política acertase en la articulación de una metodología de partido eficaz, pensando que la demanda de sus simpatizantes y líderes era crear un sistema diferente. Pero me equivocaba doblemente.

Porque si bien el proceso constituyente de PODEMOS ha sido significativamente diferente al del resto de partidos, no ha sido radicalmente diferente y muestra una preocupante quiebra del proceso que le ha hecho crecer como la espuma.

En relación tanto al proceso en sí como a los resultados, se demuestra que no ha funcionado ni la pluralidad ni la participación. Comparando estos resultados con los obtenidos por el PSOE en el proceso de elección directa de la secretaría general, observamos que los votantes que han participado en la elección del secretario general de la nueva formación han sido 107.488 (el 42,65% de los inscritos), frente a los 128.300 votos de los afiliados (el 66% del censo) del proceso de los y las socialistas españolas.

Y si analizamos estos datos teniendo en cuenta el esfuerzo del elector, los datos aún son más favorables a las y los socialistas, ya que para votar en el proceso del PSOE debían ser afiliados, es decir, socialistas que estén al corriente de sus cuotas, y desplazarse un domingo de julio hasta una Casa del Pueblo para depositar su voto. En cambio, en el proceso de PODEMOS tan sólo se requería darse de alta, sin realizar ningún pago previo, y emitir el voto de forma electrónica desde su casa, su móvil o su trabajo, y durante varios días.

Pero lo que más debería preocupar a la nueva dirigencia de PODEMOS es que, por primera vez, la formación ha sufrido un brusco frenazo y marcha atrás en la participación, ya que han votado 4.582 menos que durante la votación de los documentos, hace unas semanas.

En cuanto a la pluralidad, en PODEMOS se observa un hiperliderazgo que algunos lectores de diarios digitales no han dudado de denominarlo a la búlgara, ya que si Pablo Iglesias ha conseguido un total de 95.311 votos, el siguiente postulante, Álvaro Monge, tan sólo ha recibido 995 sufragios.

Si lo comparamos con los resultados de los y las socialistas, no hay color. En dicho proceso el ganador, Pedro Sánchez, alcanzó un total de 62.477 votos, frente a los 46.439 votos de Eduardo Madina, y 19.384 votos de José Antonio Pérez Tapias.

Lo que no hay que poner en duda es que en PODEMOS se han presentado los que han querido, y han votado todos los que lo han deseado, con todas las facilidades del mundo, hasta el punto de asemejarse más a un concurso de televisión que a un proceso político al uso. Entonces, ¿qué ha pasado para que se haya producido una bajísima participación, menos que hace unas semanas, provocando además un hiperliderazgo aparentemente contradictorio con los deseos de pluralidad y horizontalidad? ¿A caso los damnificados materiales y morales de la crisis han vuelto a gritar Vivan las cadenas?

Mi hipótesis es que, en este proceso congresual, se han enfrentado en el seno de PODEMOS dos discursos radicalmente distintos, los que denomino los exiliados de la democracia del 78, y los damnificados por la democracia del 78. Los primeros nunca se habían sentido cómodos en un sistema de democracia parlamentaria y burguesa, los segundo han sido parte intrínseca del mismo, bien por haber participado como militantes y/o dirigentes de partidos y sindicatos como UGT, IU, CCOO, PP y PSOE, bien por haber sido alguno de los segmentos donde durante los dorados años 80, 90 y 2000, fantasearon con pertenecer a una clase media, pertenencia que la crisis les ha demostrado falsa.

Los primeros, recelosos de los modelos partidarios existente pedían algo radicalmente diferente. Los segundos, acostumbrados a dichos modelos, han optado por lo ya conocido, esperando tan sólo un cambio cosmético de actitudes. Y evidentemente han ganado los segundos. Y estos, acostumbrados a los hiperliderazgos de Felipe González y Santiago Carrillo, han buscando un liderazgo semejante en un tándem Iglesias y Monedero, tan parecido al mítico González y Guerra.

Ello ha provocado la fuga de los primeros vía abstención en el proceso de elección de Iglesias, que posiblemente se repita en las elecciones autonómicas y generales, aunque ello no suponga menos éxito electoral. Pero sí menos carácter transformador.

