domingo, 27 de marzo de 2016

Las tres negaciones de Kichi, o la mutación del revolucionario.



Que una vecina de Cádiz reviente el Pleno Municipal de Cádiz no es novedad. Y que el hecho se convierta en noticia viral, tampoco.

Ocurrió cuando Aysha Elmortada (palabrita de honor que es un nombre real) interrumpió el Pleno el 31 de marzo de 2014, cuando era alcaldesa Teófila Martínez, pidiendo que se cumplieran las promesas municipales de ayudas tras un desalojo. También cuando lo hizo Inmaculada Michinina (tampoco me he inventado el apellido, lo prometo) lo interrumpió el 29 de julio de 2013, pidiendo una licencia de venta ambulante.

Por eso no sorprende que sea otra vecina gaditana, Tamara Escarcena, la que el pasado miércoles 23 de marzo haya reventado el Pleno de Cádiz exigiendo el cumplimiento de la promesa del alcalde, José María González, más conocido en el gaditanismo por Kichi, de ayuda ante una difícil situación económica.

Estos hechos indignan tanto a los partidarios de un alcalde como divierten a los partidarios de la oposición. La hilaridad que las interrupciones de Elmortada y Michinina provocó en su momento entre los detractores de Teófila Martínez, solo fue superada por el cabreo de sus seguidores. E imagino que habrán sido los partidarios de la Teo los que anden desternillándose mientras los seguidores de Cádiz Si Se Puede estén que trinan.

Pero tampoco se trata de actuaciones que se produzcan exclusivamente en la Tacita de Plata, y en casi todos los ayuntamientos de capitales de provincia se han vivido situaciones parecidas. Es más, muchos colectivos lo utilizan como estrategia para visibilizar sus protestas: interrumpen el pleno, muestran carteles o eslóganes en las camisetas y a continuación abandonan el Pleno, una vez conseguida la foto que de inmediato se difundirá por redes sociales y medios on line.

La complejidad de su gestión es directamente proporcional a la duración y violencia verbal de la interrupción. En la mayoría de las ocasiones, la indicación del alcalde o el presidente del Pleno para que se abandone el salón es suficiente para que los protestones depongan su actitud. Pero a veces la pasión o la desesperación de los boicoteadores dificulta una solución decorosa.

Porque siendo un ejercicio de libertad de expresión, colisiona con otros mandatos legales que puede llegar a suponer una imputación por atentado a la autoridad.

De ahí la importancia de la cintura del dirigente municipal que sufre esta situación. Empatía, paciencia y humildad, con la cantidad suficiente de firmeza, son las virtudes que le ayudará a solventar la situación. Y hay que ir preparado para una situación así, ya que éstas situaciones son las que demuestran las fortalezas o debilidades de un dirigente.

Por eso sorprenden las palabras de Kichi ante la interrupción de Tamara Escarcena y su marido. Hay que reconocer que, por el vídeo que se ha difundido, el alcalde de Cádiz muestra cierta habilidad para no convertirlo en una situación tensa y desagradable: se acerca, deja hablar a Tamara y Juan Antonio, y tras unos minutos pide a la pareja que abandonen el Pleno. Pero toda esta gestión se quiebra con sus palabras finales, cuando afirma:

Por favor…. por favor… A la próxima que tenga que llamar la atención, voy a desalojar, lo siento, ¿eh?. Este Pleno… bien, bien, pero este no es el sitio. Este pleno está ahora mismo reunido aquí la soberanía del pueblo de Cádiz, y nadie puede interrumpirlo. Nadie. Sin excepciones. Nadie. Sin excepciones. Nadie. Sin excepciones. Nadie. Por favor. Silencio…

Dice el refrán que de la abundancia del corazón, habla la boca. La actitud de acercarse y aplacar los ánimos podía ser impostada. Pero la reiterada afirmación de que nadie, sin excepciones, puede interrumpir el Pleno (y que recuerdan a las tres negaciones de San Pedro), no.

¿Ha cambiado el poder a Kichi? ¿O se ha revelado la verdadera condición de José María González? En todo caso, estas palabras le radiografían y muestran una concepción política determinada y sorprendente, porque entra en colisión con el apoyo y la complicidad de su partido con estas situaciones cuando la alcaldía la ostentan alcaldes y alcaldesas de otras opciones partidarias.
        
Cierto que no es lo mismo prometer que repartir trigo. Cierto que no es lo mismo ver los toros desde la barrera que en medio del ruedo. Pero sobretodo, lo cierto es que no es posible ser o haber sido de los de abajo quien tan rápidamente se retrata como uno de los de arriba. 

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