martes, 26 de julio de 2011

El Triunfo de la Reacción

La tragedia de estos tiempos es nuestra incapacidad como sociedad para inventar nada nuevo. Por eso nuestra obsesión por reetiquetarlo todo e intentar colarlo como algo nuevo.
Posiblemente los años setenta del pasado siglo fue el fin de todo, cuando aún era posible innovar, pero después de experimentarlo todo y de definirlo todo, nos hemos quedado sin nada que estrenar. Y por ello, tal vez lo más novedoso en estos tiempos es ir quitando tanta etiqueta y tanto “renombre” y devolviendo a las cosas, las personas y las ideas sus nombres de siempre. Una función parecida a la que los primeros académicos dieron para la Real Española: limpiar, fijar, y dar esplendor.
Un objetivo en este sentido sería levantar las distintas etiquetas con las que el Partido Popular se ha presentado en sociedad, como aquello del “Centro Liberal Reformista", o el más actual de “Cambio”. Estas “etiquetas” pretenden disimular para el gran público y parte de su electorado la esencia Reaccionaria del PP.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define reaccionario como el “que propende a restablecer lo abolido”, como lo “opuesto a las innovaciones” y lo “perteneciente o relativo a la reacción”. Y si nos fijamos, este es el programa oculto del PP, del que sólo vemos destellos a través de los documentos de FAES, su “think tank”, en las tertulias de los medios ultraderechistas de la TV digital o en algunas de las administraciones en las que gobierna.
Sevilla reúne en estos momentos, sin duda, las condiciones idóneas para la implantación de un programa político reaccionario: una mayoría absolutísima, una sociedad tradicional amplia y un dirigente sin discurso propio, el alcalde Zoido. Y por ello, a modo de laboratorio, podemos observar en Sevilla la futura política del PP en caso de que Rajoy, otro dirigente sin discurso, gobierne la Nación.
Zoido, como Rajoy, basó su campaña electoral de cuatro años en denunciar sin proponer; Zoido, como Rajoy, se presentó a la sociedad como una persona obsesionada por la eficacia y la gestión; y Zoido, como Rajoy si llega a formar gobierno, ha demostrado una vez instalado en el consistorio hispalense que su único proyecto político es regresar al más funesto de los pasados.
La apuesta de Zoido de volver a la especulación inmobiliaria, a la derogación del Plan Centro para favorecer el uso del automóvil privado en el centro de la ciudad, y al traslado de las farolas “modernas” del centro, es una buena radiografía de la “reacción”. Su “triunfo” en el desfile del Corpus de este año, su negativa a hacer ondear la bandera “gay” en el ayuntamiento el pasado 28-J, o la sustitución de FACUA, UCE o la Federación de Asociación de Vecinos por asociaciones más “tradicionales”, son señales del inicio de un regreso cuyo final lo marca el siglo XIX, su capitalismo salvaje y la explotación de los y las trabajadoras.

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