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jueves, 26 de septiembre de 2019

El poema de Lasso de la Vega al Monasterio de Buenavista de San Jerónimo

Postal de los años 20 del siglo XX del claustro del Monasterio de Buenavista de Sevilla


El monasterio de Buenavista de Sevilla, de la orden de los jerónimos, fue el núcleo inicial del actual barrio sevillano de San Jerónimo. Más tarde, las industrias instaladas a lo largo de la vía ferroviaria de Sevilla-Córdoba (construida por la empresa MZA -Madrid-Zaragoza-Alicante-) junto a las instalaciones ferroviarias de esta compañía, conformaron un barrio obrero y popular, sobre el que siempre pesó las ruinas del convento desamortizado en el siglo XIX.

Tras la exclaustración fue colegio primero, y luego fue mudando de usos mientras se derrumbaba (fábrica de vidrio, lazareto), hasta terminar siendo un cebadero de cerdos hasta mediados del siglo XX. Finalmente el ayuntamiento de Sevilla lo adquirió en los años 80 del siglo XX.

Hogar primigenio del “San Jerónimo penitente” de Torrigiano, considerado por algunos escultura cumbre universal junto al David de Miguel Ángel, actualmente presenta un aspecto adecentado pero muy lejos de su antiguo esplendor.

El poeta sevillano Javier Lasso de la Vega dedicó al cenobio de Buenavista un poema, que fue premiado con la Flor Natural de los Juegos Florales de Zaragoza en 1901. Un poema del que no tenía noticias, hasta que lo he encontrado publicado en el periódico jerezano “El Guadalete”, que lo incluyó en su número 14.383 del 16 de marzo de 1902.

Lasso de la Vega fue médico, catedrático, presidente de la Real Academia de Medicina, pero también literato. Su prestigio llevó al ayuntamiento de la ciudad a dedicarle una calle céntrica, muy próxima a La Campana.

Al tratarse de una obra muy poca conocida, transcribo, tal y como fue publicada por “El Guadalete”, como post para su difusión entre los amigos de este blog y los y las vecinas de San Jerónimo de Sevilla.

POESÍA NOTABLE

Honramos hoy nuestras columnas publicando la del distinguido médico sevillano y cultísimo escritor D. Javier Lasso de la Vega, galardonada con el Premio de honor en los Juegos Florales de Zaragoza:

ANTE LAS RUINAS DEL MONASTERIO DE SAN JÉRONIMO DE SEVILLA

¡Oh grat soledad, o te bendigo!
NUÑEZ DE ARCE

A mi querido amigo D. Cándido Ruiz Martínez

En este inmenso valle de amargura
Por donde á errar te obliga ley suprema;
Donde en vano tu mente conjetura
La esquiva solución del gran problema
Qué á sabios y á filósofos tortura,
Siempre verán tus consternados ojos,
Como presagios de la suerte humana,
Flores marchitas, fúnebres despojos,
Verjeles invadidos por abrojos
Gusano corroedor, guerra inhumana,
Sien que sueña laurel y ciñe espinas,
Ensangrentadas huellas de la muerte,
Y luto y destrucción, polvo y ruinas.

Que esta fatal devastación se advierte,
Lo mismo en la región del pensamiento
De cuyas cimas ruedan los altares
Que idolatrara ayer el sentimiento;
Lo mismo en el Océano pavoroso
Donde en inícuas luchas seculares
Devora al indefenso el poderoso,
Que en los vastos imperios esterales
Donde el cadáver de la casta Diana
Flota insepulto á nuestra vista ansiosa,
Como anunciando que la Tierra hermosa
También cadáver flotará mañana.

