viernes, 18 de diciembre de 2009

¿El culpable? ¿O un culpable?

Hoy se ha conocido la noticia de la puesta en libertad de James Bain, un ciudadano norteamericano condenado por el secuestro y violación de un niño de nueve años en 1974, y que 35 años después las pruebas de ADN han demostrado que no fue la persona que cometió tan brutal agresión.
Estoy seguro que este caso, que se une al menos a 245 personas solo en Estados Unidos, generará un nuevo debate sobre los sistemas jurídicos y penales de nuestras democracias occidentales.
Pero a mí me interesa sobre todo la parte de la víctima, el niño violado y su familia. Estoy seguro que cuando en 1974 el menor identificó al muchacho de 19 entre las cinco fotos de posibles sospechosos que les mostró la policía, su familia respiró tranquila. El horrible criminal ya estaba localizado, sería detenido y nunca más volvería a hacer algo semejante. Pero treinta y cinco años después, se confirma que el autor del crimen sigue libre, y que seguramente ha violado, y puede que matado, a más niños. ¿Qué sentirá esa familia?
Podemos hacer conjeturas. Una que se me ocurre es la negación de la prueba de ADN. Seguir convencidos que Bain es culpable puede ser tranquilizador: el culpable fue localizado y condenado, y en todo caso es ahora cuando hay que enfadarse por su puesta en libertad.
Otra hipótesis es que acepten los resultados de las pruebas de ADN y descubran horrorizados que el verdadero criminal no fue localizado ni juzgado. La última que se me ocurre es que a estas alturas de la historia, les da igual: la necesidad de resarcirse de una desgracia ya estaría saciada con la condena de un hombre, culpable o no.
Muchas veces me he preguntado cuando veo a la familia de una víctima imputar a una persona como el autor del crimen y exigir su condena, bajo el curioso argumento de “hacer justicia”, si lo que buscan es el culpable del crimen o a un culpable del crimen. Especialmente en los casos difíciles, donde la certeza es imposible, las víctimas y sus familias suelen mostrar una seguridad asombrosa. Además los supuestos culpables suelen ser, por lo que he podido observar sin rigurosidad científica, la persona o las personas señaladas al principio por la policía como autores más probables.
Es como si necesitaran agarrarse a un clavo ardiendo, los cuales una vez agarrados a ello son incapaces de admitir otra posibilidad. Porque a menos que exista una grabación videográfica del crimen, es difícil tener la certeza. El testimonio de los testigos, las pruebas circunstanciales, el interés o desinterés político, policial y judicial, la presión social, etc. se han mostrado muchas veces como elementos fundamentales para condenar a inocentes de los crímenes más espantosos.
Me pregunto cuántos inocentes son condenados en España, cuántos criminales permanecen en libertad gracias a esas condenas, y cuántas víctimas duermen tranquilas y satisfechas pensando que el verdadero criminal ha sido condenado.
Me temo que la necesidad de venganza, adecuadamente vestida de sed de justicia, de muchas víctimas y sus familiares, no exige la condena del culpable del crimen sino la de un culpable, a cualquiera que pueda ser inculpado con suficientes visos de credibilidad. Ello les permitirá dormir tranquilos sin percibir que con esta actitud se convierten a su vez en cómplices del crimen que han sufrido y verdugos de un inocente.
La noticia recogida por EL PAIS afirma “La víctima, que ahora tiene 44 años y sigue viviendo en Florida, sabe que Bain ha sido exculpado, según varias fuentes”. ¿Qué sentirá ese hombre que ahora puede tener la certeza que condenó a un inocente? ¿Qué sentirán, si viven, los padres de aquel niño violado sabiendo que a pesar de su tranquilidad el violador siguió libre, riéndose seguramente por la satisfacción de la familia por la condena de un inocente?
Posiblemente nada. Ocurrió hace tanto tiempo….

lunes, 14 de diciembre de 2009

Porque me sale del alma (católica, naturalmente)

Crear un blog te obliga a tomar decisiones nada intrascendentes. ¿Pongo mi nombre y apellidos a la vista? ¿Permito más o menos libertad para responder al lector o lectora que ocasionalmente dé con mi blog en la cibermaraña que es la blogosfera? ¿Me decanto por ser políticamente correcto o, al contrario, decido ser políticamente incorrecto? ¿Y si mando a la porra todo lo “políticamente” y escribo sin más límite que el respeto a la ley? ¿Debo responder a todas las críticas, a ninguna, o solo algunas?

Escribo esta parrafada, a modo de introducción de este post con el que pretendo reflexionar sobre algunos de los comentarios que han aparecido en este blog, para dejar constancia que esta bitácora, en su conjunto, es como es porque he querido que sea así. Si se pueden hacer libremente comentarios, aparecen y permanecen es porque así lo he decidido (en esto soy bakunista: provoca contra ti toda la oposición que tan saludable es). Si cualquier amable lectora o lector sabe quien está detrás de las palabras que lee (con microautobiografía incluida) es porque no me gusta ocultarme detrás de “anónimos”. Y cada post, mejor o peor escrito, es un esfuerzo de elegir el enfoque que más responda a lo que pienso, mejor se exprese y más respetuoso sea con la dignidad humana (que no la dignidad de las ideologías, los discursos, y las estatuas).

El post que más comentarios ha suscitado es el antepenúltimo titulado “Criminales católicos” y que escribí no por polemizar sino para expresar el rechazo que me produce cierta condescendencia social hacia algunas instituciones que, por su prestigio social o capacidad económica, son cubiertas por un manto de pudor. No sé si lo conseguí, posiblemente no, pero es un hecho mucho más común de lo que parece. Pero la respuesta de algunos ha sido iracunda. No las repetiré, puesto todas y cada una de ellas pueden ser leídas en su sitio.

Pero sí me gustaría reflexionar sobre algunos de los impulsos que me parecen vislumbrarse detrás de las mismas. Una cosa que me llama la atención es la ausencia de firma de los comentarios. De los siete comentarios recibidos, solo dos se identifican: uno a favor de mi texto y otro de sobria censura. Los otros cinco, dos han buscado Nicks de lo más revelador y tres se parapetan detrás del adjetivo “anónimo”, esto es, que no han cumplimentado el campo correspondiente.

El contenido es igualmente revelador. Pero además, siguen una línea argumental que se puede leer en otros foros web. Uno es el sentimiento de acoso que manifiestan. Comprendo que en el mundo de hoy, algo más libre del fanatismo de otrora, con mayores conocimiento sobre el universo y la evolución, la posibilidad de leer directamente los textos bíblicos en castellano (posibilidad negada por la Iglesia Católica durante siglos) y con la libertad suficiente para cuestionar los paradigmas culturales ancestrales, el discurso católico caiga por su propio peso. La respuesta de una parte de los y las católicas españolas es la de vivirlo como una nueva persecución hacia los cristianos. Por eso el empeño de equiparar al presidente Rodríguez Zapatero con Diocleciano, y la España de principios del siglo XXI con el Imperio Romano de principios del siglo IV.

La Iglesia Católica española no está perseguida, ni por supuesto las y los católicos individualmente. El desmoramiento del catolicismo es obra suya. Juan Mendoza, antiguo secretario general de la UGT Andalucía, afirmó en su día que una organización que no solo no crece sino decrece, termina siendo una secta. Y no pude estar más de acuerdo con él. El Concilio Vaticano II fue la respuesta de una iglesia en crisis. Los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, una verdadera política contraconciliar del Vaticano II, es la respuesta de una iglesia en pleno hundimiento. La pérdida de apoyo y compresión social está dando pábulo en el interior de la Iglesia Católica a las sectas más reaccionarias que fanatizan a sus “militantes” y les aleja, aún más, a los y las creyentes no dogmatizados, y provoca más y más con sus discursos incendiarios

Ese fanatismo les impide ver lo más evidente, lo que ve todo el mundo. Suelo decir, en plan jocoso, que Jesús era más bien torpe, que no habló sobre las cosas realmente importantes, y en cambio se dedicó a hablar de tonterías. ¿Sorprende?. Te animo a realizar una consulta muy simple. Busca en el Nuevo Testamento, en la edición de Nácar-Colunga (que fue mi edición de cabecera) cuantas veces, en San Juan, San Mateo, San Lucas o San Marcos, Jesucristo hace alguna referencia a temas realmente importantes para el Iglesia Católica española como la sodomía, el aborto o los matrimonio homosexuales, y en cambio cuantas dedica contra los ricos y los que escandalicen a los niños.

Recientemente, una brillante mente católica ha rescatado la cita de San Pablo (no os equivoquéis, viene a decir el Saulo bíblico, ni prostituta, ni sodomitas, ni fornicadores entrarán en el reino de los cielos) cuando dicha cita debería producir sonrojo, ya que según Cristo los únicos que no entrarán en el reino de los cielos serán los ricos (es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja…) y en cambio la adúltera sí entrará sin problema (ni yo te condeno tampoco, vete y no peques más).

Otro de los argumentos realmente estúpido es aquel acusa a los “laicista” de atacar a la Iglesia Católica y no tener "cojones" de atacar a los “moros”. El calibre de esta idiotez es tal que difícilmente se puede uno contener a responder con argumentos del mismo estilo. Pero me resistiré y solo diré que en sentido estricto lo más execrable del islamismo es semejante a lo más execrable del judeo-cristianismo. La ley del talión, la lapidación, los juicios de dios, la persecución a sodomitas y fornicadores, etc. son aberraciones propias de las religiones monoteístas. No hay peor cuña que la de la misma madera.

También me gustará reflexionar sobre la hipersensibilidad que muestras algunos católicos, ya que son capaces de usar términos realmente agresivos, como el de desorden moral contra los homosexuales y los bisexuales, y en cambio no soportan que se cuestionen sus más pueriles supersticiones. Pero ya hemos visto en AGORA, la última obra de Amenábar, la “sensibilidad” del catolicismo. Aunque quiero aclarar que según las fuentes históricas afirman que Hipatia murió descarnada viva (esto es, se le arrancó la carne hasta dejar las vísceras al aire). Incluso para un discreto homosexual como Amenábar al realidad era demasiado dura, así que vistió de compasiva eutanasia lo que era muestra palmaria de una crueldad infinita: la de los católicos primitivos.

