jueves, 15 de octubre de 2009

Las victimas están sobrevaloradas

Bicheando por la Blogosfera Progresista, localicé un precioso post de Raúl Solís Galván titulado “Carta de un homosexual español a una eurodiputada y víctima del terrorismo” dirigido a Teresa Jiménez Becerril, eurodiputada española por el PP, cuya lectura recomiendo.
A mí me ha llevado a reflexionar sobre la sobrevaloración de las víctimas en España. Casos hay muchos: desde las víctimas del terrorismo hasta las de la violencia de género o de la pedofilia.
Las víctimas merecen toda nuestra compasión y apoyo emocional. En el pasado de nuestras ciudades y pueblos, cuando en una casa se producía la muerte de alguien, se desarrollaba un elaborado a la vez que eficaz proceso de acompañamiento de los deudos del fallecido: mientras unas vecinas amortajaban el cadáver, otras llevaban a la casa caldo de puchero (mano de santo para los desastres emocionales) y el resto se dedicaba a no dejar ni a sol ni a sombra a la familia durante el velatorio. Una escena muy representativa la encontramos en la película de Almodóvar “Volver” cuando fallece la tía (Chus Lampreave) de Raimunda (Penélope Cruz). Allí se ve como las vecinas arropan a la familia de la fallecida para mitigar el sufrimiento de ese momento. De la misma forma, la sociedad debe procurar arropar a las víctimas, ya sean de terrorismo, de violencia sexual o de género, etc.: mucho mimo, mucho cariño, y mucho acompañamiento en su sufrimiento.
Pero sufrir violencia no significa que nos transforme en personas más buenas o más inteligentes. Si una persona malvada es víctima de la violencia terrorista, por ejemplo, no solo su condición de víctima no la transformará en buena persona sino que seguramente la hará más malvada aún. El dolor puede dar autenticidad a un argumento cabal, nunca transformar en cabal un argumento pueril.
Incluso el sufrimiento provocado por la violencia en una buena persona puede llevarle a mostrar sus instintos más malvados. Porque ya se sabe, desde tiempo inmemorial, que la justicia de la víctima es la venganza. De ahí que se represente con los ojos vendados.
El error en el que creo está cayendo la sociedad española es el de sobrevalorar a las víctimas. Considerar que simplemente por ser víctimas de ETA, por ejemplo, quedan investidas de una autoridad moral sobresaliente, merecedoras de todos los aplausos. Y nada más lejano de la realidad. Por eso podemos encontrar casos como el de la familia de la desaparecida Marta del Castillo. Como víctimas de tan cruel y repugnante incertidumbre, tiene toda mi conmiseración. Pero si de víctimas pasan a actores políticos pidiendo la cadena perpetua, entonces deberán aceptar que su dolor no les protege de la crítica y la oposición, y la sociedad deberá aceptar que su postura, transida de dolor, no tiene más valor ni menos que la mía en contra de la cadena perpetua, que no lo está.
O el caso de Teresa Jiménez Becerril, convertida en eurodiputada tras el asesinato de su hermano. Ignoro si antes de tan repugnante asesinato era o no una buena persona, si le interesaba o no la cosa pública, si tenía ideas propias sobre el futuro de la Unión Europea o no. Lo que sí es cierto es que desde tan alta magistratura toma decisiones que muestra un alma cicatera, mezquina e insensible con el dolor ajeno. Una persona a la que le da igual el sufrimiento de decenas de miles de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de Lituania y sus familias.
En este caso, ser víctima de la violencia etarra no hizo más buena persona a Teresa Jiménez Becerril. En todo caso, nos ha permitido verla como lo que es.

2 comentarios:

  1. Es cierto en parte lo que dice, ser víctima no te inmuta para nada, ni siquiera te habilita, y mucho menos para aplicar la justicia. La ley debe ser legislada desde la cordura, la equidad, y ajena a sentimientos. Es por eso, que me parece de tal gravedad que tal como está ocurriendo últimamente se esté legislando a golpe de titular de prensa, y de eso no está ajeno ni derecha ni izquierdas. La derecha sabemos que es así, incluso en Andalucía Javier Arenas ha pedido abiertamente un debate sobre la Cadena perpetua, pero la izquierda debe pedagogizar ya sobre este y otros tantos temas, de lo contrario perderemos la batalla en la calle, y claro está si esa decisión no da un voto, no legislaremos de acuerdo a nuestros principios, sino tal y como estamos haciendo ya, de acuerdo al sentir mayoritario de la sociedad, que desde su nobleza creen que es lo adecuado. Castigo, castigo, y más castigo.
    Por otra parte, a mi me da igual que esta señora no respete a la población LGTB, yo seguiré defendiendo su causa porque me parece justa.
    Besos, y gracias por tu entrada en mi blog.

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  2. Es el segundo articulo que leo tuyo y al final lo consigues. Soy un fan de tu blog, pero no por la calidad, sino por la manera tan macabra y perversa de pensar y expresarte que tienes.
    estamos en democracia; eso ya lo sabemos todos, pero hay que encontrar palabras o maneras mas adecuadas de mostrar nuestras ideas, porque no todo el mundo entiende lo subjetivo de la mente del vecino, y en este caso, tus ideas son dificiles de entender, y mas aun de compartir.
    Ten un poco mas de tacto, y aprende a callar, que escribir ya veo que lo haces muy bien, pero callar a veces se nos olvida lo facil que es hacerlo.
    un abrazo

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