--

Aquel desmantelado campanario
Que ceniciento y taciturno asoma
Vecino del ruinoso santuario;
Aquellos prados que el nopal circunda
Y en que la maleza sin verdor ni aroma
Inextricable y montaraz abunda;
Esos muros que el liquen oscurece,
De livianos reptiles madriguera,
A cuyo pié la parientaria crece,
Y en cuyos frisos arraigó la higuera;
Esas vetustas puertas agrietadas
Que en rotas hornacinas desiguales
Sustentan esculturas mutiladas;
Estos peldaños de musgosa piedra;
Desgastados, decrépitos umbrales;
Melancólicos claustros ojivales,
Hendidos arcos donde el ave anida,
Y herboso patio en que la zarza medra,
Fueron ¡oh amigo! Tierra prometida
Donde el varón prudente y estudioso,
La virtud calumniada ó desvalida,
Los náufragos del siglo borrascoso,
Lograron puerto en que abrigar su nave,
Y aquí gozó su espíritu tranquilo
La única dicha que en el mundo cabe:
¡Vivir creyente en apartado asilo!

--

¡Triste de aquel que cuando á Dios implora
Ante el lecho del hijo moribundo,
Mira llegar con júbilo profundo
La ansiada medicina salvadora
Que al yerto labio aplica diligente,
Para hallar que el remedio es ya tardío,
Para hacer su infortunio… más patente,
Y más punzante su dolor impío!
¡Triste de aquel que en vespertina hora,
Brega, fluctuando sobre mar sombría,
Mientras, en su aflicción desgarradora,
Demanda auxilio á la extensión vacía;
Y cuando ya su voz, ronca, se extingue,
Leve punto que surge en lontananza,
Con inefable gratitud distingue;
Reanímase engreída su esperanza,
La blanca vela sus pupilas hiere;
Prorrumpe en grito prolongado y grave,
Pero débil su voz… para la nave
La noche cierra y la esperanza muere!

--

¡Triste de mí que empiezo mi existencia
Cuando endiosado el pensamiento humano,
Pretende con satánica tendencia
Mostrar desnudo el misterioso arcano.

Hechura de mi siglo, á la corriente
De sus olas titánicas me entrego,
Que en su espuma me elevan triunfalmente,
En hondas simas me derrumban luego,
Y aunque, obstinado, la verdad evoco,
Ni á las coronas de los astros llego,
Ni las entrañas del abismo toco!

Y hoy el náufrago, ya desfallecido,
Busca en la soledad reposo caro,
Y al claustro pide la quietud y amparo
Que alivio son del adalid vencido,
Con alborozo vé francas las puertas,
Y tras esta ficción que le alucina,
Estancias profanadas y desiertas,
Y luto y destrucción, polvo y ruina.
¡Oh, infausta suerte pérfida y sañuda!
¡Oh, de la realidad funesto estrago!
¡Oh, amables fluctuaciones de la duda,
Solas estrellas de mi rumbo aciago!

--

¡Cuán graves reflexiones provechosas
Sugieren, buen amigo, al pensamiento
Estas nobles ruinas lastimosas!
¡Cuán docto, qué sagaz conocimiento
Denota de los hombres y la vida
Quien el aplauso seductor olvida,
Desdeña peligroso encumbramiento,
Y en rústico paraje solitario,
Reduce sus dominios y ornamento,
A un sayal, una celda, un santuario,
La heredad productora del sustento,
Y el libro, del saber depositario!

¡Cómo aquí florecieron sigilosas,
En tiempos apartados y mejores,
Aquellas vocaciones industriosas,
Que, exentos de abstracciones jactanciosas,
Supieron alentar nuestros mayores!

Aquí hallaba refugio la inocencia,
Tregua el dolor, bondad el descreído,
El arte inspiración, alas la ciencia,
Perdón la culpa y el culpable olvido.

Y las cruentas heridas que la injuria,
La ingratitud ó el egoísmo abrieron,
Con astucia ruín ó airada furia,
Detrás de este dintel desaparecieron,
Cual desaparece en la feraz pradera
La crepitante y quebradiza hoja,
De que el álamo altivo se despoja,
Presitiendo fecunda primavera.
Todo lazo terreno se rompía;
La vida en esas lindes concluía;
La tumba en estas celdas comenzaba;
Y el monje para el mundo fenecía,
Y el mundo para el monje se acababa.