Por último, responder a los y las católicas que quieran ponerme “verde” que, como bautizado, puedo opinar todo lo que quiera del catolicismo, el cristianismo y de su iglesia. Pero a la vez soy consciente que en sus mentes ya me habrán condenado y lapidado. Como hoy han hecho en Somalia un grupo de musulmanes con un fornicador. Tan lejos y tan cerca…

viernes, 11 de diciembre de 2009

Viva o Muerta

"Mi reivindicación es regresar al Sáhara Occidental con o sn pasaporte, viva o muerta" ha declarado recientemente la activisa Aminatu Haidar, marcando el límite a su huelga de hambre para regresar a su país de origen, el Sáhara Occidental, del que fue expatriana por el Reino de Marruecos.
Para seguir paso a paso el desarrollo de este drama (porque de drama se trata) recomiendo el blog de mi buena amiga Isabel Galeote, una mujer que desde hace años viene luchando por la causa saharaui con entusiasmo y sin desmayo.
Yo me quiero centrar no en las complicaciones políticas sino morales de una decisión valiente pero sin duda arriesgada: la huelga de hambre como forma de lucha pacífica contra los poderes instituidos.
Porque la huelga de hambre solamente tiene sentido si la realiza una persona sin capacidad institucional o coercitiva para determinar una política concreta, y solo se puede hacer contra un poder institucionalizado con cierta sensibilidad hacia los derechos fundamentales de las personas, o el miedo escénico al que dirán en el mundo, o a la pérdida de ingresos que se espera conseguir con el ejercicio de la violencia hacia la persona que se ha declarado en huelga de hambre.
Pero hay un elemento terrible en esta forma de lucha pacífica y que generalmente no se asume socialmente. Y es la necesidad de llevar hasta el final dicha determinación.
Una huelga de hambre que no parta de la asunción del todo o del nada, es una huelga de hambre güera. Por eso me parece terrible la lucha de Haidar. Porque veo la determinación en su mirada, y temo que finalmente se cumpla parcialmente su deseo: regresar en un ataúd a su Sáhara natal.

martes, 10 de noviembre de 2009

¡Cuidado! El dolor puede provocar estupidez

Post suprimido temporalmente por el autor por cuestiones de estilo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Criminales católicos

Afirmar que en España la mayoría de los criminales (asesinos, violadores, pedófilos, ladrones, corruptos, etc.) son católicos es casi una obviedad. Ya sabemos, o por lo menos eso afirmaba la Iglesia Católica de mi niñez, que el bautismo imprime carácter, por lo que una vez recibida las “aguas”, ¡zas!, ya no hay quien te libre del catolicismo, ni tú apostatando, ni el Papa con la excomunión.
Por eso, si la mayoría de los y las españolas de sangre y mucho de las españolas y españoles por carta de naturaleza y residencia fueron bautizados de pequeños y algunos ya de mayores, la mayoría de los criminales españoles son católicos. Claro que también son católicos nuestros mejores intelectuales, científicos, políticos, etc.
Pero en este post quiero hablar de dos noticias de actualidad, donde el catolicismo de sus personajes agranda la monstruosidad de su crimen.
Me refiero, como no, al político del Partido Popular y miembro de la católica Comunidad Neocatecumenal Javier Rodríguez de Santos y al médico y trabajador del Hospital Universitario de Navarra, dependiente del Opus Dei, José Diego Yllanes.
El exconcejal del PP ha sido condenado por los tribunales a 2 años por malversación de fondos públicos, por usar tarjetas de crédito del Ayuntamiento de Palma de Mallorca en diferentes puticlub y mantener sexo con hombres. Pero sin duda, su crimen más repugnante ha sido el abuso sexual a dos menores amigos de sus propios hijos a los que conoció en las ceremonias de la Comunidad Neocatecumenal a la que solía asistir. Según el juez, queda probado que Javier Rodrigo de Santos cometió un delito de abusos sexuales, con acceso carnal por la vía anal con un menos de 14 años, así como practicar una felación al adolescente de 16 años.
José Diego Yllanes, hijo de un conocido médico, se ha reconocido asesino de la joven Nagore Laffage Casasola. Este crimen es especialmente repugnante por lo que se transparenta. Se trata sin duda de un crimen machista (violencia de género) y clasista. Un chico médico, de buena familia, con novia y muy religioso, que se cree con el derecho de mantener sexo no consentido con una simple enfermera (“Le gustaban las de enfermería" ha testificado una amiga durante el juicio). Ante la negativa de Nagore, y posiblemente sorprendido que una trabajadora se negara a mantener relaciones con él, atractivo hijo de un prestigioso profesional y psiquiatra en ciertes, la asesinó, intentó descuartizarla y después la intentó ocultar.
Estas historias me producen dos reacciones: repugnancia, sí, pero también sorpresa. ¿Qué educación han recibido dos personas educadas “como dios manda”, de familias muy religiosas, que se suponen que aprendieron a diferenciar al mal del bien, socialmente adaptadas, pueden cometer crímenes tan espantosos?.
Tengo la convicción de que la educación religiosa recibida, la represión de los sentimientos y las emociones de la que la educación católica hace gala, su machismo genético, la soberbia moral de la que hacían gala las familias, y factores de similar característica, les llevaba a considerar a los demás objetos de sus propias necesidades.
Por eso, José Diego Yllanes y Javier Rodrigo de Santos consideraban que tenían derecho a “usar” a los menores y a Nagore (que seguramente no era la primera). ¿Dónde quedaba su caridad cristiana? ¿Y los preceptos de no fornicar ni cometer actos impuros? ¿Se confesaban? ¿Existen sacerdotes que conocían tan espantosos crímenes gracias al sacramento de la confesión?
Y las dos cosas que más me indignan: que si en vez católicos hubieran sido agnóstico o ateos ya tendríamos a los católicos de pro señalando que la raíz de estos crímenes estaban en su falta de fe; y que ambos utilicen su adicción a las drogas legales e ilegales para justificar sus crímenes. Porque soy de los que creen que el consumo de alcohol y otras drogas no deben ser un atenuante sino un agravante.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Cuestión de edad

CUATRO nos propone en su web una encuesta que en sí misma es un ejemplo de la invitación a la reflexión más profunda no sobre un tema de actualidad sino sobre nuestro propio mundo de valores y convicciones. Hablo de ¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con las 'edades legales' en nuestro país?, en la cual se señala la edad mínima legal para alguna de las decisiones a la que puede enfrentarse cotidianamente una persona. Así, la legislación española permite a partir de los 16 años decidir someterse a una operación a vida o muerte, y en cambio no ponerse un piercing o un tatuaje; la edad de consentimiento para mantener relaciones se establece en 13 años, a los 14 años existe la posibilidad de contraer matrimonio pero no beber alcohol; y así varios más, invitando en cada caso a mostrar el acuerdo o el desacuerdo.
Responder dicho cuestionario es casi una tortura. ¿Son suficientes los 13 años para consentir relaciones sexuales? ¿Y casarse a los 14 años? Posiblemente se nos ponga los pelos de punta, pero si permites a una persona casarse a tal edad no tendría sentido excluir del mismo las relaciones sexuales. Mi bisabuela María se casó con 14 años y tuvo su primer hijo un año después. Y por lo que cuentan en mi familia, a pesar de la mala cabeza de mi bisabuelo Manuel, formó una feliz aunque complicada vida conyugal hasta el final de sus días.
Los tatuajes y piercing me parecen algo de bastante mal gusto. Si fuera padre me gustaría impedírselo hasta los 18 años. Pero por el contrario, creo que una persona con 16 años debe decidir si se somete a un tratamiento o no, así que no tendría sentido impedirle un tato.
En fin, una tortura china (si es políticamente correcto expresarlo así). Aunque sobre lo que más he reflexionado ha sido sobre la hipocresía consciente o inconsciente de muchos adultos (casi todos padres) a la hora de decidir lo que sí o lo que no debería permitirse a un menor. Porque la responsabilidad legal y pecuniaria de una persona privada de derecho a decidir debe ser de sus padres o tutores. Es decir, que si se prohíbe a un menor de 18 años tener relaciones sexuales, en caso de mantenerla los padres de deberían asumir alguna responsabilidad legal. Si está prohibido viajar como acompañante en una moto, debería exigírseles alguna responsabilidad administrativa o económica a sus padres o tutores del menor que lo haga. Y así en todos los casos.
Muchos padres me dirán escandalizados que como pueden ellos impedir que su hijo o su hija de 14, 15 ó 16 años mantengan relaciones sexuales, sabiendo el número tan importante de adolescentes con embarazos no deseados. Es decir, queremos una ley que nos consuele emocionalmente pero que a la vez sea papel mojado porque sabemos que en caso de incumplimiento no servirá de nada.
Una vez más hay que remitirse a la falta de autoridad y responsabilidad de los adultos, y su constante evasión de responsabilidad. El profesor y filósofo Carlos Rodríguez Estacio realiza un análisis bastante certero sobre el tema en La Realidad y el Deseo en la Sociedad Actual. A pesar del repaso que el profesor Rodríguez me da en su post debo compartir con él algunas de sus valoraciones, como “…lo que nos interesa ahora destacar es que estas ideas no surgen de la defensa del derecho de los niños, sino de la defensa del derecho a la niñez de los adultos. Tanta devoción por el niño no esconde en realidad más que el deseo de no hacerse cargo de ellos. Los hacemos iguales a nosotros para hacernos nosotros iguales a ellos, y disfrutar así sin remordimientos de la inmadurez” y “No deberíamos extrañarnos del altísimo índice de precocidad sexual o de que la anorexia empiece ya a hacer estragos a partir de los siete años. De manera paralela proliferan los programas en que los adultos se refocilan y emporcan con cháchara del tipo `caca-culo-teta-pedo-pis´”.
Mi hipótesis sobre este tema es que los adultos, y especialmente aquellos que son padres y madres, se niegan en la práctica a ejercer su autoridad, imponiendo límites al bebé, al niño, al adolescente y al joven, no porque no sepan sino porque esos límites también les afectan a ellos. Por eso, el recurso a una autoridad externa, el gobierno, la escuela, las leyes, es la extrategia perfecta para delegar su responsabilidad. En esta línea iría la constante de imponer recortes en los derechos de los adolescentes y los jóvenes, bajando la edad legal penal y subiendo todas las demás, ya que así sus conciencias están tranquilas. El problema de sus hijos, en definitiva, ya no es de ellos.

sábado, 24 de octubre de 2009

La castidad, ese desorden sexual.

La castidad designa la abstención de todo goce carnal, es decir de relaciones sexuales, entre seres humanos. Su práctica reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen socio patológico permanece en gran medida inexplicado, pero se vincula históricamente a prácticas religiosas que castran psicológicamente a la persona. La castidad es contraria a la ley natural y a la biología. Impide el don de la vida. No proceden de una verdadera libertad afectiva y sexual, y por lo tanto la castidad no puede recibir aprobación social en ningún caso.
Un número apreciable de hombres y mujeres de distintas religiones practican o intenta practicar la castidad. No eligen libremente la castidad sino que son obligados y obligadas a ello como prueba de fe en dichas religiones. Por ello, las personas que practican la castidad deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.
Las personas que practican la castidad están llamadas a mantener relaciones sexuales. Mediante terapias que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la sexualidad plena.

