viernes, 4 de julio de 2014

Del Mies al Gloria Bendita

Comentaba hace algún tiempo mi amigo Miguel P., fino analista urbano de esta que llaman la ciudad de María Santísima, que la crisis ha llevado a la mutación de espacios emblemáticos de Sevilla, como la Alameda, donde los locales más modernos y alternativos creados bajo la hégira del ladrillazo iban cerrando o mutando en locales de aires más folclóricos y tradicionales.

Sin duda la comprobación de esta teoría la he podido certificar esta semana al visitar un bar que hacia mediados de la pasada década abrió en la avenida Marqués de Paradas, justo delante del hotel NH Plaza de Armas, con el nombre de Mies.

Cuando lo conocí me llamó la atención su sobria decoración con grandes fotografías de algunos de los edificios de Mies van der Rohe. A pesar de tratarse de un arquitecto, alemán para más señas, nacido en el siglo XIX y fallecido en 1969, era toda una declaración de principios en una sociedad donde aún no se ha sacudido el fantasma del Regionalismo como única arquitectura propia, llena de bares y cafeterías transidas de costumbrismo seudo-andaluz, vírgenes dolientes, cabezas de toros, azulejería en las paredes y ruido, mucho ruido, de camareros, clientes y televisores.

Pero esa ola reaccionaria de vuelta a los orígenes, como si la angustia de la crisis pudiera mitigarse que la seguridad de los clichés conocidos y previsibles, también ha tocado al Mies, y desde hace poco ha pasado a llamarse, a la sevillana manera, Gloria Bendita.

Al entrar, comprobé que con la ola reaccionaria, no sólo había perdido el nombre sino también aquellas fotografías de la obra de Ludwig, habiéndose sustituido por otras, de igual tamaño, de la Sevilla eterna: la Giralda, la Torre del Oro, la ribera del Guadalquivir a su paso por Triana. Pero, debo reconocerlo, me impactó sobremanera una gran fotografía de las Setas de la Encarnación.

¡Con la escandalera que supuso su construcción, ahora en ese imaginario colectivo que representa en Sevilla los bares, tascas y garitos, se igualaba la Giralda y la Torre del Oro con las Setas, obra de Jünger Mayer, otro alemán como Mies!

Desde su construcción lo tenía claro: las Setas llegaron para quedarse. Y la rapidez con la que el ADN de la sevillanía lo está asimilando me confirma otra de mis hipótesis: a pesar de su factura contemporánea, en el fondo las Setas son la más clásicas de las obras sevillanas. Puro barroquismo.

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