--

El hombre; el rival; el adversario:
El que en las lides mundanales rudas
Es Nerón parricida é incendiario,
Envidioso Caín, ó aleve Judas,
Era aquí reflexivo confidente,
Que nuestras cuitas íntimas oía,
Y con juiciosa plática indulgente,
Fortaleza, benéfico, infundía.

¡Cuanta unción en el ánimo infiltraba
Aquel afán de ultraterrenos fines
Que el acortado sueño aminoraba!
Aquel nocturno rezo de maitines
Que en las naves del  templo congregaba,
Al fugor del cirial amarillento,
Vagas figuras rígidas y asteras;
Ropas talares; mudo arrobamiento;
Hierático además; caras sinceras,
Y en el coro, contritas y severas,
Pardas formas de gótico contorno,
Salmodiando sus preces lastimeras
Del plateresco facistol en torno.

¡Cuán excelsas, gloriosas potestades,
Las de aquellos magnánimos varones,
Que vencieron tiránicas pasiones
Con sólo sus heróicas voluntades!

¡Con cuánta mansedumbre el cenobita
Rechazaba las torpes tentaciones
Que la carnal perversidad concita!

Al resplandor de lámpara humeante,
Que, ténue y sepulcral!, la efingie alumbra,
De Jesús enclavado y expirante,
Viéraslo confundido en la penumbra
De exigua celda que parece fosa,
Dedicado á expiación edificante;
Sordo al trueno de noche tormentosa:
Postrado, humilde, sobre duro suelo;
Inclinada la faz hacia la tierra;
Las flacas manos elevando al cielo;
Visible en su actitud impetradora,
Todo el rubor de la virtud que yerra,
Todo el anhelo de la fé que implora;
Envuelto en amplia túnica que abulta
Los miembros que el cilicio ha macerada,
Mientras la sombra del capuz oculta
El pálido semblante demacrado;
Su expresión de dolor inextinguible;
La frente que surcó pena infinita;
El labio cadavérico que agita
El veloz movimiento imperceptible
Con que salmos davídicos recita,
Y la elocuente lágrima que escapa
Del párpado en que límpida rebosa,
Recorre la mejilla y silenciosa,
La tosca urdimbre del sayal empapa.

--

¡Ocioso lamentar el bien perdido!
Mas en signo cruel hemos nacido
Los que sólo aventamos la ceniza
De la fé cuyo fuego se ha extinguido!

¿Por qué en la edad creyente no he vivido
Que Pedro el Ermitaño simboliza?

¡Cuán venturosa mi existencia veo,
Pinta por la mente linsojera
Con los colores que eligió el deseo!

¡Cuán serena, qué plácida alegría
Mi lacerado corazón sintiera,
Cuando en el huerto, al despuntar el día,
Manejase solicito la azada,
Desvaneciendo mis agudas penas
El relamo de alondra enamorada
Y el ardor de mis rústicas faenas!

Y ¿quién aquilatara mi contento,
Entregado á libar hora, tras hora,
Las sabias enseñanzas que atesora
La rica biblioteca del convento?

¡Cuánta dicha tus techos cobijaron!
¡Oh alcázar ceslestial! ¡oh mansión caral
Reino de perfección en que imperaron,
La soledad, donde con voz mas clara
Acrimina roedor remordimiento;
Olvido que del mundo nos separa;
Meditación, que eleva el pensamiento;
Bendita paz, venero de clemencia;
Silencio, que precave indiscreciones;
Ayuno, precursor de continencia;
Templanza, que refrena las pasiones;
Oración, que con Dios nos comunica,
Y un constante recuerdo de la muerte,
Que en toda adversidad nos fortifica,
Y nuestro fin más alto nos advierte….!

--

¡Oh apacible cultivo de la ciencia!
¡Oh verdadera libertad preciosa!
¡Oh ansiada posesión de una creencia!
¡Oh sola dicha, soledad dichosa!

¡Cuánta imaginación meditabunda!
¡Cuánto espíritu recto y desgraciado!
¡Cuánta frente rugosa y pudibunda!
¡Cuánto pecho sencillo y generoso,
Por amargas memorias abrumado,
Con intensa efusión habrá llorado
En este erguido mirador ruinoso!