lunes, 19 de octubre de 2009

El vínculo que llegó del frío

Un día, las y los españoles nos levantamos y nos enteramos que teníamos un vínculo muy especial, con nombre de anticiclón o borrasca. Un vínculo que apareció de la nada, pero sobre el que hablaban personas muy serias, con gestos muy serios. Me tengo por una persona documentada (leo revistas de historia contemporánea desde los 8 años, y la prensa diaria y semanarios desde los 13, 14 años ¡incluida la revista Época!) y hasta que llegó el sr. Aznar al gobierno de la Nación no me enteré que la sociedad española teníamos eso del “vínculo transatlántico”. Al principio pensaba que era algo así como la virginidad de una adolescente, porque siempre que algún intelectual de derechas verbalizaba el término iba asociado a otros como respeto, fortalecimiento, conservación, etc.
Pero no, no hacía referencia a la virtud de ninguna vestal, sino que era algo así como una lealtad que debíamos a los Estados Unidos por habernos salvado de comunismo.
Para los que como a mí en su momento, eso del “vínculo transatlántico” le suene a chino, les recomiendo el artículo de Jesús R. Bacas Fernández que con el título “Fundamentos históricos del vínculo transatlántico. Desde la firma del tratado de Washington hasta la caída del Muro de Berlín” fue publicado a mediados de la década en el número 72 de las Monografías del CESEDEN (Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional) dependiente del Ministerio de Defensa.
Pero en este post no reflexionaré sobre el dichoso vínculo sino como, al modo de la fe del converso, el “vínculo transatlántico” parece haber poseído a la derecha más viajada e invitada a los Think Tanks conservadores.
Comprendo que tras la muerte del dictador, nuestra derecha franquista devenida a derecha democrática se encontraba huérfana de padres con cierto pedigrí intelectual democrático y en cambio sobrada de abuelos y tíos intelectualmente fascistas como Ramiro de Maeztu, Dionisio Ridruejo y algunos más. Cuando José María Aznar llegó a la presidencia del PP, toda una pléyade de neoconservadores, neodemócratas y neoliberales visitaron en masa los laboratorios de ideas del Reino Unido y los Estados Unidos, buscando aire fresco de intelectualidad demócrata-conservadora que en la tradición hispánica no encontraban.
Y entonces se produjo el milagro: descubrieron que la solución para sus fantasmas filofascistas pasaba por dejar en blanco la historia española desde el desastre de Cuba y, a modo de patchwork, coserla a la historia anglosajona. Por eso, en el discurso de nuestros intelectuales de derechas la casi totalidad del siglo XX se ha evaporado. Deja de existir la derrota de 1898 cuando Estados Unidos de América aprovechó la debilidad de la Restauración para consolidarse como potencia mundial montando el numerito del Maine; ni queda rastro el odio africano, y nunca mejor dicho, de los militares africanistas hacia la gran república de Norteamérica no solo por despojarnos de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, no solo por hundir la flota del Almirante Cervera, sino también por la humillación de firmar el Tratado de París ante la amenaza de ocupar Canarias, Cádiz y Ceuta (por cierto, el faro metálico de la isla de San Sebastián en Cádiz, sustituyó a uno de obra derribado en 1898 ante este temor).
En la mente de nuestros neos se esfuma el odio numantino del General Primo de Rivera contra las multinacionales norteamericanas del petróleo a las que acusaba de haber provocado su derrocamiento tras crear la Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo S.A. (CAMPSA) en los años 20, odio que por cierto heredó su hijo José Antonio Primo de Rivera.
En la mente de nuestros neos desaparece igualmente el bloqueo de las democracias occidentales al régimen de Franco tras el fin de la II Guerra Mundial, la humillación de ver pasar de largo el Plan Marshall, y el ninguneo de Hassan II con el apoyo de los norteamericanos en el postrer desastre colonial del Sahara en 1975.
En la mente de nuestros neos, el antisemitismo franquista se disuelve como un azucarillo en la labor denodada de unos cuantos diplomáticos del régimen que se arriesgaron al salvar a miles de judíos utilizando una ley de tiempos de Alfonso XIII. Esta meritoria labor humanitaria de un puñado de buenas personas ha permitido transformar al Franco paladín panarabista, que nunca reconoció al Estado de Israel, en un sionista de pro. Y de paso transformar, sin sentimiento del ridículo, a nuestros intelectuales y políticos conservadores y antisionista en defensores de la causa sionista, tal y como se les exige desde los ámbitos conservadores anglosajones. Ejemplo reciente lo tenemos en Cesar Augusto Asensio, antisionista manifiesto en 1979 y hoy profundamente prosionista. Este in albis mental les permite la osadía de acusar de antisionismo a la izquierda socialista española, a pesar de que el PSOE es un socio histórico del Partido Laborista israelí en la Internacional Socialista.
En la mente de nuestros neos, todo eso desapareció, y emergió, como una luz pura, cristalina y diáfana, el vínculo transatlántico, que hay que mantener cual llama sagrada del Olimpo.
¿Pero de que nos están hablando estos neos? El vínculo transatlántico hunde sus raíces en la liberación del fascismo en Europa en 1945, y por lo que yo se, FAES mediante, el fascismo hispano se prolongó hasta 1978. El vínculo transatlántico florece por la amenaza del comunismo hacia las democracias de Europa tras la segunda guerra, pero ni la España de la época era democrática ni los comunistas nos amenazaban de nada (aún recuerdo un planito de los años 70 en el que se cuantificaba el tiempo que tardarían en llegar los tanques soviéticos a cada uno de los países de Europa; en nuestro caso la flechita pasaba sobre nuestras cabezas hasta señalar Gibraltar, lo único que le interesaba ocupar a los rusos y lo único que le interesaba defender a la OTAN).
A lo más que puede la derecha española agarrarse es al “lacito transatlántico” de los acuerdos firmados entre Estados Unidos y España en 1953, que supuso la salvación in extremis del régimen franquista y comida para millones de españoles (que no fue poco), pero que significó una patada más en el orgullo de la derecha española. El vínculo transatlántico comienza para España tras su ingreso en la OTAN, cuando ya nos habíamos liberado nosotros mismos del fascio y la URSS era ya solo una amenaza para sí misma.
Si fuéramos ingleses, franceses, alemanes o italianos, sería de bien nacido sentir respeto intelectual e incluso emocional por el vínculo transatlántico. Pero resulta que somos españoles, aquellos españoles que tuvieron que aguantar casi cuarenta años de dictadura franquista porque los Estados Unidos de América en vez de liberarnos en 1945 del yugo fascista lo dejaron sobrevivir treinta años más al llegar a la conclusión que Franco solo era perjudicial para los propios españoles.
Comprendo la orfandad intelectual de la derecha española y la mala conciencia que les produce su pasado franquista. Pero falsificar la historia, hacerla desaparecer y santificar un vínculo completamente extraño para la realidad española es, como ya se dijo, peor que un error: es una estupidez.

jueves, 15 de octubre de 2009

Las victimas están sobrevaloradas

Bicheando por la Blogosfera Progresista, localicé un precioso post de Raúl Solís Galván titulado “Carta de un homosexual español a una eurodiputada y víctima del terrorismo” dirigido a Teresa Jiménez Becerril, eurodiputada española por el PP, cuya lectura recomiendo.
A mí me ha llevado a reflexionar sobre la sobrevaloración de las víctimas en España. Casos hay muchos: desde las víctimas del terrorismo hasta las de la violencia de género o de la pedofilia.
Las víctimas merecen toda nuestra compasión y apoyo emocional. En el pasado de nuestras ciudades y pueblos, cuando en una casa se producía la muerte de alguien, se desarrollaba un elaborado a la vez que eficaz proceso de acompañamiento de los deudos del fallecido: mientras unas vecinas amortajaban el cadáver, otras llevaban a la casa caldo de puchero (mano de santo para los desastres emocionales) y el resto se dedicaba a no dejar ni a sol ni a sombra a la familia durante el velatorio. Una escena muy representativa la encontramos en la película de Almodóvar “Volver” cuando fallece la tía (Chus Lampreave) de Raimunda (Penélope Cruz). Allí se ve como las vecinas arropan a la familia de la fallecida para mitigar el sufrimiento de ese momento. De la misma forma, la sociedad debe procurar arropar a las víctimas, ya sean de terrorismo, de violencia sexual o de género, etc.: mucho mimo, mucho cariño, y mucho acompañamiento en su sufrimiento.
Pero sufrir violencia no significa que nos transforme en personas más buenas o más inteligentes. Si una persona malvada es víctima de la violencia terrorista, por ejemplo, no solo su condición de víctima no la transformará en buena persona sino que seguramente la hará más malvada aún. El dolor puede dar autenticidad a un argumento cabal, nunca transformar en cabal un argumento pueril.
Incluso el sufrimiento provocado por la violencia en una buena persona puede llevarle a mostrar sus instintos más malvados. Porque ya se sabe, desde tiempo inmemorial, que la justicia de la víctima es la venganza. De ahí que se represente con los ojos vendados.
El error en el que creo está cayendo la sociedad española es el de sobrevalorar a las víctimas. Considerar que simplemente por ser víctimas de ETA, por ejemplo, quedan investidas de una autoridad moral sobresaliente, merecedoras de todos los aplausos. Y nada más lejano de la realidad. Por eso podemos encontrar casos como el de la familia de la desaparecida Marta del Castillo. Como víctimas de tan cruel y repugnante incertidumbre, tiene toda mi conmiseración. Pero si de víctimas pasan a actores políticos pidiendo la cadena perpetua, entonces deberán aceptar que su dolor no les protege de la crítica y la oposición, y la sociedad deberá aceptar que su postura, transida de dolor, no tiene más valor ni menos que la mía en contra de la cadena perpetua, que no lo está.
O el caso de Teresa Jiménez Becerril, convertida en eurodiputada tras el asesinato de su hermano. Ignoro si antes de tan repugnante asesinato era o no una buena persona, si le interesaba o no la cosa pública, si tenía ideas propias sobre el futuro de la Unión Europea o no. Lo que sí es cierto es que desde tan alta magistratura toma decisiones que muestra un alma cicatera, mezquina e insensible con el dolor ajeno. Una persona a la que le da igual el sufrimiento de decenas de miles de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de Lituania y sus familias.
En este caso, ser víctima de la violencia etarra no hizo más buena persona a Teresa Jiménez Becerril. En todo caso, nos ha permitido verla como lo que es.

martes, 13 de octubre de 2009

Abucheo a la "autoridad"

Hace unos días, se conoció la decisión de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de apoyar el rechazo de la querella presentada por la ultraderechista Fundación Denaes, por los pitidos que se produjeron en presencia de Juan Carlos I durante la final de la Copa del Rey y que muchos interpretaron como gesto contra el jefe del Estado.
La Sala de lo Penal considera que no es “ejemplo ni de educación ni del civismo mínimo exigible para ser respetado” aunque no puede considerarse delitos de ultraje a la Nación española, injurias al rey o apología del odio nacional.
Por eso mismo, los abucheos al presidente del gobierno de la Nación entra en el campo del derecho a la expresión que ampara nuestra Constitución de 1978. Aunque ello no es obstáculo para señalar que, en mi opinión, se trata, parafraseando a Marx, del “lumpen fascistoide” que aún puebla nuestras ciudades y villas.
No obstante, me gustaría analizar este tipo de manifestaciones desde la óptica del respeto a la autoridad. Muchos estamos de acuerdo que uno de los problemas de la convivencia de los menores en las aulas y fuera de ella es la deslegitimación que se ha producido en los últimos treinta años de la figura de profesores y padres, y que ya traté en dos post anteriores.
Algunos medios de comunicación con sus titulares (“Zapatero desprecia los abucheos porque `forman parte del rito´” recoge la edición de papel el ABC de hoy) o columnas de opinión (como Ignacio Camacho cuando afirma “Tampoco pasa nada por unos gritos de repulsa —ayer fueron especialmente intensos en decibelios— y unos silbidos a destiempo” o en El Puntero de La Razón “no se puede caer en el error de sustraerle al ciudadano el derecho de expresar su descontento con la política del Gobierno”) contemplan el abucheo a Rodríguez Zapatero desde una óptica de simpatía contenida: no está bien, pero es que se lo merece.
A su vez, estos mismos medios y articulistas claman contra la falta de respeto hacia el profesorado al mismo tiempo que aplauden las propuestas de la señora Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, que pretende garantizarles su autoridad alzándolos veinte centímetros sobre el suelo.
A mi me gustaría saber que efecto puede tener en un niño o en un adolescente (cuyo impulso primario es sobrepasar los límites que se le impone) escuchar en los medios de comunicación, e incluso en sus casas, la comprensión hacia los que abuchearon al presidente del gobierno. Posiblemente la conclusión a la que llegue sea que abuchear a sus profesores, burlarse de ellos y ningunearlos entra dentro de lo “correcto” y que con un poco de suerte, si lesiona a un profesor, el ABC titulará su hazaña: “El profesor provocó al alumno, el cual se tuvo que defender”.
Si queremos evitar una sociedad esquizofrénica con dobles lenguajes, que vuelve loco a cualquiera y más a niños y adolescentes, debemos esforzarnos en mantener un discurso y comportamiento socialmente coherente. Si consideramos necesario reforzar el respeto democrático a la autoridad debemos, en primer lugar, articular un discurso de respeto hacia el que lo ejerce, y en segundo lugar, no confundir firmeza en la crítica con zafiedad, insultos y bufonadas.
A menos, claro, que lo importante sea purgar nuestras frustraciones postraumáticas del 11-M. Entonces, ¡adelante!, ancha es Castilla.

