sábado, 29 de octubre de 2011

Las "amistades" del Señor Obispo

El ¿ínclito? y "simpático" Señor Obispo de Córdoba, España, (sí, sí, ese Demetrio Fernández que afirmó que según le habían dicho desde el Vaticano con unos programas de la ONU en unos años todos maricones) ha afirmado recientemente, entre otras "perlas" de la oratoria y de la reflexión intelectual que "También habría que aplicar la ley natural, [...], en relación con el matrimonio entre personas del mismo sexo, ya que ese tipo de unión "no es matrimonio, ya que la relación entre personas del mismo sexo es una relación de amistad, pero no puede ser matrimonio, porque éste, tal y como lo ha hecho el Creador, es la unión del varón y de la mujer abierto a la vida, y eso en personas del mismo sexo, nunca se da, ni se dará".

En estos momentos, "cautivado" por las palabras tan profundas de Don Demetrio Fernández, en vez de acordarme de su astuta madre (¿o era zorra? ¡con estos jueces uno siempre anda confundido!) solo se me ocurre que posiblemente cuando pasa de "matrimonio entre personas del mismo sexo" a "relación de amistad" se refiera a las profundas "amistades" de miles de sacerdotes y decenas de obispos católicos con sus pupilos.

¡Ay, Señor Obispo, que cabrón (experimentado y astuto) es usted! Pero claro, conociendo a la zorra (astuta) de su madre no podemos sorprendernos. Y me alegro profundamente que gracias a compartir con nosotros sus sabias palabras, centenares de miles de niños, violados por sacerdotes católicos, y sus familias dormirán un poco más tranquilas. ¡Ay, que mal pensada es la gente! ¡Si sólo era amistad.....!

miércoles, 12 de octubre de 2011

El juez, cabrón. Y su mujer, zorra.

Es lo que tiene de bueno la globalización: conecta países, conecta lenguas, y reconecta nuestro hermoso idioma castellano, que a decir de los expertos es de los que más palabras necesita para comunicar algo. Razón que explica que españolas y españoles hablemos más deprisa y de tan cansados, apenas pensemos.

La gesta de Colón y sus magníficos marineros, y el ardor católico de nuestra siempre poco ponderada reina Isabel, lo expandió por todo el orbe (los dos hemisferios a los que se referían nuestros heroicos diputados constitucionales del 12). Y ahora, tanto orgullo, tanta pasión y tanto amor por allende los mares (y sus lindas mujeres, para que engañarnos), nos es devuelto con creces.

¡Qué sería de nuestra amada España sin el bello idioma castellano! Cual ubérrimo árbol del paraíso, cual manzano para Newton, cual olivo para Jaén, cual olmo para Soria, esa floresta del castellano, sembrada por cuatro continentes, nos ha permitido descubrir que el juez es un cabrón.

No, por favor, no se alboroten. Quiero decir que gracias al castellano hablado en Cuba sabemos que en España tenemos a un juez experimentado y astuto.

Y gracias al castellano patrio, esa urdimbre lingüística que cose, une y cohesiona nuestra amada piel de toro, también sabemos que su mujer es una zorra, que como bien sabe toda persona honesta y de bien significa persona astuta.

De tal forma que, en extraordinario maridaje, podemos gritar a los cuatro puntos cardinales que en España tenemos la dicha de tener un juez cabrón casado con la zorra de su mujer.

Lástima es que el checo Freud ensucie cualquier noble y límpida conducta y nos haga pensar que tal vez el cabrón del juez buscara en la zorra de mujer, a la zorra de su madre de él.

¡Discúlpenme!, ¡discúlpenme! ¡Y compréndanme! Es que no puedo evitar emocionarme y cantar loas patrióticas a nuestra hermosa lengua en el Día Nacional de España.