--

¿Quién de tal conmoción se eximiría?
Cuando al hundirse en Occidente el día,
Del ascético infolio en pergamino
Mis fatigados ojos apartara,
Y escudriñando mi último destino,
Desde la enhiesta torre contemplara
La uniforme llanura siempre verde,
Que á la luz indecisa del paisaje
En azulado término se pierde;
La majestad con que la tarde expira;
En el rojo horizonte algún celaje
Que reflexiones tétricas inspira;
La augusta sombra que siniestra crece
Y colores, matices y follaje,
Como absurda esperanza desvanece;
El silencio imponente de natura,
Turbado por la lúgubre corneja
Que sucesos fatídicos augura,
O por distante vibración que azora,
De algún reloj que con pausada queja
Del sol que muere se despide y llora;
Allá lejos, el siglo y su locura,
La ciudad, el hogar abandonado,
La mujer que en secreto he adorado,
Y el hombre que causó mi desventura;
A mis pies, el convento penitente;
La fé que espera en Dios vida futura
Consagrándole toda la presente;
Las vidrieras del templo, destacadas
Del negro fondo de la noche oscura
Por caridad interna iluminadas;
El patético canto invitatorio
Que entre flébiles notas del salterio
Solloza bajo el cóncavo cimborio;
Los sauces del callado cementerio;
La fosa que cavó mi propia mano;
La lápida que no dirá mi nombre,
Sepultando á la par del polvo vano,
Hazañas, santidad, genio y renombre,
Y en el cenit los mundos inmortales
Donde innúmeras frágiles criaturas,
Frustrados sus risueños ideales,
Recorren los espacios eternales
Lamentando sus trágicas torturas,
Bajo la angustia de emociones tales,
¡Ay! yo también gimiendo, acongoja
El duelo universal abarcaría,
Y ante el cielo infinito prosternado,
Por tremenda intuición anonadado,
¡Misericordia, oh Dios! exclamaría,
……………………………………………………
……………………………………………………
……………………………………………………

¡Hilos que transmitís el pensamiento!
¡Férreo corcel, de nuestro siglo emblema!
¡Portentosas creaciones del talento!
¡Luz del progreso que deslumbra y quema!
¡Apartáos del yacente monumento!
¡No violéis de estos campos la tristura!
¡Respetad las reliquias venerables
De una edad que aquí halló su sepultura!

Que estas viejas ruinas deleznables
Son, para el errambundo pasajero,
Faro consolador, piedra miliaria
Que indica un rumbo donde no hay senderos
Son la mística urna cineraria
Do reclina su frente pesarosa
El dolor que murmura una plegaria,
¿Qué guardáis para el alma candorosa
Que ve en la ciencia sombras y desierto…?
Ya que la santa religión ha muerto….
¡Guardar la tumba en la que la fe reposa!

Javier Lasso de la Vega

domingo, 16 de septiembre de 2018

En el centenario del fallecimiento de la poeta Mercedes de Velilla


El pasado 12 de agosto se cumplieron 100 años del fallecimiento de la poeta sevillana Mercedes de Velilla, ocurrido en 1918 en la villa de Camas.

El “exilio” de Mercedes a Camas, dolorosamente vivido por la poeta, respondió a necesidades económicas y de la protección brindada por su hermana Reyes y su segundo marido, Juan Agustín Palomar, maestro de dicha localidad.

Porque a pesar de las privaciones los últimos años de su vida, la realidad es que Mercedes de Velilla siempre contó con la aprobación y apoyo de la ciudad, siendo una actora constante en cuantas actividades culturales y poéticas se celebraban.

Velilla fue, sin duda, una de las poetas españolas más señeras y difundida del siglo XIX, que contó con el apoyo y la simpatía de las élites culturales de su ciudad. Con obra que se expandió no solo en nuestro país, sino que llegó más allá de nuestras fronteras (Sudamérica, Italia, Portugal), fue tenida como una de las mujeres más importantes de su tiempo por intelectuales como el dramaturgo Adelardo López de Ayala, el hispanista alemán Juan Fastenrath, e incluso el poeta onubense Juan Ramón Jiménez.