lunes, 12 de octubre de 2009

Efebofilia y otros discursos narrativos

En un interesante artículo de opinión titulado “Yo, herético” publicado por los periódicos del Grupo Joly (lo leí en el DIARIO DE SEVILLA, pero no aparece en su web y me remito a la web del DIARIO DE CÁDIZ), José Manuel Aguilar Cuenta denuncia que “el mundo que pretenden crear nuestros políticos hemos pasado de la búsqueda de un nuevo orden social al intento de un nuevo orden narrativo” mediante “la manipulación de las emociones, utilizando el lenguaje como instrumento”. Sin compartir algunos de los extremos del mismo, sí me sirve su argumentación para desnudar a la casta que durante los últimos dos mil años ha venido manipulando la realidad mediante la cuidadosa elección del orden narrativo interesado.
A muchos podría parecer numantino el esfuerzo de cierta derecha española, mayoritaria en todo caso, que se oponen a que se denomine “matrimonio” a la unión de dos personas del mismo sexo. No se trata de un recurso estratégico por parte del PP, fundamentalmente, sino que a modo de espejo muestra la obsesión de la Iglesia Católica universal (por incluir a la Iglesia más allá de nuestras fronteras, no vayas a creer) por el uso manipulador del discurso narrativo.
Un ejemplo reciente lo tenemos en la intervención del observador permanente del estado Vaticano, el arzobispo Silvano Tomasi, ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, cuando afirmó “no se debería hablar de pedofilia sino de homosexuales atraídos por adolescentes. De todos los curas implicados en casos de este tipo, entre el 80% y el 90% pertenecen a la minoría sexual que practica la efebofilia, es decir, los que tienen relaciones con varones de los 11 años a los 17”. EL PAIS recogía la noticia el pasado 30 de septiembre de 2009 con este titular "El Vaticano afirma que los curas no son pedófilos, sino `efebófilos´"
Para la Iglesia Católica su posicionamiento ¿ético? descansa sobre el discurso narrativo de la realidad. Desde que hace dos mil años descartó los once mandamientos de la ley de dios como el marco paradigmático de su acción religiosa, la manipulación del lenguaje y su narracion se convirtió en su teología.
Al igual que para la jerarquía vaticana “efebofilia” parece algo menos que “pedofilia”, “matrimonio” le parece demasiado para designar la unión civil de dos personas del mismo sexo. En la mente de los dirigentes católicos, intelectualmente tan enfermas tras siglos de manipulación del discurso narrativo como lo estuvieron en el pasado los comunistas soviéticos, ambas diferencias son obvias.
Para ti y para mí, no: las relaciones sexuales que un adulto mantiene con un chico o una chica de 11 años son tan execrables como las que puede tener un adulto con un chico o una chica de 1 año; la relación afectiva y emocional de dos adultos en una relación análoga a la conyugal es la misma tanto si se trata de dos hombres, de dos mujeres, o de un hombre y una mujer. La importancia del nombre depende de lo que describe, y no de la ideología que se quiere describir.
La manipulación del discurso narrativo tiene además la “virtud” de ofrecer consuelo emocional y disipar el sentimiento de culpabilidad. Con el ejercicio de cinismo de monseñor Tomasi, la jerarquía católica ofrece consuelo emocional a su grey y a sus funcionarios, pedófilos o no. Pero este discurso narrativo ya lo conocemos. Es el mismo que disculpa al torturador con la “obediencia debida” o al terrorista con la “opresión a la patria”.
La jerarquía católica dejó hace tiempo de mostrarse como un sepulcro blanqueado: directamente muestra su podedumbre al mundo, ONU incluida.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Autoridad y Profesorado

Parece que a la crisis le ha salido un discurso capáz de competir eficazmente por el interés público. Se trata, efectivamente, del debate entorno a la autoridad, o mejor dicho, a su ausencia que parece ser la madre de todos los males que aquejan a la juventud, y que me llevó a escribir el anterior post.

Esta vez me anima a hacerlo el artículo que dedica PÚBLICO en su edición de ayer viernes 25 al filósofo Javier Gomá que ha publicado recientemente EJEMPLARIDAD PÚBLICA, en la editorial TAURUS, y que también ha sido entrevistado esta semana en CNN+. Y, por qué no reconocerlo, por haber omitido en el anterior post una reflexión sobre la responsabilidad de los y las profesoras en la ausencia de autoridad.

Por lo leído y oido, el último libro de Gomá, director de la Fundación Juan March y Premio Nacional de Ensayo 2004, merece ser leído, cosa que intentaré en breve. Mientras, quiero reflexionar sobre alguna de sus afirmaciones en el mencionado artículo del diario PÚBLICO.

El lev motiv del mismo es la siguiente reflexión: “Vivimos todavía en una cultura en la que el lenguaje de la liberación es dominante y eso genera problemas distintos. La gente es libre sin haberlo conquistado y sin tener instrucciones de un uso cívico de su libertad. Son libres antes de haber aprendido a serlo”.

Consciente de los malentendidos que pudiera generar esa afirmación el artículo añade: “Pero aclara que no quiere parecer un conservador, y apunta que la autoridad antigua está “merecidamente derribada”. Se refiere a la autoridad inmanente a una minoría que ocupaba posiciones de poder dentro de una sociedad jerárquica”.

El artículo continúa diciendo “Antes tendremos que arreglar […] los problemas con la autoridad. Javier Gomá apunta que los padres de hoy, como los profesores, son herederos de un lenguaje de la liberación y eso les está causando muchos disgustos con su autoridad. “Ellos rechazan el principio de la autoridad coactiva. Son padres liberados, lo cual no suele ser bueno para transmitir una conciencia cívica del ejercicio de la libertad. Y, además, muchas veces la liberación sólo ha conducido al consumo. Ni la liberación absoluta ni la liberación entregada al consumo es el mejor instrumento para dirigir al hijo a una sociabilización cívica y virtuosa”, avanza en sus teorías.

A bote pronto, coincido con Gomá, pero le extendería también a las y los profesores. Una parte del profesorado, que no se exactamente cuantificar y que incluso pueden ser proporcionalmente pocos, exigen el reconocimiento de una autoridad que, como afirmé en el post anterior, se gana, no se hereda. Simplificar es mentir, pero creo sinceramente que en términos generales la falta de autoridad en las aulas proviene más en la incapacidad del profesorado para ganársela que de cualquier otra circunstancia extraescolar.

Leyendo el artículo sobre el libro de Gomá he recordado la charla que mi tía bisabuela María Felipe y Pajares ofrecio en 1898 durante las Jornadas Pedagógicas de San Sebastián con el título “Medios de conservar la disciplina en una escuela sin necesidad de castigos corporales”. LA UNIÓN VASCONGADA, diario de dicha ciudad, recogió en un artículo su intervención, de la que me gustaría destacar los siguientes párrafos: “El asunto es simpático a la vez que espinoso y no exento de dificultades. Desgraciadamente no se ha desenterrado todavía en absoluto de nuestras escuelas primarias aquello de la letra con sangue entra, que constituyó un axioma para nuestros antepasados. Se camina rápidamente a la supresión total del castigo efectivo; pero es que, dígase lo que se quiera, de él quedan algunos vestigios en las escuelas. Mas para la señorita Pajares ni existe ni debe existir tan anacrónico medio disciplinario. […] La dicente, […] explicó el carácter y las múltiples divisiones de la disciplina escolar, para venir a afirmar en resumen que el cariño mutuo entre maestro y discípulo; la amorosa autoridad paternal del profesor, la reflexión oportuna, etc, son medios suficientes para fomentar y conservar la disciplina en la escuela primaria, prescindiendo del castigo que lastima el naciente sentimiento de la dignidad infantil, y engendra en el niño el rencor, la ira y otros vicios.”

La sorda exigencia de derogación parcial o total de la Ley de Menores para restaurar la posibilidad del castigo físico, el aumento de las penas, y la disminución de la edad penal, muestra, en primer lugar, el fracaso de padres, profesores y administraciones de ganarse una autoridad desde la legitimidad democrática. Y cuando se ven sobrepasados por su propio fracaso exigen que se les conceda una autoridad autoritaria, ilegítima, coactiva. Puede que finalmente sea el único recurso, por aquello de que muerto el perro se acabó la rabia, pero en absoluto se tratará del logro de una propuesta razonable. En segundo lugar, señala su incapacidad para ser padres, madres y profesores. Y si bien a las madres y padres no se les paga por eso, con lo cual nuestra exigencia se reduce a la exigencia moral, sí debemos exigir al profesorado la cualificación necesaria ya que cobran por ello, en vez de exigir la restitución de valores autoritarios que como ya afirmaba a finales del siglo XIX mi tía bisabuela “engendra en el niño el rencor, la ira y otros vicios.”

Para finalizar este post no quiero dejar de copiar la respuesta dada por Gomá a la pregunta que si es un momento muy difícil: “Sí, pero fascinante. ¡Yo no lo cambiaría por ninguna otra época!”, suelta emocionado Gomá, al que le gusta identificarnos como los nuevos Homeros, testigos del nacimiento de un proyecto cívico sin precedentes: “¿Es sostenible una civilización igualitaria y secularizada? ¡Esto nunca ha existido! Es la única civilización que ha ejercido sobre ella misma una autocrítica brutal y radical. Hemos tomado conciencia de que esto depende de nosotros, no del destino. Si damos un uso cívico a nuestra libertad esta civilización será posible”, explica. Coincido con Gomá, yo tampoco la cambiaría.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Autoridad y autoritarismo

En el debate actual, que viene de lejos, sobre la pérdida de valores de la juventud (dicho así, en general, englobando a niños, adolescentes y jóvenes) se está imponiendo un discurso que bajo la excusa de la necesidad de “autoridad”, pretende imponer un añorado “autoritarismo” a la vieja usanza.

Focalizar el problema de la “juventud” en la pérdida de autoridad del profesorado es igual de demagógico que la afirmación de un representante de la patronal andaluza CEA que afirmó, tan campante, que el problema de la adicción a las drogas se debía al hedonismo de la juventud y las familias desestructuradas.

Pero ello no es óbice que la pérdida de autoridad en nuestra sociedad es patente, no solo en la escuela. El problema, como siempre, es la justificación del que niega dicha autoridad a quien antes la tenía. Los mismos que se quejan de la falta de reconocimiento de la autoridad hacia los profesores, utilizan gruesas descalificaciones rayando o sobrepasando el insulto hacia el presidente del gobierno de la Nación.

Es cierto que la autoridad se gana, no se hereda. No es sano ni prudente en una sociedad que aspire a las máximas cotas de desarrollo social permitir que la simple exhibición de un bastón de mando, un galón, un bonete o una mitra recabe una obediencia incuestionable, independientemente de los méritos reales de su poseedor. Pero también es cierto que la autoridad, como el valor, se debe presuponer.

¿Por qué no tienen autoridad los profesores? En mi opinión esa falta de autoridad responde a múltiples factores, todos imprescindibles para explicar este fenómeno, de los cuales yo resaltaría cuatro.

Primero, es la pérdida general (en ocasiones interesadas) del prestigio social de la autoridad, explicable tras casi cuatro décadas del abuso que de la autoridad realizó el fascismo hispano. ¿Quién de cierta edad no recuerda la expresión “por parte de la autoridad gubernativa…” o “… y si la autoridad lo permite…”? Ese uso ilegítimo y asfixiante del concepto hizo que una vez llegada la democracia se huyera como de la peste del concepto autoridad.

