sábado, 8 de septiembre de 2012

El partido de los 12 millones de votos

La mayor “virtud” de la derecha sociológica, mediática, económica y religiosa de España durante estos treinta años de democracia, ha sido la de consolidar un solo actor político de la derecha, integrando todas sus “sensibilidades”, y son muchas, bajo la “marca” PP, que, además, juega como agente comercial de los mercados contra los intereses de gran parte su propio electorado.

Esto es algo inédito en la historia de España, cuyo antecedente hay que buscarlo en la CEDA, la Confederación Española de Derechas Autónomas, creadas en los años treinta para intentar parar a los partidos republicados y de izquierdas. Y lo consiguieron al vencer en las elecciones de 1933. Como reacción a la reacción, las izquierdas se presentaron en 1936 bajo el paraguas del “Frente Popular”, que ganó aquel año.

Al contrario de la CEDA, el PP no es una experiencia, sino un proyecto consolidado, y por ello no podemos confiar en que las fisuras, que las hay, terminen agrietando el proyecto nacido con Aznar. Hay que, en mi opinión, agudizar las contradicciones internas, pero, sobre todo, presentando un frente unido por la izquierda.

El actual marco electoral sirvió en 1977 para consolidar la democracia, pero hoy puede suponer un instrumento para su eliminación. Las derechas se benefician de su candidatura única, frente a la dispersión electoral de la izquierda. Por ello hay que reeditar un “Frente Popular”, pero esta vez con la base de cambiar las leyes electorales.

Está comprobado que la izquierda siempre será más crítica y plural que la derecha, y que difícilmente podrá cobijarse bajo un solo proyecto programático como le ocurre a la derecha con el PP. Por ello un proyecto electoral de todas las izquierdas sólo es posible con un objetivo concreto, y ello pasa por conseguir que el PP no pueda beneficiarse de un sistema electoral injusto.

Por ello se hace necesario el “partido de los 12 millones de votos”, una gran coalición de las izquierdas que se fije el objetivo de conseguir la mayoría absoluta de las Cortes Generales y cambiar así el marco electoral hacia uno que aproxime al máximo el valor del voto de todos los electores, con listas abiertas.

Una vez en el poder y tras aprobarse la modificación electoral, deberían disolverse las cámaras y ya con el nuevo escenario electoral conformar las mayorías y minorías necesarias.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

“Herencia” a título de inventario

Artículo publicado en la web socialistasdesanjeronimo.blogspot.com

Ahora que la derecha social, mediática y política sevillana anda justificando la incapacidad de gestión de Juan Ignacio Zoido con alusiones a la “herencia” recibida, es el momento de hacer inventario de la misma, no tanto para estudiar la posibilidad de aceptar o no la misma, sino para comprender si dicha justificación tiene base o no.
 
Una de las fortalezas de la gestión del compañero Alfredo Sánchez Monteseirín fue que todas las actuaciones se hicieron conforme a un proyecto de ciudad que se reflejó en el último Plan de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla. Como nos informó el compañero Emilio Carrillo hace unos años en un seminario sobre urbanismo celebrado en la Agrupación de San Jerónimo, se apostó por una ciudad que no creciera más allá de los setecientos mil habitantes, para potenciar los aspectos más habitables de la misma. En este sentido, de cada cuatro metros cuadrado nuevos contemplados en el actual PGOU, dos iban a zona verde, uno a zona industrial y el metro cuadrado restante a suelo residencial. Ello suponía trabajar para una ciudad a escala humana, lejos del “gigantismo” del urbanismo de derechas, “centrado” exclusivamente en maximizar el beneficio de los operadores inmobiliarios.

En esta línea, durante los últimos doce años socialistas se apostó por acciones de integración que evitara la gentrificación (expulsión de los habitantes de una zona deteriorada y sustituidos por las clases medias) de nuestros barrios. En el centro de la ciudad, la zona más golosa para la especulación urbana, el gobierno socialista promovió viviendas de VPO (tanto en nueva obra como en rehabilitación de edificios antiguos), se subvencionaron la rehabilitación de los edificios de renta antigua que mantuvieran a sus vecinos originales, se construyeron viviendas de alquiler para familias de bajos ingresos, se construyeron viviendas para artesanos, etc.
 