Por lo tanto, me temo que mi deseo expresado en el título de mi post de junio se ha visto frustrado, ya que en estos momentos creo que no han podido, y finalmente la montaña ha parido un ratón, al limitarse a renovar el modelo partidario del 78. Puede ser que PODEMOS alcance una mayoría suficiente para gobernar España, pero en absoluto será esa fuerza motriz que transforme desde sus cimientos el llamado por ellos régimen del 78, limitándose a un lavado de cara, imprescindible por otra parte.
          
Mi amiga Ana Pérez Luna, bloguera, feminista y lideresa sindical, lo afirmó hace meses con fino olfato: el PSOE va, y PODEMOS viene. Esperemos que no venga tanto que al final se cumpla su objetivo de sustituir a la vieja casta de partidos, ocupando su mismo espacio de la vieja política.

sábado, 11 de octubre de 2014

Bye, bye, Catalonia!

Decía Ángel Ganivet que cuando se acaban las certezas hay que armarse de prejuicios. Pero a mí aún me quedan un par de docenas, entre ellas que en la actualidad ningún gobierno puede imponer su voluntad frente a la férrea voluntad de una sociedad, y que como dejó escrito Joaquín Salvador Lavado en esa ejemplar obra de filosofía titulada Mafalda, el patriotismo tiene mucho de comodidad. Porque no tiene mérito ser patriota de donde se nació. El mérito está en ser patriota de aquel lugar que ni siquiera se ha visitado.

Los nacionalismos hispanos, el llamado español (pero que a mí me gusta denominar mesetario), y el llamado catalán, andan subido a una bestia incontrolable del que sus dirigentes intentan no caerse, aunque en la operación la hagan avanzar más deprisa hacia el precipicio.

Me horroriza esa necesidad imperiosa de acumular justificaciones para ejercer derechos, necesidad que lleva en muchas ocasiones a inventárselos directamente. Lo he dejado escrito en algún lugar, que soy internacionalista, a lo más iberista. Los patriotismos textiles y musicales no son lo mío. Reescribir la historia para acomodarla a nuestro proyecto personal o político, para dividir y cercenar, para establecer una lista de buenos y malos, o para justificar el sacrificio de unos por otros, me produce repugnancia.

Pero si en el futuro la sociedad que habita la Comunidad Autónoma de Cataluña deciden, por las buenas o por las malas, hacer zarpar su territorio hacia la aventura de la independencia, tendrá toda mi comprensión.

Y no por aquello de que tanta paz lleven, como descanso dejan. Como bien dice un amigo mío, si algún día hay que levantar la valla entre Fraga y Alcarrás, lo primero que viviremos aquende la frontera, será la mayor ola de patriotismo rojigualda de la historia, (ríete de la resaca mundialista), que deberemos padecer todos los curritos de la descuartizada Nación española.

Siempre que he visitado Cataluña me he sentido como en casa, cómodo y bien tratado. Y eso que nunca he sentido esa barcelonafilia que disfrutan muchas de mis amistades, y urbanísticamente sigo prefiriendo la recia y mesetaria Madrid a la mediterránea capital del Principat. No tengo especial estima al poble català, pero tampoco se la tengo al madrileño, al murciano o al riojano, por poner varios ejemplos.

Sin embargo, sí tengo la seguridad de que si nuestra Cataluña, si su Catalunya, deja de compartir nuestro afligido proyecto nacional, necesitaré vivir el duelo de la pérdida.

Aún recuerdo la carta emocionada del diputado nacional por CIU, Carles Campuzano i Canadés, en respuesta a una enviada por mí en catalán como presidente del Consejo de la Juventud de Andalucía. Por mi parte fue el gesto de decir “Andalucía también es catalana”.

Creo que la diversidad enriquece, que las diferencias existen para desafiarnos y sacar de nosotros mismos lo mejor. Denuncio a aquellos que aquí o allá sólo conciben una sociedad monolítica, todos moros o todos cristianos. Creo que el fracaso del proyecto nacional español se debió a la automutilación que nos afligimos al expulsar de nuestros países a nuestros hermanos y convecinos musulmanes y judíos, primero, y protestantes después.

Por eso, si mañana, o pasado, o el otro, un movimiento telúrico, vigoroso y mayoritario de catalanes deciden irse, no seré yo el que me considere traicionado, ni abandonado. Pero sí me sentiré triste.
      
Muy triste.

viernes, 27 de junio de 2014

Generación quemada

En este rosario de situaciones que me sorprende, escandaliza o deprime en que se ha convertido este blog por mor de la crisis, se encuentra la firme convicción de que el tiempo actual es el peor para la juventud.