Segundo, la demagogia en la que se ha instalado los discursos en la sociedad española. Hoy no se concibe el ejercicio de la crítica si no es utilizando la descalificación que mina cualquier autoridad. Es más, si la crítica no va unida al insulto y la descalificación, es sospechosa de falta de independencia. Pruebas las tenemos a miles. Las dos más sangrantes en mi opinión se personalizan en Federico Jiménez Losantos desde la católica COPE, y el escritor Arturo Pérez Reverte. Del primero ¿qué decir? Los insultos y descalificaciones de él y su tertulia lo que genera es que el gobierno de la Nación y la clase política pierda autoridad o que la pierda, en sentido contrario, la Iglesia Católica. El segundo, al que admiro como escritor, usa u abusa de las descalificaciones de forma retórica pero que a la postre justifica intelectualmente a que cualquiera le de un uso perverso. Imagina que en casa te llega el suplemento XLSemanal, del diario ABC, y tu hermano pequeño, tu hijo o tu sobrino ve en letra impresa expresiones como “no quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre”, “de cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía”, “los meapilas del Pepé”, “deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural” contenida en la columna de Pérez Reverte “Café para todos”. ¿Cómo no va a considerar correcto el chaval nombrar a la madre del profesor si un autor de prestigio se acuerda de todas las madres de la clase política”? Puede que el escritor pretenda señalar los efectos de la funesta educación española en carne propia (no me imagino a Ortega, Zambrano o Unamuno firmando una columna así), pero puede dar lugar a generar aún más falta de respeto a las formas que en el fondo es lo que sustenta la autoridad. Este artículo, por otra parte, ha tenido gran éxito entre cierta progresía que lo ha hecho circular vía e-mail. Demostración de la degradación intelectual de tiros y troyanos, incluso por parte de sus más vehementes críticos.

Tercero, la importancia del núcleo familiar para la creación de hábitos cívicos y predisposición hacia la formación cultural. En septiembre del año pasado se hizo público un estudio de la Universidad de Londres, publicado por la revista SCIENCE, sobre el aprendizaje de las matemáticas en el que se concluía que “la mayor influencia sobre la capacidad de aprendizaje de los niños está en la educación que tienen las madres”, resaltaba la importancia de “jugar en casa a desarrollar memoria numérica” y que “el nivel educativo de la madre” estaba “por encima de otros factores también influyentes como una guardería de calidad y un hogar con buen ambiente de estudio” concluyendo que “cuanto más estudiosa la madre, mejor en matemáticas el niño”. Se trata de un resultado obvio extensible a todas las disciplinas académicas y cívicas. La mayoría de los lectores se forjan en familias donde existe hábito de lectura y buenas bibliotecas particulares; la mayoría de los que admiran el arte provienen de familias donde la visita a museos, galerías y monumentos era algo habitual y además se habla de ello en familia; la mayoría de los que muestran actitudes cívicas (no arrojar papeles al suelo, cumplir las normas de urbanidad, respetar a los demás, profesores y compañeros incluidos, etc.) la aprendieron en casa, no en el colegio ni en la TV. Pero para establecer esa formación informal en el seno familiar, lo primero que debe existir es convivencia, contacto entre padres prudentes y educados con sus hijos. Pero no, hoy muchos padres, sobre todo los de las clases medias y altas, priorizan tener más tiempo libre o más dinero que mantener el contacto con los hijos, siendo su mayor esfuerzo asegurar una plaza en un colegio concertado, aunque para ello tengan que falsificar documentos.

Cuarto y último, la negación de responsabilidad. Para mí es una pieza primordial del entramado social. Todos y cada uno de nosotros somos responsables, en mayor y menor medida, de todo lo que ocurre. Pero en la más clásica de las acepciones del término “demagogia” (práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular), la culpa siempre la tiene Zapatero. No se educa en la necesaria asunción de responsabilidad, ni pequeña ni grande, de nuestros propios actos. Si me ponen una multa de tráfico y como padre verbalizo delante de mis hijos que yo no soy responsable sino que lo son, por este orden, la policía o la guardia civil, el gobierno o ZP; si tiro un papel al suelo y justifico ante mi hijo que la culpa la tiene el ayuntamiento por no poner bastantes papeleras; si no hago frente a mis deudas, y alego ante mi hijo que al fin y al cabo yo soy pobre y por eso no tengo la obligación de pagarlas; si el noticiario al tratar la crisis en vez de señalar la responsabilidad de cada cual (empresarios, consumidores, gobiernos, reguladores, etc.) siempre se culpa al gobierno; si constante y reiteradamente todos ponemos la responsabilidad en los demás y nunca asumimos la nuestra, ¿como se pretende que el chaval asuma las suyas en vez de culpar al profesor de todos sus males?

Si se produce un accidente, la responsabilidad no es del que va a más velocidad de la que aconseja la vía o la circulación, no, la responsabilidad es del gobierno por las carreteras; si por fumar tengo cáncer de pulmón, la responsabilidad es de las empresas tabaqueras, no de mi decisión de fumar; si tropiezo en una acera en mal estado, la responsabilidad es del ayuntamiento por el estado de la acera, no porque iba distraído; y así sucesivamente.

Un ejemplo sangrante del discurso social que desresponsabiliza nuestros actos lo tenemos en la trágica desaparición, y posible asesinato, de la menor Marta del Castillo. Leyendo o escuchando cualquier medio, observaremos que socialmente se culpabiliza o a varios chavales de su grupo de amigos o a las leyes. Está claro que la mayor responsabilidad es del que comete la acción, en este caso las personas involucradas en el hecho. Pero también Marta del Castillo tuvo una parte de responsabilidad (muy pequeña si se quiere, pero corresponsabilidad al fin y al cabo) en la decisión de juntarse con personas poco recomendables. Y también la familia de Marta del Castillo, sus padres, tiene una minúscula pero al fin y al cabo corresponsabilidad por no haberle aleccionado lo suficiente sobre el peligro de ciertas compañías. Y también su grupo de amigos, con un corresponsabilidad seguramente bastante menor, que siendo conscientes de la situación no alertaron a los padres de la menor, a su orientador o a la propia Marta. Y también la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad, aunque sea microscópica, de haber permitido leyes y discurso que llevan a los potenciales criminales a pensar que serán impunes en sus actos delictivos. Y ahí estamos todos, yo incluido. Lamentablemente, la única que ha asumido su cuota de responsabilidad ha sido Marta.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Requien por un Prado

Desde que entré en contacto con la realidad de Sevilla, hace ya casi dos décadas, el Prado de San Sebastián siempre ha sido fuente de conflicto político y social. Los debates constantes sobre el uso de las distintas parcelas que compone el espacio que va desde la estación de autobuses de San Bernardo hasta los Jardines de María Luisa y de la Fábrica de Tabacos a la calle Diego de Riaño han alcanzado tintes surrealistas. Pero lo más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado.

Construir ciudad siempre es conflictivo y romper la norma mucho más. Pero Sevilla se vanagloria de ser la patria de la iniciativa más audaz (Hagamos una iglesia tal que las generaciones venideras nos tomen por locos) por lo que de ser la actual sociedad sevillana herederos de ese atrevimiento sería de esperar mayor audacia en sus apuestas urbanísticas.

A pesar de lo que pudiera pensar un forastero, la historia del Prado de San Sebastián no nace en 1997, cuando se diseña el actual jardín. A principios de los noventa, era un espacio vacío, con apenas unas decenas de árboles en un solar terrizo. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza “dura” enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la “plaza mayor” que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín “ñoño” que podríamos definir (al estilo del nazarí simplificado de Temboury en Málaga) de “neo-regionalismo simplificado”: algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero.

Si se comparan los jardines del Prado con los del Parlamento de Andalucía, “no hay color”. Donde hay diseño y proyecto botánico en los jardines de la Macarena, en el Prado hay “cutrez” y acumulación de plantas. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suele gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, que nada aporta a la jardinería sevillana, y solo sirve para dar sombra.

Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero hay afirmaciones que he leído que son un insulto a la inteligencia.

Trasplantar un par de centenares de árboles de especies muy abundantes en los jardines de Sevilla y de Andalucía que no cuentan con más de doce años, no puede calificarse de “arboricidio”; construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo; el cambio de uso de una parcela cumpliendo la regulación legal urbanística no es una “cacicada”; y, por supuesto, confiar en el buen gusto y la bondad de la clase social (la “Sevilla” eterna) sostenedora de la destrucción del palacio de los Sánchez-Dalp, la construcción de Los Remedios y la calle Imagen, etc. me parece de una inocencia digna de mejor causa.

Como en cualquier debate social, los argumentos de los oponentes y los defensores del proyecto de la nueva biblioteca de la Hispalense responden a múltiples intereses, algunos honestos, otros poco confesables y algunos claramente despreciables.

Y como muestra, un botón de mano, y nunca mejor dicho, del apologético heraldo del “sevillanismo” Antonio Burgos, que se pregunta en ABC: “Y lo que menos me explico de todo: con la de arquitectos que hay en paro en Sevilla, ¿por qué esa biblioteca la está haciendo la arquitecta iraní Zaha Hadid?” No sé si en la misma hay más de racismo y xenofobia que de machismo y clasismo. Aunque, eso sí, todo muy sevillano, mi arma.

POST-POST

Con fecha 10 de septiembre de 2009, el DIARIO DE SEVILLA ha publicado en la sección de "Cartas" el siguiente resumen de este post.

EL PRADO COMO REMEDO DE PARQUE
Los debates constantes sobre el uso del Prado han alcanzado tintes subrealistas, pero lo [que] más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza dura enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la plaza mayor que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín ñoño que podríamos definir como "neoregionalismo simplificado": algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suelo gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad, que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, y nada aporta a la jardinería sevillana, y sólo sirve para dar sombra. Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo.
Pablo Morterero (Sevilla)

miércoles, 26 de agosto de 2009

Debate en torno a Wikipedia

Como señalo en mi perfil en este blog, soy colaborador esporádico de la enciclopedia on-line Wikipedia. Pero además, soy usuario de la misma, como podrás comprobar en esta bitácora y en su “hermana” mayor Sevilla Fin de Semana. Con este post me gustaría compartir contigo algunas reflexiones sobre las “emociones” que provoca esta web en distintos ámbitos sociales.

Por si no lo sabes, “es un proyecto de la Fundación Wikimedia (una organización sin ánimo de lucro) para construir una enciclopedia libre y políglota. Los más de 13 millones de artículos de Wikipedia (3 millones en inglés) han sido redactados conjuntamente por voluntarios de todo el mundo, y prácticamente todos pueden ser editados por cualquier persona que pueda acceder a Wikipedia.” Significa que cualquier persona, dándose de alta o no (en este caso deja como “firma” su IP), puede crear y modificar cualquier entrada.

Esta semana varios medios de comunicación han recogido, con titulares como “Wikipedia, bajo vigilancia” de EL PAIS, “Wikipedia impondrá un control editorial en sus páginas en inglés” de EL MUNDO y “Wikipedia limita la libertad de edición” de PÚBLICO, la decisión de la Fundición Wikipedia de supervisar algunos de las entradas de su enciclopedia on-line. La razón esgrimida por la Fundación para esta iniciativa es evitar las manipulaciones interesadas que se han producido en el pasado en las biografías de personajes públicos.

En la edición digital de EL MUNDO, permite además comentar la noticia. En ese pequeño microcosmos podemos descubrir las distintas tensiones que provoca wiki, y que a la postre resulta más interesante que la propia noticia.