Pero finalmente su mayor temor se convirtió en realidad. Expatriada en la localidad de Camas, escribió, en el que considero el más conmovedor de sus poemas, “Consolar al triste. A los poetas sevillanos”

Hermanos, ved lo que os pido:
no de dejéis siempre sola
en mi sepulcro escondido,
porque me espanta la ola
quieta y muda, del olvido.

Me espanta, que á mi alrededor
entre sepulturas huecas
brame el viento mujidor
y cubran las hojas secas
mi tumba sin una flor.

Llegue también vuestra égida
á mi eterna soledad,
que una memoria sentida,
es también en la otra vida,
una flor de caridad.

Pero Sevilla, siempre madrastra, nunca madre, pronto la olvidó. Como se dolía su hermano José de Velilla, en la corona poética de la otra gran poeta sevillana Concepción de Estevarena (con quien tanto compartió Mercedes), “Sevilla, esta ciudad ilustre, tan querida de sus hijos, como para ellos ingratas, y olvidadiza de sus glorias”.

Ese manto de olvido también ha cubierto a Mercedes, al punto que la ciudad de Sevilla (ni su ayuntamiento ni sus instituciones culturales como al Real Academia de las Buenas Letras o el Ateneo) no le ha dedicado ningún acto al centenario de su muerte.

Ha sido la modesta villa de Camas, esa “aldea” en la que Mercedes vivió como una exiliada, la que reconociendo su figura ha realizado varios actos en esta efeméride.

Uno de ellos ha sido la publicación de la biografía novelada “Las Hojas en Blanco de la Velilla”, de la que soy autor, presentada el 8 de marzo de 2018 en Camas, y que el próximo 29 de octubre presentaremos en la Biblioteca Infanta Elena, de Sevilla.

Las efemérides son solo oportunidades para recordar. Pero sin duda Mercedes, y, como no, su íntima confidente Concepción de Estevarena, merecen nuestra admiración y recuerdo permanente.

domingo, 14 de febrero de 2016

#PECCAmos



Ayer tuvo lugar la novena edición de la Pequeña Muestra de Cine de Ambiente (PECCA) organizada por la asociación LGTB sevillana DeFrente. Sumar nueve ediciones de una actividad asociativa de esas características es todo un éxito que debemos celebrar, y demuestra que contra lo que muchos puedan pensar, Sevilla tiene músculo suficiente para este tipo de iniciativas.

Esta novena edición ha notado el cambio de gobierno municipal, ya que desde el “exilio” de otros años en espacios de la periferia de la ciudad, este año el ayuntamiento ha cedido para su celebración el Teatro Alameda, situado en la Alameda de Hércules, lo que sin duda realza el protagonismo de la PECCA.

Es la primera vez que asisto a esta gala, y desde luego salí deslumbrado. Una impecable organización, una magistral María Quesada como maestra de ceremonias, y una cuidada selección cinematográfica por parte de un jurado de primera (Carlos Durrif, José Luis Cienfuegos, Javier Rojas) contribuyeron a ello.

En cuanto a los cortos, me fascinaron algunos, me sorprendieron otros, y quiero compartir mi opinión sobre ellos, junto con la recomendación de que lo veas si te es posible.

ROSA, de Javier Gómez Sánchez. Abrió la muestra, con lo que tiene de bueno y malo. Una correcta cinta que refleja de una manera actual el posible conflicto de salir del armario, y como la diversidad se va instalando, aunque a retazos.

OH I LOST MY LEGS! de Natasha Rodríguez y Ramírez. En VOS, esta cinta parisina interpretada en inglés fue la única de contenido claramente lésbico. Una cinta que muestra como aún nos encontramos entre la duda y la aceptación de la propia sexualidad.