Esta afirmación, muchas veces promovida y validada por personas de mi edad e incluso mayores, viene a certificar que en el pasado la juventud no se enfrentaba a desafíos tan dramáticos como los que actualmente se enfrenta la juventud española, entendida como tal incluso los que superan los 30 años.

Pero esa afirmación, por mucho que se dé por cierta, no deja de tener tantos matices que casi la hacen incierta.

En las geniales tiras de Mafalda, del insuperable Quino, encontré de nuevo unas viñetas, de finales de los sesenta, que nos desenmascara esta realidad. En la misma, Miguelito le pregunta a Mafalda: Decime, la “generación quemada” de la que se habla tanto… no tiene nada que ver con la nuestra ¿no? A lo que la niña más famosa de Argentina le responde: No, nosotros venimos después, lo que lleva al niño a repreguntar: Ah, ¡y cuando se supone que nos falta para empezar a chamuscarnos? Cada generación, posiblemente desde los sesenta, se ha auto considerado quemada o perdida y ha pensado que no vivirían mejor que la anterior.

Hasta mediados de los 70, la emigración a Europa era la válvula de seguridad que impedía que la insuficiencia de oferta laboral para el baby boom de finales de los cincuenta provocara la implosión del régimen franquista. La crisis del petróleo disparó en España el desempleo en general y el juvenil en particular, ya que los mercados europeos se cerraron a la mano de obra barata española. Fue entonces cuando Felipe González llegó al gobierno en 1981 prometiendo 800.000 puestos de trabajo, que desde luego no llegaron hasta finales de la década. Es la generación quemada de mis hermanos mayores, para los cuales el futuro laboral en España era negro, muy negro.

Mi generación quemada llegó de mano de las movilizaciones estudiantiles de 1986/87, las del Cojo Manteca, en las que ya participé activamente, al punto que en los últimos días tres compañeros y amigos míos y yo conseguimos desalojar de alumnos los Salesianos de Málaga, cosa que según los profesores nunca había ocurrido en tal centro, y que me consta que no ha vuelto a pasar. Ya entonces sentía que para mí había poco futuro en España y de hecho en la Universidad estuve buscando becas para estudiar fuera de España. Pero me enrolé en las movilizaciones sindicales de 1988 contra el Plan de Empleo Juvenil, a través del cual pretendía imponer Felipe González un contrato para jóvenes con salarios más bajos, y que finalizó en la Huelga General del 14-D.

En mi caso continué participando en movimientos juveniles y viví la crisis de 1993, que disparó nuevamente el paro juvenil tras los años intensos de la entrada en la Comunidad Europea y la celebración de la Expo92 y las Olimpiadas de Barcelona. En aquellos años los jóvenes nos preguntábamos como diablos nos íbamos a emancipar y llegó James Petras y su famoso Informe, en el que afirmaba en 1996: Lo más importante para mi investigación era el rostro humano de la "modernización" de Felipe... Descubrí otro mundo que las estadísticas del gobierno y la investigación académica pasaban por alto: los millones de jóvenes trabajadores españoles que quedaban marginados del empleo estable y bien pagado... de por vida.

Pero precisamente fue unos años después, a finales de la década, cuando la economía española empezó a inflarse gracia a los bajos tipos de interés provocados por la llegada del euro y la necesidad de Alemania de digerir la fagocitación de la República Democrática Alemana. Fueron los alegres años 2000, pero no para los jóvenes, ya que hacia la mitad de la década se hicieron tristemente famosos los mileuristas, jóvenes muy cualificados con contratos precarios e ingresos por debajo de la media.

Y la década finalizó con la crisis de Lehman Brothers, la explosión de la burbuja inmobiliaria y los reformazos laborales donde una vez más los jóvenes lo han vivido con especial virulencia.

¿Alguien puede decirme cuando la juventud española ha dejado de ser la generación quemada?

Por eso me irrita sobremanera escuchar los discursos catastrofistas, no de los jóvenes que tienen derecho a construir su propio discurso auto-referencial, sino de los adultos de mi edad o mayores, porque mienten. Nunca España, aquejada de una endémica falta de empleo, ha sido la madre sino la madrastra de su juventud. Por eso, la actual juventud podrá asumir su protagonismo de la misma manera que las anteriores.