En mi opinión, las críticas se pueden agrupar en cuatro grandes grupos. El primero, los utópicos. Son los que buscan la piedra clave del arco del conocimiento, la piedra filosofal de la cultura, y que según se ilusionan o se desilusionan, la suben al pedestal o la arrastran por los lodazales cibernéticos. Un ejemplo lo tenemos en los comentarios espontáneos de lectores de EL MUNDO: “Al igual que se ha demostrado que el mercado libre conduce al caos y la crisis económica, y que es necesario que se regule, también está claro que la idea original de Wikipedia no funciona. Yo soy científico, y en nuestro ámbito todo documento, para ser creíble, debe haber sido antes editado y revisado por colegas. En la red hay demasiada inflación de información que uno no sabe si es verdadera o falsa” afirma uno aparentemente desilusionado por la triste realidad. Otro a incluir entre esta categoría está el que afirma: “Yo soy fan de la wikipedia, pero no he podido evitar escandalizarme […] En la página 15 aparece el presupuesto para salarios 2009-2010. En la página 19 se ve el número de trabajadores para ese año. Calculando 15 pagas anuales sale un sueldo medio mensual (bruto, eso sí) de bastante más de 5.000 dólares. Escandaloso, si tenemos en cuenta que la Wikipedia es una fundación, es decir, una ONG.”

En un segundo grupo estarían los paranoicos, como el que afirma “Wikipedia es creación de dos judíos, relacionados ambos con el mundo del porno cibernético, Wiki es tan sionista, que si buscas holocausto te apabullan con info, pero si buscas crímenes en Palestina, no aparece nada, si buscas supremacismo, sólo aparece supremacismo blanco, pero nada de supremacismo judío, supremacismo negro, etc., y así todo..”.

En un tercer lugar, colocaría a los corporativistas. Son los que por soberbia intelectual o defensa de sus ingresos en la universidad o las editoriales, intentan desprestigiar a Wikipedia. En este capítulo incluiría afirmaciones como estas: “Wikipedia es un típico producto internet, que no podía faltar en nuestra época e saturación de información superficial o FALSA, y es a las enciclopedias lo que el spam a nuestro correo […] no se puede confiar como en un libro normal, porque nadie con credenciales chequea eso nunca. Sirve para darse una idea nada más […] Por su construcción, wikipedia es la anticiencia, es creer en cualquiera que se autoproclama profeta en algo”; o “Alguien enviaría a sus hijos a aprender a una escuela de maestros amateurs? Sin estudio ni título alguno? Creen ellos que vale algo lo que hacen? Si será desastre que lo tienen que corregir compulsivamente ahora. La única razón para "consultar" ese muestrario de disparates llamado Wikipedia, es que es gratis.”

Y por último, los posibilitas, entre los que me incluyo. Como afirmaba un forero, “¿No sería la transmisión del conocimiento por Internet un genial motivo para hacer hincapié en desarrollar el pensamiento crítico de los alumnos? así los alumnos aprenderían a investigar mejor buscando la información (en la Wikipedia, en este caso) y contrastándola buscando otras webs con la misma información, juzgando la veracidad de dichas webs... todo sea por madurar un poco socialmente hablando y cambiar ese método de investigación de la vieja escuela que gasta mucho tiempo, en las bibliotecas y rodeados de libros, buscando la información.” Otro aportaba que “La Wikipedia es tan fiable en según qué temas, como lo es la Larousse que tengo en la estantería, que está totalmente obsoleta. Lo que hay que hacer es aprender a buscar información en Internet, […] ahora no hay sólo una única fuente de información, sino un abanico de links sobre los que clickar. Afortunadamente”. Y uno tocaba la tecla más importante: “La Wiki está bien, con algo de control estará mejor, cuando digo que está bien es que si tengo que echar un vistazo a un tema en concreto, me da una orientación y capacidad para poder seguir buscando para encontrar exactamente lo que quiero.”

Recuerdo que en una de las enciclopedias que había en casa a principios de los ochenta, calificaba a la ciudad marroquí de Tetuán de “importante puerto del norte de Marruecos”. Conocía la editorial, conocía la relación de autores que aparecía en la misma, y lo único que como usuario/lector pude hacer fue reírme y comentarlo en casa. Soy de la opinión que Wikipedia es una herramienta compleja, llena de posibilidades pero también de riesgos. No hay que idealizarla ni destruirla. Cualquier afirmación, incluso las científicas más respetadas, es susceptible de crítica y de ser rebatida. No pidamos a nuestra Wiki lo que nadie puede ofrecer.

Si quieres conocer con mayor profundidad el proyecto Wikipedia, te animo a consultar su propia entrada.

viernes, 31 de julio de 2009

Lecturas del CIS

La publicación reciente del Avance de Resultados del Barómetro del CIS, correspondiente a julio de 2009, ha provocado la inevitable reacción en los medios de comunicación que ha ido, por hacernos una idea, del titular de PUBLICOEl PP saca 1,2 puntos al PSOE, según el CIS” al “Cospedal dice que Rajoy es víctima del "sesgo escandaloso" del CIS” de LIBERTAD DIGITAL pasando por “El CIS da al PP una ventaja de más de un punto sobre el PSOE” de EL PAIS.
Pero más allá de estos análisis, y todos los que puedan (o podamos) hacer los asesores aúlicos, merece la pena echarle un vistado al texto del Centro de Investigaciones Sociológicas. Habiéndolo hecho con detenimiento, y no siendo un experto estadístico, si he localizado algunos datos que me han llamado la atención.
Los que hoy quiero compartir contigo son los que corresponde a la respuesta a la pregunta 9, que dice: ¿Cómo se definiría Ud. en política según la siguiente clasificación?. Se trata de una pregunta multirrespuesta que permite hasta dos respuestas. Pues bien, la primera respuesta de los consultados se declaraban conservadores el 12.6%, liberales el 12.9%, socialdemócratas el 7.5% y socialistas el 20.4%.
Sorprende por una parte, que un número tan amplio de ciudadanos que se autodefinen socialista, que suman casi el doble del siguiente grupo, los liberales. Por otra, resulta que en la supuesta católica España, son más los que se autoreconocen como liberales que los que lo hacen como conservadores.
Pero lo que sin duda destaca sobre cualquier otras distinción es que socialistas, liberales y socialdemócratas, eso que podría denominarse incierto centro, suponen casi el 40% del electorado.
Soy consciente que al tratarse de algo tan abstracto como es la posición ideológica, no hablamos de límites infranqueables, incluso puede tratarse de posicionamientos ambiguos. La política reaccionaria de vender como liberal lo que es ultraconservador, que sigue a pies y juntillas Jiménez Losantos o Esperanza Arguirre, puede llevar a muchos conservadores a recocerse como liberales cuando son todo lo contrario. O socialista no significa que sea seguidor del PSOE y puede encontrarse en un punto bastante alejado a la izquierda.
No creo en el binomio derecha-izquierda. Se trata sin duda de una simplificación del espectro ideológico muy eficaz (como todas las simplificaciones) pero que genera gran confusión cuando no el error en la percepción de la realidad. Prefiero el sistema triangular de la pirámide. Como se ve en la imagen, en cada vértice de la misma se sitúan las tres grandes corrientes ideológicas de la época contemporánea en occidente: el conservadurismo, el liberalismo y el marxismo. Como convinación de ellas, surgen otras tres grandes ideologías de la contemporaneidad: el neoliberalismo, la socialdemocracia y el fascismo.

Con esta representación iconográfica, es mucho más sencillo ubicarse ideológicamente. Así, tenemos claro que en lo moral, los seudoliberales encabezados por la presidenta de Madrid se sitúan en la cara izquerda de la pirámide, muy cerca de su base, aunque en lo económico puede situarse hacia la mitad. El mundo aberztale, por ejemplo, ocupa un espacio entre el conservadurismo y el marxismo, el mismo que en el pasado ocupaba el fascismo. Al contrario, el PSOE se sitúa en la cara derecha de la pirámide, en lo moral muy cerca del vértice superior, en lo económico hacia la mitad de la cara.
Existe un debate que surge aquí y allá sobre la posibilidad de ser socialista y liberal. Muchos en el PSOE seguimos la máxima de Indalcecio Prieto, cuando afirmaba que él era socialista a fuer de liberal. Esta posibilidad pone de los nervios a los falsos liberales, que han encontrado en esta venerable ideología una amplia manta para ocultar sus miserias reaccionarias, y no quieren que los socialista, al reivindicar con los hechos su liberalismo (el derecho a tener derechos, de Rodríguez Zapatero), terminen dejándoles las miserias al aire.
La aparente obsesión por la seguridad y el reforzamiento de las penas muestran que cualquier liberalismo por parte de dicha formación es pura fachada. Tan solo hay que recordar las palabras de un anciano lord británico liberal, que afirmó a principios del siglo XIX que prefería morir en una calle de Londres que vivir en la Francia de Fouché, ministro de la policía famoso por su sistema de espionaje que llegaba desde cualquier rincón del reino o imperio galo hasta las testas coronadas de Napoleón y Luis XVIII. Un verdadero liberal prefiere el riesgo que conlleva el ejercicio de la libertad que la seguridad de un estado controlador.
Si el 40% de la población se autodefine como socialista, liberal y socialdemócrata, y el PSOE es capaz de mostrar sin rubor su orientación socialdemocrática, el mejor retoño del liberalismo y el marxismo, no hay duda que el socialismo español seguirá siendo una fuerza social hegemónica en las próximas décadas.

miércoles, 22 de julio de 2009

Basilio Baltasar y la cuestión de España

Con el título de “El malestar español”, el director de la Fundación Santillana Basilio Baltasar, ha publicado en el periódico EL PAIS un magnífico artículo que trata de una cuestión que ya interesó a Américo Castro, del cual no se incorpora ninguna referencia no se si por desconocimiento (lo cual me sorprendería) o por evitar revivir debates que se dieron hace casi 100 años (lo que parece más plausible).
El objetivo de su reflexión se recoge muy bien en el siguiente párrafo: “¿Por qué somos la sociedad menos competitiva de la Europa moderna? ¿Qué rasgo de nuestro carácter nos ancla en la complacencia arcaica de un mundo autárquico? ¿Por qué nos fastidia el juego de la emulación y la competencia? ¿Qué nos molesta tanto de la modernidad? Y, sobre todo, ¿por qué nos negamos a aceptar la responsabilidad de la emancipación ciudadana?” respondiéndola de la forma siguiente: “Si evitamos las especulaciones metafísicas que en otro tiempo nos hicieron sonreír, y dejamos de lado la mascarada de nuestra errática identidad, adquiere una destacada importancia el acontecimiento histórico que nos distingue de nuestro entorno europeo: España ha sido el único país sin judíos.”
En unas de sus obras, no recuerdo si en “España en su historia” o “Sobre el nombre y el quién de los españoles” (las cuales leí hace más de dos décadas), Castro ya hablaba del impacto que supuso la conversión obligatoria y la expulsión de los judíos de España. Baltasar, en su artículo, retoma lo negativo de la decisión de los Reyes Católicos en 1492, pero para mí tiene vital importancia lo primero.
Repasemos un poco la historia. La convivencia de los judíos en los reinos de la península habían sido más o menos pacífica hasta los pogromos de 1390, promovidos por el Arcediano de Écija. La quema de juderías y la conversión de Salomón Ha Levi, rabino mayor de Castilla, marcó un antes y un después en los reinos castellanos. La presión social y a veces legal, llevó a la conversión pública en masa de miles de familias judías que en muchos casos mantenían sus práctica religiosas judía en la intimidad. La creación de la Inquisición para perseguir a estos “falsos cristianos” forzó a que se reforzara el ideal del “cristiano viejo” en detrimento del “cristiano nuevo”, que sorprendentemente y por oposición, consistía en ser exactamente lo contrario a lo que eran los judíos. Ante la imposibilidad de separar el grano de la paja (los cristianos viejos de los conversos y judíos) finalmente se aprueba su expulsión en el año de la conquista del Reino de Granada.
Como afirmaba Castro, una de las señas de identidad judía era la cultura y el conocimiento científico. Por eso, en el pueblo llano y la baja nobleza castellana de finales de la Edad Media no saber leer ni escribir simbolizaba la cristiandad vieja, lo que venía ser en el plano intelectual el cerdo en el puchero del arte culinario. Américo afirmaba incluso que el concepto de “expediente de sangre” era un instrumento judío que fue introducido por los judíos conversos para demostrar lo que no eran: cristianos viejos.
Evidentemente, como en todas las historias, las personas y las sociedades somos a la vez víctimas y verdugos. De ser ciertas las reflexiones de Castro y Baltasar, la sociedad cristiana castellana fue el verdugo de la sociedad judía castellana, pero a su vez víctima de ésta: con la ausencia de los judíos nos privamos de un germen cultural que floreció allende nuestras fronteras y de cuya esterilidad aún no nos hemos recuperado; con su presencia en forma de conversos, potenciamos lo peor de la sociedad cristiana, su incultura y la sumisión a la Iglesia.
Por cierto, no deja de provocar ternura la profecía de los rabinos castellanos que creían que en 1295 llegaría el Mesías. En Castilla, naturalmente.

martes, 7 de julio de 2009

Apuntes sobre la Transexualidad

En 2007, la secretaría de igualdad de la UGT de Andalucía me pidió un informe resumido sobre la transexualidad, documento que confeccioné con el nombre de APUNTES SOBRE LA TRANSEXUALIDAD. Localizado de nuevo en mi archivo, y visto que aún conserva su vigencia, he decidido incluirlo en el blog. Espero que resulte de tu interés.