ROJO, de Carlos Alejandro Molina M. Sin duda mi favorita, este corto venezolano me sorprendió por su origen (la Universidad de Los Andes), un guión muy cuidado, y una realización más que correcta. La decisión de un final previsible no resta un átomo de tensión argumental, en un tema más que escabroso que es tratado con una delicadeza magistral.

FRITAS, de Manuel Gomar. Sin duda el más divertido de todos los cortos, razón por la que posiblemente llevó a ser el favorito del público asistente y premiado con la PECCA de Plata. Una cinta onubense ambientada en 1978, con tintes almodovarianos, que trata la homosexualidad de forma tangencial pero que en ese retazo nos recuerda la realidad de miles de parejas de gays en muchos pueblos y ciudades españolas de aquella época.

MI HERMANO, de Miguel Lafuente. Fue el corto que más me sorprendió. Si lo hubiese visto hace veinte años me habría fascinado su guión. Pero en 2016, me sorprendió que aún exista la necesidad de contar una historia así. Un drama en el que un joven que trabaja en Berlín recibe la noticia de que su hermano de 15 años ha fallecido en extrañas circunstancias. Una producción e interpretación impecable al servicio de una realidad que me sonaba a vieja. ¿O acaso erramos al dar por hecho que hay cosas que ya no ocurren?

TODO SOBRE TI, de Carlos Pineda. Una pequeña joyita con la que disfruté enormemente y que me lleva a una pregunta que me he hecho durante años y que siempre he respondido con un sí rotundo.

DE VUELTA, de Gabriel Dorado Pérez. Para mi gusto, tal vez la más intrascendente de las historias, que se compensa con la actuación de los protagonistas. Un fragmento de realidad casi irrelevante, un momento del paso de la adolescencia a la juventud de dos chavales algo más que amigos, pero que adquiere relevancia cuando se señala.

RARO EL QUE NO ES RARO, de Cristopher Carballo Lerma. Un corto mexicano en el que a veces eché de menos que no estuviera subtitulado en castellano normalizado. Una cinta que me enamoró y que muestra una visión de la realidad gay alejada del drama pero que no evita mostrar el conflicto.

EN RETOUR de Benjamin Wacksmann. Esta cinta francesa cerraba la competición, y plantea una historia que para muchas personas puede sorprender: como el amor puede llegar hasta las relaciones menos convencionales. Un corto de manufactura preciosista, cuidada y en VOS.

Cerró la muestra la obra galardonada con la PECCA de oro, concedida por el jurado. Una obra que trata el hecho LGTBI de forma tangencial pero que está llena de emoción, planteando una cuestión que siempre ha sido una obsesión para mí: ¿cuáles son las últimas palabras que dices a una persona que quieres o amas, cuando no sabes que será la última vez que la veas?

Y no puedo terminar este post sin recordar la actuación de La Rococompani, un divertidísimo dueto que llenó el teatro de carcajadas.


lunes, 6 de abril de 2015

Marchena, o el paradigma de no entender el turismo



Este año los “capillitas”, esa fauna no necesariamente católica, no necesariamente española, no necesariamente de derechas, han estado de en hora buena. La Semana Santa que finalizó ayer domingo lo hizo con un sol espléndido y unas temperaturas, más que primaverales, veraniegas de junio. Cielos despejados, naranjos en flor, y noches frescas que ponían un telón magnífico al rito de muerte y resurrección que no deja de tener su atractivo.

Pero las procesiones de Semana Santa van mucho más allá de las grandes ciudades de Andalucía. Con pequeñas o grandes diferencias, los más de 800 municipios de nuestra Comunidad viven la pasión, muerte y resurrección de Cristo, con su punto de impiedad, con su punto de paganismo, con su punto de herejía. De ahí que la Junta de Andalucía declarara en 2006 a todas estas procesiones Fiestas de Interés Turístico.

Por eso, estos días de Semana Santa se convierten en una oportunidad magnífica para acercarse a algunos de esos pueblos de campilla o sierra, de costa o montaña, que habitualmente los capitalinos solo observamos desde la lejanía de las rondas de circunvalación de nuestras autovías.