Imagino que la fotografía de una juventud sin futuro en la que se empeñan los adultos, y que refuerza la autoimagen de la juventud sobre su futuro, tiene algo de catártico para muchas personas de mi edad. Pero es falsa la idea de que hoy un joven lo tiene mucho peor que un joven de mi época. Y convencerles de lo contrario, aunque sea para mostrar empatía, es el peor regalo que podemos hacerles.
           
La juventud actual tiene un desafío enorme y una misión ilusionante: conseguir que la próxima generación de españoles no se consideren la generación quemada. Algo que desafortunadamente nosotros no conseguimos.

domingo, 22 de junio de 2014

Luciano González García, el político que dimitió, pero era inocente y ahora se ha sabido.

Sección andaluza de elconfidencial.com de hoy donde no se habla del archivo 
de la denuncia contra Luciano González García

Debo empezar pidiendo públicas disculpas a Luciano González García. Tras su dimisión publiqué el post ¡Que le corten la cabeza! donde reconocía su meritoria dimisión pero dando por hecho una irregularidad que con el tiempo parece demostrarse que no era tal.

Recapitulemos. La web elconficiencial.com publicó el 17 de marzo de 2014 una información, firmada por Agustín Rivera, con el siguiente título: El director general de Energía de Andalucía tiene una casa ilegal con agua y luz 'pirata. Esta noticia llevó a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz Pacheco, a exigir la dimisión de dicho responsable, Luciano González García, el cual, en 24 horas, la presentó.

Naturalmente dicha noticia de denuncia fue recogida por todos los medios de alcance nacional, ya que además, elconficiencia.com aplicaba toda la técnica periodística del ventilador, repartiendo mierda. Una prueba es este párrafo de la noticia: González, que por decisión directa de Susana Díaz y del consejero de Economía, José Sánchez Maldonado, está a punto de administrar un proyecto estrella de 200 millones de euros para fomentar el empleo en la construcción sostenible y protección del medio ambiente, se hizo en la década de los noventa con la propiedad de esta finca no urbanizable situada en terreno rústico. En el centro de su posesión, valorada en unos 400.000 euros, según expertos inmobiliarios consultados por este diario, el político expulsado dos veces del PSOE y de la UGT promovió y edificó una vivienda de 130 metros cuadrados que en su parte norte se ha ampliado recientemente.

Cuando se conoció la noticia de la dimisión, elconfidencial.com no cabía en sí de gozo, y en el titular del artículo en el que daba cuenta de la dimisión afirmaba: Por todas las revelaciones de el confidencial Díaz exigió al consejero de Economía la cabeza de González por su finca ilegal. Y no pudo dejar de incluir el siguiente párrafo: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, exigió la dimisión fulminante de Luciano González García, director general de la Agencia Andaluza de la Energía, tras las revelaciones de El Confidencial sobre su finca ilegal en Yunquera (Málaga). La presidenta está dispuesta a cumplir su lema de tolerancia cero contra la corrupción, pero 0,0 como la cerveza sin alcohol”, señala a este diario, con sorna, un alto miembro del Gobierno andaluz.

Tres meses después, ha sido la web eldiario.es quien ha puesto las cosas en su sitio, al publicar hoy la noticia con el siguiente titular: El Ayuntamiento de Yunquera archiva el expediente contra el ex director de laAgencia de la Energía. Según este medio on-line, “La resolución reconoce que las dos licencias que justificaban la legalidad de la casa estaban en los archivos municipales, y excusa su desconocimiento en la "antigüedad" de los documentos y en el cambio de funcionarios”.

En mi post al que hacía referencia al principio, decía que  Si pretendemos una revolución ética en la sociedad española, un rearme ético de nuestra clase dirigente, ya sea política, económica, social o cultural, debemos apoyar los hechos que avancen en la buena dirección. Por ello, como socialista y andaluz, me felicito y agradezco que Luciano González haya dimitido de forma inmediata.

Sigo pensando que la dimisión fue la respuesta ética correcta ante esta denuncia pública. Pero también creo que una vez se demuestre completamente su inocencia de la falsa imputación, le sea de nuevo asignada una responsabilidad similar a la que ostentaba en dicho momento.

Pero no puedo dejar de manifestar mi mayor censura al medio elconfidencia.com y a la corporación municipal de Yunquera, gobernada por el PP. Si bien la web de noticias afirmó que esta información había sido contrastada por tres fuentes municipales, no se entiende que una vez archivada la denuncia por parte de dicho ayuntamiento, no la haya publicado en dicho portal, como podemos comprobar. Y el ayuntamiento de Yunquera no puede despacharse simplemente que el error se basó en que era un expediente muy antiguo y había cambiado de funcionarios.