La disforia de género o transexualidad es un trastorno de la identidad de género sobre cuyo origen no hay consenso en la comunidad científica. Las personas denominadas transexuales se identifican con el sexo contrario al sexo biológico. Es decir, la transexual femenina es la persona que habiendo nacido con sexo biológico masculino se identifica plenamente como mujer, y el transexual masculino es la persona que habiendo nacido con sexo biológico femenino se siente identificado plenamente como hombre.

Históricamente en occidente, la disforia de género se ha identificado con situaciones extremas de homosexualidad, cuando la realidad es que esta afecta a la orientación sexual (hacia que sexo te sientes atraido/a) y la transexualidad afecta a la identidad de género (con que sexo te sientes identificada/o).

Tras los estudios del médico norteamericano Harry Benjamín
, se concluyó que la única respuesta clínica para mitigar el sufrimiento de los pacientes que mostraban una disforia de género es favorecer que la persona viva de acuerdo con su identidad de género. En su libro El Fenómeno Transexual editado en 1966, relata los fracasos de todas las técnicas terapéuticas psiquiátricas tradicionales y las posibilidades que ofrecía para mejorar la calidad de vidas de las personas transexuales favoreciendo su vida con el sexo identificado, pero también de las dificultades sociales en los Estados Unidos de América de aquellos años, porque en algunos Estados vestir con ropas que no correspondiese con el sexo biológico podía castigarse con pena de cárcel.

El debate sobre el número de personas que puedan calificarse de transexuales viene de antiguo y en estos momentos no hay consenso sobre ello. Desde un primer porcentaje que calculaba una persona por cada 100.000 (que significaría que en Andalucía sumarían un total de 80 personas), hasta una proporción de 1 de cada 15.000 para el caso de las mujeres transexuales (que han nacido con sexo biológico masculino), y 1 de cada 25.000 para el caso de los hombres transexuales (que han nacido con sexo biológico femenino), lo que supondría alrededor de 500 personas. A nivel nacional, la Fundación para la Identidad de Género
baraja la cifra de 3.000 transexuales.

Pero estos datos hay que tomarlos con cierta precaución, porque existen factores que pueden distorsionar estos números. En Andalucía, por ejemplo, la inclusión en el catálogo de prestaciones de las operaciones de reasignación de sexo por parte del Servicio Andaluz de Salud (mediante la creación de la Unidad de Trastorno de Identidad de Género en el Hospital Carlos Haya de Málaga) ha llevado a muchas personas transexuales de otras Comunidades Autónomas a fijar su residencia en la nuestra para beneficiarse de una prestación que lamentablemente no está incluida en el Catálogo General de Prestaciones del Servicio Nacional de Salud.

Por otro, los hechos parecen demostrar que un mayor conocimiento de la realidad transexual tanto por parte de las familias como por los sistemas de sanidad, permitirán en los próximos años un mejor diagnóstico y por ello un aumento de los casos declarados.

Las personas transexuales se enfrentan con graves dificultades para su desarrollo, lo que les produce un gran sufrimiento que es lo que en la actualidad se intenta solventar. Como afirmábamos anteriormente, adecuar la vida cotidiana de la persona transexual al sexo sentido es la única propuesta terapéutica para evitarlo. Vestir con ropas correspondientes al sexo identificado, usar un nombre de dicho género y la reasignación quirúrgica son los elementos más utilizados.

Los problemas que se encuentran las personas transexuales son múltiples y en la mayoría de los casos causantes de otros cuadros clínicos como la depresión, etc. Cuando una persona, generalmente en la pubertad y/lo la adolescencia, comienza a tener un conflicto con identidad de género, la ausencia de información y de referentes, les llevará por un lado a una búsqueda absurda para comprender que es lo que le pasa y por otro a ser calificado en la mayoría de las veces como homosexual, lo que dificulta aún más la comprensión de su realidad por la persona transexual y su entorno.

Cuando finalmente comprende que es lo que le pasa, comenzar a vivir la vida cotidiana su identidad de género (cambio de nombre, ropas del “otro sexo”, etc…) supone un enfrentamiento brutal no ya con la familia, que también, sino con la sociedad en general: ¿Cómo pedir en el instituto, en la facultad o en el trabajo que se le llame por otro nombre distinto del que fue registrada en su día?. Esta situación ha generado que la mayoría de las personas transexuales que han manifestado a edades tempranas su conflicto no hayan finalizado sus estudios básicos y muy pocas, hayan cursado estudios medios o superiores. En el caso de que sea demandante de empleo, la situación pasa directamente por el rechazo sistemático a ser contratada.

Hasta la última reforma de producida en España, la juridisprudencia española, una de las más avanzadas del mundo, permitía el cambio de nombre en el registro siempre que se hubiera completado la reasignación quirúrgica. Contra lo que se puede pensar atendiendo a las noticias publicadas, no es la panacea para las personas transexuales. Primero porque es una operación a las que no todas las personas transexuales pueden o quieren acogerse; segundo, porque requiere un tratamiento hormonal de por vida, que afecta de forma importante a la salud de los mismos.

Además, los protocolos de reasignación recomiendan un periodo de 12 a 18 meses de lo que se denomina “Test de la Vida Real”, que consiste vivir social y personalmente durante dicho periodo con el género con el que se identifica. Este test, fundamental e inevitable, supone una complicación más para la reasignación.

En la actualidad, la ley aprobada recientemente, permite el cambio de nombre del DNI con el diagnóstico de la disforia y sin necesidad de haber completado el proceso de reasignación.

Como hemos afirmado anteriormente, la Junta de Andalucía fue la primera administración en incluir en su catálogo de prestaciones la reasignación de sexo, tras un Informe emitido por el Defensor del Pueblo Andaluz y una resolución por unanimidad del Parlamento de Andalucía. Hasta ese momento, dichas operaciones se solían realizar en el extranjero, con pocas garantías sanitarias, y sin un seguimiento exhaustivo de los protocolos anteriormente citados. En la actualidad, varias administraciones autonómicas han manifestado su intención de incluir dicha prestación en sus sistemas públicos de salud.

Una de las “salidas” más utilizadas por las personas transexuales es buscar nombres “neutros” (como Trinidad para las mujeres transexuales) que pasen sin dificultad las limitaciones del cambio de nombre. Esta solución solo evita a las personas transexuales que han cambiado su aspecto físico y vestimenta usar un nombre demasiado chocante con el sexo biológico consignado en el Documento Nacional de Identidad.

Tradicionalmente, las mujeres transexuales se han visto abocadas por el rechazo familiar y socio-laboral, a dedicarse a la prostitución y/o el espectáculo. Por su parte, los hombres transexuales han sufrido una menor persecución ya que la propia discriminación de la mujer les ha impedido ser visualizadas socialmente pero han quedado relegados a desarrollar trabajos asignados a mujeres con baja cualificación. Afortunadamente hoy en día la situación del hombre y de la mujer transexual está cambiando.

Desde el ámbito sindical, la acción a favor de las personas transexuales puede ser importante, ya que una de las mayores dificultades de estas personas es la imposibilidad del acceso al empleo. Pero siendo conscientes también que la propia trayectoria vital de la mayoría de estas personas las convierten en personas de difícil empleabilidad.

jueves, 2 de julio de 2009

Generación Gay

Jugando con la moda informática de calificar cada generación de un producto de su ordinario punto cero, se me ocurrió una forma bastante gráfica de explicar la evolución de la homosexualidad en nuestro país en los últimos treinta años. Y para evitar críticas furibundas, aclarar antes de nada, que las afirmaciones que realice debes tomarla, amable lector(a) en su generalidad, y nunca de forma categórica e incluso algunas veces provocadoras. También explicar que usaré el adjetivo “gay” como genérico de homosexual, incluyendo a la masculina y femenina, como se usa en determinados ambientes en favor de una mayor agilidad del texto, no por considerarlo lo más correcto.

La generación Gay 1.0, sería la crecida en plena posguerra, machacada por la dictadura más cruel de la historia de Europa, con millones de muertos, exiliados y represaliados. Son gays que sufrieron violencia física, emocional y social, alentada por una desalmada iglesia católica, incomprendidos a la vez que incomprensibles para ellos mismos. En Andalucía emigraron a Madrid, Barcelona o a Europa, o sobrevivieron como encaladores, modistos, etc. Conocidos como “la juana”, “la fernanda”, etc. y perseguidos por las fuerzas de orden público, encontraron en los resquicios de la sociedad “normalizada” espacios donde conocerse y reconocerse: la iglesia, las hermandades, la marina. Se tratan, sin duda, de los grandes olvidados de la lucha por la normalización social del hecho homosexual, bisexual y transexual en nuestro país.

Por su parte, la generación Gay 2.0 sería la que asumió su homosexualidad entorno a los años ochenta y noventa, más conectados con el exterior y que asumieron su orientación sexual de forma más combativa. Importaron de Estados Unidos y Europa sus estrategias asociativas y empresariales, y sufrieron como pocas el impacto del SIDA. Comienzan a no aceptar el espacio marginal que la sociedad les ha asignado, reformulando dichos espacios; no aceptan pasivamente los insultos, sino que los convierten en instrumentos de liberación; no aceptan las etiquetas impuestas y se inventan y autoasignan otras muchas. Son también los Gay 2.0 son los que importan un concepto, el orgullo, que si de por sí es una inadecuada traducción literal del inglés “pride”, el uso que propios y extraños hacen de él genera una gran confusión.

Después de muchos debates y de “bichear” por bitácoras y foros he llegado a la conclusión de que cuando un gay dice que se siente orgulloso de ser gay, lo que realmente quiere decir de forma abreviada es que se siente orgulloso de haber alcanzado la meta de vivirse como gay. Son, por lo tanto, gays que han asumido su orientación sexual de forma conflictiva por razones objetivas y/o subjetivas, y que una vez que lo han hecho no están dispuestos a que por acción u omisión se les vuelta a meter en el armario. Pero al simplificar la expresión, estoy orgulloso de ser gay, provoca incomprensión y rechazo por parte de muchos gays: ¿como estar orgulloso de algo que te viene dado, como el color del pelo o el de los ojos?.