Marchena es uno de esos pueblos, lo bastante alejado de las grandes arterias como la A92 o la A4, pero con un pasado esplendoroso para que hoy sea una localidad ideal para el turismo, una distancia perfecta, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, del conurbano sevillano que aloja a más de un millón de habitantes, y un patrimonio rico que sin estar magníficamente conservado (mal de todo el patrimonio medieval andaluz) tiene elementos más que sobresalientes como antigua corte ducal de los Ponce de León y una edad contemporánea lo suficiente desigual para haber dejado hermosas casas de la burguesía agraria del siglo XIX y principios del XX.

Fueron estas razones, junto a mi pasión por el marchenero Lorenzo Coullaut Valera, escultor de los monumentos de Becquer de Sevilla y Cervantes de Madrid, y el extremeño Francisco de Zurbarán, los que me movieron a proponer a mis sobrinos visitar esta localidad el pasado Jueves Santos. Porque Coullaut Valera tiene su museo en la localidad que lo vio nacer, y la Iglesia de San Juan conserva una espléndida colección de nueve Zurbaranes que no se han movido de allí desde que llegaron en 1637.

Pero imagina cual fue nuestra sorpresa, desagradable por lo demás, cuando al llegar nos encontramos con una localidad cerrada a cal y canto por ser festivo. El museo de Coullaut Valera cerraba el Jueves y Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. Es decir, los días más señalados para el turismo nacional. Y en cuanto al Museo de Zurbarán, para visitarlo hay que concertar aunque, eso sí, es de carácter gratuito.

Ante la imposibilidad de visitar ambos espacios museísticos, decidimos recorrer la localidad con la esperanza de ver algunas de sus iglesias en uno de los momentos álgidos del catolicismo popular, cuando las iglesias se llenan de fieles o simple admiradores de la retórica barroca de los cuerpos dolientes y las escenas de la Pasión de los pasos de misterio y de palio. Porque Marchena tiene buenos ejemplos de iglesias gótico-mudéjar y barrocas, desde la parroquiales de San Juan y Santa María, hasta las conventuales de San Andrés y Santa Clara. Pero el pasado Jueves Santo sólo tuvimos la oportunidad de visitar la capilla de la Veracruz y los dos pasos preparados para hacer penitencia aquella noche.

Claro que pasear por Marchena es siempre un placer, por sus calles de cuidadas casonas, algún que otro palacio y restos de su muralla medieval y de su alcázar, muchos de estos edificios perfectamente identificados por unas más que correctas señalizaciones bilingües castellano-inglés. Y eso hicimos, antes de almorzar en un mesón de la calle de las Torres.

Marchena representa el paradigma de la falta de entendimiento de qué es el turismo y para qué sirve. Porque no se trata de que un número indeterminado de forasteros se den una vuelta por las calles de una localidad y que lo único que dejen tras su paso sea la contaminación de los gases de combustión de sus vehículos.

El cuidado de sus calles, las señalizaciones, la existencia de tres museos y una oficina de turismo en Marchena son señales de que las autoridades municipales, provinciales y autonómicas aceptan la importancia del turismo para la creación de riqueza en los pequeños y medianos municipios andaluces, la mayoría con un gran patrimonio histórico y monumental.

Pero los museos, iglesias y centros de información cerrados en días festivos nacionales y autonómicos muestran que no han entendido que el turismo debe ser la excusa para posibilitar que el visitante gaste lo máximo posible con la mayor satisfacción posible. Todo monumento que por su valor histórico, artístico o etnográfico sea susceptible de ser mostrado al público debe estarlo los días en los que los y las forasteras pueden visitarlos, con pagos de entrada bien obligatorios, bien voluntarios como ocurre en el British Museum. Si no hay recursos para personal asalariado, seguro que pueden existir fórmulas novedosas de gestión con la participación de voluntarios culturales y/o parroquiales.
         
Y la información hasta llegar a los mismos debe planificarse no para el vecino sino para las y los forasteros que llegan a la localidad sin haber puesto nunca el pie en la misma.