En San Jerónimo, un barrio especialmente proclive a sufrir un proceso de gentrificación por su magnífica ubicación (cerca del centro pero en medio de la naturaleza) dicho proceso fue “parado” por una activa política de viviendas de VPO que crearon zonas como San Jerónimo-Alamillo.

También el PGOU apostó por un transporte sostenible e integrador, y por ello se construyeron más de cincuenta kilómetros de carriles bicis, se promovieron transportes de baja contaminación (como el metro y el tranvía), y se crearon nuevas líneas de autobuses urbanos.

De igualmente, la política descentralizadora de equipamientos mantuvo una política inclusiva en el conjunto de la ciudad. Un claro ejemplo lo tenemos en la construcción y promoción de nuevos espacios escénicos. Si tradicionalmente la construcción de los teatros se realizaban en las zonas más céntricas de las ciudades, durante el último gobierno socialista se llevaron a cabo en barrios obreros como Pino Montano (TNT), Cerro del Águila (Teatro Salvador Távora y Sala Flig), etc. Así, San Jerónimo vio levantarse en estos años el nuevo centro cívico, el hotel de entidades, la piscina municipal, el nuevo instituto, etc.

La apuesta de nuevo suelo industrial, organozado en "cluster", es decir en zonas donde se concentren diferentes empresas de un mismo sector, dió lugar a las "ciudades" industriales, como la de la imagen, que se está construyendo en El Higuerón (San Jerónimo), y donde se concentrarán desde los medios públicos de RTVA (Canal Sur TV y Radio), productoras de televisión, etc., junto a nuevo equipamieno comercial (con un cine al aire libre) y nuevas zonas verdes.

Por último, la apuesta por las zonas verdes del PGOU (la mitad del nuevo suelo) se tradujo en San Jerónimo en la restauración de la rivera del Guadalquivir, entre el puente del Alamillo y el parque de San Jerónimo, que ha insertado a nuestros barrios en medio de un vergel.

Esta magnífica política urbanística, de equipamiento, movilidad y zonas verdes, podría contar con el hándicap de la deuda asumida. Pues bien, todo lo hecho en Sevilla se ha traducido en que nuestra ciudad tenga la deuda más baja de las grandes ciudades de España, tanto en global como por habitante, mucho más bajas de ciudades similares como Málaga y Valencia, gobernadas por el PP.

Por todo ello, el machaconeo de la derecha mediática, política y social sevillana de justificar lo injustificable en base a la “herencia” recibida es completamente falso. Juan Ignacio Zoido ha recibido una ciudad moderna y bien equipada, con una baja deuda per cápita, y una hoja de ruta fruto de un amplio debate social.

Durante la presentación de su candidatura a la alcaldía, realizada en la Casa del Pueblo de San Jerónimo en 2011, el compañero Juan Espadas aceptaba que esta legislatura no era la de las grandes obras sino la de las pequeñas soluciones, la eficacia y el rigor.

Por eso, a Zoido no se le exige la programación y ejecución de grandes equipamiento, la crisis lo impide, pero sí que gestione con claridad, equidad y eficiencia. Pero la gestión del alcalde y presidente del PP-A está llena de confusión, de discriminaciones entre barrios, de falta de ideas, sólo centrado en contentar a todos aquellos sectores ciudadanos que le hicieron la campaña electoral en los últimos cuatro años: asociaciones de comerciantes, constructores, hermandades, medios de comunicación, etc.

Por eso, los socialistas, con o sin carnet, nos podemos sentir orgullosos de la “herencia” dejada a la ciudad tras doce años de gestión. Y sabemos que al contrario que Zoido, el compañero Juan Espadas sí sabría gestionar tan magnífica “herencia”.