Por último, en esta primera década del siglo XXI, comienzan a aparecer la generación Gay 3.0. Son gays que por razones objetivas y/o subjetivas no han asumido de forma conflictiva su orientación social. Se tratan de gays que en su ámbito familiar y social aceptan con normalidad la diversidad de la orientación sexual, unas veces como éxito pedagógico de las anteriores generaciones, otras simplemente porque, al no sentirse ellos mismos como bichos raros, han planteado su orientación sexual con una normalidad que provoca una respuesta natural.

Lo cierto es que en su conjunto, los Gays 1.0, 2.0 y 3.0 se miran con desconfianza. Sus propias experiencias vitales les lleva a no comprender la actitud de los demás. ¿Como acepta un Gay 1.0 que las mismas armas que les han machacado y de las que se han protegido con el silencio y la opacidad sean utilizadas con descaro y pública exhibición por los Gay 2.0? ¿O como demonios van a aceptar los Gay 2.0 a los Gay 3.0 que afirmen que ser gay no es más complicado que ser bético, cuando ellos mismos no se reconocen en el histrionismo liberador de la generación anterior?.

La mejor medicina para este síndrome es el respeto: aceptar que cada persona evoluciona a partir de sus experiencias personales y colectivas; asumir que no es posible estandarizar las emociones; y comprender que el futuro está en la diversidad y no en la falsa homogenización de nuestros afectos en patrones impuestos por heteros o gays, sea cuales sea su generación.

domingo, 28 de junio de 2009

Los falsos profetas del Orgullo Gay

A las falsas profecías le salen a menudo falsos profetas. Recientemente, uno de los grandes “profetas” del gayland madrileño se empeñaba en establecer una analogía entre estar en contra del “orgullo” gay y ser de derechas, aprovechando que en Sevilla el PP ha intentado sacar ganancias en río revuelto.

Pero como la realidad es tozuda, y no todo el mundo se maravilla ante los oropeles que despliega el gayempresariado que para hacer caja es capaz de vender como progresista la estrategia empresarial de mister Rockefeller, hay muchos organizaciones tanto GLBT como sociales y políticas que se muestran en contra de la franquicia del orgullo por todo el país.

Así, en Barcelona también una parte significativa del movimiento organizado, y no precisamente de derechas o conservador, se ha mostrado en contra de la exportación de la marca madrileña, lo que entre otras cosas, ha supuesto la celebración de dos actos en el día de ayer.

EL PAIS lo recoge así:

El Día del Orgullo Gay, dividido en Barcelona

BERTRÁN CAZORLA - Barcelona - 28/06/2009

Las calles del centro de Barcelona se volvieron a convertir ayer en una fiesta al paso de la tradicional manifestación del orgullo gay y lésbico. Los partidos políticos y asociaciones de activistas homosexuales que participaron en la marcha, sin embargo, echaban en falta la unidad de años pasados. Y es que a este acto reivindicativo, heredero de la primera marcha de gays españoles que, en 1977, destaparon sus anhelos de libertad en la Ciudad Condal, le ha salido un competidor: esta tarde, Barcelona vivirá por primera vez un desfile con menos pancartas y más carrozas, más festivo que el acto de ayer y, según criticaban muchos manifestantes, más comercial.

"Ha de ser posible salir todos juntos a la calle", decía ayer el histórico activista gay Armand de Fluvià al frente de la manifestación. Representantes de Esquerra Unida, Iniciativa y Esquerra Republicana, que también acudieron al acto, insistieron igualmente en tratar de recuperar el año que viene la unidad perdida.

Los integrantes de asociaciones de activistas homosexuales presentes en la marcha eran algo más críticos. "Nuestra sexualidad no está en venta", gritaban los manifestantes de la Plataforma Revolucionaria Antipatriarcal. Una de las integrantes de este grupo independentista aseguraba que el desfile de hoy "está convocado por el capitalismo rosa". "Esta mercantilización nos perjudica, crea estereotipos", añadía Laura Palomer, del colectivo Sinvergüenza, que decía que este año han tenido más problemas para dar a conocer la marcha porque muchas personas la confundían con el desfile de hoy.

Estoy convencido que muchas buenas personas de izquierda, honestas, han creído que lo que se llama “el orgullo”, es decir la pseudomanifestaciones con carrozas y conciertos, ayudan a la visibilidad. Pero lamento tener que afirmar que están completamente equivocadas: lo que están apoyando es una ideología profundamente injusta, discriminatoria y disgregadora.

viernes, 26 de junio de 2009

Verdades veraces

Una de las mayores aportaciones a la hermenéutica de los programas televisivos del corazón (del que soy esporádico pero irredento tele-espectador) es la expresión “mi verdad”, que sorprendentemente se ha extendido a otros formatos televisivos. Debo estar haciéndome viejo, ya que al escuchar dicha expresión me entra la misma exasperación que sufre mi padre cuando oye en los telediarios gazapos del estilo “espacio exterior” para referirse a una órbita geoestacionaria, o cifras a las que faltan unos cuantos ceros, o les sobran, por poner un par de ejemplos.

Comparto la idea (de esas de andar por casa) de que la verdad es un como un poliedro de infinitas caras. Cada uno, al observar la verdad, verá una o varias facetas de la misma, pero es casi imposible contemplar y asimilar la verdad completa, en su conjunto.

Cuando se afirma “esta es mi verdad” quieren decir “esta es mi versión de los hechos”. Sin duda, la expresión que se ha puesto en boga es más rotunda, aunque completamente absurda. Solo existe una verdad, aunque sea inaprensible.

Mi sugerencia, amable lector o lectora, es que la próxima vez que escuches a alguien decir “esta es mi verdad”, te permitas pensar: “este tío (o tía) es gilipollas”.

domingo, 21 de junio de 2009

Bodas, bautizos y otros ritos de paso.

El pasado día 15 de junio de 2009, en la sección de Cartas del DIARIO DE SEVILLA, se publicó una de Javier Compás (Sevilla), que dice lo siguiente:

Ha tenido bastante eco recientemente en los medios de comunicación la llamada, de manera cursi, ceremonia de acogimiento de nuevo ciudadano (o algo así), una especie de bautizo por lo civil para los recién nacidos. Pero lejos del tono entre jocoso y caricaturesco que algunos comentaristas le han dado al tema, es más serio de lo que parece y, como todo lo que planea la izquierda española (PSOE) no carece de objetivos de mayor calado. Se ofrece a los padres una ceremonia civil y la excusa oportuna para el banquete correspondiente. Ya está, ya no tendrán los padres que bautizar a sus hijos en el seno de la Iglasia católica. Público y notorio es que muchos padres, sin estar casados por la Iglesia, o divorciados o, simplemente, no practicantes o, incluso, no creyentes, siguen bautizando a sus hijos, ahora se les ofrece la forma para dejar de hacerlo. Restemos feligreses a la Iglesia, bajemos las estadísticas que cifran el número de católicos en España, sigamos minando las bases de nuestra tradición cultural y religiosa, perdamos nuestras raíces de identidad. Ahora deben de inventar algo para sustituir la Primera Comunión, les ofrezco ideas: la solemne entrega al niño, tras acabar Primaria y superar los cursos de Educación para la Ciudadanía, de un diploma de ciudadano consciente, o una ceremonia donde el niño, ya graduado en Educación para la Ciudadanía, realice el Primer Juramento Constitucional.

Hay que felicitar al Sr. Compás por la elección del tema de su carta al director, ya que perspicazmente se ha dado cuenta de que se trata de un tema de gran trascendencia social que debemos resolver. Los “ritos de paso” se dan en todas las culturas: el nacimiento, la llegada a la pubertad, el matrimonio o la muerte son estadios de la vida de una persona que, tal y como señaló a principios del siglo XX el francés Van Gennep, suponen un constituyente esencial de la vida social, y no se llevan a cabo de forma individual, sino que se celebran de forma ritual y comunitaria.

A partir del Concilio de Nicea, el cristianismo convertido en religión oficial del Imperio Romano buscó el camino más fácil para su consolidación mediante la conversión de las fiestas paganas en fiestas cristianas. Sin extenderme sobre todas las fiestas y ritos expropiados, señalaré algunos como son el solsticio de verano el 24 de junio (de acuedo con el calendario juliano, el 21 de junio en el calendario gregoriano) que pasó a celebrarse la festividad de San Juan, los Saturnales que los romanos celebraban del 19 al 25 de diciembre con ocasión del solsticio de invierno, siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos, convertidos en la fiesta de Navidad. Naturalmente los ritos de paso también fueron adecuadamente adoptados, fijando el cristianismo en ellos algunos de sus sacramentos: bautizo, comunión y confirmación, matrimonio y extremaunción.¿No les parece curioso que en los países anglosajones donde la religión oficial no se celebra el rito de la primera comunicón tenga lugar la fiesta de los 15 años, donde las jóvenes se visten de princesitas y los jóvenes de caballeros, costumbre inexistente en los países del orbe católico?.

Esta política de la jerarquía cristiana expropió un patrimonio intangible a las sociedades sobre las que se asentó e impidió su libre desarrollo. Es por lo tanto lógico que en aquellas sociedades donde la Iglesia Católica tiene grandes dificultades, legal o culturalmente, para imponer su doctrina renazca la necesidad social de recuperar los ritos de pasos descristianalizándolos.

En un exceso cuasi paranoico, tan caro al Sr. Jiménes Losantos, el Sr. Compás achaca esta demanda social a una estrategia de la izquierda española (PSOE) que me recuerda a los contuvernios del felón Franco. No creo sinceramente que dicha necesidad de desacralizar los ritos de paso sea parte de ninguna estrategia partidaria. Lo que algunas formaciones políticas están intentando, con la mejor intención, es dar respuesta a esa necesidad. Pero, en mi opinión, pasar de ritos de pasos cristianizados a institucionalizados es un error. Laizar lo antes sacralizado, como el hecho que animó al Sr. Compás a escribir su carta, no es el camino correcto. Como tampoco profundizar en la mercantilizanción que alienta la cultura católica, sino promoviendo una reflexión sobre dicha necesidad y permitiendo que cada cual reconstruya desde su libertad los ritos de pasos que desee.

Lo que deben hacer las administraciones públicas es adaptar los procesos y las instalaciones públicas para permitirlo. Es inaceptable que los juzgados ofrezcan una fría ceremonia burocrática a un rito de paso tan importante como el matrimonio. O que en los cementerios y tanatorios sea imposible despedirse del finado de forma digna sin tener por ello que someterse al arbitraje de un sacerdote católico.

Pero también otros agentes sociales deben favorecerlo. Recuerdo con frustración como hace unos años, por encargo de un grupo de compañeros, ordené insertar una esquela del fallecimiento de un amigo común en dos medios de comunicación sevillanos, con la indicación expresa, y por escrito, de no incluir ningún símbolo religioso en la misma. DIARIO DE SEVILLA así lo hizo, mas no ABC que colocó la consabida cruz sobre el texto del mismo. Si se presta atención, todas las esquelas de éste periódico contienen algún elemento religioso, bien una cruz, bien una estrella de David. Esa muestra de intolerancia religiosa sobre los ritos de paso es la que debemos sacudirnos entre todos.

Como colofón, me gustaría señalar que muy acertadamente el Sr. Compás señala en su carta la mayor de las paradojas: ¿como interpretar que un sacramento católico sea celebrado masivamento por descreidos, agnósticos e incluso ateos?. Pero deja la cuestión sin responder. Mi respuesta es que las costuras del catolicismo, una vez privado de la violencia institucional sobre la que asentó sus reales (que comenzó por su espúreo pacto con Constantino y que en España terminó con el general Franco), saltan por donde se comenzó a manipular a la sociedad romana.