En Marchena no hay señales adecuadas para llegar hasta el centro de la villa según se viene desde la A-92 por la A-364, situación que imagino similar si se llega por la misma desde Écija, o por la A-380 desde Carmona. Si se consigue llegar hasta el Arco de la Rosa o Puerta de Sevilla, deberían existir paneles informativos junto a los aparcamientos existentes que orienten al turista, o incluso mejor, una oficina de información turística en ese mismo lugar, porque para llegar a la actual, en la torre de la calle Manuel Rojas Marcos, hay que ir preguntando.

En esa oficina de información, que debería estar necesariamente abierta sobre todo los sábados, domingos y festivos nacionales y autonómicos, debería ofrecerse información suficiente de la oferta monumental y gastronómica, la cual además debería estar organizada de forma que el turista fuese tentado a permanecer el mayor tiempo posible en la localidad, ya que a mayor tiempo, mayores posibilidades de consumo y de gasto.
           
Nosotros al menos nos quedamos a almorzar y además de disfrutar de un precioso y soleado día de primavera en una hermosa villa, pudimos hacer algún gasto que repercutiera en la riqueza del municipio. Pero la verdad, nos lo pusieron difícil.

jueves, 31 de enero de 2013

Las vírgenes de Zoido.


Ha tardado casi dos años, pero por fin sabemos cual es el proyecto de Juan Ignacio Zoido para la ciudad de Sevilla. El proyecto del bipartito PSOE-IU que gobernó la ciudad a lo largo de casi una década estaba claro, blanco sobre negro, en el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla, dirigido por el prestigioso urbanista Fustiguera. Un PGOU cuya ejecución está provocando un rosario de premios y menciones como la reciente de la Unión Europea por el impulso que significó en la movilidad de la ciudad los carriles-bici.
       
Sobre el destino que Zoido tenía en la cabeza para Sevilla era todo un misterio, pero al fin se ha corrido el velo y podemos verlo. Y olerlo.
           
Porque resulta que la Sevilla ideal de nuestro alcalde es la del siglo XVII, la de las vírgenes de Zurbarán y las inmundicias por las calles, esas calles llenas de basuras y desechos que llevó al ayuntamiento de la ciudad a pintar cruces en las calles más inmundas con la intención que el sagrado símbolo disuadiera a los vecinos, como ocurrió en 1601, cuando el Cabildo acordó que se pinten de cruces la calle que va de San Juan de la Palma a San Andrés, y en la calle Imperial los muros de San Leandro.
             
Claro que como no era cuestión de pasear las basuras por la capital del Reino, Zoido ha ido a presentar a Madrid la magna exposición titulada Santas de Zurbarán: Devoción y Persuasión con la intención de convertir a Sevilla en un emporio cultural. Provoca ternura la ignorancia de nuestro munícipe, pero alguien debería recordarle que las tendencias más actuales del mundo mundial no van precisamente en la línea del maestro de Fuente de Cantos. Menos mal que en Sevilla alguien piensa, y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo nos ha traído, se ha inaugurado hoy, la primera exposición del artista chino Ai Weiwei que se realiza en España. Eso sí que es crear un emporio cultural, pero en fin…
           
Y mientras el regidor se pasea por los Madriles con sus santas de los brazos (¿alguien ha notado el parecido de Zoido con don Hilarión de La Verbena de la Paloma?) en Sevilla sigue el proceso de convertir la capital de Andalucía en la ciudad del Siglo de Oro con la inestimable colaboración de los y las trabajadoras de LIPASAM, a los cuales el regalo les va a salir por un ojo, en cuanto miss Fley empiece a recortarles de las nóminas los días de huelga.
           
Y vista la capacidad de gestión y búsqueda de soluciones del equipo de los 20 (sí, sí, concejales, no el número de sobres que andan repartidos por ahí) les propongo gratis una brillante idea: que manden pintar cruces por todas las calles como en 1601. No dejaremos de arrojar basuras a las calles, pero las vírgenes de Zurbarán se sentirán como en casa. Y Zoido, también.