Ayuntamiento y elconfidencial.com debería, una vez certificada la veracidad de la noticia, dar la mayor de las satisfacciones a Luciano González García, y reparar en la medida de lo posible, un dislate periodístico y una salida de madre de una corporación democrática.
          
Y por supuesto, los que opinamos en público, deberíamos no dar por hecho lo que son denuncias periodísticas. Mea culpa.

sábado, 21 de junio de 2014

¡La comunidad de propietarios, estúpido!

La frase del candidato Clinton “the economy, stupid”, devenida después en “Es la economía, Estúpido”, hizo fortuna en las elecciones presidenciales de 1992 frente a George H. W. Bush.

Ahora que vivimos de sobresalto en sobresalto social, y no precisamente por el papelón de la Selección Nacional en el Mundial de Brasil 2014, es bueno reutilizarla. ¡Es la comunidad de propietarios, estúpido!

Sostengo que una comunidad de propietarios es una microsistema social perfecto para estudiar políticamente al ser humano, en este caso al español medio. Podemos observar que conviven en un espacio acotado, donde cada propietario adquiere la posición de sufragio activo y pasivo (es decir, puede votar y ser votado), donde los cargos de responsabilidad no son retribuidos y se eligen directamente, donde funciona la fórmula un propietario un voto, y donde el sostenimiento de lo común se basa por el contrario en proporción a la riqueza, es decir, a los metros de propiedad.

En una comunidad de propietarios de tamaño medio, la mayoría de ellas, los beneficios y los perjuicios de las decisiones tomadas sin directos, la posibilidad del asamblearismo es real, ya que no hay ninguna norma que lo impida, y donde es posible conocerse con cierta intimidad para elegir a los mejores gestores, si se quiere, o tomar todas las decisiones de forma colectiva.

Resumiendo, es un grupo políticamente pequeño, donde los diversos actores tienen la posibilidad de conocerse con cierta intimidad, donde los votos tienen el mismo valor y la acción política es directa, tanto en la toma de decisiones como en los beneficios o perjuicios de la misma. Además, el sostenimiento del interés común es proporcional a la riqueza y su pago o impago afecta directamente a todos los propietarios.

Se trataría por lo tanto de un sistema político ideal donde estudiar el comportamiento y su proyección hacia sistemas políticos más complejos, como una localidad, una comunidad autónoma o el conjunto del Estado.

Pues bien ¿hay alguien que conozca un comunidad de propietarios que no sea un nido de abstencionistas, intrigas, enfrentamientos y rivalidades? ¿Alguien conoce alguna comunidad donde nunca la presidencia ha quedado vacante y ha habido que o bien presionar a algunos de los propietarios para que se presentara como “voluntario” o incluso elegirlo por sorteo? ¿Alguien no conoce alguna comunidad de propietarios donde las cuotas comunales no sean objeto de perpetuo enfrentamiento, donde propietarios se niegan a asumir coste del ascensor porque viven en la planta baja o la primera planta –y yo no tengo que pagar lo que no uso-, donde propietarios discuten cualquier subida? ¿Alguien conoce alguna comunidad de propietarios donde no se den enfrentamientos entre propietarios por el ruido de los niños en los espacios comunes, del uso de los elementos comunes, o directamente por un quítame allá esas pajas? En fin, ¿nunca has escuchado que ”lo mejor de esta vivienda es que no depende de ninguna comunidad de propietarios”?

Pues si una comunidad de propietarios es el sistema ideal para el desarrollo de una república perfecta, sin amos ni señores, sin castas ni bipartidismo, sin corruptelas y mangoneos, y los españoles conseguimos hacer un espacio de enfrentamiento en vez de convivencia ¿esperamos que sistemas políticos muchos más complejos, donde se dilucidan fortísimos intereses contrapuestos, donde se manejan presupuestos ingentes, sean gobernados por esos mismos actores políticos con inteligencia, mesura, ética y pundonor sin otro trabajo que confiar en fórmulas milagrosas donde todo el esfuerzo se confía en el otro?

Como fantasía es consoladora, pero como proyecto político es aterrador. Y todo lo aterrador termina por cumplirse.